lunes, 15 de diciembre de 2014

Cosas que los nietos deberían saber (II)


Fotógrafos de Verano (o veraneantes fotógrafos)



Cada fotografía “antigua” esconde uno o varios misterios. No solamente en cuanto a lo que muestra, personas y paisajes en fecha indeterminada, también en cuanto a lo que no se ve, al autor de la imagen y su motivación.

Si la instantánea es lo suficientemente antigua, es posible que apenas existan testigos que puedan identificar a quien o quienes aparecen retratados. Muchas veces, no resulta reconocible ni el lugar en el que está tomada.

Afortunadamente, en alguna ocasión, la identificación precisa de los personajes fotografiados –el etiquetado en facebook que dirían hoy nuestros hijos- ha ido pasando de generación en generación, sobre todo en los casos en que el familiar retratado tuviera una muerte prematura o imprevista, o una vida especialmente difícil o peculiar.


Taller de carretería-carpintería de Luzgerico Pérez


En algunas imágenes, sin embargo, nos puede resultar más misterioso el quién realizó la fotografía. Qué relación tenía con los retratados y porqué eligió ese encuadre y no otro. Hasta que punto se trató de una fotografía espontánea o si más bien el autor pasó un buen rato colocando a la gente a su antojo.


Trillando con mulas en la era de Eugenio Alonso (Barrio de Mercado); sentado en el trillo, José Alonso Villalvilla


La fecha de la toma es, en muchos casos, un enigma más. A no ser que se trate de una foto “dedicada”, en cuyo caso solía consignarse, al menos, la fecha en la que se realizaba la dedicatoria. En el caso de fotografías realizadas por un profesional, era habitual que el laboratorio grabara la fecha de revelado en el envés de la fotografía, junto con el nombre comercial.

Las fotos más antiguas, anteriores a la Guerra Civil, normalmente estaban realizadas por fotógrafos profesionales, muchas de ellas en su propio estudio. Fotos de novios, generalmente realizadas antes de la boda, fotos del servicio militar, fotos de mayoría de edad,…

Después de la Guerra, se generalizaron las fotos de alumnos de la escuela, individuales y en grupo, también realizadas por fotógrafos profesionales, ambulantes. Las individuales mostraban el mapa de España al fondo y la cara de más o menos susto del alumno de turno.

En los años cincuenta, al irse popularizando el uso de cámaras para aficionados, el retratista pasó a ser ese familiar que hacía tiempo que había emigrado a la ciudad. Durante las vacaciones de verano, cuando volvía al pueblo, aprovechaba para inmortalizar gentes, costumbres y festejos.


Segando con segadora-gavilladora

Cribando garbanzos en el barrio de Mercado

Los chicos del maíz, una fotografía de película


En la mayor parte de los casos, el tema retratado consistía en una escena típicamente campesina. Rara es la familia que no posee una buena colección de fotos de trilla, beldado, acarreado, siega, corta de leña, matanza del cerdo, pela de garbanzos o enjergado de paja. Eran ocasiones en las que toda la familia se reunía para colaborar en esas labores campesinas que requerían la cooperación de todos, grandes y chicos. Y con suerte, un fotógrafo, anónimo o conocido, estaba allí.


Revolviendo la parva en la era del barrio de Mercado

Recogiendo garbanzos en Prao Redondo

Cortando leña

Trillando con bueyes en la era del barrio de Mercado




FOTOGRAFÍAS:

Anónimo (1932)
Victorino Díaz-Villalvilla Alonso (1939)
Regina Pérez Alonso (1952, 1958, 1960, 1965, 1966)
Jesús Varona Alonso (1970)

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