Una espléndida fotografía, casi una instantánea generacional: el maestro y sus alumnos, a finales de los años cuarenta del siglo veinte.
Veinte chavales en un Huérmeces con una población de 338 habitantes (162 varones y 176 mujeres); casi cien almas menos que las 435 registradas en su máximo histórico (Censo de 1910); pero muchas más que diez años después (285 hab. en 1960), y más del doble que dos décadas más tarde (133 hab. en 1970).
Un maestro con buena planta, alto y bien vestido, alejado del estereotipo de maestro de aquella España rural. Quizás procedente de una familia relativamente acomodada, ya que un hermano suyo (José) ejerció de médico en el vecino pueblo de Ubierna durante la segunda mitad de los años cincuenta.
Roberto Aréchaga Veloso (Monforte de Lemos, 1906), llegó destinado a Huérmeces en septiembre de 1947, y durante ocho años (1947-1955) ejerció de maestro en las escuelas del pueblo.
Su primer destino, en 1942, había sido el colegio público "Amador de los Ríos", sito en la ciudad de Madrid, y que había sido inagurado en 1933, en tiempos de la Segunda República. Don Roberto procedía de una de las primeras convocatorias (1941) para el Magisterio Nacional reservada para oficiales del ejército. En 1938 había obtenido el grado de alférez provisional en la academia militar de Zaragoza, siendo destinado al Regimiento de Infantería Aragón nº 17.
Cuando abandonó Huérmeces, en junio de 1955, don Roberto partió hacia el que sería su destino definitivo: Mallorca, isla en la que residían por entonces algunos familiares de su mujer.
Hacia 1961, unos seis años después de haber abandonado Huérmeces, se produjo en el puerto de Barcelona el encuentro fortuito entre don Roberto y uno de los alumnos que aparecen en la fotografía de la escuela. El maestro volvía de uno de los periódicos viajes entre Mallorca y la Península; el alumno se encontraba en la ciudad trabajando en uno de los primeros empleos que encontró tras abandonar el pueblo.
Don Roberto dejó un buen recuerdo en Huérmeces. Por las noches daba clases a los mozos del pueblo, a aquellos jóvenes que por circunstancias de la vida no habían podido completar los años de educación obligatoria, y deseaban mejorar sus conocimientos.
La
enseñanza obligatoria comprendía el período entre los 6 y los 14 años
de edad, por lo que casi todos los alumnos de la foto habrían
nacido entre los años 1934 y 1943.
En la fotografía se echa en falta a algún chaval nacido entre esos años, por lo que cabe suponer que, o bien se encontraban enfermos el día del retrato, o bien ayudando a sus padres en alguna tarea agrícola o ganadera urgente, algo relativamente habitual en aquellos tiempos.
Del total de veinte chavales que aparecen en la fotografía, resultan reconocibles los siguientes (en orden alfabético):
En la fotografía se echa en falta a algún chaval nacido entre esos años, por lo que cabe suponer que, o bien se encontraban enfermos el día del retrato, o bien ayudando a sus padres en alguna tarea agrícola o ganadera urgente, algo relativamente habitual en aquellos tiempos.
Del total de veinte chavales que aparecen en la fotografía, resultan reconocibles los siguientes (en orden alfabético):
Emeterio Alonso Alonso
Rafael Alonso Alonso
Bernabé Blanco Pérez
Rafael Alonso Alonso
Bernabé Blanco Pérez
Florencio Blanco Pérez
César Javier García Girón
José María García Girón
Emilio García Girón
Rogelio García Ubierna
Jesús Martínez González
Enrique Serna Santamaría
Pedro Serna Santamaría
Saturnino Ubierna García
Florentín Ubierna Ortega
Jesús Varona Alonso
Ángel Varona Ortega
Ángel Varona Ortega
Abilio Varona Villalvilla
Carlos Varona Villalvilla
Tras finalizar los años de enseñanza obligatoria, ninguno de los alumnos de la foto permaneció muchos años más en Huérmeces. Todos ellos partieron hacia los habituales destinos migratorios de los años cincuenta del pasado siglo: Barcelona, Vizcaya y Madrid, principalmente. Algunos aprovecharon el servicio militar para levantar el vuelo o abrir los ojos, y el efecto llamada -de familiares y compañeros de quinta- fue una constante en aquellos años.
A diferencia de lo que ocurriría más tarde, en el masivo éxodo de los años sesenta, estos jóvenes emigraban solos, o como mucho en compañía de algún hermano o compañero de quinta; sus padres permanecieron en el pueblo, como labradores, en compañía de los hermanos más pequeños.
Precisamente en febrero de aquel año 1948 se había reabierto la frontera franco-española, que permanecía cerrada desde marzo de 1946. Y esa apertura de la principal frontera española constituiría el pistoletazo de salida para el comienzo de una corriente migratoria hacia varios países europeos: Francia, Suiza, Bélgica y Alemania, principalmente.
Varios de los alumnos de don Roberto pasaron por diversos destinos nacionales o europeos, antes de fijar su residencia definitiva en: Barcelona, Burgos, Toronto (Canadá), Hessen (Alemania), Madrid, Navarra, Valencia, Vizcaya y Zaragoza.
Y desempeñaron trabajos muy alejados de los de sus padres: fueron maestros, miembros de las fuerzas armadas y de la policía nacional, funcionarios públicos, trabajadores de la industria, dueños de pequeños o medianos negocios particulares...
De una u otra manera, casi todos siguieron ligados a Huérmeces, por lazos familiares o afectivos. Alguno mantiene aún casa abierta en el pueblo, pasando en él parte de su tiempo de ocio o de jubilación.
Y después de ellos, fueron ya familias enteras las que abandonaron el pueblo, en el éxodo de los años sesenta y primeros setenta del siglo pasado.