Viene formando parte del paisaje del pueblo durante los últimos seiscientos y pico años. Cercano al puente Vega y al río Urbel, su figura emerge destacando sobre el caserío.
También denominada torre de los Padilla o del Duque de Abrantes, según las diferentes familias, estirpes y linajes por los que ha pasado su propiedad. En algunas publicaciones aparece también denominada como torre de los Pacheco, aunque parece ser que nunca perteneció propiamente a este linaje.
El torreón de Huérmeces, años 30 del siglo XX |
Aunque Cadiñanos data la construcción de la torre a principios del siglo XVI, otras voces sitúan su origen mucho más atrás en el tiempo: finales del XIV o principios del XV.
Son las primeras referencias históricas las que datan de principios del XVI: 1508 (reclamación de Isabel Pacheco a su hijo, el Adelantado Antonio Padilla); 1528 (manda de Isabel Pacheco a su hijo Jerónimo). En el inventario formado a la muerte de éste se describe la torre como:
Son las primeras referencias históricas las que datan de principios del XVI: 1508 (reclamación de Isabel Pacheco a su hijo, el Adelantado Antonio Padilla); 1528 (manda de Isabel Pacheco a su hijo Jerónimo). En el inventario formado a la muerte de éste se describe la torre como:
"una torre con sus eras, y que linda con eras del concejo por todas partes"
El Torreón en los años 20 (Archivo Eustasio Villanueva) |
"...en el término y pradera que llaman la torre hay un fuerte cuya posesión es del Duque de Abrante[s], su uso y estado no es más que la apariencia por de fuera, por dentro está toda desbaratada, aunque de tiempos antiguos muestra haber sido otra cosa...del foso, contrafoso y puente levadizo no hay más que los vestigios de lo que ha sido..."
El Torreón, años 20 del XX (Photo-Club) |
De los Padilla había pasado a manos de los Duques de Abrantes gracias al matrimonio de la hija de Mariana de Padilla y Mendoza, Ana de Sande Padilla (II Marquesa de Valdefuentes) con Alfonso de Láncaster (I Duque de Abrantes)
Ya en el Catastro de Ensenada (1752) figura también como propiedad del Duque de Abrantes el molino cercano a la torre, denominado entonces de Molinduengo (del Rinconcillo en tiempos modernos).
En origen, la fortaleza estaba formada por una rectángulo de 13 por 10 metros, con muros de casi 2 metros de espesor. Al Oeste tuvo un cuerpo adosado del que únicamente quedan cimientos. Alrededor de la torre se supone que existía un recinto murado de 17 por 20 metros, ocupando aquélla la esquina NE de dicho recinto.
Bing Maps (Julio 2010): en blanco, contorno del recinto amurallado que rodeaba la torre (según Cadiñanos) |
Hay que tener en cuenta que circunvalando sus paredes Norte y Este discurre el cauce que servía a los molinos del Rinconcillo (Molinduengo) y Las Huertas, y que dicho cauce bien pudiera haber realizado las funciones de foso protector de la torre; o bien al contrario, que tras perder la torre su función defensiva, se hubiera aprovechado su foso para hacerlo coincidir con el cauce molinar.
De esta manera, y a pesar de encontrarse en terreno llano, la fortaleza se hallaría protegida por un lado por el río Urbel y por otro lado por el foso-cauce molinar. Precisamente por este motivo, las dos paredes contiguas al cauce molinar no tenían la necesidad de disponer de un segundo recinto fortificado.
Faltan dos lienzos y toda la parte almenada de la torre; esta última desapareció a principios de los años cuarenta del siglo pasado, cuando el entonces propietario, el señor Miguel, en colaboración con un cantero de Santibáñez, decidió vender la buena piedra para
su uso en la construcción de varias casas en aquel pueblo y otros de los alrededores.
Como solía ocurrir en aquellos años, poco después de producirse este lamentable desmoche, la torre fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC, en 1949).
Al exterior, sólo varias saeteras y un vano adintelado permanecen íntegros.
Según atestiguan algunas viejas fotografías, la torre tuvo almenas apoyadas en doble modillón.
En el interior, parece ser que poseyó sótano y cuatro plantas. En el primer piso pueden verse aspilleras de diverso tipo, bien trabajadas. En el segundo piso los vanos son más escasos, y los paramentos se estrechan notablemente.
Sobre el rehundimiento formado, así como sobre los canes todavía visibles, se apoyaron las vigas del tercer piso. En éste aparece una ventana de arco de medio punto.
En todos los lados se ven mechinales en los que se incrustaban las vigas.
La torre es de mampostería, con excelentes sillares en las esquinas, que se prolongan ligeramente por los lienzos y encuadran los vanos. El interior de los muros está relleno de cal y canto.
Como curiosidad, cabe señalar la presencia, en la pared este, de numerosas escorias procedentes de la fundición de hierro o de la incompleta combustión del carbón. No está del todo claro el objetivo de este añadido: meramente ornamental, intento de comunicar mayor fortaleza al rejunteo, mejorar el fraguado del mortero ...
Escorias incrustadas en la masa utilizada para el rejunteo, en la pared Este de la torre |
Durante el siglo XV y principios del XVI se produjo una gran expansión en el levantamiento de castillos y fortalezas, como consecuencia de la consolidación de la nobleza y la aristocratización de la oligarquía burgalesa, unido a las luchas civiles y al vacío político originado durante el reinado de Enrique IV (1454-1474) y los años posteriores a la muerte de Isabel La Católica (1474-1504).
En el caso de la nobleza (los Rojas, los López de Padilla, los condes de Castañeda...), las torres y castillos solían enclavarse en el centro de sus dominios, y respondían al modelo de castillo-palacio, provisto de una torre de homenaje y una cerca a su alrededor. Constituyen el símbolo de la autoridad que ejercen sobre los individuos y las colectividades, como avanzadillas e hitos delimitadores del espacio sobre el cual ejercen su prevalencia.
La oligarquía de la ciudad de Burgos (los Alonso de Burgos, los Salamanca, los Pardo, los Cartagena...) toma interés en estas fortificaciones por razones de prestigio social, imitando los modos de vida de la nobleza, entre los que destaca el poseer castillos y mansiones en el campo; a lo largo y ancho de toda la comarca burgalesa existían, a finales de la Edad Media, castillos y casas fuertes en 35 lugares.
En definitiva, la torre servía para recordar a los aldeanos que el señor tenía unas claras prerrogativas sobre las aldeas, entre las que destaca su intervención en la vida municipal: eligiendo a los cargos concejiles o sancionando los nombrados por los vecinos, supervisando y aprobando las ordenanzas municipales, decidiendo sobre los aprovechamientos comunales...
Ahí están, pues, los restos del torreón de los Padilla o del duque de Abrantes, para recordarnos quien mandaba en Huérmeces hace cinco o seis siglos.
FUENTES Y NOTAS:
1. Arquitectura fortificada en la provincia de Burgos, Inocencio Cadiñanos Bardeci, Diputación Provincial de Burgos (1987) [páginas 44-46]
La arquitectura militar señorial evolucionó rápidamente a mediados del siglo XV, cuando tuvo que adaptarse a la expansión de la artillería. Las altas torres señoriales, con barbacanas y ligeras almenas voladas (torres de los Padilla en Huérmeces, los Varona en Villaute o los Velasco en Olmos de la Picaza) podían servir para defenderse de enemigos armados con ballestas y escalas, pero eran demasiado frágiles frente a los impactos de la naciente artillería, y no estaban preparadas para disparar con armas de fuego desde su interior. Por ello, a mediados del siglo XV, las torres señoriales se adaptaron al uso de la artillería reduciendo su altura, engrosando sus muros, fortaleciendo las almenas pegadas a los muros, adaptando las aspilleras al uso de armas de fuego y añadiendo barreras artilleras de protección. Todo parece indicar, pues, que la torre de Huérmeces es de construcción anterior a la mitad del siglo XV. El castillo de Olmillos de Sasamón, comenzado a construir en 1446 por Pedro de Cartagena, regidor de Burgos, puede servir de buen ejemplo para mostrar esta evolución arquitectónica.
2. Duque de Abrantes: título creado por Felipe IV en 1642 para Alfonso de Láncaster (I Duque de Abrantes, 1597-1654), y que hace referencia al municipio portugués homónimo, perteneciente al distrito de Santarém; su actual titular es José Manuel Zuleta y Alejandro (XV Duque de Abrantes, 1960), jefe de la secretaría de la reina Letizia.
3. La primera mención a las escorias en masa de rejunteo la encontré en Memorias de Burgos, de Elías Rubio Marcos, Editorial Aldecoa, Burgos (2015) [páginas 72-73]
4. Señores, mercaderes y campesinos. La comarca de Burgos a fines de la Edad Media, Hilario Casado Alonso, Junta de Castilla y León (1987) [páginas 388-391]