A finales del siglo XVIII y principios del XIX aparece en los índices de los libros de bautizados de Huérmeces un apellido completamente extraño por estos lares: Bollada. Y lo hace en seis apuntes, concentrados entre los años 1798 y 1818:
- José Varona Bollada (1798)
- Modesto Varona Bollada (1800)
- Gertrudis Montero Bollada (1807)
- Ángel Bonifacio Montero Bollada (1810)
- Aquilino Montero Bollada (1814)
- Juliana Montero Bollada (1818)
Observamos que Bollada aparece, en los seis apuntes, mezclado con sendos apellidos muy comunes en Huérmeces y comarca: Varona y Montero. En ambos casos el apellido Bollada aparece como segundo, por lo que cabe dar por sentado que fueron dos mujeres Bollada (hermanas, probablemente) las que intercambiaron sus genes con varones locales, originando esta efímera aparición del apellido en el Huérmeces de aquellos tiempos.
Hoy, doscientos y pico años después, no queda rastro del apellido Bollada, ni en los libros parroquiales ni en los padrones municipales. Tal desaparición tiene una fácil explicación en el hecho de que, al ser mujeres la portadoras del apellido Bollada que llegó a Huérmeces, dicho apellido se perdiera en las siguientes generaciones, si es que continuaron residiendo en el pueblo, que es mucho suponer.
Pero la realidad suele superar, en muchas casos, a las expectativas que desatan meros listados de nombres y apellidos. Tras consultar las partidas bautismales correspondientes, llega la primera sorpresa: fue una única mujer Bollada la que dispersó sus genes en el anquilosado registro del ADN farol de entre siglos, contribuyendo así a la mejora de la diversidad genética del pueblo.
La dama en cuestión se llamaba Ana María Bollada Ranero, y había nacido en Santa Cruz, uno de los 24 barrios que conforman el municipio cántabro de Guriezo, limítrofe ya con Vizcaya. En aquellos tiempos, Guriezo pertenecía al partido de Laredo, dentro de la entonces extensa provincia de Burgos.
Ana María era hija de Manuel Bollada Llamosas y Ana María Ranero San Martín, naturales de Lendagua y Lugarejos, respectivamente, ambos lugares también pertenecientes al valle de Guriezo.
Los cuatro apellidos, Bollada, Llamosas, Ranero y San Martín, son de origen claramente guriezano, apareciendo en diversos documentos, padrones y relaciones de vecinos del Valle de Guriezo desde -al menos- el siglo XVII.
El abuelo paterno de Ana María, Manuel Bollada Landera, aparece en un padrón de vecinos de Guriezo del año 1737, casado con María Antonia Llamosas Marroquín. Como la práctica totalidad de los vecinos de Guriezo, los Bollada eran hidalgos.
Conviene aclarar que la condición de "hidalgo" no era sinónimo de "rico" ni muchísimo menos; la mayor parte de los hidalgos tenían que trabajar para sobrevivir, y desempeñaban oficios comunes; la mayor parte eran labradores, aunque también abundaban los canteros, herreros, carboneros, tenderos, tejedores, cesteros, arrieros o tratantes; unos pocos eran notarios, escribanos, cirujanos o farmacéuticos; y solo una minoría eran propietarios que se dedicaban a administrar su hacienda. Los Marroquín, por ejemplo, eran dueños de una de las ferrerías de la zona.
La "hidalguía" te eximía del pago de algunos impuestos (que solo recaían en los vecinos denominados "pecheros") y también te podía abrir las puertas al desempeño de algunas funciones (la mayoría de ellas meramente honoríficas o representativas).
Por último, en aquellos tiempos, ser hidalgo era motivo de orgullo familiar, aunque esta connotación adquiriera mayor relevancia en aquellas tierras dónde se diera una menor preponderancia de vecinos hidalgos, como sucedía en el Huérmeces del siglo XVIII, dónde eran hidalgos el 75% de los vecinos del lugar; aquí, la condición de hidalgo ya constituía un agravio comparativo, al soportar el pago de impuestos una cuarta parte de la población.
Por otra parte, tal y como sucedía en aquellos tiempos en todo lugar, las familias guriezanas, por muy hidalgas que fueran, solían tener muchos hijos. Por dicho motivo, y por la preponderancia del primogénito (mayorazgos) y por la insuficiencia de hacienda para mantener a todos, muchos de aquellos hijos tenían que buscarse la vida fuera del Valle, fuera del Partido, fuera de la provincia o fuera de Castilla; incluso al otro lado del charco, si fuera necesario.
Ese fue el caso de Ana María, ya que ella era la cuarta de un total de ocho hermanos (seis varones y dos mujeres), todos nacidos en Guriezo entre 1765 y 1781, y todos bautizados en la espléndida iglesia de San Vicente de la Maza, en el barrio guriezano de Rioseco.
Desconocemos el motivo por el que Ana María llegó a Huérmeces o conoció a alguien avecindado en nuestro pueblo. Puede que su padre, Manuel Bollada Llamosas, fuera cantero de profesión, y llegara a Huérmeces un año cualquiera de finales del siglo XVIII, ajustado por algún vecino o incluso por algún eclesiástico, para realizar obras de cantería en alguna vivienda, en la casa rectoral o en la propia iglesia.
Y puede que durante su estancia en Huérmeces, Manuel conociera a algún vecino (hidalgo, por supuesto) cuyo hijo le pareciera candidato idóneo con el que desposar a su hija Ana María.
PRIMERAS NUPCIAS DE ANA MARÍA
El caso es que, por azares que desconocemos, la protagonista de esta historia, Ana María Bollada Ranero, contrajo matrimonio hacia el año 1796 con el vecino farol Juan Varona Ubierna (avecindado en Huérmeces, aunque nacido en Ruyales).
Al no encontrar el apunte nupcial en el Libro de Casados de Huérmeces, dábamos por sentado que la boda se habría celebrado en Guriezo, tal y como dictaba la tradición (la boda, en el pueblo de la novia). Lo curioso es que tampoco hemos sido capaces de encontrar la partida de matrimonio en el Libro de Casados de la iglesia parroquial de San Vicente de la Maza, en Rioseco de Guriezo (iglesia en la que Ana María había sido bautizada).
Creemos que la boda se celebró en la ciudad de Burgos hacia el año 1796, y que en Burgos nacieron otros dos hijos de la pareja Varona Bollada: el primero de ellos, Florentina (c. 1797), y el último, Juan José (1803).
Por motivos que desconocemos, después del nacimiento de Florentina la pareja se estableció en Huérmeces, y aquí nacieron dos de sus hijos: José (1798) y Modesto (1800). Tras el nacimiento de Modesto, la pareja se volvería a establecer en Burgos, y allí nacería el último de sus hijos, Juan José.
Ana María enviudó después de nacer su último hijo, aunque desconocemos el año exacto del fallecimiento de su marido, Juan Varona Ubierna, al no haber encontrado la partida funeraria correspondiente. Por otros apuntes de los libros parroquiales, creemos que Juan Varona Ubierna ya tenía una edad considerable cuando contrajo matrimonio con Ana María, quizás cercana a los cincuenta o sesenta años.
SEGUNDAS NUPCIAS DE ANA MARÍA
Tras enviudar, Ana María contrae matrimonio, en segundas nupcias, con otro vecino de Huérmeces, Anselmo Montero Pérez de Aguilar (hidalgo también, tal y como parece afirmar el tratamiento de "Don"). En este caso, la boda sí que se celebró en Huérmeces, y el apunte nupcial correspondiente dice así:
"En el lugar de Huermezes y en su iglesia parroquial de San Juan Bautista, día 24 de octubre de 1806 yo, Don Manuel Martín Varona, cura beneficiado de dicha iglesia, leídas las tres canónicas moniciones según dispone el Santo Concilio Tridentino, sin que haya resultado impedimento alguno, habiendo preguntado y obtenido el mutuo consentimiento, solemnemente por palabras de presente, desposé a Don Anselmo Montero, natural de este lugar de Huermezes, viudo de Doña Francisca Batista, hijo legítimo de Don José Montero y de Doña María Teresa Pérez de Aguilar, vecinos de este dicho lugar, y a Doña Ana María de la Bollada, natural de Santa Cruz en el Valle de Guriezo, Obispado de Santander, viuda de Don Juan Varona, vecino que fue de este dicho lugar de Huermezes, hija legítima de Don Manuel de la Bollada, ya difunto, vecino de dicho Santa Cruz, y de Doña Ana María de Ranero, vecina de él, siendo testigos dicha Doña María Teresa, Don Julián Varona y Feliciano Lomillo, natural y vecino de este referido Huermezes; precedió la recepción de los Santos Sacramentos de Penitencia y Eucaristía, y la aprobación en doctrina cristiana; y por verdad lo firmé con el [...] fecha ut supra".
Firmas del cura (Manuel Martín Varona), los novios (Ana María de la Bollada y Anselmo Montero Pérez), y dos testigos (Feliciano Lomillo y María Teresa Pérez de Aguilar, la madre del novio) |
Ana María pasó de un extremo a otro, ya que su segundo cónyuge era cuatro años menor que ella (Anselmo tenía 28 años en 1806; Ana María, 32 años). Fruto de este segundo matrimonio, nacieron en Huérmeces cuatro hijos Montero Bollada: Gertrudis (1807), Ángel (1810), Aquilino (1814) y Juliana (1818).
Cabe apuntar que el nacimiento de Ángel y Aquilino acaeció durante los años de la guerra contra el invasor francés; guerra que Huérmeces sufrió con saña, con periódicos tránsitos y acampadas de ejércitos españoles y franceses.
Gertrudis, la primogénita de los cuatro hijos de Anselmo y Ana María, falleció de niña, tal y como aparece en el libro de finados de Huérmeces:
- Gertudis Montero Bollada, fallecida en 1818, a los 11 años de edad
No hemos encontrado nuevas referencias en ninguno de los libros parroquiales, por lo que suponemos que tanto los dos hijos Varona Bollada (huérfanos de padre) como la totalidad de la familia Montero Bollada, acabaron por abandonar nuestro pueblo, en busca de un futuro en otro lugar.
Desconocemos en qué lugar se establecieron definitivamente Anselmo y Ana María, junto con los hijos supervivientes. Creemos que dirigieron sus pasos hacia la capital provincial, aunque no tenemos constatación alguna del hecho. Únicamente hemos conseguido seguir la pista del tercer hijo de Anselmo y Ana María: Aquilino.
En efecto, de Aquilino Montero Bollada hemos encontrado varias referencias en diversas publicaciones oficiales, ya que tuvo a bien hacerse funcionario: tanto en el Boletín Oficial de la Provincia de Burgos como en la Gaceta de Madrid (denominación antigua del BOE), aparecen varios anuncios que nos hablan de una dilatada carrera funcionarial.
En la década de 1840 aparece como vecino de Sedano; en 1854 tomó posesión del cargo de administrador de Rentas Estancadas, dentro del Ministerio de Hacienda, con destino en Miranda de Ebro; durante toda la década de 1860 y gran parte de la de 1870 prestó sus servicios en la sección administrativa de la provincia de Burgos, como oficial de 5ª y 4ª clases; en 1877 obtiene la plaza de jefe de la Sección de Propiedades de Álava, con un sueldo anual de 2000 pesetas. Aquilino falleció en 1880, a los 66 años de edad, ya en la recta final de su carrera de funcionario; a su esposa, Fermina Aguirre Yarza, le fue concedida una pensión de viudedad de 500 pesetas anuales, pagadas por el Montepío correspondiente.
A la espera de más exhaustivas consultas en los libros parroquiales, no podemos ni siquiera aventurar el hecho de que algún Varona Bollada o Montero Bollada permaneciera en Huérmeces el tiempo suficiente como para formar una familia. Quizás algún día sepamos si el gen guriezano forma parte de alguno de nosotros.
APUNTES GENEALÓGICOS
1. Ana María Bollada Ranero (Guriezo, 1774)
Los ocho hermanos Bollada Ranero (todos nacidos en Guriezo):
- Manuela (1765)
- Manuel Antonio (1767-1828)
- Gregorio (1769)
- Miguel Antonio (1771)
- Ana María (1774)
- Francisco Miguel (1776)
- Ramón (1778)
- Juan Antonio (1781)
- Manuel Bollada Llamosas (Guriezo, c. 1733-1791)
- Ana María Ranero San Martín (Guriezo)
Abuelos paternos (casados en 1732):
- Manuel Bollada Landera (Guriezo, 1709-Madrid, 1740)
- María Antonia Llamosas Marroquín (Guriezo, 1711-1776)
Bisabuelos paternos:
- Francisco Bollada Martínez (Guriezo, 1685)
- María Landera Martínez
- Juan Ranero (Guriezo)
- María Antonia San Martín (Guriezo)
- Juan Varona Rojo (Ruyales del Páramo)
- Francisca Ubierna Güemes (Huérmeces)
- Juan Varona (Ruyales del Páramo)
- Bernarda Rojo (?)
- Francisco de Ubierna (Huérmeces)
- Teresa de Güemes (Huérmeces)
- José Montero Rodríguez de Ubierna (Palencia-Huérmeces, 1808)
- Teresa Pérez de Aguilar Guilarte (Burgos-Huérmeces, 1811)
- Fernando Montero (Poza de la Sal)
- Josefa Rodríguez de Ubierna (Burgos)
- Juan Francisco Pérez de Aguilar (Soto en Cameros)
- Manuela Guilarte (Burgos)
- Guadalupe LLAMA BOLLADA: natural de Guriezo (c.1915), ejerció su profesión de maestra en diversas escuelas del municipio durante más de 45 años; en 1981 fue nombrada hija predilecta de Guriezo; en 2011, cerca ya de alcanzar la edad centenaria, le fue dedicada una plaza en Rioseco de Guriezo.
- Alberto PICO BOLLADA (La Habana, 1931-Santander, 2014): aunque nació en Cuba, en una familia de emigrantes guriezanos, a los seis meses de edad llegó al valle de Guriezo con su madre y su hermano Manuel; su padre se quedó en Cuba. Se ordenó sacerdote en 1956 y uno de sus primeros destinos fue como capellán de la Marina Mercante; en 1971 se convirtió en párroco de la iglesia del Carmen en el Barrio Pesquero de Santander, dónde cumplió con una encomiable labor, no solo pastoral, que también social y cultural; ejerció como docente de religión en el instituto del barrio; fue un sacerdote muy querido en el Barrio Pesquero, ejerciendo su labor de una manera coherente con su credo, lo que le creo no pocos problemas con ciertas autoridades de la época. Fue considerado como uno de los denominados curas "rojos" u "obreros" en los años setenta del siglo pasado. En octubre de 1975 fue uno de los sacerdotes "santanderinos" sancionados con una multa de 100.000 pesetas, por el "inadecuado" contenido de sus homilías. Dos días después de la muerte de Franco, el Gobierno Civil de Santander les condonó la multa.
A mediados del siglo XVIII la relación entre la población de Huérmeces y Guriezo rondaba el 1:3; hoy en día, esta relación se ha disparado a 1:14, consecuencia lógica de la óptima situación geográfica de Guriezo en el contexto socio-económico de finales del siglo XX y principios del XXI.