martes, 29 de septiembre de 2015

Fuentes y manantiales



¿Quién pudiera entender los manantiales,
el secreto del agua recién nacida,
ese cantar oculto a todas las miradas…?

(Manantial, Federico García Lorca, 1919)



Una de las supuestas acepciones del término “huérmeces” es la de fuentes, borbotones, agua que regurgita desde el suelo.

En la variada geología del término -calizas del Cretácico Superior en el norte y este, arenas, arcillas y calizas miocénicas en el sur y oeste- estriba esta relativa abundancia de fuentes y manantiales en Huérmeces, ya que la mayor parte de los manantiales surgen en las zonas de contacto entre ambas eras geológicas, la mesozoica y la cenozoica.


Fuente La Hoz: el manantial más caudaloso de Huérmeces

Casi todos los manantiales del término desaguan hacia el río Urbel; muy pocos hacia el arroyo de Rucios (afluente del Ubierna), por lo que el límite oriental del término, tanto con Castrillo como con Ubierna, no dispone apenas de manantiales, a pesar del carácter húmedo, arcilloso y proclive a encharcamientos de parajes como Navas y Valdevacas. En el Páramo, algún manantial desagua hacia el vallejo de Monasteruelo, pero la mayor parte lo hacen hacia Huérmeces (Uyestro, Las Juncadas, Camino de las Vegas, Canterillo, La Erilla, Camino Ruyales, Boticaria, Buen Rudera)


Fuente de Escaladilla, una de las pocas que se mantiene activa y en uso, con sus piedras delimitadoras

Gran parte de estos manantiales resultaban de suma importancia para las culturas campesinas de antaño, anteriores a la mecanización, ya que constituían un aprovisionamiento vital de agua para personas y bestias (ganado de labor y de cría), esencial cuando las fincas se encontraban lejos del pueblo y obligaban al labrador a pasar casi todo el día en el campo.


Fuente Plumares: la Concentración Parcelaria la transformó para siempre, y ya no es lo que era
Fuente de Rogarcía


Muchos de estos antiguos manantiales han acabado por desaparecer en los tiempos modernos. Esta reciente pérdida de fuentes y manantiales podría obedecer a la acción simultánea de los siguientes factores:

  •  Concentración parcelaria de finales de los setenta del siglo pasado, con las drásticas modificaciones de linderos de fincas y cursos naturales de arroyos
  • Aprovechamiento intensivo de acuíferos y aguas superficiales de ríos y arroyos para abastecimiento de poblaciones, ganados y cultivos, con el consiguiente descenso del nivel freático. Proliferación de balsas, pozos, tomas de agua de ríos –legales o ilegales- para riego de cultivos, etc.
  •  Plantaciones de chopos en los años 60 y 70, cuyas raíces han acabado por modificar el curso natural de algunos manantiales (Buzón y Valdegoba)
  • Plantaciones recientes de pinos en los páramos y estepas, lo que ha podido originar –sobre todo en las laderas- procesos artificiales de escorrentía y pérdida del poder absorbente del denso tapiz vegetal antes existente (aulaga almohadillada y plantas aromáticas, principalmente)
  • Laboreo intenso y más profundo de las tierras con la potente maquinaria agrícola moderna, que podría acelerar los procesos de pérdida de agua por evaporación y ascenso capilar
  •  Continuado arreglo de caminos, con importantes aportes de áridos que pueden acabar originando modificaciones en los drenajes naturales
  • Descenso en las precipitaciones en forma de nieve: la nieve persistente, su lento deshielo, esa era la mejor manera de recargar acuíferos
  • Ascenso térmico: en un contexto de cambio climático, el incremento de las temperaturas medias, junto con  el menor número de días de lluvia lenta y de nieve, ha ocasionado un aumento de la evapotranspiración de la cubierta vegetal natural, que necesita de una mayor cantidad de agua para sobrevivir, con la consiguiente pérdida del volumen de recarga de los acuíferos.
  • Desinterés y desidia: al no servir ya para uno de los motivos fundamentales por los que se cuidaban (punto de abastecimiento de agua para los labradores), no existe interés alguno en mantener los manantiales en buen uso; la falta de sensibilización hacia estas cuestiones es también generalizada en la zona, con algunas notables excepciones.






Un listado –seguramente incompleto- de las fuentes y manantiales que existen o existían hasta hace pocos años en el término de Huérmeces, podría ser el siguiente (de norte a sur, y de oeste a este) [A-activa; D-desaparecida; T-transformada; B-buen estado]







En el vallejo de Val y sus laderas hacia el Páramo y hacia El Alto La Cruz se localizan varios manantiales: Boticaria, Camino Ruyales, La Erilla y Buen Rudera
En el vallejo de Valdeporros y sus inmediaciones también se concentran varias fuentes: la del mismo nombre (1), Fuente Aceros (2) y El Bardal (3)
Fuente El Pez, en el término de Santibáñez, en la continuación del Camino Callejuela


Varios de los topónimos de estas fuentes dejan claro su carácter: Fuente Aceros (fuente de las encinas), Fuente Plumares (fuente de los manzanos, pumares), Juncadas (lugar abundante en juncos), Bardal (lugar abundante en espinos), Sutildarache (soto: árboles y arbustos de ribera), Fuente La Hoz (desfiladero), Buen Rudera (de rodera, camino; o ruderal, escombrera).


Fuente de Alba, en las inmediaciones del molino de Aquileo

Buen Rudera, en la ladera del Páramo que cae hacia Val; una de las fuentes más altas del término

Fuente de Buzón: la  chopera la ha transformado considerablemente

Fuente del Camino Ruyales, en las cercanías de las Torcas de Val

Desaparecida Fuente de Cuevagatos, justo encima de la plantación de frutales

El Colmenar: manantial de la fuente principal del pueblo
 
Fuente de Escaladilla, desagua en dirección a Berlanga
Fuente Arroyuelo, en la Huerta de Rodrigo, cubierta con una losa de hormigón y drenada artificialmente

Fuente de los Enfermos: drenada artificialmente

Fuente Plumares: entre San Miguel y La Coronilla

Las Juncadas, en la ladera del Páramo; fuente a 995 m de altitud; captada para abastecimiento

Praos de Vega-Camino de Valdetope; captada en los años 70 para abastecimiento de la base militar de San Vicente

Fuente de Rogarcía, al lado de la poza homónima en el río Urbel; arreglada en los años 80


Fuente de Tresvallejo, en las cercanías del Palacio de Arriba



Pilones y abrevaderos:

En el pueblo, aparte del existente en el Barrio de Arriba (Arroyuelo), contiguo a la fuente principal, existió otro pilón en La Plaza, junto a la carretera, que desapareció al acometerse la reforma de aquélla, allá por 1977. Daba servicio a los ganados del barrio de Abajo (Vega) y se abastecía del agua sobrante de la  fuente y pilón del Barrio de Arriba.

En el Barrio de Mercado existe otro, mucho más moderno, al lado del parque infantil, que se abastece del depósito de agua situado en el camino de Castrillo.

En los alrededores del pueblo existen otros dos pilones: Valdelebrín (a un kilómetro) y Valdeporros (a dos kilómetros y medio).


Valdelebrín

Valdeporros

Fuente La Hoz

El caudal de Fuente La Hoz a la salida del invierno
Fuente de Valdefrailes

Desaparecida Fuente de Valdegoba
Valdelebrín


Agradecimientos:

A los vecinos y naturales de Huérmeces que han colaborado en la confección del listado de fuentes y su ubicación, desempolvando sus recuerdos con viejos nombres ya casi olvidados.

Gracias a ellos, aunque el sonido del agua de muchas fuentes y manantiales se pierda irremisiblemente, no sucederá lo mismo con la sonoridad de sus nombres.

martes, 22 de septiembre de 2015

Trifinios de Huérmeces



Un trifinio, tripunto o mojón triple es el punto geográfico en el que convergen los límites fronterizos de tres entidades administrativas (países, regiones, provincias, municipios o términos).

En España, trifinios internacionales se dan en las fronteras con Francia y Andorra, tanto en la oriental como la occidental de este último país.

Trifinios regionales (autonómicos) existen varios, y el más cercano lo tenemos en el Alto de Zalama, en los Montes de Ordunte, entre Cantabria, País Vasco (Vizcaya) y Castilla y León (Burgos).

El trifinio provincial más cercano a Huérmeces lo encontraremos en Los Altos de Villaescobedo, tripunto que separa las provincias de Palencia, Cantabria y Burgos.



El término de Huérmeces (26,5 km2) presenta un total de siete trifinios, regularmente distribuidos a lo largo de los poco más de 22 km de longitud que alcanza la totalidad de su perímetro.


Trifinio o Mojón
Altitud
(m)
Términos
delimitados
Perímetro entre mojones
contiguos (Km)
TF1 - El Roble
1000
Montorio
Huérmeces
Pantaleón
TF1 - TF2
2,5
TF2 - Alto Buzón
1005
Montorio
Castrillo
Huérmeces
TF2 - TF3
3,1
TF3 – Valdevacas
975
Castrillo
Ubierna
Huérmeces
TF3 - TF4
3,2
TF4 – Páramo de Burgos
1015
Ubierna
Santibáñez
Huérmeces
TF4 - TF5
4,4
TF5 – Mojón Blanco (Páramo)
1005
Huérmeces
Santibáñez
Ros
TF5 - TF6
3,6
TF6 – Mojón Alto (Hontalba)
1025
Ruyales
Huérmeces
Ros
TF6 - TF7
2,3
TF7 – La Lastra
1035
Pantaleón
Huérmeces
Ruyales
TF7 - TF1
3,0

Perímetro total (Km)





22,1

TF1-El Roble (Montorio-Huérmeces-Pantaleón)

TF2-Alto Buzón (Montorio-Castrillo-Huérmeces)

TF3-Valdevacas (Castrillo-Ubierna-Huérmeces)

TF4-Páramo de Burgos (Ubierna-Huérmeces-Santibáñez)

TF5-Mojón Blanco / El Páramo (Ros-Santibáñez-Huérmeces)

TF6-Mojón Alto / Hontalba (Ruyales-Ros-Huérmeces)

TF7-La Lastra (Pantaleón-Huérmeces-Ruyales)

Cinco mojones consisten en una piedra caliza de gran tamaño, con las iniciales de los pueblos en cada una de las tres caras implicadas. En el caso de Valdevacas, el mojón se ha visto rodeado de una densa mata de endrinos, por los años trascurridos sin recibir mantenimiento alguno.

Uno de los mojones (La Lastra) consiste en un mero amontonamiento de piedras. En otro (El Roble), las funciones de mojón las ejerce un quejigo de buen tamaño, sobre el que se han ido amontonando piedras a lo largo de los años, y con una de ellas insertada en el vértice de unión entre sus ramas principales (ver entrada en este mismo blog, de 5 de mayo de 2014).

Mojón TF4 (Páramo de Burgos): detalle de la cara orientada a Huérmeces, con una "H" grabada a media altura




El mojón del Alto Buzón tiene también la categoría de tripunto municipal (Montorio-Merindad de Río Ubierna y Huérmeces). Lo mismo sucede con el del Páramo de Burgos (Merindad de Río Ubierna-Huérmeces-Valle de Santibáñez).

Desgraciadamente, las tablillas delimitadoras de los diferentes cotos de caza de cada término contribuyen a afear un tanto la antaño clara preeminencia de las grandes piedras de caliza blanquecina.

En los años anteriores a la despoblación, el recorrido anual de estos mojones por parte de los mozos de cada uno de los tres pueblos implicados constituía un rito muy enraizado. Esta “revisión anual de fronteras”, realizada en una fecha primaveral según las costumbres de la comarca, suponía un motivo de celebración y reencuentro tras el duro invierno.


En Huérmeces, los últimos amojonamientos se realizaron a finales de los años 80 e intervinieron en ellos los últimos vecinos jóvenes del pueblo: Toñi, Margari y Juanma.

martes, 15 de septiembre de 2015

Cosas que los nietos deberían saber (IV)


Siete escenas de verano: Huérmeces, años cincuenta

1. La Enredadera



Casa de Arriba (1953)


Una planta trepadora creciendo en la fachada principal de la casa -orientada al Sur- supone una nota de color y de frescor en el austero paisaje estival de Castilla, a falta del despliegue de macetas en flor propio de lugares más cálidos.


2. El Perro

Casa de Arriba (1954)


El fiel compañero, guardián de la casa y del ganado, ayudante de caza, avisador de visitas deseadas y espantador de indeseadas ... muy alejado del concepto de mascota de hoy en día.


3. La Fuente

Fuente del barrio de Arriba o Arroyuelo (1954)


Lugar para el constante acarreo de agua y centro social de la vida del pueblo, habitual de conversaciones y chismes entre calderos y botijos, mientras las gallinas picotean en un suelo aún lejos de encementarse para siempre.


4. El Palacio


Huerta del Palacio de Arriba (1954)


Momentos de asueto en el huerto (hoy jardín) del Palacio de Arriba (hoy Palacio de Huérmeces), en un tiempo en el que una familia de labradores podía permitirse un palacio del siglo XVI, aunque fuera como simple almacén de aperos y palomar.


5. La Era

Era de Mercado (1952)


En agosto, la trilla copaba gran parte del tiempo de las mujeres e hijos pequeños de los labradores; dicen que para colocarse sentado encima del trillo valía cualquiera, incluso los veraneantes.


6. Los Bueyes

Era de Mercado (1958)


En los tiempos pre-tractor, los bueyes eran la fuerza de tiro, además de fuente de calor y fábrica de abono. Una o dos parejas por cada familia labradora, esa era toda la motorización agraria de la época.


7. La Parva

Era de Mercado (1957)


El cereal segado, extendido sobre la era para ser trillado, constituía el fruto de todo el duro trabajo anual del labrador, la base de la economía rural de la época.



Nota:

La enredadera que aparece en la primera fotografía es una parra rusa o polígono trepador (Polygonum aubertii), muy habitual en aquéllos años. De rápido crecimiento, hoy en día su uso está muy limitado en parques y jardines por su carácter fuertemente invasor.