sábado, 25 de febrero de 2023

La boda de Clara, la hija del cura de Úrbel del Castillo (1852)

 

Puede que alguien piense que me gustan demasiado los titulares sensacionalistas, más propios de la prensa rosa o amarilla que de un modesto blog. Puede que así sea aunque, en este caso, nada hay de falso, ni exagerado, ni siquiera escandaloso, en el título de la presente entrada.

Porque cierto es que, en 1852, cuando Clara contrajo matrimonio en el cercano pueblo de Úrbel del Castillo, su padre (Faustino Bañuelos) era el párroco del pueblo; también es cierto que Faustino era párroco de Úrbel desde 1828, veinticuatro años antes de la boda. 

El resto de la historia merece una explicación.




UNA TEMPRANA VIUDEDAD 

Esta curiosa historia arranca un cuarto de siglo antes de la boda de Clara, exactamente al día 26 de abril de 1824 cuando, en el cercano pueblo de Nidáguila, contrajeron matrimonio Faustino Bañuelos Vicario y Clara Blanco Ibáñez; Faustino era natural de Úrbel; Clara, de Nidáguila.

La pareja se estableció en Nidáguila y, tres años más tarde, en 1827, nacía el primer y único hijo de la joven pareja: una niña, llamada como su madre, Clara: Clara Bañuelos Blanco.

Desgraciadamente, el nacimiento de Clara tuvo como consecuencia la muerte de su joven madre, que falleció al poco de producirse el alumbramiento. A Faustino, viudo joven, padre joven, debió de afectarle sobremanera la muerte de su joven esposa y, al poco, decide vestir la sotana, meterse a cura.

En aquellos tiempos, hacerse cura no significaba pasarse unos cuantos años estudiando en el Seminario de turno (en el caso que nos ocupa, el Seminario Conciliar de San Jerónimo de Burgos); también era posible hacerse cura si se obtenían ciertos informes preceptivos, emitidos por las autoridades parroquiales y diocesanas, y si se demostraban ciertos conocimientos previos (saber leer y escribir perfectamente, dominar la lengua latina, conocer los rituales católicos, historia sagrada, etc.).

Faustino debía de ser persona instruida; de tal manera que, en diciembre de 1828, le es otorgada la orden sacerdotal, de manos del entonces arzobispo de Burgos, Alonso Cañedo Vigil. Ese mismo mes llega a Úrbel del Castillo, aunque en condición de beneficiado de Quintana del Pino y sirviente de Úrbel.

Un año más tarde, en 1829, Faustino es ya cura beneficiado de Úrbel.




LA BODA DE CLARA, LA HIJA DEL CURA

Al cumplir 25 años, Clara contrae matrimonio con un joven vecino de Úrbel del Castillo, Ricardo Alonso, de 19 años de edad. Ricardo había nacido en el cercano pueblo de Quintana del Pino, aunque su familia se había radicado en Úrbel.

El apunte matrimonial, de fecha 15 de noviembre de 1852, dice así:


"En el lugar de Úrbel del Castillo, provincia de Burgos, partido de Villadiego, yo, fon Ángel María Concepción Martínez González, cura propio de Ros y Monasteruelo, arzobispado de Burgos, con licencia expresa del señor don Faustino Bañuelos, cura propio de Úrbel del Castillo, arzobispado de Burgos, desposé, casé y velé in facie eclesia por palabra de presente, a don Ricardo Alonso, natural del pueblo de Quintanaelpino [Quintana del Pino], soltero, de edad de 19 años, su ejercicio labrador, hijo de don Ramón Alonso, natural de Quintanalpino, su ejercicio labrador, y de doña Juliana Ortega, natural de Santa Cruz del Tozo, con Clara Bañuelos, natural de Nidáguila, soltera, de edad de 25 años, hija del dicho Faustino Bañuelos, natural de Úrbel del Castillo, y cura beneficiado en él, y de Clara Blanco, natural del dicho Nidáguila, habiendo precedido todos los requisitos requeridos para la validez y legitimidad de este contrato sacramental, siendo testigos: don Fernando Rodríguez, cura propio de dicho Quintanalpino, don Aniceto Calvo, cura propio de Foncebil [Fuencivil], don Lesmes González, cura propio de Ruyales del Páramo, y don Santiago Martínez, cura propio de La Piedra, y por ser verdad lo firmo en  Úrbel del Castillo a quince de noviembre de 1852."


Observamos que fueron seis curas los que asistieron a la boda de Clara: los párrocos de Úrbel y de los pueblos cercanos de Quintana del Pino, La Piedra, Fuencivil y Ruyales del Páramo. También asistió el párroco de Ros, pueblo algo más alejado de Úrbel. Suponemos que su asistencia a la boda se debía a la existencia de algún tipo de parentesco o amistad con el cura Faustino.

En cuanto a los pueblos de procedencia de los seis curas, cabe añadir que Úrbel, Quintana del Pino y Fuencivil pertenecían al arciprestazgo de Villadiego; La Piedra, al de La Rad; Ros y Ruyales, al de Santibáñez Zarzaguda.

Por razones que desconocemos, Faustino, en su condición de cura párroco de Úrbel, prefirió no actuar como oficiante y concedió licencia expresa al cura párroco de Ros, Ángel Martínez, para que celebrara la ceremonia nupcial de su hija. Quizás solo fueron razones emocionales las que motivaron dicha delegación de funciones. No todos los días un presbítero se ve ante la tesitura de casar a un hijo. Quizás los motivos fueron procedimentales. Desconozco lo que podría decir la normativa eclesiástica al respecto.


Mapa de Coello (1868): Ros se encuentra situado algo más al sur


Por lo que parece, Ricardo resultó un buen partido para Clara ya que, pocos años después de la boda, aparece en diversos listados de mayores propietarios de la comarca (entre 1865 y 1879). Aunque, mejor pensado, igual sucedió al contrario, y fue Clara la que resultó un buen partido para Ricardo. Nunca hay que dar nada por sentado.

La pareja trajo diez hijos al mundo. Clara enviudó a los 57 años. Sus descendientes se establecieron en Úrbel y pueblos del entorno.




UN PÁRROCO TARDÍO PERO LONGEVO

A pesar de "meterse a cura" tras casarse, ser padre y enviudar, Faustino tuvo tiempo para ejercer de párroco de Úrbel durante nada menos que 54 años (1828-1882), medio siglo. Además, Faustino vivió otros siete años en su condición de cura jubilado; suponemos que fue su hija Clara, viuda desde 1883, quien cuidó de su padre durante sus últimos años. De esta manera se cerraba el amplio y azaroso ciclo vital de Faustino.

El apunte funerario del cura Faustino dice así:


"En el lugar de Úrbel del Castillo, diócesis y provincia de Burgos, a primero de agosto de 1889 yo, don Juan San Llorente Iglesia, cura propio de la parroquia de la Purificación de Nuestra Señora de Úrbel del Castillo, precedida la licencia del señor juez de este distrito, mandé dar sepultura en el cementerio público de la misma al cadáver de don Faustino Bañuelos, viudo de Clara Blanco y cura beneficiado jubilado de esta parroquia, natural de dicho Úrbel, de 86 años de edad, hijo legítimo de Faustino Bañuelos y María Vicario, natural el primero del referido Úrbel, y la segunda de Terradillos de Sedano; murió el día 30 de julio último, a las siete y media de la tarde, de comunión, bajo testamento que otorgó ante don Nicolás de Velasco, escribano de Villadiego, cuya cláusula piadosa es como sigue: que se le haga entierro de cuarta clase con miga, dos oficios de honras y cabo de año, novenario rezado y responso idem, que por el bien de su alma y sus obligaciones se digan cien misas rezadas, su limosna una peseta cada una; sus testamentarios dispusieron que se le haría entierro de tercera clase y la limosna de las misas de cinco reales cada una. Recibió el Santísimo Sacramento de la Extremaunción y se le hizo entierro de tercera clase. Dejó una hija llamada Clara Bañuelos Blanco, y para que conste autorizo la siguiente partida, fecha ut supra."


A lo largo de su dilatada carrera como cura párroco de Úrbel, Faustino tuvo ocasión de bautizar a sus diez nietos, los diez hijos de Clara y Ricardo, nacidos en un lapso de trece años (1853-1866).

En 1881, también tuvo la oportunidad de casar a uno de sus nietos, Adelaida Alonso Bañuelos. En 1883 dio sepultura a su yerno, Ricardo, fallecido a los cincuenta años de edad.

Por último, Faustino asistió, en su condición de cura jubilado, a la boda de -al menos- otros tres nietos (Elena, Isabel y Daniel). Toda una vida impartiendo sacramentos a propios y ajenos.



APUNTES GENEALÓGICOS

Faustino Bañuelos Vicario (Úrbel del Castillo, 1803-1889): hijo de Faustino Bañuelos (Úrbel del Castillo) y María Santos Vicario (Terradillos de Sedano)

Clara Blanco Ibáñez (Nidáguila, c.1805-Úrbel del Castillo, 1827): hija de Inocencio Blanco (Nidáguila) y Petra Ibáñez (Nidáguila)

Clara Bañuelos Blanco (Nidáguila, 1827): hija de Faustino Bañuelos y Clara Blanco

Ricardo Alonso Ortega (Quintana del Pino, 1833-Úrbel del Castillo, 1883): hijo de Ramón Alonso (Quintana del Pino) y Juliana Ortega (Santa Cruz del Tozo)

Ricardo Alonso y Clara Bañuelos tuvieron diez hijos (todos nacidos en Úrbel):

  1. Rosalía Alonso Bañuelos (1853)
  2. Leopoldo Alonso Bañuelos (1854)
  3. Faustino Alonso Bañuelos (1856)
  4. Salustiano Alonso Bañuelos (1857)
  5. Adelaida Alonso Bañuelos (1859): casada en Úrbel (1881)
  6. Eudalda Alonso Bañuelos (1861)
  7. Elena Alonso Bañuelos (1863): casada en Úrbel (1884)
  8. Daniel Alonso Bañuelos (1865): casado en Úrbel (1889) 
  9. Isabel Alonso Bañuelos (1866): casada en Úrbel (1887)
  10. Eloy Alonso Bañuelos (1866-La Nuez de arriba, 1957): era el padre de Esperanza Alonso González (La Nuez de Arriba, 1901), casada con Aquileo García Celis (Coculina, 1897-Burgos, 1976), históricos molineros de Alba (Rallastra) durante 30 años (1936-1965); aparte de esta "conexión farola", también fueron molineros en Úrbel y La Nuez de Arriba.



FUENTES

Archivo Diocesano de Burgos:

  • Libro de Casados de Úrbel del Castillo (1852-1910)
  • Libro de Finados de Úrbel del Castillo (1879-1906)
  • Libro de Bautizados de Úrbel del Castillo (1818-1851 y 1852-1867)
  • Libro de Casados de Nidáguila (1752-1844)


Boletín Oficial de la Provincia de Burgos:

  • 7 de enero de 1862: Ricardo Alonso Ortega aparece como miembro de la Junta Local de Primera Enseñanza, por su condición de concejal
  • 15 de enero de 1864: Ricardo Alonso Ortega aparece en la relación de mayores contribuyentes (por territorial) en el municipio de La Nuez de Arriba
  • 15 de noviembre de 1865: Ricardo Alonso Ortega aparece como elector único (por nivel de renta) por el municipio de La Nuez de Arriba, con domicilio en la casa nº 2 del Barrio de Enmedio de Úrbel del Castillo 
  • 25 de julio de 1875: Ricardo Alonso Ortega aparece en la relación de fiscales municipales por La Nuez de Arriba, partido de Villadiego
  • 25 de octubre de 1877: Ricardo Alonso Ortega aparece en la relación de compradores de bienes nacionales, en concreto, de una finca procedente del clero, sita en Úrbel del Castillo
  • 22 de abril de 1879: Ricardo Alonso Ortega aparece en el listado de electores por el municipio de La Nuez de Arriba, aunque ya no como elector único

[conviene recordar que, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XIX, Úrbel del Castillo, La Nuez de Arriba y Quintana del Pino formaron el municipio denominado "La Nuez de Arriba"; desde 1892, el municipio, de igual composición, pasó a denominarse "Úrbel del Castillo", hasta nuestros días]




AGRADECIMIENTOS

A Diego Santa Marina Alonso, gran aficionado al estudio de los libros parroquiales, y con raíces familiares en La Nuez de Arriba. Fue él quien encontró el curioso apunte de "la boda de la hija del cura de Úrbel del Castillo", y tuvo la amabilidad de contarme la historia, por si la consideraba de interés para este blog.  



sábado, 11 de febrero de 2023

La niña sin nombre: Huérmeces (1879)


En España, hasta el año 1871, la Iglesia Católica tuvo la exclusividad casi absoluta en cuanto al registro de nacimientos, matrimonios y defunciones, con todas las implicaciones que aquello pudiera acarrear.

Es cierto que, entre 1841 y 1870, estuvo implantado un registro civil que solo se cumplimentó parcialmente: en capitales de provincia, cabezas de partido y pueblos con más de 500 vecinos; además, los datos eran proporcionados por los párrocos, por lo que los apuntes del registro civil eran una mera copia de los parroquiales.

Fue la Ley Provisional 2/1870, de 17 de junio, del Registro Civil, la que acabó con aquella exclusividad eclesiástica; a partir del 1 de enero de 1871 se implantó la obligatoriedad de registrar nacimientos, matrimonios y defunciones en el Registro Civil de cada localidad, realizando los apuntes un funcionario municipal nombrado al efecto. Poco después, en diciembre de 1870, fue publicado un Reglamento para la ejecución de las leyes de matrimonio y Registro Civil.





En el caso de los nacimientos, era el padre (en caso de ausencia de éste, la madre o el pariente más próximo) el que estaba obligado a presentar el recién nacido al funcionario del Registro en un plazo máximo de tres días a partir del parto. En caso de peligro para la vida del neonato, sería el propio funcionario el que estaría obligado a trasladarse al domicilio de aquel.

A tal efecto, se diseñaron unos formularios denominados "Declaración de nacimiento", en los que se consignaban los datos fundamentales del nacido, para la posterior inscripción en el Registro: declarante; domicilio; nombre del niño, fecha y hora de nacimiento; nombre, apellidos, naturaleza, profesión, edad y domicilio de padres, abuelos paternos, abuelos maternos y testigos presenciales; fecha de declaración y firma del declarante.

En un anterior post, Quince bautizos en un año: Huérmeces (1879) se recogían las quince declaraciones de nacimiento realizadas durante 1879 para su posterior inscripción en el Registro Civil del pueblo. En realidad, en ese año se dieron 19 nacimientos en Huérmeces aunque, por razones que desconozco, faltan las declaraciones de nacimiento de cuatro niños, aunque sí que existen los correspondientes apuntes en el Registro Civil (Libro de Nacidos). Probablemente, los padres olvidaron realizar la declaración de nacimiento en tiempo y forma, y se procedió a su inscripción directa en el Registro Civil. 

Durante una reciente visita al Archivo Diocesano, se me ocurrió comparar los datos existentes en el Libro de Nacidos del Registro Civil con los registrados en el Libro de Bautizados de la parroquia para ese mismo año de 1879 y, como era previsible, había pequeñas diferencias, ocasionadas por las distintas manos que cumplimentaban uno y otro registro, y por la distinta importancia que los ciudadanos aún daban a cada uno.

En el Libro de Bautizados se consignan todos los nacimientos, ya que su fundamento era llevar un registro de "almas", dejando constancia de su bautismo para el futuro rendimiento de cuentas ante el tribunal celestial. En la práctica, si el niño está en riesgo cierto de muerte durante el parto o en los momentos inmediatamente posteriores, está prevista la administración del "bautismo de socorro", pudiendo realizarlo el médico de turno o cualquier otra persona que asista al parto, y trasladando posteriormente al párroco de turno la información básica sobre el evento.  

En el Registro Civil, a imitación de lo que se venía haciendo en los libros sacramentales, también se debían consignar todos los niños nacidos, dando a los padres un plazo de tres días para realizar la declaración de nacimiento correspondiente; la ley preveía la circunstancia de muerte durante el parto, dada la elevadísima mortalidad neonatal de aquellos tiempos, y obligaba también a realizar la correspondiente declaración de nacimiento aunque, en ocasiones, los padres obviaban dicha obligación.

En el referido 1879, la principal discrepancia entre los registros anotados en el Libro de Nacidos del Registro Civil y el Libro de Bautizados de la parroquia consiste en que, en este último, no figura anotado uno de los diecinueve nacimientos de ese año.

Uno de los niños nacidos (una niña, en concreto) murió inmediatamente después del parto, aunque le fue practicado un "bautismo de socorro" por el médico que atendía el alumbramiento aunque, a ninguno de los asistentes al mismo, se le ocurrió que fuera importante el hecho de imponer un nombre al recién nacido.

El caso es que, por motivos que desconocemos, el párroco Florentín Díaz-Ubierna no consideró importante inscribir a la niña en el libro de bautizados, y lo hizo únicamente en el libro de difuntos.

En dicho libro de difuntos aparece el siguiente apunte, correspondiente al día 22 de agosto de 1879:


"...falleció la niña, hija de Mariano Hidalgo y María de la Cruz Girón, nacida a eso de las diez de la noche, y bautizada de socorro al salir del útero materno, por don Cipriano Andrés, médico titular de este pueblo; [...] por disposición de sus padres se la enterró con funeral de cuarta clase." 


En el cuadro siguiente se resume parte de la información recogida en los apuntes de los dos libros, marcándose en amarillo el caso de la niña sin nombre, fallecida durante el parto o en los momentos inmediatos al mismo.




Dado que el triste suceso tiene ya una antigüedad de 143 años y que parte de las declaraciones de nacimiento de ese año fueron encontradas en la casa de mi tatarabuelo, me permito incluir en este post la declaración de nacimiento de la niña sin nombre.

Observamos como en el epígrafe "a quien se ha de inscribir con los nombres de", aparece la anotación "(N.)"; todos los demás datos de la declaración se encuentran cumplimentados: nombre del declarante (usualmente, el padre, Mariano Hidalgo en este caso, de 34 años de edad); domicilio (Ondovilla nº 13); profesión (labrador); día de nacimiento (2..) del corriente mes y año; hora (diez de la noche); nombre, naturaleza, edad y profesión de los padres, abuelos paternos, abuelos maternos y testigos.




Aunque en la declaración no se aprecia con claridad la fecha exacta de nacimiento (aparentemente, algún ratón devoró la segunda cifra), sabemos (por el libro de difuntos) que fue el día 22 de agosto; observamos que la declaración se cumplimentó al día siguiente (23 de agosto), aunque en ningún apartado se hace referencia al fallecimiento inmediato de la niña, tal y como exigía expresamente la normativa correspondiente. Algo totalmente comprensible, dada la tristeza del momento: un padre, con su hija recién fallecida, acude al domicilio del juez municipal (mi tatarabuelo Narciso Varona) para cumplimentar la consiguiente declaración de nacimiento.

En el apartado de "testigos presenciales" figuran dos históricos vecinos de Huérmeces:

  • Bonifacio Pérez Díez (Hces, 1847), zapatero, casado con Francisca Pérez Díez (Hces, 1850)
  • Eusebio Girón Arribas (Hces, 1843), labrador, casado con Cándida del Cerro Sagredo (Ubierna, 1848)
Se da la circunstancia de que ambos vecinos figuran como padres de sendos niños nacidos ese mismo año 1879: Telesfora y Mariano; la primera falleció a los ocho meses; Mariano tuvo una vida mucho más larga.

En aquellos tiempos, a los recién nacidos fallecidos se les enterraba en una rincón del cementerio especialmente habilitado para tal fin, dadas las altísimas tasas de mortalidad infantil y neonatal existentes. Por lo observado en los libros de finados, el funeral de cuarta clase era el más habitual en estos casos, a no ser que el niño fuera hijo de padres pobres de solemnidad o, en el otro extremo, lo fuera de personas notables del pueblo. 

Según el libro de bautizados, Mariano Hidalgo y María Girón habían traído al mundo a otros tres hijos: Santiago (1870), Ángel (1873) y Marcelino (1875); la niña nacida en 1879 iba a ser, pues, su cuarto hijo, y su primera hija.

De Santiago y Ángel hemos encontrado posteriores referencias en los padrones de habitantes de Huérmeces; no así de Marcelino, ya que el niño falleció a la edad de 14 meses, en agosto de 1876.


LOS DOS HERMANOS DE LA NIÑA SIN NOMBRE

1. Santiago Hidalgo Girón 

Santiago aparece en el Padrón de 1896, casado con Beatriz San Martín Sáez, hija del histórico tabernero Timoteo San Martín Romo, natural de Arcos de la Llana, y que regentó una taberna-tienda en Huérmeces desde 1876 hasta 1900. Santiago y Beatriz abandonaron Huérmeces al poco de casarse, y se establecieron como taberneros, primero en La Nuez de Arriba (1899) y luego en Montorio (1901). Santiago y Beatriz tuvieron seis hijos: Mariano (1899), Avelina (1901) Leonor (1904), Justina, Julia y Santiago (1915).

Uno de los hijos de Santiago y Beatriz, Avelina Hidalgo San Martín (Montorio 1901), contrajo matrimonio con Francisco Hidalgo Fernández (Hces, 1894), dando origen a la familia Hidalgo Hidalgo: Ester (1921), Ismael (1923), Evelio (1924), Blanca (1926), Soledad (1929), Florentina (1931), Carmela (1935) y Ana María (1938). Ismael fue el único que se estableció en Huérmeces, dónde residió durante toda su vida.

Otro de los hijos de Santiago y Beatriz, Mariano Hidalgo San Martín (La Nuez de Arriba, 1899) se estableció como tabernero en Sandoval de la ReinaEn 1929, poseía tres camiones, todo un imperio transportista en la época. Después de la guerra civil, que le afectó directamente, tuvo un almacén de vinos en Burgos, entre otros negocios. En Sandoval le llamaban "Mariano el Arqueño", por la procedencia de sus abuelos maternos (Arcos de la Llana). 

El resto de los hermanos Hidalgo San Martín (Leonor, Justina, Julia y Santiago) se establecieron en Burgos, Sotresgudo y Villadiego. Fue una familia -sobre todo- de taberneros e industriales.


2. Ángel Hidalgo Girón

Ángel, por su parte, contrajo matrimonio en 1900 con Hermenegilda Arce Arce, natural de San Martín de Ubierna, dando origen a la familia Hidalgo Arce. De los seis hijos de Ángel y Hermenegilda, únicamente dos (Carmen y Santiago) se establecieron en Huérmeces, dónde vivieron casi toda su vida. Los descendientes de Carmen viven en la actualidad en la Comunidad de Madrid, y mantienen casa abierta en Huérmeces.


APUNTES GENEALÓGICOS

Abuelos paternos:

Manuel Hidalgo Espinosa (Hces, 1816) y Petra Montero Díaz-Tudanca (Hces, 1816)

Abuelos maternos:

Primo Girón Valderrama (Hces, 1807) y Gregoria Arribas Díaz-Tudanca (Hces, 1814)

Padres:

Mariano Hidalgo Montero (Hces, 1846) y María de la Cruz Girón Arribas (Hces, 1839); trajeron al mundo a cuatro hijos, de los que únicamente sobrevivieron los dos primeros: Santiago (1870), Ángel (1873), Marcelino (1875) y "la niña sin nombre" (1879).

Hermanos:

Santiago Hidalgo Girón (Hces, 1870): casado con Beatriz San Martín Sáez (Hces, 1876); seis hijos: Mariano (La Nuez de Arriba, 1899), Avelina (Montorio, 1901), Leonor (1904), Justina, Julia y Santiago (1915).

Ángel Hidalgo Girón (Hces, 1873): casado con Hermenegilda Arce Arce (San Martín de Ubierna, 1882); seis hijos, todos ellos nacidos en Huérmeces: María Asunción (1903), Alfredo (1904), Jesús (1906), Santiago (1910), María del Carmen (1914) y Juana (1922).

Marcelino Hidalgo Girón (Hces, 1875-1876)


EL QUE PUDO SER EL NOMBRE DE LA NIÑA SIN NOMBRE

Dado que nació un 22 de agosto, la niña bien pudo llamarse María ya que, en el Santoral Cristiano de entonces, tal día se celebraba "Santa María, Reina de los Cielos y de la Tierra".

Aunque, en dicho día, también se celebra la onomástica de otros 32 santos; alguno de ellos con nombres tan poco comunes como Agatónico, Antusa, Atanasio, Epicteto, Fabriciano, Filiberto, Guiniforme, Hipólito, Mapril, Sinforiano, Timoteo y Zótico; y otros tantos con nombres más comunes en aquellos tiempos: Antonino, Felipe, Félix, Marcial y Mauro.


1879: UN AÑO CON TANTOS BAUTIZOS COMO FUNERALES

Movimientos migratorios aparte, el balance demográfico del Huérmeces de 1879 tuvo como resultado "cero": 19 nacimientos y 19 defunciones.

En la tabla siguiente se resumen los fallecimientos producidos en 1879. Además del nombre, fecha de defunción, edad, causa del fallecimiento, se consigna también el nombre de los padres en el caso de que el fallecido fuera menor de edad o soltero; por el contrario, si el fallecido era casado o viudo, se consigna el nombre del cónyuge en primeras o segundas nupcias, según el caso; entre paréntesis, el lugar de nacimiento de los padres o cónyuges; la profesión se refiere a la principal ocupación del "cabeza de familia".




De los 19 fallecidos, 11 eran mujeres y 8 varones; 10 eran párvulos (niños menores de 6 años), de los que 3 fallecieron en ese mismo año 1879 en el que habían nacido; otros 3 fallecidos eran infantes (niños con edades entre 6 y 14 años); otros 2 eran jóvenes menores de 30 años; y únicamente 4 eran mayores de 60 años.


LOS NIÑOS SIN NOMBRE

Por lo visto en los libros de finados de Huérmeces, era relativamente frecuente -por lo menos en aquellos tiempos- no imponer nombre a los niños a los que se practicaba un bautismo de socorro, y que fallecían al poco del alumbramiento. Así, en el periodo 1852-1880, en el libro de finados de Huérmeces aparecen un total de 14 niños sin nombre (4 niños y 10 niñas); en todos los casos, no aparece el correspondiente apunte en el libro de bautizados, aunque desconocemos si esta omisión respondía a recomendaciones del arzobispado u obedecía a la iniciativa del cura de turno (Florentín Díaz-Ubierna, en aquel periodo de tiempo).

En algunos casos, al luctuoso suceso del fallecimiento del niño sin nombre se unía el de la madre. Y en ocasiones, rizando el rizo de la crueldad, eran dos niños sin nombre, de la misma pareja, los que fallecían nada más nacer y, en el último parto, se unía el fallecimiento de la madre. Así, entre 1860 y 1863, se producen los tres fallecimientos siguientes:

  • 28 de septiembre de 1860: Niña sin nombre, hija de Santiago García (natural de Espinosilla) y Paula Díez (natural de Huérmeces), pastores, fallece al poco de nacer, previo bautismo de socorro impuesto por el médico Eusebio Caldera; se le realiza un entierro de pobre.
  • 11 de noviembre de 1863: Niño sin nombre, hijo de Santiago García y Paula Díez, fallece al nacer, previo bautismo de socorro impuesto por el médico Diego Pereda; se le realiza un entierro de pobre.
  • 15 de noviembre de 1863: Paula Díez, esposa de Santiago García, fallece a los 32 años de edad, a consecuencia durante el "sobre parto" anterior; era hija de Vicente Díez y Ramona Díaz de Tudanca, naturales de Huérmeces; deja una hija llamada Lucía García Díez; se le practicó un funeral de tercera clase.

En algunas ocasiones, madre e hijo fallecían con unas pocas horas de diferencia:

  • 10 de enero de 1880: Niña sin nombre, hija de Ezequiel Pérez y Rosalía Puente, fallece por asfixia al poco de ser bautizada de socorro por el médico Cipriano Andrés; el fallecimiento se produjo a la diez de la mañana; funeral de cuarta clase.
  • 10 de enero de 1880: Rosalía Puente Calle, de 39 años, natural de Huérmeces, esposa de Ezequiel Pérez, molineros, falleció a las tres de la tarde por metrorragia puerperal; era hija de Crisanto Puente (natural de Nocedo) y Nicolasa Calle (Huérmeces); deja un hijo, llamado Manuel Pérez Puente; funeral de quinta clase.