sábado, 19 de febrero de 2022

Moisés Díez Martínez, el cura que fotografió Huérmeces en 1925


UN TESORO DE CRISTAL EN UNA PEQUEÑA CAJA DE CARTON

En abril de 1956, fallecía en Huérmeces Diego Girón del Cerro. Su esposa, Saturia Díez Martínez, lo había hecho apenas un año antes. Alguno de sus cuatro hijos solteros aún permanecerían unos años más en la vieja casa del barrio de Ondovilla, hasta mediados de los sesenta.

Con anterioridad a que la casa quedara completamente deshabitada, se llevó a cabo la habitual limpieza y dispersión de bienes y enseres. Entre el montón de trastos desechados apenas destacaba una pequeña caja de cartón grisáceo. Una caja que contenía un auténtico tesoro: un buen número de placas fotográficas de cristal.

El azar quiso que Lucía Fontaneda, vecina del pueblo relacionada con la familia Girón Díez, tuviera la curiosidad suficiente como para abrir la pequeña caja y apreciar la importancia de su contenido. Desgraciadamente, Lucía pecó de prudente y únicamente extrajo aquellas placas que, aparentemente, parecían más interesantes o presentaban mejor estado de conservación. Desconocemos el número de placas que se quedaron sin recoger, abandonadas sin remedio. Puede que hoy formen parte de la base de zahorra de cualquier camino de concentración parcelaria del término; o de la inestable ladera de un ya clausurado vertedero.

De esta curiosa manera han llegado a nuestros días una docena de valiosísimas imágenes del Huérmeces de los años veinte del siglo pasado, en las que aparecen paisajes hoy muy cambiados o alterados y personas hace tiempo desaparecidas, algunas felizmente identificadas, otras ya de imposible identificación.


¿QUIÉN PODÍA PERMITIRSE POR ENTONCES UNA CÁMARA DE FOTOS?


Durante las dos o tres primeras décadas del siglo XX, una cámara de fotos era un artilugio al alcance de pocas personas, al menos en la España rural. Eran "máquinas" caras, pesadas, de considerable tamaño, difícil manejo y escasa disponibilidad.

Imaginemos una cámara de madera, anclada al suelo por un trípode, con su trasera protegida por una especie de gruesa cortina negra y su alma provista de unas placas de vidrio y gelatina (13x18 cm) sobre las que se materializaba el milagro de la luz.

Uno de los escasos gremios que pudiera tener por entonces interés suficiente y posibilidades reales de acceso a una cámara de fotos era, probablemente, el religioso. Un cura joven, con inquietudes culturales y viajeras, y con buenos contactos con alguna de las influyentes familias de la capital provincial: ahí tenemos al perfecto candidato a eventual fotógrafo durante aquellos lejanos años.


MOISÉS, UN CURA CURIOSO, VIAJERO Y ... FOTÓGRAFO 

Moisés había nacido en Huérmeces el 27 de agosto de 1898, siendo el quinto hijo de la pareja de labradores formada por Valentín Díez Arribas y María Martínez Alonso a principios de la década de los ochenta del siglo XIX.

La primera vivienda familiar estuvo en el número 14 de la calle de La Solana; a finales del siglo XIX, sin embargo, ya vivían en el número 25 de la calle Real (luego conocida como "casa de Millán y Claudia"); sería en esta casa dónde nacería Moisés.

A comienzos del siglo XX, Valentín podría ser considerado como uno de los principales propietarios de tierras y ganado de Huérmeces (aparte de las familias foráneas de terratenientes: Arquiaga, Arteche, Casado y Jalón), por lo que cabría pensar que Moisés vino al mundo dentro de una familia relativamente acomodada, siempre en el contexto general de agricultura de semi subsistencia que existía en la Castilla rural de aquellos tiempos.   

Buen estudiante en la escuela, Moisés abandonó muy pronto Huérmeces, en esta ocasión para estudiar cuatro cursos de latín en el noviciado que los jesuitas tenían en el Monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes.

Sorpresivamente, Moisés decidió reorientar su carrera, renunciando a la posibilidad de vestir los elitistas hábitos jesuitas, y decantándose por los más mundanos estudios eclesiásticos en el Seminario de San Jerónimo de Burgos.



 

En el Seminario continuó siendo un excelente estudiante, obteniendo numerosas calificaciones de "meritissimus". Moisés, en su condición de mozo alistado para el reemplazo de 1919, tuvo que solicitar las oportunas prórrogas (cuatro) de incorporación a filas hasta que, en junio de 1923, finalizó brillantemente sus cuatro años de teología.

Finalmente, fue ordenado presbítero en septiembre de 1923, de manos del obispo auxiliar de Burgos, Jaime Viladrich Gaspar. Era por entonces arzobispo de Burgos el cardenal Juan Bautista Benlloch Vivó (1919-1926).

Moisés, en contra de sus deseos y ambiciones, nunca pudo doctorarse en teología; aunque las posibilidades económicas de su familia estuvieran algo por encima de la media, puede que llegara un momento en el que Valentín considerara que ya había contribuido suficientemente a la financiación de los estudios de su hijo. También hay que considerar el hecho de que Valentín hubiera enviudado recientemente (su esposa María había fallecido en 1917, a los 59 años de edad), lo que tampoco favorecería las aspiraciones de Moisés.

En 1923 obtuvo su primer destino como presbítero: fue en la pequeña localidad de Paúles de Lara, dónde prestó sus servicios como ecónomo (sustituto) durante un breve período de tiempo.

Sabemos que, a finales del año 1924, Moisés se encontraba prestando sus servicios como presbítero en el Ejército de África. Por entonces, el país se encontraba inmerso en la impopular "Guerra del Rif" (1911-1927), y todavía cercano el desastre de Annual (1921). En la fase final de su estancia en Melilla, Moisés fue nombrado capellán auxiliar en el entonces llamado "Hospital Militar Docker" (luego "Hospital Militar Pagés"), el más importante de los cinco con que contaba la ciudad. 

En abril de 1926, Moisés reaparece puntualmente en Huérmeces, al cubrir interinamente el puesto de cura sirviente, durante los pocos días que duró el traspaso de la parroquia de manos de Eusebio Arroyo Dorao (1902-1926) a Félix López Hidalgo (1926-1957).

Durante ese mismo año 1926 había sido destinado a Basconcillos del Tozo, donde apenas permaneció dos años, también en condición de ecónomo.

En agosto de 1928 llegó un nuevo destino como ecónomo, Villota de Elines (hoy Villota de Ebro, Valderredible), localidad cántabra entonces perteneciente a la Diócesis de Burgos.

Entre los años 1926 y 1929 aparece en algunas reseñas de prensa local, bien por los sermones impartidos (Hospital de San Juan), bien por su participación en misas solemnes (Iglesia de la Merced). Sabemos que, entre otros quehaceres, se encargaba de la atención espiritual de la familia Casado, propietaria de multitud de fincas, molinos, palacios y casas, tanto en la ciudad como en diversos pueblos de la provincia de Burgos.

Como muchos otros curas de la época, Moisés estaba suscrito al periódico católico y conservador "El Debate", editado en Madrid entre 1910 y 1936, y entonces dirigido por el santanderino Ángel Herrera Oria (luego cura tardío, y futuro obispo de Málaga y cardenal).

En diciembre de 1928, Moisés es nombrado capellán auxiliar de los establecimientos de beneficencia de la Diputación Provincial de Burgos (la "Casa de Caridad", el "Hospicio"). 

Moisés desaparece bruscamente de la prensa local a partir del año 1929, por lo que suponemos que sería durante ese año o al siguiente cuando solicitaría un destino en Sudamérica.

Para hacernos una idea de la escasa comunicación existente entre el Obispado y los diferentes entes públicos que disponían de servicio religioso, cabe anotar que, diez años más tarde, en 1939, aparece publicado su cese en la situación de excedencia como capellán de beneficencia, concediéndole un plazo de dos meses para que se reintegrara al servicio. Para entonces, Moisés ya llevaría varios años fuera de España, pero nadie se lo había comunicado a la Diputación Provincial.


Iquique. Avenida Balmaceda. 1930


Efectivamente, a finales de los años veinte o primeros treinta, Moisés habría partido hacia las misiones en Iquique (Chile), inicialmente con unas "transitoriales" por tres años. La estancia en aquella ciudad costera del Pacífico chileno (hoy importante puerto pesquero) fue, sin embargo, mucho más larga, incluso definitiva: tras unos quince años allí, Moisés fallecería en el año 1947, a los 48 años de edad; murió a consecuencia de la tuberculosis que había contraído 23 años antes, en Melilla, durante su estancia en el Ejército de África.


Iquique. Torre del Reloj y Plaza Prat. 1940


Se da la curiosa circunstancia de que, durante los años 1935-1940 coincidieron en Iquique dos faroles: Moisés y el paúl Basilio Díaz-Ubierna (Hces, 1907), destinado este último en el Seminario Menor de la ciudad, y recién llegado desde la Escuela Apostólica de Pamplona.

Parece ser que Moisés tenía fama de ser persona muy exigente con los demás y con un alto concepto de sí misma; en el ámbito familiar circula una curiosa historia que nos puede ilustrar al respecto: mientras prestaba sus servicios como presbítero en el Ejército de África, llegó al hospital militar de Melilla un legionario gravemente herido e inmerso en una espiral blasfema; Moisés, ante la delicada situación física y psíquica del soldado, advirtió a las monjas que le iban a atender de que le avisaran inmediatamente si el estado de salud del herido empeorara durante la noche, al objeto de administrarle el sacramento de la extremaunción; desgraciadamente, el legionario falleció esa misma noche y Moisés arremetió verbalmente contra las monjas enfermeras, acusándolas de ser las causantes de la condena eterna del soldado, algo que seguramente pesaría -también eternamente- sobre las conciencias de las pobres religiosas.


Hospital Militar Docker (Melilla)

Años más tarde, el presbítero Gerardo Martínez González (Huérmeces, 1900-Burgos, 1976), mientras se encontraba destinado en misiones en Bogotá (Colombia), visitó la tumba de Moisés  en un viaje que realizó ex profeso a la ciudad de Iquique. Gerardo era primo carnal de Moisés y alumno del Seminario de Burgos en la misma época que él. Gerardo, a diferencia de Moisés, si logró doctorarse en teología. Y, ante todo, gozó de una vida mucho más dilatada que su primo, ya que falleció a los 75 años de edad.


LA POSIBLE DATACIÓN DE LAS FOTOGRAFÍAS DE MOISÉS

Partimos de la idea -puede que errónea- de que todas las fotografías realizadas por el cura Moisés se dispararon el mismo año, incluso el mismo mes. Aparecen gran parte de los edificios y parajes más icónicos de Huérmeces: los dos palacios, la fuente, la calle Real, tres de los molinos, los tres puentes, el torreón y la ermita de Cuesta Castillo; quizás pueda sorprender la ausencia de foto alguna de la iglesia del pueblo, pero ya hemos comentado que solo se salvaron parte de las fotos de Moisés...

Sin embargo, ha sido la foto de Monasteruelo la que nos ha servido para intentar datar, lo más fielmente posible, al conjunto de las fotografías realizadas por el cura Moisés.


Ya conocíamos otra foto de la torre de la iglesia de Monasteruelo: la realizada por Demetrio Ortega (Ros, 1892), datada por él mismo en 1920. En esta foto de Demetrio se aprecia claramente que aún resistían en pie los dos vanos campaneros de la espadaña.

En la foto de Moisés, sin embargo, ya ha colapsado uno de los arcos de dichos vanos, lo que apuntaría a que fue realizada posteriormente a la de Demetrio.

Por otra parte, sabíamos que en la foto de Moisés aparece Eusebio Arroyo Dorao, el que fuera párroco de Huérmeces entre 1902 y 1926. Por documentación consultada en el Archivo Diocesano, supimos que Moisés cumplió funciones de cura interino cuando don Eusebio abandonó Huérmeces, camino de su nuevo destino en Villadiego, en abril de 1926.

También sabíamos que Moisés se había ordenado sacerdote en septiembre de 1923 y que, durante el año 1924, se encontraba prestando sus servicios como presbítero en el Ejército de África. Parece lógico pensar que Moisés no accediera a una cámara de fotos (prestada o comprada) durante su etapa como simple seminarista, sino algo más tarde, una vez ordenado sacerdote, cumplidos sus deberes patriótico-religiosos, reordenados sus intereses y parcialmente satisfechas sus ansias viajeras. 

Ahora sabemos también que en la fotografía aparece Adrián López Daza, médico de Huérmeces entre 1919 y 1925; conocemos que abandonó el pueblo antes de las navidades de 1925, ya que no aparece en el padrón de ese año (confeccionado a últimos de diciembre) y sí lo hace el nuevo médico, José Gil Guerra.

Por lo tanto, la fotografía de Monasteruelo podría datarse, sin temor a equivocarnos por mucho, a comienzos del verano de 1925, época idónea para excursiones campestres en esta parte de Castilla, poco después del retorno de Moisés a la Península y pocos meses antes de que, primero el médico, luego el párroco, abandonaran Huérmeces. 

Moisés estuvo en España hasta 1929 o 1930, por lo que también pudiera ser que la fotografía de Monasteruelo datara del verano de 1925, mientras que alguna del resto de las fotos se realizara en cualquiera de los dos o tres veranos siguientes; tanto si Moisés residía en Burgos como si la hacía en cualquiera de los otros destinos de esos años (Basconcillos y Villota), suponemos que serían frecuentes sus visitas a Huérmeces (dónde vivían sus padres, dos de sus hermanos y varios sobrinos), sobre todo durante el periodo estival. 

 

UN LOTE DE TRECE ESPLÉNDIDAS FOTOGRAFÍAS "DE ÉPOCA"

Aunque ya han sido reiteradamente utilizadas en este blog, y son de sobra conocidas por todos nosotros, creo que merece la pena realizar un pequeño comentario acerca de cada una de ellas, de su tiempo y circunstancia.


1. Calle Real: niños y escuelas

En 1925 ya hacía casi 30 años que había llegado a Huérmeces el trazado de la nueva carretera entre Burgos y Aguilar de Campoo, que atravesaba el casco urbano del pueblo a través de la entonces denominada calle de la Plaza; aún así, la calle Real continuaba siendo la arteria más importante del pueblo, ya que en la misma se encontraban varios puntos clave en su vida social: la fuente (del barrio Arroyuelo); la tienda de Emilio Hidalgo (justo en la casa en la que más tarde se establecerían Ángel Valladolid y, años después, su hija Felisa "la Terreplena"); la posada de Manuel Villalvilla "Trole" y las escuelas y viviendas de los maestros. La gran vía de Huérmeces aún era, pues, la calle Real.

En la calle de la Plaza, al calor de la reciente apertura de la totalidad del trazado de la carretera hasta Aguilar, se habían establecido dos negocios: la taberna de Zacarías Ubierna (padre de Matilde, continuadora del negocio) y la tienda-taberna de Emilio Valladolid (en la hoy denominada "casa de Emilio y Teresa"); existía una línea de coches ("El Rápido") que hacía el recorrido diario entre Burgos y Santa Cruz del Tozo, recogiendo y dejando en Huérmeces viajeros y correo. Poco tiempo después, al compás de los avances de la nueva carretera, acababa de ponerse en marcha un servicio de coches, tres días a la semana, entre Burgos y Aguilar de Campoo.

[la nueva carretera entre Burgos y Aguilar llegó a Huérmeces hacia 1896; la travesía por el casco urbano del pueblo aún tardó un tiempo (c.1905); el tramo entre Huérmeces y Montorio, con el desfiladero de Fuente la Hoz por medio, tardó muchos años en completarse, hasta 1910; a Santa Cruz del Tozo llegó hacia 1920; el trazado completo, hasta Aguilar, no se ejecutó hasta 1925]

Sabemos que en 1927 se inauguraron las nuevas escuelas unitarias, en su emplazamiento actual (hoy ocupadas por el bar y hotel rural), por lo que en 1925 los niños recibirían enseñanza primaria bien en otro local que desconocemos (en la época de entre siglos las escuelas estuvieron en el palacio de Abajo), bien en este mismo, aunque necesitado de reforma; también sabemos que, un años después de su inauguración, a primeros de diciembre de 1928, ardió completamente la escuela de niñas, quedando dañadas la de niños y la casa del maestro.




En la espléndida fotografía (algo "velada" por el fuerte contraste lumínico entre la zona soleada y la sombreada), se aprecia el sector de la calle Real en el que se encuentran ubicadas las referidas escuelas. Aparecen varios niños y algún adulto, entre ellos el cura Moisés, sentado a la puerta de su casa natal, y en la que entonces vivía su hermano Millán, casado ya por entonces con Claudia Varona García, y padres de tres hijos: Moisés (así llamado en honor a su tío cura), José ("Pepines") y Obdulia.

El varón situado en la piedra esquinera de la casa de enfrente bien pudiera tratarse de Saturnino Ubierna García, que por entonces contaría con unos 24 años de edad, y habitaba en la casa contigua junto con su padre, Esteban, y su  hermana, Josefa.

Acerca de la diminuta figura que aparece casi en la esquina inferior izquierda de la fotografía, poco podemos decir. Quizás se trate de un simple efecto de luces y sombras, quizás de un cachorro de perro en antropogénica pose...  


Google Street View (Septiembre 2013)

Al fondo de la calle se vislumbra también la casa a la que se habría trasladado a vivir Valentín, el padre (ya viudo) del cura Moisés; dicha vivienda es hoy propiedad de un apicultor del pueblo; también se aprecia el testero meridional de la luego denominada "cochera de Avelino".

En la vivienda del maestro vivían por entonces el titular, Buenaventura Marcos, su esposa María Candelas, y sus siete hijos. El hijo mayor, Nicasio, era por entonces el secretario municipal. No conocemos el nombre de la maestra, ya que no aparece en el padrón. Quizás la plaza se encontrara vacante.


2. Fuente del barrio Arroyuelo

Suponemos que la fuente, con su peculiar pilón circular, habría sido instalada a principios del siglo XX. Observemos que el borde de su pileta ya se encontraba muy deteriorado, a pesar de estar protegido por una especie de cincho metálico. El manantial que la abastece se encuentra en El Colmenar, paraje situado a unos 250 metros al norte de la fuente, en la parte baja de la ladera que discurre desde los altos de Cotejón.

Mucho más antigua era la Fuente de San Román, que daba servicio a los barrios de abajo (Vega y Ondovilla), aunque sus aguas no gozaran de buena fama. También existía otra fuente (Las Fuentecillas) debajo de la era de Eduardo Pérez, utilizada como lavadero en invierno, pues sus aguas eran menos frías que las del río Úrbel. Desgraciadamente, fue cubierta hace años con una placa de hormigón sobre la que se levanta una caseta eléctrica.




Quizás nos encontremos ante la mejor fotografía, técnica y estéticamente hablando, de todas las realizadas por Moisés y que han llegado a nuestros días. Dotada de un buen encuadre y con un enfoque perfecto, sin roturas ni veladuras que resten información, y con tres jóvenes personajes que posan como auténticos figurantes. Una pequeña joya.

Poco podemos contar acerca de los tres niños que aparecen en la fotografía, dos de ellos aparentemente afanados en las tareas de acopio de agua, con un recipiente de color oscuro a punto de ser colocado sobre la pileta de carga.

Si ampliamos la fotografía, apreciaremos que aparece un cuarto niño, tapado por el que se encuentra aupado sobre la pileta; de este cuarto niño únicamente se aprecia una pequeña parte de la cabeza, su mano derecha, apoyada en el borde de la pileta, y sus pies, que aparecen cruzados a la altura de la peana de la pileta.

En el padrón de 1925 aparecen 35 niños varones, con edades comprendidas entre los cuatro y nueve años de edad (límites aparentes entre los que cabría incluir a los tres niños visibles en la foto).

Entre los niños de 4 años edad, encontramos a Heliodoro Ontillera (hijo del herrero Epifanio), Emeterio Alonso, José Varona García, Olegario Crespo, Eladio Ubierna y Federico Crespo (hijo de Mariano el sastre), entre otros.

Niños de 5 años: Santiago Marín, Amancio Díaz Martínez (hijo del señor Miguel), Gonzalo Pérez.

Niños de 6 años: Víctor Villanueva, Benedicto Girón.

Niños de 7 años: Jesús Varona García, Gil Valladolid, Julián Alonso Villalvilla (futuro gabrielista), Mariano Arribas Varona.

Niños de 8 años: Fidel Alonso Díez (futuro cartero), Andrés Crespo (futuro sacerdote), Serafín Alonso, Heliodoro Girón Montero, Eusebio Ortega, Abel Ubierna Pérez (hijo del señor Heliodoro).

Niños de 9 años: Serafín Ubierna Varona, Abraham Abad, Silvano Villanueva (futuro beato), Esmeraldo Gallo, Aurelio Ubierna Pérez (hermano de Abel) y Federico García Hidalgo. 

Cualquiera de los anteriores podría ser alguno de los tres niños que aparecen en la fotografía.

Un curioso efecto lumínico origina que al niño que se encuentra a la derecha, algo apartado de la fuente, parezca faltarle el pie izquierdo; el efecto desaparece cuando ampliamos ligeramente la fotografía.

Recordemos que las labores de acopio y acarreo de agua solían ser realizadas por los miembros más jóvenes de cada familia, por lo que la presencia absoluta de niños en la fotografía tiene fácil justificación. Por otra parte, las fuentes siempre han resultado ser un foco de atracción para los niños, sobre todo en verano: abundancia de agua, renacuajos en el pilón, sapos entre las piedras, avispas y abejas en la pila ... todo un mundo de posibilidades.  

Al fondo, puede apreciarse la pared de la huerta y parte de la casa de Francisco Hidalgo y Avelina Hidalgo. Casa en la que, 35 años después, acabaría viviendo Lucía Fontaneda, la persona que evitó la pérdida de parte de las fotos del cura Moisés; Lucía, natural de Villanoño, contraería matrimonio con Ismael Hidalgo, segundo de los ocho hijos de Francisco y Avelina.

En la fotografía también destaca el más que irregular empedrado de los alrededores de la fuente, origen de resbalones frecuentes y de las consiguientes roturas de cántaros y botijas, y de algún que otro hueso.

Por último, merece destacarse la piedra que hace las veces de "peana" de la pileta. Ampliando la fotografía se aprecia una piedra labraba con motivos decorativos, quizás románicos. Se hace difícil evitar la tentación de elucubrar acerca de su posible origen, pero lo dejaremos para otra ocasión.




A finales de este pasado año 2021 se produjo la última rehabilitación de la fuente de Arroyuelo, eliminando el largo pilón de cemento que allí existía desde -al menos- los años cuarenta del siglo pasado. La nueva fuente luce ahora, desprovista de cemento, con su piedra limpia, su cañería reluciente y con un remedo de su antiguo pilón circular. Y realzada por una plataforma a base de adoquín de tono oscuro. Lo complicado va a ser colocar en la pila un caldero de tamaño estándar.


3. Palacio de Abajo

El hoy denominado Palacio del Arzobispo o de los Fernández Zorrilla pertenecía, en aquellos tiempos, a Íñigo García Villanueva y Juliana Ubierna Fontúrbel. Y en él residía esta pareja de labradores, ya sin hijos solteros que les hicieran compañía. El palacio había sido adquirido, a finales del siglo anterior, por Marcelino García González, el padre de Íñigo; seguramente, se lo había comprado a la familia Casado (Julián Casado Pardo), y estos con anterioridad lo habrían adquirido a los marqueses de Fuente Pelayo, los últimos "señores" del palacio.

Por razones que desconocemos, la capilla anexa al palacio tuvo un destino diferente; la familia Casado (probablemente, Salvador Casado Medina) vendió el antiguo edificio religioso, en 1905, a Dionisio García Ubierna, otro vecino del pueblo, pasando posteriormente a manos de su hijo Bienvenido García Martínez, que la usó como cochera y almacén de aperos y granos.




En la fotografía aparece un carro con los enhiestos colocados, por lo que cabe suponer que fue realizada en verano, ya en temporada de cosecha. También se aprecia el joven nogal que, plantado enfrente de la fachada del palacio, constituye hoy en día (un siglo después) un ejemplar de considerable tamaño y goza de un excelente estado de salud.




En la casa situada a la derecha del palacio, la considerada vivienda de los padres del obispo Pedro Fernández Zorrilla (Pedro Díez Fernández y Francisca Zorrilla de San Martín) y, por lo tanto, de construcción anterior a la del palacio, se observa una curiosa ventana decorada, casi tapada por la fachada de aquel. Desgraciadamente, la ventana desapareció en una de las posteriores rehabilitaciones de la casa.


4. Palacio de Arroyuelo

También denominado Palacio de Arriba o de Rodrigo Arquiaga, su propietario desde finales del siglo XIX. Años más tarde, el palacio pasó a manos de su hija María Arquiaga, y en los años cuarenta acabó siendo adquirido por un vecino del pueblo, Bernardo Varona, que lo utilizó como almacén, palomar, pajar y huerta.




En la fotografía se aprecia la primitiva fachada del palacio, sin la balconada añadida en los años setenta del siglo XX. La entrada se situaba directamente desde la carretera, a la altura del propio edificio. Justo por encima del palacio, apenas asoma el tejado de la ermita de Cuesta Castillo. La mayor parte de las ventanas superiores se encontraban parcialmente tapiadas, reconvertidas en palomar.





En primer plano, a la derecha, aparece posando una persona, quizás uno de los pastores que prestaban sus servicios en el pueblo en aquellos tiempos (Julián Blanco, Gregorio Manjón, Miguel Hernando, Fidel Santamaría, Tiburcio Güemes, Felipe Varona o Lucio Pérez); al fondo, caminando por el centro de la carretera, aparece otra figura humana; sorprende la frondosidad de alguno de los árboles situados a la izquierda de la calzada.


5. Ermita de Cuesta Castillo

El origen de la ermita y de su nombre está íntimamente relacionado con la supuesta existencia de un castillo alto medieval en el vecino cerro de La Coronilla. No conocemos la fecha del origen de la ermita, únicamente sabemos que ya existía a finales del siglo XVI. El edificio actual podría datarse hacia finales del siglo XVII.

Durante los años veinte del siglo XX aún se encontraba activa la cofradía denominada "Nuestra Señora de Cuesta Castillo, San Isidro Labrador y Ánimas del Purgatorio"





En la foto, tomada desde la orilla derecha del Úrbel, a la altura del puente del barrio La Parte, se aprecian los altos chopos que enmarcan la toma, así como la finca que discurre en la ladera meridional de la ermita, entonces cultivada, y en la que en tiempos no muy lejanos llegaron a plantarse viñas, por la propicia naturaleza arenosa de su terreno.

Desconocemos si en 1925 existía ya el aprovechamiento vecinal de El Arenal, situado justo en la ladera meridional de La Coronilla, ya que dicho paraje no resulta visible  en la toma.


6. Molino de Berlanga

A mediados del siglo XVIII este molino pertenecía a Cayetano Arriaga, y lo llevaba en renta Francisco Varona, vecino de Ruyales, y estaba dotado de dos ruedas. También era denominado molino de Fuente la Hoz, por su cercanía a dicho paraje. A finales del siglo XIX pertenecía a Rodrigo Arquiaga García. En 1925 ya no molía grano alguno aunque, por lo que se aprecia en la fotografía, la construcción aún se mantenía en pie. 





En la foto aparece el cura Moisés al lado del mojón kilométrico 27 de la nueva carretera de Aguilar. Al fondo, las dos edificaciones adosadas (molino y vivienda) de BerlangaLlaman la atención las limpias orillas del río Úrbel, sin apenas vegetación arbustiva ni arbórea. Eran tiempos de alta presión ganadera sobre la vegetación ribereña, abundando praderas y pastizales libres de maleza.

Los dos arbolillos que se sitúan en ambas cunetas de la carretera se corresponden, probablemente, con plantaciones complementarias a la misma, realizadas para proporcionar futura sombra al vial. En aquellos años de abundante obra civil (en plena dictadura de Primo de Rivera) se plantaron en Castilla miles de tilos, castaños de Indias y arces en las cunetas de las carreteras de nueva construcción. Cincuenta años después, se cortaron casi todos, al compás del desarrollo automovilista del país. 

Como mera curiosidad, añadir que el antiguo molino de Mulimayor (seguramente ya completamente desaparecido en 1925) se situaba casi a la altura de ese punto kilométrico 27 junto al que posa el cura Moisés.
 

7. Molino de los Nogales

A mediados del siglo XVIII, este molino -entonces denominado de Campillo- pertenecía a Francisco Javier de la Vega, y era llevado en renta por José Pesquera, vecino de Huérmeces. En 1911 figura a nombre de Juliana Jalón Grande, siendo los Jalón una de las familias de terratenientes propietarias de buen número de tierras e inmuebles en Huérmeces (la solitaria casa del barrio La Parte aparece a nombre de Teresa Jalón). A finales del siglo XIX, el molinero de Los Nogales era Mauricio Díaz Gallo, que residía en la citada casa del barrio La Parte.

Sabemos que, en 1924, el molino era ya propiedad de un hijo de Mauricio, Miguel Díaz Martínez, que lo regentaba también desde la casa del barrio La Parte. A finales de ese mismo año, el señor Miguel puso a la venta todos los artefactos del molino, por lo que suponemos que ahí finalizó la vida activa del molino de Los Nogales. 

Pocos años después, tanto la solitaria casa como el cercano puente adoptarían el nombre de aquel vecino que fue el último molinero de Los Nogales.





En la foto, cuyo soporte cristalino se encuentra partido diagonalmente por la mitad, se observan las paredes calizas correspondientes a los abrigos rocosos de Los Nogales. El edificio del molino, de pequeño tamaño, nunca tuvo vivienda adosada. A la derecha de la imagen, el cura Moisés, con la mano izquierda sujetando un libro y la derecha reposando en el bolsillo de la sotana.


8. Molino de Retuerta

A mediados del siglo XVIII, el molino de Retuerta pertenecía a la familia Fernández Zorrilla, y era llevado en renta por José Alonso Güemes, vecino de Huérmeces. Ya en aquellos tiempos, este molino -de dos ruedas- era el más valioso de todo el término, y ello se traducía en la elevada renta que por él cobraban sus dueños. 

A finales del siglo XIX pertenecía a Julián Casado Pardo, miembro de la ya citada familia multi propietaria de bienes rústicos y urbanos en el Huérmeces de aquellos tiempos. Después del fallecimiento de Julián Casado Pardo (1897), la propiedad del molino pasó a María Casado, a cuyo nombre figuraba en 1911.

A finales del siglo XIX y principios del XX el molino era regentado por Julián García Girón y su esposa, Teodora Fontúrbel Marcos. Poco después, el molino acabó por pertenecer a la familia García Fontúrbel, adquirido a los Casado, y lo mantuvieron en sus manos hasta mediados de los años sesenta del siglo XX, cuando cesó en su actividad. 

En 1925, era Donato, hijo de Julián y Teodora, el molinero y propietario de Retuerta, junto con su esposa, Ludivina Villalvilla Alonso. Y en el molino vivió su numerosa familia hasta mediados de los años cincuenta.





La fotografía está realizada aguas arriba del molino, por lo que se aprecia la balsa en la que se almacenaba el agua antes de caer hacia los rodetes. Se observan también los dos arcos de piedra, ya que dos eran las ruedas con que contaba el molino. Tampoco pasa desapercibida la abundante vegetación riparia que coloniza cauce y balsa: sauces, mimbreras, cardos de cardador y chopos, principalmente.


9. Puente del barrio La Parte

También denominado, años más tarde, puente de Miguel, y también puente Canterillo. En su origen, daba servicio al Camino Real de Burgos a Reinosa, antigua ruta rehabilitada en el siglo XVIII.

El puente sufrió una drástica reforma cuando se ejecutó, a finales de los años cuarenta, la nueva carretera de acceso a Ruyales del Páramo, ya que se eliminó el pretil original de piedra y fue sustituido por los actuales bloques de hormigón; también se eliminó la ligera curvatura alomada del puente, añadiendo un cuarto arco (de hormigón) en la orilla izquierda del río.





En la fotografía se observan los tres arcos de medio punto originales, así como la abundancia de vegetación acuática que prospera sobre las aquí remansadas aguas del Úrbel: nenúfares (Nuphar lutea) y espadañas (Typha latifolia), principalmente. También se observa la ausencia de tajamares (lógica, por tratarse de aguas abajo del puente) ni de contrafuerte alguno.

La fotografía estaría tomada desde la orilla derecha del río, en las cercanías del hoy denominado "chopo torcido", árbol que constituye una de las imágenes más icónicas de este tramo del Úrbel.



10. Puente Comparanza

También denominado "puente de la Pradera", era el que daba servicio al camino que, desde Huérmeces, se dirigía a Ros y La Nuez de Abajo. También servía para acceder a la amplia pradera que existía al otro lado del Úrbel, roturada en la segunda mitad del siglo XX. Se dice que la fábrica original de este puente pudiera ser la más antigua de los tres puentes históricos de Huérmeces, superando ampliamente a la data del puente del barrio La Parte.





En la fotografía, tomada desde la orilla derecha del Úrbel, aguas abajo del puente, se observan sus cuatro arcos de piedra: el primero, ligeramente apuntado, y el segundo, rebajado. También se aprecian los dos contrafuertes que existían en la zona central, desaparecidos en la última rehabilitación. Antes del último encauzamiento del río (mediados de los sesenta del siglo XX), existía en la orilla derecha una amplia rampa que, en escasa pendiente, descendía plácidamente hacia las aguas del Úrbel.





Precisamente sobre esa suave rampa se encuentra sentado el cura Moisés, en clara actitud contemplativa, quizás embargado por la belleza del rincón. A sus espaldas, destaca el tronco de un chopo de buen tamaño; en la orilla opuesta, otro gran chopo hace compañía al puente.

Hoy en día no existen ni suave rampa ni lámina de agua en la que se reflejen los arcos del puente, al encontrarse esta zona del cauce completamente invadida de vegetación herbácea (espadañas, sobre todo). El río Úrbel, como tantos otros en La Comarca, ha pasado de ser un curso de agua a un lecho de vegetación anfibia.


11. Puente Vega

Antes de alcanzar la categoría de puente, el paso del Úrbel por el paraje de La Vega se hacía por un simple pontón, con pilares de piedra y cemento, y travesaños de madera. Habría que esperar al año 1953 para ver ejecutado un "moderno" puente de hormigón.

Aunque fuera el más precario de los tres puentes históricos de Huérmeces, también era el que se encontraba más cercano -con diferencia- al caserío del pueblo, por lo que era el más frecuentado por los vecinos, tanto por labradores y pastores como por las mujeres del pueblo, que contaban con un cercano punto de lavado y secado de la colada.




En la foto, cuya placa de cristal se encuentra partida por su tercio derecho, se observa la precariedad del pontón, que se vería reiteradamente dañado por las crecidas del Úrbel. En sus inmediaciones (Cigatón) existía un vado que permitía el paso seguro de carros y bueyes en su trasiego de acarreo de mieses.


Inauguración del Puente Vega (Diario de Burgos 19-12-1953)

 


12. El Torreón

Hacía ya mucho tiempo que se encontraba mutilado en dos de sus cuatro paredones, aunque aún conservaba las almenas y modillones de los supervivientes. Pocos años después, a principios de la década de los cuarenta, se vería sometido a una nueva mutilación para aprovechamiento de su buena piedra, desapareciendo toda su cornisa y parte de las paredes supervivientes. La torre era por entonces propiedad de Miguel Díaz Martínez, el morador de la solitaria casa del barrio La Parte. La piedra se utilizó en construcciones de Huérmeces y, sobre todo, del vecino Santibáñez Zarzaguda. Inmediatamente después de este último aprovechamiento canteril, el Torreón sería declarado BIC (1949). 

El origen de esta torre defensiva habría que situarlos a finales del siglo XIV o principios del XV, aunque las primeras referencias documentales aparezcan mucho más tarde. Perteneció, entre otros, a los Padilla y a los Duques de Abrantes, estos últimos también propietarios del molino cercano, denominado de Molinduengo (luego, del Rinconcillo)





En la foto se aprecian con claridad los dos lienzos supervivientes, el septentrional y el oriental, así como las espectaculares piedras que conforman almenas y modillones. Las dimensiones de la torre eran las de un rectángulo de 10 x 13 metros; el espesor de sus muros, casi dos metros. Su interior hoy se encuentra completamente invadido por la maleza, y no se ha efectuado labor alguna en aras de la consolidación de sus ruinas.  


13. Monasteruelo

Durante mucho tiempo, la espadaña de la iglesia de Monasteruelo constituyó el único resto visible del antiguo poblado. Hoy no queda nada, ya que en los años 50 del siglo XX se aprovechó su piedra para levantar el edificio de las nuevas escuelas de Ros (hoy sede de la Asociación Monasteruelo de Ros).





Quizás estemos -en mi opinión- ante la fotografía más valiosa de todo el "lote Moisés"; no solo por el paisaje histórico retratado, que también por el paisanaje figurante, no menos histórico. Las cinco personas que aparecen en la toma han podido ser identificadas, en gran parte gracias a la inestimable colaboración de una persona natural del pueblo. Estamos, pues, ante una fotografía que merecería por sí sola un post monográfico en este blog.

Como ya hemos comentado, existe otra fotografía de la espadaña de Monasteruelo, tomada pocos años antes (Demetrio Ortega, 1920), en la que aún se encontraban en pie los dos vanos campaniles. Aquella foto de Demetrio y esta, de Moisés, constituyen -que yo sepa- los únicos documentos fotográficos de la existencia del icónico despoblado, objeto de larga disputa entre Ros y Huérmeces.
 
Puede sorprender el considerable tamaño de la torre, por tratarse de la iglesia de un poblado que nunca fue grande, y que habría desaparecido cuatro siglos antes.

La valía de la foto de Moisés radica, pues, en la presencia de cinco personajes que, aparte de servir para dotar de una escala humana a la espadaña de la iglesia de Monasteruelo, también proporciona información sobre una época (los en otros lugares denominados "felices veinte"), en cuanto a vestimenta, complementos y poses de los referidos. Por orden de mayor a menor edad, les presentamos a:

  • Eusebio Arroyo Dorao: (Burgos, 1875 - Villadiego?, c. 1950): párroco de Huérmeces durante 24 años (1902-1926), reiteradamente mencionado en este blog por tratarse de un clérigo con amplias inquietudes culturales y sociales, además de las propiamente religiosas. Esperantista militante, organizador de sesiones teatrales para los jóvenes del pueblo, buen orador ... en fin, un cura como dios manda. Sus padres, Manuel y Agapita, reposan en el cementerio del pueblo. Una hermana del cura, Consuelo, contrajo matrimonio con Mariano Crespo, sastre y barbero de Huérmeces durante muchos años. En la fotografía, don Eusebio aparece sentado, con las manos entrelazadas, y la cabeza tocada con el típico sobrero clerical de teja; tendría unos 50 años de edad y, en poco menos de un año, partiría hacia su siguiente y último destino: la parroquia de Santa María, en Villadiego. Hace un tiempo localizamos una fotografía, perteneciente al Archivo Photo-Club de la Diputación Provincial de Burgos, en la que creíamos haber identificado a don Eusebio; esta imagen de Monasteruelo no hace sino confirmar dicha suposición. En aquella foto, realizada en 1929, con ocasión de la visita del entonces arzobispo de Burgos (Manuel de Castro) a la segunda iglesia parroquial de Villadiego (San Lorenzo), aparece a la derecha un clérigo con el sombrero de teja en la mano y poco pelo en la cabeza: Eusebio Arroyo Dorao, a los tres años de abandonar Huérmeces.



Visita del arzobispo a San Lorenzo, Villadiego (1929) Photo-Club


  • Adrián López Daza (Toro, Zamora, 1882 - Burgos, 1975): médico de Huérmeces entre 1919 y 1925; antes de llegar a nuestro pueblo fue médico de Santa Cruz de Juarros; después de Huérmeces, partió hacia Revilla del Campo, el pueblo de su esposa, donde ejerció durante el resto de su vida profesional. En la foto aparece sentado, también tocado con sombrero, con bastón apoyado en el brazo y quizás pitillo en la boca y papel de fumar y tabaco de liar en la mano izquierda, y cadena de reloj asomando por el chaleco; tendría unos 43 años de edad, y toda una larga vida por delante, ya que fue el más longevo de los cinco, falleciendo a los 92 años de edad.



  • Oliva de Miguel Palomares: (Revilla del Campo en 1889-Burgos, 1968): hija del histórico médico de Revilla, Federico de Miguel; en 1912, contrajo matrimonio con Adrián López Daza, por entonces joven médico de Santa Cruz de Juarros; siete años después, llegaron a Huérmeces; y de aquí a Revilla del Campo, su pueblo natal. No tuvieron descendencia. Tras la jubilación de Adrián, se trasladaron a vivir a la capital burgalesa. En la fotografía aparece de pie, justo en el centro de la toma, con una pequeña vara en la mano izquierda y quizás agarrando una rama de arbusto espinoso con la derecha; Oliva tendría entonces unos 36 años de edad.



  • Marcelina García Martínez: Huérmeces (1894-1976); obtuvo el título de maestra en 1916, aunque hasta 1926 trabajó como institutriz para una familia radicada en la localidad cántabra de Liencres; a partir de entonces ejerció de maestra interina en diversos pueblos del entorno de Huérmeces (Castrillo de Rucios, Montorio) y en otros mucho más alejados (Ameyugo, Navas de Bureba, Pradoluengo, Canicosa de la Sierra y La Riba de Valdelucio). En la fotografía, Marcelina posa en la zona alta de la escombrera donde estuvo situada la nave de la iglesia; Marcelina contaba entonces con 31 años de edad y, seguramente, se encontraba disfrutando de un periodo vacacional en su trabajo como institutriz.



  • Moisés Díez Martínez: el cura fotógrafo, el auténtico protagonista de este post; en la foto tendría unos 27 años de edad y, por su pose -situado sobre una piedra, con el brazo izquierdo en la cintura y el derecho aparentemente señalando algo situado entre la maleza (o quizás únicamente agarrado a ella), cabría confirmar su supuesto carácter altanero y echado para adelante, tal y como se le recuerda en el ámbito familiar. Moisés portaba gafas de montura metálica, lo que también contribuiria a conferirle cierto aire intelectual.




APUNTES FAMILIARES DEL CURA MOISÉS

Moisés Díez Martínez (Huérmeces, 1898-Iquique (Chile), c.1947)

PadresValentín Díez Arribas (Huérmeces, 1855-1937) y María Martínez Alonso (Huérmeces, 1858-1917)

Abuelos paternos: Fabián Díez Moradillo (Peñahorada)María Arribas Arce (Hces, 1829-1903)

Abuelos maternosJulián Martínez Díez de Tudanca (Hces, 1835) y Faustina Alonso Valderrama (Hces)

Hermanos: José [María] (Hces, 1883-La Coruña, c.1960), Millán (Hces, 1885-1979), Saturia (Hces, 1888-1955) y Mariano Díez Martínez (Hces, 1893-Madrid, c.1970)

Hermanos políticosClaudia Varona García (Hces, 1884-1960) y Diego Girón del Cerro (Hces, 1881-1956)

SobrinosTeresa (Hces, 1913-1992), Felicitas (Hces, 1919), Carmen (Hces, 1924), Orencio  (Hces, 1927), Emilio (Hces, 1928), Casilda (Hces, 1930) y Dolores Girón Díez (Hces, 1934); Moisés (Hces, 1912), José (Hces, 1915) y Obdulia Díez Varona (Hces, 1918-1988)

Sobrinos políticos: Emilio García Martínez (Hces, 1903-1979); María Varona Varona (Hces, 1921-Madrid, c.2000); Emilio García Amo (Quintanas de Valdelucio, 1909-Burgos, 1995)

Otras personas relacionadas con el cura Moisés y que aparecen mencionadas en este post:

Marcelina García Martínez (Hces, 1894-1976); Bienvenido García Martínez (Hces, 1900-1986); los hermanos Rosina (1888-1965), Justa (1890-1984), Leonor (1892-1972), Marcelina, Bienvenido y Emilio García Martínez (1903-1979) eran hijos de Dionisio García Ubierna (Hces, 1865-1932) y María Martínez del Olmo (Los Tremellos, 1867-Hces, 1947)


TRES HERMANOS QUE ESTUDIARON EN LOS JESUITAS

Tres de los cinco hermanos Díez Martínez (José, Mariano y Moisés) estudiaron en los jesuitas, aunque únicamente José llegó a vestir los hábitos de la orden. Como muchos otros chavales que destacaron pronto como buenos estudiantes, también ellos abandonaron pronto Huérmeces para continuar sus estudios en uno de los muchos colegios religiosos que entonces existían en Burgos y en otras ciudades castellanas.

Estos son los pequeños apuntes biográficos que hemos sido capaces de pergeñar acerca de los dos hermanos mayores de Moisés que abandonaron jóvenes el pueblo, en busca de otros horizontes: 

José [María] Díez Martínez (1883): el hermano mayor de Moisés, ingresó en el colegio de los jesuitas de la ciudad de Burgos de una manera bastante casual; siendo aún un niño, acompañó a su padre (Valentín) en el anual viaje a la capital provincial, al objeto de pagar la renta al administrador de uno de los conocidos terratenientes de la comarca (Arteche, Arquiaga, Jalón o Casado); mientras Vicente cumplía con sus obligaciones renteras, el niño esperaba en las inmediaciones de la Fuente del Prior, en Fuentes Blancas; por allí pasaba, casualmente, el jesuita padre Aramburu, que convenció a Valentín para que el niño ingresara en el colegio jesuita de la ciudad. Una vez tomados los hábitos, José partió para la misión en China, dónde pasó gran parte de su vida. Regresó a España ya mayor, falleciendo en la residencia que los padres jesuitas tenían en la ciudad de La Coruña.

Cuentan quienes le conocieron que, en los años finales, el reverendo padre José [María] Díez Martínez, S.J. era una persona ya investida con cierta aura de "santidad". En el ámbito familiar circula una historia que nos dice mucho acerca del carácter del reverendo padre: una de sus últimas visitas a Huérmeces, quizás recién llegado de un larguísimo viaje desde China, coincidió con la víspera de San Lorenzo, festivo en nuestro pueblo; al enterarse de que en la iglesia se estaban celebrando las entonces comunes confesiones de vísperas, hacia aquella se encaminó antes de acudir a las casas dónde vivían hermanos y sobrinos, a los que hacía muchos años que no veía.

Mariano Díez Martínez (1893): el hermano inmediatamente anterior a Moisés, también estudió en los jesuitas, aunque nunca tuvo una intención clara de vestir sus hábitos; en 1924 se encontraba destinado -como funcionario de prisiones- en el penal de Bilbao; al estallar la guerra civil, emigró a Cuba y Estados Unidos, para no tener que ingresar en el ejército; volvió a España y desarrolló carrera como funcionario de prisiones, llegando a ser director del penal del Dueso (Cantabria); al jubilarse, se instaló en Madrid y volvió a colaborar con los jesuitas, aunque nunca llegó a profesar.

Los otros dos hermanos de Moisés, Millán y Saturia, se casaron con sendos vecinos del pueblo (Claudia Varona y Diego Girón) y pasaron el resto de su existencia en Huérmeces. Precisamente, fue en la casa de la familia formada por Saturia y Diego dónde se guardó durante años la pequeña caja de cartón que contenía las fotografías de Moisés.

De los diez hijos que tuvieron los dos citados hermanos de Moisés (tres tuvo Millán, siete Saturia), únicamente una hija se estableció definitivamente en el pueblo. Los descendientes de Millán y Saturia residen hoy en las provincias de Burgos, La Coruña, Madrid, Navarra, Soria, Vizcaya y Zaragoza.


APUNTES GENEALÓGICOS DE LA FAMILIA HIDALGO FONTANEDA

Lucía Fontaneda Alonso (Villanoño, 1928)

Padres: José Fontaneda Cruz (Sandoval de la Reina, 1900) y Genara Alonso Gómez (Villanoño, 1903); Genara (ya viuda) residió en Huérmeces durante más de 30 años.

Abuelos paternos: Taurino Fontaneda y Francisca Cruz.

Abuelos maternos: Aureliano Alonso y Martina Gómez.

Ismael Hidalgo Hidalgo (Hces, 1923)

Padres: Francisco Hidalgo Fernández (Hces, 1894-1970) y Avelina Hidalgo San Martín (Montorio, 1901-Hces, 1981); en el Anuario de 1924, Francisco Hidalgo figura como uno de los vecinos de Huérmeces mayores propietarios de tierras y ganado. 

Abuelos paternos: Quiterio Hidalgo Díez (Hces, 1853-1930) y Florentina Fernández Gómez (Robredo Sobresierra, 1854-Hces, 1918). Quiterio fue secretario municipal durante las dos primeras décadas del siglo XX, sustituyendo al también histórico secretario Felipe Gallo, que lo fue durante las dos últimas del XIX. Ellos fueron los últimos vecinos en cumplir con las funciones de secretario municipal ya que, a partir de los años veinte, dicha figura se profesionalizó, pasando a ser desempeñada por personas ajenas al pueblo.

Abuelos maternos: Santiago Hidalgo Girón (Hces, 1870) y Beatriz San Martín Sáiz (Arcos de la Llana, 1876)

Los descendientes de la familia Hidalgo Fontaneda residen en la actualidad en las provincias de Burgos, Madrid y Soria.


NOTA: los apuntes biográficos acerca del párroco Eusebio Arroyo Dorao, del médico Adrián López Daza y de su esposa, Oliva de Miguel Palomares, han sido extraídos de diversas reseñas de prensa del Diario de Burgos; lo mismo sucede con alguno de los destinos profesionales, como maestra interina, asignados a Marcelina García Martínez.


OTRAS FOTOGRAFÍAS DEL HUÉRMECES DE ANTAÑO

Archivo Photo-Club (Gonzalo Miguel Ojeda):

En este archivo fotográfico, hoy perteneciente a la Diputación Provincial de Burgos, existen identificadas un total de 10 fotografías en las que aparecen diversos lugares de Huérmeces: iglesia parroquial (2), Palacio de Arroyuelo (1), Palacio de Abajo (2), Torreón (2) y diversas casas con escudos de piedra en su fachada (3). Suponemos que todas ellas fueron realizadas entre los años veinte y cuarenta del siglo pasado.











A estas fotografías, ya conocidas por todos nosotros (al haber sido publicadas en un calendario editado por el Ayuntamiento), le dedicaremos próximamente un post monográfico, incluyendo una comparativa con el estado actual de los edificios y parajes fotografiados por Gonzalo Miguel Ojeda.

 

Archivo Eustasio Villanueva: 

En este espléndido y abultado archivo (consultable y descargable en la Fototeca del Patrimonio Histórico del Estado) existen identificadas dos fotografías relativas a Huérmeces: el Torreón y las ruinas del molino de Berlanga (Fuente la Hoz). Según el catálogo del archivo, las fotografías fueron realizadas entre 1913 y 1929 aunque, por el estado de ruina avanzada del molino de Fuente la Hoz, al menos esa foto podría datarse en la más cercana de aquellas dos fechas.



A estas dos y a otras muchas fotografías de pueblos situados en el entorno de Huérmeces, ya les dedicamos un post en este mismo blog, realizando un pequeño ejercicio de fotografía comparativa:

Huérmeces y alrededores en el Archivo Villanueva