sábado, 30 de abril de 2016

La ermita de Cuesta Castillo




Los orígenes de la ermita de Cuesta Castillo, probablemente, no van mucho más allá de principios del siglo XVI (1), pero no hemos encontrado documento alguno que acredite la fecha de su fundación.

La Ermita de Cuesta Castillo, c. 1930, desde el Puente de Miguel (Puente del Barrio de La Parte)


En sus primeros años de existencia, quizás Cuesta Castillo tuviera que competir por las preferencias de las gentes del lugar con, al menos, otras cuatro ermitas: San Vicente, Santorcaz, La Blanca (iglesia de Santa María del Barrio La Parte) y San Miguel (2). Estas dos últimas, además, se encontraban en sus inmediaciones. Solo Cuesta Castillo ha llegado a nuestros días.

La Coronilla, la Ermita y el Palacio de Arriba (mayo 1989)


La tradición oral dice que la ermita se edificó con los restos de la fortificación defensiva que, supuestamente, se levantara en la zona. 



Si tal castillo existió, lo más probable es que se erigiera en el cerro de La Coronilla, más elevado y vecino del que acoge a la ermita.

Detrás de la Ermita, el cerro de La Coronilla, supuesto emplazamieto del Castillo que le da nombre

Hace diez años se realizaron plantaciones de pinos en dicho cerro, pero no apareció resto alguno que pudiera hacer pensar en la antigua existencia de edificación alguna, ni siquiera cimentación.



Cuando a finales del siglo XIX desapareció la última de las ermitas competidoras (La Blanca), la Virgen de Cuesta Castillo se convirtió en la reina del lugar, y contó con la exclusiva veneración de sus gentes.


La Ermita, La Coronilla y El Alto la Cruz (dic. 2005)


Lo que si hemos encontrado es la fecha en la que se sometieron a nueva formación las reglas de la Cofradía de Nuestra Señora de Cuesta Castillo, San Juan Bautista y San Sebastián (3): el 25 de marzo de 1761, se reunieron los cofrades en la Iglesia de San Juan Bautista de Huérmeces, para proceder al nombramiento del Abad, priores y hermanos. (4)

Cofradía de Cuesta Castillo (1761) Archivo Diocesano 
Se supone que la composición de los miembros de la cofradía se renovaba periódicamente, en concreto cada vez que se producía un cambio en la titularidad del cura párroco. La composición de la misma se nutría de alcaldes, clérigos, vecinos y notables del lugar.

En el siglo XIX la cofradía figuraba ya con una denominación algo cambiada: Cofradía de Nuestra Señora de Cuesta Castillo, San Isidro Labrador y Animas del Purgatorio (5); los últimos apuntes efectuados en su libro de cuentas datan del año 1926, el año en que comienza su mandato como abad el ínclito don Félix, en sustitución del anterior abad, Eusebio Arroyo Dorao, cura párroco de Huérmeces entre 1902 y 1926.

Gracias a su prominente ubicación, elevada unos 25 metros sobre el entorno, la ermita resulta visible desde lejos. Y las vistas desde la ermita resultan espectaculares: se divisa toda la vega del Urbel que se extiende entre Huérmeces y Santibáñez, con el Páramo Vega a la derecha y los altos del Páramo de Burgos a la izquierda.


Las líneas arquitectónicas del edificio son más bien austeras, a base de mampostería de piedra caliza de la zona, aunque presenta buena labor de sillería en los contrafuertes.

 





Más llamativas resultan sus dimensiones, considerables para tratarse de una ermita: 25 m de longitud y 7 de anchura. En la pared NE tiene adosada una sacristía de planta cuadrada (unos 5 m de lado). Sobre el punto central de su fachada meridional se levanta un campanil de reducidas dimensiones.



Su escueta fachada presenta 6 contrafuertes, lo que origina que el edificio quede dividido exteriormente en 5 cuerpos; un remedo de rosetón en su pared NW ilumina la zona del coro; una sencilla ventana hace lo propio con el ábside. La puerta de entrada se encuentra en el cuarto cuerpo contando desde la cabecera.

Aparte de contrafuertes y rosetón, el único adorno externo que se permite la ermita consiste en una cornisa de sencilla moldura, que recorre la totalidad del edificio.





En el interior, recientemente restaurado (6), encontraremos un pequeño coro al lado opuesto a la cabecera; delimitado por una simple barandilla de madera y ligeramente elevado sobre el suelo de la nave, se comunica con aquella gracias a una pequeña escalera de piedra.

En la cabecera, destaca el retablo barroco dedicado a la Virgen de Cuesta Castillo (7), datado en 1693 y realizado por Juan de Ubierna, humilde retablista establecido en la localidad (8) y que desarrolló su trabajo durante la segunda mitad del siglo XVII.




Justo enfrente de la entrada, casi pasa desapercibido un escudo en yeso. Se ha dicho que este escudo, perteneciente a la Cofradía de la ermita, pudiera simbolizar alguno de los viejos atributos del pueblo: el castillo o palacio, los molinos harineros, el puente sobre el Úrbel, las encinas, las peñas del desfiladero de Fuente la Hoz...


Hay que reconocer que, añadiéndole un poco de color, este escudo de la ermita resultaría bastante más evocador que el escudo oficial del municipio, diseñado a principios de este siglo por Fray Valentín de la Cruz. 
  
Desagüe de la sacristía

En la actualidad, aparte de alguna celebración extraordinaria, en la ermita de Cuesta Castillo se ofician dos misas anualmente: la de acción de gracias por la cosecha, a finales de verano, y con motivo del Vía Crucis, en Semana Santa.





















La Ermita, en diciembre de 2005, antes de que se arreglara el camino de acceso



NOTAS

1. Queda constancia de la existencia de la ermita en fecha tan lejana como 1591: Real Chancilleria de Valladolid: “Herencia de Juan Zorrilla de San Martín el Viejo”

2. De la existencia de las ermitas de San Vicente y Santorcaz queda constancia documental de fecha 1489 [Archivo Histórico de la Catedral de Burgos]; de San Miguel, sin embargo, no he podido encontrar referencia alguna.

3. Libro Cofradía de Cuesta Castillo (1761-1934): Nueva formación de las reglas de la cofradía de Nuestra Señora de Cuesta Castillo. Archivo Diocesano de Burgos.

4. La composición de la Cofradía en ese día 25 de marzo de 1761 era la siguiente: Abad: Manuel Varona (párroco de Huérmeces entre 1756 y 1773); Priores: Julián Alonso y Santiago Fontúrbel (escribano), Francisco Corral (presbítero beneficiado en la iglesia de Huérmeces); alumbrador: Francisco Alonso; cerero: Juan de Pesquera; mayordomo: Melchor García (molinero de Cigatón); Manuel de Güemes (labrador), Mateo de la Ontanilla (jornalero jubilado), Francisco Díaz de Ubierna (labrador), Francisco López de Melgosa, Felipe Díaz de Mata (jornalero), Pedro Díez de Mata Mayor (labrador), Andrés de Fontúrbel, Pedro Díaz de Villalvilla (labrador), Mateo Valderrama (labrador), Fermín Montero, Juan de Ontanilla. Archivo Diocesano de Burgos.

5. Libro de cuentas de la cofradía de Nuestra Señora de Cuesta Castillo, San Isidro Labrador y Animas del Purgatorio de Huérmeces (Burgos) (1818-1934); entre la documentación conservada destaca una factura de la fábrica de cerería a vapor “José de la Morena Urain”, en concepto de 2 kg de velas, por importe de un total de 5 pesetas y 50 céntimos, y fechada en Burgos a 4 de mayo de 1926. Archivo Diocesano de Burgos.

6. La ermita fue totalmente restaurada en el año 2000, rehabilitando la cubierta y campanil, realizando un pintado del interior y un acondicionamiento general.

7. El retablo de la Virgen de Cuesta Castillo fue restaurado en el otoño de 2005 por alumnos del 4º curso de técnico en restauración del Patrimonio Histórico Artístico, del Instituto Universitario de Restauración de Burgos, como proyecto fin de carrera; los trabajos consistieron en la consolidación de la madera atacada por carcoma e insectos xilófagos y en el posterior sentado de policromía, restauración y limpieza de repintados anteriores.

8. Este pequeño taller rural de producción retablística, dirigido por el maestro Juan de Ubierna (supuestamente nacido en Huérmeces hacia 1630), desarrolló su labor hasta los primeros años del siglo XVIII y, a la muerte del maestro, no tuvo continuación; su obra se vio limitada a localidades del entorno y a encargos de pequeña o mediana envergadura; entre los que han llegado a nuestro días tenemos el retablo mayor de la iglesia de Rabé de las Calzadas, retablo de la ermita de Nuestra Señora de Argaño (Cañizar de Argaño), retablo del Santo Cristo en la iglesia de Villamorón; entre los trabajos desaparecidos, destacan los realizados en la iglesia de Cañizar de Argaño, en el convento de Palacios de Benaver y en la ermita de San Pedro en Pedrosa de Río Urbel; trabajos menores realizó en las iglesias de Frandovínez, San Lorenzo (Villadiego), Santibáñez Zarzaguda, Pedrosa de Río Urbel y Cabia. [PAYO HERNANZ, René Jesús, “El retablo de Burgos y su comarca durante los siglos XVII y XVIII”, 1997]; la autoría de Juan de Ubierna y la datación de 1693 viene corroborada por una inscripción encontrada durante los trabajos de restauración en una de las tablas de la parte posterior del retablo.


sábado, 23 de abril de 2016

Las iglesias y ermitas casi siempre miran a Oriente



La práctica totalidad de los edificios religiosos cristianos están orientados de tal forma que su eje mayor sigue una línea aproximada este-oeste, apuntando su cabecera (ábside) hacia oriente. 



Esto no es en absoluto un hecho casual sino parte fundamental de la simbología del templo cristiano. Oriente, el lugar donde nació El Salvador, y también el punto por donde el Sol se alza cada día sobre el horizonte. Así tenemos que todo templo cristiano es un canto a la venida de Cristo al mundo: "Ego sum lux mundi" (Juan 8, 12).

Se trata de un claro ejemplo de sincretismo entre las nuevas y las antiguas deidades: Cristo ahora y el Sol antes; el Sol como fuente de vida para la humanidad, que con su devenir diario constituye un recordatorio permanente de los ciclos biológicos, en relación con la muerte y la resurrección.

Gracias a esta orientación característica, los rayos de luz de la mañana penetran por los ventanales absidales, iluminando el altar y marcando la senda a seguir a través del templo desde la oscuridad de poniente (las tinieblas) donde suele estar la portada principal, hacia la luz, hacia Dios.

En algunos templos románicos, tampoco es casual el hecho de que en sus ábsides sean tres los ventanales que arrojan luz sobre el altar: simbolizan la triple personalidad de la divinidad (La Trinidad).

En el momento en que se erigieron los templos románicos, era sencillo el procedimiento de fijar con exactitud los puntos cardinales. Algo tan simple como utilizar la estrella polar para fijar el norte. Una vez trazado el eje norte-sur, su perpendicular será el eje exacto buscado para el templo a levantar.


Ilustración perteneciente al libro "Una aldea en tiempos del románico", de Jaime Nuño González y Chema Román (ilustrador), Fundación Santa María la Real (2009)



En la práctica, sin embargo, seguramente fue habitual el “orientar” el futuro edificio apuntando simplemente hacia el lugar por el que se elevaba el sol la mañana concreta en que se efectuaba el replanteo del edificio.

Es un hecho conocido que el lugar por el que el Sol aparece tras el horizonte es variable a lo largo del año. Solo en los equinoccios (primavera y otoño) sale exactamente por el este y se pone por el oeste. En los respectivos solsticios (verano e invierno) el lugar del orto se aleja del exacto Este. Bien hacia el norte en su camino vernal (hasta unos 23º), bien hacia el sur en el invernal (hasta otros 23º).


Cabecera de la ermita de Cuesta Castillo (Huérmeces)


Por este motivo, la mayor parte de los templos cristianos manifiestan una desviación significativa de la línea perfecta este-oeste, bien hacia el E-NE, bien hacia el E-SE, que llevan a pensar que dichas variaciones se corresponden con las diferentes fechas en que se iniciaron los trabajos de edificación de los templos. 

Si la orientación de una iglesia se realizó en función del punto en que el sol aparecía en el horizonte cuando se replanteaba su obra, tendríamos la posibilidad de conocer en qué época del año se realizó dicho replanteo, en función de la desviación exacta hacia el NE o hacia el SE de la alineación de la misma.


Abside románico de la iglesia de Fuenteúrbel

Si una iglesia está alineada a unos 23º al norte del punto cardinal este, habría que concluir que esto acaeció en un momento próximo al solsticio de junio, que es cuando el sol aparece en el horizonte a esos 23 grados más al norte del Este. 

Hay una teoría –que se ha demostrado infundada- que apunta hacia la posibilidad de que la fundación de las iglesias se efectuara alineando el eje de las mismas con el punto del horizonte en que aparece el Sol justo el día santo al que se va a dedicar el futuro templo. De esta forma, en la celebración de su conmemoración anual, los primeros rayos solares del amanecer, paralelos al eje del templo, iluminarían el altar. En algún caso aislado puede haberse dado esta coincidencia, pero solo será eso, casualidad o excepción.

También en casos muy puntuales, la orientación y dimensiones de un determinado templo pudieran estar condicionadas por el interés en que el sol ilumine una imagen o un capitel concreto en uno o dos momentos claves de su ciclo (San Juan de Ortega).

Son excepcionales los templos cristianos que no siguen esa “orientación oriental”. Pero alguno hay, como el caso del conocido monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca, obligadamente "desorientado" al SE por la adaptación de su cabecera a la roca que lo cobija. Lo mismo sucede en la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, en Vizcaya, con su cabecera orientada a un más anómalo W-SW.
 



En nuestra comarca también encontramos algunos ejemplos de templos “desorientados”. La ruinosa ermita de la Inmaculada Concepción, en Fuente Urbel, está orientada a un estrafalario N-NE; lo mismo sucede en la no menos ruinosa iglesia de San Quirico y Santa Julita, de origen románico, en el despoblado de Hormicedo; y en la iglesia de Santa Cristina, en Celada de la Torre, lo que tiene su mérito, ya que se trata de una iglesia trasplantada desde su ubicación original, en una ladera al oeste del pueblo.


Ermita -en ruinas- de La Inmaculada (Fuente Urbel)
Arruinada iglesia de San Quirico y Santa Julita, en el despoblado de Hormicedo


Iglesia de Santa Cristina (Celada de la Torre)


Otro ejemplo de desorientación, en este caso a un E-SE que supera esos 23º de desviación máxima con respecto al Este, lo tenemos en las iglesias de San Sebastián, en Quintana del Pino, y de San Vicente, en Quintanilla Pedro Abarca; esta anómala orientación puede indicar tanto simple error de alineación o replanteo a la hora de establecer la "canónica" como otras circunstancias que se nos escapan.

El caso extremo de esta orientación "excesivamente meridional" lo tenemos en la desaparecida ermita de San Bartolomé, en Pedrosa de Río Urbel, que alcanza ya un S-SE.


Iglesia de San Sebastián (Quintana del Pino)

Iglesia románica de San Vicente (Quintanilla Pedro Abarca)


Otra orientación aún más estrafalaria (S-SW), la encontramos en la Ermita del Humilladero, en Santibáñez-Zarzaguda, aunque en este caso quizás esté justificada por el propio origen del edificio, más humilladero que ermita.
 

Ermita del Humilladero (Santibáñez Zarzaguda)


De los 122 templos estudiados en la comarca (iglesias y ermitas), en casi la mitad de los mismos (58) se constatan desviaciones en la orientación hacia el cuadrante nordeste (E-NE); quizás se deba a que la mayoría de los edificios se iniciaban entre el equinoccio de marzo y el solsticio de junio (trayecto solar de ida y vuelta: entre marzo y septiembre) cuando más apropiadas eran las condiciones meteorológicas para estas labores, sobre todo en tierras frías como éstas.
 

Iglesia románico-gótica de El Salvador (Villalibado)

Iglesia gótica arruinada de San Martín-La Mota (Villaverde Peñahorada)

Iglesia románica de San Julián (Mata)


En un tercio del total (41) se constata, sin embargo, una desviación de la orientación hacia el cuadrante sudeste (E-SE); esto indicaría un replanteo de las obras acaecido durante los meses más fríos del año (entre septiembre y marzo), aunque también los menos intensivos en cuanto a faenas agrícolas y ganaderas, con una mayor posibilidad de contar con mano de obra “voluntaria” o, por lo menos, barata, aparte de los profesionales canteros.


Iglesia románico-gótica de La Asunción (Olmos de la Picaza)

Iglesia románica de San Millán Abad (Coculina)


Curiosamente, se aprecian sensibles diferencias geográficas entre las localidades situadas en la mitad norte de la comarca –más montañosa- y las situadas en la mitad sur. En las primeras, domina ligeramente la orientación E-SE en sus iglesias y ermitas; en las segundas, por el contrario, es claramente mayoritaria la orientación E-NE. 

Podría elucubrarse acerca del origen de estas diferencias, ocasionadas quizás por la antigua vocación -más ganadera que agrícola- de las tierras de los cursos altos de los ríos Hormazuela, Ruyales, Urbel y Ubierna, en contraposición a la predominantemente agrícola de los cursos medios y bajos de dichos ríos.


Iglesia de San Pedro (Miñón), con una de las portadas románicas más interesantes de la provincia


El hecho constatado es que en las tierras septentrionales la mayoría de las iglesias se replanteaban en los meses más fríos, y en las meridionales, en los meses más cálidos. Se admiten hipótesis.

Únicamente 18 templos están orientados a un Este casi exacto, lo que indicaría que sus obras se iniciaron en fechas muy cercanas a los equinoccios de primavera (segunda quincena de marzo) o de otoño (segunda quincena de septiembre). Entre estos templos de orientación “canónica” tenemos a las iglesias de La Piedra, Fuencivil, Brullés (trasplantada desde un cotorro situado al este del pueblo), Coculina, Villanueva de Puerta, San Miguel (Los Valcárceres), Tobar, Manciles, Ruyales del Páramo, Villalvilla Sobresierra, Sotopalacios (Acorro), Avellanosa, Los Tremellos, Quintanadueñas y Pedrosa de Río Urbel; así como a las ermitas de Robledillo (Quintanilla Pedro Abarca), Las Nieves (Quintanilla Sobresierra) y San Juan (Avellanosa).


Iglesia de La Natividad (Los Tremellos)
 
Ermita de Las Nieves (Quintanilla Sobresierra)


Iglesia gótica de los Santos Justo y Pastor (Ruyales del Páramo)


Iglesia renacentista-clasicista de Santa María (Tobar)
 

Observando el exterior de un templo, y sin brújulas, estrellas ni soles de por medio, es relativamente sencillo averiguar en dónde se sitúa su cabecera: si se trata de un templo románico, el ábside suele identificarse fácilmente, por su traza -casi siempre- semicircular, menores dimensiones y manifiesta abundancia de ornamentación pétrea.

Si se trata de una construcción gótica o posterior, tampoco suele presentar muchas dificultades la identificación exterior de su cabecera, más aún teniendo en cuenta que, en la mayor parte de los casos, la torre se dispone justo en el extremo opuesto de aquella.

No obstante, en algunos casos, por limitaciones de espacio, la torre puede encontrarse al Este, en el lado “equivocado”. Así sucede en la iglesia de San Román (Ros), en el que la torre se encuentra adosada al ábside; lo mismo que en las iglesias de Terradillos de Sedano, Fuencivil, Quintanajuar, La Parte (Las Hormazas) y Pedrosa de Río Urbel.


Iglesia de San Román (Ros), con su hermosa torre neoclásica (1798), contigua al ábside gótico-renacentista

Arruinada iglesia gótica del Rosario (Quintanajuar), con su torre al Este, contigua al ábside



En los casos en que han sobrevivido varios templos (iglesias y ermitas) en la misma localidad, o en localidades muy cercanas, se constata que la orientación en ellos es similar: así sucede con la iglesia y las dos ermitas de San Pedro Samuel, Huérmeces y Lodoso; o con el binomio iglesia-ermita de Las Quintanillas, Santibáñez (San Nicolás y Virgen de las Eras), Las Celadas, Quintanaortuño, Celadilla-Sotobrín, Rioseras, Arroyal, Sotragero y Solano (Las Hormazas); lo mismo sucede con las dos iglesias de Villaverde-Peñahorada (la de Santiago y la arruinada de La Mota), Vivar del Cid (San Miguel y Convento de Santa Clara) y Los Marmellares.


Iglesia neoclásica de San Juan Bautista (Huérmeces)

Ermita de la Virgen de Cuesta Castillo (Huérmeces)

Planta de la desaparecida ermita de La Blanca (Huérmeces), de supuesto origen románico


Iglesia gótico-renacentista de San Nicolás de Bari (Santibáñez Zarzaguda)
 
Ermita de la Virgen de Las Eras (Santibáñez Zarzaguda)




Por último, una obviedad: la orientación de las iglesias se ha mantenido a lo largo del tiempo, cualesquiera que hayan sido las reformas, ampliaciones y reedificaciones sufridas por los templos. Si aceptamos la premisa de que casi todas las iglesias de la zona tienen un origen románico o -como poco- gótico, cabe suponer que fue la orientación dada al templo en aquellos lejanos tiempos fundacionales la que se ha mantenido hasta nuestros días.

Así, parece claro que la “moderna” iglesia neoclásica de Huérmeces se estableció sobre los semi-arruinados muros de la precedente (gótica o tardogótica), pero manteniendo siempre la orientación de su eje, aunque aprovechando para aumentar la longitud de los muros del nuevo edificio, hasta los límites del camino que linda por su extremo oriental.

Un breve resumen de las 122 iglesias y ermitas de la comarca, en el que se detalla el nombre y tipo de templo, su estilo arquitectónico predominante y su orientación aproximada:








[Elaboración propia, con datos basados en observaciones sobre el terreno y consultas en Bing Maps, Google Maps y Sigpac; advocaciones y estilos arquitectónicos basados en parte en los contenidos del libro "Las mil y una iglesias de la diócesis de Burgos", de Fco. Javier Gómez Oña, Editorial Monte Carmelo (2010)]

Otras fuentes consultadas:

La Guía Digital del Arte Románico; Antonio García Omedes