sábado, 14 de diciembre de 2019

La ermita de la Blanca (II): sus piedras

Hace casi tres años, dedicamos un post a uno de los edificios religiosos desaparecidos más emblemáticos de Huérmeces, y cuya memoria popular mejor ha aguantado el paso del tiempo: la ermita de la Blanca.

Toda persona relacionada con Huérmeces conocía en qué parcela en concreto estuvo enclavada la ermita. La misma denominación del paraje -La Blanca- no dejaba lugar a dudas; además, cada invierno, tras las labores preparatorias y de siembra, resultaban bien visibles los abundantes restos de teja cerámica que aparecían esparcidos por la parcela. El paraje, por si todo lo anterior no fuera más que suficiente, se encuentra enclavado en uno de los paseos más populares del pueblo: el camino que une los puentes Vega y Miguel (Barrio La Parte) por la orilla derecha del Úrbel, el denominado camino de La Blanca, hoy asfaltado.


Bing Maps (Julio 2010): perfiles de cimentación de la vieja ermita de La Blanca



En aquella entrada comentamos que, gracias a una siembra de girasoles y a una oportuna fotografía satelital, pudimos también conocer la ubicación exacta y el perfil aproximado que pudo tener aquella humilde construcción románica.


Ahora, quizás, podamos conjeturar con el destino final de sus restos, de su buena piedra de sillería caliza. Porque, afortunadamente, no se fueron muy lejos, y ahí están, a la vista de todo el mundo.


LA RUINA DE LA ANTIGUA IGLESIA DEL BARRIO DE LA PARTE

Son numerosas las referencias documentales que nos hablan de la existencia de un barrio en la orilla derecha del Úrbel, en las cercanías de donde se acabó por levantar un puente que dio servicio al camino real de Burgos a Reinosa y Santander: el barrio de La Parte.

Suponemos que dicho barrio fue el emplazamiento original de lo que hoy conocemos como Huérmeces. Y como todo núcleo poblacional fundado en los albores de la repoblación altomedieval, tuvo su castillo y su iglesia. El castillo en La Coronilla; la iglesia, en lo que hoy llamamos La Blanca.

Parece ser que la denominación original de la parroquia era la de "Santa María", por lo que dice un viejo documento del siglos XVI: 

- "Santa María de barrio Laparte" (1)

En documentos del siglo XVIII encontramos por primera vez el apelativo de "La Blanca", quizás haciendo referencia al tono epitelial de una vieja talla de la Virgen (la imagen actual no es románica, sino tardo-gótica):

- "iglesia del Barrio La Parte" (2)

- "parroquial de La Blanca del Barrio La Parte" (2) 


Durante mucho tiempo, quizás tres o cuatro siglos, Huérmeces tuvo dos barrios y dos parroquias: el barrio de La Parte con su iglesia de Santa María y el barrio de San Juan, con su iglesia homónima, en el mismo emplazamiento actual. Con el paso de los años, fue perdiendo importancia el primero de ellos, y la población pasó a concentrarse en el barrio de San Juan, por lo que la iglesia de Santa María acabó por quedar relegada a la categoría de iglesia secundaria o aneja y, finalmente, a la de simple ermita.

La última referencia documental a la iglesia de La Blanca la encontramos en el Diccionario de Madoz: (3)

"...una iglesia parroquial (San Juan Bautista), servida por un cura párroco, tres beneficiados enteros y un sacristán, a la cual están anejas la del despoblado de Monasterio [Monasteruelo] y la de Laparte…"



Ubicación de la ermita de La Blanca en el atlas de Coello (1868); vemos también que el camino real de Burgos a Reinosa ahora se desvía por Santibáñez y Ros, en lugar de ascender hacia Ruyales por el Alto de la Cruz


Esta cita aparece también plasmada cartográficamente, ya que en el "atlas" de Coello (1868), considerado complementario del Diccionario de Madoz, encontramos correctamente ubicada la edificación, aunque reducida su categoría a la de simple ermita, y sin rótulo alguno.


Planimetrías (1911): la ermita de La Blanca ya no aparece representada, al sur del puente y de la casa del barrio La Parte



Sin embargo, en las planimetrías realizadas en la zona de Huérmeces a comienzos de la segunda década del siglo XX (previas al primer Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000), ya no aparece representada la ermita, por lo que suponemos que aquella habría desaparecido, o se encontraría en un estado de ruina muy avanzado.

Por lo tanto, cabría suponer que la desaparición del edificio religioso sucedió en algún momento comprendido entre las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. Suponemos que el edificio presentaría un estado de ruina tal que hiciera desaconsejable su uso ni siquiera como esporádica ermita. Y más teniendo en cuenta la existencia de otra ermita mariana de gran devoción (la de Cuesta Castillo) a escasos 350 metros al este, lo que no incentivaría precisamente la intención de preservar la ermita de la Blanca.


Construcción de una iglesia románica ("Una aldea en tiempos del románico")


La iglesia era la construcción más sólida, la mejor levantada, la más costosa ("Una aldea en tiempos del románico")



Ante la amenaza de ruina, se trasladarían a la iglesia de San Juan la imagen de la virgen y la pila bautismal (románica); y el cabildo, con la previa autorización del arzobispado, pondría precio a las buenas piedras que conformaban la nave, la torre y el ábside. Compradores no faltarían, y más en una  época de penurias económicas, como fue aquella que comprendía las décadas inmediatamente anteriores y posteriores al cambio de siglo.


LAS PIEDRAS DE LA BLANCA SOBREVIVEN EN UNA VIEJA COCHERA

Teníamos, pues, más o menos acotadas las fechas del suceso. Únicamente nos quedaba encontrar las piedras. Las iglesias románicas solían encontrarse levantadas a base de buenos sillares, por lo que cuando una construcción de este tipo se declaraba en ruina, muchas serían las personas interesadas en su reutilización. La iglesia vendía los restos al mejor postor, y los sillares servirían para la construcción de una nueva vivienda, cuadra o almacén agropecuario.

Justo en esa época (finales del XIX-principios del XX) varias fueron las casas, casetas y cocheras que se levantaron en Huérmeces y en los pueblos del entorno, por lo que sería cuestión de tiempo encontrar algún sillar que pudiera relacionarse con una construcción románica de los siglos XI-XII (XIII).

Como suele acontecer en estos casos, dichos restos se encontraban mucho más cerca de lo que uno pudiera imaginar. Justo enfrente de la casa de mis abuelos. En la entonces (años 60 del XX) denominada cochera de Avelino. Cochera cuya pared oeste sirvió, a buena parte de la chavalería de los años sesenta y setenta, a modo de frontón en el que golpear reiteradamente con un balón de fútbol, una pelota de tenis o cualquier objeto esférico con cierta capacidad de rebote. La pared, de perfecta realización en sillería caliza, carecía de ventanas con cristales que romper, por lo que su uso como frontón resultaba más que oportuno. 


Justo detrás de la fuente, el testero sur de la vieja cochera de Avelino, en el barrio de Arroyuelo; la pared oeste sería, lógicamente, la de la izquierda; al fondo, a la izquierda. casas de Narciso, David y Eladio; a la derecha, casa de Cayo



Probablemente, la cochera fue levantada -en años inmediatos al cambio de siglo- por Prudencio Villanueva Varona, cuya casa se encontraba casi enfrente, al lado de la de mis abuelos. Aunque quizás, remontándose un poco más en el tiempo, también pudiera haber sido Julián Villanueva Varona, el padre de Prudencio, el que la levantara, entre los años 1880 y 1890. O incluso pudo haberlo hecho el abuelo de Prudencio, Eusebio Villanueva Peña.


Plano urbano de Huérmeces (1911); en verde, la cochera de Avelino, en el barrio Arroyuelo



Lo que sabemos con seguridad -gracias al primer plano conocido del núcleo urbano de Huérmeces, realizado en 1911- es que para ese año ya se encontraba levantada la denominada cochera de Avelino.


Para ratificar esta posibilidad, quedaba por encontrar algún documento en el que se hubiera reflejado la venta de la piedra, por parte del cabildo, a Julián o a Prudencio o a algún otro vecino del pueblo que hiciera de mero intermediario. Dos serían los archivos más socorridos a la hora de encontrar este tipo de documentación:

-Archivo Municipal de Huérmeces: suele ser habitual la existencia de los denominados "expedientes de enajenación de parcelas sobrantes en vía pública", en los que queda reflejada la venta, por parte del ayuntamiento, de un terreno urbano sito en alguna plazoleta secundaria o espacio público no aprovechable. Era una de las fórmulas utilizadas por los ayuntamientos de entonces para intentar "hacer caja" para sus siempre manguadas arcas.

-Archivo Diocesano de Burgos: la iglesia, poseedora de un inmenso patrimonio inmobiliario, y dotada de su correspondiente aparato burocrático, solía realizar apuntes contables de todo tipo de transacciones, entre las que la venta de la piedra de una arruinada ermita no sería considerada un asunto menor; es de suponer que, en la cuenta de fábrica de la iglesia parroquial de Huérmeces, pudiera encontrarse algo al respecto.

Tras un par de mañanas pasadas en cada uno de dichos archivos, reconozco que no he sido capaz de encontrar nada, absolutamente nada, que haga referencia a esa más que posible venta de piedra. Quizás lo intente una vez más, sobre todo en el archivo diocesano, pero no creo que resulte sencillo encontrar algo.

Nos conformaremos, pues, con apreciar y admirar las más que visibles marcas de cantero y marcas de talla que presentan varios de los sillares de la vieja cochera, sobre todo en la pared oeste. Eso sí, dado que hoy en día se trata de una vivienda habitada durante todo el año, procuraremos molestar a sus inquilinos lo menos posible.










Las denominadas marcas de cantero, muy habituales en la época medieval (siglos XI al XV), se utilizaban -principalmente- con un mero propósito identificativo, una especie de marcas de propiedad, que hiciera posible la contabilización de los sillares tallados por cada artesano, algo indispensable para el pago posterior de las tareas realizadas por cada taller o cuadrilla.


Canteros trabajando ("Una aldea en tiempos del románico")


Estrías paralelas, típicas del uso de trinchante como herramienta de desbaste y labra de sillares


Además de las peculiares marcas de cantero, en los sillares se aprecian unas estrías paralelas, que se corresponden con las denominadas marcas de talla, cuyo aspecto depende tanto de la litología utilizada (en este caso, caliza Paleocena o del Páramo, sobre todo) como de los instrumentos de talla empleados.

Por las estrías más o menos paralelas que aparecen en la superficie de varios sillares, todo parece indicar que fue el trinchante la herramienta de talla utilizada. Un trinchante es una especie de hacha de dos filos dentados, muy utilizada en desbaste y labra de piedras desde la segunda mitad del siglo XII hasta finales del XV, abarcando el final del románico y todo el gótico.

Otras piedras, sin embargo, carecen de tales estrías paralelas, por lo que pudo ser un tallante la herramienta de labra utilizada. Un tallante es un hacha de dos filos lisos, sin dentar, muy utilizada desde principios del siglo XI hasta mediados del XIII (siglos románicos), por lo que su uso coincidió con el del trinchante durante casi un siglo.

Por lo tanto, no resultaría aventurado suponer que la iglesia del barrio de La Parte (La Blanca) fuera levantada justo en esos años entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII, y que las diferentes cuadrillas de canteros que trabajaron en la obra utilizaran una u otra herramienta según la naturaleza litológica de la piedra a labrar o según su mayor habilidad en el uso de una u otra.

Las calizas cretácicas son más duras y difíciles de trabajar que las calizas del páramo (paleocenas), aunque compensa su mayor resistencia al desgaste y a la meteorización, por lo que su uso en mampostería fue muy habitual.


Sillar en la "cochera de Gil"

Otro sillar en la "cochera de Gil"
Por otra parte, en otra cochera existente en el pueblo, algo más moderna que la de Avelino, también se aprecian sillares con marcas de cantero medieval. Es la denominada "cochera de Gil", en la plazoleta del viejo ayuntamiento, levantada con posterioridad a la realización del aludido plano urbano de 1911. En dicha caseta vivió durante un tiempo la familia de Mariano Crespo, sastre de Huérmeces durante muchos años.

Hoy la cochera presenta un aspecto ruinoso, habiéndose cercado y consolidado sus restos, en prevención de posibles accidentes.




Puede que la venta de la piedra de la ermita de la Blanca se realizara en dos fases, o que fuera adquirida por un mismo vecino y este la revendiera posteriormente según iban surgiendo compradores... Quizás algún día salgamos de dudas. Aunque lo importante es que los restos de la ermita siguen en el pueblo, reinsertados en una o dos viejas construcciones, para deleite y contemplación de sus vecinos y visitantes.

Alguien podría argumentar que no hay por qué dar por sentado un origen románico para los sillares aludidos, ya que también pudiera ser posterior, habiendo pertenecido a la antigua iglesia tardo-gótica de San Juan Bautista. Pudiera ser, aunque cuesta imaginar que la nueva iglesia neoclásica, levantada entre 1780 y 1783, pudiera permitirse el lujo de prescindir de buenos sillares para su reutilización en la misma. Tampoco resulta convincente pensar que dichos sillares, despreciados para la construcción de la nueva iglesia, tardaran un siglo en reutilizarse de nuevo, cuando se levantaran las cocheras de Avelino y Gil.


Todo apunta a la desaparecida ermita de la Blanca, a la antigua parroquia de Santa María del barrio de La Parte. A unas piedras que debieron tallarse entre los siglos XII y XIII, ya en el románico tardío, quizás cuando en La Coronilla ya destacaba desde hacía algún tiempo el castillo que durante aquellos siglos defendería la entrada al desfiladero de Fuente la Hoz, camino de las altas tierras del Tozo y Valdelucio.

Más tarde se arruinaría el castillo, iría creciendo en importancia el barrio de San Juan y se levantaría su iglesia tardogótica, aparecería la ermita de Cuesta Castillo aprovechando parte de la piedra del castillo, perdería categoría la iglesia de La Parte, quedando convertida en simple ermita, hasta su total desaparición y parcial reimplantación de sus mejores piedras en una o dos cocheras del barrio de Arroyuelo. Sería la culminación del ciclo de la piedra, que se inició cuando grandes bloques se arrancaron de una cantera (o se recogieron del páramo) para su posterior tallado y labrado, allá por los lejanos tiempos medievales. O quizás más pronto aún, cuando pequeños organismos unicelulares de caparazones calizos se depositaron en un mar de escasa profundidad, allá por el Paleoceno o, antes aún, por el Cretácico Superior.   
  

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA:

(1) "Real provisión dirigida a la justicia, a petición de Juan Zorrilla de San Martín, para que se le entregue la ejecutoria del pleito que trata con Pedro Díez Fernández y Francisca Zorrilla, su mujer, vecinos de Huérmeces (Burgos), sobre la herencia de Juan Zorrilla de San Martín el Viejo, tío de esta última", de fecha 30 de marzo de 1591 (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, registro de ejecutoria, caja 1689, 50) Documento de 1591

(2) "Memorias perpetuas de la parroquial de San Juan Bautista de este lugar de Huérmeces y en cada un año han de celebrar los curas y beneficiados de él por sus fundadores como se dirá. Año de 1730" Memorias Perpetuas de Huérmeces

(3) "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar". Pascual Madoz. Provincia de Burgos. Ámbito, Valladolid (1984) [página 344] Huérmeces en el Madoz

(4) "La arquitectura eclesiástica en Álava y Treviño durante los siglos XII-XIII: promotores, constructores y significados en un momento de transición." Egoitz Alfaro Suescun. Arqueología de la arquitectura nº 14, Madrid-Vitoria (2017) [páginas 6-10]

(5) "La construcción de la arquitectura románica." Roberto Benedicto Salas. Institución "Fernando el Católico" n º 3442. Zaragoza (2015)

(6) "Una aldea en tiempos del románico". Jaime Nuño González y Chema Román. Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico. Aguilar de Campoo, 4ª edición (2018) [láminas de las páginas 9, 15 y 19]



VECINOS QUIZÁS RELACIONADOS CON LA POSIBLE COMPRA-VENTA DE LA PIEDRA PROCEDENTE DE LA ARRUINADA ERMITA DE LA BLANCA:

-Eusebio Villanueva Peña (La Nuez de Abajo, 1821), casado con María de la Cruz Varona (Huérmeces, 1819)
-Julián Villanueva Varona (Huérmeces, 1851), casado con Lucía Varona Ubierna (Huérmeces, 1849)
-Prudencio Villanueva Varona (Huérmeces, 1878), casado con Casilda Varona García (Huérmeces, 1881)
-Florentín Díaz-Ubierna (Huérmeces, 1815), cura párroco de Huérmeces entre 1852 y 1898
-Juan Espinosa Lomas (Santibáñez Zarzaguda, 1898), cura párroco de Huérmeces entre 1898 y 1902
-Eusebio Arroyo Dorao (Burgos, 1875), cura párroco de Huérmeces entre 1902 y 1926
-Julián Díaz-Ubierna García (Huérmeces, 1863), alcalde de Huérmeces entre 1897 y 1912, casado con María del Carmen Ortega Pérez (Ros, 1863)