Primeros
de Abril, muy de mañana para ser primeros de abril. Llevo pedaleando poco más
de media hora cuando en mitad del camino alcanzo a ver una pequeña mancha negra
y peluda. Al pasar junto a ella, me doy cuenta de que es un pequeño topo,
muerto, casi aplastado.
Dejo
la bici y me acerco de nuevo al pequeño cuerpo. Su mitad trasera está
reventada, eviscerada, aplastada por una rueda no muy ancha, de una moto
quizás.
¿Qué
crimen habría cometido el pequeño topo? ¿Madrugar para aprovechar un rato el
tibio sol de la mañana? ¿Tomar un atajo por el camino para encontrar el otro
lado de la topera, imposible de horadar bajo el firme? ¿Cruzar sin mirar antes
a los dos lados? (¡por Dios, que son casi ciegos!) ¿Ser negro, peludo y
pequeño? ¿Buscar hojas y hierba para tapizar su nido?
Ya
sé que las toperas estropean prados y jardines, perjudicando gravemente las
tareas de siega. Entiendo que cuando las poblaciones de topos se disparan haya
que hacer algo para su control. Trampas, cebos, venenos, introducción masiva de
humo y agua en sus galerías, ultrasonidos ahuyentadores … casi todo vale.
Pero
en un paraje perdido de la Vieja Castilla,
sin prado alguno a la vista, lejos de cualquier población, en un solitario
camino, ¿qué sentido tiene matar a un pobre topo?
Seguramente
que la moto aceleró cuando vio la pequeña mancha en mitad del camino. Y acertó.
¡Qué machote! Una alimaña menos.
Que
diferente reacción la de las bestias. Diez jabalíes se cruzan un día de verano en
el camino de dos ciclistas (ver entrada de 9 de diciembre de 2014, en este
mismo blog) y se limitan a olisquearlos (es su forma de saludo cortés),
perdonándoles la vida o por lo menos la bolsa. Un humano, motorizado, se cruza
con una inofensiva bestia y no duda ni un instante en liquidarla.
Las
crías del topo se quedarán sin desayunar lombriz esa mañana y probablemente las
siguientes y las del resto de sus cortas vidas. Y nuestro intrépido motorista
(o lo que sea) llegará orgulloso a su casa, henchido de gloria, pues estará
convencido de haber matado a una bestezuela despiadada.
Hay
días que se le quitan a uno las ganas de ser humano.
FICHA POLICIAL:
Fecha y hora del delito: 02/04/2015, 09:15 h
Lugar del delito: Km 1,7 del Camino de Quintanilla Pedro Abarca a La Nuez de Arriba por las
traseras de Molares
Tipología del delito: supuesto asesinato u homicidio; improbable
accidente
Nombre de la/s víctima/s: Talpa
europaea, topo común europeo
Sexo y Edad de la/s víctima/s: sexo imposible de determinar, por el mal estado
de la mitad posterior del cadáver; edad unos 2 años
Sospechoso/s del delito: supuesto motorista
Pruebas sobre el terreno: cadáver aún caliente; tipo de aplastamiento
compatible con el tamaño de una rueda de moto, incompatible con rueda de
tractor o de cualquier vehículo de rueda ancha; se aportan fotografías
Testigos: se desconocen
Denunciante/s: ciclista madrugador
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El título de esta entrada dice “topillo” en lugar de topo
para, además de aludir al pequeño tamaño y baja peligrosidad del animal, remedar
mejor el título de la famosa novela de Ramón J. Sender, “Réquiem por un campesino
español”.
El “topillo” propiamente dicho es un roedor, Microtus arvalis, de aspecto, habitats y
hábitos muy distintos a los de nuestro topo común europeo, Talpa europaea.
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