Tras ejecutarse las leyes desamortizadoras del ministro Mendizábal, entre 1835 y 1836, el Patrimonio Artístico español sufrió un duro golpe. A pesar de que los gobernadores civiles dieron órdenes encaminadas a que se realizaran inventarios de todo lo que hubiera en cada convento o monasterio abandonado por sus frailes y monjas, lo cierto fue que poco es lo que pudo hacerse al respecto, ya que no existía suficiente personal capacitado para realizar tal tarea.
Ante esta situación, en 1844 se crearon las Comisiones Provinciales de Monumentos, que se encargarían de catalogar, controlar y conservar las obras de arte en cada ámbito provincial. Como tantas otras cosas en este país, su cometido se vio imposibilitado por la falta de presupuesto y de medios, así como por la contradictoria y complicada normativa generada, cambios en las jefaturas responsables, intromisión de las Reales Academias, y otros muchos imponderables.
Antonio García Alix, ministro (1900-1901) |
A la provincia de Burgos no le llegó el turno hasta junio de 1914, cuando la Comisión Provincial de Monumentos propone a Eloy García Quevedo y Luciano Huidobro como personas idóneas para la realización del catálogo. Esta propuesta quedó sin efecto. Más de cinco años después, en septiembre de 1919, una Real Orden nombra catalogador oficial a Mariano Zurita, licenciado en derecho y en ciencias históricas, así como escritor, poeta y autor del himno de la ciudad de Burgos. Aunque a la Comisión Provincial no le hizo ninguna gracia el nombramiento, don Mariano comenzó sus trabajos de inmediato. A los seis meses, al constatar que ni cobraba por su trabajo ni este resultaba ni siquiera informado, Zurita se quejó por carta al ministro y, de paso, solicitó una prórroga para la finalización de su tarea.
Mientras tanto, la Comisión Provincial había solicitado que se realizara un nuevo nombramiento en la persona de Narciso Sentenach, académico de número de San Fernando y miembro de la propia Comisión. Por fin, el Rey firma la Real Orden con su nombramiento el 4 de octubre de 1921. Dos años perdidos, y el trabajo del pobre Zurita no había servido para nada.
Narciso Sentenach (1856-1925), catalogador |
El nombramiento de Narciso Sentenach lleva parejo un sueldo de 800 pesetas mensuales y un plazo de seis meses para finalizar los trabajos de catalogación. En marzo de 1922, una vez transcurrido el plazo, don Narciso solicita una prórroga, amparándose en el enorme tamaño de la provincia y en la riqueza de sus obras de arte. Se le conceden dos meses de plazo, aunque fueron necesarias otras dos prórrogas, de cuatro y doce meses cada una para que Sentenach finalizara su tarea. Fue depositando en la Comisión entregas mensuales de su trabajo, desde noviembre de 1922 hasta marzo de 1924. La versión definitiva es entregada en diciembre de 1924, diez años después de iniciado el procedimiento.
El trabajo consta de siete tomos, cada uno formado por una serie de pliegos sueltos, sin encuadernación alguna, con las tapas cerradas por cintas, de tipo archivador, y unas medidas de 27x20x4 cm. El texto está manuscrito, con tinta negra y azul a modo de borrador, sobre un papel sin filigrana. Las ilustraciones, compuestas por fotocopias de fotografías, apuntes y borradores del autor, están adheridas al papel, con anotaciones a pie de grafito, y numeradas con rotulador rojo. Las diferentes localidades recogidas, en orden alfabético, también se encuentran numeradas con tinta roja.
La estructura de la obra es la siguiente:
- Tomo I (Burgos: La capital I): 179 pliegos.
- Tomo II (Burgos: La capital II, Índices): 141 pliegos.
- Tomo III (Partidos de Aranda, Belorado y Briviesca): 199 pliegos.
- Tomo IV (Partidos de Briviesca y Burgos): 221 pliegos.
- Tomo V (Partidos de Castrogeriz y Lerma): 170 pliegos.
- Tomo VI (Partidos de Miranda, Roa y Sedano): 157 pliegos.
- Tomo VII (Partidos de Salas, Villadiego y Villarcayo): 200 pliegos.
Únicamente seis de los catálogos provinciales fueron publicados por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, al poco de finalizarse su confección: Álava (1915), Badajoz (1925), Cáceres (1924), Cádiz (1934), Huesca (1942) y León (1925).
Otros diez han sido publicados en fechas más o menos recientes, pero en todo caso muy alejadas de la fecha de realización: Albacete (2005), Ávila (1983, 2002), Ciudad Real (1972, 2007), Córdoba (1983), Huelva (1998), Murcia (1997), Salamanca (1967, 2003), Toledo (1959), Vizcaya (1958) y Zaragoza (1958). Sus editores han resultado ser Diputaciones provinciales, Cajas de Ahorro, Colegios Oficiales de Arquitectos, Institutos e Instituciones varias.
Otros 32 catálogos provinciales, entre ellos el burgalés de Sentenach, nunca fueron publicados. Aunque, afortunadamente, los originales se conservan en la actualidad, convenientemente restaurados, en la Biblioteca Tomás Navarro Tomás del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Además, todo su contenido (por catálogos provinciales) ha sido cuidadosamente digitalizado, y se encuentra a disposición de todo el mundo en un sitio web de fácil consulta:
http://biblioteca.cchs.csic.es/digitalizacion_tnt/index.html
Los siete tomos del Catálogo burgalés se pueden consultar en el enlace siguiente: Catálogo Monumental de España: Burgos
http://biblioteca.cchs.csic.es/digitalizacion_tnt/index.html
Los siete tomos del Catálogo burgalés se pueden consultar en el enlace siguiente: Catálogo Monumental de España: Burgos
Los intereses de este blog nos encaminan principalmente al tomo IV (Partidos de Briviesca y Burgos) (1), en el que aparecen (en orden más o menos alfabético) 70 pueblos pertenecientes al antiguo partido judicial de Burgos:
Albillos, Arcos, Arlanzón, Arenillas de Muño, Atapuerca, Buniel, Los Ausines, Bujedo, Cardeñadijo, Cavia, Cayuela, Celada del Camino, Cubillo del Campo, Cueva de Juarros, Fresdelval, Fresno de Rodilla, Gamonal de Río Pico, Hontoria de la Cantera, Hormaza, Las Hormazas, Huérmeces, Ibeas de Juarros, Isar, Lodoso, Mansilla, Mazuelo de Muño, Mata de Ubierna, Miñón, La Nuez de Abajo, Olmos de Atapuerca, Palacio de Saldañuela, Palacios de Benaver, Páramo del Arroyo, Pedrosa de Muño, Pedrosa de Río Úrbel, Quintanadueñas, Las Quintanillas, Quintanilla Somuño, Quintanilla de Vivar, Revilla del Campo, Revillarruz, Rioseras, Riocerezo, Robledo de Temiño, Saldaña de Burgos, Santa María de Tajadura (duplicado), Santibáñez Zarzaguda, San Juan de Ortega, San Pedro de Cardeña, San Quirce, Santa Cruz de Juarros, Sarracín, Sotopalacios, Sotragero, Tardajos, Tobes y Rahedo, Ubierna Villafría de Burgos, Villagonzalo Pedernales, Villalvilla de Burgos, Villalvilla Sobresierra, Villagutiérrez, Villalonquéjar, Villamiel de la Sierra, Villariezo, Villasur de Herreros, Villaverde Peñahorada, Vivar del Cid y Zalduendo.
Se echan en falta algunos pueblos con iglesias relativamente importantes, aunque situados fuera de las principales carreteras (Quintanilla Pedro Abarca, Ros, Villanueva de Río Ubierna, etc.); también destaca la escasa importancia dada a otros, como Las Hormazas, a las que despacha con una lapidaria frase: "tres hermosas iglesias, pero muy modernas [sic] sin restos antiguos ni artísticos, que las hagan interesantes". Quizás los intereses catalogadores de la obra iban más encaminados a castillos, fortalezas e iglesias góticas y románicas, despreciando considerablemente las ejecutadas mayormente en siglos posteriores. También se olvida de gran parte de las numerosas ermitas existentes en la comarca burgalesa.
En las páginas de la 146 a la 152 (una extensión relativamente importante) figura manuscrito el texto correspondiente al lugar de Huérmeces.
No viene acompañado de ninguna fotografía, aunque sí de 5 dibujos a mano alzada, entre los que destaca el que reproduce el gran escudo del palacio de los Fernández-Zorrilla. Los otros cuatro, de pequeño tamaño, hacen referencia a: otro blasón de los Fernández-Zorrilla, que aparece en la casa anexa al citado Palacio ("La casa de la viuda"); un blasón de los Alonso Maluenda; la portada del Palacio de Arriba; y un último -el más esquemático de todos-dedicado a las incisiones y estrías que aparecían en diversas estelas funerarias.
Hoy en día, con nuestros conocimientos, la abundancia de datos y publicaciones, así como por la facilidad de acceso a diversos archivos digitalizados, resultaría injusto ser excesivamente crítico con el contenido del catálogo; no debe restarse mérito alguno a una labor realizada hace casi 100 años, más aún teniendo en cuenta como se encontraba entonces el conocimiento artístico y patrimonial de la España rural.
Lo primero que llama la atención es la desmesurada importancia que Sentenach otorga a la capilla del Palacio del Obispo Zorrilla. Del palacio únicamente describe someramente su fachada y su monumental blasón, haciendo referencia al lema familiar. Dónde se explaya de verdad don Narciso es en el contenido de la capilla anexa al palacio, en la que descansan los restos mortales del obispo y de parte de su familia; las diversas descripciones de sepulcros, inscripciones, lienzos y leyendas familiares ocupan cuatro de las siete páginas. Quizás Sentenach se dejó llevar por el entusiasmo de algún clérigo (2), que hiciera las veces de cicerone, y que estuviera encandilado con la vida y obra del insigne Zorrilla. Hay que tener en cuenta que, en aquellos años (1921-1924), el palacio se hallaba habitado (3), por lo que quizás el visitante no pudo contemplar o apreciar suficientemente la preciosa escalera y otros elementos destacables del interior palaciego.
Cabe apuntar que, en la transcripción que del texto del sepulcro del obispo hace Sentenach, se comete algún error, fruto quizás de las prisas, de la escasez de iluminación de la capilla o del deterioro o falta de limpieza del propio sepulcro; así, se incluye a Burgos como uno de los obispados ocupados por Fernández Zorrilla, cuando en realidad solo lo fue de Mondoñedo, Badajoz y Pamplona, y estuvo propuesto para Jaca, llegando incluso a ser consagrado; también estuvo propuesto para Palencia.
Sorprendentemente, Sentenach pasa de puntillas sobre los méritos monumentales y artísticos de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, a la que considera "muy moderna" y "de excesiva robustez", destacando únicamente la escultura del patrón en el retablo mayor y el barroco del retablo de ánimas ("retablo de la visión"); por otra parte, recoge la teoría (errónea, como se ha demostrado con posterioridad) de que esta iglesia se edificó sobre las ruinas de otra anterior, titulada de "Nuestra Señora de la Blanca". (4) Unos párrafos después, también señala que "figuró esta iglesia en la exposición de 1921 con una capa y casullas de Damasco con buenos bordados del siglo XVII (años 1716-18)". (5)
Con cuatro líneas despacha también al Palacio de Arroyuelo (Palacio de Arriba), destacando únicamente su fachada, con "su portada de ancho dovelaje" y sus "blasones sencillos"; quizás esta cierta displicencia pueda deberse al estado ruinoso de su interior, en el que "nada es digno de destacarse". En aquellos años, el palacio, propiedad de los Arquiaga, se encontraba habitado puntualmente por pastores y labradores de escasos recursos. Espacio había de sobra.
Por último, el catalogador destaca la abundancia en las casas del pueblo de diversos blasones pertenecientes a los "DIAZES y UBIERNA" [sic], así como de restos neolíticos y varios sepulcros de piedra, "de la época ibérica y romana, que sirven de pilas en las plazas y corrales", y un "puente romano, sobre el río Urbés" [sic], parte de un ramal de vía romana, que "ponía en comunicación Sasamón con Poza de la Sal." !Ah, si los patios, corrales y paredes interiores de muchas casas de Huérmeces hablaran!, la de evidencias arqueológicas y patrimoniales que nos podrían dar, entonces y aún hoy.
Sorprende también el olvido u omisión del torreón (torre de los Padilla o del duque de Abrantes). Su altura y situación no permiten que pase desapercibida, por lo que suponemos que su no inclusión en el catálogo se debe al ruinoso estado que ya presentaba la torre en aquellos años veinte, con solo dos lienzos supervivientes, aunque estos conservaran aún parte de sus almenas y modillones.
Tampoco mienta nada relativo a la ermita de Cuesta Castillo. Suponemos que, al igual que el resto de ermitas de la zona, no presenta los suficientes méritos artísticos para ser consignada en el catálogo. De todas las numerosas ermitas con que cuenta La Comarca, únicamente aparece en el Sentenach la de Las Mercedes, en Montorio ("antigua, pero casi ruinosa").
Para el que sienta pereza por leer textos manuscritos, ahí va la transcripción completa de las siete páginas correspondientes a Huérmeces:
En el tomo II aparecen los Índices de poblaciones por partido |
Se echan en falta algunos pueblos con iglesias relativamente importantes, aunque situados fuera de las principales carreteras (Quintanilla Pedro Abarca, Ros, Villanueva de Río Ubierna, etc.); también destaca la escasa importancia dada a otros, como Las Hormazas, a las que despacha con una lapidaria frase: "tres hermosas iglesias, pero muy modernas [sic] sin restos antiguos ni artísticos, que las hagan interesantes". Quizás los intereses catalogadores de la obra iban más encaminados a castillos, fortalezas e iglesias góticas y románicas, despreciando considerablemente las ejecutadas mayormente en siglos posteriores. También se olvida de gran parte de las numerosas ermitas existentes en la comarca burgalesa.
En las páginas de la 146 a la 152 (una extensión relativamente importante) figura manuscrito el texto correspondiente al lugar de Huérmeces.
No viene acompañado de ninguna fotografía, aunque sí de 5 dibujos a mano alzada, entre los que destaca el que reproduce el gran escudo del palacio de los Fernández-Zorrilla. Los otros cuatro, de pequeño tamaño, hacen referencia a: otro blasón de los Fernández-Zorrilla, que aparece en la casa anexa al citado Palacio ("La casa de la viuda"); un blasón de los Alonso Maluenda; la portada del Palacio de Arriba; y un último -el más esquemático de todos-dedicado a las incisiones y estrías que aparecían en diversas estelas funerarias.
Hoy en día, con nuestros conocimientos, la abundancia de datos y publicaciones, así como por la facilidad de acceso a diversos archivos digitalizados, resultaría injusto ser excesivamente crítico con el contenido del catálogo; no debe restarse mérito alguno a una labor realizada hace casi 100 años, más aún teniendo en cuenta como se encontraba entonces el conocimiento artístico y patrimonial de la España rural.
Lo primero que llama la atención es la desmesurada importancia que Sentenach otorga a la capilla del Palacio del Obispo Zorrilla. Del palacio únicamente describe someramente su fachada y su monumental blasón, haciendo referencia al lema familiar. Dónde se explaya de verdad don Narciso es en el contenido de la capilla anexa al palacio, en la que descansan los restos mortales del obispo y de parte de su familia; las diversas descripciones de sepulcros, inscripciones, lienzos y leyendas familiares ocupan cuatro de las siete páginas. Quizás Sentenach se dejó llevar por el entusiasmo de algún clérigo (2), que hiciera las veces de cicerone, y que estuviera encandilado con la vida y obra del insigne Zorrilla. Hay que tener en cuenta que, en aquellos años (1921-1924), el palacio se hallaba habitado (3), por lo que quizás el visitante no pudo contemplar o apreciar suficientemente la preciosa escalera y otros elementos destacables del interior palaciego.
Cabe apuntar que, en la transcripción que del texto del sepulcro del obispo hace Sentenach, se comete algún error, fruto quizás de las prisas, de la escasez de iluminación de la capilla o del deterioro o falta de limpieza del propio sepulcro; así, se incluye a Burgos como uno de los obispados ocupados por Fernández Zorrilla, cuando en realidad solo lo fue de Mondoñedo, Badajoz y Pamplona, y estuvo propuesto para Jaca, llegando incluso a ser consagrado; también estuvo propuesto para Palencia.
Sorprendentemente, Sentenach pasa de puntillas sobre los méritos monumentales y artísticos de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, a la que considera "muy moderna" y "de excesiva robustez", destacando únicamente la escultura del patrón en el retablo mayor y el barroco del retablo de ánimas ("retablo de la visión"); por otra parte, recoge la teoría (errónea, como se ha demostrado con posterioridad) de que esta iglesia se edificó sobre las ruinas de otra anterior, titulada de "Nuestra Señora de la Blanca". (4) Unos párrafos después, también señala que "figuró esta iglesia en la exposición de 1921 con una capa y casullas de Damasco con buenos bordados del siglo XVII (años 1716-18)". (5)
Con cuatro líneas despacha también al Palacio de Arroyuelo (Palacio de Arriba), destacando únicamente su fachada, con "su portada de ancho dovelaje" y sus "blasones sencillos"; quizás esta cierta displicencia pueda deberse al estado ruinoso de su interior, en el que "nada es digno de destacarse". En aquellos años, el palacio, propiedad de los Arquiaga, se encontraba habitado puntualmente por pastores y labradores de escasos recursos. Espacio había de sobra.
Por último, el catalogador destaca la abundancia en las casas del pueblo de diversos blasones pertenecientes a los "DIAZES y UBIERNA" [sic], así como de restos neolíticos y varios sepulcros de piedra, "de la época ibérica y romana, que sirven de pilas en las plazas y corrales", y un "puente romano, sobre el río Urbés" [sic], parte de un ramal de vía romana, que "ponía en comunicación Sasamón con Poza de la Sal." !Ah, si los patios, corrales y paredes interiores de muchas casas de Huérmeces hablaran!, la de evidencias arqueológicas y patrimoniales que nos podrían dar, entonces y aún hoy.
Sorprende también el olvido u omisión del torreón (torre de los Padilla o del duque de Abrantes). Su altura y situación no permiten que pase desapercibida, por lo que suponemos que su no inclusión en el catálogo se debe al ruinoso estado que ya presentaba la torre en aquellos años veinte, con solo dos lienzos supervivientes, aunque estos conservaran aún parte de sus almenas y modillones.
Tampoco mienta nada relativo a la ermita de Cuesta Castillo. Suponemos que, al igual que el resto de ermitas de la zona, no presenta los suficientes méritos artísticos para ser consignada en el catálogo. De todas las numerosas ermitas con que cuenta La Comarca, únicamente aparece en el Sentenach la de Las Mercedes, en Montorio ("antigua, pero casi ruinosa").
Para el que sienta pereza por leer textos manuscritos, ahí va la transcripción completa de las siete páginas correspondientes a Huérmeces:
Y una pequeña biografía de Narciso Sentenach, extraída de Wikipedia y diversas páginas especializadas en arte:
NOTAS:
(1) También en el tomo VII (Partidos de Salas, Villadiego y Villarcayo) podemos encontrar descripciones de monumentos existentes en otros pueblos cercanos a Huérmeces; dentro del partido de Villadiego, figuran recogidos únicamente 20 pueblos: Amaya, Arenillas, Castrecias, Castromorca, Montorio, Olmos de la Picaza, Peones de Amaya, Quintana del Pino, Sandoval de la Reina, Santa Cruz del Tozo, Sotresgudo, Úrbel del Castillo, Villadiego, Villahizán de Treviño, Villalibado, Villamayor de Treviño, Villamorón, Villanoño, Villaute y Villegas; su contenido aparece algo desordenado, de manera que casi la mitad de esos pueblos aparece al final del tomo, tras los del partido de Villarcayo; se echan en falta pueblos como Coculina, Fuente Úrbel, La Piedra, Tobar o Los Valcárceres, con sus meritorias iglesias.
NOTAS:
(1) También en el tomo VII (Partidos de Salas, Villadiego y Villarcayo) podemos encontrar descripciones de monumentos existentes en otros pueblos cercanos a Huérmeces; dentro del partido de Villadiego, figuran recogidos únicamente 20 pueblos: Amaya, Arenillas, Castrecias, Castromorca, Montorio, Olmos de la Picaza, Peones de Amaya, Quintana del Pino, Sandoval de la Reina, Santa Cruz del Tozo, Sotresgudo, Úrbel del Castillo, Villadiego, Villahizán de Treviño, Villalibado, Villamayor de Treviño, Villamorón, Villanoño, Villaute y Villegas; su contenido aparece algo desordenado, de manera que casi la mitad de esos pueblos aparece al final del tomo, tras los del partido de Villarcayo; se echan en falta pueblos como Coculina, Fuente Úrbel, La Piedra, Tobar o Los Valcárceres, con sus meritorias iglesias.
La portada de la iglesia de Miñón |
Retablo mayor de la iglesia de Villalibado; hoy en el Museo del Retablo (Burgos) |
(2) Quizás pudiera haber realizado dichas funciones Eusebio Arroyo Dorao, cura párroco de Huérmeces entre 1902 y 1926.
(3) Ya desde finales del siglo XIX, el Palacio de Abajo, o Palacio del Obispo, se encontraba habitado por la que sería última familia de labradores que lo ocupara, la familia García. En el padrón de 1899 aparecen como inquilinos Marcelino García González (Huérmeces, 1841) y su hijo Íñigo García Villanueva (Huérmeces, 1872). En el de 1924 lo hacen Íñigo, su esposa, Juliana, y sus hijos, Marcelino, Felisa y Jaime. El último labrador propietario del palacio fue precisamente Jaime García Ubierna, hijo de Íñigo y Juliana.
(4) Diversos documentos del siglo XVI hablan de la existencia en Huérmeces de dos iglesias (dos pilas): la de Santa María en el barrio de La Parte, y la de San Juan, en el barrio homónimo. Con el paso de los años, y según iba despoblándose el barrio de La Parte, su iglesia acabó por verse rebajada a la condición de ermita, y su titular pasó a denominarse "La Blanca", quizás por el tono epitelial de la imagen tardo gótica que se ha llegado a nuestros días.
(5) Se refiere a la Exposición de Arte Retrospectivo de Burgos, celebrada en la Catedral entre el 20 de julio y el 14 de septiembre de 1921, con ocasión del VII centenario del inicio de su construcción: ocupó cuatro grandes salas del templo, repletas de 1.235 objetos de alto valor arqueológico, artístico, histórico o material, pertenecientes -principalmente- a parroquias de la comarca burgalesa; existe un Catálogo General de la exposición, editado por la Imprenta Aldecoa en 1926, en el que se registran todas las piezas que participaron en la misma, junto con una pequeña descripción, datación y procedencia de cada una; también incluye 46 láminas en fototipia, y está estructurado en ocho apartados: escultura; pintura; telas y bordados; orfebrería; esmaltes; cobres y hierros; documentos, cálices y libros; varios. Puede consultarse el catálogo en: Biblioteca digital de Castilla y León
En el citado catálogo, aparecen -al menos- cuatro piezas procedentes de la iglesia parroquial de Huérmeces:
- 716. Capa de damasco encarnado llamado de Banderas (Felipe II): en el capillo está perdido el bordado y quedan adornos de recipientes y hojas. Las bandas están guarnecidas con aplicaciones de seda amarilla y cordón azul que figuran recipientes de donde salen delfines y águilas.
- 717. Casulla de damasco: muy semejante la decoración, como que forma parte de un terno, muestra además algunas flores, frutas y vástagos con hojas terminadas en axilas.
- 718. Casulla de damasco: con centro de brocatel amarillo toledano (Carlos II) y el resto de tisú azul. El primero tiene ramos y otros dibujos de color morado claro, el segundo ramos y estrellas de realce en oro, muy ricas.
- 849. Campanilla de bronce con figuras en relieve, año 1553: es fundida con figuras de la fábula de Orfeo y los animales.
Una amplia reseña de esta Exposición de Arte Retrospectivo de Burgos aparece en el diario ABC de Madrid de fecha 28 de agosto de 1921. En dicha reseña se hace especial mención de alguna pieza destacable, entre las que aparece el ya famoso tríptico flamenco del siglo XV, procedente de la iglesia parroquial de Santibáñez Zarzaguda, a donde fue a parar en el siglo XIX desde la ermita de la Virgen de las Eras.
Muy interesante este artículo. Desconocía la existencia de este trabajo. Gracias por el aporte y un saludo.
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