viernes, 10 de abril de 2015

Réquiem por un topillo español



Primeros de Abril, muy de mañana para ser primeros de abril. Llevo pedaleando poco más de media hora cuando en mitad del camino alcanzo a ver una pequeña mancha negra y peluda. Al pasar junto a ella, me doy cuenta de que es un pequeño topo, muerto, casi aplastado.

Dejo la bici y me acerco de nuevo al pequeño cuerpo. Su mitad trasera está reventada, eviscerada, aplastada por una rueda no muy ancha, de una moto quizás.



¿Qué crimen habría cometido el pequeño topo? ¿Madrugar para aprovechar un rato el tibio sol de la mañana? ¿Tomar un atajo por el camino para encontrar el otro lado de la topera, imposible de horadar bajo el firme? ¿Cruzar sin mirar antes a los dos lados? (¡por Dios, que son casi ciegos!) ¿Ser negro, peludo y pequeño? ¿Buscar hojas y hierba para tapizar su nido?

Ya sé que las toperas estropean prados y jardines, perjudicando gravemente las tareas de siega. Entiendo que cuando las poblaciones de topos se disparan haya que hacer algo para su control. Trampas, cebos, venenos, introducción masiva de humo y agua en sus galerías, ultrasonidos ahuyentadores … casi todo vale.

Pero en un paraje perdido de la Vieja Castilla, sin prado alguno a la vista, lejos de cualquier población, en un solitario camino, ¿qué sentido tiene matar a un pobre topo?

Seguramente que la moto aceleró cuando vio la pequeña mancha en mitad del camino. Y acertó. ¡Qué machote! Una alimaña menos.

Que diferente reacción la de las bestias. Diez jabalíes se cruzan un día de verano en el camino de dos ciclistas (ver entrada de 9 de diciembre de 2014, en este mismo blog) y se limitan a olisquearlos (es su forma de saludo cortés), perdonándoles la vida o por lo menos la bolsa. Un humano, motorizado, se cruza con una inofensiva bestia y no duda ni un instante en liquidarla.


Las crías del topo se quedarán sin desayunar lombriz esa mañana y probablemente las siguientes y las del resto de sus cortas vidas. Y nuestro intrépido motorista (o lo que sea) llegará orgulloso a su casa, henchido de gloria, pues estará convencido de haber matado a una bestezuela despiadada.

Hay días que se le quitan a uno las ganas de ser humano.




FICHA POLICIAL:

Fecha y hora del delito: 02/04/2015, 09:15 h
Lugar del delito: Km 1,7 del Camino de Quintanilla Pedro Abarca a La Nuez de Arriba por las traseras de Molares
Tipología del delito: supuesto asesinato u homicidio; improbable accidente
Nombre de la/s víctima/s: Talpa europaea, topo común europeo
Sexo y Edad de la/s víctima/s: sexo imposible de determinar, por el mal estado de la mitad posterior del cadáver; edad unos 2 años
Sospechoso/s del delito: supuesto motorista
Pruebas sobre el terreno: cadáver aún caliente; tipo de aplastamiento compatible con el tamaño de una rueda de moto, incompatible con rueda de tractor o de cualquier vehículo de rueda ancha; se aportan fotografías
Testigos: se desconocen
Denunciante/s: ciclista madrugador




El título de esta entrada dice “topillo” en lugar de topo para, además de aludir al pequeño tamaño y baja peligrosidad del animal, remedar mejor el título de la famosa novela de Ramón J. Sender, “Réquiem por un campesino español”.

El “topillo” propiamente dicho es un roedor, Microtus arvalis, de aspecto, habitats y hábitos muy distintos a los de nuestro topo común europeo, Talpa europaea.


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