lunes, 25 de agosto de 2014

Pueblos abandonados


La provincia de Burgos posee una amplia lista de pueblos abandonados durante el siglo XX (cerca de 70), concentrados sobre todo en su mitad norte.

En un radio de unos 25 kilómetros (en línea recta) alrededor de Huérmeces, estos son los pueblos que resultaron completamente abandonados durante dicho siglo, especialmente en su segunda mitad:

Pueblos abandonados
Censos de Población

Iglesia

Patrono
Pueblo

Año
1759
(vc)
1829
vc (al)
1850 vc (al)
1894
(al)
1940
(al)
Ceniceros

1956
8
14 (54)
2 (7)
32
15
San Pedro
Villalta

1968
10
18 (74)
16 (60)
85
65
San Pedro
Fresno de Nidáguila
1900
8
24 (93)
4 (12)
?
0
San Miguel Arcángel
Icedo

1982
12
12 (47)
4 (16)
53
68
San Adrián
Hormicedo
1959
10
15 (59)
6 (20)
64
68
San Quirico y Santa Julita
Quintanajuar
1965
18
21 (86)
20 (61)
184
138
Nuestra Sª  del Rosario
Bárcena de Bureba
1980
12
11 (53)
13 (44)
75
63
San Julián y Sta Basilisa
Valdearnedo

1983
11
13 (48)
9 (30)
52
27
Natividad de Nuestra Sª
1759 (Vecindario de Ensenada);1829 (Diccionario de Miñano); 1850 (Diccionario de Madoz); 1894 (Indicador General de la Industria y del Comercio de Burgos); 1940 (Censo de Población 1940); vc (vecinos); al (almas)


1. Ceniceros

Lo sorprendente, visto el lugar en el que enclavaba la aldea, es que alguien viviera en Ceniceros hasta una fecha tan cercana (1956). Sin fuentes, sin luz, con pésimos caminos,… sus habitantes tenían que descender al Rudrón, 100 metros por debajo, para proveerse de agua. De la iglesia, tan solo resulta reconocible la cabecera (ábside cuadrangular románico), ya que tanto la nave gótica como la torre y la sacristía se han venido abajo. En sus cercanías se encuentran las ruinas del famoso Molino Rasgabragas.

Ceniceros: una de las escasas ruinas que todavía no ha sido completamente cubierta por la vegetación

Ceniceros: cabecera de la iglesia de San Pedro, el único "techado" que queda en el pueblo

2. Villalta

Aunque no puede considerarse como abandonado en sentido estricto, ya que varias de sus casas son habitables y de hecho se habitan temporalmente, lo cierto es que durante gran parte del año nadie vive en Villalta. La iglesia ha sido completamente tapiada recientemente, evitando de esta forma que el saqueo arrecie. El viejo Mesón de Agustín González (1787) no tuvo tanta suerte, tras un par de siglos dando servicio a los viajeros del Camino del Pescado. Villalta vio pasar en 1556 al Emperador Carlos I en su ruta desde Laredo hasta Yuste. En los años sesenta del siglo XX se realizaron prospecciones petrolíferas, de las que queda un pozo clausurado. El Diccionario de Miñano (1829) dice de Villalta: “al lado del cerro donde está la mayor elevación de España”. Y se queda tan ancho. Este Miñano nunca dejará de sorprendernos. En sus cercanías, el supuesto menhir de la Piedra del Fraile.


Villalta: la iglesia de San Pedro completamente tapiada

 Villalta: ruinas del Parador de Agustín González





3. Fresno de Nidáguila

Al ser el primero de la lista en la fecha de abandono (últimos años del siglo XIX o primeros del XX) es el que menos volumen de ruinas conserva. Únicamente resultan visibles sus dos construcciones más sólidas: una torre y un edificio religioso que pudiera ser la iglesia de San Miguel Arcángel. La torre parece ser que pertenecía al convento de las Comendadoras de la Orden de Santiago. Ha desaparecido el patín que permitía el acceso a su interior.

Restos de la torre desde la bajada del Portillo de Fresno, en la N-623 Burgos-Santander por El Escudo


 
Fresno: especie de corral levantado, seguramente, con las abundantes piedras que se extraen de las tierras cultivadas en dónde se ubicaba el pueblo

Fresno: supuestas ruinas de la iglesia y, al fondo, la torre
 
Fresno: torre que perteneció al convento de las comendadoras de Santiago, sin el patín de entrada

4. Icedo

A la entrada del pueblo por el camino de Quintanilla de la Presa, a la izquierda, se encuentra una curiosa fuente con abrevadero, restaurada recientemente. Cerca del pueblo, en el arranque del camino de Boada de Villadiego, el bonito desfiladero del Butrón, horadado por el arroyo de la Teja. Dentro de la iglesia, la cubierta de la nave ya ha colapsado, y en las bóvedas de la cabecera y laterales llama la atención el colorido de las pinturas.

Icedo, entrada por el camino que sube desde Quintanilla de la Presa
 
Icedo: fuente reconstruída, con un pequeño abrevadero para las bestias (a la izda.)
Icedo: cabecera de la iglesia de San Adrián; la cubierta de la nave se ha desplomado recientemente
 

5. Hormicedo

Situado en la confluencia de dos arroyos de buen caudal: el de La Gargantilla (Río Grande), que viene del Portillo del Infierno, y el del Pradal (Río Chico), que lo hace desde el Portillo de Santa Marina y Los Valcárceres. Ambos arroyos disponían de caminos paralelos que eran utilizados por las reatas de mulas que transitaban por la zona, por lo que a la salida del pueblo en dirección a Villalvilla existen los restos de la Capilla de San Antón, patrono de las bestias. Cada arroyo disponía de su correspondiente molino. Al lado del Molino de Arriba, sobre el Río Chico, se encuentran unos potentes manantiales que suministran agua a Villadiego. De la iglesia de San Quirico y Santa Julita (románica del siglo XII, reconstruida en el XVII) tan solo resisten el ábside y la espadaña.



Hormicedo: ruinas de la iglesia de San Quirico y Santa Julita; al fondo, el camino de Villanueva de Puerta
 
Iglesia de Hormicedo: ábside
Iglesia de Hormicedo: este arco de ladrillo es todo lo que queda de la cubierta de la nave, y por poco tiempo
Hormicedo: entrada desde el camino de Villalbilla de Villadiego


6. Quintanajuar

La iglesia es todo lo que queda del lugar, originado a partir de una antigua comunidad cisterciense que acabó por mudarse al valle de Manzanedo. Nunca alcanzó la categoría de pueblo, era considerado una simple granja, perteneciente al monasterio de Rioseco. Y sus habitantes eran, por lo tanto, granjeros, colonos o renteros. Tras la Guerra Civil, una mal intencionada denuncia llevó a prisión a nueve de sus trece vecinos. Ya nunca se recuperó de este golpe bajo. A mediados de los años setenta, ya abandonado, el caserío sufrió las consecuencias de un incendio de rastrojeras y su entonces dueño aprovechó la circunstancia para derribar las casas que quedaban en pie. No es nada aconsejable intentar alcanzar el lugar sin permiso expreso de la propiedad. Aparte de dos vallados consecutivos de alambre de espino, las 600 hectáreas de Quintanajuar y La Cabañuela poseen un sofisticado sistema de seguridad: ganadería brava. Son los denominados “toros del frío” del ganadero Antonio Bañuelos.


Quintanajuar, restos de la iglesia de Nª Sª del Rosario (Fotografía: grist_it; 22 agosto 2010)


7. Bárcena de Bureba

Una explotación de caolín ha funcionado hasta hace poco tiempo. Las blancas paredes creadas por la excavación son ahora el lugar ideal para las aves con hábitos trogloditas. En octubre de 2010 se celebró una boda en el pueblo, que para entonces llevaba abandonado ya 30 años. Se adecentaron calles, fachadas e Iglesia, y Bárcena revivió por unos días. Parece ser que existe un proyecto de rehabilitación con vistas al turismo rural. Mientras tanto, la ruina avanza, poniendo en peligro incluso las sólidas construcciones a base de piedra toba, características del pueblo. La parte superior del ábside románico de su iglesia ya presenta un boquete de considerables dimensiones.

Bárcena de Bureba: ruinas recientes

Bárcena de Bureba: ruinas de la románica Iglesia de San Julián y Santa Basilisa

Iglesia de Bárcena: interior del ábside
Bárcena: pared testigo de la antigua explotación de caolín, horadada por las aves trogloditas

8. Valdearnedo

La iglesia ha sufrido la rapiña con saña, y solo los tirantes metálicos la mantienen en pie. El ábside ha sido despojado de gran parte de su ornamentación exterior. Al encontrarse en un lugar muy apartado de todo, ha resultado relativamente fácil llegar, tirar y cargar. En el caserío, año a año, van faltando dinteles de puertas y ventanas, lo que ha acelerado su proceso de ruina.
 
Valdearnedo: entrada desde el camino de Arconada
 
Valdearnedo desde la iglesia

Valdearnedo, cabecera de la Iglesia de la Natividad; nave atirantada

Muchos otros pueblos estuvieron muy cerca del abandono total, llegando incluso a estarlo durante algunos años, con parte del caserío arruinado, para resurgir más tarde de sus cenizas, aunque solo en forma de granjas o explotaciones agropecuarias, segundas residencias, negocios de turismo rural o campamentos de verano: Busnela, Huidobro, Cortiguera, Nocedo, Villalibado, Ahedo de Bureba, Mozuelos de Sedano, Acedillo, Espinosilla de San Bartolomé, Quintanarrío, Cobos Junto a La Molina o Villalvilla Sobresierra.

Destaca entre los anteriores Busnela, que en menos de 20 años ha pasado de la ruina total a la casi reconstrucción absoluta. Lo mismo ha sucedido en Villalibado, en donde ya existe medio caserío reconstruido, algún negocio de turismo rural y se ha rehabilitado su iglesia, cuya torre había llegado a colapsar. Algo parecido ha sucedido en Ahedo de Bureba, aunque aquí, por desgracia, su iglesia y su magnífica portada no pueden decir lo mismo.

Desgraciadamente, otros no tuvieron tanta suerte: Lorilla, Puentes de Amaya, Albacastro,…

Ruinas de Puentes de Amaya


En alguno de estos pueblos abandonados, su caserío arruinado no ha impedido que se haya rehabilitado el elemento patrimonial más importante, que suele ser la iglesia: (Albacastro). En otros, hay que alegrarse con la rehabilitación –seguramente obra de voluntarios- de la fuente principal del pueblo (Puentes de Amaya, Icedo), aunque la iglesia del primero ya no exista y la del segundo esté cayéndose a pedazos.

La baja población de otros muchos pueblos del entorno cercano (Castrillo, Pantaleón, Ruyales, Bustillo, Hormazuela, Brullés, Robredo Sobresierra, Quintanarrío, Villalvilla-Sobresierra, Quintana del Pino, La Nuez de Arriba, Lermilla, etc.) ponía en entredicho su futuro a medio y largo plazo, y pocos habrían predicho que llegaran vivos al siglo XXI. Pero lo cierto es que en ellos apenas existen casas caídas, se han rehabilitado iglesias, puentes, fuentes, abrevaderos y lavaderos, se han abierto locales sociales, habilitado parques infantiles y para la tercera edad,… y cobran efímera vida como segundas residencias en épocas vacacionales y fines de semana.

En algunos casos, ha sido el maná de los molinos eólicos el que ha hecho posible la financiación de alguna de estas rehabilitaciones de elementos patrimoniales comunes, pero en otros muchos lo ha sido la mera iniciativa privada y muchas horas de trabajo voluntario por parte de alguno de los vecinos.



Más información:

Burgos, los pueblos del silencio. Elías Rubio Marcos. Burgos (2001)

http://arqytrad.blogstpot.com.es/

http://tierrasdeburgos.blogspot.com.es/

http://lospueblosdeshabitados.blogspot.com.es/



http://es.rentalia.com/187617  (Alojamiento rural en Villalibado)

lunes, 18 de agosto de 2014

El Nido del Buitre


Aunque se encuentre ya dentro del término de Montorio, este paraje ha sido desde siempre un destino habitual para una de aquellas clásicas excursiones veraniegas que partían de Huérmeces: Monasteruelo, Castrillo, La Bagoya, Valdegoba, Los Avellanos, San Vicente, El Páramo y … El Nido.

Mojón (trifinio) entre Huérmeces, Montorio y Castrillo, en las cercanías de Los Casares
 
Esta era una de las largas. Algo más de diez kilómetros entre ida y vuelta. Por San Miguel e Isilla se alcanzaba La Lastra, continuando hasta Los Casares y el mojón que delimita Huérmeces, Castrillo y Montorio. Desde allí, el descenso hasta El Nido era rápido y relativamente cómodo.

 
Todo esto hasta finales de los años ochenta del siglo pasado, cuando las obras de la nueva carretera entre Burgos y Aguilar cercenaron los caminos que desde Huérmeces partían en dirección Este, principalmente los de Castrillo y Quintanilla Sobresierra, … y el de la excursión al Nido.

A la derecha del Nido, el cortado por el que se introducía el viejo camino de Quintanilla Sobresierra por Becerril

Justo enfrente del Nido, el hito kilométrico conmemorativo de la inaguración de este tramo de la N-627


La nueva carretera N-627 pasa justo al lado del Nido del Buitre. Ahora, para llegar a la Covatona hay que mirar antes a derecha e izquierda, buscar un tronco que cruza el arroyo de Santa Cecilia (o Santa Icilia, como se dice por allí) y una vez dentro del paraje … taparse las orejas.


Parte de la hiedra que cubría la pared izquierda de la Covatona se ha desgajado por la base, dejando a la vista más piedra






















Avellanos, hiedra, endrinos, roca y, a veces, agua

En un fin de semana del buen tiempo, la reverberación y amplificación que el ruido del tráfico origina dentro de la Covatona hace que el lugar haya perdido gran parte de su encanto. En los escasos momentos de silencio, aún es posible escuchar el repiqueteo de algún pájaro carpintero o, en época de lluvias, el sonido del agua que se precipita por la roca, pero … El Nido ya no es lo que era.




Ignoro si alguien, algún día, voló sobre El Nido del Buitre, pero quizás en un futuro cercano aquello acabe por suceder. Si finalmente se lleva a la práctica el proyecto de autovía A-73 (Burgos-Aguilar), un viaducto sobrevolará la zona y entonces … alguien poco prudente en el manejo de volante, acelerador o freno, es posible, muy posible, que acabe por volar sobre El Nido del Buitre.

Vista desde el interior del Nido, hacia Los Casares y los altos de Valmares

lunes, 11 de agosto de 2014

El pueblo de las bodas


Con unos índices demográficos -densidad de población, natalidad, envejecimiento- bajo mínimos, falta de relevo generacional y todos los indicadores típicos de una pequeña localidad rural de la Vieja Castilla, Huérmeces, sorprendentemente, posee una altísima tasa de … ¡bodas!

Se celebran unas treinta y tantas al año, lo que se traduce en casi una boda por habitante y año. ¿A que se debe este milagro de la naturaleza?

Fundamentalmente, a la existencia en el pueblo de dos magníficos palacios de tamaño suficiente para la celebración de eventos multitudinarios: el Palacio de los Fernández Zorrilla y el Palacio de los Salamanca.

También cuenta, en algunos casos, la no menos espectacular presencia de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, neoclásica, amplia y luminosa. Y si ésta se queda pequeña, en el pueblo de al lado (Santibáñez) existe una mucho más grande, y gótica. Y para las bodas civiles, un Ayuntamiento con edificio casi recién estrenado, con balcón incluido. Ah, y un estupendo bar, con habitaciones, para los que quieran escapar un rato de las a veces largas ceremonias, no se encuentren en condiciones de coger el coche o pierdan el autobús después del evento. ¿Hay quién de más?
 
El paisaje también acompaña, claro. Ambos palacios, situados a las afueras del pueblo, se encuentran rodeados de campos de cereal, con toda su policromía estacional. Páramos por el oeste, roquedos calizos matizados de encinas por el norte y el este, y al sur, la amplia vega que forma el curso medio del Urbel. 



Y qué decir de las románticas ruinas de la Torre de los Padilla, o del porte de la Ermita de Cuesta Castillo con La Coronilla al fondo, ambas estampas ideales como telón de fondo para una sesión de fotos pre o post ceremonia. Y si la sesión coincide con el paso del asombrado rebaño de ovejas ya ni te digo…

El torreón de los Padilla y la Iglesia de San Juan, dos distinguidos testigos de boda
Tanto se han popularizado estas sesiones de fotos de boda en “ambiente rural” que podríamos estar asistiendo al nacimiento de nuevas categorías de reportajes fotografícos nupciales: NPTs (Novios Pisa Trigos), NAOs (Novios Asombra Ovejas), NARs (Novios Aguanta Ruinas)… No es broma, si buscáis un poco en la red encontraréis numerosos ejemplos de lo anterior. Buscad, buscad… 



Todo empezó hace varias décadas, allá por los años sesenta-setenta del siglo pasado, cuando ambos palacios fueran vendidos por sus propietarios locales -justo antes de que su estado de ruina pudiera resultar casi irreversible- a personas ajenas al pueblo y con suficiente poder adquisitivo para poder afrontar las necesarias reformas.

Hasta entonces, tanto el Palacio de los Fernández-Zorrilla como el de los Salamanca habían sido utilizados como vivienda, escuela, almacén de grano, establo, cochera para carros y aperos diversos, palomar,…

El Palacio de los Arriaga-Salamanca (o si prefieren, de los Alonso de Maluenda) es un bello edificio del siglo XV, adquirido a finales de los años sesenta del XX por una procuradora provincial en las Cortes de Franco, más tarde senadora por designación real, que abrió el mirador-galería orientado al oeste. Más recientemente, se convirtió en la sede de una empresa de restauración de obras de arte.







El Palacio de los Fernández Zorrilla, de finales del siglo XVI o principios del XVII, posee un espléndido escudo de armas en su fachada (“velar se debe la vida, de tal suerte que viva quede en la muerte”) y una capilla anexa, en la que descansan los restos de D. Pedro Fernández Zorrilla, natural de Huérmeces y que fuera Obispo de Mondoñedo (1616-1618), Badajoz (1618-1627) y Pamplona (1627-1637), ciudad esta última en la que parece ser que dejó huella de su -digamos que fuerte- carácter.

Hace unos cuatro años, ambos palacios, primero el de Arriba y luego el de Abajo, se sumaron a la prometedora moda de celebrar bodas y eventos en edificios históricos y con empaque, siempre más chic que hacerlo en un restaurante convencional, y con una diferencia de precios asumible para muchos.

Fotografía premonitoria (1991): las torres del Palacio de los Fernández Zorrilla asoman por la izquierda; el mirador del Palacio de los Salamanca, por la derecha; la Iglesia de San Juan destaca en el centro, vigilada por la Ermita de Cuesta Castillo; y en primer plano, una colorida y espontánea composición floral, digna de una boda imperial. Está claro ¿no?
 
De acuerdo en que el clima castellano puede resultar un poco limitante, y condicionar que las bodas se concentren en los meses de buen tiempo; bueno, de todas formas las bodas suelen concentrarse en primavera y verano y, para esos días en los que se vuelve el norte, existen amplios salones de interior y modernas carpas que han mejorado mucho en prestaciones.

Sorprendidos se quedarían el viejo Obispo Zorrilla y su temperamental carácter si levantaran la cabeza … su pío pueblo, antaño repleto de hidalgos y curas, hoy convertido en un foco de celebración y algarabía.

Y en las alturas … molinos de viento por doquier.




Más información sobre los palacios y sus eventos:

Palacio de los Salamanca o Alonso de Maluenda o Palacio de Huérmeces



Palacio de los Fernández-Zorrilla o Palacio del Arzobispo






Reportajes fotográficos de bodas celebradas en los palacios de Huérmeces y colgadas en abierto en Internet:





Alojamientos en los alrededores:

Montorio (a 9 km):
Ros (a 9 km):

La Nuez de Arriba (a 11 km):