En julio de 1936 mi abuelo Narciso tenía 26 años; se había
casado con Leonila hacía poco más de tres años, una vez finalizado el largo
servicio militar que había que cumplir en aquéllos tiempos. En abril de 1934
había nacido su primera hija, Constantina, y en febrero de 1936 la segunda,
María Begoña.
Narciso era el quinto de un total de 10 hermanos: 3 mujeres
y 7 varones; los cuatro hermanos mayores, ya casados, hacía tiempo que se
habían ido de Huérmeces; de los cuatro varones que aún vivían en el pueblo, Narciso
era el mayor y el único que estaba casado. Aún así, tuvo que ir a la guerra,
junto con el hermano siguiente, Bernardo, dos años más joven.
Mi abuelo Narciso, al licenciarse del servicio militar,
San Sebastián, febrero de 1933
|
Aunque Huérmeces quedaba lejos del frente, el estallido de
la guerra afectó en mayor o menor medida a la totalidad de sus habitantes. Más
a los que tuvieron que ir al frente, pero para los que se quedaron en el pueblo
tampoco resultó fácil el día a día.
La guerra estalló cuando aún no habían comenzado las
labores de siega, por lo que la partida al frente de varios vecinos trajo
consigo que sus familias tuvieran que contratar mano de obra externa (criados,
como se llamaban entonces).
Ese fue el caso de Leonila, que necesitó de criados para acabar
con las labores de cosecha de ese año y de los dos siguientes. También contó
con la ayuda de su hermana Lucía, que había enviudado tres años antes.
Para las labores domésticas y el cuidado de las dos
pequeñas hijas, tuvo la suerte de que su sobrina Victoria, hija de su hermana
Eladia, acudiera en su ayuda desde Olmos de la Picaza.
Durante las primeras semanas de la guerra, en varias
ocasiones, corrieron por el pueblo rumores que hablaban de que una columna de
mineros procedentes de Barruelo de Santullán (Palencia) se aproximaba a la
zona. Aunque resultaron infundados, dichos rumores ocasionaron que los vecinos
se afanaran en esconder sus viandas en las cercanas cuevas de Valdelebrín.
Narciso fue destinado al Regimiento de Artillería Ligera
nº 11, radicado inicialmente en Burgos. Pasó a formar parte, como artillero segundo,
de la 44ª batería del regimiento.
Los 4 cañones Schneider 75/28 de la batería en la que
sirvió Narciso; cuartel de San Gregorio (Zaragoza), junio 1938
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Al poco de iniciada la guerra, partió hacia el frente de
Madrid, combatiendo por el control del túnel ferroviario de Somosierra, cuya
construcción se estaba completando entonces.
A partir de la primavera de 1937, su regimiento fue
destinado a la campaña del Norte. Allí, en las cercanías de Bilbao, otro hermano suyo, Angel (1) había combatido en el bando contrario. Y allí también, un coche le pasó por
encima a Narciso y estuvo 20 días hospitalizado, debatiéndose entre la vida y la muerte.
No obtuvo su primer permiso hasta finales de octubre de
1937, cuando cayó el frente del Norte. En Burgos, pudo reencontrarse con mi
abuela apenas por unas horas.
El siguiente destino importante de su regimiento fue el
frente del Ebro, combatiendo en Mequinenza y la
Terra Alta entre julio y noviembre de 1938.
Entre diciembre de ese año y febrero de 1939 luchó en la ofensiva de Cataluña y,
ya en la recta final de la guerra, su último destino fue Paterna (Valencia).
Certificación de servicios: firmada por Pedro González
Cantero,
capitán de la 44ª batería (Lérida, 20 agosto 1938) |
Durante los casi tres años que duró la guerra, Narciso
escribió casi diariamente a su mujer. Desgraciadamente, hace cuarenta años, una
limpieza del desván de la casa se llevó por delante las cajas en las que se
guardaban los centenares de cartas del abuelo; solo se han conservado tres,
todas ellas enviadas desde el Cuartel de San Gregorio (Zaragoza), y fechadas entre
mayo y junio de 1938.
Certificación de servicios: firmada por Manuel Montesinos
Gómiz (2),
capitán de la 44ª batería (Paterna, 1 mayo 1939) |
En cuanto a fotografías, sólo se conserva una en la que
aparecen los cuatro cañones Schneider 75/28 con que contaba la 44ª batería. La
instantánea, probablemente, data de junio de 1938, y estaría realizada en las
cercanías del citado cuartel de San Gregorio.
Cuando vuelve al pueblo, ya licenciado, en junio de 1939,
conoce por fin a su tercera hija (Carmen) cuando esta tiene ya 10 meses de edad.
Ese año, mis abuelos, por fin, pudieron recoger la cosecha juntos.
Licenciamiento
de Narciso, expedido por el Gobierno Militar de Valencia (2 junio 1939) |
Mi abuelo, con el paso de los años, comenzó a tener algún
problema de audición, algo que siempre achacó a los tres años pasados en el
arma de artillería. Menos suerte tuvo su hermano Bernardo, que quedó ciego al
estallar uno de los cañones que manejaba durante unas prácticas de tiro.
La guerra terminó y la vida de mis abuelos volvió a su
cauce. Esto es, al duro trabajo de siempre. Sin apenas maquinaria, trabajando
de sol a sol, en espera de tiempos mejores. Llegaron tres hijos más (Jesús, José y Elisa), pero con el paso de los años ninguno se quedó en el pueblo. Resultó irremediable la llamada de los destinos clásicos del éxodo rural de los años 60 (País Vasco, Cataluña, Madrid y Alemania). La rama familiar de labradores se extinguió con Narciso y Leonila.
Maria Begoña, Carmen y Constantina, las tres hijas de Leonila y Narciso, verano de 1940
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NOTAS:
(1) Su hermano Angel fue capturado por las tropas rebeldes en los primeros días de la guerra, en una acción desarrollada en el límite entre Vizcaya y Alava. Tuvo que pasar seis años en el Penal de San Cristóbal (Pamplona), como muchos otros combatientes del bando republicano. Aún hoy, 75 años después, es posible reconocer su firma en dos de las paredes interiores del penal, con fechas 27-9-1940 y 4-5-1942. En octubre de 1942 fue trasladado a la Prisión Central de Burgos y de ahí al penal de Valdenoceda. Fue puesto en libertad el 17 de agosto de 1943. Fijó su residencia en Barcelona.
Fuente: "El Fuerte de San Cristóbal en la memoria: de prisión a sanatorio penitenciario", Francisco Etxeberria, Koldo Pila, Elisa Querejeta; Pamiela; Pamplona 2014
(2) Manuel Montesinos Gómiz (Alicante, 20 mayo 1905, 26
mayo 1990): se licenció de su carrera militar, con el grado de capitán, el 31
de mayo de 1939, después de que su batería resultara condecorada colectivamente
(Medalla Militar). Fue alcalde de la ciudad de Alicante entre los años 1946 y 1949,
así como procurador en las Cortes de Franco.
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