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domingo, 3 de septiembre de 2017

El buitre caído o daños eólicos colaterales

Domingo, 20 de agosto de 2017, 21:05 horas. Páramo entre Santibáñez-Zarzaguda y Celadilla-Sotobrín. Pista de servicio del Parque Eólico "Las Viñas".

A pesar de la ya escasa luz solar, dos manchas oscuras destacan sobre la rastrojera. Entre ambas no habrá más de cuarenta metros de separación.

Según nos vamos acercando a la mancha más próxima a la pista de servicio del parque, la misma comienza a definirse: una enorme masa alada. En concreto, el ala derecha de un buitre leonado, limpiamente seccionada.








No es necesaria excesiva imaginación para suponer que la mancha más alejada se corresponde con el resto del cuerpo del ave. Ni tampoco cuesta mucho deducir que el responsable de la amputación ha sido una de las enormes aspas del molino número 7, el más cercano a las dos porciones de buitre.  


Según estimaciones realizadas en 2012 por SEO/BirdLife, los más de 18000 aerogeneradores que funcionaban entonces en los parques eólicos de España causaban -anualmente- la muerte de al menos 6 millones de aves y murciélagos.

Una de las especies más llamativamente afectadas es el buitre leonado (Gyps fulvus), hasta el punto de poner en entredicho el futuro de la recuperación poblacional que la especie había registrado en las últimas décadas.

El informe de SEO/BirdLife incluía los datos de muertes aviarias registradas en doce parques eólicos de la provincia de Burgos (Montejo, La Lora 1 y 2, La Magdalena, Valdeporres, Úrbel del Castillo, El Perul, La Calzada, Marmellar, Lodoso, El Canto y La Torrada). En el período comprendido entre 2004 y 2010, se registraron unas 240 aves muertas en esta muestra de parques, de las que alrededor de 190 correspondían a buitres leonados.


Las cifras de buitres muertos eran muy semejantes en los doce parques estudiados. Hay que tener en cuenta que, con las aves de menor tamaño (lechuzas, petirrojos, gorriones, alondras, colirrojos) es más difícil realizar el mero conteo de cadáveres, ya que los carroñeros actúan con rapidez, haciendo desaparecer cualquier evidencia. También se registraron muertes de especies amenazadas como el milano real (4) y el alimoche (1).

No existen evidencias que demuestren que se produzca un fenómeno de habituación en las aves que haga que eviten los aerogeneradores y disminuya con el tiempo la mortalidad por colisión. Las cifras de muertes anuales registradas a largo plazo evidencian que no existen grandes diferencias en la mortalidad según van trascurriendo los años desde la implantación del parque correspondiente.

No es que los buitres -seres eólicos por naturaleza- sean tan estúpidos como para chocar obstinadamente con esas relativamente lentas y bien visibles aspas. Es que tanto los buitres como otros grandes planeadores, debido a su gran envergadura y escasa maniobrabilidad, son incapaces de esquivar a tiempo esas inmensas cuchillas que cortan el aire. Las ven llegar pero no tienen apenas capacidad para poder frenar o apartarse de ellas.

Lo que ha quedado claro en el tiempo transcurrido desde el inicio del boom eólico es la escasa fiabilidad de los estudios de impacto ambiental que se utilizan en todo el mundo para autorizar o rechazar la instalación de parques. Las estimaciones previas no coinciden con las muertes de aves registradas cuando los parques entran en funcionamiento. De igual modo, con aquellos criterios, podría haberse denegado la autorización a parques que, con el paso del tiempo, se hubieran demostrado relativamente inocuos en cuanto a mortalidad aviaria.

El principal problema es que los estudios de impacto ambiental tenían en cuenta toda la superficie del parque, cuando en realidad deberían haberse realizado los cálculos para cada uno de los molinos a instalar. Hay que tener en cuenta que las aves no se distribuyen uniformemente por todo el parque, ya que sus desplazamientos dependen tanto de la particular topografía del terreno como de la velocidad y características del viento que lo surca. En un mismo parque puede haber molinos que causen muchas muertes al lado de otros que apenas tengan impacto.

En 2013, investigadores de la Estación Biológica de Doñana estudiaron la forma de evitar que los parques eólicos se convirtieran en un peligro para las aves. Se realizaron pruebas en el túnel del viento, imitando la orografía de cada zona y simulando las corrientes de aire. Grabaron durante un millar de horas el comportamiento de los buitres en un campo eólico real.

El estudio concluye que son pocos los molinos que resultan realmente letales para las aves, y en estos se concentra la mayor parte de las colisiones. 


Por otra parte, un análisis realizado sobre 116 estudios de impacto ambiental de proyectos eólicos presentados a información pública pone de manifiesto que el 80% de ellos no habían considerado aspectos clave sobre el uso del territorio por las aves.

En los parques más sensibles, se están comenzando a implantar sistemas automatizados de monitorización y protección, que activan un sonido de aviso ante la proximidad de cualquier ave, llegando incluso a activar la parada del molino. 


Otras medidas preventivas entran en la esfera del -a veces escurridizo- sentido común: evitar la instalación de vertederos en las proximidades de un parque eólico (tal y como sucede en el vertedero de Ávila Norte, por ejemplo), o ser especialmente cuidadosos con la elección de la ubicación de los comederos de buitres.

Tampoco está claro el cumplimiento de la obligatoriedad normativa que tienen, tanto la administración como los titulares de las instalaciones eólicas, de hacer un seguimiento y dar cuenta de todos los accidentes de avifauna o de otras especies silvestres que se produzcan en los parques eólicos.



El Parque Eólico "Las Viñas" entró en funcionamiento en 2010 y consta de 19 aerogeneradores de 2 KW de potencia nominal cada uno, distribuidos entre los municipios de Valle de Santibáñez (10) y Merindad de Río Ubierna (9). Sus pistas de servicio constan de un total de 10 km, y parten -principalmente- de la carretera que comunica Celadilla Sotobrín con Las Rebolledas.

Según los datos medios de que se dispone a nivel nacional (1,33 aves muertas y registradas por molino y año), estos 19 aerogeneradores ocasionarían la muerte de unas 25 aves al año, aunque casi todas estarían concentradas en unos pocos molinos, los mal ubicados, denominados "puntos muertos" o "killers". 

Buitre sobrevolando el parque eólico del Sombrío (Huermeces)

En el contexto general de cambio climático, resulta poco cuestionable defender que los parques eólicos sean necesarios. Pero no estaría de más que la experiencia acumulada durante estos últimos años nos sirviera para ser más cuidadosos en la elección de futuros emplazamientos. También sería importante que las empresas titulares realizaran un seguimiento serio y transparente de los decesos aviarios registrados en sus instalaciones, así como que instalaran los mecanismos de corrección oportunos, que ya están a su disposición desde hace tiempo.

Molinos tipo "Vortex", sin aspas
¿Quizás la solución esté en un futuro próximo, con la generalización de los molinos sin aspas, más baratos, eficientes, silenciosos e inocuos para las aves?







domingo, 20 de noviembre de 2016

Una mastina periurbana y una oveja descarriada


Aunque había nacido en la vertiente burgalesa de la Sierra de la Demanda, casi se podría afirmar que -hasta entonces- nunca había visto una oveja ni de lejos, ya que a la temprana edad de dos meses fue adoptada por una familia urbana del Norte.

Podría haber sido una excelente perra mastina, protegiendo fielmente a una numerosa cabaña vacuna durante su libre pastoreo por la sierra. Quizás podría haber proporcionado a su amo buenas camadas de mastines, que habrían dispersado sus genes por toda la comarca.

Pero el destino le tenía preparada una vida algo diferente a la esperable para un perro mastín. Sería una perra más urbana que rural, guardando una casa, en la periferia de una ciudad, rodeada de vecinos schnauzers, golden retrievers, huskies y demás razas caninas de moda como animales de compañía.

Allí, en aquel barrio de la periferia, siempre sería considerada una paleta perra de pueblo. Demasiado grande y ruda para aquellos finos y pulcros perritos de diseño. Y si bien nunca le faltó el afecto de sus amos, no se acercó siquiera a las extravagancias de sus vecinos. Nada de caseta con calefacción y música, ni chaleco de invierno, ni veterinarios de postín, ni delicatessen culinarios...

El único capricho que se le permitía a la mastina consistía en que los tres meses estivales se los pasara en Huérmeces, con los abuelos, en una especie de "colonias" veraniegas para perros urbanos. Paseando y perdiéndose por el monte, persiguiendo alimañas, durmiendo en el patio de una casa de piedra, bañándose en el Úrbel, envenenándose hasta casi morir por culpa de cebos colocados por cazadores sin escrúpulos ... ese tipo de actividades típicamente veraniegas.

Algunos años, las vacaciones de verano se extendían hasta el puente de Todos los Santos; y también se producían visitas puntuales en Navidades y Semana Santa, al compás de los ritmos vitales de sus amos.




Y en una de aquellas salidas al campo, se produjo el primer e inevitable encuentro entre mastín y oveja. Sucedió en el monte de Itero, ya sobre los cantiles que asoman hacia la Peña Rallastra y Carromaribáñez. Mientras olisqueaba el ambiente, seguramente en busca de corzos y zorros, a los que adoraba perseguir -sin éxito alguno-, de repente algo nuevo aterrizó en su membrana pituitaria.

Era un aroma desconocido para una mastina de bote como ella. Un olor ni tan salvaje como el de un jabalí ni tan doméstico como el de un gato. Pero le atraía, sin duda. En su memoria genética debía existir grabado a fuego un olor similar.

Cuando por fin localizó a su fragante objetivo, se quedó petrificada, sin saber cómo reaccionar ante aquella mullida masa blanquecina, con cabeza pelada, morro afilado y negro antifaz, y con sus cuatro escuálidas patas bien plantadas sobre la cornisa rocosa.



Los dos bichos se observaron abiertamente. Puede que desafiantes, puede que desconfiados, pero en cualquiera de los casos se pegaron un buen repaso visual. Aunque a la oveja su instinto le decía que no se preocupara, que aquel perro estaba del lado de los suyos, el ovino no las tenía todas consigo. A la mastina, por su parte, el cuerpo le pedía perseguir a aquel bicho por entre las encinas, como habría hecho con un corzo, pero su instinto bueno le susurraba que tenía que comportarse, que la razón de ser de su raza algo tenía que ver con lo que tenía delante.

El caso es que ni la perra se arrancó a correr ni la oveja huyó, y al cabo de unos larguísimos minutos ambas siguieron con lo que estaban haciendo hasta entonces: la mastina, paseando con sus amos, la oveja, paciendo y balando, en busca del rebaño perdido.

Ese mismo año, la mastina se volvió a encontrar con ovejas en multitud de ocasiones, aunque ya en forma de rebaño. Pero nunca tuvo la ocasión de volver a observar tan detenidamente a aquellos animales de aspecto estrafalario. No se lo permitieron los mastines del pastor, que rápidamente salían en persecución de aquella perra pija, neorrural y mimada, que olía a colonia, y que invariablemente terminaba buscando refugio entre las piernas de sus desconcertados amos.






La hembra de mastín atendía al nombre de Tana; repartió su existencia (1996-2007) entre Huérmeces y El Norte y quiero suponer que llevó una buena vida. Para sus amos, fue una buena perra. También creo que nunca le importó demasiado que sus congéneres la consideraran pija en el pueblo y paleta en la ciudad.

De la oveja descarriada,... supongo que proporcionó a su dueño muchos corderos antes de que fuera consideraba demasiado vieja para criar, se despeñara por un cantil o fuera presa de lobos o perros cimarrones, ...vete tú a saber.

lunes, 27 de julio de 2015

De bestias y humanos (II): animales que miran fijamente a ciclistas



En muchas ocasiones, uno tiene la sensación de que los animales con los que te cruzas por sendas y caminos te observan detenidamente, aunque sin excesivo temor, más bien con incrédula perplejidad.

Disfrazado de ciclista, aunque algunos bichos no distingan los colores, debes de presentar un aspecto de lo más hilarante para ellos.

Dos enormes piernas circulares, cabeza redondeada y brillante, sin pelo, olor insoportable (mezcla de protector solar y desodorante sport) y siempre resoplando en las subidas.

A vacas, buitres, burros y corzos no les molesta en absoluto que un ciclista atraviese sus dominios y puede que, en muchas ocasiones, les alegre el día, sacudiéndose su proverbial aburrimiento.





Si un grupo de vacas, pastando tranquilamente, levanta la cabeza e interrumpe por un rato su rumia constante, es que el espectáculo les merece la pena. Si pudiéramos escuchar su conversación, sería algo así como:

-         ¿Y eso que es?
-         Ni idea, pero huele a rayos.
-         El pasado fin de semana pasó otro muy parecido.
-         Pero no olía tan mal.
-         Es que aquel debía de ser de por aquí.








Y un trío de buitres, tranquilamente asentado en su oteadero favorito, una primaveral mañana de domingo:

-Buitre Uno: ¡De entre las decenas de cantiles calizos que hay por la zona, tiene que elegir precisamente este para dar la murga cada domingo por la mañana!

-Buitre Dos: Más le valdría ir a misa y dejarse de bobadas!, !Y como resopla el jodido!

-Buitre Tres:¡Mamarracho!

-Buitre Uno: Vamos a volar un rato hasta que acabe de subir, si es que acaba. !Huele que apesta!

-Buitre Dos: Es que es el aire de abajo.

-Buitre Tres: !Taxidermista!

 





Y un grupo de burros que, intrigados ante el paso de algo desacostumbrado una aburrida mañana de domingo, tienen conversación para rato:

-         ¿Qué era eso? ¿Una moto afónica? ¿Un agente del seprona? ¿Uno de extensión agraria?
-         No, que va. Un ciclista de montaña.
-         ¿Y eso qué es?
-         Un tipo de ciclista especialmente masoca.
-         ¿Y porqué se para y nos tira una foto?
-         Para ilustrar las chorradas que cuenta luego.
-         Ahhhh…




Los cada día más abundantes corzos, poco a poco van acostumbrándose al paso de ciclistas, y hace tiempo que ya no huyen, ni se sitúan fuera del alcance de nuestras cámaras de fotos en un par de saltos pendiente arriba. Un más que posible monólogo corcino sería:

-         ¡Qué, majete! ¿te gusta esta pose o mejor me coloco de perfil?
-         ¡Dispara ya, hombre, dispara, que se me acalambra el coxis!
-         ¿Qué fondo te gusta más? ¿este trigal vale o quizás prefieres un veza-avena?
-         Ah, ya, que lo que quieres es que corretee un rato páramo arriba para que mi blanco culo resalte sobre la vegetación.
-         ¿A pleno sol de julio? Estás tonto, chaval.

Con todo, el animal que más fijamente me ha mirado, y sin un ápice de perplejidad, fue un enorme perro mastín que guardaba un rebaño de ovejas, sustituyendo temporalmente al pastor.

Y debo reconocer que no tuve valor para mantenerle la mirada y menos aún para ni siquiera intentar sacar la cámara de fotos de la mochila. Abandoné el páramo como alma que lleva el diablo, resoplando aún cuando era claramente cuesta abajo.



Animales mirando fijamente (más o menos) a un ciclista:

Vaca (Bos primigenius taurus): El Monte, Villanueva de Puerta
Buitres (Gyps fulvus): Alto La Cruz, Huérmeces
Burros (Equus africanus asinus): Los Ordejones
Corzo (Capreolus capreolus): La Veguilla, San Pantaleón del Páramo


Nota: los corzos no tienen coxis; este hueso es propio de los humanos y grandes simios sin cola. Pero me pareció que el término coxis quedaba bien en el vehemente monólogo corcino.


Otras historias de bestias y humanos:
Ciclistas y jabalíes
Réquiem por un topillo español
Una mastina periurbana y una oveja descarriada

viernes, 10 de abril de 2015

Réquiem por un topillo español



Primeros de Abril, muy de mañana para ser primeros de abril. Llevo pedaleando poco más de media hora cuando en mitad del camino alcanzo a ver una pequeña mancha negra y peluda. Al pasar junto a ella, me doy cuenta de que es un pequeño topo, muerto, casi aplastado.

Dejo la bici y me acerco de nuevo al pequeño cuerpo. Su mitad trasera está reventada, eviscerada, aplastada por una rueda no muy ancha, de una moto quizás.



¿Qué crimen habría cometido el pequeño topo? ¿Madrugar para aprovechar un rato el tibio sol de la mañana? ¿Tomar un atajo por el camino para encontrar el otro lado de la topera, imposible de horadar bajo el firme? ¿Cruzar sin mirar antes a los dos lados? (¡por Dios, que son casi ciegos!) ¿Ser negro, peludo y pequeño? ¿Buscar hojas y hierba para tapizar su nido?

Ya sé que las toperas estropean prados y jardines, perjudicando gravemente las tareas de siega. Entiendo que cuando las poblaciones de topos se disparan haya que hacer algo para su control. Trampas, cebos, venenos, introducción masiva de humo y agua en sus galerías, ultrasonidos ahuyentadores … casi todo vale.

Pero en un paraje perdido de la Vieja Castilla, sin prado alguno a la vista, lejos de cualquier población, en un solitario camino, ¿qué sentido tiene matar a un pobre topo?

Seguramente que la moto aceleró cuando vio la pequeña mancha en mitad del camino. Y acertó. ¡Qué machote! Una alimaña menos.

Que diferente reacción la de las bestias. Diez jabalíes se cruzan un día de verano en el camino de dos ciclistas (ver entrada de 9 de diciembre de 2014, en este mismo blog) y se limitan a olisquearlos (es su forma de saludo cortés), perdonándoles la vida o por lo menos la bolsa. Un humano, motorizado, se cruza con una inofensiva bestia y no duda ni un instante en liquidarla.


Las crías del topo se quedarán sin desayunar lombriz esa mañana y probablemente las siguientes y las del resto de sus cortas vidas. Y nuestro intrépido motorista (o lo que sea) llegará orgulloso a su casa, henchido de gloria, pues estará convencido de haber matado a una bestezuela despiadada.

Hay días que se le quitan a uno las ganas de ser humano.




FICHA POLICIAL:

Fecha y hora del delito: 02/04/2015, 09:15 h
Lugar del delito: Km 1,7 del Camino de Quintanilla Pedro Abarca a La Nuez de Arriba por las traseras de Molares
Tipología del delito: supuesto asesinato u homicidio; improbable accidente
Nombre de la/s víctima/s: Talpa europaea, topo común europeo
Sexo y Edad de la/s víctima/s: sexo imposible de determinar, por el mal estado de la mitad posterior del cadáver; edad unos 2 años
Sospechoso/s del delito: supuesto motorista
Pruebas sobre el terreno: cadáver aún caliente; tipo de aplastamiento compatible con el tamaño de una rueda de moto, incompatible con rueda de tractor o de cualquier vehículo de rueda ancha; se aportan fotografías
Testigos: se desconocen
Denunciante/s: ciclista madrugador




El título de esta entrada dice “topillo” en lugar de topo para, además de aludir al pequeño tamaño y baja peligrosidad del animal, remedar mejor el título de la famosa novela de Ramón J. Sender, “Réquiem por un campesino español”.

El “topillo” propiamente dicho es un roedor, Microtus arvalis, de aspecto, habitats y hábitos muy distintos a los de nuestro topo común europeo, Talpa europaea.


martes, 9 de diciembre de 2014

De bestias y humanos (I): ciclistas y jabalíes



Era una más entre las muchas salidas veraniegas en bici por los alrededores de Huérmeces. Habíamos madrugando un poco, para evitar en lo posible el calor del mediodía; a las nueve de la mañana, después de descargar las bicis del coche, ya estábamos pedaleando.

No habíamos cubierto ni siquiera los primeros cinco kilómetros de ruta, cuando al fondo del camino apareció lo que en principio nos pareció una piara de cerdos, por la tranquilidad con la que se movían. Pero no estamos en la dehesa extremeña, sino en el páramo castellano, y alejados de cualquier pueblo. Por lo tanto, nada de cerdos, … en todo caso jabalíes. Y con crías.





Nos paramos en seco, recordando la fama de agresivos que tienen estos bichos cuando van acompañados de jabatos. Una vez quietos en la cuneta, paralizados más bien, le dije a mi acompañante que pusiera la bici por delante de él, por si les daba a los adultos por embestir.





Mientras con una mano sujetaba la bici-barricada, con la otra saqué la cámara de fotos, con la esperanza de que me diera tiempo a inmortalizar el momento de la embestida.





La piara se acercó despacio, muy despacio; primero los adultos, que resultaron ser tres hembras jóvenes, luego los ya más que crecidos rayones. Al llegar a nuestra altura, en lugar de embestir, nos olisquearon desdeñosamente y, al carecer de interés culinario para ellos, pasaron de largo, tranquilamente, desapareciendo terraplén abajo, hacia el cercano río.





Y allí nos quedamos, como un par de tontos, con nuestras bicis por  delante, y una temblorosa cámara de fotos en la mano. Bueno, mejor decir que allí me quedé como un tonto, ya que mi acompañante hacía rato que había enfilado el trigal más cercano, pendiente arriba.




Me costó más de media hora convencerle de que el peligro había pasado ya. Que las fieras no volverían. Que podíamos proseguir la ruta…

De nuevo en el camino, mientras acometíamos las primeras rampas del cercano portillo, no pude evitar el preguntarme: ¿Cuántos de los diez porcinos de la piara seguirán con vida el próximo verano? ¿Cuántas balas de cazador se cruzarán en su camino? ¿Cuántos jabatos caerán víctimas de atropellos, enfermedades o predadores?   

También me pregunto si algún día no muy lejano, uno de esos pequeños rayones supervivientes, convertido ya en un poderoso y solitario macho, volverá a encontrarse con nosotros; puede que entonces no se conforme con olisquearnos, sino que clave sus fuertes colmillos en la cubierta de mi bici, justo ese día en que has salido de casa sin cámara de repuesto.

Y mientras tanto, desde lo alto del trigal más cercano, puede que mi acompañante inmortalice el momento, muerto de risa.



ACLARACIÓN:

Siiii...ya lo sé. El trigal en el que se refugió mi asustadizo acompañante no es tal trigal. Es un campo de cebada. Ya, pero estarán de acuerdo conmigo en que sustituir "trigal" por "cebadal" o "campo de cebada" le resta fuerza dramática (o humorística, si la tuviera) al texto ¿no? El resto del relato es absolutamente verídico, por mucho que le abochorne a mi acompañante. 



BANDA SONORA:

En 2012, Of Monsters and Men, banda islandesa de indie pop, lanzó su primer LP, titulado My Head is an Animal. Entre la buena colección de temas que coforman el álbum destaca Dirty Paws, incluido en la banda sonora de la película La vida secreta de Walter Mitty, dirigida y protagonizada por el escasamente poliédrico Ben Stiler, y que obtuvo un relativo éxito de taquilla en las navidades de 2013. 

La canción es una delicia, pero si te has quedado con las ganas tienes otras cuantas para elegir, como por ejemplo Little Talks, otro gran éxito también incluido en aquel glorioso álbum inaugural. Cualquiera de las dos  canciones nos puede servir como acompañamiento para un agradable paseo en bici por los montes y campos de La Comarca, con encuentros porcinos o sin ellos.

Of Monsters and Men, siguiendo la brecha abierta por otro grupo islandés, Sigur Rós, se ha convertido en un grupo muy solicitado en todo tipo de festivales estivales, tanto a este lado del charco como al otro. Todo parece indicar que la fórmula islandeses- geíseres-nieve-hielo-fuego resulta tan oportuna para crear buena música como lo ha sido hasta ahora la más tradicional combinación irlandeses-tréboles-muros de piedra seca-cerveza.