Muchas son las pozas en las que se remansan las oscuras
aguas del Úrbel. En el término de Huérmeces, de norte a sur, encontraremos
pozas en La Bagoya,
Rogarcía, Alba, Praos de Vega, Fuente la
Hoz, Puente Miguel, Cigatón y La Presa,
entre otras.
En las pozas más cercanas al pueblo (Cigatón) o en las situadas al lado de un
puente o un molino (La Bagoya, Alba, La Presa), eran habituales los baños de labradores
y veraneantes, tanto por motivos higiénicos como lúdicos. Hoy, es la poza de La Presa,
cercana al molino de Retuerta, la que
cuenta con el favor de la gente a la hora de darse un baño.
Otras pozas, sin embargo, nunca se utilizaron para
el baño, ni por parte de los vecinos del pueblo ni por la de los veraneantes más osados.
Son pozas algo alejadas de Huérmeces, demasiado sombreadas y de difícil acceso;
sobre todo en las últimas décadas, en las que la vegetación ribereña había
convertido en intransitables gran parte de las orillas del Úrbel.
Una de esas pozas es Rogarcía. Situada a unos 4 km al norte de Huérmeces,
justo al doblar la pronunciada curva que allí dibujan tanto la carretera de
Aguilar como el Úrbel.
Rogarcía es una poza demasiado alejada
del pueblo y completamente rodeada de vegetación: sauces, salgueras, chopos,
espinos y zarzas, sombrean la poza hasta convertirla en un lugar poco atractivo
para el baño.
Por si lo anterior no fuera suficiente, Rogarcía cuenta con su correspondiente
leyenda de poza tragalotodo, de
profundidades insondables…(1)
Y es que la tradición oral dice que en Rogarcía cayó un carro con su pareja de
bueyes y con su carga completa de mies. Y nada se volvió a saber ni de los
bueyes, ni de sus ubios, ni siquiera del carro.
No especifica la leyenda si en noches de luna llena
brillan las astas de los desdichados bueyes, ni si en días de niebla espesa se
oyen aún sus lastimeros mugidos. Únicamente nos cuenta que Rogarcía se lo tragó todo … y hasta
hoy.
Una vez superado el invierno, las hojas de los nenúfares comienzan a abrirse, emergiendo poco a poco |
El topónimo Rogarcía, de rotunda sonoridad, podría
corresponder al desdichado propietario (Rodrigo García, quizás) del carro y los
bueyes succionados por la traicionera poza. Vaya usted a saber.
El año pasado se limpiaron las orillas de este
tramo del Úrbel, para alegría de pescadores, excursionistas fluviales y agoreros de la supuesta acción
negativa que realiza la vegetación ribereña en cuanto a la potenciación de
avenidas e inundaciones.
Arranque del cauce del molino de Alba |
Inmediaciones del molino de Alba,aguas arriba |
Han vuelto a resultar transitables las
inmediaciones del cauce del molino de Alba (también denominado
de Aquileo, o Rallastra), con su pequeña represa, que se extienden aguas abajo
de Rogarcía.
Contrafuertes de piedra soportan el firme de la carretera BU-622, la antigua de Burgos a Aguilar |
La fuente de Rogarcía |
Resulta también visible desde la otra orilla el
arco de piedra de la fuente de Rogarcía, rehabilitada en
1985 por iniciativa de Santos Ubierna, natural del pueblo.
NOTA:
(1) Leyendas
que hablan de pozas que se tragan carros son relativamente frecuentes en muchos
pueblos de la provincia: así, en Quintanilla Sobresierra, La Poza (uno de los nacimientos
del Ubierna) se tragó carro y animales de un cacharrero, y en los días claros
se ven los platos blanquear; en Araúzo de Salce, fue un carro lleno de monjas
el que se tragó la laguna de turno; en Fuenteodra, un carro con vacas y todo;
el pozo Airón de Hontoria del Pinar se tragó a una joven que iba en una yunta
de vacas; los lagos de Gayangos se tragaron un pueblo entero por negar sus
vecinos limosna a la Virgen…
Héroes, santos, moros y brujas. José
Manuel Pedrosa, César Javier Palacios y Elías Rubio Marcos. Burgos, 2001
[páginas 319-327]
Rogarcía, justo a la salida de la pronunciada curva que dibuja la carretera de Burgos a Aguilar |
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