domingo, 28 de febrero de 2016

El Pleito de Monasteruelo (1636-1670)



En pleno siglo XVII, y durante 34 años, los pueblos vecinos de Ros y Huérmeces pelearon por la posesión de un pequeño lugar que había quedado despoblado pocos años antes: Monasteruelo. (El despoblado de Monasteruelo). Fue una prolongada disputa territorial, en la que intervino -cómo no- hasta la mismísima Iglesia.

Durante esos largos 34 años, dos reyes pasaron, pero Ros y Huérmeces no cejaron en su empeño, y pleitearon reiteradamente. Sus Concejos fueron requeridos, no acataron, apelaron, volvieron a apelar, derribaron mojones, los volvieron a levantar… Si estos hechos se hubieran producido en nuestros días, ambos pueblos se habrían arruinado pagando minutas de abogados, procuradores, registradores de la propiedad y notarios.


Monasteruelo visto desde el borde del Páramo de Huérmeces



Y es que, si bien las cerca de 400 hectáreas del término de Monasteruelo no eran especialmente adecuadas para la agricultura, tenían otras cualidades muy apreciadas en la época: agua, pastos y monte. Y Ros no andaba muy sobrado de las dos últimas.

Para acabar de complicarlo todo, la  poderosa Iglesia de Huérmeces y sus muchos curas siempre mostraron interés en ampliar dominios y derechos. Cuantas más tierras y comunales tuvieran los habitantes de su pueblo, más diezmarían ellos, por lo que desde los primeros tiempos del despoblamiento de Monasteruelo comenzaron a enredar para tratar de unificar las iglesias de los dos pueblos. Y en principio lo consiguieron. Así, las campanas de la iglesia de Monasteruelo acabaron en la de Huérmeces, y allí se quedaron.


La torre de la iglesia de Monasteruelo, desde Los Casates (1920)



Afortunadamente para los amantes de la historia, en el Ayuntamiento de Ros se ha conservado hasta nuestros días, y en buen estado, un más que voluminoso manuscrito en el que se recogen todos los aconteceres del denominado Pleito de Monasteruelo.

Y hace más de 60 años, alguien se encargó de transcribir y mecanografiar el contenido de dicho manuscrito, para que futuras generaciones pudieran disfrutarlo.

Demetrio Ortega Angulo (Ros, 1892 - Burgos, 1976), debió de ser persona de mundo y con muchas inquietudes intelectuales; acabó residiendo en Burgos, en virtud de su trabajo como oficial del Cuerpo de telégrafos, pero en sus muchas visitas al pueblo no solía faltar la excursión a Monasteruelo; en 1954, cuando ya contaba con 62 años de edad, culminó la completa transcripción del documento, además de aportar un contexto histórico y unas cuantas valiosísimas fotografías, tomadas tres décadas antes. Con todo ello confeccionó un grueso volumen  titulado “Ros y Monasteruelo: un poco de historia y copia del pleito de Monasteruelo”.

Para hacernos una idea del ímprobo trabajo realizado por Demetrio, y más en aquellos años en los que no existían procesadores de texto, tengamos en cuenta que el manuscrito original consta de 1479 hojas, y que en su confección intervinieron varios escribanos, cada uno con sus peculiaridades caligráficas y ortográficas. Muchas noches debió de pasar Demetrio en vela, leyendo, transcribiendo, interpretando el contenido del manuscrito, pulsando sin descanso las teclas de su máquina de escribir.


Mapa geográfico de una parte de la Provincia de Burgos, Thomas López (1784), en el que aparece Monasteruelo en una ubicación algo más al Norte de la correcta (entre Pantaleón y Quintanilla Pedro Abarca); en Huérmeces puede observarse el Puente Miguel, por el que se cruza el río Urbel camino del Alto La Cruz, Ruyales, La Pinza y Urbel


Reconozco que no he sido capaz de leer la copia mecanografiada en su totalidad (367 densas páginas, sin apenas márgenes ni espacios en blanco), pero casi. Este es un pequeño resumen de su contenido:

En 1598, al despoblarse el lugar, los curas de Huérmeces proclamaron la unión de las iglesias de Monasteruelo y Huérmeces; esta unión de iglesias ocasionó que las campanas de San Juan de Monasteruelo acabaron en la torre de la iglesia de San Juan de Huérmeces. A ello siguió la toma de posesión del lugar por parte del concejo, con el argumento de que la distancia que separaba Monasteruelo de Huérmeces (3,5 km), era claramente menor que la que separaba al despoblado de Ros (6 km).

“el dicho lugar de Monesteruelo estaba yermo y despoblado […] y los dichos curas […] decían misa en la iglesia a dónde no acudía nadie por cuya causa se había consumido el Santísimo Sacramento y las campanas de la iglesia se habían caído y estaban en la del dicho lugar de Guermeces […] y era por ser el dicho lugar de Monesteruelo mas cercano al dicho lugar de Guermeces y por la dicha razón los dichos lugares de Guermeces y sus términos y los de Monesteruelo estaban y eran unos y el aprovechamiento dellos de pacer las yerbas y beber las aguas y cortar leña, andrinas y aylagas lo habían tenido y tenían los vecinos y moradores del dicho lugar de Guermeces…”


Torre de la iglesia  (Foto, Demetrio Ortega 1920)


En marzo de 1636, se dicta el auto de posesión de Monasteruelo por parte de Huérmeces, y se procede al derribo de los mojones existentes entre los dos pueblos:

“…a los dichos cinco días del dicho mes de marzo del dicho año de mil y seiscientos y treinta y seis habiendo llegado el dicho señor juez ante mi el dicho escribano y testigo al término del dicho lugar de Monesteruelo donde estaba en el camino que va del dicho lugar de Guermeces al de Monesteruelo en lo alto del páramo un mojón que es el primero que solía dividir los términos entre dichos lugares [...] y antes de pasar del dicho mojón le demolieron y derribaron por mandato del dicho señor Teniente de Alcalde Mayor [...] y mandó que ninguna persona inquiete ni perturbe en la dicha posesión de los términos del dicho lugar de Monesteruelo al Concejo y vecinos del dicho lugar de Guermeces y cabildo con pena de cincuenta mil maravedis [...] y luego continuando en la misma forma se pasearon y anduvieron quieta y pacíficamente por el dicho término del dicho lugar de Monesteruelo…”

Dos días más tarde, en el paraje de Campillo, en lo alto del Páramo, se comunicó a los representantes de Ros la toma de posesión de Monasteruelo por parte de Huérmeces. 

No se resignaron los vecinos de Ros a renunciar así como así a aquellos terrenos ricos en pastos y montes, por lo que presentaron una protesta, argumentando que Ros tenía tomada posesión de Monasteruelo por facultad real de su Majestad del año 1631.

No pasó mucho tiempo antes de que Diego Gómez de Villarroel, secretario de Cámara del Rey nuestro Señor (Felipe IV) ordenara por medio de carta la devolución de Monasteruelo a Ros; era mayo de 1636. También se ordenaba que:

“…se prenda a don Jacinto de Salazar, alcalde mayor de Aza de Siero y le traiga y ponga preso en la posada que eligiere por cárcel en esta ciudad…”



La Torre en 1930 (Fam. Hidalgo-Fontaneda)


No sólo le costó un disgusto al alcalde de Haza de Siero (con sede en Huérmeces), ya que también se ordenó prisión para otros dos vecinos del pueblo que participaron en la ceremonia de derribo de los mojones: Jerónimo de Güemes y Juan de Valderrama.

El argumento de la facultad real de 1631 era claro:

“…entre el lugar de Ros y Monesteruelo siempre había habido comunidad de pastos y términos, y estaban muy convecinos, y porque en cuanto a la agregación de las iglesias no procedía en cuanto a términos y pastos y diezmos…”

Lógicamente, Huérmeces no se mostró de acuerdo con la sentencia y apeló su contenido, esgrimiendo de nuevo el argumento de la proximidad:

“…que el dicho lugar de Guermeces era el mas propincio próximo y cercano al de Monesteruelo con que habiéndose despoblado…”

También se requirieron actuaciones periciales a diversos notables de los pueblos vecinos de Santibáñez, Ruyales, San Pantaleón y Ubierna. Por fin, el 8 de julio de 1636, se procede a levantar de nuevo los mojones delimitadores entre Monasteruelo y Huérmeces, derribados apenas cuatro meses antes.

“… en el término de Monasteruelo a do dicen a Santa Centola encima del vallejo que llaman a La Loba […] pido a su merced mande levantar un mojón que está al dicho término que divide los términos de Monesteruelo y Guermeces hasta a donde llega el término del lugar de Ros y poner en la forma que estaba al tiempo y cuando don Jacinto de Salazar teniente de alcalde mayor de la Aza de Siero derribó y demolió […] haciendo levantar y que se levanten los demás mojones […] Fuente Gatillo […] Valdemanzanedo encima de La Cesternilla […] Valdemanzanedo encima de el Concejero […] vallejo de Valdemanzanedo […] La Solanilla […] camino de Monesteruelo a Guermeces […] Campillo encima de San Martín […] encima de Fuente Monte […] ermita de San Martín y así puestos y levantados los dichos mojones por los dichos Regidores su merced mandó que ninguna persona los derribe ni al dicho Concejo ni vecinos de Ros se les inquiete en la dicha posesiónpena de veinte mil maravedis para la Cámara Real…”



Las cruces señalan los mojones entre Monasteruelo y Huérmeces; las líneas de puntos indican los límites modernos entre los términos de Ruyales, Huérmeces, Ros y Los Tremellos



Sería interminable seguir detallando el resto de las anotaciones del pleito de los 34 años. Durante todo ese tiempo, varios escribanos trabajaron muchas horas-extra, ya que ambos pueblos litigantes argumentaron puntuales y milagrosos poblamientos, sorprendentes retejados y destejados de viviendas; se midieron las distancias entre los tres lugares, por caminos reales y por caminos carreteros, por el camino más corto y por el camino más largo; se discrepó de las varas de medir, se increpó a agrimensores, se discutió hasta del curso natural que las aguas del vallejo seguían … inexorablemente camino de Ros.

Por fin, en Valladolid, a 22 de agosto de 1670, se confirmó la sentencia definitiva:

“…manuteniendo y amparando al dicho lugar de Ros, Concejo y vecinos de él, en la posesión del dicho lugar de Monesteruelo…”


Ejecutoria del Pleito de Monasteruelo (1670) Archivo de la Real Chancillería de Valladolid


Legalmente, el pleito estaba finiquitado, pero la Iglesia de Huérmeces nunca lo dio por olvidado y, además de no proceder a la devolución de las campanas, volvió a intentar la anexión del lugar. Así, en fecha tan cercana  como 1803, parece ser que los curas de Huérmeces aún realizaron un último intento por hacerse con las tierras de Monasteruelo. De nuevo, fracasaron.


En el semicírculo central de la fotografía se ubicaba la iglesia. Furtivos abstenerse: no queda nada.


Por la descripción de los mojones, parece ser que en la parte final del vallejo, en dirección al Mojón Alto (actual trifinio entre Ruyales, Ros y Huérmeces) existía una ermita bajo la advocación de San Martín. Quizás las tumbas encontradas en la ladera estén relacionadas con dicha ermita.

La torre o espadaña de la iglesia de Monasteruelo permaneció en pie hasta mediados del siglo XX, balizando el lugar en el que se ubicaba el pueblo. Hasta que, en 1952, el Ayuntamiento de Ros decidió que los buenos sillares de la torre se utilizaran para la construcción de las nuevas escuelas. Y el despoblado se quedó sin su faro, más cerca del olvido. El paso del tiempo y el recubrimiento vegetal hicieron el resto.

La espectacular olmeda que ribeteaba la parte alta del vallejo desapareció a mediados de los años 80 del siglo pasado, a manos de la grafiosis del olmo. Hoy apenas resultan visibles los esqueletos de unos pocos ejemplares.



NOTAS Y AGRADECIMIENTOS


- El Pleito de Monasteruelo se produjo entre los reinados de Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700), con la regencia de Mariana de Austria (1665-1675) de por medio.

- En su época escolar, ya en la capital provincial, Demetrio Ortega Angulo debió despuntar como aplicado estudiante; en una librería de viejo de Zaragoza he encontrado unos "deberes" realizados por él en 1905: “Atlas escolar del alumno D. Demetrio Ortega Angulo. Curso 1905 a 1906. Ejercicios sobre el mapa de España”.

- El "Mapa de una parte de la provincia de Burgos", obra de Thomas López (1784) puede consultarse en la Biblioteca Digital de la Real Academia de la Historia: Biblioteca Digital RAH 


Especial agradecimiento a Félix Ortega Martínez, pariente de Demetrio y presidente de la "Asociación Monasteruelo de Ros", por proporcionarme una copia del Pleito.




domingo, 21 de febrero de 2016

Hitos de hojalata, faros de secano (II): El seiscientos blanco de Valdefrailes



A veces, una simple chatarra trasciende, y su mera persistencia en el tiempo y en el espacio acaban otorgándole la categoría de hito, pasando a formar parte del paisaje de un lugar.

Recordemos el destino final que tuvo la moto de don Alejandro, cura párroco de Huérmeces entre 1959 y 1966 (ver post la vespa del camino Castrillo), que acabó siendo utilizada como baliza en un conflictivo -en días de niebla o nieve- cruce de caminos.




Algo parecido sucedió con el Seat 600 blanco que un buen día apareció abandonado en un apartado paraje del pueblo: el Alto de Novilla, en la ladera que cae hacia Valdefrailes.

Al finalizar su vida útil, el dueño del vehículo, o alguien cercano a él, lo depositó allí, que en aquellos años era el paraje habitual para la costumbre de abandonar chatarras o trastos de difícil reciclaje. Quizás aquel día el coche aún realizara un postrero viaje, circulando sin control por la ladera, apenas unos metros, hasta pararse para siempre en una pequeña contrapendiente.





Y allí permaneció durante muchos años, metódicamente rapiñado y eviscerado: primero el motor, luego las puertas, la caja de cambios, más tarde las ruedas ... todo se aprovechaba, como en el sector porcino. Solo persistió la carcasa, y sin matrícula delatora. 

Seguro que la fauna silvestre de la zona lo aprovecharía como refugio temporal o madriguera; quizás más de una camada de micromamíferos, pollada de aves o nido de víboras vio la luz por primera vez en el amplio espacio que dejó libre el motor. Puede que su techumbre fuera utilizada en alguna ocasión como puntual oteadero por rapaces esteparias. Incluso las aves migratorias pudieron utilizarlo como baliza indicadora del correcto camino hacia las tierras cálidas del Sur.

Y un buen día, al igual que sucediera con la vespa del camino Castrillo, el seiscientos de Valdefrailes desapareció de la ladera que le había acogido durante casi tres décadas. Se supone que un chatarrero, conocedor de la zona o avisado por alguien, llegó, sopesó y cargó. 

Otro hito de hojalata desaparecido, otro faro se secano apagado para siempre, otro pedazo de la historia sentimental del pueblo arrebatado por la insaciable codicia metálica.

Adiós, seiscientos blanco de Valdefrailes, allá dónde estés, los microbichos y la avifauna del vallejo no te olvidan.


domingo, 14 de febrero de 2016

El Muelle perdido de Tubilla del Agua




Continuando con vivencias y recuerdos de los muchos viajes entre Cantabria y Huérmeces por la vieja carretera del Escudo (N-623), hace unos días, desempolvando mi colección de diapositivas, me encontré con una curiosa filmina.

Está realizada en agosto de 1988, en Tubilla del Agua, en la fachada de la casa que, a la derecha de la salida del pueblo en dirección Santander, se construyera hace muchos años para residencia del médico del lugar.

Apenas dos vislumbres de ventanas, con sus vierteaguas, y un breve lienzo de la pared de mampostería de piedra, rejunteada según la costumbre de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.


En esa pequeña porción de pared, justo debajo de las ventanas, aparece un grafiti que no dejará indiferentes a los que ya tenemos cierta edad: la firma de “Muelle”, el más famoso grafitero del Madrid de los años de La Movida.

Al final, ningún médico habitó la casa, por lo que a principios de los años 90 fue vendida por el pueblo a un particular. La lógica remodelación de la misma se llevó por delante el Muelle de su fachada.


Juan Carlos Argüello (Madrid, 1966-1995) más conocido por su firma, Muelle, fue pionero en España en desarrollar el fundamento sobre el que se sustenta el graffiti: la sorpresa. Sus grafitos están basados en una firma o rúbrica que terminaban en flecha, un estilo de pintada autóctona madrileña.

 
Muelle en la terraza del Círculo de Bellas Artes (1987) Foto: José Antonio Rojo

Parece ser que su mote se originó en su época escolar, al difundirse la historia de que había sido capaz de hacerse una bicicleta a partir de un muelle gigante de amortiguador.

A mediados de la década de los 80, Argüello empezó a reproducir en paredes y espacios públicos del madrileño barrio de Campamento el logotipo que había diseñado, compuesto por la palabra Muelle unida a un muelle acabado en flecha y una letra R enmarcada en un círculo, a modo de marca registrada.

De hecho, en diciembre de 1985, Muelle registró su logotipo en la propiedad industrial, y nunca permitió que su nombre quedara ligado a marca o establecimiento alguno. Los sucesivos diseños de la firma fueron evolucionando y haciéndose más complejos, combinando distintos colores, buscando efectos con bordes gruesos y añadiendo detalles de perspectiva tridimensional. La profusión de su obra, su ubicación y visibilidad en espacios públicos, y lo llamativo de sus diseños, contribuyeron a su popularidad y a que otros jóvenes (los llamados “flecheros”) se basaran en ellos para crear los suyos propios.

El último Muelle, en el nº 30 de la calle Montera

Muelle extendió su firma por los alrededores de Madrid y otros muchos lugares de la geografía nacional. Hoy sólo queda un ejemplar, en la calle Montera de Madrid. Muelle dejó de pintar en 1993 y falleció dos años después.





Sin embargo, la desaparición de este Muelle no supera la categoría de anecdótica, comparada con otras que ha sufrido Tubilla durante el pasado siglo. En el año 1968, el Arzobispado de Burgos, vendió por 300.000 pesetas, a un anticuario de Reinosa, Aurelio Ruiz Hoyos, la torre de la vieja iglesia románica de San Miguel, con el  pretexto de utilizar el dinero de la venta para arreglar la iglesia parroquial de Santa María, situada en la parte alta del pueblo.

La torre de San Miguel, con La Vieja (1965)
En realidad, el anticuario de Reinosa era un mero intermediario del escultor, coleccionista de arte y “mecenas” catalán Frederic Marès, que en gloria esté.   

La esbelta torre románica poseía una ventana en cuyo parteluz figuraba un misterioso personaje encadenado, conocido popularmente en Tubilla como “la vieja choricera”. Hoy en día puede contemplarse en el Museu Marès de Barcelona, previo pago del precio de la entrada (4,20 euros)

Pero el “comprador” no se conformó con la torre, y arrampló con todo lo que se le puso por delante en la iglesia, sin control de nada ni de nadie, incluido el bien conservado fresco románico de San Miguel y el Dragón (o "Angeles en lucha con el dragón"), cuidadosamente despegado de la pared original. De este fresco se había perdido completamente la pista hasta muy recientemente.

La Vieja de Tubilla, en el Museu Marès

Angeles en lucha con el dragón (MNAC)







A mediados de marzo de 2016, aparece en la prensa nacional la noticia "El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) incorpora 20 obras de arte medieval", por la que nos enteramos que el fresco de la iglesia de San Miguel de Tubilla ("Ángeles en lucha con el dragón") forma parte de la casi altruista donación realizada por el empresario y coleccionista Antonio Gallardo Ballart (presidente de la farmacéutica Almirall, cuyo producto estrella es Almax); estas 20 obras forman parte de la exposición temporal "Noves obres mestres per al museu", visitable desde el 17 de marzo hasta el 3 de julio de este año; esta donación, "la más importante en 50 años", es fruto del acuerdo firmado entre el coleccionista, el Museu y la Generalitat, por el que se donan estas 20 obras (10 como donación pura, 6 en concepto de dación en pago de impuestos y 4 en depósito); una vez finalizada esta exposición temporal pasarán a formar parte de la colección permanente del Museu.

De esta manera, en un misma mañana, podemos visitar las dos joyas de la iglesia de San Miguel de Tubilla del Agua: 

  • "La Vieja" en el Museu Marès, sito en el Palau Reial Major (Barri Gòtic, metro Jaume I, L4) 
  • "Ángeles en lucha con el Dragón" en el MNAC, sito en el Palau Nacional, al pie de la montaña de Montjuïc (metro Espanya, L1).

Y si después de la visita, tu tracto gastrointestinal muestras síntomas de acidez, ya sabes ... nada como Almax.

Tubilla merece una parada para disfrutar de varias cosas que no han desaparecido: los distintos barrios del pueblo, la iglesia de Santa María, en la plaza, la de San Juan, en el barrio de abajo, el Arco de la muralla ... y alguna nueva incorporación de los últimos años: el mirador sobre la cascada del Hornillo.

Y un par de bares abiertos todo el año.




Más información:

  • “Muelle: el primero de todos los grafiteros”, artículo escrito por David Sarabia, en eldiario.es, con motivo del 20 aniversario de la muerte de Argüello:



  • Acerca del expolio de la iglesia de San Miguel (fotos inclusive):




  • Acerca del Museo Marès:


Frederic Marès recibiendo la medalla de oro de la Generalitat (1986)

Frederic Marès i Deulovol (Portbou 1893, Barcelona 1991): Escultor. Artista polifacético modernista, que inició las restauraciones de las tumbas reales del Monasterio de Poblet. Reunió una gran colección de arte que le llevó a la creación del museo que lleva su nombre en 1946, que posteriormente donó al Ayuntamiento de Barcelona. Entre sus obras, destaca el relieve El entierro de Cristo en la iglesia de Santa María del Mar de Barcelona. Cruz de Sant Jordi en 1982; Medalla de Oro de la Generalitat en 1986.


  • Acerca del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC):

http://museunacional.cat/es



Agradecimientos:

Francisco Trucharte, del bar Un Rincón de Tubilla del Agua

domingo, 7 de febrero de 2016

La Iglesia de Huérmeces (I)




Nadie ha descrito mejor la iglesia de Huérmeces que Alberto Cayetano Ibáñez Pérez (Palencia, 1935-Burgos, 2009), catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Burgos; y lo hizo en su trabajo “La iglesia de San Juan de Huérmeces (Burgos), obra del arquitecto D. Fernando González de Lara” (Boletín de la Institución Fernán González nº 186, 1976/1)

Iglesia de Huérmeces, años 50 del siglo pasado


Por lo tanto, es este texto el que tomaremos como guía para realizar una pequeña descripción de la iglesia parroquial de Huérmeces. También se han tenido en cuenta las apreciaciones de Javier Gómez Oña, incluídas en su enciclopédica obra "Las mil y una iglesias de la Diócesis de Burgos" (2010).



La iglesia destaca por su considerable tamaño y por ser una de las escasas muestras de arquitectura religiosa del Neoclásico en la provincia de Burgos. Su monumentalidad se ve complementada por la calidad de sus sillerías en piedra caliza y por la perfección de cada una de sus partes.


Su importancia también radica en ser la primera obra arquitectónica de función religiosa del arquitecto Fernando González de Lara, que trabajó en Burgos entre los años 1763 y 1787. Entre sus muchas obras, destacan la Cárcel Real, el Ayuntamiento de Burgos, el Paseo del Espolón y la torre de la iglesia de Cabia





Iglesia neoclásica con restos tardogóticos (Capilla y bóvedas de crucería de baptisterio y coro); Torre barroca





Según Ibáñez, en la iglesia de Huérmeces se aprecian claramente tres fases constructivas y estilísticas:

- restos de la iglesia primitiva (tardogótica, siglo XVI)
- torre barroca (1758-1759)
- iglesia neoclásica (1780-1783)

El EDIFICIO PRIMITIVO TARDOGÓTICO fue levantado en el siglo XVI, y a él pertenecen las bóvedas de los pies, de crucería estrellada, y una pequeña estancia rectangular, adosada a la nave del Evangelio, cubierta con dos bóvedas de crucería, que hacía la función de sala de juntas de las cofradías de la parroquia (hoy denominada "capilla")

Una de las dos bóvedas de crucería con que cuenta la denominada "Capilla"

Baptisterio, bóveda de crucería



La pila bautismal, muy erosionada, es románica, con arcos y moldura inferior. Probablemente, esta pila procede de la desaparecida iglesia románica de Santa María del barrio de La Parte, más conocida como ermita de La Blanca.




La TORRE BARROCA se levanta sobre la bóveda central de los pies del viejo templo tardogótico, y no se conoce el nombre del arquitecto que la construyó. De planta cuadrangular, con pilastrones y pináculos de remate, es una de las mejores de su época. Se terminó en 1758, según reza en la zona inferior de la balaustrada del coro, alojado en la parte inferior de la torre.

Año de 1758, puede leerse debajo de la balaustrada del coro, justo debajo de la torre; obsérvese la bóveda de crucería (tardogótica) que ocupa la zona inferior del coro








 



La torre consta de dos cuerpos: en el inferior se aloja el coro y se cubre con bóveda gótica de crucería estrellada; en el cuerpo superior se aprecian dos ventanas en cada lado y se decora con pilastras cajeadas. El acceso se realiza por escalera de caracol que se manifiesta al exterior por un cuerpo hexagonal adosado a la parte inferior de la torre.

Dos de las campanas proceden de la desaparecida iglesia de Monasteruelo (Ros) desde que, a mediados del siglo XVII, se produjera el despoblamiento del lugar.


Debajo del reloj, puede leerse la fecha de 1759, año en el probablemente se instaló el mecanismo original.





La IGLESIA NEOCLASICA se edifica muy rápidamente, en apenas tres años (1780-1783). Veinte años después de construirse la torre, en 1779, la iglesia tardogótica se encontraba en tan mal estado que los mayordomos le encargaron al arquitecto Fernando González de Lara que la reconociera.

Al año siguiente se proyectaron las obras de la nueva iglesia, ascendiendo su coste a la elevada cifra de 130.000 reales y colaborando en su pago los vecinos, tanto con dinero como con prestación de trabajo personal. Al no poder aprovechar los muros de la iglesia antigua, se decidió alargarla unos 4 metros, no pudiendo hacerse en mayor longitud por alcanzar el límite del entonces camino que la circundaba por el este (hoy carretera).


Conviene recordar que aquel 1783, en el que se finalizaron las obras de construcción de la nueva iglesia, fue el inicio de un ciclo de tres años muy duros para la agricultura y los campesinos de gran parte de Europa. La violenta erupción del volcán islandés Laki (8 de junio de 1783) vino acompañada por la emisión a la atmósfera de una enorme nube tóxica que acabó por envolver los cielos de medio mundo, ocasionando una hambruna de tres años. Suponemos, pues, que a los labradores de Huérmeces no les resultaría sencillo asumir los gastos excepcionales ocasionados por la construcción de la nueva iglesia. 






En su interior, la iglesia responde al esquema típicamente neoclásico de templo de planta central, con predominio de la cúpula, contrarrestada por las bóvedas de cañón. La gran cúpula de planta oval, con linterna para posibilitar la iluminación del templo, descarga a través de pechinas sobre pilares en los que se abren hornacinas.

Retablo Mayor



Se trata de una interpretación más simple, adaptada al reducido espacio y escasos medios de que se disponía, del modelo grandioso de San Pedro del Vaticano, como se evidencia en los testeros planos del presbiterio y crucero.

El entablamento en que se apoya la cúpula se ve enriquecido únicamente por dos impostas corridas, una de tacos y otra de ovas y flechas, y por varias cartelas en el arquitrabe.

La mayor de las cartelas se enclava sobre el arco triunfal, sostenida por un niño que sobresale por detrás, y reza así:

¡O QUAM METVENDVS EST LOCVS ISTE! VERE NON EST HIC ALIVD NISI DOMVS DEI ET PORTA CAELI.

(¡Que terrible es éste lugar! En verdad no hay aquí más que la casa de Dios y la puerta del Cielo)

La parte inferior de dicha cartela deja clara la identidad del autor de la obra:

ESTA YGLESIA SE HACIA POR DON FERNANDO GONZALEZ DE LARA INDIVIDUO DE LA REAL ACADEMIA DE SAN FERNANDO AÑO DE 1783


 




































El exterior de la iglesia, a excepción de la torre, ofrece una total desnudez decorativa y una gran pureza de líneas y volúmenes. La entrada está formada por un pequeño pórtico cubierto con bóveda de arista, abriéndose la sencilla portada en arco de medio punto, flanqueado por pares de pilastras encargadas de soportar un frontón. El único adorno es una estatua de San Juan en piedra, colocada en una hornacina situada encima de la puerta, en el interior del pórtico.



Sin embargo, la sacristía es bastante más reciente que la iglesia neoclásica, ya que se levantó en 1835, siendo párroco el longevo Florentín Díaz-Ubierna. Parece ser que fue necesario demoler la casa de las trojes para que la sacristía ocupara su lugar. Si nos fijamos un poco, apreciaremos la diferente coloración de los sillares calizos de esta construcción, que contrastan claramente con los sillares de la nave.


En dicho año 1835 también se acometió la ampliación del cementerio, que debía de haberse quedado pequeño para una población que rondaría por entonces las 350-400 almas.


El día 18 de enero de 1893, un violento ciclón o huracán destrozó las ventanas y vidrieras de la iglesia, por lo que fue necesario realizar un gasto de casi 700 reales para su sustitución.


Hace unos años, se emprendió la reforma integral de las cubiertas del edificio (incluida la linterna de la bóveda), así como la limpieza y rehabilitación del interior de la cúpula, campanario y reloj de la torre. Los recursos económicos necesarios para dichas intervenciones procedieron tanto del denominado "Convenio de las Goteras" (Diputación Provincial y Arzobispado de Burgos) como, sobre todo, de las arcas municipales.

También se han restaurado varios retablos y se han adquirido nuevos bancos, ya que los antiguos databan de los años cincuenta del siglo pasado y presentaban un estado muy deteriorado. 

Cabe apuntar la importancia que recientemente ha adquirido el templo como lugar de celebración de ceremonias nupciales, a raíz de que los dos palacios existentes en el pueblo entraran en el negocio de las bodas.




El solar en el que se enclava la iglesia tiene una superficie total de 1730 metros cuadrados, de los que 650 corresponden al edificio religioso, 350 al cementerio adosado y los 730 restantes a espacio ajardinado, sorprendentemente bien cuidado y mantenido. Rodeado de una alta tapia de piedra, con tres entradas diferentes (Este, Oeste y Sur), de las que únicamente dos se encuentran habilitadas, su verde pradera ofrece un contraste perfecto con la blanquecina sillería caliza que domina el edificio.
 
La linterna, levantada de nuevo tras la última reforma de la iglesia (2011-2013)





















En flickr existe un espléndido reportaje fotográfico, realizado por Santiago Abella, sobre el interior y exterior de la iglesia, junto con otros edificios y parajes del pueblo: