domingo, 26 de febrero de 2017

El vecino que prestó su nombre a un puente




Uno de los rincones más bucólicos del término de Huérmeces es el que rodea al viejo puente del siglo XVII (1) que cruza el río justo allí donde el Úrbel se ve remansado en una poza de buen tamaño, sombreada por altos y frondosos chopos (2). A principios de verano, sobre las tranquilas aguas de la poza se produce el llamativo despliegue floral de decenas de nenúfares, lo que contribuye a dotar al lugar de un hálito de pintura prerrafaelita.





El recorrido entre el pueblo y el viejo puente, por el camino de La Blanca, constituye uno de los paseos más populares de Huérmeces. Del puente nuevo (Vega o Comparanza) al viejo puente, y vuelta por la carretera, ya que el escaso tráfico que soporta la BU-622 así lo permite. Un circuito pedestre de casi dos kilómetros de paseo.(3)

En su condición de solar en el que se estableció el primer asentamiento poblacional del Guermezes alto-medieval (4), los alrededores del Puente presentan una alta densidad de parajes icónicos en la historia del pueblo: la desaparecida ermita de La Blanca, el supuesto castillo de la Coronilla, la superviviente ermita de Cuesta Castillo, las pétreas tumbas medievales de San Miguel y La Nevera, el casi olvidado molino de Los Nogales, el Palacio de Arriba,...


Aguas abajo del puente aún se conserva parte de la presa que desviaba agua del Urbel hacia el cauce del molino de Cigatón




Desde mediados del siglo XX, a este viejo puente se le conoce con el nombre de Puente de Miguel. ¿Y quien era el señor Miguel cuya memoria ha trascendido al dar nombre a todo un puente del siglo XVII?

A principios de los años cuarenta del siglo XX, el Señor Miguel era un labrador más en el Huérmeces de la postguerra; además, era el propietario circunstancial de la finca en la que -desde hacía más de cinco siglos- se erigía el Torreón (5). En aquellos años, una de las maneras de rentabilizar siquiera mínimamente estas inmensas construcciones semiarruinadas -que no interesaban a nadie- consistía en vender o reutilizar parte de la buena piedra con la que estaban levantadas. Y este fue el destino parcial del viejo torreón.

Se aprovecharon, principalmente, las partes altas de la torre, allí donde se concentraba la piedra mejor labrada: las almenas y modillones de los dos únicos lienzos -meridional y occidental- que quedaban por entonces en pie. En virtud de un acuerdo previo, el cantero de Santibáñez que realizó la demolición se quedó con la mitad de la piedra desmontada; la otra mitad para el señor Miguel, con la idea de ir vendiéndola poco a poco a vecinos de Huérmeces y alrededores. Es muy probable que piedras procedentes de la vieja torre formen hoy parte de varias casas de Huérmeces y pueblos vecinos.

Aspecto otoñal, aguas abajo, de la poza del Puente Miguel


Poza del Puente Miguel, aguas abajo, en invierno





La Casa de Miguel, (6) situada muy cerca del viejo puente, en la orilla derecha del Úrbel, disponía de una amplia huerta, distribuida en varias parcelas; para regar las plantaciones contaba con el agua de una buena fuente, de un arroyo y del cauce del propio río. En ella existían numerosos pies de diversos árboles frutales (manzanos, perales y ciruelos, principalmente) que abastecían de fruta a la mayor parte de los vecinos de Huérmeces. 

En la huerta también existían varias colmenas, y un horno en el que se coció pan durante muchos años. El señor Miguel también dominaba el arte de la taxidermia, y era un consumado herborista, cazador y pescador. Junto con el recordado señor Heliodoro, uno de los más afamados cazadores de la comarca.  



También pertenecía a la familia del señor Miguel el hoy desaparecido Molino de Los Nogales (o de Campillo), situado a escasa distancia de la huerta baja. Su nombre hacía honor a los dos enormes nogales que existían en el paraje, hoy también desaparecidos.

La arruinada Casa de Miguel; al fondo, a la derecha, la huerta de Patricio; y a la izquierda de ésta, justo encima de la caseta, la finca en la que se erigía la ermita de La Blanca


Con el paso de los años, la casa del señor Miguel fue vendida por la familia a unos vecinos de Burgos aficionados a la pesca del cangrejo de río, ya que el Úrbel era uno de los más ricos de la provincia en estos crustáceos. Con la aparición de la afanomicosis, a finales de los años setenta del siglo pasado, que marcó el final del cangrejo autóctono, la casa dejó de recibir las asiduas visitas de sus propietarios, y fue vendida de nuevo. Hoy en día, presenta un triste estado de ruina.



Las huertas se perdieron o cambiaron de manos, el molino desapareció y la casa se arruinó, pero la memoria del señor Miguel sigue viva en este viejo puente.


Miguel Díaz Martínez, el Señor Miguel, nació en Huérmeces el 8 de mayo de 1891, y falleció en Burgos el 6 de junio de 1973. Fue concejal del Ayuntamiento de Huérmeces durante ocho años (1931-1938). Era persona seria y respetada en Huérmeces y comarca. Su esposa, Isabel Martínez González (1894), también era natural del pueblo. Tuvieron siete hijos: Amador, Amancio, Cristina, Florinda, María Luisa, Maximina y Miguel. Alguno de sus numerosos descendientes aún mantiene casa abierta en Huérmeces.

Diario de Burgos, 13 de noviembre de 1924. El molino de Los Nogales ya no funciona y se venden sus componentes

 
El entonces denominado Puente Canterillo, hacia 1920-1930





Molino de los Nogales, hacia 1920-1930




NOTAS:



1. En los siglos XVII y XVIII este puente se denominaba Puente del Barrio La Parte (Archivo Histórico Nacional, Cons. Leg 25001) y formaba parte del viejo camino real de Burgos a Reinosa por Aguilar. El puente, en su configuración actual de tres arcos (el central de mayor tamaño) fue levantado hacia 1640 por el cantero cántabro Pedro de Sarabia, ya que el anterior había sido derruido por una gran avenida acaecida tres años antes. El coste total de la obra fue de 34.700 reales. Durante la primera mitad del siglo XX, el puente era conocido con el nombre de Puente Canterillo, en recuerdo de otro vecino de Huérmeces. Al realizarse la carretera de Ruyales, en los años 40 del siglo XX, al puente se le dotó de un feo pretil en forma de secciones de hormigón. También se añadió un cuarto ojo, en la orilla izquierda del río.


2. Apenas a unos 100 metros aguas abajo del puente, existía una presa que hacía las funciones de azud para el cauce del molino de Cigatón.

El Torreón (c.1930) con sus dos lienzos enteros
3. El pequeño tramo de camino (apenas 80 metros) que discurre por la linde meridional de la Casa de Miguel, estuvo cerrado por la vegetación durante años, lo que obligaba a prolongar el paseo por el tramo final del camino de La Blanca hasta la carretera de Ruyales. Hace poco, con motivo de la apertura de la ruta balizada PRC-BU-57 (Sendero de las Cuevas de Valdegoba), este tramo fue limpiado y desbrozado, y se mantiene en uso constante.



4. Denominado Barrio de La Parte, cuya parroquia era la desaparecida iglesia de Santa María, luego ermita de La Blanca. En algunos mapas topográficos más modernos se le denomina El Arrabal.

5. El torreón de Huérmeces también es conocido como torre de los Padilla o torre del duque de Abrantes, dos de los principales linajes por los que pasó su propiedad. Fue levantado a finales del siglo XIV o principios del XV. A los pocos años de su demolición parcial, sus restos fueron declarados BIC (1949).


Margaritón (Leucanthemum maximum)
6. La Casa de Miguel se ubica en el referido cruce entre el camino de La Blanca y la carretera de Ruyales del Páramo, por lo que siempre fue un lugar muy frecuentado por paseantes, vecinos y veraneantes. Durante los años setenta, cuando la afanomicosis aún no había hecho acto de presencia, y la casa recibía la frecuente visita de sus nuevos dueños,   el jardín delantero de la casa presentaba un cuidado aspecto, destacando algunos ejemplares de abetos (Abies pinsapo), árboles ornamentales y plantas vivaces, entre las que destacaba una buena mata de margaritón (Leucanthemum maximum), objeto de deseo para muchos paseantes en aquellos años. Hasta principios del siglo XX, a esta casa se le denominaba Casa de La Parte (así aparece consignada en el documento "Deslinde y amojonamiento de las vías pecuarias del pueblo de Huérmeces", fechado en 1912).








La poza del puente, aguas arriba, en otoño


Otras entradas relacionadas:


Puentes y vados del término de Huérmeces: Cruzando el Urbel (Junio de 2015)



La torre de los Padilla o del Duque de Abrantes: El torreón de Huérmeces (Junio de 2016)



Molinos harineros de Huérmeces: 
Un pueblo con mucha molienda (Abril 2014)


La iglesia de Santa María del Barrio de La Parte: La ermita de La Blanca (Marzo 2016)






Agradecimientos: a Miguel Angel Serna, nieto del señor Miguel.


domingo, 19 de febrero de 2017

Eléboro, la flor de invierno



En una tierra con un clima tan poco propicio para alardes florales, llama poderosamente la atención que, a mediados de enero o incluso mucho antes, exista una especie vegetal que ose exponer sus flores al invierno castellano. Se trata del eléboro o heléboro fétido (Helleborus foetidus).

Es cierto que su floración no es muy llamativa ni en color ni en forma ni en tamaño, por lo que sus flores, de un verde pálido y con el hábito de mirar hacia el suelo, pasan casi desapercibidas para el profano. A lo más que llegan, en ocasiones, es a teñir sus ápices de un leve purpúreo.


Eléboro fétido en Cotillos (Huérmeces); se aprecia la forma peculiar (cuerno) de sus frutos


En nuestra comarca, suele florecer de enero a marzo. Dadas sus querencias forestales, esta temprana floración obedece al intento de aprovechar lo más posible la luz del sotobosque, antes de que broten las nuevas hojas en árboles y arbustos.

Floración temprana aparte, el eléboro es una planta perenne, de cepa leñosa, con unos tallos que pueden alcanzar los 80 cms de altura, y unas hojas palmeadas de color verde oscuro, que contrastan con el tono verde pálido del resto de la planta. El aroma general que exhala la planta es, como su propio nombre indica, más bien desagradable.

Eléboro fétido en Los Prados (Quintanilla Pedro Abarca); aún en flor


El fruto es un folículo (entre 2 y 4 por flor), que termina en un pico de hasta 1 cm, con numerosas semillas negras en el interior que tienen un eleosoma blanco (un tipo de aceite) que atrae a las hormigas.

La virtud más llamativa del eléboro fétido es, sin embargo, su alta  toxicidad, quizás la más peligrosa de las plantas espontáneas de la comarca. Probablemente, su olor desagradable le ha servido desde tiempos ancestrales para que los animales herbívoros la respeten.



Tanto es así que, en la Edad Media, el eléboro era utilizado para emponzoñar las puntas de flechas que armaban arcos y ballestas. De ahí otra de sus acepciones: yerba de ballesteros.

Su nombre genérico deriva del griego helleboros: de helle (dañar) y bora (comida), haciendo referencia a lo perniciosa que puede resultar su ingesta. Su nombre específico, foetidus, no necesita mayor explicación.

Eléboro fétido en flor medrando en la pared norte de la iglesia de Foldada (Aguilar de Campóo)


Su amplia distribución por casi toda la Península Ibérica se traduce en la profusión de nombres comunes con que se conoce al eléboro fétido: acolecho, agüero, baladra, baladre, ballesta, ballestera, berfa, castellada, chavera, chígüero, chigüero, cornivario, cornivarios, crujía, cuernitos, eléboro, eléboro fétido, eléboro negro, eléboro no legítimo, eleborastro, flor de culebra, flor del veneno, garbanzos-de-lobo, habas-de-lobo, heléboro, heléboro fétido, heléboro verde, helleborastro, hierba alobada, hierba ballestera, hierba de ballesteros, hierba de la ballestera, hierba de la culebra, hierba del alobadado, hierba del alobado, hierba del alobodado, hierba de los ballesteros, hierba llavera, hierba venenosa, llabera, llaberón, llave del año, llavera, marihuana, marihuana de los tontos, mata de los tontos, navarro, ornavario, palònia borda, pie de grifón, pie de grifo, quitalocura, raíz de culebra, sagüerro, tóxico, vedegambre de Moncayo, vedegambre fétido, vedegambre negro, vedegambre silvestre, vedegrambre fétido, veneno, verdegambre negro, vileño, yerba de ballesteros, yerba de ballesteros negra y no legítima, yerba del alobado, yerba de los porrazos, yerba llavera, yerba venenosa.

 

Eléboros en Monasteruelo (Ros)
Dado que el eléboro fétido comparte hábitat con la peonía, es comprensible que se produzca una cierta confusión en la nomenclatura de ambas especies. Por ejemplo, en comarcas cercanas, al eléboro se le denomina ornavario o cornivario, términos muy cercanos al cornavario con el que en Huérmeces y alrededores se conoce a la peonía. Hay que tener en cuenta que tanto el fruto de la peonía como el del eléboro presentan un ápice alargado asimilable al concepto de cuerno (corni). Por tierras más lejanas, en Cataluña, al eléboro se le denomina palònia borda (falsa peonía). 

No muy lejos de la comarca (páramos de Masa y Sedano) crece otra especie del mismo género, el eléboro verde (Helleborus viridis), de hábitos mucho más montiscos que el fétido. Sus flores son más llamativas y su porte general de menor tamaño.

Debido tanto a su floración temprana como a su resistencia a las heladas, está muy extendido el uso de eléboros como plantas ornamentales, aunque bajo la forma de variedades seleccionadas para tal fin, con floraciones y foliaciones más llamativas.

En Huérmeces encontraremos eléboros en prácticamente la totalidad del término: en las orlas de los montes de encina, en las laderas de páramos y vallejos, en terrenos secos y pedregosos, en fondos de valle, en setos y matorrales, incluso en las cercanías de antiguas escombreras y vertederos…







Antiguos usos del eléboro fétido, descritos en viejas farmacopeas y medicina popular, hoy totalmente desaconsejables:



British Entomology, John Curtis (1824)

Contiene un tóxico cardiaco denominado heleboreina, así como la saponina glucosídica heleborina, de propiedades drásticas. Debido a los alcaloides presentes en su raíz, se considera útil para reducir la presión sanguínea en casos de hipertensión. Contiene glicosidos similares a los que contiene la dedalera (Digitalis purpurea); la raíz es antihelmíntica, cardiaca, catártica, diurética, emética, emenagoga, irritante, muy narcótica y bastante purgante. Se ha usado en el tratamiento de desordenes nerviosos e histerias.  Resulta tóxica para el ganado que la consume, manifiestando síntomas semejantes a los humanos.













Phytographie Medicale, Hoquart (1821)
Purgante violento y tóxico para el corazón, muy temido por los médicos; en polvo, penetra en las fosas nasales, provocando vehementísimos estornudos; absorvido, produce dolor de estómago, vómito, ansiedad, debilidad pulsativa y hasta la muerte. En fuertes intoxicaciones, produce confusión mental, entumecimiento de los miembros, hipotensión, calambres, parada cardiorespiratoria y muerte. Incluso se han mencionado casos de intoxicación en personas que han bebido la leche de ganado vacuno que comió esta planta. La intoxicación viene producida por los glucósidos cardiotónicos que actúan sobre el corazón y las saponinas, que ejercen su función tóxica sobre el aparato digestivo.









Stinking Hellebore, Ros Yates (2014)
De lo dicho se induce que en modo alguno deberá usarse esta planta en medicina casera o familiar. En veterinaria, su uso era muy extendido en otros tiempos: en la Maragatería leonesa, los pastores la utilizaban para liberar a sus animales de enfermedades epidémicas: atravesaban una aguja por las orejas del ganado lanar, introduciendo en las heridas una fibra de la raíz de esta planta. Produce dolor de estómago, nauseas, vómitos, diarreas, dolores de cabeza.  En uso externo, el contacto con la piel produce un enrojecimiento de la misma, llegando a derivar en lesiones cutáneas más graves con la aparición de ampollas.











Obras consultadas:

Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Pío Font Quer. Editorial Labor, Barcelona (1961)



domingo, 12 de febrero de 2017

La autovía de Aguilar: entre Ubierna y Huérmeces


Durante el pasado mes de noviembre se sometió a información pública el Proyecto de trazado de la autovía A-73 (Burgos-Aguilar de Campóo) en el tramo Quintanaortuño-Montorio (11,7 km).

Sin profundizar demasiado en el análisis de los planos que componen el proyecto, cabría señalar los siguientes aspectos destacados del mismo, sobre todo en cuanto a su influencia sobre caminos, arroyos, montes y paisajes de Huérmeces y alrededores:


1. Principales efectos sobre el paisaje:


  • Se ha decidido sacrificar el Valle de la Rueda, en el término municipal de Ubierna, como vía de acceso al escarpe rocoso que discurre entre aquel pueblo y Huérmeces. Tras el viaducto sobre el río Ubierna, a construir en el paraje de La Campana, el trazado de la autovía atraviesa Las Torquillas, alcanzando el valle por El Blancar; el trazado por el valle se realiza por medio de un terraplenado del terreno que, durante unos 4,5 km, adquiere una pendiente media ascendente de entre el 1% y el 4%, hasta alcanzar el paraje de Las Hoyas (San Martín) y penetrar a continuación en el término municipal de Huérmeces. El Valle de la Rueda constituye la vía natural de comunicación entre Huérmeces y Ubierna.

Valle de la Rueda, en el término de Ubierna; por él discurre el viejo camino entre Huérmeces y Ubierna; por él discurrirá también la futura autovía de Aguilar




  • El trazado de la autovía roza la laguna de Valdevacas que, aunque sin llegar a afectarle de lleno, quedará rodeada por el camino existente y por el nuevo camino de servicio; también pudieran afectarle los movimientos de tierra necesarios para la realización del talud de la autovía y del paso inferior previsto. Dicha laguna constituye el único humedal existente en la zona, y sirve de abrevadero para la fauna del entorno.


Laguna de Valdevacas, en el límite entre los términos de Castrillo y Huérmeces; al fondo, Monte de San Martín; la autovía discurrirá pegada a la laguna, por su izquierda
En rojo, trazado aproximado de la A-73 a su paso por el paraje de Valdevacas. Una azul laguna que se libra por los pelos y una blanca piedra caliza que lo tiene muy negro.


  • La superficie total del término de Huérmeces afectada por el trazado de la autovía es pequeña (unas 10 hectáreas), y se concentra sobre todo en la porción de terreno existente entre el trazado del gasoducto y el límite municipal, atravesando el Monte de San Martín y la parte baja de Valdecofrades. En estos parajes, será considerable el impacto visual y forestal causado por la nueva infraestructura. Unas cuantas viejas matas de encina tienen los días contados.
 
Monte de San Martín, en el límite entre los términos de Huérmeces y San Martín de Ubierna


El trazado de la autovía a su paso por el Monte de San Martín y Valdecofrades, en el límite entre los términos de Huérmeces y Ubierna; en Valdecofrades está previsto un paso superior sobre la autovía

  • El trazado de la autovía pasa justo por encima de la enorme piedra que señala el trifinio entre los pueblos de Huérmeces, Castrillo de Rucios y Ubierna. Situada a unos 100 metros al SE de la laguna, la piedra se encuentra completamente rodeada de matas de endrino, que solo permiten observar su redondeado remate. Supongo que poco es lo que puede hacerse al respecto, excepto documentar su estado actual y rezar por el eterno descanso de su alma. O quizás pudiera trasladarse unos pocos metros hacia el Este (Castrillo-Ubierna) o hacia el Oeste (Huérmeces). Ahí queda la propuesta.

Trifinio Huérmeces-Castrillo-Ubierna, en Valdevacas

Valdevacas: la autovía pasará entre la parcela en rastrojo y el barbecho, justo por el terreno comunal en el que se ubica el trifinio (se ven las tablillas delimitadoras de los diferentes cotos de caza)


Navas, sembrado en su totalidad; los barbechos que aparecen entre la N-627 y el vallejo ya pertenecen al término de Castrillo de Rucios; justo por ellos pasará la A-73

2. Correcciones medioambientales más destacadas:


  • Se prevé un paso inferior de fauna a la altura del término de Las Hoyas, en la parte alta del Val de San Martín, ya en terrenos de Ubierna. Dicho paso servirá, presumiblemente, para no aislar las poblaciones faunísticas de los valles medios del Urbel y del Ubierna.
Las Hoyas, en la zona alta del Val de San Martín: aquí está prevista la construcción de un paso inferior para la fauna











3. Principales efectos sobre caminos existentes:


  • Para el camino de Huérmeces a Castrillo de Rucios, se prevé la realización de un paso elevado sobre la autovía, a la altura del límite entre los dos términos, una vez descendida la cuesta de Monte las Eras. Por lo tanto, la longitud actual del camino entre los dos pueblos no se verá incrementada, como sucedió cuando se construyó la N-627, que obligó a realizar un rodeo de más de 1 km.


Castrillo de Rucios, desde la bajada del camino por Monte las Eras; justo al otro lado del camino que se observa en primer término, por allí pasará la nueva autovía

  • Además del paso superior del camino de Castrillo, se prevén otros cinco pasos sobre la autovía: dos pasos superiores (uno en la parte baja de Valdecofrades y otro en Tresloma, término de Castrillo, en las cercanías del pinar de Navas) y tres pasos inferiores (uno en La Cuesta de Henar, en la zona alta del Valle de la Rueda; otro en la proximidades de la laguna de Valdevacas y otro más en las cercanías del cortado rocoso que hace las veces de puerta de acceso para el viejo camino de Becerril). Dichos pasos resultarán importantes para el habitual trasiego de agricultores y ganaderos, así como para el esporádico de cazadores, excursionistas y ciclistas. 
  
Paso elevado sobre la N-627, que da servicio al camino entre Huérmeces y Castrillo de Rucios; la nueva autovía discurrirá por los terrenos que se observan a la derecha de la fotografía; al fondo, a la derecha, el Monte de San Martín

 4. Enlaces con las carreteras existentes:

  • La salida más cercana a Huérmeces será la del nudo previsto en las cercanías del Nido del Buitre, a la altura del actual enlace entre la BU-622 y la N-627. Por lo tanto, para llegar a Huérmeces desde Burgos habrá que recorrer los 28 km hasta dicho enlace, y luego retroceder otros 6,5 km por la vieja BU-622, a través del desfiladero de Fuente la Hoz. El ahorro de tiempo con respecto al trayecto clásico por la BU-622 (25 km) será mínimo, si es que se da.

La N-627, a la altura del Nido del Buitre; allí está previsto el enlace de la nueva autovía, tanto con la BU-622 como con esta carretera nacional.

  • Para los pueblos del valle medio del Urbel, el acceso a la nueva autovía A-73 constituye uno de los aspectos más negativos del proyecto. En un trazado total de 16 km de autovía, únicamente existen dos posibilidades: el nudo de Quintanaortuño o el ya referido nudo del Nido del Buitre, ya en terrenos de Montorio. Por lo tanto, para pueblos como Mansilla, Ros, Santibáñez, Lodoso, La Nuez... el trazado proyectado no supone ninguna alternativa viable a la vieja BU-622 y su -en ocasiones- peligrosa cuesta de Mansilla. Es por ello que en enero de 2017, los ayuntamientos de Huérmeces y Valle de Santibáñez, junto con pueblos como Castrillo, Lodoso y Pedrosa de Río Urbel, presentaron una alegación al citado proyecto, en el sentido de solicitar una salida hacia el valle medio del Urbel, entre Huérmeces y Santibáñez.

El Val de San Martín; por su parte alta, a la altura de Las Hoyas (zona superior dcha de la foto), transcurrirá el nuevo trazado de la A-73



Orquídeas en el Monte de San Martín
Debido a previsibles carencias presupuestarias, es probable que la obra tarde aún varios años en ejecutarse. El teórico horizonte del año 2024 (del que se habla en algunos foros) está a la vuelta de la esquina y no parece factible que se alcance ni para este tramo en concreto ni para la totalidad de la autovía A-73. Vamos, que algunos disfrutaremos del nuevo trazado ya en edad de jubilación, si es que llegamos.

Mientras tanto, disfrutemos de la belleza y tranquilidad de estos parajes, objeto de tantas excursiones pedestres y ciclistas entre los valles del Urbel y del Ubierna.















Planos técnicos del proyecto:








Información sobre el avance de los trabajos en el trazado de la nueva autovía A-73 (Burgos-Aguilar de Campóo) en skyscrapercity.com:

Autovía A-73 


domingo, 5 de febrero de 2017

Demotanasia


     Proceso de acciones y omisiones políticas que han conducido a la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio.

(del griego demos, población, y tánatos, dios de la muerte pacífica)



En octubre de 2015, en un intento por definir las causas determinantes de la despoblación de un territorio, María Pilar Burillo presentó en sociedad el término demotanasia, en el contexto de los trabajos y estudios relacionados con la creación de la Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica.

La denominada Serranía Celtibérica es un territorio que abarca determinadas comarcas de las provincias de Burgos, Soria, Segovia, La Rioja, Guadalajara, Cuenca, Teruel, Zaragoza, Castellón y Valencia. Con una extensión de 63.000 km2 (el doble de la de Cataluña), y una población de 490.000 habitantes, presenta una densidad de población de 7,3 hab/km2; casi la mitad de sus municipios presentan una población inferior a 100 habitantes; tiene la mayor tasa de envejecimiento de la UE y la menor de natalidad; es un territorio demográficamente condenado a la desaparición; por eso se le denomina la Laponia del Sur

La zona NW de la provincia de Burgos no está incluida en el territorio de la Serranía Celtibérica, pero sus indicadores poblacionales son aún más deprimentes que los de aquella. Por ejemplo, la comarca de Los Páramos, formada por 8 municipios (Sargentes de la Lora, Basconcillos del Tozo, Valle de Sedano, Tubilla del Agua, Rebolledo de la Torre, Valle de Valdelucio, Humada y Urbel del Castillo) presenta una densidad de población de 2,1 hab/km2 (1686 hab en 813 km2).

San Pantaleón del Páramo, el más pequeño de los cuatro pueblos que conforman el municipio de Huérmeces





En el entorno de Huérmeces, si tomamos en consideración las densidades de población por municipio, nos encontramos con cifras dispares, pero muy bajas todas, como puede comprobarse en el siguiente cuadro:


Municipio
Padrón: Población
2016 (hab)
Extensión
(km2)
Densidad (hab/km2)
Huérmeces
135
49
2,59
Urbel del Castillo
77
31
2,69
Las Hormazas
103
37
2,93
Montorio
156
24
6,50
Valle de Sedano
453
264
1,72
Basconcillos del Tozo
296
121
2,51
Valle de Valdelucio
306
97
3,31
Humada
128
85
1,54
Tobar
27
12
2,43
Manciles
19
7
3,19
Villadiego
1577
328
4,94
Valle de Santibáñez
1461
274
5,37
 














.

Excepto Montorio (6,5 hab/km2) y Valle de Santibáñez (5,37 hab/km2), en el resto de los casos la densidad poblacional es inferior a los 5 habitantes por kilómetro cuadrado. Densidades más propias de Laponia que del sur de Europa. Y lo peor de todo, sus pirámides poblacionales no hacen sino engrosar por la cima año tras año. Población escasa y muy envejecida.

Huérmeces y su entorno inmediato tienen a favor la relativa cercanía a la capital provincial, lo que permite un fácil tránsito diario con ella. Lo mismo sucede, aunque a menor escala, con los pueblos cercanos a Villadiego y Aguilar, los dos únicos mini-centros de atracción demográfica aparte de la capital provincial.

Huérmeces cuenta, además de la agricultura tradicional, con varios negocios funcionando en el pueblo: dos palacios para eventos, un productor de tomates de invernadero, una ganadería de ovino, un bar y tres huertos solares; y cuatro parques eólicos que representan la estabilidad presupuestaria del municipio; por todo ello cabría pensar que aquí si existe cierto futuro.

No puede decirse lo mismo del resto de los pueblos del entorno. En una o dos décadas la  situación de muchos de ellos estará muy cerca de la despoblación real (empadronamientos aparte). Nadie vivirá todo el año en muchos de ellos, únicamente en el buen tiempo y vacaciones.



Ruyales del Páramo, otro de los pequeños pueblos del municipio de Huérmeces



En un futuro muy cercano, los pequeños pueblos se quedarán sin población no ya por la existencia de corriente migratoria alguna, sino por la simple desaparición de sus últimos habitantes, casi siempre personas de avanzada edad.

Quizás no fuera una mala idea la creación de residencias geriátricas en alguno de los pueblos de la comarca. Quizás. Puede que fueran viables económicamente, al menos mientras el maná eólico continúe fluyendo.

Hasta el momento, sin embargo, se han demostrado ineficaces casi todas las medidas encaminadas a la fijación de población al medio rural. Se han mejorado infraestructuras, se han rehabilitado edificios y construcciones civiles y religiosas (escuelas, ermitas, fuentes...), se han diseñado espacios para niños y ancianos, mejorado consultorios médicos, se proyectan polideportivos ... pero la población ha continuado descendiendo.  

Algunas ayudas al desarrollo rural se han canalizado a través de los denominados Grupos de Acción Local (GAL), que han manejado fondos procedentes de la Unión Europea (FEADER, Fondo Europeo de Desarrollo Rural).

En nuestra comarca, durante el período 2007-2013, ha sido Adeco-Camino (Amaya y Camino de Santiago) la entidad gestora de estos fondos. En Huérmeces y alrededores se han financiado actuaciones tales como: restauración de retablos mayores en las iglesias de Ruyales, Pantaleón y Quintanilla Pedro Abarca; centro de restauración y formación en el Palacio de Huérmeces; casas rurales en Ros y Las Hormazas; rehabilitación de molinos en Santibáñez-Zarzaguda...

Otras ayudas cofinanciadas por el FEADER, enmarcadas en el Programa de Desarrollo Rural de Castilla y León 2007-2013, y dirigidas principalmente a agricultores y ganaderos, se materializaron en ayudas para la incorporación de nuevos agricultores, mejora de las explotaciones, jubilación anticipada, creación y desarrollo de microempresas, conservación y mejora del patrimonio rural, ayudas agroambientales, infraestructuras agrícolas y forestales, etc...

En el nuevo período de programación 2014-2020 cambian objetivos, prioridades y dotaciones presupuestarias, pero nada hace pensar que vayan a ser más eficaces en el aspecto concreto de fijar población al medio rural.

Puede que el agricultor perciba nuevas ayudas, o viejas ayudas maquilladas, pero nada le va a convencer de que resida todo el año en el pueblo en lugar de en la capital provincial o comarcal; sus hijos, sus cónyuges, el futuro, la seguridad, ... todo parece encaminarse hacia esos centros urbanos.

Quizás exista algún futuro para el medio rural cuando comience a cuestionarse seriamente la realidad del medio urbano. Puede que previsibles crisis económicas, sociales y medioambientales empujen algún día a parte de la población urbana a instalarse en el campo. 

Pero ... mientras tanto, como los hombres grises en Momo, la despoblación avanza.




Lecturas recomendadas:


La España vacía. Sergio del Molino. Turner (2016)


Los últimos. Voces de la Laponia española. Paco Cerdà. Pepitas de calabaza (2017)










Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica

Asociación Serranía Celtibérica