sábado, 28 de marzo de 2020

Bienvenido: un bala perdida en el Burgos de hace noventa años


Érase una vez un muchacho algo rebelde, que había venido al mundo en el año de nuestro señor de 1903, en un pequeño pueblo de la comarca de Los Páramos llamado Huérmeces, en el seno de una humilde familia de pastores.

Sus padres, Genaro y Justa, eran naturales de Las Hormazas y Celadilla Sotobrín, respectivamente, y se habían establecido en Huérmeces en 1887. Allí trabajaron, cuidando de uno de los varios rebaños con que contaba entonces el pueblo, durante unos dieciséis años; casi un cuarto de vida.

Por lo que nos cuenta un viejo Padrón sabemos que, en 1899, la familia estaba compuesta por el matrimonio y dos hijos, Gregoria y Eustaquio, de ocho y seis años de edad; también nos cuenta que la familia residía en el número 12 de la calle de La Plaza.

Bienvenido, que así fue bautizado nuestro paisano, resultó ser un muchacho muy dado a meterse en problemas, o con muy mala fortuna, o con cierta querencia por las malas compañías. Quién sabe. Pero el caso es que de sus llamativas correrías dan fe numerosas reseñas del Diario de Burgos de la época.

Todo parece indicar que Bienvenido, a mediados de los años veinte, residía en la capital provincial, o por lo menos en ella desarrollaba gran parte de sus -digamos que conflictivas- actividades.

Su debut en la prensa provincial data de diciembre de 1926. Por motivos que se desconocen, Bienvenido se vio inmerso en una reyerta, cuando se encontraba tomando unos vinos en la taberna de Doroteo, en el barrio del Hospital del Rey. De resultas de la misma, un tal Antonio Pérez, natural de la localidad orensana de Santa Tecla, agredió con su navaja al tabernero, cuando este intentó mediar en el conflicto. Tanto Bienvenido como Antonio fueron puestos a disposición judicial. Desconocemos las consecuencias penales del hecho, si es que existieron.

Burgos: Barrio del Hospital del Rey (Archivo Municipal de Burgos)


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La siguiente aparición de Bienvenido en la sección de sucesos del Diario acontece en septiembre de 1927. Cuando se encontraba entregando gaseosas, en su condición de repartidor, en la taberna de Sotragero, Bienvenido fue insultado y agredido -sin motivo aparente- por Julio García, vecino del pueblo. Por la entidad de las heridas sufridas, Bienvenido tuvo que ser asistido en la Casa de Socorro de la capital.

Dadas sus negativas experiencias tabernarias, quizás Bienvenido, mientras era atendido de sus heridas, exclamara -dolorido- algo así como ¡Bares, qué lugares!, tal y como décadas más tarde confirmaría un grupo rockero español con nombre de película de terror alemana.

Un par de meses después, en noviembre de 1927, protagoniza un desgraciado accidente. Un sábado por la tarde, cuando cabalgaba -probablemente, más rápido de la cuenta- por la carretera de Valladolid, a la altura del fielato, atropelló a Valentín, labrador y vecino de Tardajos, causándole heridas de gravedad, por las que hubo de ser trasladado al Hospital Provincial. Bienvenido fue detenido y puesto a disposición judicial.

A consecuencia del atropello equino, medio año después, en junio de 1928, Bienvenido es juzgado en la Audiencia Provincial, acusado de lesiones por imprudencia. Desconocemos el contenido de la sentencia.

No parece que ninguna de las experiencias anteriores le sirviera de escarmiento a Bienvenido, ya que en octubre de 1928 se ve envuelto en otro desgraciado suceso, esta vez nada accidental, esta vez ya claramente delictivo.

Una noche de ese mes, el sereno de la Plaza Vega de la capital burgalesa, sorprendió a Bienvenido abandonando la Posada de Marijuán cargado con dos voluminosos sacos. Dio aviso a los guardias municipales, que procedieron a su detención, llevándolo a la Comisaría. Allí declaró su filiación, así como su condición de vecino de Huérmeces. Los dos sacos contenían doce pieles de oveja, que resultaron ser propiedad de un vecino de Paredes de Nava. Todo parece indicar que Bienvenido había ingresado, con pleno derecho, en el mundo de la delincuencia. Desconocemos las consecuencias penales de este supuesto hurto de pieles de oveja.

Pasarán más de cuatro años antes de que Bienvenido aparezca de nuevo en la prensa local. Para entonces, diciembre de 1932, parece ser que era  vecino de Villalvilla Sobresierra (una de las poblaciones que conformaban Las Billetas), desconocemos si por motivo de haber contraído matrimonio con una mujer natural de dicho pueblo, o por haber encontrado trabajo estable en el mismo, o simplemente por poner tierra de por medio con la ciudad de Burgos.

En esta ocasión, Bienvenido volvía a visitar los locales de la Audiencia Provincial, en su calidad de acusado de estafa, por unos hechos acaecidos año y medio antes (abril de 1931). Parece ser que Bienvenido había ejercido de intermediario entre el comprador y el vendedor de una partida de cebada. El problema es que su condición de intermediario se limitó a la fase de recepción del dinero (347 pesetas de la época), aplazando indefinidamente la de reintegro al vendedor, añadiéndose el hecho agravante de la repentina desaparición de Bienvenido de su domicilio habitual en Villalvilla Sobresierra.

Bienvenido fue condenado a cuatro meses y un día de arresto mayor, así como al pago de costas y a la indemnización al vendedor de la partida de cebada por la cantidad defraudada, las 347 pesetas antes aludidas.

Y de esta manera finaliza la reiterada aparición de Bienvenido en la prensa local de la época. Después de la reseña de la sentencia, no encontramos ni rastro de sus posteriores andanzas, si es que las hubo.

Queremos pensar que la repentina y definitiva desaparición de su nombre en la prensa local obedeció al hecho de que Bienvenido reconsiderara finalmente su trayectoria vital, proponiéndose una enmienda contundente en sus actividades delictivas; puede que sentara la cabeza, decidiera formar una familia y pasara a ganarse honradamente la vida; queremos pensar que Bienvenido falleció ya de muy viejo, rodeado de sus hijos y nietos, a los que sin duda deleitaría con edulcorados relatos de sus sonadas correrías.

Aunque también pudo ser que Bienvenido falleciera joven, a causa directa o indirecta de una nueva tropelía, de un nuevo accidente, de un último y fatídico guiño del destino. Quizás algún día lo sepamos.

De cualquier manera, Bienvenido siempre podrá presumir de haber sido el farol cuyo nombre -y apellidos- más veces apareció en la prensa local de los años veinte y treinta del siglo pasado.

En aquellos tiempos, no se estilaba la norma actual de publicar únicamente las iniciales de los apellidos de las personas inmersas en hechos delictivos (por lo menos hasta que un juez no haya dictado sentencia). 

Si Bienvenido hubiera cometido sus fechorías en nuestros días, habría aparecido en el Diario de Burgos tal que así:

"Bienvenido B. M., de 23 años de edad, natural de una pequeña localidad de los páramos, de profesión desconocida y vida desnortada".



NOTAS:

-La casa situada en la calle de la Plaza nº 12, según el Padrón de 1899, se correspondería con una de las dos entonces existentes entre las hoy casas de Mariano el Juez y Jesús Varona. En ellas vivieron también vecinos históricos de Huérmeces, como Laurentino y Valeriano.

-Las 347 pesetas de 1931-1932 equivaldrían a unos 5.200 euros de hoy en día. Teniendo en cuenta que el precio de la cebada hoy es de unos 170 euros por tonelada, supondremos que la partida de cebada de la que habla la sentencia alcanzaría un peso de unas 30 toneladas y media. Una partida importante para la época, sin duda.

Para calcular la equivalencia entre pesetas de 1931-1932 y euros de hoy he utilizado el nada científico método consistente en comparar el precio de la prensa diaria: 0,10 pesetas entonces y 1,50 euros (250 pesetas) hoy. Por lo tanto, la equivalencia sería de 1 peseta de 1931-1932 por 2.500 pesetas de hoy. Pero insisto en que es un método muy chapucero, ya que también habría que comparar salarios. Aunque nos pueda servir para salir del paso y hacernos una idea aproximada de la importancia relativa de la estafa en la que Bienvenido se vio involucrado.

-A algún vecino de Huérmeces le suena vagamente la historia de Bienvenido; es más, me apunta un posible epílogo: que nuestro paisano se alistara finalmente en la Legión y que -con la guerra civil de por medio- nunca se volvieran a tener noticias suyas en el pueblo. Tengo pendiente una conversación con algún que otro vecino, por lo que próximamente quizás podamos añadir algún dato nuevo.

FUENTES CONSULTADAS EN LA HEMEROTECA DIGITAL:

-Diario de Burgos, 10 de diciembre de 1926 [participación en una reyerta ocurrida en una taberna del barrio del Hospital del Rey]
-Diario de Burgos, 14 de septiembre de 1927 [agredido en la taberna de Sotragero]
-Diario de Burgos, 21 de noviembre de 1927 [atropello con caballo en la carretera de Valladolid]
-Diario de Burgos, 19 de junio de 1928 [juicio en la Audiencia Provincial, acusado de lesiones por imprudencia]
-Diario de Burgos, 6 de octubre de 1928 [presunto hurto de pieles de oveja]
-Diario de Burgos, 16 de diciembre de 1932 [juicio en la Audiencia Provincial, acusado de estafa]
-Diario de Burgos, 23 de diciembre de 1932 [condena por estafa]


BANDA SONORA:


Rolling Stones: Like a Rolling Stone (1995)
Si existe una expresión inglesa equivalente a la castellana "como un bala perdida", esa puede ser "Like a Rolling Stone". Y quiénes mejor que los Rolling Stones para cantar a un bala perdida. Además, supongo que a nuestro paisano Bienvenido le habría agradado más la versión de los Rolling que la original de Dylan. Es probable que, en sus correrías nocturnas por las tabernas de Burgos, hubiera conectado mejor con el enérgico guitarreo de Keith Richards que con la melancólica armónica de Dylan, aunque sobre gustos...


Bob Dylan: Like a Rolling Stone (1965)
La versión de los Rolling Stones se lanzó treinta años después de que Dylan lo hiciera con la original, dándole al tema un toque más cañero. La letra habla de una mujer que lo tuvo todo y que, por su mala cabeza, hoy ni tiene nada ... ni es nadie. Lo que hay que reconocer es que la canción comienza de la mejor manera posible, tal y como lo hacían los cuentos a la vieja usanza:

Once upon a time...

Érase una vez...

sábado, 21 de marzo de 2020

Federico Santamaría Huérmeces (1906-1936) o el efímero renacer de un apellido



Puede resultar sorprendente la casi total ausencia de "Huérmeces" en cuanto a apellido toponímico. En cualquier listado moderno, bien sea telefónico, postal, oficial, necrológico o estadístico, no encontrarás persona alguna que porte dicho apellido.

La recurrida base de datos del INE (Nombres y Apellidos) nos aclara que, en la actualidad, no existen en España personas que se apelliden "Huérmeces", ni como primero ni como segundo apellido.
 
Digo que esta ausencia resulta sorprendente porque no fue tal en tiempos pasados. En diversos documentos de los siglos XIV al XVI encontraremos muchas personas que portaban el apellido "Huérmeces" (en su forma arcaica: "Guermeces"), aunque es cierto que el concepto de apellido ha cambiado mucho desde entonces.
  
Así, en el archivo de la Catedral de Burgos, encontramos varios personajes con el apellido Guermeces; también sabemos que un abad de Cardeña lo portaba, tal y como figura en documentos varios:

-Juan de Guérmeces, abad de Cardeña (1370-1419)
-Pedro Fernández de Guérmeces, racionero (1398)
-Pedro González de Guérmeces, capellán del nómero (1421)
-Juan González de Guérmeces, vecino de Burgos (1421)
-Martín González de Guérmeces, procurador (1421)
-Pedro Gutiérrez de Guérmeces, tundidor (1442)
-Fernando de Guérmeces, espadero (1470)
-Bernardino de Guérmeces, clérigo de Palencia (1491)
-Pedro Martínez de Guérmeces, beneficiado de San Nicolás (1494)
-Juan de la Plaza de Guérmeces, vecino de Burgos (1495)
-Fernando Sánchez de Guérmeces (1503)
-Rodrigo de Guérmeces, escritor apostólico (1503)
-Ruiz Sánchez de Guérmeces (1511)
-Francisco de Guérmeces, fiscal (1535)


A partir del último tercio del siglo XVI, el apellido "Guermeces" se va haciendo más infrecuente, hasta llegar prácticamente a desaparecer en el XVIII.

Por eso, sorprende gratamente la repentina reaparición del apellido, ya en su grafía moderna ("Huérmeces"), durante la primera década del siglo XX.


Diario de Burgos, 19 de julio de 1906


El Diario de Burgos, en su edición del 19 de julio de 1906, incluye la habitual reseña con la relación de nacimientos, matrimonios y defunciones inscritos en el Registro Civil el día anterior; entre los nacidos, un nombre llama nuestra atención: Federico Santa María Huérmeces [en aquellos años el apellido Santamaría se consignaba en su forma compuesta]

La historia se podría haber quedado ahí, como una curiosidad más: la simple constatación de que Huérmeces había rebrotado (mutando la "g" por la "h") como apellido toponímico a principios del siglo XX.


Diario de Burgos, 31 de marzo de 1930


Pero esta pequeña historia parece que tuvo una mayor continuidad. En otra reseña del Diario, datada casi 24 años más tarde (DB, 31 de marzo de 1930), encontramos el siguiente titular: "Desde Francia, un burgalés busca a su madre". Creo que merece la pena la transcripción completa de la misma:


Desde un pueblecito de Francia, nos escribe un burgalés con objeto de ver, si con nuestra mediación, consigue encontrar a su madre, a la que no ha conocido nunca.

Con mucho gusto cumplimos el encargo, y celebraremos consiga sus justos deseos.

Se llama el individuo Federico Santa María Huérmeces y, por lo que manifiesta, debió de ser entregado en la Casa Provincial de Beneficencia de esta ciudad, el 18 de julio de 1905, puesto que en esa fecha del corriente año dice cumplirá los veinticinco.

[obviamente, se trata de un error de cálculo del periodista: Federico estaba por cumplir 24 años, ya que nació el 18 de julio de 1906, tal y como recoge la antes mencionada reseña del DB de fecha 19 de julio de 1906]

A los dos meses se hicieron cargo de la criatura Domingo Pérez y Leonarda Santa María, de San Pantaleón del Páramo, los que le sirvieron de padres y a quienes muestra su sincero agradecimiento, por haberle criado y educado honradamente. (3)

A los diez y seis años salió del pueblo y, después de pasar muchas penalidades, sentó plaza y sirvió en Regulares de Ceuta.

Al licenciarse marchó a Francia, donde está de dependiente en un comercio, pero se acuerda de su patria, a la que sin embargo ningún interés le liga, y encontrándose solo en el mundo, echa de menos el cariño de una madre, a la que tiene vehementes deseos de conocer.

Su dirección es la siguiente: Épicerie-Mercerie Chausseres, Etienne Verniolle, Lavelanet (Arigo) [Ariège] Francia. 


Hoy, ya nada podemos hacer por ayudar a Federico a encontrar a su madre. Lo que sí podemos es agarrarnos a esta curiosa historia, y rebuscar un poco más en Google, porque nunca se sabe qué pueden esconder los archivos digitales.

Y la red, una vez más, no defrauda. En una web relativa al recuerdo de anarquistas que fueron víctimas de la represión franquista, encontramos:








Se trata claramente de la misma persona, ya que, además de coincidir nombre y apellidos, concuerdan totalmente los datos relativos a la edad: ya sabemos que Federico nació un 18 de julio de 1906 (una premonitoria fecha para su triste final) por lo que, cuando fue detenido, acababa de cumplir los 30 años de edad.

Todo parece indicar que, en algún momento durante el primer quinquenio de los años treinta, Federico decidió volver a Burgos desde la localidad francesa de Lavelanet; quizás porque alguien logró aportarle alguna información relativa a su madre biológica, quizás porque el advenimiento de la República le ilusionó sobremanera; quizás, simplemente, porque la morriña por su tierra pudo con él.

Al llegar a Burgos, Federico se buscó la vida trabajando como peón de albañil; contrajo matrimonio; tuvo un hijo; se afilió al sindicato anarquista, donde ocupó cargos directivos, y acabó pagando con su vida por este último hecho.

Federico fue detenido, en su casa (calle de San Esteban nº 1), el 25 de julio de 1936, apenas siete días después del golpe militar. En el penal de Burgos permaneció en situación de preso preventivo hasta el día 7 de octubre de 1936, fecha en la que se recibe una orden del gobernador civil indicando al director del penal que sea excarcelado.

La "saca" de este día afectó a un total de 25 presos "puestos en libertad". En realidad, fueron entregados al comandante de caballería José Íñigo, que los condujo en una camioneta, esposados, hasta un lugar del monte de Estépar, donde fueron vilmente ejecutados.



LA RAZÓN DE UNOS APELLIDOS:

Cuando un recién nacido era entregado a la beneficencia, suponemos que sería una de las monjas que allí trabajaba la que impondría nombre y apellidos al neonato. También pudiera ser que, a veces, fuera el funcionario del Registro Civil el que aportara su granito de arena, sobre todo ante una posible duda o vacilación de la citada monja. No resulta muy complicado realizar algunas conjeturas acerca de los porqués del nombre y apellidos de Federico Santa María Huérmeces.

Nombre (Federico):

Quizás sea la suposición más obvia de todas: según el santoral cristiano, el día 18 de julio se celebra, entre otras, la onomástica de San Federico de Utrecht, y en aquellos tiempos se seguía la cristiana costumbre de otorgar como nombre de pila del recién nacido el de uno de los santos del día en cuestión.

Primer apellido (Santa María):

En las casas de beneficencia de aquellos años, era relativamente frecuente otorgar al neonato un apellido con el nombre de un santo, una santa o una virgen, en un pío intento por proteger o curar al niño de las numerosas enfermedades que le acecharían o atacarían; Santa María fue uno de los más socorridos, sobre todo en la ciudad de Burgos, ya que conviene recordar que la iglesia catedral a ella está consagrada.

Segundo apellido (Huérmeces):

En aquellos años (y hasta no hace muchos), lo normal hubiera sido otorgarle a Federico el término "Expósito" a modo de segundo apellido. La circunstancia de niños con los apellidos "Santa María Expósito" [Santa María, expósito] resultaba entonces bastante frecuente, apareciendo continuamente en reseñas de prensa y listados de todo tipo.

Pero alguien decidió que, en el caso de Federico, su segundo apellido fuera peculiar. Aquí ya debemos elevar el nivel de la conjetura, echándole incluso un poco de imaginación al asunto. Puede que una de las monjas que prestaban sus servicios en la beneficencia de la capital burgalesa fuera natural de nuestro pueblo; o que lo fuera alguna que otra apreciada hermana de su misma congregación. Recordemos que si hay algo que Huérmeces haya regalado al mundo, y con profusión, eso han sido frailes, monjas, misioneros y curas.

Si tu imaginación es algo más retorcidilla, puedes incluso elucubrar con la posibilidad de que la monja supiera o sospechara del origen cierto del neonato, y quisiera dejar una pista para que alguien, el día de mañana -quizás el propio protagonista, quizás un bloggero farol del siglo XXI- intentara seguir el hilo. 

Como los hechos, a veces, obedecen a la más simple de las causas, tampoco descartemos la posibilidad de que la monja otorgara a Federico el apellido Huérmeces única y exclusivamente porque fuera lo primero que le vino a la cabeza aquella lejana -y seguramente calurosa- mañana del 18 de julio de 1906; apremiada por el funcionario del Registro Civil sobre cual iba a ser el segundo apellido de la criatura, nuestra monja soltó Huérmeces como podría haber soltado Castrillo, Úrbel, Ubierna o Montorio. O quizás fuera el funcionario del registro el que ayudara a la sor en su vacilación: "póngale Huérmeces, hermana, que es un bonito lugar". No pretendo trivializar el momento, sino únicamente proponer supuestas motivaciones.

Huérmeces era una localidad relativamente conocida en la comarca burgalesa, y no muy alejada ni mal comunicada con la capital. Varios eran los regidores y potentados de la capital ligados desde antiguo a nuestro pueblo; bien por ser o haber sido propietarios de tierras, molinos, casas, torres o palacios; bien por ser o haber sido destino habitual de sus jornadas de caza y pesca. No nos puede sorprender, pues, el hecho de que el término "Huérmeces" fuera relativamente popular en el Burgos de la época.

Si nos fijamos en la alta prevalencia del término "Huérmeces", en cuanto a su aparición en la prensa escrita de finales del siglo XIX y principios del XX, nos haremos una idea aproximada de la relativa importancia del pueblo dentro de un contexto comarcal o, incluso, provincial.   



LA HISTORIA CONTINÚA:

Aunque los breves apuntes biográficos que de Federico existen nos dicen que el joven militante de CNT tenía una hijo cuando fue detenido, todo parecía indicar que el apellido Huérmeces se hubiese extinguido con su temprana muerte.


Diario de Burgos, 22 de julio de 1912


Pero, una vez más, la pequeña historia del apellido Huérmeces continúa algo más allá. Pocos años después de Federico, otro nacimiento fue consignado en el Registro Civil con los mismos apellidos: Julia Santa María Huérmeces. El Diario de Burgos recoge el apunte en su edición de 22 de julio de 1912

Si no conociéramos la historia de Federico y el supuesto origen de sus apellidos, podríamos suponer que se trataba de una hermana, nacida seis años más tarde que él. No sabemos si se trata de otra criatura entregada a la beneficencia en el momento de nacer, aunque eso es lo que parecen indicar sus apellidos. 

No volvemos a encontrar referencias sobre Julia, por lo que cabe suponer que su nombre aparecía erróneamente consignado en la reseña del diario, ya que en años posteriores (1919, 1943 y 1954) aparecen nuevas reseñas, aunque únicamente referidas a Julio Santamaría Huérmeces. La de marzo de 1919, en concreto, hace referencia a un niño llamado "Julio Huérmeces [sic], de seis años de edad", coincidiendo claramente con la edad que tendría la criatura nacida hacia el 22 de julio de 1912.

Curiosamente, Julio Santamaría Huérmeces también aparece en el mismo listado de represaliados burgaleses que Federico ("saca" del 1 de octubre de 1936), aunque aquel tuvo más fortuna que este, ya que salió con vida del evento.

Por último, en la edición del 20 de noviembre de 1959, el Diario de Burgos recoge la noticia de la imposición del distintivo de plata a tres miembros del Orfeón Burgalés, uno de los cuales resulta ser Julio Santamaría Huérmeces.

Y a partir de esa fecha, de nuevo, el silencio administrativo más absoluto. No he sido capaz de encontrar nuevas referencias al apellido Huérmeces, y mira que lo he intentado.


EL DEFINITIVO OCASO DE UN APELLIDO:
           
Sabemos que Federico tenía un hijo en el momento de su ejecución; desconocemos si Julio tuvo descendencia. En todo caso, el apellido Huérmeces habría quedado relegado a un tercer lugar, por lo que ya no figuraría en registros comerciales, civiles ni eclesiásticos y será imposible constatar su pervivencia en nuestros días.

Será el ocaso definitivo de un apellido que, aparentemente, mantuvo cierta pujanza allá por los siglos XV y XVI, quizás al compás de la propia pujanza del pueblo. No podemos negar que tiene su poesía el hecho de su fugaz y sorpresivo renacimiento, ya en los albores del siglo XX; sobre todo si dicho renacer se hubiera debido a la mera ocurrencia de una monja de la beneficencia o de un funcionario del Registro Civil.

De un abad de Cardeña a un militante anarquista, pasando por un miembro del Orfeón Burgalés. Quizás algún día podamos añadir algo más a esta tan interesante como, a veces triste, historia.


NOTAS:

(1) Por lo que aparece en viejos documentos, pudiera pensarse que, en tiempos pasados existió una frecuente tendencia a utilizar el toponímico "Huérmeces" en su supuesta forma abreviada: "Güemes".

Recordemos que "Guermeces" era la forma arcaica del actual toponímico "Huérmeces" y que, por lo tanto, la forma abreviada bien pudiera haber sido "Güemes".

Por otra parte, tampoco debemos olvidar el hecho de que en Cantabria existe una pequeña localidad denominada "Güemes" (municipio de Bareyo, a unos 12 km al este de Santander), algo que puede contribuir a generar confusiones y errores de consignación entre el Güemes cántabro y la forma abreviada del Guermeces burgalés.

Entre las citas de "Güemes" claramente relativas a Huérmeces, anotamos tres ejemplos:

-en algún apunte biográfico relativo al obispo Pedro Fernández Zorrilla, aparece "Güemes, en el arzobispado de Burgos" como su localidad natal.
-en un pleito del año 1555, guardado en la Chancillería de Valladolid, aparece el personaje "Sancho Ruiz de Güemes, vecino de Guermeces", mientras que en otros documentos de la misma época aparece un tal "Sancho Ruiz de Guermeces", que pudiera tratarse de la misma persona.
-en algún que otro libro de historia ("Historia General de Francia"), al hablar de un episodio concreto de la "Guerra de la Independencia", aparece el término "Huermez" en clara referencia a Huérmeces.

Parece pues, muy socorrida la tentación de consignar Guermeces/Huérmeces en su forma abreviada: Güemes/Huermez. Yo mismo firmo las fotos de este blog con la abreviatura "Hces", con la única intención de ahorrar tiempo y espacio.

(2) Buscamos en la base de datos del INE (Nombres y Apellidos) otros apellidos toponímicos referidos a pueblos del entorno de Huérmeces; en muchos casos, la base de datos registra personas que los portan como apellido primero, segundo o ambos; así tenemos:

Abajas (109, 56, 0); Arroyal (137, 126, 0); Avellanosa (35, 11, 0); Boada (2857, 2648, 26); Brullés (41, 43, 0); Bustillo (2587, 2617, 17); Castrillo (4231, 3984, 68); Celada (1828, 1837, 33); Celadilla (116, 141, 5); Fontúrbel (59, 71, 0); Fuenteúrbel (0, 11, 0); Hormaza (226, 192, 0); Icedo (22, 21, 0); Lodoso (92, 77, 0); Masa (2222, 2121, 39); Mata (20240, 19936, 161); Manciles (21, 14, 0); Mansilla (6023, 6307, 99); Melgosa (848, 810, 5); Miñon (436, 460, 11); Montorio (212, 183); Mozuelos (54, 48, 0); Nidáguila (38, 29, 0); Nuez (2345, 2332, 24); Olmos (9742, 9235, 119); Páramo (1899, 1960, 11); Pantaleón (316, 334, 0); Pedrosa (7977, 8273, 76); Quintana (29185, 29735, 405); Quintanilla (4907, 4677, 36); Rad (45, 61, 0); Rioseras (78, 77, 0); Robredo (769, 763, 8); Talamillo (45, 61, 0); Valcárcer (6, 0, 0), Valcárcel (5407, 5358, 38); Villatoro (1420, 1462, 12); Villaverde (7941, 7599, 69); Zumel (300, 264, 0)

Para otros muchos toponímicos relativos a pueblos del entorno no existen registros como apellido (o lo hacen en un número inferior a 5 personas por provincia o a nivel nacional): Acedillo, Borcos, Castromorca, Cernégula, Espinosilla, Fuencivil, Fuente Úrbel, Hontomín, Hormazuela, Hormicedo, Huérmeces, La Parte, Marmellar, Peñahorada, Quintanadueñas, Quintanajuar, Quintanarruz, Rebolledas, Sotragero, Trashaedo, Tremello/Tremellos, Úrbel, Villagonzalo, Villalonquéjar, Villarmero, Villaute, Villayerno.

(3) Para rizar el rizo aún más acerca de la historia de Federico, cabe añadir que sus padres adoptivos, Domingo Pérez y Leonarda Santamaría, junto con otros dos hijos, trabajaron como pastores en Huérmeces entre los años 1925 y 1950. En los padrones de 1940 y 1950 aparecen domiciliados en Mercado y Ondovilla, respectivamente:

-Domingo Pérez Díez (Montorio, 1882)
-Leonarda Santamaría (San Pantaleón del Páramo, 1881)
-Marceliano Pérez Santamaría (San Pantaleón del Páramo, 1918)
-Margarita Pérez Santamaría (San Pantaleón del Páramo, 1924)

El padre, Domingo, falleció entre 1940 y 1950, sustituyéndole como pastor su hijo Marceliano.

Dado que el propio Federico afirmó, en su emocionada carta al Diario de Burgos, que abandonó Pantaleón a la edad de dieciséis años (1922), parece seguro que nuestro protagonista nunca llegó a residir en el pueblo cuyo toponímico portaba como segundo apellido.

(4) Nuevas reseñas encontradas: el Diario de Burgos, en su edición de 12 de marzo de 1934, recoge los nacimientos comunicados por el Registro Civil de la capital: entre ellos, el de Victoria Villana Huérmeces. No he podido encontrar posteriores referencias sobre esta persona. En los censos electorales de la provincia de Burgos de 1936 y 1946 aparecen: Julio Santamaría Huérmeces (23 y 33 años; zapatero y jornalero), Anselmo Huérmeces Villalaín (66, empleado), Anacleto Sebastiano Huérmeces (25, sastre)

(5) EPÍLOGO (MARZO DE 2023): como ya hemos comprobado en otras ocasiones, el paso del tiempo puede traer nuevas sorprendentes, que contradicen a parte de lo supuesto hasta ahora: puede que Federico Santamaría Huérmeces no fuera ejecutado en una de las tristes "sacas" de los primeros días de la guerra; puede que saliera de la cárcel y pusiera tierra de por medio con el Burgos de aquellos tiempos; puede que, al finalizar la guerra, se estableciera en Vizcaya, que tuviera dos hijos más y que llegara a viejo, falleciendo a mediados de los años setenta del pasado siglo. Quizás algún día podamos dar más detalles de este inesperado giro de los acontecimientos. Y sirva también este ejemplo para no tomarse nunca al pie de la letra lo postulado por algunos libros, por muy sesudos que sus autores sean. 


FUENTES CONSULTADAS:

  • Diario de Burgos, 19 de julio de 1906: nacimientos consignados en el Registro Civil el día anterior: Federico Santa María Huérmeces
  • Diario de Burgos, 22 de julio de 1912: nacimientos consignados el día anterior en el Registro Civil: Julia [sic] Santa María Huérmeces.
  • Diario de Burgos, 31 de marzo de 1919: personas atendidas el día anterior en la Casa de Socorro: Julio Huérmeces [sic], de 6 años.
  • Diario de Burgos, 31 de marzo de 1930: Desde Francia, un burgalés busca a su madre. Federico Santa María Huérmeces, Lavelanet (Ariège), Francia.
  • Diario de Burgos, 21 de julio de 1943: matrimonios consignados en el Registro Civil el día anterior: Julio Santamaría Huérmeces con Irene González Ballesteros.
  • Diario de Burgos, 20 de noviembre de 1959: entrega de los distintivos de plata a miembros del Orfeón Burgalés: Julio Santa María Huérmeces.
  • Archivo del MOSA (Diputación Provincial de Burgos): Documentación de Julio Santamaría Huérmeces, relativa a la participación en las pruebas de acceso a la plaza de maestro zapatero. Convocatoria de 1954 (2326-38).
  • Diario de Burgos, 12 de marzo de 1934: Registro Civil-Nacimientos: Victoria Villana Huérmeces.
  • La Guerra Civil en Burgos. Fusilados, detenidos y represaliados en 1936. Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso. Olivares-Libros Antiguos. Burgos (2009) [páginas 132-134]
  • Guerra Civil y violencia política en Burgos (1936-1943). Isaac Rilova Pérez. Editorial Dossoles. Burgos (2001) [página 192]



PÁGINAS WEB CONSULTADAS:







LAVELANET: localidad y comuna francesa, sita en el departamento de Ariège, distrito de Foix, región Midi-Pyrénées; en la actualidad, la localidad cuenta con una población de unos 6000 habitantes; en los años treinta, cuando Federico Santa María Huérmeces trabajaba de dependiente en la Épicerie-Mercerie Chausseres, rondaba los 5000. Lavelanet se encuentra muy cerca de la zona de los castillos cátaros, y le separan de Burgos unos 600 km, hoy de recorrido casi íntegro por autovías y autopistas de peaje; en los años 30, sin embargo, un viaje muy largo y penoso. Como curiosidad adicional, cabe citar la relación existente entre Lavelanet y la actriz y cantante francesa Marie Laforêt (Maïtena Marie Brigitte Douménach, 1939-2019), cuyo abuelo por vía paterna (Louis Douménach) descendía de la zona y tenía un negocio en el mismo Lavelanet. Sería demasiada casualidad que el negocio hubiera sido una épicerie-mercerie.


BANDA SONORA:

Puede que el post de hoy case bien con alguna que otra canción de cierto tono melancólico, y qué mejor ocasión para escuchar un viejo tema de Marie Laforêt, cantante que, por cierto, falleció en noviembre del año pasado.





Este hit de 1973 se trata, en realidad, de una versión del tema "Rain, Rain, Rain" (1973), interpretado en inglés por el cantante, compositor y productor musical de origen alemán Bernd Simon, que pasó a la historia con el operístico nombre de Simon Butterfly.

La letra de "Viens, Viens" nos habla del desesperado llamamiento que un hijo (o hija) hace a su padre, en un intento por convencerlo de que vuelva al hogar, con su familia, dejando atrás la loca aventura amorosa que le ha trastornado. La vieja historia de la canita al aire, que tanto juego ha dado al mundo de la música, de la literatura y de la vida en general.

Otros hits de Marie Laforêt fueron "La Plage" o "Les Vendanges de l'amour", grandes éxitos de 1965 y 1963, respectivamente. Esta última canción tiene su correspondiente versión en castellano, interpretada por la propia Laforêt; a algunos quizás les suene el estribillo: olvidemos nuestro enfado, olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor; porque si no es a tu lado, porque si no es a tu lado, dónde voy a estar mejor... 


NOTA FINAL: Mientras dure el confinamiento, Hces-blog retomará su antigua periodicidad semanal; por dos principales motivos: el primero, suponer que los posibles seguidores de este blog disponen de más tiempo libre para leer sus contenidos; el segundo, que quien esto escribe también dispone de más tiempo libre, y mucho se teme que a la carpeta titulada "futuros posts" le revienten las costuras. Todos los sábados, pues, una nueva entrada aquí, en Hces-blog.

sábado, 7 de marzo de 2020

Muerte de un sacerdote: Quintanilla Pedro Abarca (1916)


Las viejas hemerotecas no solo contienen información periodística catalogable como "crónica social", ligera y complaciente, sino que periódicamente se nutren de un tipo de información menos amable, trágica incluso, clasificable como "crónica negra". En el mundo rural, más escaso en noticias que el urbano, estas noticias de crónica negra siempre han adquirido relevancia, pasando a formar parte de la memoria popular de cada lugar. 

Ahogamientos en el río; agresiones a vecinos y forasteros, con o sin navajas de por medio; apedreamientos a las casas del médico, maestro o cura de turno; carros que entornan y aplastan a labradores; virulentas epidemias que diezman a parte de la población infantil; accidentes con escopetas de caza; riñas y peleas por deudas, afrentas o mojones; robos de leñas, ganados o enseres... Estos son los ingredientes habituales de la crónica negra de un pueblo a principios del siglo XX.  

Hace ya más de cien años, el pueblo vecino de Quintanilla Pedro Abarca vivió una de esas situaciones relativamente habituales, pero que terminó en tragedia. Una riña entre parientes que acabó con la muerte de un joven sacerdote que nada tenía que ver en la disputa. Fue un lunes, 9 de octubre de 1916, a primeras horas de la tarde.


Quintanilla Pedro Abarca, en el centro del diapiro homónimo



Buenaventura, natural de Montorio, apenas llevaba unas semanas de maestro en Huérmeces. En Quintanilla Pedro Abarca residía su hermano, Benito. Y otra hermana, Ángela, aunque residía en Burgos, pasaba largas temporadas en el pueblo, junto con su marido, Fermín.

Como en otras muchas familias, entre los tres hermanos existía alguna que otra disputa, en este caso relativa a una deuda por rentas, con un embargo preventivo de bienes de por medio.

Un ingrediente básico de la tragedia fue la escopeta de dos cañones, del calibre 12, que poseía Buenaventura, como buen aficionado a la caza que era. Y el día fatídico, además, iba provisto de ella, ya que había realizado el trayecto entre Huérmeces y Quintanilla cazando por el camino.

Parece ser que ya de mañana los tres hermanos habían tenido cierto cruce de palabras gruesas, pero fue poco antes de las tres de la tarde de ese fatídico lunes  cuando se desató la tragedia. Buenaventura y Benito discutían acaloradamente con su hermana en un paraje contiguo al pueblo, "Los Vados", mientras ella se encontraba lavando la ropa. Ambos echaban en cara a Angela que su marido, Fermín, hubiera solicitado el embargo de bienes de Benito, a cuenta de una supuesta deuda impagada. La discusión subió de tono hasta el punto de llegar a las manos entre los tres hermanos, acabando por intervenir el cuñado, en defensa de su esposa.

Quizás alguien avisó al cura, quizás el mismo oyó los gritos, el caso es que el religioso se encaminó hacia el grupo de personas con la única intención de poner paz en tan bochornoso espectáculo. Y justo cuando llegaba a su altura, la escopeta de Buenaventura -objeto de forcejeo entre dos de los contendientes- se disparó accidentalmente, hiriendo de muerte al párroco.

El cura fallecido se llamaba Julián Saiz Saiz, y tenía 36 años. Había llegado a Quintanilla cuatro años antes, donde ejercía de cura ecónomo (sustituto), al tiempo que también prestaba sus servicios religiosos en el pueblo vecino de San Pantaleón del Páramo.



San Pantaleón del Páramo


Según relatan las crónicas de la época, Julián era un cura muy apreciado en los dos pueblos, ya que a sus quehaceres religiosos había unido su compromiso con la mejora de las condiciones de vida de los vecinos, promoviendo la traída de aguas al pueblo (la fuente del pueblo se inauguró finalmente en 1920) y colaborando en las labores de enseñanza de la población infantil.

No sabemos si la disputa familiar acabó para siempre en aquel fatídico momento; tampoco sabemos si los odios se enquistaron y se mantuvieron vivos durante mucho tiempo; pero lo que sí podemos imaginar sin mucho esfuerzo son las consecuencias psicológicas que el evento ocasionó en todos los contendientes.

Justo un año más tarde, en octubre de 1917, se celebró en la Audiencia de Burgos el juicio correspondiente, resultando absueltos del delito de homicidio por imprudencia temeraria los tres implicados: tanto los hermanos Benito y Buenaventura como el cuñado, Fermín.

Cementerio y ábside románico de la iglesia de San Vicente, en Quintanilla Pedro Abarca


Cuentan las crónicas que al entierro de Julián acudieron los párrocos de Rioseras, Albillos, La Nuez de Arriba, Acedillo, Coculina, Huérmeces y Montorio, así como la práctica totalidad del vecindario de Quintanilla, Pantaleón y los citados pueblos limítrofes.


La presencia en el sepelio de los párrocos de Rioseras y Albillos se justifica en las circunstancias de que Julián era natural del primero de los pueblos y sobrino del párroco del segundo. Julián mantenía a su cargo a tres hermanos, tras haber fallecido sus padres el año anterior.

Julián era, sobre todo, muy joven para morir, y además, a causa de un estúpido accidente.




El suceso fue ampliamente recogido en la prensa local, y hoy en día resulta fácilmente consultable en alguno de los portales de prensa digitalizada. También persiste en la memoria popular de los vecinos de los dos pueblos en los que Julián prestó sus servicios: Quintanilla Pedro Abarca y San Pantaleón del Páramo. En Huérmeces, sin embargo, apenas se recuerda el episodio, a pesar de que uno de los protagonistas del mismo ejerció de maestro en sus escuelas durante muchos años. 







NOTA:



Un dato que sorprende es el relativo a la fecha del suceso: un lunes 9 de Octubre. Un día lectivo para un maestro y sus alumnos, pues. Y es que las crónicas comentan que ya por la mañana los tres hermanos habrían mantenido un cruce de palabras. No creo que entonces existieran puentes ni acueductos en las cercanías de la fiesta del Pilar (el jueves siguiente, en este caso). ¿Estaban de vacaciones los chavales de la escuela?  ¿Se había pedido el día libre el maestro para practicar el entonces noble arte de la caza? Quizás se trate de un error en la consignación de la fecha, pero esta se repite incluso durante el procedimiento judicial correspondiente. Y en las crónicas periodísticas se afirma que Fermín, el cuñado, estaba domiciliado en Burgos. ¿Qué hacía un lunes en el pueblo? ¿Quizás se encontraba de vacaciones? El santoral del día nos dice que el 9 de octubre se conmemora a San Dionisio. Y este santo, que yo sepa, no era patrono ni de Quintanilla Pedro Abarca ni de Huérmeces ni de Burgos. Un pequeño misterio, seguramente sin importancia, y que quizás alguien nos pueda aclarar.

BREVES RESEÑAS BIOGRÁFICAS:

Julián Saiz Saiz (Rioseras, 1880 - Quintanilla Pedro Abarca, 1916): ordenado diácono por el arzobispo de Burgos en enero de 1903; en 1904 figura como cura ecónomo de Villaverde del Monte. A Quintanilla Pedro Abarca llegó, también como cura ecónomo (sustituto), en 1912. Nada hemos podido averiguar en cuanto a destinos intermedios entre uno y otro pueblo. En 1900, había sido declarado excedente de cupo por el Ministerio de la Guerra, tras haber depositado las preceptivas 1500 pesetas, necesarias para redimirse del servicio militar. Le fueron devueltas en su totalidad.

Buenaventura Marcos Fontúrbel (Montorio, 1881-1942) prestó sus servicios como maestro en la escuela de Huérmeces durante catorce años (1916-1930). Con anterioridad, lo había hecho en los pueblos burgaleses de Villacienzo y Yudego. Abandonó Huérmeces en 1930, trasladándose a Vizcaya, donde ejerció de maestro en Sarriena-Lejona. En 1936 consiguió retornar a su tierra, enseñando en la escuela de Montorio hasta su fallecimiento, acaecido a los sesenta años de edad. Parece ser que, al menos en Huérmeces, no dejó muy buen recuerdo su labor como maestro, aunque fue uno de los artífices de la creación de la escuela de niñas en 1926.

Un hijo suyo, Nicasio Marcos (Burgos, 1906 - Bilbao, 1968), desempeñó funciones administrativas en el Ayuntamiento de Huérmeces entre los años 1924 y 1928. El resto de su vida laboral transcurrió en el Ayuntamiento de Bilbao, ocupando diferentes cometidos.

Benito Marcos Fontúrbel (Montorio?, 1890 - Ubierna, 1974), contrajo matrimonio con Rafaela Díez Díez.

Fermín García Gallo (Burgos?, 1885 - 1946): marido de Ángela, y cuñado de los hermanos Buenaventura y Benito. Encausado como ellos en el procedimiento judicial del que finalmente resultaron absueltos de todo cargo.

Ángela Marcos Fontúrbel (Montorio?, 1891): al igual que su hermano Buenaventura, también ejerció de maestra, prestando sus servicios en los pueblos burgaleses -entre otros- de Cameno, Cubillo del Campo, Villacián de Losa, Las Vesgas, Mecerreyes y Brieva de Juarros. En 1942 recibió el premio provincial de natalidad, al haber traído al mundo a -nada menos que- 17 hijos. Se jubiló en 1956.





Diario de Burgos, 10 octubre de 1916


Diario de Burgos, 11 de octubre de 1916


Diario de Burgos, 12 octubre de 1917

Diario de Burgos, 13 octubre de 1917


FUENTES:

Ejemplares de prensa consultados en la Biblioteca Digital de Castilla y León:

-Diario de Burgos, 10 de Octubre de 1916
-Diario de Burgos, 11 de Octubre de 1916
-Diario de Burgos, 12 de Octubre de 1917 
-Diario de Burgos, 13 de Octubre de 1917