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sábado, 12 de mayo de 2018

Padrón de bicicletas




Suena a título de película neorrealista italiana de los años cuarenta (1), pero no es sino una obligación legal más que soportaban los ayuntamientos de la España de los años 50, 60 y 70.

El primer padrón de bicicletas como tal aparece en el año 1953, y se configura con el propósito de que las Diputaciones Provinciales recauden el denominado Arbitrio provincial sobre rodaje y arrastre, impuesto de nombre extra-largo destinado a unas casi siempre cortas arcas provinciales, y aplicado tanto a carros como a bicicletas.





Este "arbitrio" sustituye a la antigua tasa provincial de rodaje, y es un impuesto de tipo "finalista", ya que  se cobraba para compensar los daños que carros y bicis (!¡) ocasionaban a los caminos vecinales cuyo mantenimiento corría a cargo de las Diputaciones.


El importe de este arbitrio (para bicis) arrancó con 7 pesetas y cincuenta céntimos en 1953, para pasar a  22 pesetas y 50 céntimos en el año 1959, manteniéndose ya invariable durante el resto de su vigencia (quizás hasta 1975).







El propietario de cada bicicleta tenía la obligación de colocar una chapa que justificara el pago anual del "arbitrio". Cada Diputación Provincial realizaba un diseño propio de chapa, que solía cambiar de color cada año para facilitar la labor inspectora. Un par de orificios en cada lateral facilitaban su anclaje -por medio de un simple alambre- en la parte delantera de la bici, justo debajo del manillar. 

PADRONES DE BICICLETAS EN HUÉRMECES:

En el padrón de 1953 encontramos inscritas 35 bicicletas, correspondientes a 31 vecinos, ya que cuatro de estos eran propietarios de dos bicis.

La marca dominante (2) era Orbea (18 bicicletas), seguida por BH (9), Blanco (3), DAL (2), Velomoto (2) y Peris (1). La recaudación obtenida por este "arbitrio sobre bicis" alcanzó en aquel año 1953 la cifra de 262 pesetas y 50 céntimos. Era entonces alcalde Laurentino Arce.

Los nombres de los vecinos ciclistas en ese año 1953: Dionisio, Avelino, Manuel, Felipe, Cayo, Eladio Varona, Heliodoro, Ángel, Cipriano (el secretario), Esteban, Marcelino, Eladio Ubierna, Gil, Saturio, Félix (el cura), Bienvenido, Lorenzo Güemes, Benjamín, Antonino, José Díez, José Marín, Félix Montero, Diego, Valeriano, Jaime, Victoriano, Ismael, Aquileo, Miguel, Donato y Félix Ortega.


Siete años después, en el padrón de 1960, 37 vecinos se distribuyen las 38 bicis empadronadas; el predominio de Orbea (18 bicis) parece que ha terminado, empatada con BH (18); otras marcas menores: Morales (1) y DAL (1). La recaudación: 855 pesetas. Era entonces alcalde del pueblo Maximiliano Crespo.

Altas en el censo de vecinos ciclistas, con respecto al padrón de 1953: Mariano, Joaquín, Félix Martínez, Narciso, Ildefonso Alonso ("Fonsete"), Emilio Girón, Daniel, Julio, Victoria, Joaquín, Delfín, José Ubierna, Ramiro, Víctor, Lorenzo González, Fidel, Mauro Serna, Agapito, Jesús, Emilio García y Ricardo.

Cinco años más tarde, en el padrón de 1965, ha disminuido el número de propietarios de bicicletas (o por lo menos, el de propietarios declarantes), que ahora son 26 vecinos, y 26 las bicicletas; por marcas: Orbea (14), BH (8), DAL (2), Morales (1) y una novedad: un ejemplar de bici alemana NSU (3). Sorprende la desaparición de diez bicicletas BH en solo cinco años. La recaudación también baja: 643,50 pesetas, y eso que ya se aplicaba un recargo del 10% en concepto de "amortización de empréstitos". 

Las "chapas" o placas identificativas repartidas este año 1965 fueron desde la número 1847 a la 1872. Era entonces alcalde el vecino Rodrigo Ortega.

Nuevos vecinos ciclistas, con respecto al padrón de 1960: Ildefonso Alonso ("Fonsazo"), José Alonso, Joaquín, Luisa, Rodrigo y Adrián.



Los diferentes padrones provisionales eran expuestos en el tablón de anuncios durante quince días hábiles (generalmente, entre últimos de noviembre y primeros de diciembre), al objeto de que los vecinos pudieran presentar las oportunas reclamaciones.

El padrón, certificado por el secretario del ayuntamiento (Cipriano Ramos Castrillo, en el caso de Huérmeces) debía remitirse a la Diputación Provincial de Burgos antes del 15 de enero del año siguiente, so pena de la sanción correspondiente. 

Tengamos en cuenta que -en aquellos años de escasez generalizada, previos a la irrupción del automóvil- este "Arbitrio" (para bicis y carros) constituía uno de los principales ingresos para las arcas de las Diputaciones Provinciales, por lo que su recaudación se tomaba muy en serio. Las multas impuestas a los vecinos que no dispusieran de la correspondiente "chapa" en su bici o carro, tampoco eran ninguna broma. 

En una próxima entrada, se abordará el arbitrio para carros, importante en aquellos años previos a la mecanización y motorización del agro español.


NOTAS:



(1) Ladri di biciclette es una película italiana de 1948, dirigida por Vitorio de Sica, y estrenada en España bajo el título Ladrón de bicicletas. Como buen exponente de la corriente cinematográfica denominada neorrealismo, aquí carece de importancia tanto la noción de actor como la de puesta en escena; sus intérpretes no son profesionales y todo el rodaje se realiza en la pura calle, fuera de estudios. La tesis de la película es de una tremenda simplicidad: "en el mundo en el que vive este obrero, los pobres, para subsistir, tienen que robarse entre ellos." (André Bazin)


En la Italia de la posguerra, dónde no resulta fácil ganarse la vida, Antonio encuentra al fin trabajo pegando carteles, para lo que le resulta imprescindible la bicicleta que tiene la suerte de poseer.



En su primer día de trabajo, le roban la bici mientras pega un cartel cinematográfico; tras múltiples vicisitudes, con búsquedas, persecuciones y desencantos, y siempre acompañado de su hijo Bruno, nuestro hombre decide tirar por la calle de en medio, robando él mismo otra bici.

Al final, perseguido por una muchedumbre enfurecida y salvado in extremis por el llanto de su hijo, Antonio es tan pobre como antes de encontrar trabajo, pero ha resultado avergonzado delante de su hijo, al haberse colocado al mismo nivel del ladrón que le robó a él; en la escena final, Antonio y Bruno vuelven a casa, mientras cae la noche sobre Roma. 


(2) Tras finalizar la Primera Guerra Mundial, entró en crisis la importante industria armera establecida en la localidad guipuzcoana de Éibar; en los años siguientes, tres empresas armeras (G.A.C., BH y Orbea) reorientaron parte de su actividad hacia la fabricación de bicicletas.

Orbea: fundada como fábrica de armas en 1840 por los cuatro hermanos Orbea Murua; comenzó a fabricar bicicletas en 1926, y en 1975 trasladó su planta de producción a la vecina localidad vizcaína de Mallavia. Desde finales de los años 90 es una cooperativa del grupo Mondragón y dispone de dos plantas más, en Portugal y en China. Es uno de los principales fabricantes de bicis en Europa.

BH (Beistegui Hermanos): fundada en 1910 -como taller para fabricar pistolas tipo Máuser- por los tres hermanos Beistegui; comenzó a fabricar bicicletas en 1929, y en 1959 traslada su planta de fabricación a Vitoria. La planta vitoriana cerró en 2010 y hoy día BH solo produce en sus plantas de Portugal y China. La empresa llegó a tener 500 empleados, y producir unas 200.000 bicis al año.

G.A.C. (Gárate, Anitua y Compañía) fue fundada en Éibar en 1892; comenzó a fabricar bicis y motos (ciclomotores) en 1927, siendo su producto estrella la famosa Mobylette, sueño de muchos adolescentes setenteros. En 1977 se trasladó a la localidad vizcaína de Abadiano y cerró en 2003.


Fuera del País Vasco también existían, en aquellos años, algunos fabricantes de bicicletas. El caso más curioso es el de DAL (Domingo Álvarez), aunque más  que fabricante se trataba de un ensamblador madrileño, cuya tienda radicaba en la plaza de Ópera.



Bici DAL de cartero en Villadiego (eldelabici.blogspot.com.es)

DAL utilizaba cuadros fabricados por Orbea, y los ensamblaba y comercializaba con su propia marca. Su negocio funcionó viento en popa ya que, entre otros aciertos, consiguió convertirse en el proveedor oficial de bicicletas para el servicio postal de Correos.


Su curioso logotipo, dos elefantes montados en una bici, quería transmitir la idea de robustez y fiabilidad, tan importante para este medio de transporte individual de uso habitual en aquellos años.




(3) La NSU era una bicicleta alemana con freno trasero de contrapedal, muy cómodo de manejo pero peligroso en la frenada brusca. Era la bicicleta de mi abuelo Narciso, en la que más de un nieto comprobó el carácter traicionero de aquel peculiar sistema de frenos. 

La NSU llegó a Huérmeces en 1963, procedente de Hessen (Alemania), dónde hacía poco que se había establecido un hijo de Narciso.




La denominación de la marca NSU proviene del nombre abreviado de la ciudad alemana de Neckarsulm (cerca de Stuttgart), en la que radica la empresa  desde 1880. Su denominación oficial era NSU Motorenwerke AG, y nació como fabricante de bicicletas, motocicletas y automóviles, aunque acabó por producir únicamente estos últimos. Desde 1985 es una filial del grupo Audi.







ANEXO

Padrón de bicicletas de Huérmeces en 1947: 24 bicicletas para 23 vecinos: Alejo, José Díez ("Pepines"), Elías, Antonino, Benjamín, Emilio García, Lorenzo Güemes, Marcelino, Jaime, Valeriano, Diego, Ángel, Francisco, Cayo, Jesús, Manuel, Heliodoro, Félix Ortega, Miguel Díaz, Aquileo (2 bicis), Donato, Saturio y Eduardo.






OTRAS LECTURAS


Aquellos carteros en bicicleta




BANDA SONORA


Quizás nos pueda servir una casi desconocida canción del tampoco muy conocido cantautor portugués Joao Afonso (Maputo, Mozambique, 1965), Carteiro em bicicleta, incluida en su LP "Outra vida" (2006). Joao es sobrino del popular cantautor portugués José Afonso (Aveiro, 1929 - Setúbal, 1987), autor de la célebre "Grândola, Vila Morena", contraseña en su día, y hoy convertida en el himno oficioso de la Revolución de los Claveles de 1974.






miércoles, 17 de enero de 2018

¿La virgen románica de Huérmeces?



Hace unas pocas semanas, en una de las habituales búsquedas de documentación que suelo realizar en la red, encontré una imagen con una etiqueta que no pudo pasar desapercibida: 


Virgen románica de Huérmeces 
(libreriasantuario.com)



Una bonita talla, de estilo románico, en madera policromada, representando la típica imagen de una virgen sedente, con su niño-dios en el regazo.

No tenía noticia alguna relativa a la existencia de una talla románica de estas características, relacionada con Huérmeces; en la iglesia parroquial del pueblo se conserva una talla de virgen con niño, pero claramente datada como post-románica y, probablemente, también post-gótica.  

Aún así, cabe recordar que durante el pasado siglo XX, muchos párrocos adquirieron la costumbre de vender parte del patrimonio religioso de la parroquia, en aras de una recurrente necesidad de liquidez con la que poder afrontar reformas u obras de carácter siempre urgente.

Podríamos encontrarnos ante este caso: un cura que prestara su servicio en el pueblo hace muchas décadas y vendiera una poco conocida talla románica, procedente de alguna de las varias ermitas con que contó el pueblo en tiempos remotos (La Blanca, San Vicente, Santorcaz, San Pedrillo...), y guardada hasta entonces en un olvidado rincón de la sacristía o incluso en una vieja alacena de la casa rectoral.

Pinché rápidamente en la página web en la que se hospedaba la imagen: se trataba de una librería y tienda de objetos religiosos radicada en Valladolid. Aparte del precio, el artículo en cuestión estaba acompañado de una escasa información complementaria: referencia (V 220 VV), altura (27,5 cm) y acacabo ("Policromía Viejo Valladolid").

Llamé por teléfono a la tienda, con la esperanza de que pudieran proporcionarme algo más de información relativa a la "Virgen románica de Huérmeces": el nombre del taller que realizaba la réplica comercializada ... quizás la ubicación concreta de la talla original, si es que existía ... en qué museo o colección particular se guardaba ... o quizás en qué viejo libro de arte románico encontró el artista la fotografía en la que basó su trabajo ...

La única información de que disponía la tienda era que la réplica se realizaba en un veterano y afamado taller radicado en Horche (Guadalajara), y que quizás allí pudieran proporcionarme más detalles al respecto. Esta escueta información ya supuso un pequeño jarro de agua fría: ya sabemos que en Guadalajara existe otro pueblo con el mismo nombre de pila que el nuestro: Huérmeces ...  del Cerro, por lo que muy probablemente la talla original procediera de allí y se encontrara en algún museo provincial o incluso en la propia iglesia parroquial del lugar.

No obstante el bajonazo, al día siguiente llamé al taller (Arte Martínez). Me atendieron amablemente, aunque no pudieron concretarme el origen exacto de la talla; únicamente recordaban que venían realizando la réplica desde hacía muchos años, y que intentarían obtener una información más exacta en los días siguientes. Les proporcioné mi dirección de correo y quedé a la espera.


Mientras tanto, entre llamada y llamada, había comenzado a buscar información relativa a imaginería románica, en un intento por saber algo más de "nuestra" talla en concreto, y de tallas románicas en general.



















Si observamos "nuestra" talla con un poco de atención, podría aventurarse que posee elementos típicos tanto de un románico pleno (siglos XI-XII) como de otro mas tardío (siglo XIII). Tiremos, pues, de manual de arte románico:


Virgen Zolina (Pamplona) Siglo XII
Estas esculturas de cuerpo entero, exentas o de bulto redondo, representan a la Virgen María con el Niño-Dios sentado en su regazo. La virgen sirve de mero trono al niño-dios (por eso este tipo de tallas románicas recibe el nombre de Theotronos o Theotokos) y su imagen no resulta apenas femenina ni maternal.

La escultura presenta un aspecto duro, de rostros serios y de línea marcadamente simétrica y vertical, con el niño situado en el mismo eje de la virgen madre. Esta simetría vertical es característica de las vírgenes románicas más antiguas, ya que en épocas posteriores el niño irá desplazándose paulatinamente hacia la rodilla izquierda de la madre, hasta llegar a las tallas típicamente góticas. 


No existe ningún contacto visual entre madre e hijo, aunque si un leve detalle protector: la Madre apoya su mano izquierda sobre el mismo hombro del Hijo, detalle que podría significar una cierta evolución en la simbología de la talla: no solo se trata de una madre-trono, que también de una madre-protectora, más propia de una fase ya avanzada del románico, camino del gótico, con tendencia a introducir en las imágenes actitudes más naturalistas, menos hieráticas.

En la mano derecha del Hijo, se aprecia la señal de la bendición: tres dedos levantados, en referencia a la naturaleza trina de Dios, de la que Él mismo forma parte.


Virgen de la Malena (Catedral Huesca) XII
También son características las esferas que portan tanto la Madre como el Hijo: la primera, sostenida por la mano derecha derecha de la virgen, hace referencia a su atribución como redentora del pecado, como una segunda Eva (sujetando una poma o manzana del Paraíso); el Hijo, por su parte, sostiene una esfera más pequeña en su mano izquierda, indicadora de la totalidad, de la perfección.


Virgen Catalaín (Catedral Pamplona) XIII
La rica policromía de las tallas románicas tenía por objetivo acentuar la expresividad del conjunto, dada la relativa oscuridad del espacio en el que solían situarse estas imágenes: en el ábside, iluminadas tan solo por las estrechas ventanas que solían disponerse en los laterales de la típica cabecera de toda iglesia románica.

En aquellos tiempos medievales, quizás en las iglesias de las ciudades se realizaran encargos puntuales a imagineros de prestigio, pero en el medio rural nos encontraríamos con un artesano ambulante, siempre con sus tallas a cuestas, traginando de pueblo en pueblo ofreciendo sus obras. El elevado número de iglesias y ermitas que proliferarían por aquellas tierras de repoblación, ocasionarían una fuerte demanda de este tipo de tallas, pequeñas, manejables y, seguramente, también baratas. 



Virgen León (Museo Marés) XIII-XIV
Con el paso de los años, y a base de hilvanar la continuidad histórica de generaciones, muchas de aquellas tallas se convertirían en vírgenes milagreras, aparecidas a pastores y niños del pueblo, o descubiertas por el lugareño anónimo, al remover la tierra de su huerta; nacen así las recurrentes leyendas de imágenes escondidas tras la invasión árabe, y reencontradas después en fuentes, pozos, cuevas, troncos huecos o desolados páramos. 

Cuando una ermita o pequeña iglesia quedaba convertida en pura ruina, al compás de los movimientos migratorios de los años del avance cristiano hacia el sur, estas tallas pasarían a la iglesia más cercana, conservando el nombre original de la virgen, y sufriendo -a veces- rehabilitaciones y añadidos acordes con el discurrir de los tiempos y de los gustos artísticos.  

Hasta aquí la fase de recogida de información relativa a tallas marianas románicas en madera policromada. Ahora a esperar.


Cuando -al poco- llegó a mi correo la contestación del taller alcarreño, aún mantenía cierta esperanza acerca de la posible relación entre la talla y el Huérmeces burgalés. 

Pero no. La respuesta era en todo caso sorprendente: el taller desconocía completamente el origen de la talla que sirviera en su día de modelo para la réplica por ellos realizada, y la denominación comercial de ésta ("Virgen románica de Huérmeces") respondía exclusivamente al hecho de que una de las personas que trabajaba por entonces en el taller era natural del mencionado Huérmeces del Cerro.

Quizás un desenlace decepcionante. Bueno ... aunque estuviera prácticamente descartada cualquier relación de la talla con nuestro Huérmeces, seguía sin conocer el origen exacto de aquélla y -ya puestos- decidí amortizar el tiempo hasta entonces dedicado al asunto intentando averiguar algo más, que por algo estamos en la era Google.

Durante los días siguientes tecleé reiteradamente las palabras "virgen románica" en el buscador de imágenes, con la esperanza de encontrar alguna talla idéntica o por lo menos similar a la "nuestra". Nada. Ni remotamente parecidas. Probé en otros idiomas y con otras combinaciones de palabras: "romanesque virgin", "vierge romanique", "romanesque madonna and child", "madonna con bambino", ... Nada. Desfilaron cientos de imágenes, en una especie de sesión continua de imaginería mariana románica ... pero nada ... solo aparecían las réplicas ya conocidas, comercializadas por diferentes tiendas virtuales.  

Quizás el supuesto original haya desaparecido hace mucho tiempo y su imagen se encuentre recogida únicamente en algún descatalogado libro de arte, ajeno completamente al mundo digital.

Lo más probable es, sin embargo, que nos encontremos ante una obra neo-románica, una especie de recreación de una talla más o menos conocida, y que fuera realizada hace ya décadas por un habilidoso artesano, buen conocedor de la escultura románica en madera. Recordemos que la imagen, aparentemente, posee rasgos típicos de estéticas románicas tanto puras como más modernas, por lo que la talla que sirviera de modelo tendría que reunir estas características.

Todo parece indicar que "nuestra" virgen posee un más que notable parecido con la Virgen de Montserrat (Mare de Déu de Montserrat), tono epitelial aparte. La talla catalana procede del siglo XII, aunque el rostro y la cabeza del Nen fueron retocados en época posterior, por lo que presentan una estética naturalista ajena completamente al mundo románico; así como las manos de la Verge, que son un añadido del siglo XIX. 

Aunque son diferentes las proporciones entre las cabezas de Madre e Hijo, así como sus expresiones faciales, en todo lo demás destacan las coincidencias: la mano izquierda de la Madre casi apoyada en el hombro del Niño, la mano del Niño bendiciendo, detalles del trono, tocados que cubren las cabezas de la Virgen y el Niño, ubicación y tamaño de las esferas, pliegues de la vestimenta ...



Sea lo que fuere, hay que reconocer que el efecto estético obtenido resulta convincente, por lo menos a ojos de un profano: una talla armoniosa y dotada de un cierto "encanto", algo importante en este tipo de imágenes religiosas.




V-220 Virgen Huérmeces en distintos colores (artemartinez.com)



Como ya he comentado, son varias las tiendas virtuales que comercializan esta imagen en internet, presentada incluso en una pequeña variedad de policromados. En alguna de estas tiendas aparece etiquetada con el mismo nombre que le adjudicó el taller alcarreño: "Virgen románica de Huérmeces"; en otras, aparece referenciada como "Virgen románica pequeña" o simplemente como "Virgen románica"; a veces, con el añadido de "tallada y policromada a mano". 





EPÍLOGO:

Aún contando con esta pequeña decepción, cabe considerar como más que positivo el balance artístico-patrimonial de Huérmeces durante el recién expirado 2017: puede que hayamos perdido la posibilidad de una Virgen Románica, pero hemos ganado toda una Villa Romana, aunque esta esté aún enterrada a varios centímetros bajo tierra y su "descubrimiento" haya originado una considerable polvareda mediática. Cuando las aguas vuelvan a su cauce, recuperaremos una "vieja" entrada de este blog (4 Noviembre de 2017), retirada de la circulación por causa de fuerza mayor.






OBRAS CONSULTADAS:

"El arte románico en territorio burgalés", Emilio José Rodríguez Pajares, María José Bringas López (coord.), Universidad Popular para la Educación y la Cultura, Burgos (2004) ["Imágenes marianas de madera policromada", Clementina Julia Ara Gil, pág. 233-235]

http://www.arquivoltas.com/Presentacion/Presentacion47.htm 

http://blogarteehistoria.blogspot.com.es/2016/01/comentario-virgen-romanica-virgen-de-ger.html

sábado, 29 de julio de 2017

La nueva plaza y el origen de los sanlorenzos (1977)



Desde hacía muchos años, las fiestas patronales de Huérmeces se venían celebrabando el día 24 de junio, San Juan. Quizás desde que a finales del siglo XV o principios del XVI, la iglesia del entonces barrio principal de Huérmeces se consagrara a dicho patrón, a diferencia de la iglesia del barrio de La Parte, consagrada a Santa María (La Blanca) y mucho más antigua.

Durante gran parte del siglo XX, la celebración de San Lorenzo (10 de agosto) no dejaba de ser una fiesta menor, ya que se encontraba muy mal situada en el calendario agrícola, en plena temporada alta con respecto a las labores de siega, acarreo, trilla y bielda. Lo mismo sucedía con la tercera fiesta local, Santa Brígida (1 de febrero), aunque en este caso era el rigor del invierno castellano el causante de su limitada celebración.


La plaza y su pilón, a mediados de los 60 (foto: calendario Ayto. Hces. 2014)
Pero las cosas comenzaron a cambiar a mediados de los años setenta del siglo pasado. Huérmeces, al igual que el resto de los pueblos del entorno, había sufrido en las dos últimas décadas un drástico descenso poblacional, un auténtico éxodo. En veinte años, su censo se había reducido a la mitad, y continuaba descendiendo año a año.

La plaza, a mediados de los 60 (foto: calendario Ayto. Hces. 2014)
La celebración de San Juan, a no ser que cayera en fin de semana, ya no atraía a las gentes del entorno, y los emigrados no tenían apenas la posibilidad de retornar al pueblo únicamente por un día. Para más desdicha sanjuanera, los chavales aún no habían finalizado el colegio por aquellas fechas.

Por otra parte, la mecanización de las labores agrícolas había ocasionado que se acortara sensiblemente el período de siega, concentrándose en unas pocas semanas. El agricultor se podía permitir un leve receso en sus labores.

Todo se estaba conjurando a favor de que el santo agostero (San Lorenzo) acabara por imponerse al solsticial (San Juan), por lo menos en cuanto a éxito de concurrencia. Y ese cambio se fraguó, oficiosamente, en el verano de 1977.

Traída del agua (Huérmeces, 1973) Fotografía: familia Díez Gutiérrez

Desde que en 1973 se iniciara la traída del agua, Huérmeces venía acometiendo diversas obras de mejora en las infraestructuras del pueblo: pavimentación de las calles, alumbrado público, saneamiento  y -durante el mes de julio de aquel año 1977- la pavimentación y embellecimiento de la plaza, hasta entonces un mero espacio vacío, al lado de la carretera, rodeando al viejo pilón que recogía el agua sobrante de la fuente del barrio Arroyuelo.

Además del embaldosado de la plaza, también se levantó una moderna fuente en el centro de la misma. (1) Hoy en día resulta más que discutible el efecto estético conseguido, pero en aquellos tiempos este tipo de actuaciones gozaban de cierta popularidad. La plaza quedó como quedó, diáfana y -ya sin ganados que abrevar- más limpia y saneada.

No resultó muy atinada la elección del árbol que sombrearía su contorno. La especie elegida, el aligustre, (2) es un arbolito de origen chino, hoja perenne, crecimiento lento –exasperadamente lento- y floración estival (de hecho, esta es su única virtud destacable). La sombra que proyecta su copa resulta claramente insuficiente en verano y totalmente improcedente en invierno.

De todas formas, muy satisfecho quedó todo el mundo con el resultado obtenido, ya que al año siguiente Huérmeces presentó su candidatura al XVI Concurso Provincial de Embellecimiento de los Pueblos (3), establecido por la Diputación Provincial. No ganó, aunque presentó una notoria lista de méritos.

Plaza de Huérmeces (1984) Fotografía: familia Díez Gutiérrez


Las obras de pavimentación de la plaza fueron adjudicadas a un contratista de la provincia, (4) pero la actuación contó con la peculiaridad de que una parte de la mano de obra –no especializada- necesaria para su realización estuvo compuesta por vecinos y veraneantes del pueblo. Quizás se trató de un intento económico por acelerar las obras, posibilitando que estas estuvieran acabadas antes de la llegada del mes de agosto y el grueso de veraneantes.

Pavimentación de la plaza (Julio 1977) Fotografía: Maribel de Miguel
Para alguno de nosotros, ese mini servicio civil constituyó el primer contacto con el apasionante mundo del fraguado mágico de la mezcla cemento, arena y agua. Además, siempre quedará el romántico pensamiento de que en cada baldosa colocada en la plaza, en cada bordillo, en cada metro de murete de hormigón ... hay un poco de cada uno de nosotros … tal vez unas cuantas gotas de sudor que ayudaron a fraguar aquella milagrosa masa.

En las fotografías, tomadas un día cualquiera del mes de julio de 1977, pueden reconocerse vecinos tales como Emilio Crespo, Narciso Varona y Félix Ortega, junto con diversos veraneantes.

Pavimentación de la plaza (Julio 1977)
Y una vez finalizada la pavimentación de la plaza, con el horizonte del próximo San Juan muy lejano, a alguien se le ocurrió la idea de que quizás un poco de música resultaría la mejor forma de inagurar, siquiera popularmente, el nuevo espacio lúdico. 





Me vienen a la memoria los nombres de Miguel Angel y Gerardo, como posibles instigadores de lo que quiera que aquello fuera: iniciativa, arrebato, ocurrencia, hecho fundacional…  

Un viejo tocadiscos pick-up sesentero, colocado en equilibrio inestable sobre uno de los verdes bancos metálicos (de la Caja del Círculo) situados en la recién inagurada plaza: esa fue la sopa primigenia de la que en años sucesivos surgirían los sanlorenzos de Huérmeces, ya con patrocinio municipal, cartel de las fiestas, orquesta de pago y sangría comunitaria. 

Sonaron canciones (5) apenas audibles a no ser que estuvieras a menos de dos metros del tocata, quizás adolescentes y adultos movieron sus cuerpos al compás de aquella vinílica música, quizás corrió el calimocho, quizás las nuevas baldosas recibieron su bautismo etílico, quizás …    

Es probable que circulen por ahí versiones diferentes acerca del verdadero origen de los sanlorenzos; es probable, incluso, que sitúen ese acto primigenio en años posteriores.

Lo importante, aparte de los recuerdos personales que cada uno tenga, es que San Lorenzo llegó para quedarse, beneficiado por los cambios demográficos, sociales y económicos experimentados en el mundo rural. Ya nada volvería a ser igual. Adiós a los castos bailes en la era del tío Eladio, bienvenidos a los watios y decibelios en la nueva plaza. 

Hoy, justo cuarenta años después, el santo de la parrilla ha desplazado definitivamente al del agua bendita. Esperemos que esta no sea una metáfora más del cambio climático que amenaza nuestro futuro...




NOTAS:

(1) La fuente de la plaza de Huérmeces fue diseñada por el arquitecto Álvaro Díaz Moreno (Madrid, 1927); está realizada en piedra de Hontoria, y su forma ovalada mide 5,3 metros de largo por 4 metros de ancho; dispone de reflectores luminosos y motor; su presupuesto ascendió a 387.000 pesetas de 1977; la obra fue ejecutada por el contratista burgalés Julián Sagredo.

(2) Aligustre japonés (Ligustrum japonicum): por razones que se me escapan, su plantación se hizo muy popular en plazas y espacios públicos de la España de los setenta. Décadas después, pocos sobreviven, sustituidos por especies mucho más adecuadas para climas tan extremos como el nuestro (plátanos de sombra, arces, tilos...); en la plaza de Huérmeces se plantaron nueve ejemplares de aligustre japonés, de una altura aproximada de dos metros y medio cada uno, y copa en forma de bola; en la alargada isleta situada al otro lado de la carretera se plantaron rosales bajos.

(3) A la XVI convocatoria  (1978) del entonces denominado Concurso Provincial de Embellecimiento (hoy Concurso de Conservación del Patrimonio Urbano Rural) presentó el Ayuntamiento de Huérmeces los siguientes méritos:

-alumbrado público: obras valoradas en 180.000 pesetas
-alcantarillado y depuradora: 2.500.000 pesetas
-pavimentación de calles: 7.000.000 pesetas
-mejoras en la plaza (pavimentación, fuente, valla decorativa, murete, ajardinamiento, etc.): 3.240.000 pesetas
-total: 13.000.000 pesetas

El Primer Premio estaba dotado con 1 millón de pesetas; el segundo con medio millón y el tercero con 300.000 pesetas. También se otorgaban toda una serie de premios de consolación.
Hoy en día, el concurso está dividido en categorías de población; en la categoría B, para entidades locales con población comprendida entre 50 y 199 habitantes, los premios son de 9.000 € para el primero, 6.000 € para el segundo y 3.000 € para el tercero.

(4) El presupuesto para la obra "Pavimentación de la plaza mayor de Huérmeces" ascendió a la cantidad de 700.100 pesetas; se presentó y aprobó en junio de 1977 y fue adjudicado a Construcciones Peña; sus 690 metros cuadrados de superficie se pavimentaron a base de baldosa 30x30.

Todas las obras anteriormente mencionadas se ejecutaron siendo alcalde de Huérmeces Avelino Bárcena Villalvilla, que ocupó el cargo entre 1975 y 1979. En 1978 se produjo la fusión de Huérmeces con el entonces municipio de Quintanilla Pedro Abarca, formado por este pueblo, Ruyales y San Pantaleón del Páramo.

(5) Algunos Grandes Éxitos de 1977 que quizás pudieron escucharse en aquella jornada iniciática del 10 de agosto: Abba (Dancing Queen), Al Steward (The Year of the Cat), Jean Michel Jarre (Oxygene), Boney M (Daddy Cool, Belfast), Eagles (Hotel California), Chicago (If You Leave Me Now), Manhattan Transfer (Cuéntame), Ritchie Family (The Best Disco in Town), Bee Gees (Stayin’ Alive)…


BANDA SONORA:

Aunque esta canción se publicó al año siguiente (1978) y es mucho menos conocida que cualquiera de los grandes éxitos del año, sirve muy bien como telón de fondo de aquellos tiempos en los que todo parecía posible porque, básicamente, tenías la edad que tenías. 

La Romántica Banda Local tuvo una vida efímera, apenas cinco años (1977-1981), durante los cuales publicó dos LPs, cuatro sencillos y un EP correspondiente a la banda sonora de una película.  

La banda inició su andadura con seis componentes, de los que únicamente tres (Fernando Luna, Enrique Valiño y Carlos Faraco) sobrevivirán hasta el final, dentro del habitual relevo de componentes, ocasionado en ocasiones por las obligaciones militares de los jóvenes de la época.

No obstante su breve existencia, La RBL nos dejó un puñado de inclasificables canciones, entre las que cabría destacar: No me gusta el rock, Los borrachos somos gente inquebrantable, Merlín y El bus. 

Precisamente esta última es la que he elegido para ilustrar el espíritu de aquellos años. Escuchen la peculiar voz de Carlos Faraco y, si les place, lloren y añoren los viejos tiempos: La Romántica Banda Local - El bus

Tras desaparecer La RBL, Manuel Luna y Carlos Faraco fueron guionistas y locutor del recordado espacio Tris-tras-tres, dentro de la espléndida Radio3 de aquellos años. Algunos estudiábamos -o intentábamos estudiar- a golpe de madrugada, siempre con las voces de Faraco, Trecet y compañía de fondo.

sábado, 3 de junio de 2017

La Casa del Sol Naciente, en el balcón de Valdelucio



Seguro que muchos usuarios -habituales o esporádicos- de la carretera nacional de Burgos a Aguilar de Campóo (N-627), al atravesar esa pequeña comarca natural que tiene por nombre Valdelucio, se han hecho la misma pregunta:

¿Qué será aquella llamativa construcción que se sitúa allá arriba, casi al borde de la cornisa de la inmensa lora de Valdelucio, entre Quintanas y Fuencaliente?





Si el día es soleado, el tejado y las blancas paredes de la construcción destacan claramente sobre el entorno rocoso y herboso de la lora, captando sin remedio la atención del conductor o pasajero. La primera idea que se te ocurre es que quizás se trate de una ermita o santuario cuya existencia desconocías completamente.

Y puestos a elucubrar, hasta podría tratarse de una especie de ashram levantado en los tiempos del apogeo hippy. La construcción, aparentemente orientada al Sol naciente, parece un lugar ideal para el establecimiento de una comunidad espiritual, sedienta de paz y tranquilidad, necesitada de meditación, anhelante de las sabias enseñanzas de su gurú.

Un buen día de hace ya más de veinte años planeé una excursión en bici de montaña que incluyera en su recorrido a este "misterioso" edificio. Podría haber preguntado por el carácter de la construcción en alguno de los pueblos situados inmediatamente debajo (Quintanas y Renedo de la Escalera, principalmente), pero preferí la incertidumbre, el encanto de lo desconocido. Ya habría tiempo para decepciones.

Veintitantos años después, y con veintitantos kilos más, repetimos excursión, aprovechando un espléndido lunes de mayo. 

La ruta comienza en Fuencaliente, al lado del molino del Arenal, un escondido y bonito rincón a orillas del río Lucio. Allí dejaremos el coche, a la sombra de una chopera. En poco más de 2 km, por desdibujados caminos, se llega sin mucha dificultad a Paúl, el pueblo en el que arranca el único acceso rodado a este sector de la lora de Valdelucio.




Hoy en día, esta pista presenta un estado más que aceptable, pero hace 20 años no tanto. Los primeros metros atraviesan un terreno arenoso, y el firme del camino se encontraba por entonces muy erosionado por el agua de lluvia. Las últimas rampas, sin embargo, talladas directamente sobre la roca, presentaban un firme más consistente, y pindio.

La pista atraviesa el hayedo de Paúl que, junto con los de Castrecías, Escuderos, Solanas y Corralejo, constituye uno de los hayedos más meridionales de este sector de la Cordillera Cantábrica, y de carácter relicto.

En unos 2 km de ascensión, la pista culmina en la primera cornisa caliza de la lora. Y el espectáculo que desde allí se contempla, en un día soleado, hace que se te olvide rápidamente el esfuerzo de la escalada, el sudor y la fatiga. Estamos a más de 1100 metros de altitud, esto es, a unos 150 metros por encima del valle de Valdelucio.

Hacia el interior de la lora, aparece El Vallejo, una especie de valle colgado de enormes dimensiones, que asciende en sentido W-E, flanqueado por un camino que presenta un buen aspecto. Y al fondo, en la culminación del vallejo, resulta ya visible el objetivo de nuestra excursión: el misterioso edificio que hasta aquí nos ha traido.   







Según remontamos El Vallejo por el camino que discurre por su izquierda, nos vamos haciendo una idea del enorme tamaño de la finca que ocupa toda la mitad superior del mismo. Este año plantada de trigo, esta finca que discurre en suave pendiente alcanza el "portillo" en el que se ubica la construcción y ocupa también una pequeña porción del vallejo que discurre en la vertiente contraria, descendiendo en dirección este. 







Y es que, como supimos más tarde, precisamente esta enorme finca de 26 hectáreas es la razón de ser de esa construcción que destaca en el "portillo" que separa ambas vertientes. Desde siempre, esta finca formaba parte del terreno comunal de Renedo de la Escalera. Este terreno, apto como pastizal, ocupaba casi la totalidad del vallejo, sobre todo en su mitad superior. 
  

A la izquierda, restos de la modesta vivienda temporal en la que un vecino de Renedo "hacía el verano"

 



En los duros años de la posguerra, tal y como sucedió en muchos otros lugares, se procedió a la roturación de buena parte de estos terrenos comunales, y la finca resultante fue adquirida por Fidel, vecino de Renedo de la Escalera.


En la zona inferior de la finca, al lado mismo del camino, llegó a existir una modesta construcción a modo de vivienda temporal en la que poder "hacer el verano", esto es: segar y trillar in situ, para evitar acarreos largos y penosos, bajando al pueblo únicamente el grano ya separado de la paja, al final del verano. Aún puede distinguirse en el lugar un pequeño amontonamiento de piedras, ladrillos y cemento.

A finales de los años cincuenta, SEYCO, entonces una sociedad (hoy cooperativa) con amplia implantación en Valdelucio y El Tozo, compró la finca al citado vecino de Renedo. Y decidió que el portillo que separaba las dos vertientes del vallejo era un buen lugar para levantar una nave en la que almacenar aperos y la cosecha de patata de secano que por entonces se cultivaba en la enorme finca.

El almacén no cumplió durante muchos años con su teórico cometido, ya que la rápida expansión del cultivo de patata de siembra en regadío, en la más adecuada zona baja del valle de Valdelucio, hizo que perdiera sentido cultivar patata de secano en las zonas altas. Y allí se quedó el almacén, solitario y vacío de contenido.




En años venideros se le arrancarían materiales fácilmente reutilizables, como puerta y ventanas, de madera. Y del resto se iría encargando, poco a poco, el mero discurrir del tiempo. El tiempo y las duras condiciones climáticas que aporta el invierno en la lora de Valdelucio.





Aún así, el edificio no presenta un estado ruinoso ni mucho menos, por lo que cabe suponer que nos encontramos ante una construcción bien diseñada y ejecutada. De unas dimensiones respetables (12x10 metros) para tratarse de una contrucción diáfana, cuenta con unos buenos cimientos, rematados en piedra, y unas paredes levantadas en fábrica de bloque de hormigón. El tejado, de estructura bien calculada, presenta únicamente dos o tres boquetes de pequeño tamaño, desconocemos si originados por la acción de los elementos meteorológicos (nieve, sobre todo) o de otro tipo de elementos.





Vista desde la peña que se levanta justo enfrente del edificio, al otro lado de la finca, la nave adquiere un carácter más ligero, y parece flotar sobre los campos ocres o verdes (según hayan sido sembrados de patata o de cereal) de Valdelucio.

Y de nuevo al lado del edificio, y ya que nos encontramos justo en el portillo del camino longitudinal de la lora de Valdeludio, no debemos perder la oportunidad de contemplar las espléndidas vistas que desde aquí se ofrecen, en este auténtico balcón de Valdelucio:

Paúl a la izquierda, Renedo justo debajo, Quintanas a la derecha, algo más alejada; al fondo, Fuencaliente, Llanillo, la lora de Valdivia, Villaescobedo, los aerogeneradores del parque eólico de la lora de La Pata del Cid,...


Paúl de Valdelucio y balsa de Pradillo

Renedo de la Escalera; al fondo, a la derecha, crestas calizas en las que se esconde el molino del Arenal, en Fuencaliente

 
Quintanas de Valdelucio, la capital del municipio; al fondo, balsa de San Pelayo, cerca de Llanillo


Villaescobedo, colgado en el primer escalón del páramo



Resulta llamativa la proliferación de balsas de riego, enclavadas tanto en las laderas como en el fondo del valle. Son una veintena en total, de todas las formas y tamaños, desde una humilde piscina de 21 metros de diámetro, en chapa de acero galvanizado (Quintanas) hasta las 6 hectáreas que ocupa la de Poyadal (Llanillo), la mayor de todas. La mayor parte de las balsas se realizaron en la última década del siglo XX, con importantes subvenciones públicas. El cultivo de patata de siembra es muy ávido de agua, y si no fuera por estas balsas, el caudal del río Lucio llegaría a desaparecer en verano. Gran parte de las balsas más pequeñas suelen dedicarse al aprovechamiento ganadero.

En el momento de la excursión de este año, se estaba procediendo a la siembra de la patata, que aquí suele acontecer entre mediados de mayo y primeros de junio. La normativa actual (2011) obliga a la rotación trienal de las parcelas dedicadas a la producción de patata certificada de siembra, en lugar de la hasta entonces habitual rotación bienal. Esto ocasiona una escasez de terrenos disponibles para su cultivo, por las limitaciones estructurales del regadío.

Los rendimientos de la patata en bruto se sitúan en unos 28.000 kg/ha, siendo de patata de siembra (calibre 35-60 mm) unos 15.000 kg/ha. Hay que destacar que el rendimiento del trigo cultivado sobre tierra que el año anterior tuvo patata oscila entre los 5.000-6.000 kg/ha en secano. Las rotaciones de cultivo en estas tierras resultan muy apropiadas para el cereal, y hacen que prácticamente se olviden del barbecho.
 

Balsa de Las Arenas (1 hectárea), entre Renedo y Quintanas; campos de patata (ocres) y de trigo (verdes); pinos en las proximidades de la N-627 (entre Fuencaliente y Llanillo) y robles en las laderas de las loras de Valdivia y Pata del Cid


Una explotación tipo en Valdelucio posee unas 60 has, de las cuales dedica a patata unas 9-10 has (un 15%), en parcelas pequeñas, que no llegan a la hectárea, realizando una rotación de cultivos entre patata, trigo y forrajeras (veza y alfalfa) y algo de girasol. (1)

Este año, también nos llamarán la atención las fincas cubiertas de blanca gasa, bajo la que crecen plantas de fresa, cultivadas aquí no para la producción de fruta, sino para la obtención de planta libre de pulgón y enfermedades asociadas. La fresa se obtendrá, más tarde, en tierras mucho más meridionales.



Superada la cierta decepción que depara el descubrir que la misteriosa construcción no es más que un simple almacén de patatas, cabe asegurar que aún así la excursión merece la pena. La inmensa lora de Valdelucio es un paraje espectacular, y el nuevo vallejo que se extiende hacia la vertiente opuesta, hacia el Este, recorrido también por un camino en buen estado, permite -en otros 5 km de trazado descendente- llegar cómodamente a la carretera que comunica Valdelucio y Humada. 



Desde el portillo, el Vallejo desciende ahora en dirección Este, hasta encontrarse con los cortados de Barrio Lucio y la carretera que comunica Valdelucio con Humada




usto a 100 metros del entronque entre camino y carretera se encuentra el Molino del Diablo, la surgencia que constituye el nacimiento del río Lucio, un bonito lugar que merece una visita. Desde La Riba, en unos 7 km de carretera de escaso tráfico, se alcanza Paúl sin esfuerzo, y desde allí, en otros 2 km de camino, llegaremos al molino del Arenal, dónde dejamos el coche. 


En total, unos 21 km de recorrido circular, idóneo tanto para una pequeña excursión en bici como para una buena caminata de unas cinco horas de duración.


El camino, a punto de encontrarse con la carretera que comunica Valdelucio y Humada



NOTA:

(1) Los datos relativos al cultivo de la patata en Valdelucio han sido extraídos de la publicación: "Loras y paramera de La Lora en Burgos. El incierto horizonte del desarrollo rural en un espacio de montaña media en recesión demográfica" Marta Martínez Arnáiz. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Madrid (2015). [Páginas 432, 480-489]



BANDA SONORA

En realidad, pues, la misteriosa construcción del balcón de Valdelucio ni es una casa, ni está orientada al Sol naciente (bueno, la ventana de su testero si que lo está). No importa, es una mera escusa para escuchar el archiconocido tema de The Animals que inspiró el título de esta entrada: The House of the Rising Sun

Seguro que Valdelucio no tiene mucho que ver con Nueva Orleans, y más seguro aún que la casa a la que hace referencia la canción es lo más opuesto que nos podamos imaginar a un almacén de patatas, pero ... es lo que tiene el buscar un título llamativo, que sobrevienen estas contradicciones.


The House of the Rising Sun es una canción folk de los Estados Unidos, de autor desconocido. También llamada Rising Sun Blues, canta las reflexiones de un bala perdida en la ciudad de Nueva Orleans (Louisiana). 

La primera grabación de la que se tiene noticia fue realizada por Roy Acuff  en 1938. En años y décadas posteriores se efectuaron multitud de versiones, entre las que destacan autores como Joan Baez, The Animals, Jimi Hendrix, Bon Jovi, Bob Dylan, Scorpions, Dolly Parton, Nina Simone, Tracy Chapman, Miriam Makeba, Toto y Sinead O'Connor, entre otros muchos.

Las dos versiones más conocidas son la realizada por la cantautora norteamericana Joan Baez (1960) y la del grupo británico The Animals (1964).

La versión de The Animals sonaba como si se tratara realmente de una nueva canción, y es considerada como el primer éxito etiquetado en el estilo folk-rock. Hoy en día, se encuentra incluida en la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos, elaborada por la revista Rolling Stone.

En otras versiones, el tema se interpretaba desde la perspectiva de una mujer que sigue a un apostador a Nueva Orleans y que termina prostituyéndose en La Casa del Sol Naciente. La versión de The Animals, sin embargo, está interpretada a través de la mirada de un hombre joven que sigue los mismos pasos que su padre, jugador y bebedor, hasta la casa de perdición y hasta su total perdición.

Grabada en una sola toma el 18 de mayo de 1964, comienza con el famoso arpegio en la menor del guitarrista Hilton Valentine, que ha servido de inspiración para muchos guitarristas posteriores. La destacada y particular ejecución vocal de Eric Burdon ha sido definida como "aulladora", “conmovedora", y "profunda y grave como el carbón de Newcastle". Para rematar, el palpitante órgano de Alan Price completa el sonido de la canción.

El líder del grupo, Eric Burdon, diría tiempo después: "estábamos buscando una canción que captara la atención de la gente"; y a fe que lo lograron: House of the Rising Sun fue un verdadero éxito transatlántico, que llegó al número uno en las listas del Reino Unido y de los Estados Unidos.

Varios lugares en Nueva Orleans han sido propuestos como inspiradores de la canción, pero sólo dos parecen contar con bases históricas relacionadas con el nombre "Rising Sun": el primero es un pequeño hotel ubicado en la Conti Street del French Quarter, abierto en la década de 1820; el segundo es un lugar alquilado para bailes y eventos llamado "Rising Sun Hall" abierto a finales del siglo XIX y ubicado frente al río en el vecindario de Carrollton. Ninguno de los dos existe ya.

Aunque hoy en día suele utilizarse la expresión House Of The Rising Sun como un eufemismo de prostíbulo o incluso de casa de juego, no se ha podido documentar vínculo alguno entre los dos locales aludidos y dichos vicios. Una guía de Nueva Orleans, sin embargo, asegura que la verdadera House of the Rising Sun estuvo situada en la calle St. Louis 826-830, entre los años 1862 y 1874, y que era así llamada por el nombre de la mujer que regentaba el local, una tal Marianne Le Soleil Levant, cuyo apellido francés equivale en inglés a "The Rising Sun".


There is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of many a poor boy
And God I know I'm one

My mother was a tailor
She sewed my new bluejeans
My father was a gamblin' man
Down in New Orleans

Now the only thing a gambler needs
Is a suitcase and trunk
And the only time he's satisfied
Is when he's on a drunk

Oh mother tell your children
Not to do what I have done
Spend your lives in sin and misery
In the House of the Rising Sun

Well, I got one foot on the platform
The other foot on the train
I'm goin' back to New Orleans
To wear that ball and chain

Well, there is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of many a poor boy
And God I know I'm one

(letra: Alan Price)