sábado, 22 de diciembre de 2018

Caserío, callejero y vecindario de Huérmeces (1965)


Qué momento más apropiado que las Navidades para una entrada con cierto contenido nostálgico. Días de reuniones familiares en las que evocar unos tiempos que a casi todos nos acaban por traer buenos recuerdos, sobre todo cuando atañen a los años de nuestra infancia. 

Ya en aquellos tiempos, la Navidad era el momento elegido por las autoridades para la realización de los famosos padrones de población. Justo cuando las familias se reunían en el pueblo, justo cuando volvían los hijos que estaban estudiando o sirviendo a dios, a la patria o a familias más pudientes, en la capital o más allá.

En esta entrada se trata únicamente de establecer una especie de foto-fija de la ocupación del caserío de Huérmeces a mediados de los años sesenta del siglo pasado: en pleno éxodo migratorio, que dejó los censos demográficos de gran parte de la Castilla rural reducidos a la mitad en poco más de diez años. La población de Huérmeces rondaba por entonces los 200 habitantes, ochenta menos que el lustro anterior y setenta más que el posterior (1).

Me ha parecido más apropiado, en lugar de consignar un frío listado de vecinos empadronados en el Huérmeces de 1965, realizar un conteo de las casas que aún cobijaban vida en aquellos años. También se han incluido aquellas construcciones que, sin tener la consideración de vivienda, aún tenían algún uso: casetas, cocheras, almacenes, cuadras y palomares.


Huérmeces, 1964 (Fotografía: Jesús Varona)



 
En cuanto a la información facilitada para cada una de las viviendas habitadas, me he limitado a consignar los nombres de pila de los vecinos entonces residentes en cada una de ellas, así como su ocupación o profesión principal. También me ha parecido interesante incluir el dato relativo al número total de empadronados presentes en cada vivienda en la fecha de elaboración del padrón; no se han incluido ni a empadronados ausentes (2 personas) ni a transeúntes (4 personas), normalmente hijos que estudiaban o trabajaban lejos.   

En cuando a viviendas no habitadas, me he limitado a consignar los nombres de los últimos residentes o de los entonces supuestos propietarios, en aras de facilitar la identificación del inmueble. Este último criterio se ha utilizado también para identificar a las construcciones no residenciales (cocheras, almacenes, cuadras y palomares).

En cuanto a la ocupación o profesión principal de cada vecino, se ha consignado como tal la que le otorgue al vecino una más fácil identificación (cartero, cazador, tabernero) en lugar de la genérica (labrador). Por el mismo motivo, cuando el vecino se encontrara ya en situación de jubilación, se ha añadido el dato de su antigua ocupación principal.

Además de 35 labradores, aún quedaban cuatro pastores en el pueblo: Gerónimo, Gregorio, Sabino y Apolinar. Prácticamente todos los vecinos disponían de un pequeño grupo de ovejas y alguna que otra cabra, y los diferentes rebaños se distribuían por barrios: Mercado, Arroyuelo y Vega. Por otra parte, aún quedaban muchos vecinos para los que la fuerza motriz del campo continuaba siendo la pareja de bueyes, por lo que la cabaña bovina aún revestía su importancia.

Aparte de labradores y pastores, aún perduraban en el pueblo oficios ajenos al campo: tres tabernas (una de ellas también tienda), una carnicería, un herrero y un carpintero; también existían dos transportistas; por otra parte, vecinos ya jubilados continuaban realizando pequeñas labores propias de oficios ya casi desaparecidos en el mundo rural de aquellos años de diáspora: sastre, barbero, peluquera, zapatero y modista; y algún otro que -a sus 74 años- continuaba ejerciendo de apicultor, alimañero, cazador, pescador y taxidermista, como el recordado señor Heliodoro.  


En cuanto a oficios pseudofuncionariales, apuntaremos varios nombres de recordada -y en algunos casos prolongada- presencia en los padrones del pueblo: secretario del ayuntamiento, Cipriano Ramos Castrillo; párroco, Alejandro García González; médico, Luis Salinas Mendizábal; maestro, Emilio García Amo; y maestra, Purificación Garrido Díez. 


Lógicamente, no se han considerado como ocupación o profesión todos aquellos puestos o cargos que no llevaban pareja compensación económica alguna: alcalde (Rodrigo Ortega), concejales (Avelino Bárcena, Jesús Varona, Julio Girón, Emilio García, Luis Díez y Ramiro Díaz-Ubierna) o juez de paz (Mariano Alonso). 

De las 203 personas empadronadas, 148 habían nacido en Huérmeces y 55 en pueblos del entorno y otras localidades más alejadas; entre los primeros, tenemos: Acedillo, Castrillo de Rucios, Castromorca, Celada de la Torre, Coculina, Fontúrbel, Las Hormazas, Isar, Montorio, La Nuez de Arriba, Pedrosa del Páramo, Pedrosa de Río Úrbel, Quintanilla Pedro Abarca, Quintanilla Sobresierra, Las Rebolledas, Ros, Santibáñez Zarzaguda, Ubierna, Úrbel del Castillo, Villadiego, Villamartín, Villanueva de Puerta y Villanoño; otros pueblos de la provincia, más alejados: Altable, Los Ausines, Barrio Panizares, Castrillo Solarana, Mozuelos de Sedano, Pedrosa de Valdelucio, Pinilla de los Moros, San Andrés de Montearados, San Millán de Juarros y Tubilla del Lago; fuera de la provincia: Sestao (Vizcaya) y Medianedo (Cantabria; uno de los pueblos tragados por el pantano del Ebro); por último, señalar que un total de 5 empadronados eran naturales de la capital provincial (aún no se había extendido la práctica de maternidades en hospital): entre otros, la maestra y el médico. 

Entre estos apellidos "foráneos" cabe señalar: Fontaneda (Villanoño), Ceballos (Medianedo), Bárcena (Las Hormazas), Ayala (Villadiego), Robles (Pedrosa de Valdelucio), Peña (Fontúrbel), Iglesias (Acedillo), Ramos (Castrillo Solarana), Alcalde (Pedrosa del Páramo), Humada (Villanueva de Puerta), Esteban (Tubilla del Lago), Serna (Montorio), Bernal (Celada de la Torre), Herreros (Quintanilla Pedro Abarca, Mazuelos de Sedano), Gutiérrez (Villalibado), Celis (Coculina), Valladolid (Santibáñez), Andrés (San Millán de Juarros), Medina (Altable), entre otros.

En cuanto a viviendas o construcciones en diseminado, se han incluido los tres molinos existentes en aquel momento (Alba, Cigatón y Retuerta), aunque alguno de ellos ya no ejerciera labor alguna de molienda y estuviera a punto de deshabitarse o ya lo hubiera hecho en fechas muy recientes (Retuerta, en ese mismo 1965); también se han incluido las denominadas casas "de Miguel" y "de Castilla", aunque ambas ya se encontraran deshabitadas en aquel 1965. Así mismo, se ha considerado construcción en diseminado al Palacio de Arriba, no utilizado como vivienda desde hacía ya mucho tiempo, sino como almacén, palomar y huerto.

Por último, también se han incluido en este censo de construcciones, las cuatro casetas entonces existentes en los eras de El Seto, así como la enclavada en las eras de Mercado; lo mismo se ha hecho con el palomar existente en el arranque del camino de Castrillo, así como con la caseta de piedra ubicada en el antiguo barrio de La Parte, muy cerca de la referida "Casa de Miguel".

Resulta curioso constatar que, en las dos décadas anteriores a 1965, escasas habían sido las nuevas construcciones levantadas en el pueblo: la cochera de Valeriano (1953), la casa del médico (1956), la denominada Casa de Madrid (1956) y la nueva casa rectoral (1962), erigida en el mismo solar en el que lo hiciera la antigua.



Antiguo callejero de Huérmeces, con las 5 calles principales y las 20 manzanas por ellas delimitadas (Google Maps, 2015)


ANTIGUO CALLEJERO DE HUÉRMECES:

Como en el resto de los pueblos del entorno, se definió -a efectos de empadronamiento- a finales del siglo XIX, y perduró hasta finales de los años 70 del XX. Estaba estructurado en cinco "calles" o "barrios" bien diferenciados:

-Calle Real: coincidiendo, en líneas generales, con el trazado del antiguo Camino Real a su paso por el casco urbano; se incluyen los ramales en ocasiones denominados calle de la Sierra, parte superior de la calle Ayuntamiento y mitad superior de la calle Salón. Siempre ha sido la calle más larga del pueblo, llegando a contar con 32 viviendas habitables.

-Calle de la Plaza: coincide con el actual trazado de la carretera de Aguilar a su paso por el casco urbano; también comprende los ramales de la mitades inferiores de las calles Ayuntamiento y Salón, así como el denominado Callejón. Constituía la segunda calle en importancia en el viejo callejero del pueblo, un poco más corta que la Real, pero con un similar número de viviendas habitables.

-Calle Hondovilla: tal y como su propio nombre indica, esta calle (o mini-barrio) ocupa gran parte de la zona inferior del casco urbano. En sus buenos tiempos, llegó a contar con un total de 15 viviendas habitables.

-Calle de la Solana: de trazado algo más irregular que las anteriores, en teoría está formada por las viviendas que se disponen en el extremo suroriental del pueblo (de ahí su nombre), incluyendo aquellas construcciones erigidas a ambos lados de la mitad meridional de la carretera de Aguilar (casas de Amadeo, Gerónino, Palacio de Abajo, Capilla, Fidel y Médico). También llegó a contar con un total de 15 viviendas habitables.

-Barrio de Mercado: este histórico barrio, separado claramente del resto del caserío, llegó a contar con 13 viviendas en sus buenos tiempos. Se despliega en el extremo oriental del pueblo, aunque sus fachadas principales están orientadas al SW.



En cuanto a pautas de agrupación del caserío, cabe apuntar que en el casco urbano del pueblo se diferencian claramente una veintena de agrupaciones o manzanas. La de mayor tamaño (E) se encuentra delimitada por las calles Real y de la Plaza (de Oeste a Este) y por las antiguas calles Ayuntamiento y Salón (de Norte a Sur); en esta Gran Manzana de Huérmeces encontramos un total de 13 viviendas, muchas de ellas provistas de pequeños patios, varios de los cuales confluyen en la zona central de aquella.



En la calle Hondovilla (L) se sitúa otra manzana de buenas dimensiones: diez viviendas, de dimensiones en general más reducidas que en la anterior, cuatro de ellas provistas de patio. En el resto de manzanas del casco urbano se localizan entre tres y ocho viviendas. En el barrio de Mercado aún resultan visibles dos manzanas (O y P). Puede hablarse, también, de manzanas ocupadas prácticamente por una sola vivienda, como sucede con las de Ismael y Julio (F e I).

A modo de resumen, cabe apuntar que a mediados de los años sesenta del siglo XX existían en Huérmeces un total de 116 construcciones, con la siguiente distribución por tipos:

-Viviendas habitadas: 65
-Viviendas deshabitadas: 29
-Segundas residencias: 2
-Locales municipales: 2
-Casetas: 8
-Cocheras: 5
-Cuadras: 2
-Almacenes: 2
-Palomares: 1


RELACIÓN DE EDIFICACIONES EXISTENTES EN EL HUÉRMECES DE 1965:
(en las tablas, en amarillo se han destacado las viviendas habitadas)

Mitad norte del casco urbano de Huérmeces (Google Maps, 2015)


Mitad sur del casco urbano de Huérmeces (Google Maps, 2015)





















EVOLUCIÓN DEL CASERÍO DE HUÉRMECES (1965-2018):

En los más de 50 años transcurridos desde 1965, no han sido muchas las nuevas construcciones levantadas en el pueblo y sus inmediaciones: cuatro naves agrícolas, tres naves ganaderas, tres invernaderos, una central eléctrica de transformación y once viviendas. Se constata que la fiebre del ladrillo, sufrida por gran parte del país durante los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, no alcanzó a Huérmeces, quedándose al otro lado de la cuesta de Mansilla.

No obstante, casi todo el caserío se ha visto sometido a importantes obras de rehabilitación, afectando sobre todo a los viejos tejados.



Casco urbano de Huérmeces a finales de los años setenta del siglo pasado (Vuelo Interministerial)
El caserío conserva una estética uniforme, en la que predominan buenos sillares de piedra caliza, combinados con algunas mamposterías más que aceptables; el ladrillo y el adobe, en exteriores, prácticamente no existen, y la mayor parte de los tejados están realizados en teja árabe. 


En el capítulo de bajas, muy pocas de las construcciones incluidas en este "censo" han llegado arruinadas a nuestros días: la "casa del señor Heliodoro", y varias casas del barrio de Mercado, ya desaparecidas. Las dos construcciones de mayor envergadura, los dos palacios, se salvaron de la ruina total por los pelos; el de Arriba, cuando a principios de la década de los setenta del pasado siglo, cuando fue adquirido por una conocida procuradora provincial en las Cortes de Franco; el de Abajo, algún tiempo después, al ser adquirido por un empresario de la capital provincial.


Recientemente, han colapsado parcialmente un par de tejados de sendas viviendas situadas en pleno casco urbano del pueblo. Lo mismo sucedió, hace algo más de tiempo, con la cubierta de la cochera situada en la plazoleta de la vieja sede del ayuntamiento.

Han desaparecido las cuatro casetas existentes en la agrupación erense de El Seto: eras de Mauro, Avelino, Diego y Lorenzo.

Quizás el mayor cambio se ha registrado en el barrio de Mercado. Entre los años veinte y cuarenta del siglo XX, llegó a contar con un total de trece viviendas habitadas (2). Veinte años más tarde, en 1960, solo cinco de aquellas alojaban vida humana; en 1965, únicamente dos mantenían la condición de vivienda habitada. Hoy en día, las cuatro viviendas en uso tienen la condición de segunda residencia; el resto de construcciones del antaño poblado barrio, bien se han arruinado, bien han desaparecido. En compensación, cinco nuevas edificaciones rodean hoy al viejo barrio de Mercado.


De las viviendas existentes en diseminado a mediados de los años sesenta, prácticamente todas ellas han llegado indemnes a nuestro días. Los tres molinos entonces existentes siguen hoy en pie, así como el ya mencionado Palacio de Arriba y la denominada Casa de Castilla; únicamente hay que lamentar la ruina total de la Casa de Miguel, en el viejo barrio de La Parte.


NOTAS:


(1) Evolución demográfica del pueblo de Huérmeces entre 1960 y 1970: Padrón de 1960: 285 habitantes de hecho y 278 de derecho; Padrón de 1965: 207 habitantes de hecho y 205 de derecho; Padrón de 1970: 133 habitantes de hecho y 149 de derecho. Para más información: Siglo y medio de declive demográfico

(2) Padrón de habitantes del pueblo de Huérmeces (1924): población total: 439 habitantes; población por barrios y calles: Mercado (30 habitantes), Real (148), La Plaza (139), Hondovilla (55), La Solana (37), en diseminado (30).










sábado, 8 de diciembre de 2018

El teniente Ignacio Alonso Alonso


El golpe de estado de julio de 1936 triunfó rápidamente en casi todas las provincias de la hoy comunidad autónoma de Castilla y León. En la provincia de Burgos, únicamente se produjeron combates y cierta resistencia en Miranda de Ebro, la porción norte de Las Merindades y el extremo septentrional de La Lora. También hubo enfrentamientos, con cientos de muertos republicanos, en Villadiego, Melgar, Castrojeriz, Pampliega y otros pueblos de menor tamaño.

En la capital burgalesa, que albergaba el cuartel general de la VI División Orgánica, el triunfo de los rebeldes fue contundente. Y es que su propio general en jefe, Domingo Batet, contrario al alzamiento, prefirió entregarse para evitar una masacre, ya que Capitanía se encontraba fuertemente protegida por medio de ametralladoras. No obstante, el general fue sometido a consejo de guerra, y fusilado medio año después.

La ciudad era también sede de un entonces influyente arzobispado, lo que aumentaba aún más su carácter conservador. Siempre se dijo que Burgos era una ciudad de militares y curas, ambos estamentos altamente tradicionalistas, por lo menos en aquellos tiempos.

Huérmeces, enclavado en una de las comarcas centrales de la provincia, no constituyó ninguna excepción. Sus habitantes apoyaron mayoritariamente al golpe militar, y casi todos los naturales del pueblo que combatieron en la guerra lo hicieron en el bando "nacional". Alguno, incluso, ya finalizada la contienda, se alistó voluntariamente en la famosa "División Azul". (1)

Pero hubo excepciones a esta pauta general, aunque alguna de ellas ocasionadas por la circunstancial ubicación geográfica del paisano en cuestión. Dentro del ámbito familiar, puede servir de ejemplo mi tío abuelo Ángel Varona García, nacido en Huérmeces aunque residente por entonces en la capital vizcaína, que fue hecho preso por los nacionales en las primeras escaramuzas surgidas en el límite entre las provincias de Álava y Vizcaya. La circunstancia geográfica -y supongo que también la ideológica- le costó varios años de cárcel en los penales de Pamplona, Valdenoceda y Burgos. (2)

Siguiendo dentro del ámbito familiar, otro tío abuelo, Julián Alonso Villalvilla, al que la guerra sorprendió con 18 años de edad en Cataluña, en concreto en el Can Valls gabrielista, pasó por penosas experiencias durante el tiempo que duró la guerra. Primero sufrió -como tantos otros religiosos- las acometidas de los milicianos de la FAI, tan habituales en los primeros meses de la guerra; se libró de la muerte gracias a su condición de menor de edad. Más tarde, ya en el lado "nacional", tampoco se libró de amargas experiencias: tuvo que pasar una temporada en el campo de concentración de Santa Ana (León) hasta que obtuvo los avales imprescindibles para su puesta en libertad. (3)

Otros nacidos de Huérmeces, también sorprendidos en la zona republicana, pasaron por diversas peripecias para volver al territorio rebelde. Así le sucedió a Francisco García Villanueva, que contaba con apenas 13 años al iniciarse el conflicto, y que en enero de 1937 fue evacuado (junto con otros 105 adolescentes, todos ellos naturales de Orense, Burgos y Navarra) desde Santander a San Sebastián a bordo del buque inglés H.M.S. Echo; este grupo de niños y adolescentes seguramente procedía del seminario menor que los padres paúles regentaban en la localidad cántabra de Limpias, y su evacuación corrió a cargo del Comité Internacional de Cruz Roja. (4)

Otro natural de Huérmeces, José Bujedo Vicario, pasó unos años (1938-1942) en la prisión central de El Puerto de Santa María, procedente de la prisión provincial de Bilbao, y condenado por la recurrente e irónica causa de "adhesión a la rebelión". (5)

En el mundo de la literatura, también cuenta Huérmeces con un singular personaje: Carlos Alegría, capitán del ejército franquista, que se rindió -por problemas de conciencia- a las tropas republicanas justo cuando los nacionales ya estaban entrando en Madrid. (6)

Seguro que existieron más paisanos que, bien por convicción bien por  avatares varios, acabaron por intervenir o verse afectados por el conflicto desde "el otro lado". Entre todos ellos destaca una persona que pagó con su vida la defensa de los valores republicanos, la defensa de la legalidad: Ignacio Alonso Alonso.





Ignacio nació en Huérmeces el 30 de julio de 1891. Sus padres, Guillermo y Agustina, labradores establecidos en el pueblo, habían nacido en Peñahorada (Merindad de Río Ubierna) y Huérmeces, respectivamente. Sus abuelos paternos, Ignacio Alonso y Juliana Rodríguez, eran naturales de Escóbados de Abajo (Los Altos). Sus abuelos maternos, Blas Alonso y Manuela Hidalgo, lo eran de Huérmeces. (7)

Nada he podido averiguar de los años vividos por Ignacio en el pueblo de Huérmeces. Bueno, algo sí: que aquellos debieron ser muy pocos, ya que sus padres aparecen en algunos padrones municipales correspondientes a los años inmediatamente anteriores al nacimiento de Ignacio (1886, 1887 y 1891) pero no lo hacen ya en el Padrón de Habitantes del año 1897. Suponemos, pues, que la familia abandonó Huérmeces entre 1892 y 1896, camino bien de otro pueblo de los alrededores, bien de la capital provincial. (8)

El domicilio consignado en los tres padrones en los que aparecen sus padres es "La Plaza número 4". En el viejo callejero del pueblo, esta dirección coincide con la que décadas después acabaría por ser vivienda de Miguel Díaz Martínez, que residió efímeramente en ella tras abandonar la vieja casa aledaña al puente del barrio de La Parte. Junto a los padres de Ignacio, figuraba con el mismo domicilio una hermana de su madre, Bonifacia Alonso Hidalgo.

La biografía de Ignacio Alonso publicada en la web (9) salta por encima de estos primeros años de vida, pasando a detallar sus primeros destinos militares. En noviembre de 1911, con apenas 20 años, ingresa voluntario en el Regimiento de Cazadores de Caballería número 8, entonces con guarnición en Madrid. En mayo de 1913 es ascendido a sargento.

Entre 1916 y 1918, diversas apariciones en el Diario de Burgos (concursos hípicos militares) hacen pensar que se encontraría destinado en la capital castellana, siempre dentro del citado Regimiento de Caballería. (10)

A partir de entonces, tal y como era habitual en la carrera profesional de un militar, se suceden los destinos: Ceuta, Tetuán, Barcelona, Melilla, Córdoba, Marquina (Vizcaya) y, ascendiendo a suboficial de caballería, llega al que sería su destino definitivo, Sevilla.

En 1918, Ignacio se había casado, en Burgos (11), con Francisca Herrera Simón. En 1920 obtuvo la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo en Ceuta, por acciones de guerra. Es incluso posible que en África coincidiera con un militar de meteórica carrera, Francisco Franco, que casi tenía su misma edad (Franco nació en 1892).

En febrero de 1933, Ignacio prestó promesa de fidelidad a la bandera de la República, y tres años más tarde, en febrero de 1936, se incorpora voluntario a la Guardia de Asalto republicana. Casi todos los jefes y oficiales del Cuerpo de Seguridad y Asalto provenían del ejército, y el régimen jerárquico y disciplinario del Cuerpo era militar, aunque su dependencia orgánica era civil: del gobierno civil de turno. Ignacio ingresó en el Cuerpo con el grado de teniente, obtenido en julio de 1935, mientras desarrollaba su carrera militar en Caballería.


Cuando en la tarde del 18 de julio de 1936 se tuvo conocimiento de la sublevación militar, varios grupos de guardias de asalto se desplazaron desde el cuartel de la Alameda para defender el Gobierno Civil y aledaños, la Plaza Nueva, el Ayuntamiento y la Telefónica. Uno de estos pelotones lo mandaba el teniente Ignacio Alonso, y se encargó de la defensa del edificio de la Telefónica.


Sevilla, 1933: Edificio Telefónica, en la denominada Plaza Nueva


Ese mismo 18 de julio, procedente de Huelva, se había presentado en Sevilla el general Queipo de Llano, en su calidad de General Inspector del Cuerpo de Carabineros; aprovechando la indecisión del Jefe de División, al que destituye, Queipo sublevó a las tropas de Infantería, Artillería, Intendencia y Carabineros. En Sevilla, parece ser que las únicas tropas que apoyaron al Gobierno de la República fueron el Comandante y los Capitanes de Asalto.


Telefónica: huellas de los impactos del 18 de julio de 1936 (Foto: Txetxu Rubio)


A las tres de la tarde, Queipo dio la orden de ocupar los edificio de Telefónica, Ayuntamiento y Gobierno Civil, reductos donde los Guardias de Asalto se habían hecho fuertes. Núñez y Fernández de Velasco, comandante de Intendencia de las tropas sublevadas, ocupó con 76 soldados las calles inmediatas al edificio de Telefónica, produciéndose un importante intercambio de disparos. Sobre las seis de la tarde, hizo acto de aparición un cañón de acompañamiento, procedente del Regimiento de la ciudad de Granada, que había llegado a Sevilla como refuerzo, y la suerte de los sitiados quedó echada. Poco después, fueron tomados los edificios de Telefónica, Gobierno Civil y Hotel Inglaterra, donde se habían refugiado un grupo de milicianos. Fueron hechos prisioneros el Gobernador Civil, un comandante, dos capitanes, dos tenientes y ciento cincuenta guardias de asalto. La cifra oficial de fallecidos habla de diez muertos, entre ellos un oficial de asalto: el teniente Ignacio Alonso. (12)

Es muy probable que el teniente Alonso, defensor del edificio de Telefónica, fuera uno de los primeros fallecidos a consecuencia de los primeros disparos de la Guerra Civil en la Península. (13) 

Es posible que su cuerpo, junto con el de varios cargos políticos y mandos militares represaliados, se encuentre en la fosa común de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando de la capital hispalense. (13)


"Muro de la Memoria", en el cementerio sevillano de San Fernando


Ignacio Alonso tenía 44 años y dejaba viuda y cuatro hijos: Aurelio, Alonso, Bernardo e Ignacio.

La familia del teniente de Asalto Ignacio Alonso Alonso lleva años intentando la dignificación de su figura; en especial, su nieta, Beatriz Alonso López.




NOTAS Y FUENTES:


(1) Amancio Díaz Martínez, hijo de Miguel Díaz, y nacido en la vieja casa del barrio de La Parte.

(2) "El fuerte de San Cristóbal en la memoria: de prisión a sanatorio penitenciario", Francisco Etxeberria, Koldo Pila, Elisa Querejeta. Pamiela. Pamplona (2014).

Ver entrada publicada en este mismo blog: La Guerra del 36

Un hermano de Ángel, Bernardo Varona García, perdió la vista al estallar un obús dentro del cañón que manejaba, realizando prácticas durante la guerra, en el bando "nacional".

(3) Ver entrada publicada en este mismo blog: Julián Alonso, gabrielista

(4) Diario ABC de Sevilla, 22 de enero de 1937, página 8: "Las gestiones de la Cruz Roja en favor de los niños".

(5) "Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Prisión Central de El Puerto de Santa María. Catálogo de expedientes de reclusos por rebelión (1936-1955)": Reclusos por rebelión en El Puerto de Santa María

(6) "Los girasoles ciegos". Alberto Méndez. Anagrama (2004); ver entrada publicada en este mismo blog: Los girasoles ciegos

(7) Archivo Diocesano, Burgos: Libro de bautizados de la parroquia de San Juan Bautista de Huérmeces: año 1891.

(8) Archivo municipal del ayuntamiento de Huérmeces: Padrones del Impuesto de Cédulas Personales de los años 1886, 1887 y 1891; Padrón Municipal de Habitantes del año 1897; por otra parte, en un documento en el que se consigna el resultado del sorteo de lotes de leña correspondiente al año 1879, aparece como vecino del pueblo Blas Alonso, abuelo de Ignacio por vía materna.

(9) "Biografía de Ignacio Alonso Alonso", autor: José Moreno Romero


(10) Diario de Burgos, 17 de mayo de 1916: concurso hípico regimental, en el hipódromo de esta guarnición; Regimiento Lanceros de España, premio quinto para el brigada Ignacio Alonso

(10) Diario de Burgos, 11 de julio de 1917: concurso hípico, premio tercero al sargento de Borbón y de España, Ignacio Alonso

(11) Diario de Burgos, 16 de octubre de 1918: matrimonios: Ignacio Alonso Alonso  con Francisca Herrera Simón, mañana a las 9 horas en San Cosme y San Damián.

(11) Diario de Burgos, 16 de noviembre de 1918: crónica militar, caballería, destinos de sargentos: Ignacio Alonso Alonso, del de Lanceros de España al de Cazadores de Vitoria

(12) "Los grandes desconocidos de la sociedad española: los militares de carrera que fueron fieles a la República y que por ella combatieron en la Guerra Civil española (V): el teniente de la Guardia de Asalto Republicana D. Ignacio Alonso Alonso". Vicente A. Menéndez González (2016)

(13) El Correo de Andalucía, Sevilla, 27 de enero de 2018: "Los primeros combates de la guerra en la Península Ibérica: los nueve guardias de asalto muertos en la batalla de la Telefónica, inician prácticamente el recuento de medio millón de muertos de la contienda." Francisco Veiga.

(13) El Correo de Andalucía, Sevilla, 27 de enero de 2018: "Quién es el rostro de la fosa: la nieta de Ignacio Alonso Alonso, teniente de la Guardia de Asalto cuyos restos pueden estar en Pico Reja, cuenta su biografía y cómo su asesinato ha pesado como una losa en la familia." Francisco Veiga.

(13) Diario de Sevilla, 29 de enero de 2018: "Las fosas del cementerio: las primeras catas arqueológicas revelan que la fosa común de Pico Reja es mucho más grande de lo que se pensaba y hay cuerpos de represaliados casi en superficie." Fernando Pérez Ávila.


   

sábado, 24 de noviembre de 2018

El Hoyo de Montorio


Una vez visitados tres de los roturos más peculiares de La Comarca: uno por su enorme extensión (Las Arroturas, en Los Tremellos), otro por su curiosa ubicación (El Arroturo, en Montorio), y un último por su intrincado dibujo (La Parte, en Ros), pensé que por fin había encontrado el roturo perfectoEl Hoyo de Montorio.
A pesar del nombre del predio, este no se encuentra en el término de Montorio, sino en el vecino de Quintanilla Sobresierra. Y, a pesar de mis suposiciones, no se trata de un roturo, sino de una finca particular.
 
Situado a poco menos de 2 km al SW de Quintanilla Sobresierra, al lado del camino de Becerril, este no-roturo llama la atención por varios motivos:

- su casi perfecto diseño rectangular, de 400 x 120 metros de lado
- su tamaño: casi 5 hectáreas
- su disposición en suave pendiente NW-SE
- la diferente coloración de sus suelos, con varias manchas blanquecinas de buen tamaño que destacan sobre un fondo general de color ocre
- la existencia de una solitaria mata de roble (Quercus pyrenaica), incrustada en la zona superior de la finca
- la pervivencia de una pequeña isleta pedregosa sin cultivar, de unos 300 metros cuadrados, también en su parte alta
- por encontrarse completamente rodeada de terreno forestal: monte de roble en su zona superior, modernas plantaciones de pino en la inferior, con alguna mata aislada de encina en el entorno.

Al tratarse de una finca de gran tamaño, las características edáficas del terreno son lo suficientemente heterogéneas como para que se aprecien diferentes tonalidades en su superficie, claramente visibles cuando aquella se encuentra en barbecho o recién arada.
Algunas  son consecuencia -también- de la herencia recibida por la antigua parcelación minifundista: hasta hace menos de cuarenta años, el paraje se encontraba ocupado por una docena de pequeñas parcelas, con la consiguiente abundancia de linderos, sotos, senderos, arroyos y caminos.



El Hoyo de Montorio (Vuelo americano, 25 de julio de 1956)





El Hoyo de Montorio (Vuelo finales de los años 70)





Ortofoto Sigpac (Julio 2005)

En la zona de Quintanilla Sobresierra, la concentración parcelaria se ejecutó a principios de los años 80 del siglo pasado. Si comparamos las fotografías aéreas anteriores a la concentración (vuelo americano de 1956 y vuelo nacional de finales de los años 70), con las posteriores (Sigpac 2005, por ejemplo), observaremos que la concentración fusionó en una sola finca aquella docena de parcelas cultivadas.

Como suele ser habitual, la concentración arrasó linderos, matas, pequeños árboles y setos. Aunque, a pesar del tiempo transcurrido, aún pueden apreciarse parte de los antiguos contornos.


Al sur del Hoyo, el paraje de Becerril ofrece una fuente con abrevadero, un majuelo centenario, un vértice geodésico y una buena colección de túmulos milenarios.



Por sus inmediaciones, también discurre el sendero balizado PRC-BU-178 “Ruta de las Ermitas” que, en unos 13 km de trazado circular, y partiendo de Quintanilla Sobresierra, recorre parajes tan atractivos como el mirador del Nido del Buitre, Fuentemaján, las ermitas de Las Mercedes (Montorio) y Las Nieves (Quintanilla), el refugio “Casa de la Cultura” y el anteriormente mencionado Becerril.

OTRAS ENTRADAS RELACIONADAS:
El Arroturo de Montorio
Las Arroturas, en La Frontera de Los Tremellos
Un laberinto de secano en Ros



sábado, 10 de noviembre de 2018

Sorteo de montes lejanos (1879)


En una entrada anterior Sorteo de montes cercanos (1879), comentábamos el resultado del sorteo correspondiente a los montes más cercanos al pueblo: Monte las Eras, Valdevacas, Valdecofrades, Carboneros, Corral de Matacubillas, Alto el Cuerno, Mazorra, Buentudanca, Matacarros y Lagunilla. Comentábamos también que resultaba curioso que en el listado de adjudicaciones aparecieran únicamente una parte de los vecinos del pueblo.


Huérmeces y sus montes "lejanos": en el centro, al fondo, monte Rallastra; a la derecha, montes entre Fuente la Hoz e Isilla 

  
En la misma signatura del archivo municipal aparecen otros dos documentos, titulados:

  • "Sorteo de los montes de Isilla, Itero y San Vicente entre los 87 socios que hay inscritos en la compra."
  • "Memorial que contiene los otros comprendidos en las compras de los dos montes de Rallastra y Valcavado, pertenecientes a los propios de este Ayuntamiento, y ha solventado para dicho pago a 23 reales."
 

Montes de Isilla; al fondo, montes de El Calero y Valdefrailes; más al fondo, El Perul.



Si bien ambos documentos carecen de fecha, resulta razonable suponer que -por las idénticas caligrafía y estructura del listado- son coetáneos del anterior, esto es, correspondientes a ese mismo año 1879.



PNOA (2014): en amarillo, los montes "lejanos"; en azul, los montes "muy lejanos" 

PNOA (2017): en azul los montes "muy lejanos": desde Valdetope a Navatillo



SORTEO DE MONTES LEJANOS

En el primero de los dos documentos, se registra el resultado del sorteo que afecta a los montes "lejanos", aquellos situados justo al norte del pueblo, que crecen sobre los terrenos calizos tanto de la orilla izquierda del Úrbel (Isilla, Cuevagatos, Fuente la Hoz, Valdegoba, Itero y Carromaribáñez) como de  la derecha (Peña Berlanga, La Pedraja, Valdefrailes, El Calero, San Vicente y Valdetope).

Sorteo de montes "lejanos" (1879)

No ha sido posible ubicar con exactitud el paraje denominado "Cantiles Cañón" o "Cutil de Cañón", aunque por el nombre suponemos que se trata de los cantiles más difíciles del desfiladero de Fuente la Hoz. Tampoco conocemos la ubicación de "Las Gargantillas", aunque por la numeración de los lotes suponemos que se encontraba en Valdegabas o alrededores. Por último, el monte denominado "Los Avellanos" no parece tener ninguna relación con el segundo topónimo por el que hoy en día se conoce al vallejo de Valcavado, situado mucho más alejado que los anteriores.

El resultado del sorteo se transcribe en el cuadro siguiente. Únicamente se han actualizado grafías y corregido posibles erratas.





SORTEO DE MONTES MUY LEJANOS




En el segundo de los documentos, se registra el resultado del sorteo que afecta a los montes más alejados del pueblo: también situados al norte de aquel, pero en terrenos ya limítrofes con los términos de San Pantaleón del Páramo y Montorio: montes Rallastra, Valcavado, Navatillo, Cotorros, Rogarcía, Revilla, Veguilla y Valdetope.


Sorteo de montes "muy lejanos"  (1879)


Se trata de los montes con más difícil o alejado acceso, aunque también los más densos y desarrollados del término. Valcavado y Los Cotorros eran los montes más alejados del pueblo, aunque su acceso no era excesivamente complicado, gracias a la existencia del camino de La Veguilla (hoy carretera de Pantaleón y Quintanilla); justo lo contrario que sucedía con el monte Rallastra que, aunque algo más cercano que los anteriores, su antiguo acceso (por Escaladilla, Valdefrailes y San Vicente) constituía casi una odisea. Algo parecido sucedía con Valdetope, ya que el camino que remontaba el vallejo en su totalidad siempre presentó unas condiciones lamentables, empezando por el a veces difícil cruce del Úrbel a la altura del vado de Valdegoba.

Al igual que en el caso anterior, se transcribe el resultado del sorteo con la actualización de grafías y corrección de posibles erratas; dado el estado de conservación del documento, no ha sido posible determinar el nombre de todos los parajes y números de lote.

 


Sorprende que en este segundo listado también se incluya al paraje de Valdetope, que ya aparecía en el primero. La explicación radica en que, al tratarse de un vallejo relativamente extenso y que se desarrolla entre los montes de Rallastra y San Vicente, se hizo necesaria su partición, de manera que en este sorteo se incluyeran los lotes situados en las laderas de Rallastra, y en el anterior lo hicieran los lotes situados en las laderas de San Vicente.


Monte Rallastra (encina) y, debajo de él, montes de Los Cotorros (roble quejigo); en el fondo del valle, carretera de Pantaleón y Quintanilla, atravesando La Veguilla a la altura del acceso a Valcavado; al fondo, la base de San Vicente


Por otra parte, cabe destacar que en este paraje de Valdetope coexisten matas de encina con rodales de roble quejigo: aquellas en la ladera sur de Rallastra, estos en la ladera norte de San Vicente. Hoy en día, las manchas de quejigo no son muy extensas, y nos es imposible siquiera aventurar la importancia que tendrían hace 140 años.

Al necesitar de suelos más desarrollados y exposiciones algo más frescas, el roble quejigo (Quercus faginea) era la masa forestal predominante en el paraje de Los Cotorros, ya en el límite con el término de San Pantaleón del Páramo. Hay que tener en cuenta que la leña del quejigo (o roble-encina, como se le denomina también) era más apreciada que la de encina para su uso en hogueras que necesitaran de un fuego más vivo, tal y como sucedía en el caso de la elaboración de lejía, realización de coladas y cocción de productos de la matanza. Para los anteriores quehaceres, la leña de quejigo solía mezclarse con la de chopo.  

En cuanto a los apellidos de los vecinos de Huérmeces de hace 140 años, encontramos unos cuantos de los habituales hoy en día: Alonso, Arribas, Bárcena, Crespo, Díaz, Díaz-Ubierna, Díez, Fernández, Fontúrbel, García, Girón, González, Hidalgo, Martínez, Montero, Ortega, Pérez, Ubierna, Varona, Villalvilla y Villanueva. Y otros tantos que hoy resultan poco habituales: Agustín, Arce, Calle, Espinosa, Gallo, Güemes, Mata, Ornilla, Puente, Terradillos, Tudanca, Valderrama y Zumel.



EVOLUCIÓN DE LAS MASAS FORESTALES DE ISILLA, ITERO, SAN VICENTE, RALLASTRA Y COTORROS DURANTE LOS ÚLTIMOS CUARENTA AÑOS:


Isilla, Itero, San Vicente y sur de Rallastra (Vuelo IRYDA 1977)
Isilla, Itero, San Vicente y sur de Rallastra (PNOA 2014)







Rallastra y Cotorros (Vuelo IRYDA 1977)
Rallastra y Cotorros (PNOA 2017)


Se aprecia una cierta expansión de la masa forestal y un aumento en la densidad de las matas en casi todos los montes incluidos en estos dos sorteos (con excepción de los terrenos ocupados por la base militar, claro está). Incluso se aprecia la aparición de alguna mata nueva en San Vicente, El Calero, Cuevagatos, Isilla, Itero y -sobre todos- Rallastra. En Cotorros se aprecia una mayor densidad en los montes de roble allí existentes. Aparecen, también, dos choperas nuevas: Valdefrailes y Valdegoba, ambas plantadas a principios de los años sesenta. Y la vegetación leñosa de ribera (chopos, sauces, salgueras, majuelos...) también ha experimentado un importante desarrollo en ambas orillas del Úrbel.

Los factores que han propiciado esta relativa expansión forestal del monte de encina son claros:

  • éxodo rural: a menor población, menor consumo general de leña
  • descenso importante en el número de cabezas de ovino y caprino que pastan por los montes, lo que facilita su regeneración natural
  • abandono de las tierras menos productivas, aquellas situadas en suelos pobres y de fuerte pendiente, sobre todo en las porciones laterales de los vallejos, lo que también ha originado cierta regeneración en esas zonas
  • total abandono de la leña como combustible para la cocción de alimentos, sustituida por los combustibles fósiles y la electricidad

Hoy en día, la leña de encina se usa -puntualmente- para alimentar glorias y estufas de viviendas de labradores y -sobre todo- de segundas residencias, pero en una cantidad total sensiblemente inferior a la utilizada antaño para necesidades de cocina.