sábado, 25 de mayo de 2019

Tierra de majuelos (II)


En una entrada anterior hablamos de los valores botánicos, biológicos y jardineros del arbusto espinoso por excelencia: el majuelo, espino albar o espino blanco. Tierra de majuelos

Recordemos que su denominación científica, Crataegus monogyna, viene de los términos griegos krátys [duro], por el carácter de su madera, y monogynos [un solo carpelo], por el pistilo único de su aparato reproductor femenino, lo que se traduce en un fruto (majuela) con un solo hueso, a diferencia con lo que ocurre en otras especies del mismo género.

No conviene olvidarse de sus muchas connotaciones culturales, esotéricas y místicas, así como del ancestral aprovechamiento que del majuelo han venido haciendo los humanos: alimento para el cazador-recolector, medicina en antiguas farmacopeas, y seto en zonas agroganaderas, principalmente.

En aquella entrada, también incluimos una selección de nueve de los majuelos más llamativos de la zona (Mojones-Nidáguila, Valseco-Úrbel del Castillo, La Mesa-Úrbel del Castillo, Sorredondo-La Nuez de Arriba, Becerril-Quintanilla Sobresierra, Buzón-Huérmeces, El Sobadero-Las Hormazas, Fuenteherreros-Las Hormazas y La Cruz del Molino-Las Celadas). 

En esta ocasión, la selección de ocho nuevos ejemplares destacables de majuelo se ha basado, más que en el tamaño o la belleza del espécimen, en la peculiaridad del lugar sobre el que prospera el espino elegido:

-un túmulo dolménico
-un surgente manantial en un sugerente paraje
-una estela conmemorativa de muertes por rayo
-una fuente perdida
-un paraje expuesto al cierzo
-un hoyo orientado al mediodía, paraíso de las abejas
-un pequeño valle en la divisoria entre las cuencas del Duero y del Ebro
-un páramo recién concentrado



1. Majuelo del dolmen de Las Arnillas (Moradillo de Sedano): el majuelo sagrado

Si uno fuera un majuelo, sin duda pensaría: qué mejor lugar para prosperar que un gran montículo de rica tierra vegetal, protegido de la erosión por una coraza de piedras, a veces incluso provisto de un cráter central en el que cobijarse un poco del cierzo, y con un suelo rico en calcio de origen óseo.




Al fondo, a la izquierda del majuelo, la Peña Amaya

El majuelo en su atalaya estaría a salvo de arados campesinos y dientes ovinos; y no sufriría soledad, ya que unas veces estaría acompañado por pastores que agradecerían su sombra, otras por aves esteparias que buscarían sus maduras majuelas, otras por pequeños mamíferos que escarbarían sus madrigueras en el acorazado túmulo. El majuelo, en su antrópico montículo, disfrutaría de protección y compañía, bienes muy apreciados en las altas parameras de esta parte de Castilla.

Además de dos de los tres troncos del majuelo, se aprecian los pequeños tallos leñosos del rosal silvestre (escaramujo)

Sin grandes sobresaltos que pusieran en peligro su estirpe, no sería mala la vida de un majuelo de dolmen, en comparación con la de otros congéneres que eligieron enraizar en cunetas, lindes y ribazos, siempre vendidos al errático criterio del agricultor o agrimensor de turno; solo el majuelo de morcuero disfruta de una vida comparable a la suya, protegido por su montón de piedras y lanchas de desecho.


Dada la consideración del majuelo como árbol mágico y sagrado, bien relacionado con lo esotérico, pocos lugares pueden parecer más a propósito para su establecimiento que el túmulo de un casi pentamilenario panteón comunal. En algunas culturas centroeuropeas, el majuelo está relacionado con la muerte y el tránsito al otro mundo; en muchas comarcas ibéricas, se le atribuyen al espino blanco virtudes relacionadas con la fertilidad y la reproducción; y en otras muchas, en tiempos medievales, se le asoció con prácticas brujeriles. 


No sorprende recordar las asociaciones que de siempre han realizado las gentes de estos páramos entre alguno de estos dólmenes (El Moreco, en Huidobro) y sus virtudes como catalizador en materia de fertilidad; o la consideración del espino como árbol icónico de las brujas (el desaparecido majuelo de la laguna de Cernégula). 

Dado que en estos páramos el espino florece durante la primera quincena de junio, tampoco puede obviarse su simbología en relación al solsticio de verano. Por otra parte, ya conocemos la relación de los dólmenes de corredor con el solsticio de invierno y el milagro de la luz. Todo el calendario anual recogido en un túmulo con un espino en su lomo. Majuelo y dolmen, forman pues un binomio perfecto, lleno de connotaciones mágicas y espirituales.


En la zona de los páramos de La Lora y Masa, son varias las estructuras tumulares sobre las que crecen matas leñosas, arbustivas o incluso arbóreas, principalmente encinas, rosales silvestres, rebollos y majuelos. Sin duda, la pareja túmulo-arbusto más llamativa de todas es la formada por el dolmen de Las Arnillas y su majuelo de tres pies (en realidad, tres majuelos con sus copas casi fusionadas). Hasta hace poco más de 30 años, compartían hábitat con un pequeño chozo de pastor, levantado a la vera del espino, en la cima del túmulo. Un excelente oteadero desde el que vigilar al rebaño. Piedra había en abundancia, por lo que el pastor que lo levantó no tuvo que acarrear apenas.


Cuando se realizaron los trabajos de excavación del túmulo, allá por los últimos años ochenta del siglo XX, hubo que sacrificar al chozo, aunque se decidió -con buen criterio- indultar al majuelo.

Sobre el túmulo de Las Arnillas crecen habitualmente rosales silvestres (escaramujos), que son eliminados durante las periódicas labores de desbroce a las que se ve sometido el montículo. Aún así, alguno acaba por sobrevivir, al crecer sus tallos justo al lado de los troncos del majuelo.



Dolmen de Las Arnillas: el chozo de pastor ya no existe, y el majuelo se aprecia claramente, situado justo al otro lado del corredor
Dolmen de Las Arnillas (c. 1978) antes de su excavación arqueológica: se intuye el chozo pastoril, situado en lo más alto del montículo

El majuelo de Las Arnillas también contribuye a que el dolmen sobre el que vegeta sea fácilmente identificable desde lejos, sobre todo desde la mayor parte de los páramos circundantes (desde la iglesia de Quintanaloma, o desde el páramo de Huidobro, por ejemplo, se divisa perfectamente).

El majuelo del "dolmen" de Ruyales destaca sobre los ortostatos y cuatro ocasionales visitantes humanos, hace ya casi 30 años

Algo más cerca de Huérmeces, encontramos otro ejemplo de megalito con espino. En Ruyales del Páramo existe un "dolmen" (mejor llamarlo estructura megalítica) que, hasta hace unos diez años, contó con la compañía de un bonito majuelo. Y con una peculiar localización ya que, al carecer el megalito de estructura tumular alguna, el majuelo tuvo que conformarse con establecerse en el interior de la "cámara"; y no resultó ser un mal sitio, ya que aquella era atravesada por un pequeño arroyo que suministraba agua y nutrientes al espino, al tiempo que los ortostatos también le proporcionaban cierta protección contra el cierzo.

Tristemente, hoy solo queda el tocón del espino decapitado; tocón de unos 10 cm de diámetro, lo que permite suponerle al majuelo una edad aproximada de unos 40-50 años en el momento de su ejecución. 

2. Majuelo del manantial de Valdehayas (La Piedra): el majuelo aguador

Valdehayas es uno de los parajes más bucólicos del Alto Úrbel. Este pequeño vallejo, balizado por la enorme roca desgajada denominada "El Peñón", e incrustado entre los resaltes calizos que se extienden entre Fuente Úrbel y La Piedra, guarda un pequeño tesoro en su interior.

Allí donde el vallejo queda cercado por los riscos que suben hacia Valseco brota en el suelo un caudaloso manantial, que forma uno de los principales riachuelos de cabecera del río Úrbel.




Justo al lado del manantial, entre dos grandes piedras, medran un par de majuelos no excesivamente grandes, pero cuya copa otorga al manantial una semi sombra que realza su belleza en días soleados.



Y un buen día, a alguien se le ocurrió utilizar como portavasos los muñones de dos ramas secas de uno de los majuelos, a disposición de todo aquel que -por edad, incapacidad o melindrosidad- prefiera no beber a morro, directamente del manantial.


Y allí reposan, en modo escurreplatos, los dos recipientes de cerámica (seguramente jubilados de la industria del yogur o la cuajada), esperando al buen tiempo y a los ocasionales visitantes del lugar. 


3. Majuelo de la estela de Trulla (Quintanilla Sobresierra): el majuelo de la memoria

Aunque hoy parezca que es el arbusto espinoso el que envuelve y protege a la enorme piedra tallada, lo cierto es que ha sido el majuelo el que ha medrado y sobrevivido gracias a la protección de la estela conmemorativa, levantada en el lugar hace ya más de 120 años. El arado se ha visto obligado a respetar una pequeña parcela de tierra alrededor de la piedra. Y esa pequeña parcela ha acabado por ser colonizada por un oportunista majuelo.






La estela, ya peligrosamente inclinada y con la leyenda muy desvaída, recuerda el lugar en el que un rayo acabó con la vida de dos labradores del pueblo, y de la caballería con la que trabajaban la tierra. Reza así:




"A la memoria de D. Manuel P. García y de D. Jacoba G. Melgosa. Fallecieron el día 23 de mayo de 1898 [o 1888], a consecuencia de una descarga eléctrica atmosférica. Rogad por ellos. E.P.D. Recuerdo de sus hijos." (1)




No deja de tener su poesía el hecho de que haya sido precisamente un majuelo el que haya arraigado en un lugar fulminado por un rayo: en muchas comarcas de la España rural se considera al espino como el mejor protector contra las descargas eléctricas,
(2) debido a su carácter bendito; carácter que le otorga la leyenda de que fue en un majuelo donde colgó la Virgen María su manto; otra versión habla de que fueron los pañales del Niño Jesús los que se colgaron en el espino; y una tercera afirma que su carácter bendito viene determinado por el hecho de que a Jesucristo le coronaran, precisamente, con espinas.


Así que recuerda, si una tormenta te sorprende en la paramera, busca inmediatamente la protección de un espino. Y si el asunto no funciona ... las reclamaciones ... al acervo popular de guardia.


4. Majuelo de la Fuente de la Teja (Los Tremellos): el majuelo zahorí


Hace años, un vecino de Los Tremellos colocó una teja en el talud de tierra por el que se escurría el agua procedente del manantial de Las Fuentes, a la derecha del camino que comunica su pueblo con Ruyales del Páramo.
 




Gracias a esta buena acción, y de nuevo gracias también a la colaboración de la cerámica, se facilitó sobremanera el aprovechamiento del líquido como agua de boca. Y mejoró también la banda sonora del paraje, ya que al trino de los pájaros y el zumbido de las abejas se unió el agradable sonido del agua cantarina.

Aun así, para muchos forasteros, ciclistas y turistas, no resultaría sencillo dar con la fuente si no fuera por la presencia, a su vera, de un joven majuelo, que destaca sobre el talud, haciendo las veces de indicador (una especie de: "visite nuestro bar").




No se trata de un majuelo especialmente llamativo, ni por tamaño ni por complexión, pero hay que reconocer que, en una plomiza tarde de agosto, cuando pedaleas cuesta arriba camino del páramo de Ruyales, saber que allí, al lado del espino, te espera un trago de agua fresca ... no tiene precio.  


5. Majuelo de San Benito (Ruyales del Páramo): el majuelo eólico

San Benito es un paraje de altura, situado a más de 1000 metros de altitud, y atravesado por el camino que desde Ruyales se dirige a La Pinza.



Pese a que hoy en día parece que está en mitad de la nada, San Benito tiene mucho que contar: en uno de los cotorros calizos que lo delimitan existe un pequeño túmulo megalítico.




En tiempos repobladores contó con su pertinente "convento" o comunidad religiosa, como su propio nombre parece indicar; por allí pasaba también el viejo Camino Real de Burgos a Reinosa (activo hasta principios del siglo XX). No era un lugar yermo, precisamente.




En cuanto a activos físicos, San Benito cuenta, en su parte baja, con un manantial para que abreven personas y bestias; con dos manchas de pinar de repoblación (Valdefrailes por el oeste, Las Mayas por el este) que prosperan allí desde los años 50; con una densa mata de encina que te ofrece protección en días de cierzo o lluvia; y, desde hace doce años, cuenta con quince aerogeneradores que conforman un moderno parque eólico (La Caldera, ya en terrenos de Bustillo) y con la correspondiente línea eléctrica aérea, que comunica las centrales transformadoras de Acedillo y Huérmeces.



Queda patente que San Benito es un lugar expuesto a los cuatro vientos, y eso, en estas tierras, significa ser batido reiteradamente por cierzo y solano. Por eso, el centenario majuelo que allí crece muestra una copa claramente despeinada hacia el sur-suroeste. En esos frecuentes días de viento N-NE, tiene su gracia contemplar la imagen que ofrecen aerogeneradores y espino, encarando al cierzo con la misma pose, con la misma actitud.


6. Majuelo de Hoyo Masa (Masa): el majuelo de las abejas

Hoyo Masa es un curioso predio que, orientado al mediodía, se encuentra protegido de los vientos fríos y húmedos por el poderoso abrigo (de unos 30-40 metros de altura) que le proporcionan el cerro Otero por el oeste y la Loma del Macho por el norte y por el este.




Por eso, durante mucho tiempo, en una de sus laderas existió un colmenar tradicional (del tipo hornillera cercada) en el que se disponían tanto hornillos como dujos.   Conviene recordar que el majuelo es una planta de claro interés melífero, por lo que no nos puede extrañar que, a la vera del arroyo que discurre por el fondo del Hoyo, vivan varios ejemplares de este espino.




A escasos 90 metros del colmenar, un majuelo de buen tamaño ha conseguido sobrevivir, algo apartado del arroyo, inmerso ya en una tierra de labor; por el grueso de sus troncos, cabe suponer que compartió muchos años de existencia con la fase productiva del colmenar, y que las felices abejas de este polinizaron a las flores de aquel primavera tras primavera, durante muchas décadas.


7. Majuelo de Mueso (Masa): el majuelo de la divisoria



A poco más de dos kilómetros y medio del majuelo de Hoyo Masa, medra otro ejemplar de espino, aunque este de mucho mayor tamaño; de hecho, es uno de los mayores de La Comarca, solo comparable al de Sorredondo, situado entre La Nuez de Arriba y Quintanilla Pedro Abarca.
Vive en el pequeño valle que drena el arroyo de Mueso, uno de los que conforman la cabecera del río Ubierna.


Tronco de considerable grosor, para tratarse de un majuelo; espino mucho más que centenario
Situación del gran majuelo de Mueso y de los tres medianos con respecto a la divisoria hidrológica Duero-Ebro (Sigpac, agosto 2017)


Además, se da la curiosa circunstancia de que este gran majuelo se localiza a muy escasa distancia (apenas 700 m) de la divisoria de aguas entre las cuencas del Duero y del Ebro. El agua de lluvia que se escurre por sus ramas y hojas finalizará su periplo en el Atlántico, previos desagües en los ríos Ubierna, Arlanzón, Arlanza, Pisuerga y Duero.

El enorme majuelo de Mueso, muy cerca de la divisoria Duero-Ebro

También como mera curiosidad, señalar que al otro lado de la N-623, las aguas ordeñadas por el majuelo de Hoyo Masa iniciarán un recorrido que las lleve en sentido contrario, hacia el Mediterráneo, previo paso por los ríos San Antón, Rudrón y Ebro.


El trío de majuelos, fotografiados desde la misma divisoria
El mismo trío de espinos, ahora fotografiado desde el camino de Mueso (la divisoria discurre justo por la loma que aparece al fondo, con aulagas en su base)

En el fondo cultivado del valle de Mueso crecen otros tres espinos de tamaño medio, aparentemente bien adaptados al estacional trasiego de tractores, remolques, cubas de tratamiento y cosechadoras. Este trío de espinos, casi perfectamente alineados, crece justo al lado de la divisoria, entre esta y el camino de Mueso.


8. Majuelo de la Cruz del Molino (Las Celadas): el majuelo superviviente de un campo en concentración


El majuelo del páramo de Las Celadas, antes de la concentración


Este majuelo repite en el listado de espinos por un hecho destacable: ha sobrevivido al intenso proceso de concentración parcelaria sufrido por el páramo de Las Celadas durante el año 2017.


El majuelo del páramo de Las Celadas, después de la concentración


El proceso de concentración ha afectado a unas 850 hectáreas, y ha consistido en la drástica reducción del número de parcelas: de las 2768 originarias a las 220 resultantes, lo que supone que la parcela media ha pasado de una extensión de 0,3 hectáreas a 3,8 hectáreas, casi trece veces más. También se han ejecutado unos 15 km de nuevos caminos, casi todos rectilíneos y formando retículas cuadrangulares.


Vuelo interministerial (años 70)

Sigpac (2009)

Sigpac (2017)

Sigpac (2017)
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Entre ese mar de nuevas parcelas,  prácticamente llanas, despedregadas y de lindes rectas, destaca la solitaria silueta de un modesto majuelo, protegido por su correspondiente morcuero.



A pesar de su modesto porte, el majuelo de la Cruz del Molino es el ser vivo de mayor tamaño en todo el páramo de Las Celadas. Solo el vecino tendido eléctrico afea la elegante silueta del espino.



El majuelo de la Cruz del Molino durante la primera de las cuatro olas de calor sufridas en España durante el verano de 2016 (mediados de julio): la única sombra en este sector del páramo

Situado al lado de un antiguo cruce de caminos (La Cruz del Molino), el majuelo otorga a este sector del páramo la única sombra posible. Y hay que aclarar que la sombra del majuelo tiene muy buena fama, en contra de lo que sucede con la de otros árboles ("a la sombra del nogal no te pongas a recostar").

Tampoco tiene que preocuparnos la posibilidad de que una víbora, arrendataria del morcuero, pueda mordernos mientras nos protegemos del sol estival bajo la sombra del majuelo: dicen que otra de las muchas virtudes de estos milagrosos espinos es la de absorber el veneno de las víperas que se cobijen en ellos.


NOTAS:

(1) La transcripción del texto grabado en la estela de Trulla procede de la publicación "La Merindad", nº 6 (Julio 2016), editada por el Ayuntamiento de la Merindad de Río Ubierna. [página 17] Consultable en internet a través de Calaméo.

(2) Ciertos hechos parecen contradecir la supuesta protección que, contra las descargas eléctricas, prestarían los majuelos. El día 2 de junio de 1911, un rayo ("una exhalación") acabó con la vida de Andrea Pérez, vecina de Fuente Úrbel, que se había refugiado bajo un espino, en el paraje "Redondal", durante una fuerte tormenta.


Diario de Burgos, 6 de junio de 1911



APÉNDICE FENOLÓGICO: LA FLORACIÓN DEL MAJUELO EN LA COMARCA

El majuelo (Crataegus monogyna) se distribuye por casi toda Europa, NW de África y gran parte de Asia. Con una presencia tan amplia, es lógico que su periodo de floración también lo sea: oscila entre marzo (tierras cálidas de Andalucía y El Magreb) y julio (zonas altas de las cadenas montañosas).

En La Comarca, su floración oscila entre la segunda quincena de mayo (en tierras bajas, protegidas y en años de primavera adelantada) y la primera quincena de junio (en zonas altas, desprotegidas y en años de primavera retrasada).


De los ocho majuelos incluidos en la presente entrada, los de floración más temprana deberían ser aquellos situados al lado de un arroyo o riachuelo y en una zona relativamente baja o protegida: Fuente de la Teja (955 m), Trulla (960 m), Valdehayas (975 m) y Hoyo Masa (980 m).


Majuelo de Hoyo Masa en floración; también el jaramago ha florecido, destacando sobre la cebada


Por el contrario, los de floración algo más tardía serían los situados en las altiplanicies o parameras, y lo deberían hacer más tarde cuanto más al norte se encontraran: Cruz del Molino (980 m), Mueso (1010 m), San Benito (1020 m) y Las Arnillas (1045).


Majuelo de Las Arnillas, en botón floral

En primaveras normales, sería pues el majuelo de Fuente la Teja el primero en florecer, y el espino del dolmen de Las Arnillas el último en hacerlo.


Majuelo de la Cruz del Molino en floración, rodeado por trigales


Por otra parte, en cuanto a potencia en la floración, hay que tener en cuenta que los ejemplares añosos presentan floraciones menos densas  que los jóvenes, por lo que sería el espino de Fuente la Teja el que mayor densidad floral presentara.


Majuelo del manantial de Valdehayas en botón floral


Hasta aquí, la teoría; ahora vamos con la realidad fenológica de este año 2019: tras un invierno de temperaturas relativamente suaves, sin apenas nieve, seguido un abril más bien lluvioso y una primera quincena de mayo cálida y soleada, cabría suponer que la floración de los majuelos se adelantara en unos cuantos días (tal y como sucedió con otras rosáceas leñosas, como los cerezos de Las Caderechas).

Pero la borrasca atlántica que atravesó el norte de la península durante los días del 17 al 19 de mayo ocasionó un brusco descenso de temperaturas e, incluso, alguna pequeña helada.

Para acabar de rematar la faena, durante los dos últimos días de mayo y los dos primeros de junio se produjo un importante aumento de las temperaturas, hasta alcanzar niveles muy superiores a las habituales por esas fechas.


Majuelo de Las Arnillas: en plena floración a primeros de junio


Todo lo anterior ha ocasionado que la floración del majuelo  venga a suceder casi en unas fechas medias, muy similares a las de un año normal.


Majuelo de Valdehayas: en plena floración a primeros de junio

Los primeros majuelos de la lista en iniciar su floración han sido los de Hoyo Masa La Cruz del Molino. Los de Valdehayas y Las Arnillas han iniciado la suya durante los dos últimos días de mayo y primeros de junio, y los de San Benito, Fuente de la Teja, Trulla y Mueso se han retrasado solo un poco más.

Por lo tanto, en La Comarca, la época del año en la que casi con total seguridad podremos observar majuelos en flor será la correspondiente a primeros de junio, extendiéndose durante toda la primera quincena de este mes.
  

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