sábado, 19 de enero de 2019

La Contribución Industrial en Huérmeces (1883)


A lo largo de todo el siglo XIX, España sufrió una crisis continuada en sus finanzas públicas, acometiéndose diversas actuaciones encaminadas a incrementar los ingresos del Tesoro: amortizaciones, conversiones de deuda y diversas reformas tributarias.

Dentro de estas últimas, nos interesa la protagonizada por Juan Francisco Camacho, ministro de Hacienda durante uno de los varios periodos en los que el liberal Práxedes Mateo Sagasta fue presidente del Consejo de Ministros, en concreto entre febrero de 1881 y octubre de 1883.

En el momento de tomar posesión el nuevo gobierno, el volumen de deuda pública en circulación resultaba inabordable para los escasos ingresos del Estado español. Era necesario, pues, el diseño de una completa y profunda reforma fiscal, basada sobre todo en dos de los impuestos principales:

- la contribución territorial: el fraude existente en este impuesto era el mayor problema tributario del momento, y se calculaba que más de la tercera parte de la superficie rústica del país no tributaba; se declaraba la propiedad de la tierra pero rebajando sustancialmente su superficie e incluyéndola en categorías de escaso rendimiento tributario (pastos, sobre todo); eran sobre todo los grandes propietarios los mayores defraudadores, ya que ellos poseían la capacidad de influir decisivamente en los amillaramientos (listas o padrones en la que figuran los bienes inmuebles y sus titulares, pero sin planos ni mediciones medianamente precisas). Era fundamental, pues, realizar una mejora profunda de aquellos amillaramientos, que permitiera repartir de una manera más justa y eficaz la contribución territorial.

- la contribución industrial y de comercio: la llamada "economía nueva" soportaba un nivel de presión fiscal claramente inferior a la que gravaba a la economía agraria tradicional. Esta contribución era recaudada desde 1847 según un método de agremiación consistente en la integración de los contribuyentes en asociaciones gremiales obligatorias, que eran las que posteriormente repartían entre sus miembros esa partida conjunta. Había que lograr, pues, un drástico incremento de la recaudación obtenida por esta contribución, basándose sobre todo en la imposición de nuevas tarifas, mucho más elevadas y heterogéneas que las aplicadas anteriormente.

La piedra angular de la nueva administración tributaria eran las delegaciones provinciales de Hacienda, dirigidas por un delegado con un nivel de representación similar al de los gobernadores civiles.

La nueva contribución industrial fue duramente contestada por comerciantes e industriales, que no tardaron en movilizarse. Protestaban por:

- el mero incremento de las tarifas: agravado por el hecho de que los ayuntamientos tuvieran la potestad de recargar la cuota estatal hasta en un 60% sobre una base ya de por sí duplicada o triplicada con respecto a la existente anteriormente

- por la penalización de la multiactividad, que originaba que muchos empresarios tuvieran que pagar dos o tres cuotas en lugar de una sola (taberna, tienda de alimentación y almacén de sacos, por ejemplo)

- por el incremento del poder adquirido por los síndicos y clasificadores gremiales para repartir las cuotas entre los diferentes contribuyentes de cada ciudad. Por lo que el caciqueo tenía, una vez más, las puertas abiertas de par en par.











El nuevo sistema impositivo para la contribución industrial venía recogido por el Reglamento de 13 de julio de 1882, por lo que su aplicación efectiva se materializó al año siguiente.

En el caso de Huérmeces, en el archivo municipal se conserva la matrícula de la nueva contribución industrial, cuyo contenido se ha volcado en el cuadro siguiente, corrigiéndose diversos errores detectados, entre los que destaca el curioso intercambio en el orden de los apellidos de los contribuyentes.
















Se constata, una vez más, que la principal "industria" del pueblo era la molinera, con siete molinos harineros aún en pleno funcionamiento. No hemos sido capaces de identificar al molino de una piedra que solo muele cinco meses al año, aunque por el domicilio de su titular (Arroyuelo) pudiera pensarse que se trata del molino de Cigatón. Resultan fácilmente identificables los molinos de Retuerta, Los Nogales (La Parte) y Berlanga (Fuente la Hoz). Suponemos que los tres restantes son Alba, Las Huertas y El Rinconcillo, aunque también pudiera tratarse de Mulimayor o Navatillo.

Uno de los propietarios de molino, Francisco Regis Cisneros, vecino de Burgos, era un reconocido médico-cirujano, y llegó a ser presidente del Colegio Médico-Farmacéutico de Burgos en 1897.

También como mera curiosidad, constatar que Florentín Díaz-Ubierna, consignado en el padrón-matrícula de la contribución industrial como "administrador de fincas", fue cura párroco de Huérmeces durante la friolera de 47 años (1852-1899). Cura párroco y administrador de fincas, un binomio potente. 

Entre el resto de "industrias y comercios" tenemos: una taberna de vinos y aguardientes, una tienda de aceite, vinagre y jabón, un tejedor, un albéitar (especie de veterinario), dos carreteros, un herrero y un zapatero.

El tabernero, Timoteo San Martín, junto con su mujer, María Sáez, ambos naturales de Arcos (Burgos), mantuvieron este negocio en Huérmeces (junto con el de tienda de comestibles) durante unos 25 años (desde 1875 hasta 1901); su  destino anterior fue Montorio. En el año 1883, su taberna estaba situada en el número 2 de la calle Real (posteriormente, casa de Jacinto y Juliana, hoy casa de Mauro); la situación del negocio tenía su lógica, ya que por entonces no existía la carretera, y la comunicación con Burgos y Aguilar se hacía por el Camino Real, que atravesaba Huérmeces por la calle homónima, tras descender por la Varga y encaminarse a Ruyales y Úrbel por el Alto la Cruz. Años después, en 1897, su negocio se había trasladado a la calle de la Plaza número 14, a la casa que en los años 60 del siglo XX alojaría la cantina de Joaquín y Matilde.

El resto de los negocios se localizan entre las calles Real y de la Plaza; un poco más desplazados, con respecto a este cogollo comercial, se localizan el herrero (Primitivo Ortega), en la calle Hondovilla, y la abacería (Juliano García Girón), en la calle de la Solana.

En la fotografía satelital de Google hemos tratado de situar -aproximadamente- la ubicación de cada uno de estos negocios en aquel lejano 1883:

Ubicación aproximada de cada uno de los negocios industriales y comerciales; fuera de mapa: molinos de Navatillo, Alba, Berlanga, Mulimayor, Los Nogales y Retuerta


En cuanto a las tarifas aplicadas a cada "industria", las más altas son las aplicadas a la industria molinera: 30 pesetas de cuota para el Tesoro (cuota "estatal") más un recargo municipal del 18% (5,40 pesetas) más un nuevo recargo en concepto de "gastos de cobranza" (6%, 2,12 pesetas), por lo que resulta una cuota total de 37,52 pesetas.

A continuación, las tarifas más elevadas son las soportadas por la "industria tabernera" (36,27 pesetas de cuota total); mucho menos paga el albéitar (17,51 pesetas); carreteros, herrero, zapatero y abacería pagan lo mismo (16,26 pesetas); y pagan bastante menos el tejedor (7,19) y el administrador de fincas (4,69). 

En aquel año de 1883, la población de Huérmeces alcanzaba los 386 habitantes. Era alcalde del pueblo Antonio Díaz-Ubierna, y secretario, Felipe Gallo Espinosa. El maestro era Ponciano Fernández Cortés, que estuvo destinado en Huérmeces -como mínimo- entre 1879 y 1890.

En la matrícula de la contribución industrial no aparecen consignados los dos "cirujanos" con que contaba por entonces el pueblo: Cipriano Andrés y Domingo Rodríguez; pudiera pensarse que esta ausencia quizás se debiera al carácter "público" de este oficio (al igual que el de maestro), pero lo cierto es que tanto "médico" como "cirujano" y "médico-cirujano" aparecen como profesiones que tributan según la tarifa 4ª del Reglamento (al igual que albéitares y veterinarios). Desconocemos, pues, a que pudo deberse esta ausencia en la lista de contribuyentes. Quizás los resortes caciquiles de la época, quizás un error involuntario del alcalde o secretario de turno, quizás ...

A nivel nacional, por supuesto que existió una fuerte oposición a la aplicación de las nuevas tarifas contempladas en el Reglamento de la Contribución Industrial de 1882, hasta el punto de que algunos autores hablan de una auténtica revuelta anticontributiva por parte de los industriales y comerciantes, sobre todo en las ciudades de Barcelona, Palma de Mallorca y Valencia, y con focos esporádicos en Santander, Zamora y Burgos (1). La reacción del Gobierno consistió en decretar el estado de guerra en Barcelona, cuyas calles fueron ocupadas por las tropas. En el conflicto llegó incluso a intervenir el entonces obispo de Barcelona, José María Urquinaona.

No obstante, y para variar, los principales perjudicados por las nuevas tarifas del Reglamento elaborado por el equipo del ministro Camacho fueron los pequeños y medianos industriales, artesanos y tenderos (herreros, carpinteros, carreteros, taberneros, etc). Los grandes empresarios textiles, armadores y banqueros estaban mucho más preocupados por  las estipulaciones previstas en el tratado de comercio franco-español, que se estaba negociando por entonces (2)


La solución al conflicto siguió los caminos habituales en la España del XIX: la transacción a espaldas de la ley, la componenda local o individual, esto es, la adulteración en la práctica del sistema fiscal, que acabó generando un divorcio entre la España legal y la real. Los impuestos eran utilizados como un arma más en la lucha política partidista. Su objetivo era recaudar tanto como fuera posible, principalmente entre las filas del adversario político y, sobre todo, entre los más alejados de los resortes de poder del sistema: quienes no se cobijaran bajo el paraguas protector de los partidos monárquicos se convertirían en víctimas propiciatorias de la inspección tributaria.

La reforma fiscal del ministro Camacho constituyó, pues, un absoluto fracaso, ya que la drástica reforma sufrida por el impuesto no vino acompañada de ningún incremento en la recaudación. El Antiguo Régimen retrasaba todo lo posible la introducción del mercado como mecanismo básico para determinar eficientemente la asignación de recursos. El país seguía en manos de aquellos que preferían la intriga política, el saqueo del presupuesto y la inercia burocrática, dejando a la habilidad y capacidad empresarial en un segundo plano.


NOTAS:

(1) En Burgos, sus comerciantes encargaron un buen número de cuadros del ministro Camacho para presentarlos como bienes embargables a los recaudadores de la contribución.

(2) El tratado comercial franco-español acabó favoreciendo claramente -entre otros- al sector vinícola español. Cabe recordar que el presidente del consejo de ministros, Práxedes Mateo Sagasta, era el "cacique carismático" de Logroño, capital de La Rioja vitivinícola.

FUENTES:

-Real Decreto de 13 de julio de 1882, por el que se aprueban el reglamento y las tarifas por que ha de regirse la contribución industrial y de comercio.

-El mercado traicionado, la rebelión contra la contribución industrial de 1882. Joan Carles Cirer-Costa. Revista de Historia Industrial nº 45 (2010) [páginas 79-107]

sábado, 5 de enero de 2019

Huérmeces en el Cartulario del Monasterio de Rioseco

El emplazamiento original del Monasterio de Rioseco no se encuentra muy alejado de Huérmeces: a poco más de 14 km al noreste del pueblo, en terrenos del actual despoblado de Quintanajuar.

Quintanajuar: restos de la iglesia parroquial, quizás heredera de la antigua monacal
Quintanajuar se ubicaba en una zona que ejercía de vía de paso entre el valle del Ubierna y el páramo de Masa por un lado, y entre el valle del Homino y las tierras de Sedano y Villadiego por otro; de hecho, allí cerca existió una venta, que prestó sus servicios durante mucho tiempo.

Quintanajuar: al Oeste, montes de encina y paso hacia el Páramo de Masa; al Este, sus rojizas tierras, en la cuenca del Homino; al SW, montes camino de la cuenca del Ubierna
Las rojizas tierras de Quintanajuar, con agua abundante, poseían una aceptable fertilidad; desde los primeros tiempos de la repoblación, allí se encontraba establecida una comunidad eremítica que, a mediados del siglo XII, resultó favorecida por donaciones realizadas por el rey Alfonso VII.

Pocos años después, hacia 1180, los monjes de Quintanajuar se trasladaron a San Cipriano de Montes de Oca (o de Villamezquida).

Monasterio de Santa María de Rioseco, en la actualidad
La comunidad no estuvo en Montes de Oca más allá de 20 años; ya le habían echado el ojo a un recóndito lugar del valle de Manzanedo: Rioseco; hacia 1200 se instalan en Rioseco "El Viejo", un lugar cercano a un arroyo estacional que le da nombre; otros 20 años más tarde, se produce el traslado definitivo, a su emplazamiento actual en Santa María de Rioseco, más cercano al Ebro que el anterior.

A pesar de esta relativa cercanía al monasterio original en Quintanajuar, ni Huérmeces ni ninguno de los pueblos y despoblados de su entorno inmediato figuró nunca entre las posesiones de aquel.

Sin embargo, tanto Huérmeces como Quintanilla Pedro Abarca, San Pantaleón del Páramo, Ruyales, Monasteruelo, Gozón (Buzón) y San Mamés de la Pinza (despoblado cercano a Acedillo) aparecen en un documento del Cartulario del Monasterio.

Cartulario de Rioseco: fragmento del códice 91 conservado en el Archivo Histórico Nacional, en el que aparecen Huérmeces y otros pueblos del entorno (imagen nº 26 del códice, consultable en PARES)
Dicho documento, datado en la segunda mitad del siglo XII (García Sáinz de Baranda lo data, sin embargo, hacia 1219), consiste en una carta de venta por la que Diego González vende a su hermana, María González, una serie de posesiones situadas en tres zonas del norte de la provincia de Burgos: los alrededores del monasterio de Rioseco, las Merindades y la zona de Huérmeces.
Su transcripción literal dice así:

In nomine Domini nostri Ihesu Christi. Notum sit omnibus hominibus, tam presentibus quam futuris, quod ego Diago Gonçalueç, fijo de Gonçaluo Antolinet, uendo e robro a mi ermana Mari Gonçaluez la heredat de Uiçueçes e de Reboledo, en Leçana médium solar, lo de Rio Secco e de Retuertu e de Guermeçes e Quintaniela de Peidra Auarcha, en Sant Pantaliones e en Gozon, en Ruuiales, en Monesteriolo, en Sant Mames de la Pieça en Refoio, uendo e robro por CCC e XXX maravedís e so delos pagado. Fiadores de sanamiento de la heredat de Uiçueçes de Sant Reboledo e de Mena e de Rio Secco e de Retuertu, Roi Peidrez de Uilla Lain e Martin Gonçaluez de Aguero.
Vunde sunt testes, Johan Martin el de Rio Sicco. Peidro Peidrez. Johan Ferrandet. Pascual. Joan de la Cueua. Joan de Rio Molino. De la heredad de Retuerto testes, Roi Diaz de Cueua, so ermano Alfos Diaz. Goncalo Ruit Daras. Alfonso fijo de Martin Aluarez. Don Pedro presbiter. 



Diago Gonçalueç: Diego González, parte vendedora
Gonçaluo Antolinet: Gonzalo Antolínez, padre del anterior
Mari Gonçaluez: María González, hermana de Diego, parte compradora
Uiçueçes: Bisjueces, localidad hoy perteneciente al municipio de Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja, situada a unos 5 km de la capital; su población apenas alcanza hoy los 50 habitantes; iglesia del siglo XVI con una espectacular portada plateresca y un elegante pórtico con bóveda de crucería; la tradición sitúa en Bisjueces el estrado de los dos primeros jueces castellanos: Laín Calvo y Nuño Rasura; el Monasterio de Rioseco poseyó diversos bienes y granjas en este pueblo, adquiridos por donaciones, compras e incautaciones por deudas.
Reboledo: Rebolleda, granja situada en las inmediaciones de Bisjueces; fue adquirida por el Monasterio en venta pública, para arrendarla más tarde al propio concejo de Bisjueces.
Leçana: Lezana de Mena, localidad del municipio de Valle de Mena; hoy con una población de 110 habitantes; aquí se sitúa la llamativa Torre de los Velasco, levantada a mediados del siglo XV, y todo un ejemplo de construcción militar bien conservada y restaurada por sus actuales dueños.
Rio Secco: Rioseco.
Retuertu: Retuerto/Retuerta, una de las granjas del Monasterio, situada al otro lado del Ebro; perteneció al Monasterio desde principios del siglo XIII, por donación de nuestra María González.
Guermeçes: Huérmeces, aldea y municipio de la provincia de Burgos, comarca de Los Páramos.
Quintaniela de Peidra Auarcha: Quintanilla Pedro Abarca, aldea hoy perteneciente al municipio de Huérmeces.
Sant Pantaliones: San Pantaleón del Páramo, aldea hoy perteneciente al municipio de Huérmeces.
Gozon: Buzón, despoblado del término de Huérmeces, situado junto enfrente del arranque de la carretera de Quintanilla Pedro Abarca y San Pantaleón del Páramo.
Ruuiales: Ruyales del Páramo, aldea hoy perteneciente al municipio de Huérmeces.
Monesteriolo: Monasteruelo, despoblado del término de Ros, objeto de litigio entre Huérmeces y Ros en tiempos pasados.
Sant Mames de la Pieça: San Mamés de la Pinza, despoblado del término de Acedillo, en la zona alta del Caracol, al lado del Camino Real de Burgos a Reinosa.
Refoio: Rehoyo, lugar cuya ubicación no ha sido posible precisar.


Situación de los lugares (hoy poblados y despoblados) mencionados en el documento del Cartulario, así como su posición relativa con respecto al primer emplazamiento del monasterio, en Quintanajuar








La justificación de la presencia de esta carta de venta en el Cartulario del monasterio viene explicada por la existencia de un documento posterior, también incluido en el mismo.

Datado en el año 1220, este nuevo documento consiste en una donación de bienes que realiza nuestra vieja conocida, Mari González de Bisjueces, al monasterio de Rioseco. Su transcripción literal dice así:


Notum sit omnibus hominibus che esta carta ueran, quod ego donna Mari Gonçaluez de Uiçuezes, con uoluntad de mios figgos,  Martin GonçaluezGomez Gonsaluez, Alfonso Gonsaluez, do por toda mie quinta a uso don Rodrigo abbad de Rio Seco y a tod el conuento, toda la mie heredad de Rio Tuerto et de Rio Secco solares iermos e poblados, con montes o con fontes, prados, uinnias, pescheras, arbores, molinos, iermos et poblados, con entradas et exidas asi cuemo io lo e en Rio Tuerto e en Rio Seccio che aiades siempre poder de uender et de empennar et de camiar estas heredades uos et uuestros companneros los que son et seiran sin contradiggo et do por mi mano a Munno Aluarez mio omne che uos meta en estas heredades nominadas et asi cuemo otra uegada delan uso et delante testes pus mies manos, super quatuor eangelia et uso primis obedentia iurando mi sepultura en Rio Secco a mi muerth por esa misma iura prometo a Dios et a uso mio cuerpo et mi anima en uida et en muerth et rendom por uuestra frera.
Si algunos de mios pariente o null omne chisiere estas heredades che io do contralere, ira abeat omnipotentis Dei et cum  Iuda traditor iaceat in infernum, amen, amen. Et io abbad don Rodrigo con tod el conuent de Rio Seco, somos bien pagados con estas heredades de Rio Tuerto et de Rio Seco, por toda nuestra quenta.
Hec carta fuit facta era Mª.CCª.LVIIIª, noto die secundo, kalendas setembris, regnante rege Ferdinando in Toleto et in Castella et in omni regno suo. Maiordomun ergis, Gundisaluus Roderici. Alferaci regis, Lupus Didaci de Faro. Maiorinus regis, Gundisaluus Petro de Arnillas. Ista carta fuit facta apud Bediam, in domo mea, coram filiis meis illis auctorizando.
Huius rei sunt testes qui hoc uiderunt et audierunt, Johanc Abbas de Bedia, Roderico Ferdinandez de Entre Ambasaguas, Sancius Sancii de Eras, Petrus Garsie de Aggo, Garcie Ladron, Gundisaluus Dominici de Paradiso, Munno Aluarez de Uilla Uacrim, Pedraxa de Uiçueçes, Garcie Gonçaluez filio de Gonçaluo Amigoth de Burgos, Aluarus monacus de Rio Seco, Fray Iohanc de Ortega.
Petrus Nauaierensius, scripsit.



Mari Gonçaluez de Uiçuezes: María González de Bisjueces, donante de bienes al Monasterio de Rioseco; probablemente, hija de Martín Martínez de Bisjueces, y hermana de Elvira Gómez de Bisjueces.
Martin Gonçaluez, Gomez Gonsaluez, Alfonso Gonsaluez: hijos de María González de Bisjueces.
Don Rodrigo abbad de Rio Seco: Rodrigo, abad del Monasterio de Rioseco entre los años 1214 y 1228
Rio Tuerto: Retuerto/Retuerta, una de las granjas del Monasterio, que también aparecía en el documento anterior.
Rio Seco: Rioseco, paraje en que se estableció definitivamente el Monasterio
Munno Aluarez: Munio Álvarez, hombre a cargo de María González de Bisjueces, la donante de bienes
Era Mª.CCª.LVIIIª: año 1258 que se corresponde con el 1220 de nuestra era; durante la Alta Edad Media los documentos de los estados cristianos de la Península Ibérica se databan según la Era Hispánica: empezaban a contar desde pacificación de la Hispania romana, año 38 a.C. Luego este 1258 de la Era Hispánica se corresponde con el 1220 de nuestra era.
Rege Ferdinando: Fernando III "El Santo", rey de Castilla (1217-1252), Rey de León (1230-1252), hijo de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla. Durante su reinado fueron conquistados los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y lo que quedaba del de Badajoz. 
Bediam (Bedia): Vedia (Bedia), municipio de Vizcaya, con una superficie actual de poco más de 16 km2 y una población de un millar de habitantes. Situado entre Galdácano y Lemona


Queda clara la necesidad de justificar la propiedad de los bienes ahora donados, ya que tanto Riotuerto como Rioseco aparecían en el documento primero, dentro de la relación de bienes que Diego González vendió a su hermana, María González.

Huérmeces y los otros seis lugares del entorno aparecen pues en el Cartulario de Rioseco de forma meramente accidental, únicamente por el hecho de que figuraban en un documento de compra-venta en el que se incluían bienes (Riotuerto y Rioseco) que más tarde fueron objeto de donación al Monasterio.

Y todo porque, tal y como afirma Cadiñanos en su libro: "El hecho de que Rioseco haya tenido cuatro emplazamientos distintos, obligó a la reordenación de los diversos patrimonios, lo que se plasmó en numerosa documentación. Junto con Oña, las Huelgas, la Catedral y Silos, nuestro monasterio es uno de los más ricos en datos y, sobre todo, de los más variados."

Y es gracias a esa riqueza y variedad de datos consignados en los diversos documentos del Cartulario, por lo que encontramos una de las primeras referencias documentales de Huérmeces.



FUENTES:

-Fuentes para la historia de Castilla. El monasterio de monjes bernardos de Santa María de Rioseco y su cartulario. Julián García Sainz de Baranda. Boletín de la Institución Fernán González nº 161 (1963) [páginas 648-650]
-El monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco. Valle de Manzanedo-Villarcayo. Historia y Cartulario. Inocencio Cadiñanos Bardeci. Asociación Amigos de Villarcayo (Burgos)
2002. [páginas, 107, 162-163]
-Los señoríos de behetría. Carlos Estepa Díez y Cristina Jular Pérez-Alfaro (coord.) CSIC. Madrid (2001) [páginas 152-153]