Desde hacía muchos años, las fiestas patronales de Huérmeces se
venían celebrabando el día 24 de junio, San Juan. Quizás desde que a finales del siglo
XV o principios del XVI, la iglesia del entonces barrio principal de Huérmeces
se consagrara a dicho patrón, a diferencia de la iglesia del barrio de La Parte, consagrada a Santa
María (La Blanca)
y mucho más antigua.
Durante gran parte del siglo XX, la celebración de San Lorenzo
(10 de agosto) no dejaba de ser una fiesta menor, ya que se encontraba muy mal
situada en el calendario agrícola, en plena temporada alta con respecto a las
labores de siega, acarreo, trilla y bielda. Lo mismo sucedía con la tercera fiesta local, Santa Brígida (1 de febrero), aunque en este caso era el rigor del invierno castellano el causante de su limitada celebración.
La plaza y su pilón, a mediados de los 60 (foto: calendario Ayto. Hces. 2014) |
La plaza, a mediados de los 60 (foto: calendario Ayto. Hces. 2014) |
Por otra parte, la mecanización de las labores agrícolas había
ocasionado que se acortara sensiblemente el período de siega, concentrándose en
unas pocas semanas. El agricultor se podía permitir un leve receso en sus
labores.
Todo se estaba conjurando a favor de que el santo agostero (San
Lorenzo) acabara por imponerse al solsticial (San Juan), por lo menos en cuanto
a éxito de concurrencia. Y ese cambio se fraguó, oficiosamente, en el verano
de 1977.
Traída del agua (Huérmeces, 1973) Fotografía: familia Díez Gutiérrez |
Desde que en 1973 se iniciara la traída del agua, Huérmeces
venía acometiendo diversas obras de mejora en las
infraestructuras del pueblo: pavimentación de las calles, alumbrado público,
saneamiento y -durante el mes de julio
de aquel año 1977- la pavimentación y embellecimiento de la plaza, hasta
entonces un mero espacio vacío, al lado de la carretera, rodeando al viejo
pilón que recogía el agua sobrante de la fuente del barrio Arroyuelo.
Además del embaldosado de la plaza, también se levantó una moderna
fuente en el centro de la misma. (1) Hoy en día resulta más que discutible el
efecto estético conseguido, pero en aquellos tiempos este tipo de actuaciones gozaban de cierta popularidad. La plaza quedó como quedó, diáfana y -ya sin ganados que abrevar- más limpia y saneada.
No resultó muy atinada la elección del árbol que
sombrearía su contorno. La especie elegida, el aligustre, (2) es un arbolito de origen chino, hoja perenne, crecimiento lento
–exasperadamente lento- y floración estival (de hecho, esta es su única virtud
destacable). La sombra que proyecta su copa resulta claramente insuficiente en
verano y totalmente improcedente en invierno.
De todas formas, muy satisfecho quedó todo el mundo con el
resultado obtenido, ya que al año siguiente Huérmeces presentó su candidatura
al XVI Concurso Provincial de Embellecimiento de los Pueblos (3), establecido
por la Diputación Provincial.
No ganó, aunque presentó una notoria lista de méritos.
Plaza de Huérmeces (1984) Fotografía: familia Díez Gutiérrez |
Las obras de pavimentación de la plaza fueron adjudicadas a un
contratista de la provincia, (4) pero la actuación contó con la peculiaridad de que una parte de la mano de obra –no especializada- necesaria para su realización
estuvo compuesta por vecinos y veraneantes del pueblo. Quizás se trató de un
intento económico por acelerar las obras, posibilitando que estas estuvieran
acabadas antes de la llegada del mes de agosto y el grueso de veraneantes.
Pavimentación de la plaza (Julio 1977) Fotografía: Maribel de Miguel |
En las fotografías, tomadas un día cualquiera del mes de julio de 1977, pueden reconocerse vecinos tales como Emilio Crespo, Narciso Varona y Félix Ortega, junto con diversos veraneantes.
Y una vez finalizada la pavimentación de la plaza, con el horizonte del próximo San
Juan muy lejano, a alguien se le ocurrió la idea de que quizás un poco de música
resultaría la mejor forma de inagurar, siquiera popularmente, el nuevo espacio
lúdico.
Pavimentación de la plaza (Julio 1977) |
Me vienen a la memoria los nombres de Miguel Angel y Gerardo, como posibles instigadores de lo que quiera que aquello fuera: iniciativa, arrebato, ocurrencia, hecho fundacional…
Un viejo tocadiscos pick-up
sesentero, colocado en equilibrio inestable sobre uno de los verdes bancos
metálicos (de la Caja del Círculo) situados en la recién inagurada plaza: esa fue la sopa primigenia de la que en
años sucesivos surgirían los sanlorenzos
de Huérmeces, ya con patrocinio municipal, cartel de las fiestas, orquesta de
pago y sangría comunitaria.
Sonaron canciones (5) apenas audibles a no ser que estuvieras a
menos de dos metros del tocata,
quizás adolescentes y adultos movieron sus cuerpos al compás de aquella
vinílica música, quizás corrió el calimocho, quizás las nuevas baldosas
recibieron su bautismo etílico, quizás …
Es probable que circulen por ahí versiones diferentes acerca del
verdadero origen de los sanlorenzos; es probable, incluso, que sitúen
ese acto primigenio en años posteriores.
Lo importante, aparte de los recuerdos personales que cada uno
tenga, es que San Lorenzo llegó para quedarse, beneficiado por los
cambios demográficos, sociales y económicos experimentados en el mundo rural. Ya nada volvería
a ser igual. Adiós a los castos bailes en la era del tío Eladio, bienvenidos a los watios y decibelios en la nueva plaza.
Hoy, justo cuarenta años después, el santo de la parrilla ha desplazado definitivamente al del agua bendita. Esperemos que esta no sea una metáfora más del cambio climático que amenaza nuestro futuro...
NOTAS:
(1) La fuente de la plaza de Huérmeces fue diseñada por el arquitecto Álvaro Díaz Moreno (Madrid, 1927); está realizada en piedra de Hontoria, y su forma ovalada mide 5,3 metros de largo por 4 metros de ancho; dispone de reflectores luminosos y motor; su presupuesto ascendió a 387.000 pesetas de 1977; la obra fue ejecutada por el contratista burgalés Julián Sagredo.
(1) La fuente de la plaza de Huérmeces fue diseñada por el arquitecto Álvaro Díaz Moreno (Madrid, 1927); está realizada en piedra de Hontoria, y su forma ovalada mide 5,3 metros de largo por 4 metros de ancho; dispone de reflectores luminosos y motor; su presupuesto ascendió a 387.000 pesetas de 1977; la obra fue ejecutada por el contratista burgalés Julián Sagredo.
(2) Aligustre japonés (Ligustrum
japonicum): por razones que se me escapan, su plantación se hizo muy popular
en plazas y espacios públicos de la
España de los setenta. Décadas después, pocos sobreviven,
sustituidos por especies mucho más adecuadas para climas tan extremos como el
nuestro (plátanos de sombra, arces, tilos...); en la plaza de Huérmeces se plantaron nueve ejemplares de aligustre japonés, de una altura aproximada de dos metros y medio cada uno, y copa en forma de bola; en la alargada isleta situada al otro lado de la carretera se plantaron rosales bajos.
(3) A la XVI convocatoria (1978) del entonces denominado Concurso Provincial de Embellecimiento (hoy Concurso de Conservación del Patrimonio
Urbano Rural) presentó el Ayuntamiento de Huérmeces los siguientes méritos:
-alumbrado público: obras valoradas en 180.000 pesetas
-alcantarillado y depuradora: 2.500.000 pesetas
-pavimentación de calles: 7.000.000 pesetas
-mejoras en la plaza (pavimentación, fuente, valla decorativa, murete, ajardinamiento, etc.): 3.240.000 pesetas
-total: 13.000.000 pesetas
El Primer Premio estaba dotado con 1 millón de pesetas; el segundo con medio millón y el tercero con 300.000 pesetas. También se otorgaban toda una serie de premios de consolación.
Hoy en día, el concurso está dividido en categorías de población; en la categoría B, para entidades locales con población comprendida entre 50 y 199 habitantes, los premios son de 9.000 € para el primero, 6.000 € para el segundo y 3.000 € para el tercero.
(4) El presupuesto para la obra "Pavimentación de la plaza mayor de Huérmeces" ascendió a la cantidad de 700.100 pesetas; se presentó y aprobó en junio de 1977 y fue adjudicado a Construcciones Peña; sus 690 metros cuadrados de superficie se pavimentaron a base de baldosa 30x30.
Todas las obras anteriormente mencionadas se ejecutaron siendo alcalde de Huérmeces Avelino Bárcena Villalvilla, que ocupó el cargo entre 1975 y 1979. En 1978 se produjo la fusión de Huérmeces con el entonces municipio de Quintanilla Pedro Abarca, formado por este pueblo, Ruyales y San Pantaleón del Páramo.
-alumbrado público: obras valoradas en 180.000 pesetas
-alcantarillado y depuradora: 2.500.000 pesetas
-pavimentación de calles: 7.000.000 pesetas
-mejoras en la plaza (pavimentación, fuente, valla decorativa, murete, ajardinamiento, etc.): 3.240.000 pesetas
-total: 13.000.000 pesetas
El Primer Premio estaba dotado con 1 millón de pesetas; el segundo con medio millón y el tercero con 300.000 pesetas. También se otorgaban toda una serie de premios de consolación.
Hoy en día, el concurso está dividido en categorías de población; en la categoría B, para entidades locales con población comprendida entre 50 y 199 habitantes, los premios son de 9.000 € para el primero, 6.000 € para el segundo y 3.000 € para el tercero.
(4) El presupuesto para la obra "Pavimentación de la plaza mayor de Huérmeces" ascendió a la cantidad de 700.100 pesetas; se presentó y aprobó en junio de 1977 y fue adjudicado a Construcciones Peña; sus 690 metros cuadrados de superficie se pavimentaron a base de baldosa 30x30.
Todas las obras anteriormente mencionadas se ejecutaron siendo alcalde de Huérmeces Avelino Bárcena Villalvilla, que ocupó el cargo entre 1975 y 1979. En 1978 se produjo la fusión de Huérmeces con el entonces municipio de Quintanilla Pedro Abarca, formado por este pueblo, Ruyales y San Pantaleón del Páramo.
(5) Algunos Grandes Éxitos de
1977 que quizás pudieron escucharse en aquella jornada iniciática del 10 de
agosto: Abba (Dancing Queen), Al Steward (The Year of the Cat), Jean Michel
Jarre (Oxygene), Boney M (Daddy Cool, Belfast), Eagles (Hotel California), Chicago (If
You Leave Me Now), Manhattan Transfer (Cuéntame), Ritchie Family (The Best
Disco in Town), Bee Gees (Stayin’ Alive)…
BANDA SONORA:
Aunque esta canción se publicó al año siguiente (1978) y es mucho menos conocida que cualquiera de los grandes éxitos del año, sirve muy bien como telón de fondo de aquellos tiempos en los que todo parecía posible porque, básicamente, tenías la edad que tenías.
La Romántica Banda Local tuvo una vida efímera, apenas cinco años (1977-1981), durante los cuales publicó dos LPs, cuatro sencillos y un EP correspondiente a la banda sonora de una película.
La banda inició su andadura con seis componentes, de los que únicamente tres (Fernando Luna, Enrique Valiño y Carlos Faraco) sobrevivirán hasta el final, dentro del habitual relevo de componentes, ocasionado en ocasiones por las obligaciones militares de los jóvenes de la época.
No obstante su breve existencia, La RBL nos dejó un puñado de inclasificables canciones, entre las que cabría destacar: No me gusta el rock, Los borrachos somos gente inquebrantable, Merlín y El bus.
Precisamente esta última es la que he elegido para ilustrar el espíritu de aquellos años. Escuchen la peculiar voz de Carlos Faraco y, si les place, lloren y añoren los viejos tiempos: La Romántica Banda Local - El bus
Tras desaparecer La RBL, Manuel Luna y Carlos Faraco fueron guionistas y locutor del recordado espacio Tris-tras-tres, dentro de la espléndida Radio3 de aquellos años. Algunos estudiábamos -o intentábamos estudiar- a golpe de madrugada, siempre con las voces de Faraco, Trecet y compañía de fondo.
Aunque esta canción se publicó al año siguiente (1978) y es mucho menos conocida que cualquiera de los grandes éxitos del año, sirve muy bien como telón de fondo de aquellos tiempos en los que todo parecía posible porque, básicamente, tenías la edad que tenías.
La Romántica Banda Local tuvo una vida efímera, apenas cinco años (1977-1981), durante los cuales publicó dos LPs, cuatro sencillos y un EP correspondiente a la banda sonora de una película.
La banda inició su andadura con seis componentes, de los que únicamente tres (Fernando Luna, Enrique Valiño y Carlos Faraco) sobrevivirán hasta el final, dentro del habitual relevo de componentes, ocasionado en ocasiones por las obligaciones militares de los jóvenes de la época.
No obstante su breve existencia, La RBL nos dejó un puñado de inclasificables canciones, entre las que cabría destacar: No me gusta el rock, Los borrachos somos gente inquebrantable, Merlín y El bus.
Precisamente esta última es la que he elegido para ilustrar el espíritu de aquellos años. Escuchen la peculiar voz de Carlos Faraco y, si les place, lloren y añoren los viejos tiempos: La Romántica Banda Local - El bus
Tras desaparecer La RBL, Manuel Luna y Carlos Faraco fueron guionistas y locutor del recordado espacio Tris-tras-tres, dentro de la espléndida Radio3 de aquellos años. Algunos estudiábamos -o intentábamos estudiar- a golpe de madrugada, siempre con las voces de Faraco, Trecet y compañía de fondo.