lunes, 27 de octubre de 2014

Camposantos en los valles y páramos de los ríos Úrbel, Ubierna y Ruyales


Del ancestral culto a la muerte dan fe la profusión de túmulos, dólmenes y demás monumentos megalíticos, esencialmente funerarios, que con gran esfuerzo levantaron durante milenios los diferentes clanes o tribus que poblaron esta zona. No se situaron en parajes escondidos ni lejos de los habituales lugares de pastoreo, en un intento claro de hacerlos visibles desde lejos, promoviendo así su persistencia en el tiempo.

En el término municipal de Huérmeces hay catalogados un total de seis de estos panteones comunales: La Mina-1 y La Mina-2 en Ruyales; Páramo de Burgos, Valdegoba y Páramo Vega, en Huérmeces; y San Benito en Quintanilla Pedro Abarca.

Siglos más tarde, en los alrededores de actual emplazamiento de Huérmeces, han ido aparecido multitud de restos de enterramientos alto medievales. Tallados en piedra, con un espacio delimitado para la cabeza, y con estelas conmemorativas en algún caso; los pies se situaban al Este (Oriente) y la cabeza al punto cardinal opuesto, de tal manera que cuando el difunto resucitara su primera mirada fuese hacia Tierra Santa.

Suponemos que su localización se corresponde con los parajes en los que se produjeron los primeros asentamientos al inicio de la repoblación (finales del siglo IX-principios del X): los alrededores de La Coronilla y Cuesta Castillo (La Nevera, San Miguel), al abrigo del supuesto castillo o fortificación allí existente. También han aparecido enterramientos en muchos otros parajes algo más apartados (y se supone que posteriores) de este núcleo fundacional: La Horquilla, San Pedrillo, La Blanca…

A finales de la Edad Media se extendió la costumbre de realizar inhumaciones en el interior de las iglesias y fueron frecuentes, incluso, las superposiciones de hileras de muertos. Esta práctica, factible sobre todo para las personas que pudieran pagar el alto precio de dicho privilegio, resultaba muy beneficiosa para las arcas de la iglesia, además del supuesto beneficio para el alma del difunto que, al descansar en lugar sagrado, sería de las primeras en desfilar el día del Juicio Final.

Más tarde, pasó a generalizarse el uso de cementerios adosados a las iglesias, buscando siempre la máxima cercanía al lugar sagrado.

Tanto la costumbre de enterrar dentro de las iglesias como en cementerios adosados a ellas comenzaron a cambiar con le emisión de la Real Cédula de Carlos III (1787). Esta Cédula prohibía los enterramientos intramuros de las ciudades, y en la práctica afectó más a éstas que a las pequeñas localidades del mundo rural. Esta Real Cédula fomentaba, por vez primera, la construcción de recintos específicamente dedicados a la recepción de cadáveres, con el objetivo final de velar por la salud pública de los ciudadanos.

Urbel
Ros

Los pequeños cementerios rurales adosados a las iglesias se han mantenido pues, con pocos cambios, durante los últimos dos siglos y pico. En el actual cementerio de Huérmeces, por ejemplo, y suponiendo que su uso como tal se haya iniciado justo en el momento de la construcción de la iglesia neoclásica actual (1783), pueden haberse inhumado más de 2.000 almas a lo largo de los últimos doscientos y pico años. Sabemos que la iglesia anterior, gótica, también se ubicada en el mismo lugar, por lo que es probable que el uso del cementerio sea incluso anterior, y que la cifra total de inhumaciones supere ampliamente la cifra anterior.

Terradillos

La Parte (Las Hormazas)
Santa Cruz (Los Valcárceres)
Santa Cruz (Los Valcárceres)
Celada de la Torre

 
En los pueblos del entorno de Huérmeces encontramos una clara diferenciación en cuanto a la ubicación actual de sus cementerios: o bien se encuentran adosados o junto a la iglesia, o bien claramente alejados de aquélla. Esta diferenciación responde, a dos principales factores:

- tamaño del pueblo: los pueblos “grandes” tienden a levantar sus cementerios alejados del casco urbano, ya que el fuerte crecimiento demográfico acaecido en los siglos XVIII-XIX originó que pronto se quedara pequeño el viejo cementerio existente al lado de la iglesia. Esto sucede en Santibáñez, Montorio, Pedrosa, Quintanadueñas, Masa, etc.

- antigüedad de la iglesia: las iglesias románicas o con restos románicos de importancia suelen presentar emplazamientos alejados del actual centro urbano, en lugares generalmente elevados, por lo que los cementerios adosados a ellas han podido crecer en tamaño o ubicarse justo al lado del templo sin problemas y persistir en su localización a lo largo del tiempo: Quintanilla Pedro Abarca, Quintana del Pino, Mata, Fuente Urbel, Miñón, Quintanarrío, etc.

La Piedra

Santa Cruz del Tozo

Miñón
 
Masa
  
Se han visitado unos 120 cementerios de pueblos pertenecientes a los valles del Brullés, Hormazuela, Ruyales, Urbel, Ubierna, Rudrón y Las Navas; y se han obtenido los siguientes resultados en cuanto a situación y orientación de los mismos:

- Cementerios adosados al muro Norte de las iglesias (35%):

(se consideran también incluídos dentro de este tipo a los cementerios situados justo al lado de la iglesia, aunque no estén propiamente adosados)

Arconada, Arenillas de Villadiego, Bárcena de Bureba, Castromorca, Celada de la Torre, Cobos junto a La Molina, Espinosilla de San Bartolomé, Fuencivil, Hormicedo, Icedo, La Molina de Ubierna, La Parte (Las Hormazas), Lermilla, Manciles, Mansilla, Mata Sobresierra, Melgosa de Villadiego, Miñón, Prádanos del Tozo, Quintana del Pino, Quintanaortuño, Quintanarrío, Quintanarruz, Quintanilla Vivar, Rioseras, Robredo Sobresierra, Ruyales del Páramo, San Andrés de Montearados, San Martín de Ubierna, San Pantaleón del Páramo, Santa Cruz (Los Valcárceres), Siero (Valdelateja), Solano (Las Hormazas), Sotopalacios, Tablada de Villadiego, Villalvilla Sobresierra, Villalibado, Villanueva de Puerta, Villatoro y Vivar del Cid.

La Parte (Las Hormazas)

Quintana del Pino

Ruyales del Páramo

San Pantaleón del Páramo

Miñón
 
- Cementerios adosados al muro Sur de las iglesias (13%):

Avellanosa del Páramo, Bañuelos del Rudrón, Bustillo del Páramo, Carcedo de Bureba, Fuente Urbel, La Rad, Marmellar de Abajo, Marmellar de Arriba, Quintanilla Pedro Abarca, San Miguel (Los Valcárceres), Santa Cruz del Tozo, Tobar, Trashaedo, Villalvilla de Villadiego y Villanueva de Río Ubierna.

Quintanilla Pedro Abarca

San Miguel (Los Valcárceres)

Santa Cruz del Tozo
Fuente Urbel
 
- Cementerios adosados al muro Este de las iglesias (7%):

Acedillo, Basconcillos del Tozo, Castrillo de Rucios, Lodoso, Quintanaloma, Quintanilla Sobresierra, Talamillo del Tozo y Urbel del Castillo.

Acedillo

Castrillo de Rucios

Quintanaloma
 
- Cementerios adosados al muro Oeste de las iglesias (8%):

Borcos (Las Hormazas), Gredilla La Polera, Huérmeces, La Nuez de Abajo, Nidáguila, Quintanilla de la Presa, Susinos del Páramo, Valdearnedo y Villalta.

Gredilla La Polera

Nidáguila
 
- Cementerios situados en las afueras del pueblo (13%):

(se han tomado como límite los 100m de separación desde las últimas casas habitadas, para considerar a un cementerio como situado a las afueras o claramente alejado del casco urbano de un pueblo)

Barruelo de Villadiego
Los Tremellos

Barruelo de Villadiego, Cernégula, Hontomín, Hormazuela, Las Quintanillas, Los Tremellos, Quintanajuar, San Felices del Rudrón, San Pedro Samuel, Santibáñez de Zarzaguda, Sotragero, Ubierna, Villarmero y Villaverde Peñahorada.


- Cementerios situados claramente alejados del pueblo (25%):

Arroyal, Boada de Villadiego, Brullés, Celadilla Sotobrín, Covanera, La Nuez de Arriba, La Piedra, Las Celadas, Las Rebolledas, Masa, Melgosa de Burgos, Mozuelos de Sedano, Montorio, Olmos de la Picaza, Pedrosa de Río Urbel, Peñahorada, Quintanadueñas, Ros, San Mamés de Abar, Santa Coloma del Rudrón, Santa María Tajadura, Terradillos de Sedano, Tobes y Rahedo, Tubilla del Agua, Villahernando, Villarmentero, Villaute, Villusto y Zumel.  

Arroyal
 
La Piedra

Villaute

Brullés
 
Queda clara la preferencia de la orientación Norte en los cementerios adosados a la iglesia. Dicha orientación podría parecer consecuencia lógica de la predilección por el lugar más “fresco”, menos proclive a los malos olores. Pero, probablemente era la ubicación de la sacristía, que prefería la orientación más cálida (Sur), la que condicionaba la orientación del camposanto, justo al lado contrario.

Aún así, en varios cementerios la sacristía y el cementerio comparten orientación (San Miguel, Quintana del Pino); en otros  pueblos con iglesia románica se adivina la predilección por situar el camposanto alrededor del ábside de la iglesia, en cualquiera de sus tres paredes posibles (Castrillo de Rucios, Quintanilla Pedro Abarca)

En otros casos, era la mera disponibilidad de terrenos libres alrededor de la iglesia la que condicionaba la ubicación del cementerio. Había que considerar la cercanía del templo a una carretera, a un camino o a fincas privadas; otras veces, era la escasez de terreno alrededor de la iglesia, sobre todo si esta se situaba en una zona alta, la que condicionaba la ubicación del cementerio. Así sucede en Melgosa de Villadiego o en Santa Cruz del Tozo, con el cementerio claramente por debajo del nivel de la iglesia.

En el exterior de algunos cementerios con orientación soleada (sur o este) se han dispuesto bancos de piedra o de madera, en una clara invitación para que los vivos hagan algo de compañía, puntual y al otro lado del muro, a los muertos. Así sucede, entre otros, en Acedillo, Fuente Urbel, Solano (Las Hormazas) y Boada de Villadiego.

Acedillo


Solano (Las Hormazas)

Boada de Villadiego
 
El cementerio de algunos pueblos cercanos a Burgos (Villarmero, Sotragero, Quintanadueñas), en su origen ubicado en las afueras, hoy ha quedado rodeado de viviendas, a consecuencia del crecimiento urbanístico acaecido en las zonas periurbanas durante las últimas décadas.

En el barrio de Santiago (Los Valcárceres) no existe cementerio por la sencilla razón de que no existe iglesia. A mediados del siglo pasado, por encontrarse el templo en ruina total, se decidió utilizar sus piedras para levantar la escuela que diera servicio a los tres barrios (Santiago, San Miguel y Santa Cruz).

Otros pueblos, sin embargo, pueden presumir de tener dos cementerios, aunque ya solo se use el moderno. Así sucede en Ros, dónde aún perdura el recinto del antiguo cementerio, adosado a la pared norte de la iglesia, aunque solo se utilice el levantado a mediados del siglo pasado a unos 200 m al sur del pueblo.

Antiguo cementerio de Ros

Nuevo cementerio de Ros
 
En otros casos, se ha aprovechado como cementerio el recinto delimitado por los muros de una antigua ermita o iglesia: así sucede en Hormazuela, con la vieja ermita de San Roque; en Terradillos, cuya ermita hace ahora las funciones de capilla; en Melgosa de Burgos, con parte de la antigua iglesia románica de Santa Eulalia; en Villusto, que aprovecha parte de los muros de la antigua iglesia románica de San Martín (siglo XIII), arruinada ya a mediados del siglo XIX; en Humada, con las ruinas de la ermita de Nuestra Señora del Rosario, y en Barrios de Villadiego, con las de la ermita de Santa María.

Cementerio de Hormazuela, en la antigua ermita de San Roque
 
Cementerio de Villusto, en la antigua iglesia románica de San Martín

Cementerio de Humada, aprovechando las ruinas románicas de la ermita de Nuestra Señora del Rosario


Cementerio de Barrios de Villadiego, ruinas de la ermita de Santa María


En otros casos, el camposanto se encuentra al lado de una iglesia en ruina parcial o total, cerrada al culto, en la que hace mucho tiempo que no se oficia misa alguna, como sucede en Quintanaortuño, Rioseras, Castromorca, y Siero (Valdelateja).

Quintanaortuño

Rioseras

Castromorca

En cuanto al tamaño de los camposantos, sólo cabe constatar que guarda relación directa, lógicamente, con el de la población (en el momento en que se levantaron aquellos, claro). Así, los cementerios más grandes de la zona son los de Montorio (1700 m2), Santibáñez (900), Rioseras (780), Masa (750), Pedrosa de Río Urbel (750), Tubilla del Agua (600), Ros (500) y Susinos (500).

Masa

Montorio

Los cementerios más pequeños, por el contrario, son los pertenecientes a poblaciones de tamaño más reducido: Quintanarrío (20 m2), Robredo Sobresierra (30), Quintana del Pino (40), San Andrés de Montearados (40), San Pantaleón del Páramo (50), Tablada de Villadiego (50) y Villalibado (50).


Robredo Sobresierra

Quintanarrío

Casi todos los cementerios “grandes” son de nueva construcción (del siglo XIX en adelante), alejados del casco urbano del pueblo, mientras que los “pequeños” suelen ser cementerios adosados a humildes iglesias románicas o con restos románicos.

Algunos cementerios se encuentran enclavados en parajes de singular belleza: destacan el de Borcos, al lado de una espléndida iglesia porticada, rodeado por tierras de labor y una campa con profusión de árboles; el de Terradillos, a un lado del camino que discurre cañón del San Antón abajo, hacia el cercano Rudrón; el de San Miguel (Los Valcárceres), situado en un alto, al lado de la iglesia, rodeado de una amplia pradera y con árboles de buen tamaño; el de Humada, en un altozano desde el que se domina la impresionante mole de la Peña Amaya.

 
Borcos (Las Hormazas)
Terradillos de Sedano

Cementerio de Humada; al fondo, la Peña Amaya



Entre los cementerios “urbanos”, situados dentro del pueblo, destaca el de Avellanosa, adosado a la pared sur de la iglesia.

Avellanosa

Avellanosa
Hoy en día, en muchos pequeños pueblos al borde de la despoblación, los que se van muriendo poco a poco son estos pequeños cementerios rurales. Quedan muy pocos habitantes, y si no hay vivos, no hay muertos. En general, la gente prefiere que se les entierre en los hacinados cementerios de las ciudades donde, piensan, que sus familiares les visitarán más a menudo.

Fuente Urbel

Mata

En estas pequeñas localidades, tampoco queda mucha gente capaz de cuidar los camposantos. Como mucho, un pequeño desbrozado y adecentado anual, en fechas próximas al Día de Todos los Santos.

En alguno de estos pequeños cementerios, ya solo es visible una única lápida o una solitaria cruz, añadiendo aún más soledad a la ya de por sí habitual del lugar.

Boada de Villadiego

Hormazuela

Melgosa de Villadiego

En los pueblos abandonados quizás alguien, durante los primeros años desde el despoblamiento, continúe visitando el cementerio. Pero solo es cuestión de tiempo el que el camposanto termine invadido por la vegetación hasta el punto de hacer imposible el simple acceso.

Valdearnedo

El mero paso del tiempo y la dura climatología del invierno castellano borran nombres y fechas grabados en viejas lápidas, cuartean el granito o la caliza, oxidan y derriban cruces, pero los viejos muros aguantan, acotando el carácter sagrado del recinto, quien sabe por cuanto tiempo más.

Olmos de la Picaza

Tobar

Celada de la Torre
Villusto
 
Terradillos de Sedano
Montorio


Masa
Huérmeces
Coculina
Borcos (Las Hormazas)