lunes, 31 de marzo de 2014

Un clima duro


Huérmeces se encuentra enclavado en la zona de transición entre el brusco clima continental meseteño y el más pausado clima sub-húmedo, propio de las estribaciones meridionales de las montañas cantábricas. Esto se traduce, sobre todo, en un mayor nivel de precipitaciones, ya que el régimen termométrico reviste casi todas las características extremas del clima continental.

En Huérmeces se recogen anualmente unos 660 litros por metro cuadrado, mientras que en Burgos (sólo 20 km al sur) el pluviómetro no sobrepasa los 560, y en todo el cuadrante suroccidental de la provincia los valores rondan los 450 l/m2.

Si nos alejamos del pueblo en dirección Norte, la situación varía sensiblemente. En Montorio, a 8 km de Huérmeces, se recogen 820 l/m2, nada menos que 160 litros más. Por los páramos de Masa y La Lora llueve entre 650 y 700 litros al año, mientras que en las tierras del Alto Urbel (El Tozo y Valdelucio) se registran entre 700 y 800 l/m2. En los páramos de Vivar entre 600 y 650.

La isoyeta de los 700 l/m2 discurre, pues, a unos pocos kms al norte de Huérmeces, cruza la carretera y el Urbel a la altura del paraje de La Bagoya y se aleja por el este en dirección a Oña y por el oeste hacia la Peña Amaya. La línea de los 800 litros se sitúa a la entrada de Montorio, describiendo un círculo de unos dos km alrededor del pueblo. Al este de Peña Amaya, entre Quintanas de Valdelucio y Humada, también se localiza un pequeño territorio en el que llueve alrededor de 800 l/m2 al año.   

Aunque lo normal es que las lluvias más torrenciales se produzcan en junio, las precipitaciones máximas mensuales de los últimos años fueron los cerca de 200 l/m2 que cayeron sobre Huérmeces durante el mes de noviembre de 1984. La precipitación máxima en un solo día se registró el 7 de agosto de 1983, cuando se recogieron 73 l/m2 en poco más de una hora, unos días antes de las torrenciales lluvias que arrasaron al País Vasco.

La carretera BU-622, a la altura del paraje de Mulimayor, dónde suele desbordarse el río Urbel en su confluencia con el arroyo que da nombre al paraje.

Más recientemente, el 11 de agosto de 2001, una tormenta muy localizada descargó en una sola hora entre 100 y 150 l/m2 de agua y granizo. Afortunadamente, los daños fueron únicamente materiales.

Tomando en consideración únicamente datos medios, el mes más lluvioso es mayo (10 días de lluvia) y los más secos agosto y septiembre. Marzo es el típico mes de granizadas, y enero y febrero, de nevadas, con unos tres o cuatro días de nieve cada uno. Las tormentas tienen su máximo desarrollo entre junio y agosto y las nieblas entre septiembre y marzo.

El régimen de temperaturas si que se encuentra más acorde con los rigores del clima continental, aunque las tierras de Huérmeces son algo menos extremas que las vecinas del Tozo y Masa, sobre todo debido a la mayor altitud de éstas (900-1000 m).

Unos 45 días al año, los termómetros descienden por debajo de los –5ºC y otros 40 días al año se sobrepasan los 30ºC. Hiela un total de 140 días.

La temperatura máxima absoluta de los últimos años se registró el 10 de agosto de 1973 (41ºC) y la mínima absoluta (-26ºC) el 4 de enero de 1971. Más recientemente, en las navidades de 2001-2002 se registraron varios días consecutivos con temperaturas mínimas inferiores a –10ºC y máximas que no pasaron de 0ºC.

martes, 25 de marzo de 2014

El "casi" Huérmeces: Huércemes (Cuenca)


Al Sureste de la provincia de Cuenca, en la comarca de la Serranía Baja, entre las localidades de Paracuellos de la Vega, Yémeda, Cardenete y Enguídanos, existen los restos de una pequeña aldea llamada Huércemes





Dichos restos se ubican en la ribera del río Guadazaón, a unos 800 m de altitud. Río abajo se ubica el estrecho embalse de El Batanejo y, poco después de que el Guadazaón deje sus aguas en el Cabriel, el enorme embalse de Contreras.


En el Catastro de Ensenada (1752) aparece Huerzemes con 8 vecinos, uno de ellos molinero, y considera habitables únicamente 5 casas y el molino; en el Diccionario de Madoz (1850) consta que Huércemes tiene 7 vecinos, 28 almas, 7 casas habitables y una ermita, aneja a la Iglesia de Paracuellos.




Hace mucho tiempo que nadie habita todo el año en Huércemes, habiendo quedado reducidos sus terrenos a un simple “coto de caza”, con sus correspondientes construcciones de segunda residencia, nuevas o aprovechando alguna de las no arruinadas completamente. Ni siquiera es posible acceder por camino a sus casas, ya que tanto el camino desde Cardenete como el que parte de Paracuellos de la Vega se encuentran cerrados por sendas puertas y el correspondiente vallado cinegético.




No obstante, el acceso peatonal es posible gracias a la servidumbre de paso otorgada por el río Guadazaón, que atraviesa la parte baja del pueblo; aún quedan restos de la humilde iglesia, del cementerio y varias casas.




Una bonita excursión por el cañón sobre areniscas que el Guadazaón ha horadado justo al norte de Huércemes, desde las ruinas del balneario de Yémeda, puede consultarse en este interesante blog:






Las fotografías que acompañan esta entrada son del autor del blog, a quien agradezco sinceramente el permiso concedido para su inclusión aquí.

jueves, 20 de marzo de 2014

El despoblado de Monasteruelo



Monasteruelo es un bello paraje drenado por el arroyo del mismo nombre y delimitado, por todos los puntos cardinales menos por el sur, por las parameras de Los Tremellos, Ruyales y Huérmeces.


El desaparecido pueblo, originario seguramente de los primeros años de la repoblación (finales del siglo IX o principios del X) se ubicaba en la ladera oeste del valle, al lado del manantial allí existente, a unos 940 m de altitud, protegido por las laderas de los páramos circundantes (1000-1020 m). Buenos pastos, monte y abundancia de aguas, un paraje ideal para establecerse en aquellos inseguros años.

La aldea de Monasteruelo se situaba en la zona central de la fotografía, allí donde la vegetación lo ha invadido todo; en el semicírculo central, la antigua ubicación de la iglesia

La primera mención documental de Monasteruelo aparece consignada en la archi conocida relación de préstamos del obispado burgalés en la época de Don Aparicio (1250), bajo la denominación de Monestiruello, con un préstamo de 8 maravedíes, el más bajo de los pueblos del entorno, lo que nos da idea del limitado tamaño del lugar ya en aquellos tiempos.

La segunda mención la encontramos en el Libro Becerro de las Behetrías (1352), dónde Monasteyruelo viene recogido en el epígrafe 28 de la Merindad de Castrojeriz. Es lugar de behetría, al igual que casi la totalidad de pueblos del entorno, siendo su señor principal Lope Díaz de Rojas.

En 1309 aparece nombrado un natural de este pueblo (Ruy Pérez de Monasteruelo) dentro del listado de cristianos traídos de otras tierras para que repoblaran la villa de Uclés (Cuenca), que había sido reconquistada en 1157. (1)

Ruinas de Monasteruelo, completamente cubiertas de vegetación

Monasteruelo quedó despoblado a finales del siglo XVI, reinando Felipe III (1598-1621), ya que el lugar aparece en el censo de población de 1587 (2 vecinos) y, sin embargo, no lo hace en el de 1591.

Tras su despoblamiento, los pueblos vecinos de Ros y Huérmeces iniciaron una larga disputa, denominada Pleito de Monasteruelo, por hacerse con las  tierras y manantiales del lugar. El pleito duró 34 años, desde 1636 hasta 1670 (ver post en este mismo blog: El Pleito de Monasteruelo).

Monasteruelo: antigua ubicación de la iglesia, restos de piedras rodeados de una tierra de labor
El criterio para la adjudicación de los terrenos de Monasteruelo a uno de estos dos pueblos se modificó en varias ocasiones. Primero se estableció que sería para el que se encontrara a la distancia más corta del despoblado: Huérmeces, situado a poco más de 3 km, uno menos que desde Ros. Después se concluyó que Monasteruelo sería para el pueblo que tuviera algún vecino propietario de alguna casa en pie en el lugar, lo que originó episodios sucesivos y cuasi cómicos de levantamiento y derribo de paredes y techumbres por parte de unos y otros.

Parece ser que la Iglesia, desde siempre más poderosa en Huérmeces que en Ros, también realizó alguna maniobra para que el pleito se resolviera a favor del primero de los pueblos. De hecho, las dos campanas de la torre de la iglesia de Monasteruelo acabaron en la de Huérmeces. (2)

Manantial de Monasteruelo
Por fin, tras 34 años de pleito, se estableció como criterio definitivo el de la dirección de las aguas que discurrían por el despoblado. Las aguas del arroyo de Monasteruelo discurren valle abajo, ineludiblemente hacia el sur, camino del río Urbel, en el que desemboca a escasa distancia de Ros. De este modo todo el valle de Monasteruelo acabó, sensatamente, por pertenecer a Ros. El municipio resultante se llamó Ros y Monasteruelo hasta el Censo de 1857, en que pasó a denominarse únicamente Ros.

Parece ser que hasta la guerra de la Independencia (1808-1814) vivió en el lugar un vecino de Ros, quedando el pueblo completamente arruinado por la francesada. Sigue siendo curioso que en el Diccionario de Madoz (1850), en la entrada correspondiente a Huérmeces, se considere aún a la iglesia del despoblado de Monasterio como aneja a la parroquia de San Juan Bautista de Huérmeces (3).

Fotografía de la espadaña de la iglesia de Monasteruelo
 (Demetrio Ortega Angulo, 1920) 
En los años treinta del siglo XX aún se encontraba en pie la descampanada espadaña de la iglesia, como lo atestiguan varias fotografías de la época.

En 1952, el Ayuntamiento de Ros procedió al derribo de la espadaña, para aprovechar sus buenas piedras en la construcción de las nuevas escuelas del pueblo.

Hoy resulta muy difícil ni siquiera adivinar restos de edificación alguna entre la maleza existente en el lugar. De la espléndida olmeda que ribeteaba todo el curso del arroyo de Monasteruelo ya no quedan más que esqueletos arbóreos, tras el paso de la letal grafiosis en los años ochenta del siglo XX.

Modernos caminos de concentración parcelaria llegan hoy a Monasteruelo, partiendo tanto desde Ros como desde Ruyales, Huérmeces y Los Tremellos.

Espadaña de Monasteruelo, hacia 1930;
 Fotografía: Familia Hidalgo-Fontaneda



NOTAS



(1)  “La Encomienda, el Priorato y la Villa de Uclés en la Edad Media, 1174-1310: formación de un Señorío de la Orden de Santiago”; Milagros Rivera Garretas, CSIC, Barcelona, 1985 (página 69)


(2)  De la misma manera, en el Archivo Diocesano de Burgos, la Parroquia de San Juan de Monasteruelo aparece como un anejo a la Parroquia de Huérmeces: Archivo Diocesano de Burgos: Archivo de la parroquia de Monasteruelo (Huérmeces), ES.9172.AP/1 [c] 01/01/1662


(3) “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” (1847-1850), Pascual Madoz



lunes, 17 de marzo de 2014

Flora de Huérmeces y alrededores


        A pesar de las duras condiciones climáticas y de suelo que sufren estas tierras, puede afirmarse que existe una cierta diversidad botánica, acentuada hacia el Norte y Este y aminorada hacia el Sur y Oeste del término municipal. Es difícil realizar un cálculo relativo al número de especies vegetales que viven aquí, pero disponemos de un "Estudio Florístico de las Comarcas de La Lora y Páramo de Masa", realizado a finales de los ochenta por Pablo Galán Cela. (1)  En el se registran más de un millar de especies vegetales diferentes para éstas dos Comarcas vecinas, predominando ligeramente las plantas de carácter mediterráneo sobre las de carácter euroasiático. Lógicamente, en los alrededores de Huérmeces no se alcanza esa cifra, pero es precisamente a partir de nuestro pueblo donde la riqueza botánica comienza a ser más evidente.

            La primera especie en florecer, durante los últimos días de DICIEMBRE y los primeros de ENERO, es el eléboro (Helleborus foetidus), planta que mantiene una tonalidad verdosa incluso en sus flores, inconfundible por su desagradable olor, y que constituye la primera muestra de vida sobre los desolados paisajes invernales de nuestra tierra, manteniendo su floración durante las primeras semanas del año y fructificando (en forma de dos o tres cuernos verdosos) durante enero y febrero. Encontraremos eléboros sin dificultad en bosques, matorrales, terraplenes, roquedos y una amplia variedad de medios.

Eléboro (Helleborus foetidus) en Cotillos
           A últimos de MARZO, y durante primeros de abril, es el piculillo (Narcissus bulbocodium) el que inunda praderas y terrenos húmedos no cultivados. Antes de la roturación de La Pradera, en el año 1966, éste narciso enano invadía completamente éste paraje, tiñéndolo de un intenso color amarillo. Hoy, únicamente en la pradera de Úrbel del Castillo podremos contemplar un espectáculo semejante.

            Durante  ABRIL, el endrino (Prunus spinosa) nos obsequia con su aromática y blanca flor. Para recoger las "andrinas" y elaborar pacharán tendremos que esperar hasta mediados de septiembre, aunque mejor aún es recolectarlas durante los meses de octubre y noviembre, pues es entonces cuando su grado de madurez es óptimo, y con un sólo mes de maceración en anís obtendremos un pacharán delicioso.

Endrino (Prunus spinosa) en el manantial de Valdeporros
            Durante éste mes de abril, la floración de varias especies constituye el claro indicio del despertar primaveral. Así sucede con dos especies de llamativa floración amarillenta: las prímulas o primaveras (Primula elatior), que crecen en lugares umbríos, y las adonis vernales (Adonis vernalis) que lo hacen en sitios despejados; las pequeñas violetas (Viola arvensis, Viola odorata) también son de las primeras en florecer. Los majuelos (Crataegus monogyna) tampoco tardarán en mostrar su espléndida y fragante floración blanquecina.

Adonis vernal en Buen Tudanca
 
Violeta en Val

            A últimos de abril y primeros de mayo, comienza la verdadera explosión de color que anuncia la primavera. Los lirios morados (Iris germanica) crecen en las cercanías de huertos y aldeas (merece la pena el espectáculo que durante los últimos días de abril puede contemplarse en el cerro que alberga la ermita visigótica de Santa Centola y Santa Elena en Siero-Valdelateja).

Los guillomos (Amelanchier ovalis) despliegan por montes y vallejos su blanquecina y fragante floración, los gamones (Asphodelus albus) invaden nuestras parameras y lastras (la Peña Amaya, con sus más de 1.300 metros de altitud, queda convertida en un mar blanco durante los primeros días de mayo). Una planta humilde pero de espectacular floración es el carraspique (Iberis carnosa), que tapiza de blanco los terrenos pedregosos.


Carraspique (Iberis carnosa) en El Roble
Guillomos en flor, Valdegabas

            Las pequeñas ORQUÍDEAS SILVESTRES invaden, desde mediados de MAYO hasta primeros de julio, parameras, herbazales húmedos y cunetas. Aunque de dimensiones mucho más modestas que las exóticas orquídeas brasileñas que venden en cualquier floristería, las nuestras nada tienen que envidiar en cuanto a belleza y originalidad. Las orquídeas constituyen la máxima evolución de las plantas con flores, llegando hasta el punto de imitar en sus formas florales la apariencia de determinados insectos polinizadores, para así asegurar al máximo su reproducción. De entre la seis o siete especies que podemos encontrar por nuestros campos, destacaremos las tres más comunes: la orquídea piramidal (Anacamptis pyramidalis), que es la mejor adaptada a los lugares relativamente secos (cunetas y terrenos pedregosos); el satirión manchado (Orchis maculata), sin duda la más abundante y versátil, ya  que su floración puede variar desde el blanco al violeta, pasando por toda la gama de rosados, y su altura oscilar entre menos de un palmo (las que crecen en los lugares más secos y pedregosos) y cerca del metro (aquellas que crecen al lado de arroyos o sobre prados y terrenos encharcados); la orquídea abeja (Ophrys sphegodes), a pesar de ser la modesta en talla es, sin duda, la más original de todas. Sus flores, de tonalidad amarillenta y en número de una a tres, semejan la forma de una abeja posada sobre una hierba, por lo que las visitas de éstos eficaces polinizadores nunca le faltan; en los alrededores de la fuente de la Chopera de Valdegoba podremos encontrarla sin dificultad a principios del verano.

Peonía o cornavario (Paeonia microcarpa), la flor más llamativa de Huérmeces
  
            Durante la segunda quincena de mayo florece la especie más llamativa y la que más connotaciones de todo tipo nos ofrece: la peonía o CORNAVARIO. Planta considerada maldita o venenosa en algunos sitios (Extremadura), medicinal e incluso milagrosa en otros (Cataluña), no pasa desapercibida en ninguno. Los extremeños la llaman "matagallinas", "oinlodi" los vascos, "rosa de la Mare de Déu" o "pelònia" los catalanes, "casadillas" los pueblos vecinos de Huérmeces, y "rosa de Santa Clara", "rosa montesina", "rosa de lobo" o "erva casta" en otros lugares, ya que escasas son las montañas que no albergan a una de las cuatro especies de peonía que habitan en la península Ibérica; únicamente Galicia y la vertiente norte de las cordilleras cantábrica y pirenaica se ven privadas de la presencia de las peonías.

           En los montes de Huérmeces crece la más humilde de las peonías ibéricas, la denominada por los botánicos como Paeonia humilis (Paeonia microcarpa), mientras que en Andalucía crece la Paeonia coriacea y en Extremadura, el Sistema Central y otras montañas del centro y sur peninsular lo hace la Paeonia broteroi, ambas de mayor porte que nuestro cornavario. En Valderredible (sur de Cantabria) crece la Paeonia mascula. Si algún día viajáis por Grecia, descubriréis peonías blancas, y si lo hacéis por el Caúcaso, amarillas.

            En latitudes más cálidas que la nuestra, la peonía comienza a florecer a mediados de abril y, según nos cuenta el botánico catalán Píus Font i Quer, "es posible que la costumbre catalana o barcelonesa de celebrar con profusión de rosas la fiesta de San Jorge arranque de un cambio de protagonista, porque la rosa de Sant Jordi es, realmente, la peonía".

                        Ya los botánicos griegos se fijaron en ella y pronto le atribuyeron multitud de virtudes, entre las que destacan la de ahuyentar al demonio, curar la epilepsia o facilitar la dentición infantil. Puede que las tradicionales ofrendas florales con que las mujeres de la zona adornaban los altares a últimos de mayo, o los collares que a base de semillas de cornavario confeccionaban en verano para colgarlos alrededor del cuello de sus hijos tengan mucho que ver con éstas virtudes ancestralmente atribuidas a la peonía. No tenemos noticias, sin embargo, de que alguna vez por éstas tierras se llegara a elaborar el famoso brebaje antiepiléptico compuesto por "raíz de peonía, cráneo humano, uña de alce, jacinto y oro batido". Los galenos clásicos aseguraban, también, que la peonía servía para tratar las menstruaciones excesivas, ya que uno de los componentes de la raíz de peonía, la peregrinina, actúa sobre el útero y provoca la contracción de los capilares sanguíneos. De todas formas, su virtud más llamativa y socorrida es, sin duda, la de mantener a raya a espíritus malignos, fantasmas, brujas y demonios, por lo que nunca estará de más llevar en el bolsillo un par de semillas de peonía cuando nos adentremos en el monte, de noche y con luna llena.

            Para observar el espectáculo de la peonía en flor, os recomiendo un viaje a Huérmeces alrededor del 25 de mayo, y una excursión a la ladera norte de la Peña Itero, dónde se halla la mayor concentración de peonías de la Comarca, ofreciendo un bello contraste con la floración amarilla de las aulagas (Genista scorpius). Más al norte de nuestro pueblo, en los páramos de Los Altos (Dobro) y La Lora, encontraréis peonías sin dificultad.

      Si os empeñáis en recolectar peonías para adornar algún jarrón, recordad que su conservación como flor cortada es más bien deficiente (dos o tres días a lo sumo, en sitio fresco) y tened la precaución de cortar las que aún no están abiertas, pues de lo contrario cuando lleguéis a casa los pétalos ya estarán a punto de caerse. Y si lo que queréis es sembrar peonías en el huerto o en una jardinera, olvidaros de enterrar las semillas en primavera, pues las posibilidades de éxito son muy limitadas.

      Después del verano (septiembre-octubre), cuando la planta se encuentra en reposo vegetativo (sobre todo si el verano ha resultado seco) puede desenterrarse la gruesa y ramificada raíz del cornavario; con paciencia, procurando no dañarla en exceso, especialmente sus brotes, que ya en esa época se encuentran desarrollados; lo más rápidamente posible la "transplantaremos" al huerto o tiesto de destino, procurando que disponga de humedad e insolación suficiente a la salida del invierno. Puede que durante el primer año se limite a desarrollar el follaje, sin llegar a florecer, pero a la primavera siguiente nuestra paciencia se verá recompensada, y ya ningún año faltará a la cita.

            Según avanza el mes de JUNIO, entran en floración la práctica totalidad de especies de nuestros campos: el saúco (Sambucus nigra), la madreselva (Lonicera sp.), los rosales silvestres, escaramujos o tapaculos (Rosa canina), la zarzamora (Rubus ulmifolius, Rubus caesius), el cornejo (Cornus sanguinea), el agracejo (Berberis vulgaris), las malvas (Malva sylvestris, Malva moschata) y la hierba de San Roberto (Geranium robertianum), invadiendo baldíos, cascajares, umbrías y solanas.

            Durante JULIO y AGOSTO, florecen aquí especies que en otros lares lo hacen con varias semanas de antelación; así, en montes y parameras crecen la dedalera (Digitalis parviflora), la siempreviva (Helichrysum stoechas), la cuchara de pastor (Leuzea conifera), el té de roca (Jasonia glutinosa), la hierba mosquera (Inula montana), etc.

La siempreviva (Helichrysum stoechas), la especie de floración estival más abundante en las estepas calizas de Huérmeces (Alto de Valdegoba)

            También en verano, los linderos de fincas, las cunetas y arcenes de caminos y carreteras se llenan de color; así sucede con la achicoria (Cichorium intybus), el yezgo (Sambucus ebulus), el gordolobo (Verbascum pulverulentem), el cardo común (Cirsium arvense), el cardo lechar (Scolymus hispanicus), la carlina (Carlina vulgaris), el ajenjo (Artemisia alba), el lampazo (Arctium minus), el meliloto (Melilotus officinalis), el melgón (Medicago sativa), la centaurea (Centaurea scabiosa), la milenrama (Achillea millefolium), la esparceta (Onobrychis viciifolia),...

            ¿Quién no ha jugado a lanzar las auto-adherentes bolas del lampazo contra el primer jersei que se cruzara en nuestro camino? ¿Quién no ha oído el refrán de "la tierra del yezgo no se la des al yerno, dale la del helecho que le será de más provecho"? ¿Quién no se ha preparado una infusión de té de roca para calmar los efectos de una comilona?...

            También durante el verano las RIBERAS DE RÍOS Y ARROYOS se convierten en efímeros jardines botánicos en los que abundan el lirio amarillo (Iris psaudacorus), la menta de agua (Menta aquatica), la salicaria (Litrum salicaria), el epilobio (Epilibium hirsutum), la sanguisorba (Sanguisorba officinalis), la filipéndula (Filipendula ulmaria), los equisetos  (Equisetum arvense), el poleo (Mentha pulegium) y la lisimaquia (Lisimachia vulgaris), predominando los tonos amarillos, carmesís y blancos. En las aguas del Úrbel también viven el nenúfar amarillo (Nuphar lutea), con sus flotantes hojas, y el gordolobón (Typha latifolia), con sus despeluchables "puros". Los berros (Nasturium officinale), lejos ya de su climax culinario (deben recogerse desde últimos de diciembre a últimos de febrero), abundan en las limpias aguas de Fuente La Hoz.

            Las últimas semanas del verano son pródigas en tormentas, cuyos aportes hídricos son aprovechados por plantas como los quitameriendas (Colchicum autumnale, Merendera montana), que ya a finales de agosto tiñen de morado eras y herbazales, páramos y laderas calizas.

            En cuanto a SETAS, fueron los seteros foráneos (vascos y catalanes) los que nos convencieron de que la seta de cardo (Pleurotus eryngii) no es la única especie comestible que crece por estos lares. La seta de mango azul (Lepista personata) aparece por doquier, en herbazales de páramos y laderas, pero la ubicación exacta de los "setales" sólo pertenece a la memoria de un puñado de nativos. El champiñón silvestre (Agaricus campester) es mucho menos abundante que las dos anteriores, pero se encuentra sin dificultad en parajes como Buzón y La Coronilla. A pesar de la abundancia de boletos (Boletus sp.) y rúsulas (Russula sp.), ambas especies no son muy aprovechadas por los seteros de aquí. Por último, no olvidar que en los otoños húmedos merece la pena pasear por los pinares de Las Traseras de Navas, El Páramo y Valmares, donde abundan los níscalos (Lactarius deliciosus). En primavera, la seta más apreciada es el perrechico o seta de San Jorge (Tricholoma Georgia o Calocybe gambosa), que crece escondida entre los herbazales de Valdegoba, bajo espinos y endrinos.


(1) GALÁN CELA, P. (1990). Contribución al estudio florístico de las comarcas de la Lora y Páramo de Masa (Burgos). Fontqueria 30: 1-117

lunes, 10 de marzo de 2014

Huérmeces en el Libro Becerro de las Behetrías (1352)


A mediados del siglo XV, la autoridad patrimonial y jurisdiccional constituia el principal sustento del poder de la nobleza. Durante las Cortes de 1351, el rey Pedro [Pedro I "El Cruel"] prometió realizar una encuesta sobre la naturaleza de la posesión de tierras por la corona, como paso previo a la petición de la nobleza en el sentido de que se incrementara la magnitud de las donaciones reales, tantos en tierras como en estipendios.

La nobleza buscaba una reconversión de behetrías en forma de solariegos. Esta petición llevó a solicitar que en la encuesta se estableciese el tipo de señorío y, en cada behetría, la identidad de los señores. El rey Pedro  dio su conformidad y, entre el otoño de 1351 y agosto de 1352, se llevó a efecto la pesquisa sobre la tenencia de tierras en el norte de Castilla, de lo que resultó el famoso Libro Becerro de las Behetrías (LBB).

Aunque los defectos del texto son considerables (faltan cuatro merindades, así como seis áreas menores de las quince restantes; solo registra las poblaciones que constituyen una entidad fiscal, ignorando un buen número de pequeñas aldeas; vagas declaraciones que no son sino evidencias del apresuramiento con el que se realizó la encuesta; etc.), el LBB constituye una fuente de información fundamental sobre la historia social y económica de la Castilla del siglo XIV. (1)



LBB-347R: en el encabezado del último párrafo puede leerse "Guermezes"; en el texto, se detallan los señores del lugar




                                         Guermezes


    Este logar es behetria e es de Lop Diaz de Roias, e an por deuiseros  don Nuño e  don Pedro e  don Tello  por su muger e Oiohan Rodríguez de Sant Doual e todos los otros de San-doual e los de Roias e los Carriellos e los de Uilla Lobos e los Manriquez e los de Almança e los de Haro.

Derechos del rrey

    Dan de martiniega por el Rey a Ferrant Rodriguez de Villa Lobos en su vida, e que la dauan agora a su fiio que dizien que lo abia por canbio cada anno……………….......…  CC e XL m.
     Dan al castiello de Burgos de derechos…......….    XX m.
     Dan al adelantado cada anno…………………….  XII m.       
     Dan al Rey seruiçios e monedas.

Derechos del sennor

    Dan  por  infurçion  al señor  veynte  fanegas de pan, meytad trigo e  meytad çeuada,  todo el conçeio e mas diez mara-vedis en dineros.
    Dan  cada anno por  deuisa a cada  deuisero seys maravedis e terçia.



 Este lugar es behetria de Lope Díaz de Rojas, teniendo por deviseros a don Nuño, don Pedro y don Tello por su mujer, y Juan Rodríguez de Sandoval, así como los demás Sandoval, Rojas, Carrillos, Villalobos, Manrique, Almansa y Haro.

Como derechos del rey, Huérmeces tributaba en concepto de martiniega 240 maravedíes al año a Ferrán Rodríguez de Villalobos en vida, ahora a su hijo; al Castillo de Burgos, 20 maravedíes en concepto de derechos; al adelantado, 12 maravedíes, y al Rey, servicios y monedas.

Como derechos del Señor, todo el concejo da en concepto de infurción veinte fanegas de pan, mitad trigo mitad cebada, más 10 maravedíes en moneda. A cada devisero, Huérmeces daba 6 maravedíes y un tercio al año, en concepto de devisa.


LBB-247V: en los dos primeros párrafos, derechos del rey y del señor; en el encabezado del tercer párrafo aparece el siguiente pueblo: Sant Pantaleones (San Pantaleón del Páramo)




NOTAS ACLARATORIAS

Adelantado: alto dignatario al servicio de la Corona de Castilla, con competencias judiciales dentro de su territorio
Behetría: población cuyos vecinos tenían cierto derecho (teóricamente) a elegir a su señor y pactar las condiciones del contrato; lo normal es que se eligiera señor o señores entre los nobles de la comarca (Behetría de linaje, los naturales o diviseros), aunque a veces podía elegirse entre candidatos de cualquier procedencia (Behetría de mar a mar); figura típica de la Castilla medieval
Devisa/divisa: parte que se paga a cada uno de los señores del lugar de behetría; solía satisfacerse en metálico, el día de San Juan.
Deviseros/diviseros: los señores a los que se les pagan los impuestos por parte de los hombres de behetría
Infurción: tributo que se pagaba al señor o los señores por el solar de las casas. No solía pagarse totalmente en moneda, pudiendo pagarse en especie (gallinas, cerdos, tocino, trigo, cebada, pan, vino, mosto)
Maravedí: moneda utilizada en Castilla entre los siglos XII y XIX
Martiniega: renta pagada al Rey, en forma monetaria, y que se hacía efectiva en la festividad de San Martín (11 de Noviembre)
Merindad: distrito administrativo, militar y jurisdiccional; término empleado desde comienzos del siglo XII, aunque es durante el XIII cuando se convierte en un instrumento clave del control regio fiscal y jurisdiccional.
Merino: funcionario de la corona que tenía encomendadala recaudación de rentas públicas, la supervisión de las levas militares y la administración de justicia; también podía existír la figura de merino privado (a cargo de su señor)
Moneda: impuesto extraordinario pagado al Rey cada siete años; debía ser aprobado previamente por las Cortes de Castilla
Servicios: impuesto que el Rey solicitaba a sus súbditos para hacer frente a gastos excepcionales (guerras, calamidades); para su cobro era necesaria la previa autorización de las Cortes de Castilla; aunque comezó siendo un impuesto extraordinario, acabó siendo un pago habitual

Los pagos monetarios eran recaudados y contabilizados por merinos privados. En la Castilla rural de mediados del siglo XIV imperaba un sistema de producción muy básico, y las diferencias económicas entre los miembros del campesinado eran mínimas: eran casi todos pobres. Las pequeñas diferencias radicaban, sobre todo, en la tenencia o no de un pequeño número de bueyes. Con una pareja de bueyes eras alguien, con dos, un campesino "rico". (1)


(1) Los Lara, Simon R. Doubleday, Turner (2004) [páginas 131-134]


El Libro Becerro de las Behetrías (LBB) puede consultarse en Portal de Archivos Españoles

(Archivo General de Simancas, Patronato Real)

En papel, existen dos ediciones, con transcripciones modernas:
"Becerro libro famoso de las behetrías de Castilla", Librería de Fabián Hernández, Santander (1866). Puede consultarse en la Biblioteca digital de Castilla y León
    











"Libro Becerro de las Behetrías. Estudio y texto crítico", Gonzalo Martínez Díez, Centro de Estudios e Investigación San Isidro, León (1981)