lunes, 22 de septiembre de 2014

El abuelo Eugenio


Aquella mañana, Leonila tuvo un mal presentimiento cuando un terrible trueno hizo temblar hasta el puchero en el que se cocía a fuego lento la comida del día. En aquellos años se decía que las tormentas matutinas eran las más peligrosas.

Eugenio, su padre, y José, su hermano, habían madrugado con la idea de ir a recoger yeros a la finca de Navas. Después de uncir los bueyes al carro, se habían dirigido hacia la empinada cuesta del camino de Castrillo, sabiendo que les llevaría algo más de una hora llegar hasta aquella hondonada húmeda y arcillosa en la que los yeros se daban mejor que el trigo.

Ya a esa primera hora de la mañana el cielo amenazaba tormenta. La noche había sido excesivamente calurosa y a todos les había costado conciliar el sueño. Especialmente a Leonila, que se encontraba en los últimos días de gestación del que sería su cuarto hijo, muy deseado y con la esperanza de que fuera varón, después de que los tres primeros fueran mujeres.

Su marido, Narciso, había regresado de la guerra hacía poco más de un año, y a la alegría de haber sobrevivido a la misma, se unía la ilusión de tener, por fin, un varón.


El abuelo Eugenio (c.  1940)


Eugenio vivía con su mujer Elisa, y su hijo José, soltero aún, en el barrio de Hondovilla. Sus otros cinco hijos habían seguido caminos similares a los de la mayor parte de las familias en aquellos duros años de la posguerra. Dos se habían hecho religiosos: la mayor, Escolástica, y el pequeño, Julián. Las otras tres (Eladia, Lucía y Leonila) se habían casado hacía tiempo.

Los peores presentimientos de Leonila se cumplieron cuando, una hora después de aquel terrible trueno, vio desde la ventana de su casa cómo su hermano José bajaba medio a rastras por la cuesta que separaba el camino de Castrillo de la parte alta del pueblo. Un solo pensamiento: “Mi padre, Dios Mio, mi padre”.

José había conseguido llegar, con las piernas completamente insensibilizadas, a las primeras casas del pueblo, y allí dio la terrible noticia: un rayo había alcanzado a los bueyes y el carro, y su padre Eugenio, que iba delante, guiando los bueyes, yacía muerto en el suelo.


Eugenio Alonso, el primero por la derecha; su hijo, José, el primero por la izquierda


Dicen que los bueyes atraen a los rayos. Quizás eso fue lo que salvó a José, que aquella fatídica mañana iba en la parte trasera del carro, con la perra. 

En contra de los que suele decirse de las personas alcanzadas por un rayo, el cuerpo de Eugenio no presentaba grandes quemaduras, ni se encontraba tiznado de negro. Unicamente una pequeña quemadura, eso si, a la altura del corazón. Así por lo menos lo recuerda su nieta Constantina, 74 años después.

Leonila perdió el hijo tan esperado. Faltaban dos semanas para el parto. Era un varón. Algo más de un año después pudo nacer, por fin, su primer chico (Jesús).

José se recuperó de sus heridas, por lo menos de las físicas. Se casó al año siguiente. Tuvo seis hijos.


Regina, nieta de Eugenio, y la perra Lili  (c. 1936)


Lili, la perra, murió a los pocos días, escondida y temblorosa, sin salir en ningún momento de debajo del banco de la gloria en el que solía sentarse su amo, Eugenio.

Desde aquel día, casi dos generaciones enteras de la familia han vivido con un temor más que comprensible a los nublados. Parece ser que a la tercera generación, ya totalmente urbana, no le ha alcanzado dicho temor.

En los tiempos previos a la despoblación, en España morían anualmente una media de 50 personas a consecuencia de impactos por rayo. Hoy en día, sin embargo, apenas se producen una o dos muertes al año. Entonces eran agricultores y pastores los colectivos con más riesgo de ser alcanzados por un rayo. Actualmente, son los excursionistas, aficionados a la pesca, bañistas, montañeros y ciclistas los más expuestos. Y parece ser que si eres proclive a usar el móvil en espacios abiertos, aún más.

Quizás esa aludida tercera generación familiar, tan amante del deporte y los paseos al aire libre, debiera seguir manteniendo algo de ese temor reverencial a los rayos y centellas. Incluso aunque hayas nacido el día de Santa Bárbara, como es el caso de quien esto escribe.

El abuelo Eugenio y su hijo, José (c. 1920)




Eugenio Alonso Fernández, hijo de Julián y Gregoria, nació en Huérmeces en 1875 y murió, a consecuencia del impacto de un rayo, el 6 de julio de 1940; casado con Elisa Villalvilla Varona, tuvieron seis hijos: Escolástica, Eladia, Lucía, Leonila, José y Julián. Y 21 nietos y 37 bisnietos, que se desperdigaron por: Androy (Madagascar), Barcelona, Bilbao, Castro Urdiales, Colindres, Córdoba, Hessen (Alemania), Dublín (Irlanda), Irún, La Aguilera, La Coruña, La Rinconada, León, Linares, Madrid, Mallorca, Olmos de la Picaza, Piélagos, Sant Adrià de Besòs, Santo Domingo (República Dominicana), Sotresgudo, Tolosa, Torrelavega y Villadiego.


Eugenio ejerció de cartero de Huérmeces durante varios años; le sustituyó en el puesto Fidel Alonso.


Eugenio también fue alcalde de Huérmeces, entre 1923 y 1930.


Ironías del destino: hoy, 75 años después del fatal acontecimiento, y a apenas cien metros del lugar en el que se produjo la descarga, se yergue un moderno pararrayos, instalado en la cima de una altísima torre anemométrica, que presta sus servicios a los catorce molinos del Parque Eólico de "El Sombrío", todos ellos también dotados de su correspondiente pararrayos.


 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Eolic Park


En la provincia de Burgos existen en la actualidad unos 60 parques eólicos, con una potencia instalada de 1630 MW, lo que supone que sea la provincia de Castilla y León con mayor implantación eólica (33% del total de MW eólicos de la región) y una de las mayores de España (7%). Esta potencia instalada es capaz de producir del orden de 3,5 millones de MWh, lo que representa más de una vez y media el consumo total de electricidad de toda la provincia de Burgos.

Un parque eólico no se puede instalar en cualquier sitio. Teniendo en cuenta que cada molino tiene un coste de entre 1 y 2 millones de euros, el umbral de la rentabilidad está a partir de las 2.000 horas de funcionamiento al año, aunque los más productivos llegan a superar las 3.200 horas anuales. 

En la provincia de Burgos, las zonas con potencialidad eólica se encuadran dentro de tres categorías, según la velocidad media del viento medida a 45 m de altura:
  • Muy elevada (más de 8 metros por segundo): Sierra de la Demanda, Sierra de Neila, Sierra de Mencilla, Sierra de Pancorbo…
  • Elevada (entre 7 y 8 m/seg): Sierra de Oña, Montes Obarenes, Montes de Valnera, Sierra de La Tesla…
  • Suficiente (entre 6 y 7 m/seg): Sierra de Covarrubias, Páramo de La Lora, Condado de Treviño…



Las zonas altas de Huérmeces se clasificaron en su día dentro de la tercera categoría, “con potencialidad eólica suficiente”, al igual que las de los municipios vecinos, desde el Alfoz de Burgos hasta las zonas altas de Villadiego y Las Loras.

En los últimos diez años se han levantado cuatro parques eólicos en terrenos del término municipal de Huérmeces:

  • La Lastra (2003): un total de 7 molinos con una potencia instalada de 11,7 MW, en terrenos de San Pantaleón del Páramo (4), Quintanilla Pedro Abarca (2) y Ruyales del Páramo (1).
  • Urbel del Castillo II (2004): un total de 25 molinos y 50 MW; en terrenos de Quintanilla Pedro Abarca (3), San Pantaleón del Páramo (9), Montorio (10) y La Nuez de Arriba (3)
  • El Sombrío (2009): un total de 14 molinos y 28 MW, todos en terrenos de Huérmeces
  • Páramo Vega (2010): un total de 9 molinos y 18 MW; en terrenos de Huérmeces (7) y Ros (2)

Parque Eólico de "La Lastra": los 3 molinos más al N, en terrenos de Pantaleón, vistos desde Quintanilla Pedro Abarca
 
Vista parcial del Parque Eólico "Urbel del Castillo II", cerca de San Pantaleón, entre Trulla y Peñas Lisas


En los municipios vecinos no le han ido a la zaga:

  • El Perul (2005): un total de 31 molinos y 51,8 MW; en terrenos de Acedillo (17) y Urbel del Castillo (7)
  • La Caldera (2007): un total de 15 molinos y 22,5 MW, todos en terrenos de Bustillo del Páramo
  • La Calzada  (2007-2010): un total de 16 molinos y 32 MW, en terrenos de Montorio
  • El Negredo (2007-2010): un total de 9 molinos y 18 MW, en terrenos de Quintanilla Sobresierra
  • Rabinaldo (2003-2010): un total de 16 molinos y 29 MW, en terrenos de Quintanilla Sobresierra
  • Las Viñas (2009): un total de 19 molinos y 38 MW; en terrenos de Celadilla- Sotobrín (9), Las Rebolledas (5) y Santibáñez-Zarzaguda (5)
  • Marmellar (2008): un total de 33 molinos y 49,5 MW; en terrenos de Marmellar de Abajo (17) y Pedrosa de Río Urbel (16)
  • Arroyal (2009): un total de 31 molinos y 46,5 MW; en terrenos de Arroyal (24) y Marmellar de Arriba (7)

Vista parcial de los Parques Eólicos de "El Perul" (al fondo)  y "La Caldera" (en primer plano, a la izquierda)

Parque Eólico "Páramo Vega"; al fondo, parques eólicos de "Las Viñas" "Marmellar" y "Arroyal".
 

Aparte del indudable impacto paisajístico de los molinos, la construcción de los mismos ha ocasionado puntuales daños tanto al patrimonio cultural (túmulos, corrales, yacimientos arqueológicos) como al biológico (vegetación y aves, principalmente).

Si bien es cierto que las pistas de acceso a los parques suelen seguir el trazado de antiguos caminos, la mayor anchura y calidad de los nuevos ha traído consigo daños sobre la vegetación existente y ha posibilitado el fácil acceso de todo tipo de vehículos a parajes de alto valor ecológico, antes protegidos por la mera inaccesibilidad de los mismos. 

También es cierto que se ha mejorado el acceso tanto a parcelas cultivadas como a montes comunales, para alegría de los agricultores de la zona.


Parque Eólico "Urbel del Castillo II", en terrenos de Pantaleón


Así, en el término municipal de Huérmeces, la construcción de los cuatro parques eólicos ha traído consigo la aparición de 19 kilómetros de flamantes pistas de acceso a los mismos: La Lastra (2,5 km); Urbel del Castillo II (11 km en total, de los que 4 km discurren en el TM de Hces); El Sombrío (6,5 km); Páramo Vega (6 km). 


Parque Eólico "El Sombrío" y sus 14 molinos, todos en el término de Huérmeces
 

Sin embargo, y polémicas energéticas y paisajísticas aparte, el mayor impacto sobre la zona ha sido el económico. Las arcas de los municipios “afectados” han visto caer sobre ellas un auténtico maná. Son tres los principales impuestos locales que se aplican a los parques eólicos:
  • Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO): cuya cuota tributaria es el resultado de aplicar a la base imponible el tipo de gravamen fijado por cada ayuntamiento, con un tope del 4%.
  • Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI): desde 2008 se considera a los parques eólicos como bienes de características especiales, lo que supone que el tipo impositivo pase del 0,4% al 1,3% anual del valor catastral, que también es mayor, al computarse la maquinaria.
  • Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE): supone un rango de 1000 a 1400 euros por cada MW de potencia.

Parque Eólico "Páramo Vega", 7 molinos para Huérmeces y 2 para Ros


Los cálculos realizados por el sector indican que, en total, la recaudación de los ayuntamientos por megawatio (MW) instalado asciende a entre 6.000 y 9.000 euros anuales. Teniendo en cuenta que la vida útil de un parque eólico es de 20-25 años, queda claro que estamos hablando de cifras muy importantes para los ayuntamientos y las entidades locales menores implicadas.

Gracias a esta masiva entrada de fondos en las arcas municipales se han podido acometer actuaciones impensables diez años atrás: soterramiento de tendidos eléctricos y telefónicos, renovación de la red de distribución de agua, mejora de caminos, nuevos locales municipales, rehabilitación de espacios comunales (lavaderos, fuentes, potros, molinos harineros), religiosos (ermitas), etc. Incluso se han financiado actuaciones en edificios de propiedad no municipal, pero de indudable valor patrimonial (iglesias parroquiales, principalmente).

De todas formas, es más que posible que la reciente reforma energética planteada por el Gobierno acarreará renegociaciones, a la baja, de las condiciones económicas establecidas entre las empresas explotadoras y los Ayuntamientos.


Vista parcial del Parque Eólico "El Sombrío": los 6 molinos más al Sur, entre Valdelebrín y Buen Tudanca
Parque Eólico "El Sombrío"


Y otra reforma, esta de más calado, planea sobre el futuro: el inevitable proceso de concentración municipal que, más pronto que tarde, terminará por fusionar el ayuntamiento de Huérmeces con alguno de los vecinos (Valle de Santibáñez, Montorio, Merindad de Río Ubierna, Urbel del Castillo…); quizás entonces se plantee una renegociación de los importes a recibir por cada entidad local menor.

Huérmeces, desde la Edad Media y hasta mediados del siglo XX, destacó por la abundancia de molinos harineros a orillas del Urbel. Quien les iba a decir a nuestros ancestros que a principios del XXI serían otro tipo de molinos los que proliferarían, aunque ahora en las crestas de los páramos.