sábado, 29 de agosto de 2020

Bernardo Villalvilla: prófugo en España, marino en la Argentina (1914)


El día primero de marzo de 1914, a poco más de cinco meses vista del comienzo de la Primera Guerra Mundial, tuvo lugar en los locales del ayuntamiento de Huérmeces un peculiar acto, culminación de un sorteo efectuado apenas quince días antes.

La Ley de Reclutamiento de 1912 (que sustituía a la de 1896) establecía que, durante los diez primeros días del mes de enero del año en que cumplían los 21 años (en la ley anterior: 19 años), los mozos debían alistarse en el Ayuntamiento de residencia de sus padres. El denominado sorteo de quintos se efectuaba el tercer domingo de febrero, asignando a cada mozo un número.

A continuación se procedía, el primer domingo de marzo, al tallado, medición del perímetro torácico, pesaje y clasificación de los mozos (excluidos totales, excluidos temporalmente, soldados y exceptuados). A los mozos que no acudían al acto de clasificación y revisión médica se les consideraba prófugos.

En aquellos años, los números más bajos asignados en el sorteo de quintos significaban un destino casi seguro en África del Norte, en el Protectorado de Marruecos o en África Occidental Española (Ifni y Sahara). Por eso se decía que los mozos con números bajos "olían a africanistas".

En el sorteo de febrero de 1914, el mozo Bernardo [Díaz-] Villalvilla Alonso había sido agraciado con el número uno. Sin embargo, Bernardo no acudió al consiguiente acto de clasificación, ni nadie alegó causa de fuerza mayor alguna que justificase su ausencia.


Soldado de infantería en África (1910)


En aquellos belicosos tiempos, no presentarse al acto de llamamiento y clasificación de soldados constituía una falta muy grave. Conviene recordar que, desde 1911, España estaba inmersa en la impopular Guerra del Rif, y que esta no finalizaría hasta 1927, con miles de muertos y los desastres de Annual y Monte Arruit (1921) de por medio. Y todo por el estúpido orgullo militarista que imperaba durante el nefando reinado de Alfonso XIII, que se obcecó en luchar por la posesión a ultranza de una tierra pobre y sin ningún interés estratégico. 

El caso es que, en base a lo establecido en la citada Ley de Reclutamiento de 1912, el ayuntamiento de Huérmeces se vio obligado a instruir el oportuno expediente de prófugo contra Bernardo Villalvilla.




Una vez abierto el expediente, el primer acto administrativo consistió en la inmediata citación de los padres del mozo, para que declarasen acerca de su paradero y de las posibles causas que hubieran impedido su comparecencia. El alcalde, Hipólito Ortega, firma una providencia citando a los padres de Bernardo. El escrito es entregado por el alguacil, Julián Ortega, en el domicilio de la familia Villalvilla Alonso, sito en el número 4 de la calle de la Plaza.

Dado que Natalio, el padre de Bernardo, se encontraba temporalmente ausente, le correspondió prestar declaración a la madre, María Alonso. La señora Alonso contó que su hijo Bernardo se había ido a trabajar de peón en Bilbao, y que haría unos cuatro años recibieron una carta suya en la que manifestaba su deseo de marcharse a América; tres meses después recibieron una nueva carta del hijo, esta vez remitida desde Veracruz (Méjico); posteriormente recibieron otras dos cartas más desde esa localidad, la última en las navidades de hace tres años; María añadía que desde entonces no habían vuelto a tener noticias de su hijo.



Despedida de soldados destinados a África, Estación de Atocha (1921)


La declaración es firmada por Eugenio Alonso, hermano de María, ya que esta no sabía leer ni escribir, como era entonces relativamente habitual en personas de cierta edad.


Al día siguiente, es citado a declarar Dionisio Varona García, mozo agraciado con el número siete en el sorteo del alistamiento correspondiente al referido reemplazo de 1914. Dionisio confirma lo declarado por María: que le constaba que su compañero de quinta Bernardo se encontraba trabajando en Bilbao desde hacía unos cuatro años, tiempo durante el que mantuvieron alguna comunicación postal, y que escuchó al padre de Bernardo, Natalio, manifestar que su hijo se había ido a América.


Soldados españoles en el Rif, años 20
   


Acto seguido, Lorenzo Girón, en su condición de regidor síndico del Ayuntamiento de Huérmeces, y una vez examinadas las declaraciones anteriores, dictaminó que procedía la declaración de prófugo del mozo Bernardo Díaz-Villalvilla Alonso, para su busca, captura y demás efectos legales; también concluyó que no se apreciaba complicidad alguna ni de sus padres ni de ninguna otra persona.

Finalmente, se hizo entrega del expediente a la madre de Bernardo y a Genaro Beato, padre del mozo Eustaquio Beato Moreno, número ocho del sorteo de reemplazo, al fin de oír sus alegaciones como parte afectada. La declaración de Genaro tampoco contradijo lo expresado por María y Dionisio, en cuanto a ausencia de complicidades en la presunta fuga del mozo. Y de esta manera, con las firmas del alcalde y secretario (Mauricio Díaz), se dio por finalizada la instrucción, en el ámbito municipal, del expediente de prófugo del mozo Bernardo Villalvilla Alonso.


BERNARDO VILLALVILLA EN AMÉRICA

Cabe aclarar que el expediente de prófugo tuvo nulos efectos, ya que Bernardo nunca regresó a España.

Bernardo había nacido en Huérmeces un 10 de marzo de 1893, en el seno de una humilde familia de labradores y jornaleros, que vivía -de renta- en el número 4 de la calle de la Plaza (en la misma casa que acabaría siendo propiedad de los descendientes de Miguel Díaz Martínez). El padre, Natalio Villalvilla, y la madre, María Alonso, criaron a nueve hijos, de los que Bernardo fue el tercero.

En aquellos primeros años del siglo XX, tiempos de penurias y estrecheces, no había futuro para todos en Huérmeces; así que estos nueve hijos, a muy temprana edad, tuvieron que buscarse la vida lejos del pueblo: Bilbao, Argentina, Cádiz, Madrid... fueron algunos de los destinos conocidos de los hermanos Villalvilla Alonso.

Bernardo había abandonado Huérmeces en 1909, a los 16 años de edad, para buscar trabajo en el industrioso Bilbao de aquellos tiempos. Al año siguiente, suponemos que una vez ahorrado dinero suficiente para pagarse el pasaje, se había embarcado rumbo a América; tras una breve estancia en Veracruz, Bernardo había llegado a la Argentina en 1911.

Al poco de llegar, había ingresado en la Armada Argentina, sirviendo como mayordomo en el acorazado "Moreno" durante seis años; también sirvió en el buque "Guardia Nacional"; durante la Primera Guerra Mundial, Bernardo navegó, fundamentalmente, por toda Norteamérica aunque, de su época en la Armada, guarda especial recuerdo de su viaje a las Islas Orcadas (1923-1924).



Bernardo, Melchora y sus dos hijos: Elba Edith y Norberto Julián (c. 1940)


En el año 1933 se acogió a los beneficios de la jubilación militar, estableciéndose ya como civil en la localidad de Punta Alta, una ciudad semi costera, perteneciente a la provincia de Buenos Aires.



Elba Edith y Norberto Julián Villalvilla García (c. 1940)


En Punta Alta abrió una cantina y, más tarde, una tienda de mercería, perfumería y juguetería, regentada por su esposa, la española Melchora García Díaz, con la que se había casado en 1925. El matrimonio Villalvilla García trajo al mundo a dos hijos: Elba Edith y Norberto Julián.


Punta Alta (Argentina), 1941



VICTORINO [DÍAZ-] VILLALVILLA ALONSO

Victorino, el hermano pequeño de Bernardo, fue una persona muy apreciada en la familia. Residió parte de su vida en Cádiz, regentando una carbonería; allí contrajo matrimonio en 1939 con Fernanda Teresa Villar Llano (Unquera, 1919-Madrid, 1989); años más tarde, se estableció en Madrid, trabajando en una ferretería propiedad de la familia de su mujer. No tuvieron descendencia. A lo largo de toda su vida, y mientras su salud se lo permitió, realizaron periódicas visitas a Huérmeces, manteniendo siempre el contacto con la familia.


Victorino [Díaz-] Villalvilla, Cádiz, junio 1939


Visitas, generalmente estivales, durante las que realizó numerosas fotografías, algunas de las cuales han servido de ilustración a varias entradas de este blog. Una de las más apreciadas data de agosto de 1939, y en ella aparecen varios familiares, entre los que destaca, a la derecha, la figura de Eugenio Alonso Fernández, tío de Victorino (hermano de su madre, María, en cuyo nombre firmó en el expediente de prófugo de Bernardo), y bisabuelo de quien esto escribe. Es la última fotografía de Eugenio, antes de que muriera, alcanzado por un rayo, un año más tarde, en julio de 1940.


Huérmeces, eras de Mercado, agosto 1939



Victorino falleció en Madrid, a finales de los años noventa del siglo pasado, no sin antes haber satisfecho uno de los grandes anhelos de su vida: visitar a sus parientes en la Argentina, a los descendientes de su hermano Bernardo. 



APUNTES FAMILIARES

Tanto en los padrones de población como en otros documentos municipales o diocesanos, el apellido de Bernardo y sus hermanos aparece consignado tanto en la forma compuesta "Díaz-Villalvilla" como en la más elegante "Díaz de Villalvilla" o como en la más mundana "Villalvilla", a secas. Este hecho origina que, en ocasiones, sea difícil seguir el rastro de algunas personas. Bernardo se deshizo del Díaz al llegar a Argentina, mientras que otros hermanos lo mantuvieron durante toda su vida.


Natalio [Díaz-] Villalvilla Hidalgo (Hces, 1856) y María Alonso Fernández (Los Tremellos, 1866): trajeron al mundo a once hijos, todos ellos nacidos en Huérmeces:

  • Emiliano (27 febrero 1890)
  • Francisco (16 junio 1891 - Cádiz, 1937)
  • Bernardo (10 marzo 1893)
  • Fidel (10 noviembre 1894)
  • Eustasio (28 marzo 1896)
  • Jacinto (15 agosto 1897 - Tetuán, 1958)
  • Pablo (24 enero 1900)
  • Casilda (10 abril 1902)
  • Elisa (1905)
  • Dolores (1907)
  • Victorino (1912)


DECLARANTES EN EL EXPEDIENTE DE PRÓFUGO

Genaro Beato Crespo (Las Hormazas, 1868), pastor en Huérmeces durante muchos años, junto con su esposa, Justa Moreno (Celadilla Sotobrín, 1865).

Eustaquio Beato Moreno (Hces, 1893), hijo de los anteriores, compañero de quinta de Bernardo, y hermano de Bienvenido (Hces, 1903), un curioso personaje a quien ya dedicamos una entrada en este mismo blog: Bienvenido: un bala perdida en el Burgos de hace noventa años

Dionisio Varona García (Hces, 1893), compañero de quinta de Bernardo; hijo de José Varona Ubierna (Hces, 1855) y Francisca García Güemes (Ruyales del Páramo, 1860)

Eugenio Alonso Fernández (Hces, 1872-1940): firmó y actuó en representación de su hermana María, madre de Bernardo; en aquellos años vivía en la hoy conocida como casa de José Alonso (Pepón) y Mónica Fernández.


CARGOS MUNICIPALES QUE INTERVINIERON EN EL EXPEDIENTE DE PRÓFUGO

Epifanio Ontillera Pérez (Las Hormazas, 1883): herrero de Huérmeces durante mucho tiempo (1915-1935); alcalde de Huérmeces entre 1914 y 1915; también fue secretario.

Mauricio Díaz Gallo (Hces, 1852): molinero en los Nogales, vivió en la hoy denominada "casa de Miguel", en el desaparecido barrio de La Parte; secretario municipal durante parte de la segunda década del siglo XX. 

Julián Ortega Pérez (Santibáñez Zarzaguda, 1880), labrador y alguacil; vivió en la hoy conocida como "casa de Rodrigo".

Lorenzo Girón del Cerro (Hces, 1874-1970): labrador; actuó de síndico municipal en el expediente de prófugo; vivió en la hoy conocida como "casa de Fonsete".


PUNTA ALTA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES, PARTIDO DE CORONEL ROSALES (ARGENTINA)

Situada a unos 580 km al SW de la ciudad de Buenos Aires, en la provincia homónima, Punta Alta es hoy una ciudad de unos 58.000 habitantes, capital del partido de Coronel Rosales. Su población está compuesta, principalmente, por emigrantes italianos y españoles; también abundan familias procedentes de Alemania, Francia, Holanda y países de la Europa del este.




La ciudad fue fundada en 1898, al calor de la construcción de un puerto militar. Posteriormente, contribuyó a su desarrollo la llegada del ferrocarril que la comunicaba con Rosario y con la cercana Bahía Blanca. Su diseño es típico en damero. En sus inmediaciones se encuentra la base naval Puerto Belgrano.




Más de cien años nos separan de la apertura del expediente de prófugo a un farol que acabó sus días en una pequeña ciudad al otro lado del charco. Por ironías del destino, casi al mismo tiempo en que Bernardo era declarado prófugo en España, ingresaba en la Armada del país que lo acogió, sirviendo en la misma durante casi veinte años.

Unos 11.000 km, en línea recta, separan Huérmeces de Punta Alta. Casi 14 horas de vuelo directo, si existiera, entre Madrid y Bahía Blanca, los dos aeropuertos internacionales más cercanos.


BANDA SONORA:

Sobra añadir que Bernardo, a pesar de que su nombre figure en un expediente de prófugo, no fue tal en absoluto, ya que el muchacho se limitó -como muchos otros- a emigrar a América en busca de un trabajo y un porvenir menos gris que el que le esperaba en su tierra y, de paso, de un porvenir menos breve que el que le esperaba en las descarnadas montañas del Rif, en el norte de África. 





Por eso, una vieja canción de Víctor Manuel, El cobarde, nos puede servir para ilustrar el sentimiento anti militarista que existía en gran parte de la sociedad española durante las tres primeras décadas del siglo XX: a la guerra solo iban -y morían- los pobres; los hijos de los ricos se libraban, bien a cambio de dinero, bien utilizando todas las influencias familiares posibles.

El cantautor asturiano (Mieres, 1947) presentó la canción en el icónico año 1968, en el Segundo Festival de la Canción del Atlántico, celebrado en Santa Cruz de Tenerife. Ni que decir tiene que su contenido anti militarista no agradó a muchos, sobre todo dentro de la gama alta y uniformada de la sociedad de la época. Aunque la canción resultó ganadora, el entorno socio-político del festival obligó a repetir la votación y … "El cobarde" quedó en segundo lugar; cuentan que su autor se libró por los pelos de ser detenido, acusado de subvertir a los jóvenes. Qué tiempos … qué tiempos.


FUENTES:

-Archivo municipal del Ayuntamiento de Huérmeces: padrones de población de los años 1896, 1899 y 1924; expediente de prófugo de Bernardo Villalvilla (marzo de 1914).

-Página web "El gran álbum de Punta Alta (1898-1941)":


sábado, 1 de agosto de 2020

Acedillo: la Pinza provenzal


La Pinza de Acedillo es una extensa altiplanicie (a unos 1050 m de altitud media) que se extiende entre la carretera de Villadiego y los pliegues rocosos del Perul. En la actualidad, se encuentran cultivadas unas 160 hectáreas.

Tradicionalmente, en estos terrenos de vocación claramente ganadera, se han venido cultivando cereales de secano, con unos rendimientos medios muy discretos, en consonancia con la escasa profundidad y calidad del terreno. En los últimos años, también se han cultivado girasol y colza, más por su condición de alternativa adecuada para el cereal que por las productividades ofrecidas.

Hace cuatro años, sin embargo, el panorama agronómico de La Pinza comenzó a cambiar. Un agricultor de Acedillo comenzó a realizar plantaciones de lavanda, espliego y lavandín, hasta alcanzar las aproximadamente 30 hectáreas de cultivo que existen en la actualidad.




Los requerimientos ecológicos de estas tres aromáticas del grupo de las lavandas (género Lavandula) no son nada extravagantes: terrenos más o menos llanos, preferentemente calcáreos, situados a una altitud superior a los 800 metros, con unos suelos de textura franco-arenosa, y con una pluviometría típica de secanos mesetarios. El profundo sistema radicular de las lavandas, propio de un cultivo permanente, origina que sus necesidades hídricas no sean muy elevadas, considerándose un cultivo adaptado a ambientes más o menos xerófilos.



El cultivo se desarrolla en un marco de plantación aproximado de 1,90 x 0,60 metros, adecuado para la realización de periódicas escardas mecánicas.




Si bien la inversión inicial es alta, ya que es necesario trasplantar unas 9.000 plantas por hectárea (20 céntimos cuesta cada planta), y hay que esperar dos años para la primera recolección, se estima que el rendimiento económico es el doble (2400 euros/ha) que el obtenido con cereales de secano (1200 euros/ha), subvenciones aparte. 

El beneficio neto es menor, claro, ya que también hay que tener en cuenta los costes de destilación que, tanto si los realiza un tercero como si los realiza el propio agricultor, suponen una parte importante del capítulo de gastos. Dado que no conviene que pase mucho tiempo entre la recolección y la destilación, resulta más que interesante la opción de destilar la producción propia, evitando gastos de transporte y mermas de rendimiento.

Las plantaciones pueden durar unos doce o catorce años, antes de que sea necesaria su sustitución por nuevas plantas.



El rendimiento medio en esta zona es de unos 30 kg de aceite esencial por hectárea de cultivo de lavanda; el precio aproximado del aceite de lavanda es de unos 70-80 euros por kg; del lavandín, por el contrario,  se obtiene mayor cantidad de aceite esencial, aunque también su precio es muy inferior.




Las lavandas son especies sufrútices: plantas que aúnan características arbustivas y herbáceas ya que, si bien la parte inferior de su tallo principal es leñosa, el resto de la planta conserva una estructura herbácea, lo que posibilita la reiterada recolección de los brotes del año sin que la planta resulte dañada.


Lavanda, lavandín y espliego

Características de las tres principales especies del grupo de las lavandas:


Lavanda (Lavandula angustifolia): hojas estrechas y alargadas, situadas tanto en la base de la planta como en los tallos florales; cuando la planta es joven, las hojas presentan un tono grisáceo, que acaba por transformarse en tonalidades más verdosas; los tallos florales no suelen ramificarse; las flores son algo mayores que las del espliego y su color varía entre el azul y el violeta intenso; florece entre julio y agosto.




Espliego (Lavandula latifolia): forma una mata más alta que la lavanda y su color resulta más grisáceo; las hojas, más anchas que las de la lavanda, se disponen generalmente en la base de la planta, aunque en ocasiones aparecen en los tallos florales; los tallos florales suelen estar ramificados, formando un característico tridente, con tres espigas cada uno; las flores, de menor tamaño que las de la lavanda, tienen un color lila pálido; florece entre julio y septiembre.
 



Lavandín (Lavandula x intermedia): se trata de un híbrido natural estéril entre lavanda y espliego; es una planta más vigorosa y productiva que sus progenitores, con una mata más redondeada y homogénea; tallos florales más largos; espigas más grandes y puntiagudas, de un color violeta más intenso; en la base se localizan dos espiguillas laterales; aunque su rendimiento en aceite esencial es mucho mayor que en el caso de la lavanda, también su precio es inferior.




Las tres especies cuentan con numerosas variedades comerciales, que se diferencian en sus variados requerimientos ecológicos y productividades.

La incidencia de plagas y enfermedades no es muy alta: un par de coleópteros (escarabajos), algún cóccido (cochinillas), un díptero (mosca de las agallas) y un hongo (podredumbre radicular), principalmente.




En Europa, es la región francesa de Provenza la mayor productora de lavanda, con su centro neurálgico en Grasse, la denominada capital mundial del perfume. También encontraremos campos de lavanda en la Toscana italiana y en el Surrey inglés.





En España, la capital nacional de la lavanda es la localidad alcarreña de Brihuega; también ha adquirido reciente importancia la manchega Ossa de Montiel, en Albacete; en Castilla y León,  llevan ya casi dos décadas cultivando lavandas en las localidades vallisoletanas de Tiedra y Peñafiel; Ampudia y Villaumbrales en Palencia; Villoviado, Castrillo Solarana y Acedillo, en Burgos; también existen plantaciones en la provincia de Soria. En Castilla y León se cultivan unas 150 hectáreas de lavanda y unas 560 de lavandín.

Castilla La Mancha ha incluido una subvención a las plantas aromáticas, como ayuda agroambiental, por un importe de 155 euros por hectárea y año en el caso del lavandín.




En La Pinza, la floración de las lavandas comienza a mediados de julio y finaliza a mediados de agosto, según la especie y variedad. El mejor momento del día para la contemplación y fotografiado de estos campos de lavanda es, sin duda, las últimas horas de la tarde: a las nueve y media de un día de finales de julio; tampoco es mal momento las primeras horas de la mañana (si no hay niebla): a las ocho y media de finales de julio.

En una de las plantaciones más desarrolladas, la secuencia de floración se resume en las fotografías siguientes:









Ni que decir tiene que estas plantaciones constituyen un auténtico festín para los sentidos: no solo para la vista y el olfato, que también para el oído; si somos capaces de visitarlas en silencio, escucharemos también el constante zumbido de las abejas y otros polinizadores, lo que contribuirá a aumentar el encanto de la visita.

Por último, recordar que estas plantaciones tienen un fin comercial y, por lo tanto, sobran actuaciones como recolectar "un par de tallos" o corretear por entre las plantas.


ACEDILLO: UN PUEBLO EÓLICO

Acedillo se encuentra, en línea recta, a unos 9 km al NW de Huérmeces. Por carreteras y caminos en buen estado, existen dos posibles rutas para llegar a Acedillo, ambas idóneas para una pequeña excursión ciclista o pedestre:


Acedillo desde el castillo

-la más corta, de unos 11 km, pasa por Ruyales del Páramo (4 km de carretera), y desde allí, por el camino de San Benito, en otros 7 km, alcanzar Acedillo.

-un poco más larga, de unos 13 km, es la que pasa por Quintanilla Pedro Abarca (8 km de carretera), y desde allí, gracias a los 5 km de la  pista que pasa por el bucólico paraje de la ermita de Robledillo, llegar fácilmente a Acedillo.


La Pinza de Acedillo: viento, piedras, cereales, colza y lavandas

Eso sí, en ambas opciones tendrás que superar el repecho final que, en poco más de 300 metros, salva el desnivel de 40 metros existente entre el camino y el caserío del pueblo.


Acedillo: colmenar en las inmediaciones del pueblo

Y es que Acedillo se encuentra a una altitud considerable (1050 m), en una loma expuesta "a la influencia de todos los vientos", tal y como ya aseguraba Madoz en su célebre diccionario. La fuente de agua, sin embargo, se encuentra a un nivel más bajo, a unos 100 metros al sur del caserío, lo que obligaba a los antiguos vecinos a un penoso acarreo. También al sur del caserío, encontramos los escasos restos de su castillo, que se elevan a unos 1060 m de altitud, dominando toda la cabecera del río de Bustillo.


Vista desde el castillo de Acedillo: a la izquierda, camino de Quintanilla Pedro Abarca; en el medio, camino hacia Valdepino; a la derecha, camino hacia Coculina y Bustillo
La Caldera desde el Perul

Desde el mirador del castillo podemos contemplar una hermosa vista: al sur, la pequeña garganta de La Caldera, horadada por el mencionado río de Bustillo; hacia el este, los extensos arenales cubiertos de brezo, los bosques de roble melojo y las maduras plantaciones de pino silvestre; a nuestras espaldas, al norte, los farallones del Perul (1159 m) con su despliegue eólico: nada menos que 16 aerogeneradores, implantados en 2003 a lo largo de todo el término del pueblo.



Y seguramente ha sido este alarde eólico el que ha salvado a Acedillo de su desaparición. Se han rehabilitado multitud de edificaciones, se ha levantado un espléndido local social, se ha aprovechado el solar de la casa rectoral para ubicar un parque infantil, se han rehabilitado la fuente y los lavaderos... Acedillo ha resurgido de sus cenizas gracias, entre otras cosas, a su elevada ubicación, sometida a un casi permanente régimen eólico.





UN POCO DE HISTORIA

Acedillo no aparece en el Libro Becerro de las Behetrías, aunque sí lo hace el pueblo vecino por el sur "Bustiello çerca Azediello", por lo que suponemos que el origen de Acedillo fuera anterior, aunque en la fecha de realización de la pesquisa (1352) el lugar se encontrara temporalmente despoblado (yermo). Bustillo era behetría de Gutierre Ferrandez Delgadiello, lo mismo que Cotolina (Coculina); Ormazuela lo era de Ferran Royz de Villalobos.  

Si ya existía por entonces el castillo, este sería propiedad de los Delgadillo; a finales del siglo XV pasó a manos de los Salazar y, ya en el XVI, al alcalde de Burgos, Antonio Sarmiento. En la segunda mitad del siglo XVIII, el castillo se encontraba completamente arruinado. En tiempos medievales, Acedillo estaría incluido en el alfoz de Villadiego, ocupando el extremo NE del mismo, junto con Coculina, Hormazuela y Bustillo. Por aquellos tiempos, es posible que existiera una pequeña población en el paraje de San Mamés, en La Pinza, dónde han aparecido enterramientos y restos de edificaciones, en el pequeño cotorro que se eleva en las proximidades de la fuente allí existente.


Acedillo desde el Perul

La primera mención documentada del pueblo la encontramos en el Censo de población de la Corona de Castilla, realizado en la segunda mitad del siglo XVI (1587), donde Acedillo aparece (incluido en el arciprestazgo de Villadiego) con una población de 50 vecinos; una cifra sorprendente, ya que pueblos mayores aparecen con una población inferior o similar (Coculina, 30 vecinos; Villalibado, 25 vecinos; Sandoval de la Reina, 60 vecinos); Huérmeces (en el arciprestazgo de Santibáñez) aparece con 2 pilas y 80 vecinos.

En cuanto al posible significado del término "Acedillo", algunos lo derivan de "alcedo","arcedo", lugar poblado de arces; otros, sin embargo, suponen una derivación del antropónimo Azedo.




En el Catastro de Ensenada (1752), Acedillo [Hazedillo] aparece como perteneciente al Duque de Frías, con alcalde mayor en la villa de Villadiego. Precisamente de esos tiempos viene el conflicto de competencias entre Villadiego y la Jurisdicción de Haza de Siero (perteneciente al duque de Medinaceli, y cuya "cabeza" radicaba en Huérmeces): en la división jurisdiccional de 1789, el lugar de Acedillo (perteneciente al duque de Frías) figura sujeto tanto a la jurisdicción del alcalde mayor de Villadiego (incluido en la Quadrilla del Condado, en el partido de Villadiego) como a la de Haza de Siero, cuyo alcalde mayor considera que Acedillo es de realengo.

 
La Pinza, tiempo de cosecha

En los diccionarios de Miñano (1826) y Madoz (1850), aparece con una población de 117 y  56 habitantes, respectivamente, aunque ya está constatada la antigua sospecha de que las cifras demográficas del segundo se encuentran totalmente falseadas, a la baja, para eludir impuestos y alistamientos. 

Durante un par de décadas del siglo XIX, Acedillo conformó por sí mismo un municipio independiente; a mediados de ese mismo siglo, incorporó a los pueblos vecinos de Bustillo y Hormazuela. A finales de los años 70 del siglo XX pasó a formar parte del mega municipio de Villadiego.


Diario de Burgos, 30 de marzo de 1926

En la prensa provincial de los años veinte encontramos una curiosa reseña judicial, relativa al contencioso que mantienen, en relación a un contrato de trabajo, un vecino de Acedillo, Valentín Martínez Martínez, y el presidente del Sindicato Agrario de San Isidro Labrador, domiciliado en Huérmeces. Suponemos que se trata de un contrato como guarda de ganado (pastor) para alguna de las varias cabañas ganaderas del Huérmeces de aquellos años.

Durante los siglos XIX y XX, varios fueron los pastores de Acedillo que prestaron sus servicios en Huérmeces; especial mención merece Tomás Iglesias Peña (Acedillo, 1882), que ejerció de pastor (de yeguas) en Huérmeces  durante cuarenta y cinco años (1905-1950); Tomás contrajo matrimonio con Valentina Díaz Hidalgo (Huérmeces, 1885) y criaron a cinco hijos, todos ellos nacidos en Huérmeces: Domitila (1910), Julián (1915), Benilde (1917), Teófilo (1924) y Eulalia (1928). A mediados de los años 60, una vez finalizada su vida laboral en algún pueblo del entorno, Tomás y Valentina volvieron a Huérmeces para pasar sus últimos años de vida, residiendo en el número 5 de la calle de la Solana, al lado de la conocida como "casa del secretario".  


LA IGLESIA DE SAN MILLÁN ABAD

Iglesia de claro origen románico, ya que conserva vestigios de esta época en el muro meridional y en los arranques de la portada, que debía ser apuntada y estar formada por tres arquivoltas que descansaban en jambas y semi columnas, de las que se conserva un tosco capitel decorado con un aspa; también se conservan un canecillo ornado con un busto masculino, perteneciente al antiguo tejaroz, y una pila bautismal con gallones.





Hoy en día presenta una espadaña clasicista con remate de bolas, con escalera de caracol adosada a la nave, ábside rectangular con pequeña aspillera y una portada renacentista a base de dovelas en arco. Su interior, renacentista de una nave, capilla lateral y sacristía, con pilastrones, arcos y bóvedas estrelladas de piedra; retablo mayor presidido por San Millán Abad (antiguo patrón de Castilla), acompañado por San Pedro y San Pablo, Crucificado y relieve del Resucitado en sagrario.





UNA FAMILIA DE CARPINTEROS ACEDILLANOS SE ESTABLECE EN HUÉRMECES

Ruperto Pérez Infante (Acedillo, 1855-Hces, 1931), de profesión carpintero-carretero, contrajo matrimonio con Petra García Girón (Huérmeces, 1863-Burgos, 1947) y, después de vivir y trabajar unos años en Huérmeces, volvieron a Acedillo, dónde permanecieron durante unos veinte años; finalmente, en 1913 retornaron a Huérmeces, dónde se establecieron definitivamente.

Ruperto y Petra trajeron al mundo a diez hijos, de los que únicamente siete salieron adelante. Sus cuatro primeros hijos nacieron en Huérmeces; los seis siguientes, en Acedillo.

Tal y como era habitual en aquellos tiempos, Ruperto y Petronila otorgaron a sus hijos el nombre de uno de los santos del día del nacimiento de cada uno, independientemente de lo raro que aquel pudiera resultar; los diez hermanos Pérez García fueron bautizados con los nombres siguientes:

  1. Virgilia (Hces, 1882)
  2. Silvino (Hces, 1885)
  3. Antonio (Hces, 1886)
  4. Emerenciano (Hces, 1888)
  5. Isaac (Acedillo, 1892) [como nombre femenino]
  6. Eusebia (Acedillo, 1894)
  7. Luzgerico (Acedillo, 1896)
  8. Porfirio (Acedillo, 1898)
  9. Wistremundo (Acedillo, 1902)
  10. Artemio (Acedillo, 1906)

En una espléndida fotografía, datada hacia el año 1913, aparece casi al completo la familia Pérez García; únicamente falta Silvino, el mayor, que ya se había casado. Ruperto y Petra aparecen sentados, rodeados de seis de sus siete hijos; en la segunda fila, de izquierda a derecha: Porfirio, Eusebia, Luzgerico e Isaac; en la primera: Artemio y Wistremundo.


Familia Pérez García (c. 1913) Fotografía cortesía de la familia De Miguel Pérez


Silvino fue dado por desaparecido en 1936, al poco de comenzar la guerra civil; Isaac ejerció de maestra en Penches durante casi cincuenta años; Eusebia vivió en Las Quintanillas; Artemio, en Madrid; Wistremundo, fue misionero en Brasil; de Porfirio, únicamente sabemos que no vivía ya en 1931, año en el que falleció su padre, Ruperto.

Fue Luzgerico Pérez García el hermano que continuó la saga familiar de carpintero-carreteros; en 1923 contrajo matrimonio con Lucía Alonso Villalvilla (Huérmeces, 1904) y se estableció en Huérmeces. Primeramente, residieron en el número 25 de la calle de la Plaza (en la que luego sería casa de Mauro Serna e Inés Santamaría), más tarde en el número 14 de la calle Ondovilla (hoy conocida como casa de Joaquín y Regina); el taller se encontraba en un local de la misma calle Ondovilla, en la que luego sería casa de Valeriano y Rosario (y una de las tres tabernas del Huérmeces de los años sesenta).

Desgraciadamente, la carrera profesional de Luzgerico fue corta, como corta fue su vida. Luzgerico falleció en 1933, a los 37 años de edad. Dejó viuda y tres hijas de corta edad. Sus descendiente viven hoy en la ciudad de Barcelona.


ACEDILLANOS POR EL MUNDO

No es sencillo rastrear en internet pedazos de vida de personas que nacieron a principios del siglo XX y fallecieron ya hace cuatro décadas. Pero si el nombre buscado es Wistremundo, y religioso el gremio al que perteneció, hay que reconocer que aumentan considerablemente las posibilidades de encontrar algo en la red. Así, en una web claretiana brasileña (claret.org.br), encontramos lo siguiente:




Wistremundo Roberto Pérez García
(Acedillo, 1902), uno de los siete hermanos anteriormente citados, debió de destacar pronto como estudiante ya que, a la temprana edad de 11 años, ingresó en el colegio que los padres claretianos regentaban en Valmaseda.




En 1917, una vez aprobados sus estudios de noviciado, partió hacia Segovia para realizar el año de probatura, profesando en agosto de 1918. Realizó sus estudios de filosofía y teología en los seminarios de la congregación, siendo ordenado sacerdote por el obispo de Segovia en mayo de 1926.


Wistremundo (primero por la derecha) y sus pupilos (años 40)


Arribó a Brasil en febrero de 1928, dentro de la 35ª expedición, siendo enviado al colegio San José de Batatais. Durante su estancia en Brasil, pasó por diversos destinos en colegios de Río Claro, Curitiva, Belo Horizonte, Río de Janeiro y Sao Paulo.


Wistremundo (4º por la izquierda en la fila inferior) y sus pupilos (años 60)


En 1964 llegó a Londrina, una próspera ciudad del estado de Paraná, como vicario de la parroquia del Inmaculado Corazón de María. En Londrina permaneció hasta su fallecimiento, en abril de 1983, a la edad de 81 años, tras un apostolado de 55 años en tierras brasileñas.





En la citada ciudad de Londrina (Paraná), hoy en día lleva su nombre un centro educativo público de grado medio: el Colégio Estadual Padre Wistremundo Roberto Pérez García, sito en la Rua Tanzania nº 110, en el Parque Ouro Verde. Parece ser que Westrimundo prefería que sus discípulos y correligionarios claretianos se dirigieran a él por su segundo nombre: Roberto, mucho más sencillo de pronunciar y escribir, aunque también de olvidar.