Tomo prestado el título de una canción para presentar una nueva sección en este blog: fotografías familiares de época. Casi todas tomadas en la segunda mitad de los años sesenta del siglo pasado, justo cuando se estaba produciendo el masivo éxodo rural a las ciudades.
Son fotografías realizadas en verano,
cuando parte de la familia que había emigrado a la ciudad volvía a Huérmeces a
pasar las vacaciones. Los niños solían quedarse en el pueblo la totalidad de
las vacaciones escolares, al cuidado de los abuelos, y colaboraban en alguna de
las labores más sencillas: la trilla, pelar garbanzos o ir por agua a la
fuente, cosas así.
En alguna de las fotografías aparecen
hasta tres generaciones familiares: la primera, completamente rural; la
segunda, rural en un principio pero urbana más tarde; y la tercera, ya
completamente urbana, aunque con esa puntual experiencia estival de por medio.
Estas fotografías están especialmente
dedicadas a una cuarta generación: la que no conoció nada en absoluto de aquel
mundo rural, ya desaparecido, en el que la vida transcurría dura, invariable, año
tras año.
No vieron trillar en la era, con
pareja de bueyes; ni practicaron la azarosa modalidad de colocar el caldero en
el lugar preciso y en el momento justo.
Trillando en la era de Mercado; trillo con revolvederas |
No vieron beldar en las tardes de
norte, ni experimentaron las frías aguas del Urbel como único método posible de
limpieza corporal.
Beldando con aventadora o beldadora en la era de Mercado |
No oyeron madrugar a sus padres
para ir a acarrear morenas a Valdefrailes, por el camino de Valdefrailes de
entonces.
No vieron a sus madres hacer la
colada semanal en los lavaderos del río, al lado del puente Vega.
No recogieron ni desjerugaron garbanzos,
ni destriparon colchones para varear la lana.
No se reunieron con toda la familia
para participar en el rito sangriento de la matanza del cerdo.
No vieron cargar a sus abuelos
enormes jergones llenos de paja con la que alimentar las glorias en el duro
invierno castellano.
Enjergando paja para su posterior almacenamiento en el pajar |
No vieron como bestias y humanos
compartían letrinas, ni que lo más parecido al papel higiénico era el papel de
estraza o, con suerte, una página del Diario de Burgos.
No recogieron musgo en viejas paredes
de piedra orientadas al norte, unos días antes de Navidad.
No acompañaron a sus madres, una
tarde cualquiera de la segunda quincena de mayo, a coger cornavarios a Isilla,
o a Valdegoba.
No vieron helada el agua de los caños
de la fuente, ni taponada por la nieve la puerta de su casa.
No vieron…
A ellos, a la generación del ipod, del whatsapp, del facebook y
del twiter, va dirigida esta sección.
BANDA SONORA
No hay comentarios:
Publicar un comentario