lunes, 24 de febrero de 2014

Parajes del término de Huérmeces


Una lista provisional de parajes del término podría ser la siguiente, compuesta por 250 topónimos, muchos de ellos en trance de desaparición, como desaparecieron muchos otros, habituales en tiempos pasados. La concentración parcelaria (1973) contribuyó sobremanera a la desaparición de topónimos que nombraban a parajes pequeños o situados en lugares de escasa importancia agronómica.














martes, 18 de febrero de 2014

Los girasoles ciegos


“Primera derrota: 1939 o si el corazón pensara dejaría de latir” es el primero de los cuatro relatos que componen la obra de ficción “Los girasoles ciegos”, de Alberto Méndez (Madrid, 1941-2004).

En esta “primera derrota”, Carlos Alegría, capitán de intendencia del ejército franquista, tras descubrir que lo que querían los mandos rebeldes no era ganar la guerra, sino acabar con el enemigo, toma la decisión de rendirse a los republicanos justo cuando las tropas golpistas están entrando en Madrid.

Al poco de adentrarnos en el relato, descubrimos que el capitán Alegría nació en Huérmeces, y a su pueblo quiso regresar, tras haberse rendido al enemigo, sufrir cárcel por unos y otros y sobrevivir a un fusilamiento por traición a los suyos.

No logró llegar más allá de Somosierra. Por otro de los relatos que componen la obra, sabremos más tarde que el capitán Alegría acabó por quitarse la vida con un arma sustraída a sus propios captores. 





“Presuponer lo que piensa el protagonista de nuestra historia es sólo una forma de explicar los hechos que nos consta que ocurrieron. Sabemos que Alegría estudió Derecho, primero en Madrid y luego en Salamanca. Sabemos por familiares suyos que recibió una educación de hacendado rural en Huérmeces, provincia de Burgos, donde nació en 1912, en el seno de una familia de nobleza foramontana, y se crió en un caserón con dos arcos de piedra y un escudo que diferenciaba a los suyos de los atarantapayos que hicieron su fortuna a costa de las hambrunas del sur cuando el ganado, la vid, la mies y los olivos se dejaron vencer por el carbunco, la filoxera, el gorgojo, el oídio y otros cenizos…”  [página 20]


“El capitán Alegría, ya paisano, ya traidor, ya muerto, debió de regresar al hangar donde tantos otros habían sido o iban a ser sentenciados. Escribió, al menos, tres cartas: una a su novia Inés, que ha llegado a nuestras manos, otra a sus padres en Huérmeces, cuya casa fue destruida por una crecida del río Urbel que se llevó entre sus aguas la memoria, la hacienda y las ganas de vivir de dos ancianos que, al saber del arrebato de su hijo, fijaron sus miradas en un punto indiferente del paisaje y enmudecieron de tal modo que ni siquiera antes de morir quisieron confesarse. La tercera carta la dirigió al Generalísimo Franco, Caudillo de España. Sabemos de esta última porque se refiere a ella en la que escribió a Inés, […] que era maestra en Ubierna…”  [páginas 28-29]


“El cuarto día amaneció deshecho en nieblas y la manta tan salpicada de rocío que la fiebre no se apiadó ni de sus huesos. Quería morir en Huérmeces y la vida se le quedaba a jirones en aquellos parajes tan hostiles. Acopió todas sus fuerzas, utilizó hasta las sacudidas del temblor para ponerse en movimiento y, tras doblar cuidadosamente la manta para demostrar que estaba agradecido, puso el agua y las patatas hervidas en el talego que utilizaban para traerle la comida. Emprendió el camino hacia su pueblo, que estaba detrás de las montañas que ocultaban su ferocidad entre las nubes. Comenzó a caminar monte arriba en dirección a Somosierra…”  [páginas 33-34]


La referencia a la vivienda en la que nació el protagonista ("un caserón con dos arcos de piedra y un escudo") nos remite -en parte- a la conocida como "casa de Mariano, el Juez", antiguo hospital, situada justo enfrente de la iglesia, al otro lado de la carretera. O quizás a la manzana formada por las casas antes denominadas "de Lázaro", "de Mari Paz" y "de Francisco".

Casas con escudos hay varias en Huérmeces, aunque ninguna situada en una zona tan baja como para verse afectada por una riada ("cuya casa fue destruida por una crecida del río Úrbel"). El autor, seguramente, escogió elementos de aquí y de allá para describir una casa a la medida de "una familia de nobleza foramontana."

La referencia a Inés, su novia, que estaba de "maestra en Ubierna", indica claramente que el autor era también conocedor de otros pueblos en los alrededores de Huérmeces, así como de las lógicas relaciones entre ellos. Son varias las familias arraigadas en Ubierna y Huérmeces que acabaron emparentadas por  matrimonio entre sus hijos. Por otra parte, los apellidos Ubierna y Díaz-Ubierna son relativamente comunes en Huérmeces, quizás un hecho también conocido por el autor.

Parece claro que en Huérmeces nunca existió un personaje similar al capitán Alegría, y que hubiera podido servir siquiera de inspiración al autor.

Soy de la opinión de que el escritor, un buen día, pasó por Huérmeces, y le pareció un lugar idóneo para ubicar el origen del protagonista de la historia que entonces se traía entre manos: un viejo pueblo castellano, de recia arquitectura caliza, con profusión de escudos que transmitían un antiguo esplendor, y situado en el entonces corazón de la España "Nacional".

Desgraciadamente, ya nunca podremos preguntar acerca de estas cuestiones al escritor, Alberto Méndez.


lunes, 10 de febrero de 2014

Orígenes históricos de Huérmeces


     Las primeras referencias históricas de Huérmeces se remontan a la Primera Repoblación Altomedieval, a finales del siglo IX. Probablemente, Huérmeces en su actual emplazamiento es heredero de un pequeño enclave fortificado que se ubicaría en el paraje de Cuesta Castillo, con una pequeña fortaleza situada en el cerro de La Coronilla, aunque no ha llegado a nuestros días resto alguno de la misma. El castillo controlaría el paso por el estratégico desfiladero del Urbel, al igual que el castillo de Ubierna (882) lo haría sobre la garganta homónima, y el de Burgos (882) sobre las colinas que limitan por el Norte el valle del Arlanzón.
 
La Coronilla, cerro situado a la derecha de la Ermita, posible ubicación del castillo altomedieval
 
En los alrededores de la ermita de Cuesta Castillo se han encontrado restos de cerámica atípica, tapaderas de vasos, asas, todo ello realizado en pasta grosera con muchas impurezas. Muy cerca de estos hallazgos, en el término denominado La Nevera, se encontraron 6 u 8 sepulcros de piedra, tapados con losas. En las cabeceras, orientadas hacia el Este, algunos tenían decoración a base de cruces y estrellas.


En el término de San Miguel, también en las cercanías del cerro de la ermita, se han encontrado varios sepulcros de piedra tapados con losas y con las cabeceras orientadas al Este. En esta ocasión, los restos pétreos carecían de decoración alguna.


Restos de tumbas altomedievales en el paraje de San Miguel



En las labores de concentración parcelaria realizadas en el término a principio de los años setenta, en el paraje de San Pedrillo, al SE del actual emplazamiento del pueblo, aparecieron abundantes restos de enterramientos en piedra.

Acerca del significado del vocablo huermeces (gormezes, guermezes, guermeces) existen varias interpretaciones. Desde "hormiguero", a "borbotones" o fuentes que regurgitan desde el suelo. También encontramos la acepción de "piedras de molino" (1)
 
  

(1) "Pueblos y apellidos de España. Diccionario etimológico", Julián Aydillo San Martín, Editorial Club Universitario, Alicante (2006) [Huérmeces=piedras de molino]

viernes, 7 de febrero de 2014

Cuevas, dólmenes y un castro

Mandíbula de adolescente Neanderthal, Cueva de Valdegoba



La mitad septentrional del término de Huérmeces posee una topografía quebrada, atravesada por el río Urbel, que forma un bello desfiladero al atravesar las calizas turonienses. Son varias las cuevas existentes en dicho desfiladero: Valdegoba, Alto la Cruz, Los Nogales, El Carlista, La Mora, Los Aviones, etc. En las tierras de labor situadas en sus proximidades han ido apareciendo a lo largo de los años varios sílex tallados.

En el año 1987, en la cueva existente en el paraje de Valdegoba, se encontró un fragmento de mandíbula humana perteneciente al hombre de Neandertal, en concreto a un individuo adolescente (13 años). En años posteriores se recuperaron diez dientes de leche de un bebé neandertal, así como una falange y dos metatarsos, pertenecientes en total a entre tres y cinco individuos. La mandíbula tiene una antiguedad de entre 120.000 y 140.000 años, lo que la convierte en un pieza importantísima para conocer los capítulos iniciales de la evolución de estos homínidos. La mayor parte de los restos de neandertal encontrados en otros yacimientos tienen una antiguedad de entre 50.000 y 80.000 años, contemporáneos de la última glaciación, son los denominados neandertales "clásicos".

Junto con los restos óseos, se recuperaron abundantes ejemplos de industria en piedra fabricada por estos homínidos sobre sílex, cuarcita, cuarzo y caliza. También se encontraron restos de fauna contemporánea (rebeco, cabra, caballo, puercoespín, hiena, león, rinoceronte y oso) que dan idea de la gran variedad faunística que existía en los valles y mesetas del Urbel hace más de cien mil años.

A unos 2 km al Oeste del pueblo vecino de Ruyales del Páramo, en el término de Los Casares, en una vaguada situada a unos 980 m de altitud, se encuentran dos dólmenes de corredor, separados unos 300 metros entre sí, aunque el situado más al Sureste presenta muy mal estado de conservación y no queda ni rastro del corredor, sobresaliendo únicamente dos lajas de gran tamaño y una pequeña acumulación de piedras.

Dolmen de Ruyales
El más importante de los dos, el denominado Ruyales-1, posee una cámara de planta elíptica, de unos 5 metros de diámetro y un corredor de cerca de 9 metros de longitud. Está datado en unos 4000 años antes de Cristo y presenta dos peculiaridades dignas de mención:

  a) su ubicación en una vaguada, a unos 980 m de altitud, junto al arroyo del Chopillo. Dicha vaguada está rodeada de parameras que superan fácilmente los 1010 m. En alguno de los dólmenes de la cercana Lora también existe algún ejemplo de ubicación en tierras “bajas”, pero no es nada habitual, ya que usualmente se buscaban ubicaciones elevadas, prominentes.


Dolmen de Ruyales, en una vaguada al lado del arroyo del Chopillo


b)  la peculiar orientación de la entrada de su corredor, abierta al SW en lugar de al SE, esto es, hacia el sol poniente en lugar del habitual hacia el sol naciente. En los corredores de los dólmenes de la Cataluña Oriental es habitual esta orientación SW, pero en el resto de la península únicamente existe otro ejemplar de estas características, Anta da Estria (en Queluz, muy cerca de Lisboa). 


Dolmen de Ruyales: se aprecia la orientación SW del corredor, en lugar de la habitual SE


Además de estos dos dólmenes, existen en el término de Huérmeces otros tres túmulos reconocidos, todos ellos situados en zonas altas, a más de 1000 m de altitud:

·   El primero de ellos, a unos 2 km al NE del pueblo, en los Altos de Valdegoba, no destaca apenas sobre las tierras de labor circundantes, y ha estado a punto de ser destruido por la maquinaria empleada en una reciente (2006) plantación de pinos efectuada en la zona.

·   El segundo túmulo, situado a unos 3 km al SE de Huérmeces, en el término Páramo de Burgos, destaca gracias a la presencia de una buena mata de encinas en su cumbre, y se encuentra completamente rodeado de una tierra de labor, milagrosamente conservado.

·     Por último, en El Páramo también podemos encontrar un túmulo a unos 1020 m de altitud, rodeado de tierras de labor.




Túmulo en el Páramo de Burgos


Castro de San Vicente, visto desde Valdefrailes

En el término de San Vicente, dominando el paso por el desfiladero, existió un castro. Su emplazamiento es óptimo para una población de carácter defensivo, pues es difícilmente accesible por todos los sectores menos por el norte, en donde le protegía una muralla. Es la única zona de acceso y aparece, a lo largo del frente, un gran apilamiento de piedras, señal de la poderosa muralla. Puede incluso apreciarse la localización de la puerta de entrada.

Su extensión no es grande pero si lo fue su importancia estratégica por dominar el paso al alto valle del Úrbel. Algunos autores sitúan en San Vicente la antigua ubicación de la turmógida Bravum (Braum), aunque es más probable que se situara en el paraje Páramo-Ciudad de La Nuez de Abajo o, incluso, en La Polera (Ubierna) Se encontraron escasos restos de útiles cerámicos de tipo celtibérico y alguno romano, así como teja curva con acusado reborde y cerámica común romana, lo que nos indica continuidad poblacional en esta época.