sábado, 30 de noviembre de 2024

Historia de una campana: "la Rota" (1927), una Ortiz colgada en la iglesia de Santibáñez Zarzaguda


Durante buena parte de los fines de semana de este último verano, me he dedicado a visitar campanarios en varias iglesias de la comarca y, aunque el objetivo principal era documentar ejemplares fabricados por la saga de fundidores de campanas iniciada por Rufino Ballesteros en Santa Cruz del Tozo allá por el año de 1860, no he podido evitar el dedicarle también un tiempo a campanas realizadas por otros campaneros.

En ocasiones, eran las peculiares inscripciones de una campana las que me llamaban la atención, tal y como sucedió con una de las dos campanas que cuelgan en la torre de la iglesia de Miñón. En otras, la suma rareza y belleza de los caracteres utilizados por el fundidor, como en la iglesia de Corralejo de Valdelucio. Y en otras, era el considerable tamaño de la campana (iglesia de Borcos) el motivo fundamental para dedicarle un rato al bronce, aunque no tuviera origen tozano.




Cuando visité por primera vez el campanario de la iglesia de Santibáñez Zarzaguda (la "Catedral del Úrbel", ahora desgraciadamente cerrada al culto), me llevé una alegría al constatar que tres de sus cuatro campanas habían sido fundidas por Juan Pérez Manjón, el sucesor de Rufino, en su taller de Santa Cruz del Tozo, en el año 1942.

No presté apenas atención al cuarto ejemplar, una gran campana romana realizada por otro fundidor desconocido aunque, por los elementos decorativos y tipográficos utilizados, claramente ajeno a la saga Ballesteros.

Por diversos motivos, tuve que repetir la visita días más tarde y, entonces, tomé un par de fotos rápidas de aquella campana, por si algún día me daba por documentarla más detalladamente. Y me olvidé completamente de aquella "cuarta campana" de la iglesia de San Nicolás, cuyo bronce seguramente se sentiría algo huérfano entre sus tres compañeras tozanas.


La protagonista de este post es la campana romana que aparece en el centro de la fotografía

En semanas pasadas, cuando preparaba el post relativo a las veladas teatrales celabradas en Huérmeces en enero de 1928, me topé con una reseña del Diario de Burgos que hizo que me acordara de nuevo de "la cuarta campana" de Santibáñez. Y aquí estamos, confeccionando este post campanero, preludio del que vendrá el próximo mes.


EL IZADO DE UNA NUEVA CAMPANA: UN ACONTECIMIENTO MUY POPULAR

La reseña, publicada en el Diario de Burgos en su edición de 26 de enero de 1928, lleva por título "El nuevo campanario" y está redactada por nuestro ya viejo conocido, Marcelo Palacios Conde, secretario que fue de Santibáñez durante un cuarto de siglo (1920-1944). He aquí la transcripción literal del texto de la reseña:


En la tarde del 20 del actual tuvo lugar el acto de subir a las torres de nuestra magnifica iglesia, que mide una altura aproximada de 60 metros, la campana fundida por la casa de don José María Ortiz, de Terminón (Burgos), haciéndose además de cuatro yugos de hierro, ocho cojinetes de bronce y dos badajos, enviados y colocados por dicha Casa.

En la ejecución de los trabajos reinó el mayor orden y organización, como era de esperar, y eso que los realizaban muchos voluntarios y con poca retribución. Acudió a presenciar los trabajos, el pueblo entero y creímos por ello, en posibles accidentes o desgracias, ya que el andamio y la forma en que iba a subirse la campana y los yugos, teniendo en cuenta la altura de las torres, nos pareció que no ofrecía las seguridades debidas, pero resultó bien la colocación y quedamos convencidos de la pericia que tuvieron cuántos montaron el andamio y particularmente nuestros apreciables amigos Felipe González, albañil, y Claudio Gómez, carpintero.

También haremos constar que, enterado de lo que se iba a hacer, el competente sargento de la Guardia civil, comandante del puesto, no faltó en aquellos lugares la siempre alabada benemérita y, a tal fin, el comandante citado, con guardias a sus órdenes, francos de servicio, para favorecer los trabajos y contribuir a que el orden fuera completo y posibles desgracias, procedieron con toda amabilidad y buen consejo, despejando a las muchísimas mujeres y niños que invadían las proximidades de la iglesia.

En el campanario se situó el sargento de la guardia civil, por si su presencia fuera necesaria, habiéndonos referido que quedó del todo satisfecho de la buena voluntad y buenos deseos puestos por todos cuantos realizaron los trabajos y muy particularmente de los jóvenes de la localidad, que trabajaron voluntarios, con la mejor intención y a quienes se les dio las gracias en nombre del representante de la parroquia.

También hicieron acto de presencia, el alcalde con algunos concejales, párroco, juez municipal y maestro, y casi todos los vecinos, contribuyendo todos al mejor éxito de la operación, en la que nada hubo que lamentar. Hechas las pruebas debidas, ha dado un buen resultado y podemos decir que ¡vaya campanario que tenemos, de postín! [...]

EL CORRESPONSAL, 26 Enero 1928

 

No faltan en la crónica los entonces más que habituales comentarios lisonjeros para con todo y con todos: a nuestra magnífica iglesia, al competente sargento de la guardia civil, a la pericia de los operarios, al voluntariado juvenil de la localidad, a los apreciables amigos... Como ya hemos dicho en otras ocasiones, así se escribía entonces y, parece ser, que así le gustaba a todo el mundo que se escribiera.

El interés de la extensa crónica (media columna) radica en que recoge un acontecimiento que, aunque era habitual en el mundo rural, no solía ocupar mucho espacio en la prensa local. Y es curioso que así fuera, ya que la refundición e izado de una campana, una vez rota o deteriorada la anterior, era un asunto que trascendía a lo meramente campanero.

Para los vecinos de un pueblo de la Castilla rural de aquellos tiempos, las campanas de su iglesia eran, nunca mejor dicho, sagradas. Por ello, la llegada al pueblo de una nueva campana era motivo más que sobrado para que la gente acudiera en masa, con cierta algarabía, a la plaza de la iglesia.

El espectacular ensamblaje del andamiaje necesario; el amplio despliegue de artesanos y gremios (canteros, carpinteros, herreros, campaneros); la vistosidad de ver ascender a una enorme campana romana de cerca de 600 kg de peso; la sensación de estar asistiendo a un acto importante y no carente de riesgo. Una verdadera fiesta popular.




El día 20 de de febrero de 1927 cayó en viernes. Además, nos encontramos en invierno, temporada baja para los labradores de secano. No puede sorprender, pues, que la expectación alcanzara a todos los vecinos del pueblo y que los guardias tuvieran que poner un poco de orden.

En aquellos tiempos, el transporte de la campana desde Terminón a Santibáñez Zarzaguda, por la carretera de Poza a Masa, suponía un complicado trayecto de 60 kilómetros, con muchas cuestas y estrecheces de la calzada de por medio.

La línea férrea entre Burgos y Trespaderne, que tendría estación en Terminón, aún no se había inaugurado: el tramo Burgos-Peñahorada no lo haría hasta agosto de 1928 y el tramo Peñahorada-Trespaderne, hasta noviembre de 1929. Aunque, sorprendentemente, una de las reseñas periodísticas de enero de 1928 afirma que las campanas fabricadas por los Ortiz de Terminón "ya están en la estación".


LA PROTAGONISTA: UNA GRAN CAMPANA ROMANA

La campana izada en enero de 1928 se encuentra situada en uno de los dos vanos que miran hacia el oeste; vista desde la plaza, es la que aparece en el vano de la derecha. Se trata de una campana romana de considerable tamaño, con unos 115 cm de diámetro en la boca del pie y un peso aproximado de 576 kg.

Aunque sea una campana dedicada a la "Inmaculada Concepción de María", su denominación popular acabaría siendo "La Rota", por el fragmento de pie (de unos 80 cm) que falta en su cara exterior.

 



En su "tercio" puede leerse el texto siguiente, limitado por 3 cordones superiores y otros 3 cordones inferiores:


INMACULADA CONCEPCION DE MARIA ANO 1927 FABRICANTES ORTIZ TERMINON




En su "medio" aparece una cruz de calvario de gran tamaño, de brazos estrellados, característica del sello Ortiz e Hijo aunque, curiosamente, orientada hacia el interior del campanario en lugar de hacerlo hacia el exterior, tal y como era costumbre en las campanas de la Cristiandad.




En su "medio pie" no aparece inscripción alguna, y está ocupado por una serie de cinco grandes cordones equidistantes, con dos pequeños cordones intercalados en cada espacio libre. 

En las campanas de la Cristiandad, una de las advocaciones más comunes era la de la Virgen María en sus múltiples formas: María, Virgen María, Santa Maria, Ave María, Nuestra Señora de la Anunciación, La Visitación de María, Nuestra Señora de la Expectación, La Natividad, Virgen del Rosario, Inmaculada Concepción, María Inmaculada, Asunción de María, Concepción de María, Purísimo Corazón de María, Sagrado Corazón de María...

La advocación "Inmaculada Concepción de María" que luce en su tercio la campana de Santibáñez, no hace sino confirmar esa considerable importancia que la Virgen María tiene en la iconografía y epigrafía católica.

En muchos casos, la campana dedicada a "María" era considerada la de mayor tamaño del campanario de turno. En el caso del campanario de la iglesia de Santibáñez, no se cumple dicha premisa, ya que es su vecina de vano, la "Santa Bárbara" tozana, la de mayor diámetro y peso del campanario.

Por último, resaltar el hecho de que la Cruz de Calvario de esta campana se encuentre orientada hacia el interior del campanario, algo claramente extravagante en el universo campanero cristiano. La Cruz debe de encontrarse orientada hacia la población a la que se desea proteger, llamar o avisar.

El yugo (de fundición) de esta campana se instaló en el mismo momento de su colocación, en enero de 1928, y está fabricado por "Benito Perea e Hijo" de Logroño. 


LA BENDICIÓN DE "LA ROTA" 

Según lo publicado por el corresponsal del Diario de Burgos en Santibáñez Zarzaguda, dos semanas después de colocada la nueva campana, el jueves 2 de febrero de 1928, se procedió al ritual de la bendición de la misma, efectuado por el entonces párroco Anastasio Colina González

El alcalde de Santibáñez en aquel enero de 1928 (y durante buena parte de la segunda mitad de los años veinte) era Juan Álvarez Díez (1866), que ejercía el oficio de arriero y tuvo diversos negocios en el pueblo.

A la ceremonia de bautismo campanero acudió la práctica totalidad de la feligresía del pueblo. Depués del bautismo, tal y como era habitual en aquellos tiempos, se procedió a ejecutar un volteo general de las cuatro campanas de la iglesia, que repicaron durante algo más de una hora.

Inicialmente, el rito de la bendición de una campana solo podía ser ejecutado por el obispo de turno aunque, con el paso del tiempo y el aumento de campanas, se concedió a los párrocos locales la delegación de la competencia. Se trataba de un auténtico bautismo campanero, durante el cual se le imponía un nombre al bronce, se le asignaban padrinos humanos y se procedía a lavar su superficie con agua bendita, haciendo una cruz con el óleo de los enfermos (en la cara interior de la campana, lógicamente) y se rezaban las oraciones alusivas a la nueva campana, generalmente relacionadas con su advocación.

Una vez consagrada, la nueva campana ya estaría en condiciones de alabar a Dios, convocar a los fieles, congregar al clero, llorar por los muertos, ahuyentar a pestes, demonios y nublos, y adornar las fiestas, que tales eran las principales virtudes atribuidas a los bronces consagrados.


La "Rota" a la derecha; la "Santa Bárbara" tozana, a la izquierda


LAS OTRAS CAMPANAS DE LA IGLESIA DE SANTIBÁÑEZ

En 1942, apenas quince años después de que "La Rota" fuera izada al campanario de la iglesia de Santibáñez, se materializaría la refundición de sus otras tres compañeras. 

Dado el importante esfuerzo económico que suponía la refundición de una campana, suponemos que el estado que presentaban las otras tres campanas era tan lamentable que se hizo necesaria su sustitución. Desconocemos completamente los detalles al respecto ya que, a diferencia de lo sucedido en 1928, la noticia de la llegada de las nuevas campanas a Santibáñez no aparece recogida en la prensa de la época.

En los primeros años cuarenta (la "alta posguerra"), los contenidos del Diario de Burgos y del resto de la prensa local y nacional no se caracterizaban ni por su cantidad ni por su calidad. De las ocho páginas con que contaba la cabecera burgalesa, una buena parte estaban monopolizadas por los acontecimientos bélicos internacionales (la guerra mundial se encontraba en su apogeo); otra buena parte del contenido informativo era copada por las actuaciones propagandísticas del "Movimiento". 

Los acontecimientos locales, en particular, apenas disponían de espacio visible. Acontecimientos campaneros, antaño relativamente populares en la sección "Vida Rural", ahora apenas existían. Es posible que las penurias económicas del estado autárquico hubieran reducido considerablemente el número de campanas refundidas al año, pero también resulta curioso que un acontecimiento con claras connotaciones religiosas dejara de existir para la prensa de la época.

Eso sí, no faltaba espacio para esquelas, santoral del día, horarios de misas y rosarios, adoraciones nocturnas, donativos caritativos efectuados por pías damas, concursos de curatos, sermones distinguidos, oradores sagrados y demás folcrores eclesiásticos.  

El caso es que las otras tres campanas de la iglesia de Santibáñez fueron fundidas en Santa Cruz del Tozo por Juan Pérez Manjón en el año 1942:

  1. "Santa Bárbara" ("la Grande"): campana romana de gran tamaño, de 125 cm de diámetro en la boca del pie y unos 770 kg de peso; la más grande de la Comarca y una de las más grandes de la provincia (y puede que la mayor de las fundidas en Santa Cruz del Tozo)
  2. "Niño Jesús" ("Esquilón Grande"): campana esquilonada, de 87 cm de diámetro y unos 380 kg de peso, que ocupa uno de los vanos meridionales del campanario
  3. "Virgen María" ("Esquilón Roto"): campana esquilonada, de 74,5 cm de diámetro y unos 240 kg de peso, que se encuentra en la actualidad descolgada, ya que sus asas están rotas
Cuenta la memoria popular de Santíbáñez que, años después de colgar las tres nuevas campanas en la torre, se produjo la caída de una de ellas (la "Virgen María") mientras se procedía a su volteo. Afortunadamente, la campana golpeó en el suelo de la plaza sin alcanzar a vecino alguno. Curiosamente, la campana no presenta rotura ni agrietamiento alguno, ya que cayó "de cabeza". Solo se rompieron las asas y parte de la melena metálica. Y ahí esta, esperando que algún día alguien decida su rehabilitación.




En 1942, tal y como reza en el medio pie de una de las tres campanas tozanas (la "Santa Bárbara"), el alcalde del pueblo era Ventura Varona, y el cura, Bernardino Moral.

Ventura Varona Rodríguez (1896) fue alcalde de Santibáñez durante diferentes periodos: primeros años veinte, finales de los treinta, primera mitad de los cuarenta y segunda mitad de los cincuenta. También fue juez municipal entre 1929 y 1933.

Bernardino Moral Tajadura (Frandovínez, 1910) fue párroco de Santibáñez durante quince años (1941-1956).

En la terraza de la torre encontramos otra campana esquilonada de pequeño tamaño: la "Campana del Reloj" (1855). Se encuentra anclada a una estructura de hierro y -según reza en el tercio- está dedicada a San Nicolás y San Cristóbal. También aparece el nombre del mayordomo secular de aquellos tiempos, Basilio Ortega. Se desconoce el nombre del fundidor. La campana no se usa hoy en día.
 

OTRAS DOS CAMPANAS EN SANTIBÁÑEZ

Sin duda, Santibáñez Zarzaguda es uno de los pueblos más campaneros de la comarca del Úrbel. Y es que, aparte de las cinco campanas de la torre de la iglesia, aparecen otras dos, colgadas en dos emblemáticos edificios del pueblo, civil el uno, reliigioso el otro.

En la misma plaza de la iglesia, existe otra campana fundida por los Ballesteros de Santa Cruz. Se encuentra en el vano central del desván del antiguo edificio del Ayuntamiento. Es el denominado "Esquilín" (1892), un campanillo antaño utilizado para el toque del Ángelus y para los avisos de carácter civil.

Y a apenas cien metros de la plaza, al otro lado de la carretera que atraviesa el pueblo por su mitad, existe otro campanillo más antiguo, que cuelga de la ermita de la Virgen de las Eras: su "Campano", de fundidor desconocido, data de 1790.

EL FUNDIDOR DE "LA ROTA"

José María Ortiz Menezo (Meruelo, 1873) era uno de los muchos fundidores de campanas trasmeranos que trabajaron en las tierras de Burgos durante las décadas finales del siglo XIX y las primeras del XX, acabando por establecerse en alguna localidad de la provincia.

Su padre, Celedonio Ortiz Ortiz, también natural de Meruelo, fue un maestro campanero que trabajó, durante las dos últimas décadas del siglo XIX, en tierras oscenses y tarraconenses, en ocasiones en colaboración con su paisano Fernando Ballesteros Lastra.

Su hijo, José Ortiz Alonso, también nacido en Meruelo, trabajó en tierras cántabras, sorianas, vizcaínas, turolenses y burgalesas hasta bien mediada la década de los setenta del siglo XX.



El Castellano, 14 de enero de 1928


José María y su hijo eiempre mantuvieron su taller en Meruelo aunque, al menos durante las décadas de los veinte y treinta del siglo XX, tuvieron también obradores en la ciudad de Burgos y en la localidad de Terminón, muy cerca de Oña. Suponemos que su decisión de establecer un horno en Terminón estuvo originada por la inmediata inauguración de la línea férrea Burgos-Trespaderne, con estación proyectada en Castellanos de Bureba-Terminón.


El Castellano, 6 de noviembre de 1930


Así, en aquellos años, aparecen en la prensa local varios anuncios publicitarios de la casa "José María Ortiz e Hijo", también a veces denominada "Ortiz e Hijo" u "Ortiz", a secas. Su hijo sería el referido José Ortiz Alonso, que tantas campanas colgaría en las iglesias de la provincia durante las décadas posteriores.

Ya hemos visto como la "Inmaculada Concepción" (la "Rota") de Santibáñez lleva por firma fundidora la leyenda "FABRICANTES ORTIZ TERMINON" inscrita en el tercio de la campana.

La saga de José María Ortiz Menezo y sus sucesores llegaron a fabricar unas 400 campanas, colgadas en iglesias de la diócesis de Burgos y zonas aledañas.

Dos de ellas fueron fundidas el mismo año que la de Santibáñez y fueron colgadas en sendas iglesias de la ciudad de Burgos aquel mismo enero de 1928: una en el campanario de San Cosme y San Damián (una campana romana), y otra en el de San Pedro de la Fuente ("Campanillo de José y María"); la primera no llegó a los cien años de vida, ya que fue refundida por los Hermanos Portilla en 2005 o 2010; la segunda, aún sigue colgada en la iglesia de San Pedro de la Fuente.

En aquel mismo enero de 1928, según lo publicado en la prensa local, los Ortiz de Terminón tenían ya preparadas varias campanas para ser colgadas en las iglesias de Mazuelo de Muñó y Peñahorada.

Al año siguiente (1929), otra campana de los Ortiz de Terminón fue izada al campanario de la iglesia de San Gil de Burgos, estando dedicada al "Santísimo Cristo de Burgos".


Campanero de la iglesia de San Gil (Burgos). Foto de Eustasio Villanueva (c.1925)


En Quintanilla Sobresierra cuelgan dos campanas realizadas por José Ortiz Alonso, aunque ya en su taller de Meruelo: la "Nuestra Señora de las Nieves" (1944) y el "Campanillo de Concejos" (1944).


AGRADECIMIENTOS

A Pruden, vecina de Santibáñez Zarzaguda


Al fondo, Huérmeces, desde el campanario de Santibáñez



RECORTES DE PRENSA

1. El Castellano, 14 de enero de 1928





2. Diario de Burgos, 20 de enero de 1928





3. Diario de Burgos, 26 de enero de 1928







4. Diario de Burgos, 3 de febrero de 1928




EL PRÓXIMO POST

Dentro de dos semanas se pretende publicar un monográfico dedicado a la saga de maestros campaneros fundada por Rufino Ballesteros Lastra, allá por 1860, en la cercana localidad de Santa Cruz del Tozo, y que estuvo activa durante unos cien años.

La saga estuvo formada por el propio Rufino, que trabajó solo y en colaboración con su hijo, Pablo Ballesteros Díez; su sucesor fue Juan Pérez Manjón, yerno de Rufino, entre 1917 y 1951; y finalizó con Julio Pérez Ballesteros, hijo de Juan y nieto de Rufino, que clausuró el horno de Santa Cruz allá por 1965.

Durante aquellos cien años, los Ballesteros de Santa Cruz llegaron a fundir más de un millar de campanas, encontrándose buena parte de ellas aún colgadas de multitud de campanarios de iglesias y ermitas de la entonces más extensa diócesis de Burgos. 

Cuelgan campanas tozanas en iglesias de altos vuelos como las de Aguilar, Covarrubias, Melgar o Villadiego. También lo hacen en iglesias de altos campanarios como las de Santibáñez Zarzaguda, Isar, La Piedra, Las Hormazas o Huérmeces.

También cuelgan muchas campanas tozanas en torres y espadañas de modestas iglesias y ermitas de la provincia. Incluso encontraremos una campana tozana en el Sacromonte granaíno, y otra en una panadería de Palma de Mallorca. Las campanas, ya entonces, atravesaban montañas y cruzaban mares.

El próximo 14 de diciembre aquí, en Hces-blog.






sábado, 16 de noviembre de 2024

Veladas teatrales en Huérmeces: enero de 1928


En las primeras décadas del siglo XX, escasas eran las ocasiones en las que acaecía alguna novedad en la escuálida vida cultural de una localidad rural de esta parte de Castilla. Para más inri, la Iglesia ejercía un monopolio absoluto en este aspecto, lo que tampoco contribuía a que se fomentaran en demasía actos ajenos a las tradicionales celebraciones religiosas.

No obstante, las cosas habían mejorado considerablemente con respecto a lo habitual en los últimos años del siglo anterior; habían descendido considerablemente las tasas de analfabetismo, había mejorado la calidad, cantidad y dotación de los maestros rurales, se daba incluso el caso de curas con mentalidad relativamente abierta a nuevos horizontes. 

Nos encontramos a poco más de tres años de la llegada de la Segunda República y todo lo que ello significó para la renovación o eliminación de las viejas estructuras sociales, políticas y religiosas.

Hace unos cuatro años, ya habíamos publicado una entrada al respecto, titulada Velada literaria por las misiones: Huérmeces, 1924

Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, el interés de estas reseñas periodísticas radica en la aparición de parte de una generación de vecinos como participantes en la actividad recreativo-cultural de turno. Por dicho motivo, incluimos a continuación la transcripción literal de la reseña "Veladas teatrales en Huérmeces", publicada en el Diario de Burgos de 27 de diciembre de 1927:



Nuevamente acaba de organizarse la compañía (gormeaña) que con tanto éxito trabajó el pasado año, pues tenía una deuda que satisfacer por las muchas felicitaciones que recibió por parte de los muchos forasteros que acudieron y de todo este pueblo.

Como el año pasado, está encargado de la dirección de la compañía, el inteligente e infatigable cura párroco de este pueblo, don Félix L. Hidalgo, que pone todos sus desvelos en que la fiesta resulte lo más agradable posible.

La obra elegida ha sido "Los Secuestradores", y tomarán parte en la representación Casilda Ortega, Juanita Ontillera, Luzgerico Pérez, Francisco Hidalgo, Mariano Santa María, Saturio Pérez, Jaime García, Saturnino Ubierna, Santiago Hidalgo, José Ubierna, Joaquín Villalvilla, Eduardo Pérez, Heliodoro Ubierna, Domingo Ortega y Joaquín Villalvilla [repetido].

Dado el entusiasmo de que estos jóvenes están poseídos, no dudamos han de lograr un nuevo triunfo, que lo tienen doblemente merecido, por ser todos labriegos, que por el día labran la tierra y por la noche demuestran que también de los pueblos pueden salir hombres de provecho, si la instrucción estuviera mejor atendida.

Las representaciones de la obra tendrán lugar los días de Año Nuevo y de Reyes. El último se pondrán también en escena, los sainetes "El Gitano Tijeras" y "La Venta la Burra". De esperar es, que si el tiempo no lo impide, sea este pueblo concurridísimo esos días, de forasteros, pues apenas lo han sabido, ya son muchos los que han anunciado su venida.

De lo que resulte la fiesta daremos cuenta a los lectores del Diario. El Ayuntamiento, ha ofrecido su apoyo a la compañía, para lo que de él se necesite. EL CORRESPONSAL.


Como en otras ocasiones, damos por sentado que "el corresponsal" del Diario de Burgos en la comarca del Úrbel Medio era Marcelo Palacios Conde (Modúbar de San Cibrián, 1899-Burgos, 1965), que fue secretario del Ayuntamiento de Santibáñez Zarzaguda durante 25 años (1920-1944).

En esta ocasión, entre los catorce participantes en las veladas teatrales (2 mujeres y 12 varones) existe cierta variabilidad en la edad: desde los 14 años de Juanita Ontillera hasta los 36 años de Heliodoro Ubierna. Seis participantes eran menores de 20 años; cuatro tenían entre 24 y 27 años; y otros cuatro, entre 31 y 36 años.

Seis de estos jóvenes vecinos ya tenían la condición de "casados": Heliodoro, Francisco, Saturio, Luzgerico, Eduardo y Saturnino.

Dos de estos jóvenes (Casilda y José) acabarían casándose entre sí apenas dos años más tarde (1930). Otros, como Juana Ontillera, abandonarían el pueblo a los pocos años, siendo aún menores de edad. 

Y alguno, tristemente, fallecería cinco años después (Luzgerico, 1933), dejando viuda y tres hijas de corta edad.


ELENCO DE VECINOS PARTICIPANTES EN LAS VELADAS TEATRALES DE ENERO DE 1928

A continuación, detallamos la relación de los catorce vecinos de Huérmeces participantes en aquellas veladas teatrales, en orden de mayor a menor edad:

1. Heliodoro Ubierna Luis (Hces, 1891); [36 años]; hijo de Pablo Ubierna Díaz-Ubierna (Hces, 1850) y Balbina Luis Fuentes (Trashaedo, 1856); casado con Fidela Pérez Alonso (Hces, 1891); tres hijos: Aurelio (Hces, 1916), Abel (Hces, 1917) y Oliva (Hces, 1926). Heliodoro fue una afamado zapatero, cazador, alimañero, pescador, apicultor y taxidermista. En enero de 1928 tenía 36 años de edad y vivía en la casa número 3 de la calle de la Solana (hoy conocida como "casa de ...."). Heliodoro y su familia estaban a punto de emprender su aventura francesa, por la que se establecerían en el país vecino durante cinco años, hasta 1933.

2. Francisco Hidalgo Fernández (Hces, 1894); [33 años]; hijo de Quiterio Hidalgo Díez (Hces, 1852) y Florentina Fernández Gómez (Robredo Sobresierra, 1856); casado con Avelina Hidalgo San Martín (Montorio, 1901); labradores; cuatro hijos: Esther (1921), Ismael (1922), Evelio (1924) y María Blanca (1926); luego llegarían María Soledad (1928), Florentina (1931), María Carmen (1935) y Ana María (1938); en enero de 1928 vivía en el número 16 de la calle Real (en la que años más tarde sería conocida como "casa de Ismael y Lucía").

3. Saturio Pérez Alonso (Hces, 1894); [33 años]casado con Jacinta García Fontúrbel (Hces, 1897); labradores; cinco hijos: Gonzalo (1920), Teodora (1921), Mercedes (1922), Domingo (1923) y Julián (1925); luego llegarían Luis (1929) y Margarita (1937). En enero de 1928 él y su familia vivían en el número 8 de la calle de la Plaza (luego conocida como "casa del Chato")

4. Luzgerico Pérez García (Acedillo, 1896); [31 años]casado en 1923 con Lucía Alonso Villalvilla (Hces, 1904); dos hijas: Máxima (1924) y Secundina (1926); más tarde llegaría Regina (1931). En enero de 1928 Luzgerico tenía 35 años y vivían en el número 25 de la calle de la Plaza (luego conocida como "casa de Mauro Serna"), aunque estaban a punto de trasladarse a la que sería su residencia definitiva, en la casa número 14 de la calle de Ondovilla, al lado del taller de carpintería. Luzgerico fallecería cinco años más tarde, en 1933. Su joven viuda, Lucía, no volvió a casarse. Su hija Secundina falleció en 1944, a los 18 años de edad.

5. Eduardo Pérez Alonso (Hces, 1900); [27 años]casado con Isabel Varona Recio (Hces, 1892); vivían en la casa número 31 de la calle Real (luego conocida como "casa de Narciso y Leonila"), dónde convivían su suegra, Eulalia Recio Bañuelos (Moradillo del Castillo, 1853), su hija Amelia (1920) y dos hijos del anterior matrimonio de Isabel: Clementina (1913) y Serafín (1916); años después llegarían tres hijas más, Ángela (1930), Teresa (1932) y María Purificación (1933), y la familia se trasladaría a la casa número 28 de la calle de la Plaza (luego conocida como "casa de Mauro y Angelita") 

6. Saturnino Ubierna García (Hces, 1901)[26 años]casado con Felisa García Ubierna (Hces, 1904); en enero de 1928 tenían un hijo, Santos (1926); años después llegarían tres más: Leandra (1930), Avelina (1932) y Saturnino (1934); vivían en la casa número 24 de la calle Real (luego conocida como "casa de Santos")

7. José Ubierna Luis (Hces, 1902); [25 años]; hermano de Heliodoro; hijo de Pablo Ubierna Díaz-Ubierna (Hces, 1850) y Balbina Luis Fuentes (Trashaedo, 1856); años después, se casó con Casilda Ortega Díaz (Hces, 1910) y tuvieron un hijo, Florentín (Hces, 1934). En enero de 1928 vivía, con sus padres, en la casa número 18 de la calle de la Plaza

8. Domingo Ortega Díaz (Hces, 1903); [24 años]; en enero de 1928 vivía en la casa número 24 de la calle de la Plaza, con sus padres, Julián Ortega Pérez (Santibáñez, 1880) y Emilia Díaz Martínez (Hces, 1882), y hermanos; dos años después, se casó con Rosario González Sanllorente (Úrbel, 1906) y tuvieron seis hijos: Aurelio (1930), Arsenio (1931), María Natividad (1933), María Concepción (1935), Sagrario (1936) y María Paz (1938); Domingo falleció en 1942, cuando la familia Ortega González vivía en la casa número 12 de la calle de la Solana  

9. Jaime García Ubierna (Hces, 1908); [19 años]; hijo de Íñigo García Villanueva (Hces, 1872) y Juliana Ubierna Fontúrbel (Hces, 1882); en enero de 1928 la familia vivía en el Palacio de Abajo (Solana nº 11); años después se casó con Petra Fernández Rodríguez (San Andrés de Montearados, 1910) y tuvieron tres hijos: María Ángeles, Isidoro y Beatriz.

10. Fernando Santa María Arribas (Revilla del Campo, 1909); [18 años]hijo de Antonia Arribas Serna (Hces, 1878), viuda en 1928; hermano de Inés (Revilla del Campo, 1915) y Victoriano (Revilla del Campo, 1917); labradores; en aquellos tiempos, la familia Santa María Arribas vivía en la calle Ondovilla nº 2. En el padrón de 1930 aparece como "ausente" por encontrarse trabajando fuera del pueblo

[en la reseña aparece como Mariano Santa María, aunque creemos que se trata de un error]

11. Casilda Ortega Díaz (Hces, 1909); [18 años]; hija de Julián Ortega Pérez (Santibáñez, 1880) y Emilia Díaz Martínez (Hces, 1882); años más tarde se casó con José Ubierna Luis (Hces, 1902) y tuvieron un hijo, Florentín (Hces, 1934). En enero de 1928 vivía, con sus padres y hermanos, en la calle de la Plaza nº 24 (luego conocida como "casa de Rodrigo").

12. Joaquín Villalvilla Santiago (Hces, 1909); [18 años]; hijo de Manuel Villalvilla Fernández "Trole" (Hces, 1877) y Virgilia Santiago Velasco (Marmellar, 1887); eran una familia de labradores que, en los años veinte, también regentaban una posada; vivían en la calle Real nº 29; dos hermanos: Concepción (Hces, 1912) y Ludivina (Hces, 1925). En el padrón de 1930 ya no aparece como residente en Huérmeces 

13. Santiago Hidalgo Arce (Hces, 1910); [17 años]; hijo de Ángel Hidalgo Girón (Hces, 1870) y Hermenegilda Arce Arce (San Martín de Ubierna, 1882); hermano de Asunción (1901), Alfredo (1904), Jesús (1906), Carmen (1915) y Juana (1922). Santiago no llegó a casarse, y no tuvo descendencia. Residió en Huérmeces la mayor parte de su vida

14. Juana Ontillera Miguel (Ros, 1913); [14 años]; "Juanita" era hija del herrero Epifanio Ontillera Pérez (Las Hormazas, 1885) y Perfecta Miguel Alonso (Castrillo de Rucios, 1894); en enero de 1928 la familia vivía en la calle Real nº 3 (hoy conocida como "casa de Emilio Crespo"); Juana convivía con otros cuatro hermanos en 1928: Heliodoro (1921), Clotilde (1924), Lucinio (1926) y José María (1927); Fidencio (Ros, 1907) y Moisés (Ros, 1910) ya habían abandonado el pueblo; años más tarde nacería el último de los hijos de Epifanio y Perfecta, César Urbano (1931); Juana abandonó el pueblo muy joven, ya que aparece como "ausente" en el padrón de 1930; en el padrón de 1940 también aparece como "ausente", por encontrarse trabajando en Bélgica.


VECINOS REINCIDENTES ENTRE LAS FUNCIONES MÚSICO-LITERARIAS DE ENERO DE 1924 Y LAS TEATRALES DE ENERO DE 1928

Si comparamos el "elenco" de enero de 1928 con el seleccionado cuatro años antes (veladas literarias y musicales por las misiones, enero de 1924) por el entonces párroco Eusebio Arroyo Dorao, observamos que de aquellos dieciséis jóvenes declamadores repiten cuatro, que eran de los más jóvenes en aquellas sesiones de enero de 1924:

  • Joaquín Villalvilla Santiago: 14 años de edad en enero de 1924
  • Fernando Santa María Arribas, también 14 años en enero de 1924
  • Casilda Ortega Díaz, también 14 años en enero de 1924
  • Juana Ontillera Miguel: fue la benjamina tanto de las funciones de enero de 1924 (once años) como de las de enero de 1928 (catorce años)


[dos de las hijas del histórico herrero Epifanio Ontillera han pasado a la memoria popular de Huérmeces: Clotilde (Hces, 1924), que dejó plasmado su nombre y apellido hacia el año 1939, en forma de grafiti, en la pared interior del campanario de la iglesia del pueblo, cuando contaba con unos 15 años de edad; y Juana (Ros, 1913), que lo hizo participando en unas veladas músico-literarias y teatrales, celebradas en 1924 y 1928, cuando contaba con unas edades de 11 y 14 años; la memoria popular de Huérmeces afirma que Clotilde se estableció definitivamente en Peñafiel; de Juana, sin embargo, poco es lo que sabemos, aparte de su aparición como "ausente" en el padrón de 1940, por encontarse trabajando en Bélgica; desconocemos si continuó desarrollando sus inquietudes artísticas o si acabó formando una familia, tal y como era común para la mayor parte de las mujeres de aquellos tiempos]


Del resto de declamadores que intervinieron en las funciones músico-literarias de enero de 1924, una buena parte de ellos acabaron por abandonar el pueblo, bien para estudiar, bien para trabajar, estableciéndose en otros destinos:

  • Albina Abad Puente (Hces, 1912): en el padrón de 1935 ya no aparece como residente en Huérmeces
  • Lucas García Villanueva (Hces, 1914): abandonó Huérmeces con 14 años para estudiar en diversos colegios paúles; ingresó en la orden en 1930 y se convirtió en padre paúl en 1938
  • Cecilio Néstor Hidalgo Conde: su padre, Emilio, falleció en 1925, y toda la familia abandonó Huérmeces camino de la capital provincial
  • Basilisa Manjón Calle (Hces, 1910): en el padrón de 1935 aparece como modista; en el padrón de 1940 ya no aparece
  • Maura Marín Villanueva (Hces, 1914): partió hacia la ciudad de Burgos para estudiar en la Escuela Normal de Maestras; durante los años 1933-1935 trabajó como maestra interina en varias localidades de la provincia (San Juan de Ortega, Belorado)
  • Beatriz Pérez Alonso (Hces, 1906): en el padrón de 1930 ya no aparece como residente en Huérmeces
  • Teófilo Villanueva González (Hces, 1911): en el padrón de 1935 aparece como "ausente", trabajando fuera de Huérmeces

Algunos, sin embargo, se establecieron definitivamente en Huérmeces u otros pueblos del entorno:

  • Leonila Alonso Villalvilla (Hces, 1910): contrajo matrimonio con Narciso Varona García (Hces, 1910)
  • Carmen Alonso Díez (Hces, 1913): contrajo matrimonio con Mariano Alonso Alonso (Hces, 1907)
  • María Villanueva González (Hces, 1912): contrajo matrimonio con Ángel Pérez Díez (Castrillo de Rucios, 1910) y se estableció en este pueblo vecino
  • Josefa Ubierna García (Hces, 1903): contrajo matrimonio con Marcelino García Ubierna (Hces,1902)
  • Sofía Girón Montero (Hces, 1910): no contrajo matrimonio y residió gran parte de su vida en Huérmeces junto con su hermana Mercedes y su marido, Ildefonso


HUÉRMECES EN 1927-1928

A finales de 1927, Huérmeces presentaba una población de unos 440 habitantes. La pirámide demográfica estaba compuesta por los siguientes escalones:

  • niños menores de 6 años: 20% (88)
  • niños entre 6 y 12 años: 20% (88)
  • adolescentes entre 13 y 18 años: 12% (53)
  • jóvenes entre 19 y 30 años: 14% (62)
  • adultos entre 31 y 40 años: 10% (44)
  • adultos entre 41 y 50 años: 9% (40)
  • adultos entre 51 y 60 años: 7% (31)
  • adultos entre 61 y 70 años: 5% (21)
  • adultos entre 71 y 80 años: 3% (13)
  • adultos mayores de 80 años: 0% (0)

Imaginemos, pues, un pueblo con una escuela a rebosar, con unos 90-100 niños en edad escolar. Tal era así, que en septiembre de 1927 se había inaugurado la escuela unitaria de niñas. Desgraciadamente, en diciembre de 1928, la nueva escuela ardió en un voraz incendio nocturno, ocasionado por la estufa de leña mal atendida.

Alcalde: Eugenio Alonso Fernández (Hces, 1872), alcalde de Huérmeces durante ocho años (1923-1930)

Secretario: Nicasio Marcos Díez (Burgos, 1906): hijo del maestro de Huérmeces, Buenaventura Marcos Fontúrbel; fue secretario municipal entre 1926 y 1928; en los padrones de 1924 y 1925 figura como "escribiente"; se estableció en Bilbao, en cuyo ayuntamiento trabajó durante años; en 1928 llegaría Emilio Palacios Gómez (Arraya de Oca, 1893), secretario de Huérmeces durante cinco años (1928-1933)

Juez municipal: Prudencio Villanueva Varona (Hces, 1878); fue juez y fiscal municipal, de manera intermitente, durante las décadas de 1910 a 1930

Párroco: Félix López Hidalgo (Villanueva de Argaño, 1894): cura párroco de Huérmeces durante 31 años (1926-1957)

Maestro: Buenaventura Marcos Fontúrbel (Montorio, 1881): maestro de Huérmeces durante 14 años (1916-1930)

Maestra: Eusebia Quintana Rodríguez (Quintanavides, 1895): fue nombrada maestra interina para las escuelas de Huérmeces en enero de 1927; fue la primera maestra de la recién inaugurada escuela de niñas del pueblo

Médico: José Gil Guerra (Boadilla del Camino, 1900): médico de Huérmeces durante dos años (1925-1927); en diciembre de 1927, el ayuntamiento le homenajeó con una "opípara cena" en agradecimiento a sus servicios; en enero de 1928 tomó posesión de la plaza el joven médico Pedro Varona de la Peña (Soncillo, 1904), recién licenciado en medicina, que prestó sus servicios en nuestro pueblo durante unos pocos meses; en 1929 llegaría el histórico Luis Salinas Mendizábal (Burgos, 1903), médico de Huérmeces durante cuarenta años (1929-1969)

Posada: Manuel Villalvilla Fernández "Trole" (Hces, 1877): labrador y también, circunstancialmente, posadero

Barbería, sastrería y estanco: Mariano Crespo García (Hces, 1890): continuador del negocio de su padre, Pablo Crespo Díaz (Hces, 1891)

Carreteros

Luzgerico Pérez García (Acedillo, 1896): carpintero-carretero de Huérmeces durante nueve años (1924-1933)

Dámaso Gallo Fernández (La Molina de Ubierna, 1884): carpintero-carretero de Huérmeces durante 25 años (1910-1935)

Herrero: Epifanio Ontillera Pérez (Las Hormazas, 1883): herrero de Huérmeces durante 36 años (1916-1952); también ejercía de campanero y relojero; durante la primera mitad de los años veinte ejerció, además, las funciones de secretario municipal

Taberneros

Zacarías Ubierna Fontúrbel (Hces, 1890): regentó una tienda-taberna durante, al menos, 14 años (1924-1938), situada en la luego conocida como "casa de Joaquín y Matilde"

Emilio Valladolid García  (Peñafiel, 1885): llevó una tienda-taberna-carnicería durante, al menos, 13 años (1922-1935), situada en la luego conocida como "casa de Emilio y Teresa"

Molineros

Filiberto Ruiz Ruiz (Vilviestre de Muño, 1884): molinero de Cigatón durante, al menos, 30 años (1926-1956)

Elena González Alonso (San Pantaleón del Páramo, 1856), viuda de Eustasio Alonso Gallo (Ubierna, 1875); desconocemos qué molino regentaba (Las Huertas o Navatillo) durante las décadas de 1920 y 1930

Donato García Fontúbel (Hces, 1894): molinero de Retuerta durante, al menos, 30 años (1924-1953)

El molino de Alba pasó por diversas manos durante la década de los años veinte y la primera mitad de los treinta; así, en 1924-1925 aparece Donato López Pérez (Melgosa, 1893); y en 1930 lo hace Esteban García Fontúrbel (Hces, 1889), hermano del Donato de Retuerta; Aquileo García Celis (Coculina, 1896) no llegaría al molino de Alba hasta 1936

Cartero: Benito Varona Ubierna (Hces, 1866): cartero de Huérmeces durante 12 años (1921-1933)

Modistas:

Lucila Infante García (Los Valcárceres, 1890): modista en el pueblo durante las décadas de 1920-1950; esposa de Lorenzo Güemes Pérez, zapatero en el pueblo durante mucho tiempo

Clara Puente Pérez (Santa Cruz del Tozo, 1877): modista en Huérmeces durante las décadas 1910-1940; esposa de Manuel Abad Terradillos (Villadiego, 1874), caminero y pescador en Huérmeces durante esas mismas décadas

Zapateros

Lorenzo Güemes Pérez (Úrbel del Castillo, 1886): zapatero en Huérmeces durante las décadas de 1910-1950

Heliodoro Ubierna Luis (Huérmeces, 1891): zapatero en Huérmeces durante las décadas de 1920-1950; también fue cazador, pescador, apicultor, taxidermista y alimañero

Pastores: en la mayor parte de los casos, los pastores se ajustaban en los pueblos durante uno o dos años, por lo que la fuerte movilidad de este gremio ocasionaba que fueran muy pocos los que se establecieran definitivamente en un pueblo; entre los años 1924 y 1930 estos fueron algunos de los pastores que prestaron sus servicios en Huérmeces

  • Julián Blanco Fernández (Mata, 1883); a mediados de los años treinta se establecería en Huérmeces su sobrino Jerónimo Blanco Mena (Hces, 1906), convirtiéndose en uno de los últimos pastores del pueblo
  • Gregorio Manjón Rodríguez (Hces, 1881)
  • Miguel Hernando Vegas (Hces, 1883)
  • Fidel Santamaría (Montorio, 1887)
  • Tiburcio Güemes Calzada (Hormazuela, 1877)
  • Felipe Varona Ubierna (Hces, 1860)
  • Lucio Pérez Crespo (Hces, 1877)
  • Pedro Pérez Solano (Coculina, 1903)
  • Tomás Iglesias Peña (Acedillo, 1883)
  • Esteban Luis Fuentes (San Andrés de Montearados, 1870)
  • Domingo Pérez Díez (Montorio, 1882)


RECORTES DE PRENSA

Diario de Burgos de 27 de diciembre de 1927:



Parece ser que, por indisposición de uno de los miembros de la compañía, no pudo celebrarse la primera de las veladas previstas (la programada para el día de Año Nuevo) y ambas tuvieron que celebarse el día de Reyes. Así lo recoge una reseña del Diario de Burgos de 30 de diciembre de 1927, que también hace alusión a la enfermedad sufrida por el entonces maestro de las escuelas de Huérmeces, Buenaventura Marcos Fontúrbel.



 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Turrientes: un apellido toponímico en el Huérmeces de los siglos XVII y XVIII


Por lo que aparece consignado en el libro de bautizados de Huérmeces, a mediados del siglo XVII y principios del XVIII nacieron en nuestro pueblo 16 criaturas que portaban Turrientes como apellido materno.

Dado que este apellido -claramente burgalés- constituye en la actualidad una verdadera rareza, me ha parecido interesante dedicarle una entrada.

Fueron tres mujeres (María, Isabel y Ángela) las portadoras del apellido Turrientes que emparejaron con hombres (faroles y foráneos) y se establecieron en nuestro pueblo. 

Probablemente, por la cercanía en las fechas de nacimiento de sus respectivos hijos, María e Isabel eran hermanas, aunque desconocemos exactamente de dónde procedían, por la parquedad de los apuntes bautismales de aquellos años; puede que lo hicieran de Quintanaloma, localidad en la que habían nacido los padres de Isabel.

Algo más sabemos de la tercera mujer Turrientes, Ángela. Sus padres eran vecinos de la ciudad de Burgos, por lo que suponemos que Ángela nació allí. Contrajo matrimonio con Francisco de Andrés, cuyos padres eran vecinos de Rioseras, por lo que también suponemos que allí nació su hijo. 

Ángela y Francisco no debieron de residir muchos años en Huérmeces, ya que no vuelve a aparecer ningún hijo suyo en el libro de bautizados. Por otra parte, en los apuntes bautismales de María y María Santos, se califica a sus padres como "habitantes" de Huérmeces, no como "vecinos". Probablemente, Ángela y Francisco ejercían la profesión de pastores, y residieron pocos años en nuestro pueblo.

Este es el resumen de las partidas bautismales, agrupadas por parejas parentales:

1. Juan Díaz-Ubierna Espinosa (Hces, 1614) y María Turrientes; tuvieron ocho hijos nacidos en Huérmeces: Ana (1642), María (1644), Juan (1645), Emerenciana (1647), María (1650), Isabel (1652), Gracia (1653) y Polonia (1656) 

[María Turrientes falleció en Huérmeces en 1669, lo que indica que la familia Díaz-Ubierna Turrientes sí que disfrutó de permanencia residencial en nuestro pueblo]

2. Pedro Díaz-Mata Díaz-Ubierna (Hces, 1617) e Isabel Turrientes (Quintanaloma); tuvieron seis hijos nacidos en Huérmeces: María (1645), Pedro (1647), Catalina (1648), Isabel (1652), Juana (1654) y Casilda (1656)

[la boda de Pedro e Isabel se celebró en Huérmeces en 1642, en contra de la costumbre de casarse en el pueblo de la novia (Quintanaloma, en este caso); Pedro Díaz-Mata Díaz-Ubierna falleció en 1659, quince años después de la boda] 

3. Francisco Andrés Moral (Rioseras) y Ángela Turrientes González (Burgos) tuvieron dos hijos nacidos en Huérmeces: María Josefa (1707) y María Santos (1710)

[la boda de Francisco y Ángela no se celebró en Huérmeces; María Josefa falleció a los dos meses de su nacimiento; no hemos encontrado anotaciones relativas a ninguno de los otros tres miembros de la familia Andrés Turrientes en los libros de casados y difuntos de Huérmeces, por lo que suponemos que la pareja y su hija María Santos abandonaron el pueblo al poco del nacimiento de esta]

Este fue el efímero paso del apellido Turrientes por los libros parroquiales de Huérmeces. Puede que alguno de los hijos de las dos primeras parejas, avecindadas en el pueblo, tuviera alguna continuidad residencial en el Huérmeces de mediados del siglo XVII, aunque el carácter materno del apellido Turrientes dificulta en parte su localización en apuntes posteriores.

Por otra parte, no he encontrado persona alguna portadora del apellido Turrientes en los padrones de población de Huérmeces de finales del siglo XIX y principios del XX.


EL APELLIDO TURRIENTES EN LA ESPAÑA ACTUAL

Hoy en día, únicamente 118 personas llevan Turrientes como primer apellido; y otras 110 lo hacen como segundo. Se trata, por lo tanto, de un apellido minoritario y en claro trance de desaparición.

Una buena parte de esas 228 personas Turrientes residen o proceden de la provincia de Burgos. También aparecen varios Turrientes en la provincia de Guipúzcoa.

Otra variedad del apellido, "Torrientes", es portada por 42 personas como apellido paterno y 73 como materno. También se trata de un apellido claramente burgalés.

En el siglo XIX, Turrientes era un apellido relativamente común en algunas comarcas de Álava (Labastida), con ramificaciones en Guipúzcoa y La Rioja, aunque era -sobre todo- un apellido originario y arraigado en la provincia de Burgos.

[Quizás hoy en día, para muchas personas, Turrientes no sea considerado un apellido que suene tan raro, debido a que lo porta un futbolista de primera división, Beñat Turrientes Imaz (Beasáin, 2002), que juega en la Real Sociedad de San Sebastián y ha sido internacional en la selección nacional de fútbol sub-21]


EL APELLIDO TURRIENTES EN LA PROVINCIA DE BURGOS 

En los censos electorales de la provincia de Burgos, publicados para los años 1890, 1930, 1936, y 1945, aparecen varias personas portadoras del apellido Turrientes, con una clara preeminencia geográfica (capital provincial aparte): la comarca de los Montes de Oca y municipios cercanos (burebanos casi todos), zonas todas ellas cercanas a la pequeña localidad de Turrientes.

Censo electoral de 1890 (solo masculino): varones, mayores de edad, que llevan el apellido Turrientes como paterno o materno, por municipios:

Belorado (1), Burgos (2), Cameno (1), Lences (1), Merindad de Montija (1), Pradoluengo (2), Tosantos (3) y Vileña (1); como curiosidad, cuatro de las anteriores personas eran molineros; de las 14 personas con apellido Turrientes, 4 lo portan como apellido paterno y 10 como apellido materno.

Censo electoral de 1930 (solo masculino): varones, mayores de edad, que llevan el apellido Turrientes como paterno o materno; por municipios:

Atapuerca (1), Belorado (3), Briviesca (1), Burgos (14), Castil de Carrias (2), Fresneda de la Sierra Tirón (1), Ibeas de Juarros (1), Lences (1), Monasterio de Rodilla (1), Pradoluengo (2), Tosantos (5), Villamayor de los Montes (1); de las 33 personas con apellido Turrientes, 13 lo portan como apellido paterno y 20 como materno.

Censo electoral de 1936 (universal): hombres y mujeres, mayores de edad, que llevan el apellido Turrientes como paterno o materno; por municipios:

Atapuerca (1), Belorado (4), Briviesca (1), Burgos (22), Castil de Carrias (1), Espinosa de los Monteros (1), Garganchón (1), Ibeas de Juarros (1), Lences (1), Medina de Pomar (1), Monasterio de Rodilla (2), Pradoluengo (7), Quintanapalla (2), Rubena (1), Santa Cruz del Valle Urbión (1), Tosantos (4), Villambistia (2), Villangómez (1); de las 54 personas con apellido Turrientes, 19 lo portan como apellido paterno y 35 como materno.

Censo electoral de 1945 (universal): hombres y mujeres, mayores de edad, que llevan el apellido Turrientes como paterno o materno; por municipios:

Belorado (1), Briviesca (1), Burgos (22), Condado de Treviño (1), Garganchón (1), Monasterio de Rodilla (1), Oña (1), Pradoluengo (5), Quintanavides (1), Tosantos (3), Villagalijo (1), Villahoz (1), Villambistia (1); de las 40 personas con apellido Turrientes, 18 lo portan como apellido paterno y 22 como materno.

Puede observarse, para el apellido Turrientes en la provincia de Burgos, una clara prevalencia del apellido materno sobre el paterno, lo que explicaría la progresiva desaparición del apellido en las décadas siguientes; dicha desaparición se constata a nivel nacional, con independencia de los movimientos migratorios de los años sesenta y setenta.

Por otra parte, también se constata que durante la primera mitad del siglo XX resulta frecuente la aparición del apellido Turrientes tanto en la prensa burgalesa (El Diario de Burgos, El Castellano) como en el Boletín Oficial de la Provincia de Burgos; a partir de mediados de siglo, sin embargo, se aprecia un clara disminución de las reseñas que contienen dicho apellido. Algo parecido sucede con el apellido "Torrientes", considerado una variación de "Turrientes".


EL SUPUESTO ORIGEN DE UN APELLIDO TOPONÍMICO: TURRIENTES, UNA PEQUEÑA ALDEA EN TIERRAS DE JUARROS

La primera referencia documental del lugar aparece en la Colección Diplomática del Monasterio de San Salvador de Oña. En un documento datado en el año 1100 puede leerse Torrientes.

En el Becerro de las Behetrías no aparece, ya que faltan los datos correspondientes a la Merindad de Rioja-Montes de Oca, a la que pertenecía la aldea.




En el Catastro de Ensenada aparece como Torrientes, lugar de realengo, jurisdicción de Villafranca Montes de Oca, partido de Juarros, con una población aproximada de 100 habitantes, incluyendo a dos curas, el beneficiado (que era ciego) y un capellán sirviente. Los apellidos más comunes eran Solórzano, Franco, Ortiz y Barrio.

En el Diccionario de Miñano (1826) también aparece com Torrientes, lugar encuadrado en el partido de Juarros, con una población de 28 vecinos (113 almas).




En el Diccionario de Madoz (1850) ya aparece como Turrientes, una aldea con ayuntamiento propio, englobada en el partido judicial de Belorado; sus datos demográficos (17 vecinos, 58 almas) resultan poco creíbles.




Las estadísticas arzobispales nos cuentan que, en 1863, Turrientes tenía 29 vecinos (131 almas), un cura párroco (Pedro Contreras) y una iglesia rural de segunda (San Andrés Apóstol), perteneciente al arciprestazgo de Villafranca.

Nueve años más tarde, en 1872, Turrientes tiene 30 vecinos (122 almas), y como cura sirviente aparece un franciscano, párroco de La Aguilera.

En el censo electoral de 1890 aparecen 17 vecinos (unas 70 almas), todos labradores; predominan los apellidos Barrio, Contreras, Franco, Melchor, Moneo, Puente, Solórzano y Uzquiza (se conservan varios de los que aparecen en el Catastro de Ensenada). El maestro y el cura residen en la cabeza municipal, Cerratón de Juarros.

En 1894, el "Indicador General" de la provincia de Burgos nos cuenta que Turrientes es un lugar agregado a Cerratón de Juarros, con una población de 98 habitantes, un párroco y un maestro.



  

Hoy en día, tras el éxodo rural de la segunda mitad del siglo XX, Turrientes sigue perteneciendo al municipio de Cerratón de Juarros y tiene una población empadronada de 13 habitantes. Otra cosa diferente es la población real, la que duerme en el pueblo la mayor parte del año.


TURRIENTES: UN PUEBLO SEMISEPULTADO A PRINCIPIOS DE LOS AÑOS SESENTA DEL SIGLO XX

Turrientes era por entonces una pequeña población, perteneciente al municipio de Cerratón de Juarros, de 20 vecinos (87 habitantes), que aún disponía de maestra (Olivia-Lucía García Méndez). Los servicios religiosos eran proporcionados por el párroco de Cerratón, Benito Temiño Ruiz, que llegó a ejercer puntualmente de maestro para los niños de Turrientes en los años cuarenta, debido a la dificultad para cubrir la plaza de maestro para un pueblo tan pequeño y mal comunicado.


Catastrón Hoja 201-Belorado (1937); la vieja iglesia, en la ladera izquierda


En marzo de 1962 saltó a la prensa local una alarmante noticia: Turrientes, la aldea de la pequeña comarca de Juarros, se encontraba gravemente amenazado por unos corrimientos de tierras. Habían resultado gravemente afectadas cinco viviendas y la iglesia del pueblo, situadas sobre la ladera occidental del vallejo dónde se enclava el pueblo.


Diario de Burgos, 17 de abril de 1962


Durante las semanas siguientes, se produjeron las visitas de rigor de las autoridades provinciales; principalmente, el gobernador civil (José Utera Molina) y el presidente de la Diputación (Fernando Dancausa de Miguel); David Moneo Arnáiz era por entonces el presidente de la junta vecinal de Turrientes; los prebostes provinciales ofrecieron dos posibles soluciones: la reconstrucción de las casas dañadas en otro lugar del pueblo menos expuesto, o la construcción de un pueblo nuevo en terrenos municipales de Cerratón.




No se construyó un pueblo nuevo; desconozco si se reconstruyeron las viviendas afectadas; lo que sí que sabemos es que, cinco años más tarde, en mayo de 1967, una nueva iglesia fue inaugurada, con asistencia del arzobispo de Burgos (Segundo García de Sierra y Méndez) y demás autoridades eclesiásticas. Dice la reseña periodística de la época que el edificio "responde en su línea arquitectónica y en su distribución interior a las directrices litúrgicas aprobadas en el Concilio Vaticano II". Hoy, casi sesenta años después, la iglesia sigue en pie, justo a la entrada del pueblo, en la ladera opuesta a la afectada por los corrimientos de tierra de 1962.




Parece ser que las laderas que rodean a Turrientes acabaron por estabilizarse, y que no se produjeron nuevos movimientos de tierras. Lo que no se estabilizó fue la demografía del lugar, ya que el éxodo rural de los sesenta y setenta no tuvo consideración alguna con el maltratado pueblo. Turrientes quedó desierto de gente hacia el año 2000, cuando su último habitante (Basilio o Isidro, no se ponen de acuerdo las fuentes consultadas) abandonó el lugar. Basilio, o Isidro, fue el último "raposo", que ese era el tradicional gentilicio de los lugareños.





Hoy en día, sin embargo, gran parte del caserío se encuentra reconstruido y con signos evidentes de vida demográfica. El lugar reúne cierto encanto, con pintorescos rincones y abundante riqueza forestal en el entorno. 




EL HAYA CENTENARIA DE TURRIENTES

Es probable que, a mediados del siglo XVII, cuando María e Isabel Turrientes llegaron a Huérmeces para formar una familia con sendos vecinos faroles (Juan Díaz-Ubierna y Pedro Díaz-Mata, respectivamente), esta haya centenaria ya alcanzara un porte y tamaño destacables.

 



Hoy, casi cuatrocientos años después, luce espléndida, sin aparentes achaques propios de su ya provecta edad. Este destacable ejemplar de Fagus sylvatica se encuentra en un paraje situado en la confluencia de dos arroyos (torrentes), a apenas 800 metros al sur del caserío del pueblo, y alcanzable en 15 minutos de plácido paseo.

No existe ningún tipo de señalización, aunque en la red encontrarás detalles del corto recorrido. En un año normal, la época ideal para observar al haya en todo su colorido otoñal llega a mediados de noviembre. Este año, en el que se han adelantado ligeramente los fríos otoñales, quizás una semana antes.





OTROS TURRIENTES/TORRIENTES

TORRIENTES: en los Diccionarios de Miñano y Madoz aparece consignado un despoblado (1710) de la provincia de Guadalajara, partido judicial de Brihuega, término jurisdiccional de Alarilla

TORRIENTE: en el Diccionario de Miñano aparece este lugar de realengo, perteneciente al partido de Albarracín, provincia de Aragón (hoy Teruel), con una población de 189 vecinos (870 almas); en realidad, se trata de una errata, ya que debería figurar como TERRIENTE, un municipio que hoy alcanza los 206 habitantes

LAS TURRIENTES: en el Diccionario de Madoz aparece este barrio, perteneciente al lugar de Arredondo, provincia de Santander, partido judicial e Ramales

TURRIENTE: arroyo y barranco por el que desagua en el Ebro la Hoya de Huidobro; de corto pero retorcido recorrido, puede llegar a drenar una importante cantidad de agua durante episodios de fuertes lluvias o deshielos, aunque llegue a secarse en verano


FUENTES

Archivo Diocesano: Libro de Bautizados de la parroquia de San Juan Bautista de Huérmeces; Libro I (1611-1680), Libro II (1680-1734)