sábado, 23 de septiembre de 2017

La torre de Santa Cristina





A principios de este año, Google Maps realizó un nuevo volcado de imágenes satelitales para la zona de Huérmeces; fueron realizadas el sábado 20 de junio de 2015. (1) Las anteriores ya hacía tiempo que se habían quedado obsoletas (pertenecían a la era pre-eólica) y, además, su resolución era pésima.

Aún no había tenido ocasión de revisar detenidamente estas nuevas imágenes de satélite, en busca de alguna pista que pudiera depararnos el azar del momento en el que se tomara la fotografía y del cultivo que soportara ese año la parcela en cuestión. 

Y una vez más, al igual que sucedió hace año y medio con La Blanca (en aquella ocasión con las fotos volcadas en Bing Maps), surgió un contorno delator en un conocido pecio muy cercano al pueblo. (2)




Santa Cristina es un paraje situado al Oeste y muy cerca del casco urbano de Huérmeces; enfrente de la denominada Casa de Castilla, justo al lado del lugar en el que el Puente Vega cruza sobre el Úrbel y sobre el cauce del cercano molino de Cigatón.




En estas nuevas fotos de Google Maps, sobre la finca sembrada de cereal se vislumbra perfectamente la planta de una construcción de unos 14 por 10 metros; sus contundentes muros aparecen, sin embargo, algo deslavazados en su esquina NE; también se aprecia la posible existencia de una pequeña construcción auxiliar en la zona NW, quizás el patín de acceso a una supuesta torre, quizás un trojero.

La primavera de 2015 había resultado excepcionalmente seca en gran parte de Castilla, por lo que las diferencias de desarrollo entre el cereal situado justo encima de la cimentación y el situado sobre suelo más profundo resultaban patentes; además, entre los días 9 y 14 de junio se registraron fuertes precipitaciones de carácter tormentoso (74 litros en la estación meteorológica de Tardajos y 93 litros en la de Renuncio), por lo que en la fecha de vuelo (20 de junio), este importante y repentino aporte hídrico originó que se hicieran aún más patentes las diferencias entre las plantas que podían "tirar" de la humedad recientemente almacenada a cierta profundidad, y las que no disponían de esa posibilidad. No pudo resultar más oportuna, pues, la fecha elegida para que el satélite fotografiara la zona.  



En las ortofotos SIGPAC de los años 2005 y 2009 también se constata la existencia de ese rectángulo perfecto que forman los cimientos o restos de cimientos de una antigua construcción. Tiene relevancia el hecho de que incluso la fotografía de 2005, tomada a finales de julio o principios de agosto, deje adivinar el contorno de la edificación. Quizá una tormenta estival, acaecida poco antes de que se tomara la fotografía, originó la humedad edáfica suficiente como para que se produjera un nítido contraste entre la tierra compactada y la removida. Lo que queda claro es la existencia de restos de cimentación a una profundidad no muy grande.





En las ortofotos SIGPAC de 2007 y 2011, sin embargo, no es posible distinguir traza de cimentación alguna. Hay que tener en cuenta, también, que la resolución de las ortofotos de estos dos años en inferior (0,5 m) a la utilizada en 2005 y 2009 (0,25 m). 

Lo mismo sucede con las ortofotos del SIGPAC de 2014 (el que puede consultarse en la actualidad) y con las de Bing Maps (fotos satelitales de julio de 2016), en las que no es posible vislumbrar línea alguna.



  
Hubo suerte, incluso, con las fotografías del vuelo americano de 1956, realizadas con anterioridad a la ejecución de la concentración parcelaria, que de manera tan brusca modificó linderos y arroyos. Las primeras lluvias otoñales de aquel año (la fotografía data del 8 de octubre de 1956) pudieron crear las condiciones idóneas para que la tierra hablara delatoramente, brotando hierbas (y cereal nacido de semillas perdidas) más densamente en las zonas no afectadas por los restos de cimentaciones.

En esta vieja fotografía aérea, también se aprecia claramente una finca de contorno casi cuadrado (y tono más oscuro) en la que se inserta el plano de la supuesta torre; esta pequeña parcela era cultivada por Julián Arribas "Castilla", cuya vivienda se encontraba al otro lado del camino. Tanto la vivienda como la finca en la que se enclavaba la supuesta torre eran propiedad de los Arteche (3), una de las varias familias de terratenientes que poseían numerosas propiedades en la zona. Tanto la vivienda como la finca de Santa Cristina, eran disfrutadas por Julian Arribas "Castilla" en régimen de arrendamiento.

Probablemente, la casa en la que "Castilla" residió durante gran parte de su vida, fuera en su día levantada con los restos de la supuesta torre que se erguía en la finca del otro lado del camino.

En los alrededores de la pequeña finca en la que se enclava la construcción, mi bisabuelo Bernardo poseía una pequeña parcela, y recuerdo haber oído relatos familiares acerca de la constante aparición de importantes restos pétreos al realizar las periódicas labores de arado. Entonces se decía que en Santa Cristina hubo una "ermita" u otro tipo de construcción religiosa, como el propio nombre del paraje indica. Quizás la supuesta construcción defensiva dispusiera, en su día, de una "capilla" o similar.

Tanto la considerable anchura de los muros (casi 2 metros) como las perfectas dimensiones rectangulares inducen a pensar que nos encontramos ante los restos de una construcción defensiva, tipo torre o casa-torre; en todo caso una construcción de cierta altura e importante cimentación. 

Resulta curiosa la coincidencia entre sus dimensiones exteriores (14x10 aprox.) y las del torreón de los Padilla (14x10 aprox.); cabe suponer que ya en aquellos lejanos tiempos existieran ciertos estándares en las proporciones de este tipo de fortalezas. (4)




Diferentes fuentes documentales (5) nos hablan de la más que posible existencia en Huérmeces de otras construcciones fortificadas o pseudo-fortificadas, aparte de las dos que han llegado a nuestros días (Palacio de los Fernández Zorrilla y Torreón de los Padilla):


- En cuanto a los Arriaga, un documento de 1711 hablaba de una torre solariega en los siguientes términos: “su situación en el barrio que llaman de San Juan que como solariega ilustre y antigua se halla independiente de otras en campo raso, su forma es una torre, su materia de piedra de sillería, y su fábrica denota mucha antigüedad. Tiene sobre la puerta principal el escudo y divisa de las armas de Arriaga.” No puede tratarse del actual Palacio de Arriba (de los Alonso Maluenda o de los Arriaga Salamanca), ya que este se encuentra alejado del actual emplazamiento del pueblo, en el barrio de San Juan y, además, se trata de un edificio de evidente corte renacentista, sin asomo de arquitectura militar.

- Otro documento menciona “la casa fuerte de Guermeses” entre los bienes de Leonor de la Vega.

- También aparece una casa-fuerte en la relación de propiedades que formaron parte del mayorazgo creado por Pedro Fernández de Velasco en 1458; en su condición de conde de Haro aclaraba que había pagado a su hermano Fernando de Velasco 1231 florines de oro “por los cuales dicha Condesa [Beatriz Manrique], mi mujer, hubo comprado y compró durante el matrimonio entre mi y ella del dicho mi hermano y señor la dicha casa fuerte y heredad de Guermeces…”


Desde Santa Cristina hacia el norte: molino de Cigatón, ermita de Cuesta Castillo y Palacio de Arriaga-Salamanca


Cabe la posibilidad, pues, de que la construcción ubicada en Santa Cristina se tratara de una de estas tres casas-torre o casas-fuerte de las que hablan viejos documentos. Me temo que nunca sabremos si perteneció a los Arriaga, a los de La Vega o a los Velasco, aunque poco importe ya el asunto.


Desde Santa Cristina hacia el sureste: iglesia de San Juan y Torreón de los Padilla (o del Duque de Abrantes)


Lo que si nos permitiremos será la licencia de imaginar una esbelta torre alzada sobre este paraje, a escasos 200 metros al norte del actual Torreón, y quien sabe si también cercana a otras existentes en el viejo Guermeces de los siglos XV al XVIII. Seguramente, un Huérmeces con un skyline muy distinto del actual.




NOTAS:

(1) Las fechas exactas en las que se realizaron las fotos satelitales volcadas en Google Maps pueden consultarse fácilmente en Google Earth (versión de descarga gratuita, Google Earth Pro 2017).

(2) Entrada, en este mismo blog, relativa a la reaparición de: La ermita de La Blanca

(3) En un listado del Registro fiscal de fincas urbanas sitas en el municipio de Huérmeces (1893) aparece Francisco Arteche Osante como propietario de la entonces denominada "Casa de la Vega", hoy "Casa de Castilla".

(4) Dimensiones exteriores de otras torres existentes en la  provincia de Burgos: Castrobarto (13,3 x 10,8), Castrovido (14,8 x 12,5), Zumel (9 x 8), Quincoces de Yuso (13,25 x 10,5), Olmos de la Picaza (10,9 x 9,7), Valdenoceda 12,3 x 11), Villanoño (8,85 x 8,25), Fresno de Nidáguila (9,10 x 9,1), Rebolledo de la Torre (10 x 7,65), Villaute (11,85 x 10,5), Quintanaortuño (7,4 x 7,4), Albillos (15 x 15), Itero del Castillo (10 x 10).

Para más información sobre el Torreón de los Padilla, puede consultarse otra entrada en este mismo blog: El Torreón de Huérmeces


(5) Arquitectura fortificada en la provincia de Burgos. Inocencio Cadiñanos Bardeci. Diputación Provincial de Burgos (1987). [páginas 45-46]


AÑADIDO

Los perfiles de cimentación de la supuesta torre de Santa Cristina aparecen nítidamente en la última actualización de Google Earth: fecha de la fotografía: 17 junio 2019




miércoles, 13 de septiembre de 2017

Sorteo de montes cercanos (1879)



Hasta la generalización del uso de las modernas cocinas a gas, ya mediado el siglo XX, el acopio anual de leña constituía una de las labores fundamentales para cualquier familia campesina. El fuego de la cocina permanecía encendido casi todo el día, por lo que el consumo de leña era constante a lo largo de todo el año. La leña que alimentaba la cocina también servía para caldear, aunque fuera mínimamente, el ambiente, además de suministrar combustible a braseros y tumbillas (calientacamas).

Aunque la práctica totalidad de la leña procedía de montes de encina, no hay que menospreciar la procedente de los ya entonces escasos rodales de roble (Quercus faginea, quejigo o roblencina) que medraban en determinados parajes del pueblo (Valdetope, sobre todo).


Al fondo, matas de encina de la Cuesta el Cuerno y del camino Ubierna


Las expresiones "suerte" o "sorteo" hacen referencia a lo heterogénea que podía resultar la calidad de los diferentes lotes de leña a repartir entre los vecinos del pueblo. Había montes con buena o mala leña, con accesos fáciles o complicados, más próximos o más alejados del pueblo.

La distribución de las diferentes suertes era realizada por el alguacil, con la ayuda de algún vecino más. Cada suerte era señalizada doblando una rama de encina en la mata elegida y colgando sobre la misma el número correspondiente.

Los sorteos se realizaban a últimos de año, poco antes de Navidad. Cada suerte servía para completar unos dos carros de leña, casi las necesidades anuales de una familia campesina.


Huérmeces desde una de las matas de encina de la Cuesta El Cuerno


En un documento titulado "Sorteo de los montes de Valdevacas, La Mazorra y demás", se consignan las suertes del aprovechamiento de una serie de montes del pueblo, en este caso los más cercanos al mismo; aunque no aparece fechado, suponemos que no diferirá de la fecha de otro documento con el que comparte archivo ("Sorteo de las roturas de las praderas del Mojón y Las Compuertas") y con el que también coincide en el tipo de letra del secretario de turno (probablemente, Felipe Gallo). Este documento está fechado el 21 de diciembre de 1879.

Por la información encontrada en otro documento datado en la misma fecha, sabemos que también se sorteaban los montes más alejados del pueblo, situados en parajes a los que únicamente llegaban largos y penosos caminos (Rallastra, Cotorros, Valcavado, La Revilla, Itero, Valdegoba, Isilla, Valdetope, San Vicente, La Veguilla, Rogarcía, Navatillo, etc). De este sorteo de montes lejanos trataremos en una próxima entrada: Sorteo de montes lejanos (1879)


Huérmeces desde las laderas -deforestadas- del camino Castrillo


Es de destacar que, en la citada relación de montes cercanos al pueblo, aparece algún topónimo que no ha sido posible situar en el mapa, por haberse perdido su memoria: Corrales de Nicolás, Corralines, Matacarros, Milagro, Tenada del Medio y Tronillo. También aparece algún paraje cuyo uso casi ha caído en el olvido, como Los Carboneros. Por último, suponemos que el topónimo Castrejón se refiere al Cotejón actual, pero no lo hemos podido confirmar.

Relación de parajes montaraces aparte, el documento posee el valor adicional de contener los nombres de la práctica totalidad de vecinos labradores con que contaba Huérmeces en aquel lejano 1879.

Por otras fuentes documentales, sabemos que en esos años vivían en Huérmeces otros vecinos que desempeñaban oficios no propiamente campesinos: molinero (Marcial Alonso), tabernero (Timoteo San Martín), zapateros (José González, Bonifacio Pérez), albeitar (Manuel González), cirujanos (Cipriano Andrés, Domingo Rodríguez), carreteros (Domingo Arribas, Estanislao Martín), maestro (Ponciano Fernández), cura (Florentín Díaz-Ubierna), etc. 

Suponemos que sería el propio ayuntamiento el que proporcionara leña a algunos de estos vecinos no labradores 
(cura, maestro, médico); otros, sin embargo, quizás se vieran obligados a comprarla a otros vecinos o al citado ayuntamiento. Lo desconozco.


Montes cercanos: división en tres zonas: norte (A), centro (B) y sur (C)


Aparentemente, la numeración de las diferentes suertes de estos montes cercanos al pueblo se realizaba considerando tres zonas montaraces diferentes:

  • Zona A (Norte): Monte las Eras y Valdevacas: se establecieron 56 suertes, justo el número de vecinos labradores del pueblo.
  • Zona B (Centro): Valdecofrades, Carboneros, Corral de Matacubillas y Milagro: se establecieron 58 suertes, dos más que el número total de vecinos labradores del pueblo.
  • Zona C (Sur): Alto el Cuerno, Mazorra, Buentudanca, Matacarros, Corrales de Nicolás y Lagunilla: 54 suertes, dos menos que el total de vecinos.

En aquellos años, a cada vecino le correspondían tres suertes, muchas veces situadas en cada una de las tres zonas referidas; o al menos, en parajes diferentes y más o menos distanciados.

Incluyo un cuadro con el resumen del resultado del sorteo, tal y como aparece en el documento citado; únicamente se han realizado pequeñas actualizaciones en las grafías de algunos apellidos y parajes.




Incluyo también una copia de las siete páginas originales del documento, incluyendo las dos páginas con las firmas de todos los vecinos:












FUENTES:

  • Archivo Municipal del Ayuntamiento de Huérmeces (Signatura 1018, años 1861-1916)
  • Anuario-almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la Administración de España y sus colonias (1879, 1881, 1886, 1894)
  • Indicador General de la Industria y del Comercio de Burgos (1894)
  • Declaraciones de nacimiento en Huérmeces (1879)

domingo, 3 de septiembre de 2017

El buitre caído o daños eólicos colaterales

Domingo, 20 de agosto de 2017, 21:05 horas. Páramo entre Santibáñez-Zarzaguda y Celadilla-Sotobrín. Pista de servicio del Parque Eólico "Las Viñas".

A pesar de la ya escasa luz solar, dos manchas oscuras destacan sobre la rastrojera. Entre ambas no habrá más de cuarenta metros de separación.

Según nos vamos acercando a la mancha más próxima a la pista de servicio del parque, la misma comienza a definirse: una enorme masa alada. En concreto, el ala derecha de un buitre leonado, limpiamente seccionada.








No es necesaria excesiva imaginación para suponer que la mancha más alejada se corresponde con el resto del cuerpo del ave. Ni tampoco cuesta mucho deducir que el responsable de la amputación ha sido una de las enormes aspas del molino número 7, el más cercano a las dos porciones de buitre.  


Según estimaciones realizadas en 2012 por SEO/BirdLife, los más de 18000 aerogeneradores que funcionaban entonces en los parques eólicos de España causaban -anualmente- la muerte de al menos 6 millones de aves y murciélagos.

Una de las especies más llamativamente afectadas es el buitre leonado (Gyps fulvus), hasta el punto de poner en entredicho el futuro de la recuperación poblacional que la especie había registrado en las últimas décadas.

El informe de SEO/BirdLife incluía los datos de muertes aviarias registradas en doce parques eólicos de la provincia de Burgos (Montejo, La Lora 1 y 2, La Magdalena, Valdeporres, Úrbel del Castillo, El Perul, La Calzada, Marmellar, Lodoso, El Canto y La Torrada). En el período comprendido entre 2004 y 2010, se registraron unas 240 aves muertas en esta muestra de parques, de las que alrededor de 190 correspondían a buitres leonados.


Las cifras de buitres muertos eran muy semejantes en los doce parques estudiados. Hay que tener en cuenta que, con las aves de menor tamaño (lechuzas, petirrojos, gorriones, alondras, colirrojos) es más difícil realizar el mero conteo de cadáveres, ya que los carroñeros actúan con rapidez, haciendo desaparecer cualquier evidencia. También se registraron muertes de especies amenazadas como el milano real (4) y el alimoche (1).

No existen evidencias que demuestren que se produzca un fenómeno de habituación en las aves que haga que eviten los aerogeneradores y disminuya con el tiempo la mortalidad por colisión. Las cifras de muertes anuales registradas a largo plazo evidencian que no existen grandes diferencias en la mortalidad según van trascurriendo los años desde la implantación del parque correspondiente.

No es que los buitres -seres eólicos por naturaleza- sean tan estúpidos como para chocar obstinadamente con esas relativamente lentas y bien visibles aspas. Es que tanto los buitres como otros grandes planeadores, debido a su gran envergadura y escasa maniobrabilidad, son incapaces de esquivar a tiempo esas inmensas cuchillas que cortan el aire. Las ven llegar pero no tienen apenas capacidad para poder frenar o apartarse de ellas.

Lo que ha quedado claro en el tiempo transcurrido desde el inicio del boom eólico es la escasa fiabilidad de los estudios de impacto ambiental que se utilizan en todo el mundo para autorizar o rechazar la instalación de parques. Las estimaciones previas no coinciden con las muertes de aves registradas cuando los parques entran en funcionamiento. De igual modo, con aquellos criterios, podría haberse denegado la autorización a parques que, con el paso del tiempo, se hubieran demostrado relativamente inocuos en cuanto a mortalidad aviaria.

El principal problema es que los estudios de impacto ambiental tenían en cuenta toda la superficie del parque, cuando en realidad deberían haberse realizado los cálculos para cada uno de los molinos a instalar. Hay que tener en cuenta que las aves no se distribuyen uniformemente por todo el parque, ya que sus desplazamientos dependen tanto de la particular topografía del terreno como de la velocidad y características del viento que lo surca. En un mismo parque puede haber molinos que causen muchas muertes al lado de otros que apenas tengan impacto.

En 2013, investigadores de la Estación Biológica de Doñana estudiaron la forma de evitar que los parques eólicos se convirtieran en un peligro para las aves. Se realizaron pruebas en el túnel del viento, imitando la orografía de cada zona y simulando las corrientes de aire. Grabaron durante un millar de horas el comportamiento de los buitres en un campo eólico real.

El estudio concluye que son pocos los molinos que resultan realmente letales para las aves, y en estos se concentra la mayor parte de las colisiones. 


Por otra parte, un análisis realizado sobre 116 estudios de impacto ambiental de proyectos eólicos presentados a información pública pone de manifiesto que el 80% de ellos no habían considerado aspectos clave sobre el uso del territorio por las aves.

En los parques más sensibles, se están comenzando a implantar sistemas automatizados de monitorización y protección, que activan un sonido de aviso ante la proximidad de cualquier ave, llegando incluso a activar la parada del molino. 


Otras medidas preventivas entran en la esfera del -a veces escurridizo- sentido común: evitar la instalación de vertederos en las proximidades de un parque eólico (tal y como sucede en el vertedero de Ávila Norte, por ejemplo), o ser especialmente cuidadosos con la elección de la ubicación de los comederos de buitres.

Tampoco está claro el cumplimiento de la obligatoriedad normativa que tienen, tanto la administración como los titulares de las instalaciones eólicas, de hacer un seguimiento y dar cuenta de todos los accidentes de avifauna o de otras especies silvestres que se produzcan en los parques eólicos.



El Parque Eólico "Las Viñas" entró en funcionamiento en 2010 y consta de 19 aerogeneradores de 2 KW de potencia nominal cada uno, distribuidos entre los municipios de Valle de Santibáñez (10) y Merindad de Río Ubierna (9). Sus pistas de servicio constan de un total de 10 km, y parten -principalmente- de la carretera que comunica Celadilla Sotobrín con Las Rebolledas.

Según los datos medios de que se dispone a nivel nacional (1,33 aves muertas y registradas por molino y año), estos 19 aerogeneradores ocasionarían la muerte de unas 25 aves al año, aunque casi todas estarían concentradas en unos pocos molinos, los mal ubicados, denominados "puntos muertos" o "killers". 

Buitre sobrevolando el parque eólico del Sombrío (Huermeces)

En el contexto general de cambio climático, resulta poco cuestionable defender que los parques eólicos sean necesarios. Pero no estaría de más que la experiencia acumulada durante estos últimos años nos sirviera para ser más cuidadosos en la elección de futuros emplazamientos. También sería importante que las empresas titulares realizaran un seguimiento serio y transparente de los decesos aviarios registrados en sus instalaciones, así como que instalaran los mecanismos de corrección oportunos, que ya están a su disposición desde hace tiempo.

Molinos tipo "Vortex", sin aspas
¿Quizás la solución esté en un futuro próximo, con la generalización de los molinos sin aspas, más baratos, eficientes, silenciosos e inocuos para las aves?