sábado, 14 de diciembre de 2019

La ermita de la Blanca (II): sus piedras

Hace casi tres años, dedicamos un post a uno de los edificios religiosos desaparecidos más emblemáticos de Huérmeces, y cuya memoria popular mejor ha aguantado el paso del tiempo: la ermita de la Blanca.

Toda persona relacionada con Huérmeces conocía en qué parcela en concreto estuvo enclavada la ermita. La misma denominación del paraje -La Blanca- no dejaba lugar a dudas; además, cada invierno, tras las labores preparatorias y de siembra, resultaban bien visibles los abundantes restos de teja cerámica que aparecían esparcidos por la parcela. El paraje, por si todo lo anterior no fuera más que suficiente, se encuentra enclavado en uno de los paseos más populares del pueblo: el camino que une los puentes Vega y Miguel (Barrio La Parte) por la orilla derecha del Úrbel, el denominado camino de La Blanca, hoy asfaltado.


Bing Maps (Julio 2010): perfiles de cimentación de la vieja ermita de La Blanca



En aquella entrada comentamos que, gracias a una siembra de girasoles y a una oportuna fotografía satelital, pudimos también conocer la ubicación exacta y el perfil aproximado que pudo tener aquella humilde construcción románica.


Ahora, quizás, podamos conjeturar con el destino final de sus restos, de su buena piedra de sillería caliza. Porque, afortunadamente, no se fueron muy lejos, y ahí están, a la vista de todo el mundo.


LA RUINA DE LA ANTIGUA IGLESIA DEL BARRIO DE LA PARTE

Son numerosas las referencias documentales que nos hablan de la existencia de un barrio en la orilla derecha del Úrbel, en las cercanías de donde se acabó por levantar un puente que dio servicio al camino real de Burgos a Reinosa y Santander: el barrio de La Parte.

Suponemos que dicho barrio fue el emplazamiento original de lo que hoy conocemos como Huérmeces. Y como todo núcleo poblacional fundado en los albores de la repoblación altomedieval, tuvo su castillo y su iglesia. El castillo en La Coronilla; la iglesia, en lo que hoy llamamos La Blanca.

Parece ser que la denominación original de la parroquia era la de "Santa María", por lo que dice un viejo documento del siglos XVI: 

- "Santa María de barrio Laparte" (1)

En documentos del siglo XVIII encontramos por primera vez el apelativo de "La Blanca", quizás haciendo referencia al tono epitelial de una vieja talla de la Virgen (la imagen actual no es románica, sino tardo-gótica):

- "iglesia del Barrio La Parte" (2)

- "parroquial de La Blanca del Barrio La Parte" (2) 


Durante mucho tiempo, quizás tres o cuatro siglos, Huérmeces tuvo dos barrios y dos parroquias: el barrio de La Parte con su iglesia de Santa María y el barrio de San Juan, con su iglesia homónima, en el mismo emplazamiento actual. Con el paso de los años, fue perdiendo importancia el primero de ellos, y la población pasó a concentrarse en el barrio de San Juan, por lo que la iglesia de Santa María acabó por quedar relegada a la categoría de iglesia secundaria o aneja y, finalmente, a la de simple ermita.

La última referencia documental a la iglesia de La Blanca la encontramos en el Diccionario de Madoz: (3)

"...una iglesia parroquial (San Juan Bautista), servida por un cura párroco, tres beneficiados enteros y un sacristán, a la cual están anejas la del despoblado de Monasterio [Monasteruelo] y la de Laparte…"



Ubicación de la ermita de La Blanca en el atlas de Coello (1868); vemos también que el camino real de Burgos a Reinosa ahora se desvía por Santibáñez y Ros, en lugar de ascender hacia Ruyales por el Alto de la Cruz


Esta cita aparece también plasmada cartográficamente, ya que en el "atlas" de Coello (1868), considerado complementario del Diccionario de Madoz, encontramos correctamente ubicada la edificación, aunque reducida su categoría a la de simple ermita, y sin rótulo alguno.


Planimetrías (1911): la ermita de La Blanca ya no aparece representada, al sur del puente y de la casa del barrio La Parte



Sin embargo, en las planimetrías realizadas en la zona de Huérmeces a comienzos de la segunda década del siglo XX (previas al primer Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000), ya no aparece representada la ermita, por lo que suponemos que aquella habría desaparecido, o se encontraría en un estado de ruina muy avanzado.

Por lo tanto, cabría suponer que la desaparición del edificio religioso sucedió en algún momento comprendido entre las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. Suponemos que el edificio presentaría un estado de ruina tal que hiciera desaconsejable su uso ni siquiera como esporádica ermita. Y más teniendo en cuenta la existencia de otra ermita mariana de gran devoción (la de Cuesta Castillo) a escasos 350 metros al este, lo que no incentivaría precisamente la intención de preservar la ermita de la Blanca.


Construcción de una iglesia románica ("Una aldea en tiempos del románico")


La iglesia era la construcción más sólida, la mejor levantada, la más costosa ("Una aldea en tiempos del románico")



Ante la amenaza de ruina, se trasladarían a la iglesia de San Juan la imagen de la virgen y la pila bautismal (románica); y el cabildo, con la previa autorización del arzobispado, pondría precio a las buenas piedras que conformaban la nave, la torre y el ábside. Compradores no faltarían, y más en una  época de penurias económicas, como fue aquella que comprendía las décadas inmediatamente anteriores y posteriores al cambio de siglo.


LAS PIEDRAS DE LA BLANCA SOBREVIVEN EN UNA VIEJA COCHERA

Teníamos, pues, más o menos acotadas las fechas del suceso. Únicamente nos quedaba encontrar las piedras. Las iglesias románicas solían encontrarse levantadas a base de buenos sillares, por lo que cuando una construcción de este tipo se declaraba en ruina, muchas serían las personas interesadas en su reutilización. La iglesia vendía los restos al mejor postor, y los sillares servirían para la construcción de una nueva vivienda, cuadra o almacén agropecuario.

Justo en esa época (finales del XIX-principios del XX) varias fueron las casas, casetas y cocheras que se levantaron en Huérmeces y en los pueblos del entorno, por lo que sería cuestión de tiempo encontrar algún sillar que pudiera relacionarse con una construcción románica de los siglos XI-XII (XIII).

Como suele acontecer en estos casos, dichos restos se encontraban mucho más cerca de lo que uno pudiera imaginar. Justo enfrente de la casa de mis abuelos. En la entonces (años 60 del XX) denominada cochera de Avelino. Cochera cuya pared oeste sirvió, a buena parte de la chavalería de los años sesenta y setenta, a modo de frontón en el que golpear reiteradamente con un balón de fútbol, una pelota de tenis o cualquier objeto esférico con cierta capacidad de rebote. La pared, de perfecta realización en sillería caliza, carecía de ventanas con cristales que romper, por lo que su uso como frontón resultaba más que oportuno. 


Justo detrás de la fuente, el testero sur de la vieja cochera de Avelino, en el barrio de Arroyuelo; la pared oeste sería, lógicamente, la de la izquierda; al fondo, a la izquierda. casas de Narciso, David y Eladio; a la derecha, casa de Cayo



Probablemente, la cochera fue levantada -en años inmediatos al cambio de siglo- por Prudencio Villanueva Varona, cuya casa se encontraba casi enfrente, al lado de la de mis abuelos. Aunque quizás, remontándose un poco más en el tiempo, también pudiera haber sido Julián Villanueva Varona, el padre de Prudencio, el que la levantara, entre los años 1880 y 1890. O incluso pudo haberlo hecho el abuelo de Prudencio, Eusebio Villanueva Peña.


Plano urbano de Huérmeces (1911); en verde, la cochera de Avelino, en el barrio Arroyuelo



Lo que sabemos con seguridad -gracias al primer plano conocido del núcleo urbano de Huérmeces, realizado en 1911- es que para ese año ya se encontraba levantada la denominada cochera de Avelino.


Para ratificar esta posibilidad, quedaba por encontrar algún documento en el que se hubiera reflejado la venta de la piedra, por parte del cabildo, a Julián o a Prudencio o a algún otro vecino del pueblo que hiciera de mero intermediario. Dos serían los archivos más socorridos a la hora de encontrar este tipo de documentación:

-Archivo Municipal de Huérmeces: suele ser habitual la existencia de los denominados "expedientes de enajenación de parcelas sobrantes en vía pública", en los que queda reflejada la venta, por parte del ayuntamiento, de un terreno urbano sito en alguna plazoleta secundaria o espacio público no aprovechable. Era una de las fórmulas utilizadas por los ayuntamientos de entonces para intentar "hacer caja" para sus siempre manguadas arcas.

-Archivo Diocesano de Burgos: la iglesia, poseedora de un inmenso patrimonio inmobiliario, y dotada de su correspondiente aparato burocrático, solía realizar apuntes contables de todo tipo de transacciones, entre las que la venta de la piedra de una arruinada ermita no sería considerada un asunto menor; es de suponer que, en la cuenta de fábrica de la iglesia parroquial de Huérmeces, pudiera encontrarse algo al respecto.

Tras un par de mañanas pasadas en cada uno de dichos archivos, reconozco que no he sido capaz de encontrar nada, absolutamente nada, que haga referencia a esa más que posible venta de piedra. Quizás lo intente una vez más, sobre todo en el archivo diocesano, pero no creo que resulte sencillo encontrar algo.

Nos conformaremos, pues, con apreciar y admirar las más que visibles marcas de cantero y marcas de talla que presentan varios de los sillares de la vieja cochera, sobre todo en la pared oeste. Eso sí, dado que hoy en día se trata de una vivienda habitada durante todo el año, procuraremos molestar a sus inquilinos lo menos posible.










Las denominadas marcas de cantero, muy habituales en la época medieval (siglos XI al XV), se utilizaban -principalmente- con un mero propósito identificativo, una especie de marcas de propiedad, que hiciera posible la contabilización de los sillares tallados por cada artesano, algo indispensable para el pago posterior de las tareas realizadas por cada taller o cuadrilla.


Canteros trabajando ("Una aldea en tiempos del románico")


Estrías paralelas, típicas del uso de trinchante como herramienta de desbaste y labra de sillares


Además de las peculiares marcas de cantero, en los sillares se aprecian unas estrías paralelas, que se corresponden con las denominadas marcas de talla, cuyo aspecto depende tanto de la litología utilizada (en este caso, caliza Paleocena o del Páramo, sobre todo) como de los instrumentos de talla empleados.

Por las estrías más o menos paralelas que aparecen en la superficie de varios sillares, todo parece indicar que fue el trinchante la herramienta de talla utilizada. Un trinchante es una especie de hacha de dos filos dentados, muy utilizada en desbaste y labra de piedras desde la segunda mitad del siglo XII hasta finales del XV, abarcando el final del románico y todo el gótico.

Otras piedras, sin embargo, carecen de tales estrías paralelas, por lo que pudo ser un tallante la herramienta de labra utilizada. Un tallante es un hacha de dos filos lisos, sin dentar, muy utilizada desde principios del siglo XI hasta mediados del XIII (siglos románicos), por lo que su uso coincidió con el del trinchante durante casi un siglo.

Por lo tanto, no resultaría aventurado suponer que la iglesia del barrio de La Parte (La Blanca) fuera levantada justo en esos años entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII, y que las diferentes cuadrillas de canteros que trabajaron en la obra utilizaran una u otra herramienta según la naturaleza litológica de la piedra a labrar o según su mayor habilidad en el uso de una u otra.

Las calizas cretácicas son más duras y difíciles de trabajar que las calizas del páramo (paleocenas), aunque compensa su mayor resistencia al desgaste y a la meteorización, por lo que su uso en mampostería fue muy habitual.


Sillar en la "cochera de Gil"

Otro sillar en la "cochera de Gil"
Por otra parte, en otra cochera existente en el pueblo, algo más moderna que la de Avelino, también se aprecian sillares con marcas de cantero medieval. Es la denominada "cochera de Gil", en la plazoleta del viejo ayuntamiento, levantada con posterioridad a la realización del aludido plano urbano de 1911. En dicha caseta vivió durante un tiempo la familia de Mariano Crespo, sastre de Huérmeces durante muchos años.

Hoy la cochera presenta un aspecto ruinoso, habiéndose cercado y consolidado sus restos, en prevención de posibles accidentes.




Puede que la venta de la piedra de la ermita de la Blanca se realizara en dos fases, o que fuera adquirida por un mismo vecino y este la revendiera posteriormente según iban surgiendo compradores... Quizás algún día salgamos de dudas. Aunque lo importante es que los restos de la ermita siguen en el pueblo, reinsertados en una o dos viejas construcciones, para deleite y contemplación de sus vecinos y visitantes.

Alguien podría argumentar que no hay por qué dar por sentado un origen románico para los sillares aludidos, ya que también pudiera ser posterior, habiendo pertenecido a la antigua iglesia tardo-gótica de San Juan Bautista. Pudiera ser, aunque cuesta imaginar que la nueva iglesia neoclásica, levantada entre 1780 y 1783, pudiera permitirse el lujo de prescindir de buenos sillares para su reutilización en la misma. Tampoco resulta convincente pensar que dichos sillares, despreciados para la construcción de la nueva iglesia, tardaran un siglo en reutilizarse de nuevo, cuando se levantaran las cocheras de Avelino y Gil.


Todo apunta a la desaparecida ermita de la Blanca, a la antigua parroquia de Santa María del barrio de La Parte. A unas piedras que debieron tallarse entre los siglos XII y XIII, ya en el románico tardío, quizás cuando en La Coronilla ya destacaba desde hacía algún tiempo el castillo que durante aquellos siglos defendería la entrada al desfiladero de Fuente la Hoz, camino de las altas tierras del Tozo y Valdelucio.

Más tarde se arruinaría el castillo, iría creciendo en importancia el barrio de San Juan y se levantaría su iglesia tardogótica, aparecería la ermita de Cuesta Castillo aprovechando parte de la piedra del castillo, perdería categoría la iglesia de La Parte, quedando convertida en simple ermita, hasta su total desaparición y parcial reimplantación de sus mejores piedras en una o dos cocheras del barrio de Arroyuelo. Sería la culminación del ciclo de la piedra, que se inició cuando grandes bloques se arrancaron de una cantera (o se recogieron del páramo) para su posterior tallado y labrado, allá por los lejanos tiempos medievales. O quizás más pronto aún, cuando pequeños organismos unicelulares de caparazones calizos se depositaron en un mar de escasa profundidad, allá por el Paleoceno o, antes aún, por el Cretácico Superior.   
  

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA:

(1) "Real provisión dirigida a la justicia, a petición de Juan Zorrilla de San Martín, para que se le entregue la ejecutoria del pleito que trata con Pedro Díez Fernández y Francisca Zorrilla, su mujer, vecinos de Huérmeces (Burgos), sobre la herencia de Juan Zorrilla de San Martín el Viejo, tío de esta última", de fecha 30 de marzo de 1591 (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, registro de ejecutoria, caja 1689, 50) Documento de 1591

(2) "Memorias perpetuas de la parroquial de San Juan Bautista de este lugar de Huérmeces y en cada un año han de celebrar los curas y beneficiados de él por sus fundadores como se dirá. Año de 1730" Memorias Perpetuas de Huérmeces

(3) "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar". Pascual Madoz. Provincia de Burgos. Ámbito, Valladolid (1984) [página 344] Huérmeces en el Madoz

(4) "La arquitectura eclesiástica en Álava y Treviño durante los siglos XII-XIII: promotores, constructores y significados en un momento de transición." Egoitz Alfaro Suescun. Arqueología de la arquitectura nº 14, Madrid-Vitoria (2017) [páginas 6-10]

(5) "La construcción de la arquitectura románica." Roberto Benedicto Salas. Institución "Fernando el Católico" n º 3442. Zaragoza (2015)

(6) "Una aldea en tiempos del románico". Jaime Nuño González y Chema Román. Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico. Aguilar de Campoo, 4ª edición (2018) [láminas de las páginas 9, 15 y 19]



VECINOS QUIZÁS RELACIONADOS CON LA POSIBLE COMPRA-VENTA DE LA PIEDRA PROCEDENTE DE LA ARRUINADA ERMITA DE LA BLANCA:

-Eusebio Villanueva Peña (La Nuez de Abajo, 1821), casado con María de la Cruz Varona (Huérmeces, 1819)
-Julián Villanueva Varona (Huérmeces, 1851), casado con Lucía Varona Ubierna (Huérmeces, 1849)
-Prudencio Villanueva Varona (Huérmeces, 1878), casado con Casilda Varona García (Huérmeces, 1881)
-Florentín Díaz-Ubierna (Huérmeces, 1815), cura párroco de Huérmeces entre 1852 y 1898
-Juan Espinosa Lomas (Santibáñez Zarzaguda, 1898), cura párroco de Huérmeces entre 1898 y 1902
-Eusebio Arroyo Dorao (Burgos, 1875), cura párroco de Huérmeces entre 1902 y 1926
-Julián Díaz-Ubierna García (Huérmeces, 1863), alcalde de Huérmeces entre 1897 y 1912, casado con María del Carmen Ortega Pérez (Ros, 1863)

sábado, 30 de noviembre de 2019

La iglesia de Huérmeces (III): el retablo del Cristo


En entradas anteriores se ha tratado tanto de los aspectos arquitectónicos del edificio de la iglesia de Huérmeces como de su principal bien mobiliario, el retablo mayor. Además de este espléndido retablo clasicista, en la iglesia de San Juan Bautista de Huérmeces existen otros dos importantes retablos laterales: el retablo de Ánimas (situado en la nave de la Epístola), y el retablo del Cristo (situado en la nave del Evangelio), ambos diseñados -fundamentalmente- con el fin de servir como soporte de un lienzo de gran tamaño.

En la presente entrada hablaremos del retablo del Cristo que, además, es el más antiguo de los dos, ya que pertenece al período Pre-churrigueresco (hacia 1680), en contra del retablo de Ánimas, que lo hace al Churrigueresco (hacia 1740).



HISTORIA DEL RETABLO:

Parece ser que, a comienzos del siglo XVII, existía en la antigua iglesia tardogótica un altar dedicado a Santa Brígida. Desconocemos la ubicación exacta de aquel altar, pero el caso es que, en un momento dado (1605), se encarga la realización de unas tallas para el mismo; probablemente, se trate de las dos figuras que aparecen en las calles laterales del retablo actual: Santa Brígida y San Juan Bautista. Décadas más tarde (hacia 1680) se decide realizar un nuevo retablo, en el que se conjuguen las devociones a Santa Brígida y al Santo Cristo.

Desconocemos el nombre de los maestros que lo realizaron. También desconocemos si ya en su origen presentaba el recorte que se observa en la zona izquierda del basamento, realizado para practicar la puerta de acceso a la hoy denominada Capilla. En 1783, cuando se levantó la nueva iglesia neoclásica, precisamente esa "Capilla" fue la única estancia de la vieja iglesia tardogótica que se respetó íntegramente, quedando adosada a la nave del Evangelio. Durante gran parte de los siglos XVII y XVIIII, dicha estancia hizo las funciones de sala de juntas de las diferentes cofradías con que contaba la iglesia parroquial.

ARQUITECTURA DEL RETABLO:

Parece ser que, al construirse este retablo, lo que se pretendía era reunir en un único altar las devociones a Santa Brígida y al Santo Cristo. Por lo tanto, en la zona central se reservó un amplio espacio para un lienzo del crucificado, y en el ático se hizo lo mismo para disponer un relieve que narrase la escena del martirio de la santa.

El nuevo retablo, datado hacia 1680, descansa sobre un alto banco, y consta de un cuerpo de una calle, con dos entrecalles laterales, rematado con un pequeño ático de una calle y aletones.

Columna salomónica
Este diseño con entrecalles laterales no es frecuente en la zona. La proximidad entre cada pareja de columnas laterales es tal que la cornisa adopta un solo quiebro para abarcar a aquellas. En la predela, sin embargo, cada columna posee su propia ménsula acartelada. Las citadas columnas son del tipo salomónico, de seis espiras decoradas por los habituales sarmientos y racimos, guardando relación son los misterios eucarísticos.




Relicario
El basamento presenta un espacio para el sagrario y, a ambos lados de este, unos grandes relicarios defendidos por balaustres, con marcos de orejeras infrecuentes en la zona.

El cuerpo del retablo se cierra con un entablamento guarnecido con denticulados y ovas. El friso lleva los tradicionales roleos, mientras que el arquitrabe se presenta a dos niveles.




Ménsula que soporta a cada columna
En el ático, rodeando al relieve escultórico, encontramos un marco con peculiares codillos y tambanillo escalonado, donde se dispone una tarjeta de follaje. En los netos del sobrecuerpo figura una decoración de bolas.

El retablo fue sometido a los habituales trabajos de dorado y estofado, manteniendo los fondos de paramento en oro y coloreando casi todas las labores ornamentales en tonos azules y rojos. También se estofaron y encarnaron las esculturas, excepto la de San Juan. La escultura de Santa Brígida lleva un manto con cenefa estofada, alternando oro y pintura según trazados vegetales. Las labores de dorado fueron realizadas por Lucas de la Concha, Domingo Mansilla y Toribio García Pérez, en 1694.





ESCULTURA Y PINTURA DEL RETABLO:


Entrecalle izquierda:

Santa Brígida, virgen (cuya onomástica se celebra el 1 de febrero, y es una de los tres patrones del pueblo); la figura porta un libro en la mano izquierda y una palma en la derecha, esta última como símbolo del martirio; la talla, datada a comienzos del XVII, aún presenta valores renacentistas, mostrando una pose equilibrada, algo indolente y ligeramente serpentinata; su cabello, en quedejas, será popularizado posteriormente por Gregorio Fernández en sus "Inmaculadas".


Entrecalle derecha:

San Juan Bautista (el principal de los tres patrones del pueblo, cuya onomástica se celebra el 24 de junio); figura bien tallada, carente de dinamismo alguno, aunque parece querer establecer un mudo diálogo de miradas con el cordero; siguiendo el modelo iconográfico tradicional, el cordero se halla recostado sobre las Escrituras, y estas se apoyan sobre un tronco de árbol; destaca el realismo de la piel de camello que viste al santo.


Cuerpo central:

Pintura del Santo Cristo: el lienzo, de grandes dimensiones, nos presenta a un Cristo caracterizado por su extrema corrección; destacan su equilibrio y serenidad, más propios del renacimiento que de los tintes dramáticos del Barroco; su aparente tenebrismo es más producto de la antigüedad del lienzo que del propio estilo pictórico, si bien tienen cierta importancia los efectos lumínicos.

Ático:

Relieve del martirio de Santa Brígida: aparecen, a ambos lados de la santa, dos rechonchos guerreros toracatos, con armadura y cascos, que oscilan entre la moda romana y renacentista; la santa presenta una clara actitud de padecimiento, ya que uno de los guerreros tira de su cabello, mientras que el otro, intenta desnudarla; por encima de la imagen, revolotean dos pícnicos angelitos, portando la palma del martirio y la corona de flores; entre las nubes, por encima de un paisaje campestre, se observa un alegórico arco de triunfo romano; en general, no puede decirse que nos encontremos ante un relieve de calidad artística destacable, aunque la altura a la que se encuentra origina que se diluya cualquier crítica.


Durante el siglo XVIII, el entonces denominado altar del Santo Cristo de la Fe fue muy utilizado para la celebración de misas y responsos por el alma de los fieles difuntos, según lo establecido en las Memorias Perpetuas correspondientes.

El retablo fue rehabilitado en su totalidad hace no muchos años (2006). No faltan quienes sostienen que, tras la rehabilitación, el retrato del Cristo ha perdido parte de su antigua expresividad.


FUENTES:

"Retablos barrocos burgaleses. La Bureba, Los Páramos y comarcas próximas", Fernando Sánchez-Moreno del Moral. Diputación Provincial de Burgos (2006) [página 380]
"El retablo en Burgos y su comarca durante los siglos XVII y XVIII", René Jesús Payo Hernanz. Diputación Provincial de Burgos (1997) [página 498]


GLOSARIO:

-aletón: elemento (en forma de voluta: acaracolado)que une dos pisos de distinta altura y anchura, disimulando el desnivel.


Pequeños aletones situados a ambos lados del ático 

-Churrigueresco: variante española del estilo Barroco, destacando por su recargada ornamentación, y típica del primer tercio del siglo XVIII; más que un estilo arquitectónico, se trata de un estilo escultórico y decorativo, plasmado sobre todo en la retablística; su denominación hace honor a José de Churriguera (1665-1725), ensamblador de retablos que trabajó para diversas iglesias de Salamanca, Madrid y Valladolid.

-entablamento (cornisamento): conjunto de piezas que gravitan sobre las columnas en la arquitectura arquitrabada; consta de cornisa, friso y arquitrabe.

Entablamento: cornisa, friso y arquitrabe

-estofado: es una técnica utilizada en madera policromada, que consiste en aplicar láminas de pan de oro sobre la madera, para posteriormente cubrirlas con diferentes pigmentos que contrasten con ese dorado y, finalmente raspar esta última capa formando dibujos que dejen al descubierto ese oro subyacente.

-neto: es la parte central del pedestal de una columna; la inferior se denomina plinto (basa), la superior, cornisa.


Netos con y sin bola
-ménsula: cualquier elemento estructural en voladizo.

-predela: banco o banca de un retablo; la plataforma sobre la que se asienta este.



-roleo: elemento decorativo realizado mediante elementos enrollados; se suele disponer en capiteles y dinteles.


Roleos del friso

-serpentinata: recurso artístico que persigue dotar de gracia y movimiento a la figura pintada o esculpida, haciendo que las extremidades vayan en una dirección y el torso en otra, generando una posición retorcida, en "S" o serpentina.




-tambanillo: frontón sobrepuesto a una puerta o ventana.




-toracato: figura escultórica típica del arte romano, en la que el atavío se presenta en forma de coraza (thorax, thoracis, en latín).



sábado, 16 de noviembre de 2019

Subasta de ciertas parcelas municipales: Huérmeces, 1916


En el archivo municipal del ayuntamiento de Huérmeces se conserva un curioso documento, fechado el 15 de octubre de 1916, en el que se registra el resultado de una subasta pública de ciertas parcelas de propiedad municipal.

La decisión de sacar a subasta abierta estas parcelas se había tomado en la sesión celebrada el primero de octubre; estaba motivada, entre otras cosas, por el sempiterno déficit que arrojaban las arcas municipales. Presidió la sesión, el entonces alcalde de Huérmeces, Santiago Bárcena. El secretario municipal era Quiterio Hidalgo.

Varias de las parcelas sacadas a subasta tenían en común tres características:

-su reducido tamaño: la superficie individual de casi todas no superaba los 100 m2 (un área)

-su cercanía al río Úrbel, con el que mantenían al menos una linde

-su estado de abandono, sin cultivo alguno; utilizadas, si eso era posible, como simple pradera

"...pedazos de terrenos que consideraban de muy poca o ninguna utilidad ... quedaron sin partir cuando se hizo la compra de las praderas..."

Precisamente esa cercanía al río se utilizaba como argumento fundamental para evitar la concurrencia de forasteros a la subasta:

"...las praderas a orillas del río no pueden ser vendidas a forasteros para no correr peligro de interceptación del río..."

Puente de la Pradera (años 20-30)

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Las ocho parcelas subastadas fueron las siguientes:

1. Las Cañadas (Santorcaz): de 3 áreas de superficie; linda al norte con el río; al este, pradera; oeste y sur, tierra de Dionisio Martínez.

2. Vegas Negras: de 1 área de superficie; linda al norte con el río; al sur, con arroyo; al este, con Simeón Alonso; al oeste, con José Varona.

3. Fuente Arroyuelo: de 50 centiáreas; linda al norte con huerta de Guillermo Varona; al sur, arroyo; al este, carretera [Burgos-Aguilar]; al oeste, Rodrigo Arquiaga [el entonces propietario del Palacio de Arriba y fincas adyacentes].

4. Pradera del Mojón: de 3 centiáreas; linda al norte con Dionisio García; por los demás, con praderas.

5. Pradera del Mojón: de 1 área de superficie; linda por el norte con Domingo Arribas; por el este, con Quiterio Hidalgo; por los demás, con el río.

6. Pradera del Mojón: de 1 área de superficie; linda al norte y al oeste con el río; al sur, con Guillermo Varona; al este, con Dionisio García.

7. La Rebanera: de 1 área; linda al norte y al oeste con arroyo; al este, con huerta rectoral [del cura]; al sur, con Ruperto Pérez.

8. Parcela en la Calle de Ondovilla: sobrante de la vía pública, de 7 centiáreas (7 metros cuadrados); linda norte y este con camino; sur, Quiterio Hidalgo; oeste, Marqués de Esquivel.

Situación aproximada de las ocho parcelas subastadas en octubre de 1916
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El resultado de la subasta (*) fue el siguiente:

1. Las Cañadas (300 m2): adjudicada a Dionisio Martínez por el precio de 80 pesetas.

2. Vegas Negras (100 m2): adjudicada a José Varona por el precio de 50 pesetas.

3. Fuente Arroyuelo (50 m2): adjudicada a Guillermo Varona por el precio de 25 pesetas.

Mojón delimitador de los términos de Huérmeces y Santibáñez, antaño también delimitador de praderas entre el camino y el Úrbel 
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4. Pradera del Mojón (3 m2): adjudicada a Dionisio García en la cantidad de 4 pesetas y 50 céntimos.

5. Pradera del Mojón (100 m2): adjudicada a Guillermo Varona en el precio de 65 pesetas.

6. Pradera del Mojón (100 m2): adjudicada a Domingo Arribas en el precio de 51 pesetas.

7. La Rebanera (100 m2): adjudicada a Eusebio Arroyo [cura párroco] por 9 pesetas, además del valor de los ocho olmos existentes en la huerta rectoral, a la que se incorpora la parcela.

8. Parcela de la calle de Ondovilla (7 m2): sobrante de la vía pública, adjudicada a Quiterio Hidalgo en el precio de 126 pesetas.

(*) para traducir -muy aproximadamente- el valor en pesetas de 1916 a euros de 2019 podría servir la equivalencia: 1 peseta (1916) = 30 euros (2019). Por lo tanto, la parcela de Las Cañadas (300 m2, 80 pesetas) tendría hoy un valor de 2.400 euros (400.000 pesetas), y la mini parcela urbana de la calle Ondovilla (7 m2, 126 pesetas) hoy costaría unos 3780 euros (630.000 pesetas). Hay que tener en cuenta que los terrenos agrícolas procedentes de antiguas praderas, sitos en las riberas del Úrbel, se encuentran entre los de mayor calidad de todo el término de Huérmeces.

A la izquierda, Fuente Arroyuelo, justo debajo del Palacio de Arriba y de la carretera, en la hoy denominada "huerta de Rodrigo"; al fondo, el Torreón y el molino de Cigatón (fotografía del Archivo Photo-Club, Diputación Provincial de Burgos, años 20-30)
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A pesar de su reducidísimo tamaño, fue la parcela urbana sita en la calle de Ondovilla la que alcanzó mayor remate en la subasta (126 pesetas); la segunda de mayor precio resultó ser Las Cañadas (80 pesetas), por tratarse de la parcela de mayor superficie (300 m2).

La de precio más bajo fue, lógicamente, la de menor superficie (Pradera  del Mojón: 4,50 pesetas); también alcanzó escaso precio la adjudicada al cura párroco (La Rebanera: 9 pesetas y el valor de ocho olmos sitos en la huerta rectoral).

Observamos que los adjudicatarios resultaron ser -en casi todos los casos- vecinos que eran propietarios de alguna parcela colindante con las adjudicadas, y que estaban muy interesados en ampliar el tamaño de aquellas.




VECINOS Y PROPIETARIOS QUE FIGURAN CITADOS EN EL DOCUMENTO, POR ORDEN DE APARICIÓN:

Santiago Bárcena González (Huérmeces, 1858), casado con Isabel García Girón (Huérmeces, 1866); hijos: Victoria (1891), Francisco (1893) y Eulogio (1895). En 1899 vivían en la calle Real nº 4, la misma que a mediados del siglo XX sería conocida como "casa de Manuel y Juana". Santiago fue alcalde de Huérmeces durante el bienio 1916-1917; su antecesor en el cargo fue Hipólito Ortega Pérez (1913-1915), y su sucesor, Santiago Alonso (1917-1918). Cuenta una leyenda familiar que Santiago, persona fuerte y corpulenta,  utilizaba un peculiar método para conseguir los entonces preciados huevos de buitre, abundantes en el vertiginoso cortado de la Peña Rallastra: por medio de una cuerda firmemente atada, descolgaba un coloño en el que viajaba uno de sus hijos (Francisco o Eulogio, supongo que el que menos vértigo sufriera) para acceder a los nidos y recolectar su ovíparo contenido. Una actividad de riesgo, pero eran otros tiempos, y muchos los alimentos que la naturaleza proporcionaba de manera semi-gratuita (miel, huevos, perdices, conejos, cangrejos, caracoles, truchas...) y escaso el dinero para adquirir bienes en general.
En mayo de 1891, cuando Santiago contaba con 33 años de edad, fue agredido en Santibáñez Zarzaguda por un grupo de once jóvenes de la localidad, que le ocasionaron contusiones en cabeza y cara. Intervino en el asunto la guardia civil, y a uno de los agresores se le ocupó "una navaja de muelles de regulares dimensiones." (Diario de Burgos, 15 de mayo de 1891).

Quiterio Hidalgo Díez (Huérmeces, 1852), casado con Florentina Fernández Gómez (Robredo Sobresierra, 1856); hijos: Emilio (1881), Aureliano (1883), Filomena (1892) y Francisco (1894). En 1924 vivían en la calle Real nº 16 (la misma en la que lo haría, en los años 60 del siglo XX, la familia de su nieto Ismael). Quiterio fue secretario municipal durante gran parte de las dos primeras décadas del siglo XX, sustituyendo al histórico Felipe Gallo, que lo fue durante las dos últimas del XIX. En el Anuario de 1926, Quiterio figura como uno de los principales propietarios de tierras, junto con Valentín Díez, Lorenzo Girón, Esteban Ubierna y Florentín Ubierna.

Dionisio Martínez Alonso (Huérmeces, 1869), casado con María González Villalvilla (Huérmeces, 1866); hijos: Isabel (1894), Nicolás (1898), Gerardo (1900) y Jacinta (1910); en 1924 vivían en la calle Real nº 12.

Simeón Alonso Gallo (Huérmeces, 1879), casado con María Alonso Melgosa (Huérmeces, 1878); hijos: Mariano (1907) y Serafín (1917); en 1924 vivían en La Plaza nº 10 (la conocida en los años sesenta del siglo XX como casa de Mariano "el Juez"); Simeón fue molinero en Cigatón o en Las Huertas.

José Varona Ubierna (Huérmeces, 1855), casado con Francisca García Güemes (Ruyales del Páramo, 1861); hijos: Casilda (1883), Tomasa (1885), Claudia (1888), Dionisio (1893) y María (1899); en 1899 residían en la calle Real nº 1 (casa de "Nisio el Correo" en los sesenta); en 1924 residían en la calle de la Solana nº 2 (casa de "Pepines" en los sesenta).

Guillermo Varona Ubierna (Huérmeces, 1863), casado con Emilia Girón del Cerro (Huérmeces, 1872); hijos: Victoriano (1904), Asunción (1906), Fidela (1910) y Manuel (1914); en 1924 residían en La Plaza nº 13. En el Anuario de 1926, Guillermo aparece como "criador de ganados lanar y vacuno".

Rodrigo Arquiaga García (Burgos?, 1843 - Madrid, 1921): hijo de Francisco Arquiaga Rodríguez y Joaquina García; ingeniero industrial, concejal del Ayuntamiento de Burgos, diputado provincial. Cuatro hijos: Pedro, María, Francisco y Miguel Arquiaga Díaz. Los Arquiaga figuraban, junto con los Arteche y Jalón, entre los principales terratenientes de Huérmeces y otros pueblos del entorno. Además de multitud de tierras de labor, el denominado Palacio de Arriba figuró entre sus posesiones durante las primeras décadas del siglo XX, hasta 1941, cuando María Arquiaga Díaz (hija de Rodrigo) se lo vendió a mi bisabuelo Bernardo.

Dionisio García Ubierna (Huérmeces, 1865), casado con María Martínez del Olmo (Los Tremellos, 1866); hijos: Rosina (1888), Justa (1890), Marcelina (1894), Bienvenido (1900), Emilio (1903). En 1924 residían en La Plaza nº 19, en la misma que, a mediados del siglo XX, sería conocida como la "casa de Bienvenido". En el Anuario de 1926, Dionisio aparece como "criador de ganados mular y vacuno", así como titular de una parada de sementales.

Domingo Arribas Díez "Castilla" (Huérmeces, 1853), casado con Catalina Tudanca (fallecida en 1892); hijos: Julián (1887) e Isabel (1889); Domingo se casó, en segundas nupcias (1893), con Saturnina Pérez Álvarez (Santibáñez Zarzaguda, 1853); no tuvieron descendencia. Tanto Domingo como su hijo Julián, fueron portadores del apelativo "Castilla", originado por el regimiento en el que Domingo cumplió su servicio militar. Casi toda su vida residieron en la vieja casa del puente Vega, más tarde conocida como "casa de Castilla".

Ruperto Pérez Infante (Acedillo, 1855), casado con Petronila García Girón (Huérmeces, 1863); hijos: Fermina (Villanueva de Puerta, 1885), Luzgerico (Acedillo, 1896)  y Artemio (Huérmeces, 1906); en 1924 vivían en La Plaza nº 22 (casa de Benjamín y Librada en los años sesenta del XX); Ruperto era carpintero, o carretero como se denominaba esta profesión entonces. Su hijo Luzgerico también ejercería de carpintero-carretero en Huérmeces; lo haría desde principios de los años veinte hasta su fallecimiento en 1933, a la edad de 37 años. A partir de esta fecha, fue Benjamín Humada el carpintero-carretero de Huérmeces, y de sus manos salieron los últimos carros fabricados en el pueblo.

Marqués de Esquivel: probablemente, se trataba de Manuel de Medina y Garvey (IV Marqués de Esquivel), nacido en Sevilla en 1861 y fallecido también allí en 1915; estudió bachillerato en los jesuitas de Deusto y, aunque simpatizó con la causa carlista en sus años mozos, acabó siendo presidente de la diputación de Sevilla. En 1893 contrajo matrimonio con Pilar Carbajal Hurtado de Mendoza. Uno de sus siete hijos (Manuel de Medina y Carvajal, Sevilla 1900) heredó el marquesado en 1916 (V marqués de Esquivel). Ignoramos si la finca propiedad del marqués, mencionada en el documento, se refiere a la parcela en la que se encuentra enclavado el Torreón, la casa de Castilla o, incluso, la torre de Santa Cristina.

Eusebio Arroyo Dorao (Burgos, 1875): párroco de Huérmeces durante 24 años (1902-1926); una hermana suya, Consuelo Arroyo Dorao (Burgos, 1890), contrajo matrimonio con Mariano Crespo García (Huérmeces, 1890), que ejerció de sastre (y barbero) en el pueblo durante muchos años; tuvieron dos hijos: Mariano (1915) y Federico (1921); los padres de don Eusebio, Manuel Arroyo Arias y Agapita Dorao Peña, fallecieron en Huérmeces en 1923 y 1910, respectivamente. Un siglo después, aún resultan perfectamente reconocibles sus nombres, grabados en una de las cruces del cementerio. Don Eusebio fue un destacado esperantista, junto con Rogelio Pérez Domingo, médico de Huérmeces durante la primera década del siglo XX. En 1924, don Eusebio residía, acompañado de una sobrina, en la calle de la Plaza nº 20, en la vieja casa rectoral, que sería rehabilitada en 1961, siendo párroco Alejandro García González.
 




Firmas de conformidad por parte de los vecinos adjudicatarios de las parcelas subastadas






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FUENTES ACERCA DEL VECINDARIO:

- Padrones municipales de población de los años 1896, 1899 y 1924.
- Anuarios del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de España y sus colonias, años 1879-1910
- Anuario General de España, año 1926.

CONTEXTO HISTÓRICO (1916):

Medio mundo llevaba ya dos años enfrascado en la Gran Guerra (1914-1918) mientras la España de Alfonso XIII mantenía una fructífera neutralidad, a pesar de las tendencias germanófilas del frívolo y corrupto monarca.

Trabajaban a todo trapo las minas asturianas de carbón, la industria naviera vasca, las textiles y químicas catalanas, las del cuero valencianas y mallorquinas ... y las exportaciones masivas ocasionaron el enriquecimiento de unos pocos, una inflación desbocada y el hundimiento del nivel de vida de la clase trabajadora, golpeada también por la guerra de Marruecos.

Los sindicatos se radicalizaron, en especial la CNT, y el clima de revuelta social lo envolvía todo. Las burguesías vasca y catalana, además de hacer caja, incentivaron el surgimiento de poderosos movimientos regionalistas: PNV y Lliga Regionalista. Para acabar de completar el penoso panorama, se encontraba en plena efervescencia el descontento militar, ocasionado por el nuevo sistema de ascensos, que incentivaba a los africanistas en detrimento de los peninsulares.

En 1916, el periodo denominado "Restauración" [Borbónica] (1874-1931) se encontraba en plena crisis. Este modelo de Estado liberal (Rey-Cortes-Constitución-Turno), basado en la alternancia pacífica en el poder entre los dos grandes "partidos dinásticos" (Conservadores y Liberales), cayó pronto en manos de una oligarquía profundamente corrupta, con predominio del caciquismo como motor de unas elecciones siempre amañadas, y en el que la Iglesia ganó poder económico, ideológico y social.

En 1912, el asesinato de José Canalejas, líder del Partido Liberal, había originado la crisis del sistema de turno, al entrar en caos los dos partidos dinásticos, olvidándose de paso de las prometidas medidas reformistas, tan necesarias para el país; la crisis perduró hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera (1923).

Este era el clima existente en abril de 1916, cuando el electorado (aún exclusivamente masculino) fue convocado a las enésimas elecciones generales. Para variar, el resultado se amañó convenientemente para que, en este caso, fueran los liberales-demócratas del Conde de Romanones los que obtuvieran una mayoría absoluta.

La XVII legislatura de la Restauración fue pilotada por los 203 diputados de Romanones (sobre un total de 379), seguidos por los 88 diputados de los liberales-conservadores de Eduardo Dato y los 17 conservadores de Antonio Maura. Estas Cortes de 1916 se denominaron "las Cortes de los parientes" por la gran cantidad de familiares enchufados en cargos diversos.

El gobierno de Romanones sufrió -durante toda la corta legislatura- el bloqueo parlamentario a que le sometió la Lliga Regionalista, lo que hizo decaer todos y cada uno de los proyectos de ley presentados en el Congreso de los Diputados.

Romanones, aliadófilo convencido, tuvo que presentar su dimisión en enero de 1917, por su enfrentamiento con el ejército y por la pérdida de confianza por parte del siempre voluble Alfonso XIII.

En abril de 1917 asumió el poder García Prieto, líder de la otra facción liberal, la liberal-conservadora.

El amaño de las elecciones durante la Restauración estaba basado en la pervivencia, profundamente enraizada, del caciquismo, sobre todo en el medio rural. Los alcaldes eran o los propios caciques o sus protegidos. Se realizaron intentos por reformar las leyes municipales y electorales vigentes desde el inicio de la Restauración, pero se quedaron en nada.

A escala provincial, el poder de los Gobernadores Civiles era considerable, y su connivencia con los caciques locales, casi absoluta.

El puesto de gobernador no solía caracterizarse por su longevidad. Así, durante nuestro año 1916 dos gobernadores -andaluces- ocuparon el sillón provincial.

Entre diciembre de 1915 y agosto de 1916, lo hizo el sevillano Juan José Serrano Carmona, diputado por Sevilla, abogado, y cuya única relación con la capital del Arlanzón era que "en su juventud había estudiado bachillerato en el Instituto de Burgos".

Entre agosto de 1916 y mayo de 1917, ocupó el cargo el onubense Modesto Sánchez Ortiz, cuyo curriculum dice que estudió derecho y medicina en Madrid, ejerció como interventor de Hacienda y trabajó como periodista en El Correo de Madrid y en La Vanguardia, de la que llegó a ser director. De su paso por Burgos, poco hay que decir, parece ser que perteneció al populoso gremio de los "gobernadores de paso".