La primera noticia que tuve acerca de la Cuesta Gil fue gracias al catálogo de cavidades burgalesas realizado por el Grupo Espeleológico Edelweiss. Allí aparecía registrada una cavidad homónima existente en el término de Pedrosa de Río Úrbel. En principio, me resultó llamativo que existiera una cueva en un entorno geológico tan poco propicio para la existencia de cavidades naturales.
La mayor parte de los terrenos del término de Pedrosa se corresponden con materiales formados en el Mioceno, cuyo piso superior -allí dónde se enclava la cavidad- está formado por las denominadas "calizas de páramo", una capa caracterizada por su escasa potencia y bajo grado de karstificación.
Posteriormente, encontré más información al respecto en un artículo escrito por Elías Rubio y publicado en el Diario de Burgos en 1981. La inicial sorpresa se diluyó al leer que la denominada Cueva del Tío Gil se trataba, en realidad, de una cavidad artificial, realizada por la mano del hombre. Las características y dimensiones del complejo subterráneo aparecen detalladas en el citado artículo, tras las labores de exploración y topografía realizadas en aquellos años por el Grupo Espeleológico Edelweiss, de Burgos.
Reza la memoria popular de Pedrosa que fue el propio Tío Gil el que, a lo largo del último tercio del siglo XIX, horadó y ornamentó la cueva que lleva su nombre. Tal extremo no está en absoluto claro, ya que ciertos elementos constructivos y ornamentales presentan analogías con otros eremitorios medievales presentes en la provincia de Burgos y alrededores.
LA CUESTA GIL
Conviene observar al posible eremitorio junto con el resto de manifestaciones artísticas o simplemente constructivas que se encuentran en su entorno inmediato:
- tres piedras hincadas, en modo menhir: dos de ellas situadas a unos cien metros del acceso a la cavidad, a ambos lados del casi desaparecido camino-senda; la otra, ya en las inmediaciones de la casa y la cueva
- una fuente, con caño metálico y pila circular labrada en piedra; situada a unos 50 metros al este de la casa, junto a la antigua senda; este año, pródigo en lluvias primaverales, ha ocasionado que la fuente mane con ganas
- una especie de cisterna circular, realizada en piedra de sillería, de unos tres metros de diámetro, rodeada de otras piedras labradas e hincadas en el suelo; situada al lado de la fuente; hoy en día apenas resulta identificable
- una casa de piedra, realizada en buena cantería caliza, de planta estrecha (9 metros de largo por 4 metros de ancho), conectada con el eremitorio subterráneo
LA CUEVA DEL TÍO GIL
El aparente acceso principal a la cueva o eremitorio subterráneo se encuentra muy cercano a la puerta de entrada de la casa de piedra levantada por el Tío Gil. Consiste en un tosco arco rebajado, sin estilo definido, que remata un hueco de metro y medio de altura, tapado en parte por los desprendimientos. Originalmente, existían seis peldaños en piedra, que conducían al interior de la cavidad. Hoy se encuentran totalmente cubiertos de tierra.
La cueva tiene un desarrollo total de unos 15 metros, y está estructurada en torno a un corredor o estrecho pasillo, cuyas dimensiones aproximadas son de un metro de ancho por metro y medio de alto.
A ambos lados del corredor se disponen varias "salas" de muy variado tamaño, muy alteradas por derrumbes laterales y excavaciones de la fauna del lugar.
La sala de dimensiones mayores tiene forma rectangular, de dos metros y medio de ancho por tres metros de largo, con una columna situada excéntricamente en la que convergen dos arcos muy desdibujados.
Otra sala, de forma circular, está provista de un agujero en el techo, quizás para facilitar la salida de humos. A lo largo del corredor se disponen pequeños habitáculos o "altares", de variadas formas y tamaños, desprovistos de antiguos elementos decorativos, ya desaparecidos (Elías Rubio habla de una "horrible cabeza de monstruo similar a las que suelen aparecer en los canecillos de las ermitas románicas y una figura humana con los brazos levantados sobre la cabeza").
UN ACCESO DIFÍCIL Y UN ESTADO LAMENTABLE
Ya en su artículo publicado en el Diario de Burgos en 1981, Elías Rubio se hacía eco del mal estado general de la cavidad, fruto del total abandono, del paso del tiempo y de las habituales acciones vandálicas. Hoy, cuarenta y tres años después, el estado de la cavidad -y de la casa anexa- no ha hecho más que empeorar. Aún tratándose de una propiedad privada, quizás alguna institución pública debería hacer algo al respecto, dada la originalidad de la cavidad y el indudable encanto del entorno.
El acceso al paraje no resulta nada cómodo, al haber desaparecido en parte la antigua senda allí trazada desde los tiempos del Tío Gil. La vegetación ha invadido completamente el tramo superior de la misma, abundando así mismo los hoyos quizás efectuados en algún reciente intento de repoblación forestal.
El interior de la casa se encuentra también en un peligroso estado, no siendo posible el tránsito por la misma, por la abundancia de huecos, agujeros, restos de piedra y vigas semi podridas.
No resulta, en absoluto, un lugar recomendable para una visita familiar. Menos aún si se pretende acceder al interior de la cavidad, con abundantes desprendimientos, antiguos y recientes, que aconsejan no acceder al interior de la misma. Nubes de mosquitos y excrementos animales completan el carácter disuasorio de las ruinas.
EL TÍO GIL: APUNTES BIOGRÁFICOS
Gil López López nació en Palacios de Benaver el 1 de septiembre de 1832; hijo de Francisco López López y Juliana López Hurtado; nieto de Manuel y Apolonia, y de Lorenzo y María; todos ellos naturales y vecinos de Palacios de Benaver.
El 5 de mayo de 1855, cuando Gil contaba con 22 años de edad, contrajo matrimonio en Pedrosa de Río Úrbel con María Río Carrillo, de 33 años de edad, natural y vecina de este último pueblo; hija de Faustino y María, también naturales y vecinos de Pedrosa.
Firma de Gil López López (5 de mayo de 1855) |
[María Río Carrillo nació en Pedrosa el día 1 de octubre de 1821, nieta de Lucas Río y María Campo, y de Félix Carrillo y María Esteban, todos ellos naturales y vecinos de Pedrosa; María era, pues, once años mayor que Gil]
[como mera curiosidad, cabe añadir que, entre 1821 y 1825, nacieron en Pedrosa tres niñas llamadas María Río Carrillo, hijas de tres parejas diferentes: Manuel y Ángela, Faustino y María; Vítores y Escolástica]
Gil y María no tuvieron descendencia. Gil quedó viudo en una fecha que no hemos podido determinar, al no haber sido capaces de encontrar el apunte funerario de María en el libro de finados de Pedrosa; apunte que tampoco aparece en el libro correspondiente a Palacios, consultado por si se hubiera dado la circunstancia de que la pareja se hubiera establecido inicialmente en aquel pueblo.
Gil falleció en Pedrosa de Río Úrbel el 1 de septiembre de 1904, justo el día en que cumplía 72 años, a las tres de la madrugada. Una pulmonía fulminante fue la causante de su muerte. Reza la partida correspondiente que Gil recibió las santísimos sacramentos de penitencia, sagrado viático y extremaunción. Gil López no dejó sucesión.
En su testamento, Gil dejó escrito que fuera su sobrina Victoriana López Pérez la que se encargara de cumplir sus últimas voluntades, que había dejado estipuladas ante el notario público Santiago Fontúrbel, vecino de Santibáñez Zarzaguda, con fecha 4 de abril de 1898.
Gil recibió un entierro de quinta clase y actuaron como testigos Santiago Carrillo, sacristán de la parroquia de Pedrosa, y Rosendo Álvarez, estudiante. Era cura párroco del pueblo Ponciano Pérez y Pérez, autor y firmante de la partida correspondiente.
Desconocemos si Gil residió en Pedrosa todo el tiempo que va desde la fecha de su boda (1855) hasta la de su fallecimiento (1904). Si así fuera, esos cincuenta años supusieron un tiempo más que suficiente para que el Tío Gil prestara su nombre a una cuesta, una huerta, una casa, una fuente y una cueva. De muy pocas personas puede decirse algo parecido.
Cuenta la memoria popular de Pedrosa que el Tío Gil fue un reputado cantero. Tanto es así que, a finales del siglo XIX, fue el autor de un puente de piedra sobre el cauce molinar del Molino del Concejo, una de las dos aceñas con que contaba por entonces el pueblo.
Parece ser que el ayuntamiento, como pago por la construcción del puente, cedió a Gil el uso de una parcela situada en terreno comunal, en la ladera meridional del páramo de Marmala, a la altura de La Calera. El Tío Gil levantó allí la estrecha casa de piedra que puede aún observarse hoy en día, aunque en estado de ruina.
La casa está conectada con la cueva y, aunque la tradición popular afirme que fue el propio Gil el que excavó el laberinto subterráneo, existen ciertas dudas al respecto. Quizás Gil conocía la existencia del eremitorio y solicitó al ayuntamiento que le cediera precisamente esa parcela para levantar su casa sobre la cueva.
El Tío Gil, quizás viudo temprano, sin hijos, debía de ser persona de fuertes creencias religiosas, convirtiendo la cueva en una especie de capilla de uso personal. En aquel paraje solitario, alejado del caserío del pueblo, Gil llevaría una vida más propia de un anacoreta que de un vecino al uso.
La memoria popular reza que al Tío Gil le acompañaba un perro de gran tamaño, convenientemente amaestrado, que le servía de fiel proveedor de los bienes imprescindibles para su subsistencia.
FUENTES
Catálogo de cavidades burgalesas: Grupo Edelweiss Cueva del Tío Gil (Cuesta del Tío Gil, Pedrosa de Río Úrbel)
Diario de Burgos, 15 de marzo de 1981: "Subterráneo con interés en Pedrosa de Río Úrbel. ¿Un eremita del Siglo XX?", por Elías Rubio, del Grupo Espeleológico Edelweiss.
Pedrosa de Río Úrbel. Memoria de un pueblo. Editorial Dossoles. Burgos (2010) [páginas 85-87; 107-108; el capítulo relativo a la Cuesta Gil es una mera transcripción literal del artículo de Elías Rubio de 1981, con el añadido de tres fotografías actuales de la casa del Tío Gil]
Archivo Diocesano de Burgos:
- Parroquia de Santa Juliana, Pedrosa de Río Úrbel: Libro de Bautizados, tomo (1776-1843); Libro de Finados, tomos VIII (1852-1869) y IX (1869-1912); Libro de Casados, tomo VII (1852-1905)
- Parroquia de San Martín Obispo, Palacios de Benaver: Libro de Bautizados, tomo (1812-1850); Libro de Finados, tomos V (1852-1861) y VI (1862-1892)
ANEXOS
HUÉRMECES Y PEDROSA DE RÍO ÚRBEL, CABEZA Y COLA DE LA VIEJA JURISDICCIÓN DE HAZA DE SIERO
En los tiempos del Tío Gil, durante la segunda mitad del siglo XIX, Pedrosa era un lugar cuya población osciló entre los 300 y los 400 habitantes. Su máximo poblacional se alcanzó en 1857 (427 habitantes), y su mínimo, en 1900 (304 habitantes). En aquellas décadas finales del XIX, por comparar, la población de Huérmeces rondó siempre los 400 habitantes.
La posterior evolución demográfica de Pedrosa y Huérmeces fue diferente, hasta el punto de que hacia el año 1935, Pedrosa superó en habitantes a Huérmeces. En 1940, Pedrosa alcanzaba ya los 400 habitantes, mientras que Huérmeces bajaba a los 360. Hoy en día, Pedrosa tiene unos 100 empadronados, mientras Huérmeces se queda en los 75.
Mapa de Coello (1868) |
Un siglo antes, en los tiempos del Catastro de Ensenada (1752), Pedrosa era un pueblo con una población considerable (unos 460 habitantes), sobre todo si la comparamos con otros pueblos del entorno: Lodoso (220), San Pedro Samuel (220), Palacios de Benaver (320), Santa María Tajadura (110), Avellanosa (340), Marmellar de Abajo (150), Marmellar de Arriba (80), Zumel (160), La Nuez de Abajo (250), Mansilla (110), Miñón (90), Santibáñez Zarzaguda (570) y Huérmeces (390).
Hasta la nueva división provincial de España de Javier de Burgos (1833), Pedrosa pertenecía a la Jurisdicción de Haza de Siero, cuya cabeza se encontraba en Huérmeces, localidad dónde solía residir el alcalde mayor de aquella.
Dentro de la relación de 22 lugares pertenecientes a Haza de Siero, situados en los valles medios de los ríos Úrbel y Ruyales, Pedrosa y Santa María Tajadura eran los dos pueblos más alejados de Huérmeces [con la excepción de Villaescusa del Butrón, claramente fuera de este ámbito geográfico]
Haza de Siero era una de las divisiones judiciales del entonces partido de Castrojeriz, y el alcalde mayor era nombrado por el Duque de Medinaceli. Tras la nueva división territorial, tanto Pedrosa como Huérmeces pasaron a depender del partido judicial de Burgos, olvidando pronto su longeva relación con Castrojeriz.
Varios pueblos vecinos de Pedrosa pertenecían a muy diversas jurisdicciones: así, Palacios de Benaver y parte de Avellanosa del Páramo pertenecían al Valle y Cuadrilla de Santibáñez; los dos Marmellares pertenecían al Alfoz y Jurisdicción de Burgos; Villorejo, por su parte, se encontraba englobado en el epígrafe denominado "pueblos solos" dentro del Partido de Castrojeriz.
El Diccionario de Miñano (1826) dice que PEDROSA DE RIO-URBEL es lugar de realengo, provincia y arzobispado de Burgos,
Si consultamos la hoja número 200 (Burgos) del Mapa Geológico Nacional a escala 1:50.000 (MAGNA 50), observamos que la Cuesta Gil se encuentra enclavada en terrenos del Mioceno Superior, edad Vallesiense (entre 5 y 12 millones de años), en una secuencia estratigráfica denominada "Facies Cuestas" (22-23), una de las más características de la Cuenca del Duero.
Se trata de una serie caracterizada por su color blanco y su carácter blando, y se encuentra en las laderas de los cerros testigo y páramos constituyentes del relieve amesetado de una buena parte de este sector de la Cuenca del Duero.
En la zona, la "Facies Cuestas" alcanza un espesor de 25-35 metros y está caracterizada por un conjunto heterogéneo formado por margas, arcillas carbonosas, yesos, margas yesíferas y calizas margosas. En la Cuesta Gil predominan las margas y margocalizas, con un tramo superior yesífero.
Por encima de esta serie de la "Facies Cuestas", culminándola, encontramos un conjunto alternante de calizas, calizas margosas y margas, con un espesor medio de unos 15 metros: son las denominadas "Calizas del Páramo Inferior" (24).
La Cueva del Tío Gil se sitúa justo en el límite entre la "Facies Cuestas" y las "Calizas del Páramo Inferior", y eso explica la existencia de margas y calizas blandas, de labra fácil, adecuadas para excavar un eremitorio (contemporáneo o medieval), levantar una casa en piedra, disponer de piedra abundante para levantar muros de contención, y aprovechar para consumo humano y riego de la huerta las aguas de un manantial cercano.
Una vez más, la geología resulta clarificadora a la hora de explicar determinadas manifestaciones antrópicas: una cueva, una casa, una huerta y una fuente. En la Cuesta Gil se dan y daban las condiciones idóneas para todos y cada uno de aquellos "aprovechamientos" humanos.
EXCURSIÓN CICLISTA: DE HUÉRMECES A PEDROSA (14 + 15 KM)
Siguiendo una ruta trazada preferentemente por caminos, evitando las carreteras siempre que sea posible, el trayecto de ida se realiza en su totalidad por la margen derecha del río Úrbel. El de vuelta, por variar, por la margen izquierda (siempre según se mira hacia la desembocadura). La ida consiste en un suave y continuado descenso; la vuelta, en una también suave subida, muy plácida a no ser que sople el cierzo.
Trayecto de ida (Úrbel abajo) 14 km
Partiendo de Huérmeces por el camino y puente de La Pradera, siguiendo por el camino de Ros, pasando por las cercanías de Santibáñez y Miñón, cruzando de lado a lado el pueblo de La Nuez de Abajo, pasando por las cercanías de Zumel y Lodoso, y alcanzando Pedrosa por el corto tramo de carretera (2 km) que separa ambos pueblos.
Trayecto de vuelta (Úrbel arriba) 15 km
Saliendo de Pedrosa por la carretera de Marmellar de Abajo, cruzamos el Úrbel por el puente nuevo y tomamos el camino que, paralelo al río, sube por su margen izquierda, hasta llegar a la ermita de La Cuadra y a la vieja carretera de Aguilar; seguimos la carretera durante casi 4 km, hasta Santibáñez, dónde tomamos el camino que, a la derecha, tira hacia La Frontana, uniéndose al camino Callejuela y llegando a Huérmeces por la caseta de Lorenzo.
Como simple curiosidad, cabe añadir que el recorrido ciclista de ida sigue similar trazado al que recorrían, en los años cincuenta del siglo pasado, algunas personas del ámbito familiar que deseaban visitar a sus parientes de Olmos de la Picaza.
Una vez llegados a Pedrosa, dejaban la bicicleta en casa del maestro don Emilio, que allí estuvo destinado entre 1948 y 1957, y tomaban el coche de línea Burgos-Villadiego (Autobuses Amaya) que pasaba por Villalbilla, Tardajos, Las Quintanillas, Santa María Tajadura, Pedrosa, Lodoso, San Pedro Samuel, Avellanosa, Susinos, Tobar, Olmos y Villadiego.
AGRADECIMIENTOS
A dos vecinos de Pedrosa, cuyo nombre desgraciadamente no recuerdo, por contarme parte de la memoria popular que del Tío Gil aún perdura en su pueblo.
A uno de esos dos vecinos, también tengo que agradecerle el detalle de acercarme al pueblo en su tractor, tras la misteriosa desaparición de la bicicleta de este bloggero. Y al otro, también quiero agradecerle el hecho de haberme guardado gentilmente la bicicleta en su garaje.