Seguro
que muchos usuarios -habituales o esporádicos- de la carretera nacional de Burgos a Aguilar de
Campóo (N-627), al atravesar esa pequeña comarca natural que tiene por nombre
Valdelucio, se han hecho la misma pregunta:
¿Qué será aquella llamativa
construcción que se sitúa allá arriba, casi al borde de la
cornisa de la inmensa lora de Valdelucio, entre Quintanas y Fuencaliente?
Si
el día es soleado, el tejado y las blancas paredes de la construcción destacan claramente sobre el
entorno rocoso y herboso de la lora, captando sin remedio la atención del conductor o
pasajero. La primera idea que se te ocurre es que quizás se trate de una ermita o santuario cuya existencia desconocías completamente.
Y puestos a elucubrar, hasta podría tratarse de una especie de ashram levantado en los tiempos del apogeo hippy. La construcción, aparentemente
orientada al Sol naciente, parece un lugar ideal para el establecimiento de una comunidad espiritual,
sedienta de paz y tranquilidad, necesitada de meditación, anhelante de las sabias enseñanzas de su gurú.
Un buen día de hace
ya más de veinte años planeé una excursión en bici de
montaña que incluyera en su recorrido a este "misterioso" edificio. Podría haber preguntado por el carácter de la construcción en alguno de los pueblos
situados inmediatamente debajo (Quintanas y Renedo de la Escalera,
principalmente), pero preferí la incertidumbre, el encanto de lo desconocido. Ya habría tiempo para decepciones.
Veintitantos años después, y con veintitantos kilos más, repetimos excursión, aprovechando un espléndido lunes de mayo.
Veintitantos años después, y con veintitantos kilos más, repetimos excursión, aprovechando un espléndido lunes de mayo.
La
ruta comienza en Fuencaliente, al
lado del molino del Arenal, un escondido y bonito rincón a orillas del río
Lucio. Allí dejaremos el coche, a la sombra de una chopera. En poco más de 2 km, por desdibujados
caminos, se llega sin mucha dificultad a Paúl, el pueblo en el que arranca el único acceso rodado a este sector de la lora de Valdelucio.
Hoy
en día, esta pista presenta un estado más que aceptable, pero hace 20 años no
tanto. Los primeros metros atraviesan un terreno arenoso, y el firme del camino
se encontraba por entonces muy erosionado por el agua de lluvia. Las últimas rampas, sin
embargo, talladas directamente sobre la roca, presentaban un firme más
consistente, y pindio.
La pista atraviesa el hayedo de Paúl que, junto con los de Castrecías, Escuderos, Solanas y Corralejo, constituye uno de los hayedos más meridionales de este sector de la Cordillera Cantábrica, y de carácter relicto.
La pista atraviesa el hayedo de Paúl que, junto con los de Castrecías, Escuderos, Solanas y Corralejo, constituye uno de los hayedos más meridionales de este sector de la Cordillera Cantábrica, y de carácter relicto.
En
unos 2 km
de ascensión, la pista culmina en la primera cornisa caliza de la lora. Y el espectáculo
que desde allí se contempla, en un día soleado, hace que se te olvide rápidamente
el esfuerzo de la escalada, el sudor y la fatiga. Estamos a más de 1100 metros de altitud,
esto es, a unos 150
metros por encima del valle de Valdelucio.
Hacia el interior de la lora, aparece El Vallejo, una especie de valle colgado de enormes dimensiones, que asciende en sentido W-E, flanqueado por un camino que presenta un buen aspecto. Y al fondo, en la culminación del vallejo, resulta ya visible el objetivo de nuestra excursión: el misterioso edificio que hasta aquí nos ha traido.
Hacia el interior de la lora, aparece El Vallejo, una especie de valle colgado de enormes dimensiones, que asciende en sentido W-E, flanqueado por un camino que presenta un buen aspecto. Y al fondo, en la culminación del vallejo, resulta ya visible el objetivo de nuestra excursión: el misterioso edificio que hasta aquí nos ha traido.
Según
remontamos El Vallejo por el camino
que discurre por su izquierda, nos vamos haciendo una idea del enorme tamaño de
la finca que ocupa toda la mitad superior del mismo. Este año plantada de
trigo, esta finca que discurre en suave pendiente alcanza el "portillo" en el que
se ubica la construcción y ocupa también una pequeña porción del vallejo que
discurre en la vertiente contraria, descendiendo en dirección este.
Y es que, como supimos más tarde, precisamente esta enorme finca de 26 hectáreas es la razón de ser de esa construcción que destaca en el "portillo" que separa ambas vertientes. Desde siempre, esta finca formaba parte del terreno comunal de Renedo de la Escalera. Este terreno, apto como pastizal, ocupaba casi la totalidad del vallejo, sobre todo en su mitad superior.
A la izquierda, restos de la modesta vivienda temporal en la que un vecino de Renedo "hacía el verano" |
En la zona inferior de la finca, al lado mismo del camino, llegó a existir una modesta construcción a modo de vivienda temporal en la que poder "hacer el verano", esto es: segar y trillar in situ, para evitar acarreos largos y penosos, bajando al pueblo únicamente el grano ya separado de la paja, al final del verano. Aún puede distinguirse en el lugar un pequeño amontonamiento de piedras, ladrillos y cemento.
A
finales de los años cincuenta, SEYCO, entonces una sociedad (hoy cooperativa) con amplia
implantación en Valdelucio y El Tozo, compró la finca al citado vecino de Renedo.
Y decidió que el portillo que separaba las dos vertientes del vallejo era un buen lugar para levantar
una nave en la que almacenar aperos y la cosecha de patata de secano que por entonces se
cultivaba en la enorme finca.
El almacén no cumplió durante muchos años con su teórico cometido, ya que la rápida expansión del cultivo de patata de siembra en regadío, en la más adecuada zona baja del valle de Valdelucio, hizo que perdiera sentido cultivar patata de secano en las zonas altas. Y allí se quedó el almacén, solitario y vacío de contenido.
En años venideros se le arrancarían materiales fácilmente reutilizables, como puerta y ventanas, de madera. Y del resto se iría encargando, poco a poco, el mero discurrir del tiempo. El tiempo y las duras condiciones climáticas que aporta el invierno en la lora de Valdelucio.
Aún así, el edificio no presenta un estado ruinoso ni mucho menos, por lo que cabe suponer que nos encontramos ante una construcción bien diseñada y ejecutada. De unas dimensiones respetables (12x10 metros) para tratarse de una contrucción diáfana, cuenta con unos buenos cimientos, rematados en piedra, y unas paredes levantadas en fábrica de bloque de hormigón. El tejado, de estructura bien calculada, presenta únicamente dos o tres boquetes de pequeño tamaño, desconocemos si originados por la acción de los elementos meteorológicos (nieve, sobre todo) o de otro tipo de elementos.
Vista desde la peña que se levanta justo enfrente del edificio, al otro lado de la finca, la nave adquiere un carácter más ligero, y parece flotar sobre los campos ocres o verdes (según hayan sido sembrados de patata o de cereal) de Valdelucio.
Y de nuevo al lado del edificio, y ya que nos encontramos justo en el portillo del camino longitudinal de la lora de Valdeludio, no debemos perder la oportunidad de contemplar las espléndidas vistas que desde aquí se ofrecen, en este auténtico balcón de Valdelucio:
Paúl a la izquierda, Renedo justo debajo, Quintanas a la derecha, algo más alejada; al fondo, Fuencaliente, Llanillo, la lora de Valdivia, Villaescobedo, los aerogeneradores del parque eólico de la lora de La Pata del Cid,...
Paúl de Valdelucio y balsa de Pradillo |
Renedo de la Escalera; al fondo, a la derecha, crestas calizas en las que se esconde el molino del Arenal, en Fuencaliente |
Quintanas de Valdelucio, la capital del municipio; al fondo, balsa de San Pelayo, cerca de Llanillo |
Villaescobedo, colgado en el primer escalón del páramo |
Resulta llamativa la proliferación de balsas de riego, enclavadas tanto en las laderas como en el fondo del valle. Son una veintena en total, de todas las formas y tamaños, desde una humilde piscina de 21 metros de diámetro, en chapa de acero galvanizado (Quintanas) hasta las 6 hectáreas que ocupa la de Poyadal (Llanillo), la mayor de todas. La mayor parte de las balsas se realizaron en la última década del siglo XX, con importantes subvenciones públicas. El cultivo de patata de siembra es muy ávido de agua, y si no fuera por estas balsas, el caudal del río Lucio llegaría a desaparecer en verano. Gran parte de las balsas más pequeñas suelen dedicarse al aprovechamiento ganadero.
En el momento de la excursión de este año, se estaba procediendo a la siembra de la patata, que aquí suele acontecer entre mediados de mayo y primeros de junio. La normativa actual (2011) obliga a la rotación trienal de las parcelas dedicadas a la producción de patata certificada de siembra, en lugar de la hasta entonces habitual rotación bienal. Esto ocasiona una escasez de terrenos disponibles para su cultivo, por las limitaciones estructurales del regadío.
Los rendimientos de la patata en bruto se sitúan en unos 28.000 kg/ha, siendo de patata de siembra (calibre 35-60 mm) unos 15.000 kg/ha. Hay que destacar que el rendimiento del trigo cultivado sobre tierra que el año anterior tuvo patata oscila entre los 5.000-6.000 kg/ha en secano. Las rotaciones de cultivo en estas tierras resultan muy apropiadas para el cereal, y hacen que prácticamente se olviden del barbecho.
Una explotación tipo en Valdelucio posee unas 60 has, de las cuales dedica a patata unas 9-10 has (un 15%), en parcelas pequeñas, que no llegan a la hectárea, realizando una rotación de cultivos entre patata, trigo y forrajeras (veza y alfalfa) y algo de girasol. (1)
Este año, también nos llamarán la atención las fincas cubiertas de blanca gasa, bajo la que crecen plantas de fresa, cultivadas aquí no para la producción de fruta, sino para la obtención de planta libre de pulgón y enfermedades asociadas. La fresa se obtendrá, más tarde, en tierras mucho más meridionales.
Superada la cierta decepción que depara el descubrir que la misteriosa construcción no es más que un simple almacén de patatas, cabe asegurar que aún así la excursión merece la pena. La inmensa lora de Valdelucio es un paraje espectacular, y el nuevo vallejo que se extiende hacia la vertiente opuesta, hacia el Este, recorrido también por un camino en buen estado, permite -en otros 5 km de trazado descendente- llegar cómodamente a la carretera que comunica Valdelucio y Humada.
Desde el portillo, el Vallejo desciende ahora en dirección Este, hasta encontrarse con los cortados de Barrio Lucio y la carretera que comunica Valdelucio con Humada |
En total, unos 21 km de recorrido circular, idóneo tanto para una pequeña excursión en bici como para una buena caminata de unas cinco horas de duración.
NOTA:
(1) Los datos relativos al cultivo de la patata en Valdelucio han sido extraídos de la publicación: "Loras y paramera de La Lora en Burgos. El incierto horizonte del desarrollo rural en un espacio de montaña media en recesión demográfica" Marta Martínez Arnáiz. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Madrid (2015). [Páginas 432, 480-489]
BANDA SONORA
BANDA SONORA
En realidad, pues, la misteriosa construcción del balcón de Valdelucio ni es una casa, ni está orientada al Sol naciente (bueno, la ventana de su testero si que lo está). No importa, es una mera escusa para escuchar el archiconocido tema de The Animals que inspiró el título de esta entrada: The House of the Rising Sun
Seguro
que Valdelucio no tiene mucho que ver con Nueva Orleans, y más seguro
aún que la casa a la que hace referencia la canción es lo más opuesto
que nos podamos imaginar a un almacén de patatas, pero ... es lo que tiene el buscar un título llamativo, que sobrevienen estas contradicciones.
The House
of the Rising Sun es una canción folk de los Estados Unidos, de
autor desconocido. También llamada Rising Sun Blues, canta las reflexiones de un bala perdida en la ciudad de Nueva
Orleans (Louisiana).
La primera grabación de la que se tiene noticia fue realizada por Roy Acuff en 1938. En años y décadas posteriores se efectuaron multitud de versiones, entre las que destacan autores como Joan Baez, The Animals, Jimi Hendrix, Bon Jovi, Bob Dylan, Scorpions, Dolly Parton, Nina Simone, Tracy Chapman, Miriam Makeba, Toto y Sinead O'Connor, entre otros muchos.
Las dos versiones más conocidas son la realizada por la cantautora norteamericana
Joan Baez (1960) y la del grupo británico The
Animals (1964).
La versión de The
Animals sonaba como si se tratara realmente de una nueva canción, y es considerada
como el primer éxito etiquetado en el estilo folk-rock. Hoy en día,
se encuentra incluida en la lista de las 500 mejores canciones de todos los
tiempos, elaborada por la revista Rolling Stone.
En otras
versiones, el tema se interpretaba desde la perspectiva de una mujer que sigue a
un apostador a Nueva Orleans y que termina prostituyéndose en La Casa del Sol Naciente. La
versión de The Animals, sin embargo, está interpretada a través de la mirada de
un hombre joven que sigue los mismos pasos que su padre, jugador y bebedor, hasta la casa de perdición y hasta su total perdición.
Grabada en una
sola toma el 18 de mayo de 1964, comienza con el famoso arpegio en la menor del
guitarrista Hilton Valentine, que ha servido de inspiración para muchos
guitarristas posteriores. La destacada y particular ejecución vocal de Eric
Burdon ha sido definida como "aulladora", “conmovedora", y
"profunda y grave como el carbón de Newcastle". Para rematar, el
palpitante órgano de Alan Price completa el sonido de la canción.
El líder del
grupo, Eric Burdon, diría tiempo después: "estábamos buscando una canción
que captara la atención de la gente"; y a fe que lo lograron: House of
the Rising Sun fue un verdadero éxito transatlántico, que llegó al número uno en las listas del Reino Unido y de los Estados Unidos.
Varios lugares
en Nueva Orleans han sido propuestos como inspiradores de la
canción, pero sólo dos parecen contar con bases históricas relacionadas con el
nombre "Rising Sun": el
primero es un pequeño hotel ubicado en la Conti Street del French
Quarter, abierto en la década de 1820; el segundo es un lugar alquilado para bailes y
eventos llamado "Rising Sun Hall" abierto a finales del siglo XIX y ubicado
frente al río en el vecindario de Carrollton. Ninguno de los dos existe ya.
Aunque hoy en día suele utilizarse la expresión House Of The Rising Sun
como un eufemismo de prostíbulo o incluso de casa de juego, no se ha podido documentar vínculo alguno entre los dos locales aludidos y dichos vicios. Una guía de Nueva Orleans, sin embargo, asegura que la
verdadera House of the Rising Sun estuvo situada en la calle St. Louis 826-830,
entre los años 1862 y 1874, y que era así llamada por el nombre de la mujer que
regentaba el local, una tal Marianne Le Soleil Levant, cuyo apellido francés
equivale en inglés a "The Rising Sun".
There is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of many a poor boy
And God I know I'm one
My mother was a tailor
She sewed my new bluejeans
My father was a gamblin' man
Down in New Orleans
Now the only thing a gambler needs
Is a suitcase and trunk
And the only time he's satisfied
Is when he's on a drunk
Oh mother tell your children
Not to do what I have done
Spend your lives in sin and misery
In the House of the Rising Sun
Well, I got one foot on the platform
The other foot on the train
I'm goin' back to New Orleans
To wear that ball and chain
Well, there is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of many a poor boy
And God I know I'm one
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of many a poor boy
And God I know I'm one
My mother was a tailor
She sewed my new bluejeans
My father was a gamblin' man
Down in New Orleans
Now the only thing a gambler needs
Is a suitcase and trunk
And the only time he's satisfied
Is when he's on a drunk
Oh mother tell your children
Not to do what I have done
Spend your lives in sin and misery
In the House of the Rising Sun
Well, I got one foot on the platform
The other foot on the train
I'm goin' back to New Orleans
To wear that ball and chain
Well, there is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of many a poor boy
And God I know I'm one
(letra: Alan Price)
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