sábado, 30 de septiembre de 2023

Carlistas faroles y carlistadas en Huérmeces y comarca


Aunque algunas Historias de España nos digan que las Guerras Carlistas fueron tres, modernamente se consideran como tales únicamente dos, ya que la que antes se denominaba Segunda Guerra Carlista (1846-1849) tuvo un ámbito geográfico prácticamente limitado a Cataluña, y hoy en día se tiende a llamarla "Guerra de los Matiners" o "Campaña Montemolinista".

En Castilla, sobre todo en la vieja Castilla, ambas guerras civiles revistieron cierta importancia, y para el desarrollo de la presente entrada diferenciaremos los hechos acaecidos en cada una de ellas:

  • Primera Guerra Carlista (1833-1840): "Guerra de los Siete Años" o "Primera Guerra Civil"
  • Segunda Guerra Carlista (1872-1876): antes considerada como "Tercera Guerra Carlista"   

Y es que, más que un conflicto sucesorio, estas guerras fueron auténticos conflictos civiles que enfrentaron a las tan manidas "dos Españas", tal y como sucedería en los años treinta del siglo siguiente: por una parte, la España liberal y progresista; por otra, la tradicionalista, catolicista y reaccionaria.





En Huérmeces y comarca fue escasa la actividad propiamente bélica, aunque sí que se observaron diversos pasos de tropas y se produjeron numerosas escaramuzas relacionadas con el conflicto; estos sucesos aislados consistieron, principalmente, en asaltos, robos, interceptaciones de correo y fugas; fueron hechos protagonizados por facciosos carlistas o por simpatizantes de la causa, aunque también se dio algún encontronazo entre pequeñas partidas de uno y otro bando.

Tres eran los condicionantes principales para que se dieran este tipo de escaramuzas en Huérmeces y alrededores:

  • Huérmeces se encontraba ubicado a unas cuatro leguas de la capital provincial, formando parte del itinerario que por entonces seguía el camino real de Burgos a Reinosa, principal vía de comunicación entre Castilla y el puerto de Santander. Por lo tanto, por el pueblo pasaban muleros, mercancías, soldados, correspondencia y dinero. Huérmeces contaba con una parada de Postas, dotada de cinco caballos, para hacer frente al servicio ordinario y extraordinario de correos. Durante la primera carlistada, el gobierno de la nación dispuso el establecimiento permanente de un destacamento militar en Huérmeces, al objeto de hacer frente a los frecuentes robos e interceptaciones del correo.
  • Durante el primer tercio del siglo XIX, en Huérmeces mantenía una presencia importante la iglesia católica, con varios curas beneficiados, una iglesia parroquial (San Juan Bautista), dos iglesias a ella unidas (La Blanca y Monasteruelo), una capilla privada (en el Palacio de los Fernández Zorrilla), un hospital y una ermita. Y ya sabemos que gran parte de los curas de entonces eran, como mínimo, simpatizantes de la causa carlista.
  • En Huérmeces aún existía un buen número de propiedades -tanto rústicas como urbanas- pertenecientes a la nobleza regional y a la Iglesia, lo que se traducía en un cierto movimiento de bienes y capitales. Molinos, palacios, rebaños de ganado, almacenes de grano, trojes, fincas en renta, etc. En todo caso, un goloso botín para las partidas carlistas que operaban en la zona.

Por otra parte, estos mismos condicionantes originaron que varios vecinos y naturales de Huérmeces se unieran a la causa y lucharan, de una forma más o menos destacada, dentro del bando faccioso; también abundaron los faroles que simpatizaron con las huestes de Don Carlos, y no solo curas, que también hubo grandes propietarios y humildes labradores carlistas. 






A - CUATRO CARLISTAS FAROLES

Aunque quizás hubieron muchos más, hemos seleccionado a cuatro naturales de Huérmeces que, de una manera u otra, participaron en la contienda carlista: un militar profesional, dos bandoleros carlistas y un cura; este último -que se sepa- solo simpatizante con la causa facciosa.


A1 - El militar "profesional": brigadier José María Arroyo

José María Arroyo García (Hces, 1788) fue el primero de los siete hijos que trajo al mundo el matrimonio formado (Hces, 1787) por Fernando Arroyo Álvaro (Fuente Úrbel) e Isabel García Martínez (Hces, 1765).

Al comenzar la primera guerra carlista, José María Arroyo era capitán de Carabineros, y se alistó inmediatamente en las filas carlistas. Primeramente, operó con una pequeña partida en Galicia y Asturias, pasando más tarde al Ejército Vasco-Navarro, dónde se distinguió notablemente en varias acciones bélicas, pasando a ocupar el grado de mariscal de campo.

Arroyo ocupó también un puesto en la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra Carlista. No aceptó el Convenio de Vergara y emigró a Francia, formando parte de la Junta de Generales que trató, inútilmente, de reanudar la guerra en el Norte.

Este militar carlista aparece en diversas publicaciones especializadas, unas veces en su condición de mariscal de campo, otras como brigadier, algunas como comandante. Participó en numerosas acciones bélicas durante la Primera Guerra Carlista, entre las que podríamos destacar las siguientes:

  • La "Expedición García" (marzo de 1834): fue la primera de todas las peculiares expediciones ordenadas por Zumalacárregui en aquellos primeros meses de la guerra; mandada por el riojano Basilio García, tenía por objetivo la invasión de La Rioja, levantándola en armas o simplemente reclutando simpatizantes; el comandante José María Arroyo sería el encargado de limpiar el camino hacia tierras riojanas, a través del norte de la provincia de Burgos. La expedición fue corta pero exitosa, alcanzando sus objetivos en poco tiempo y con escasas bajas, y venciendo en la única batalla de importancia (Villalba de Rioja).
  • La "Expedición Sanz" (14-24 septiembre de 1834): el brigadier carlista segoviano Manuel Sanz fue el responsable de una desastrosa expedición que tenía por objetivo extender la guerra por Castilla; las tropas carlistas vizcaínas toparon con la gloriosa defensa de los cristinos y vecinos de Villarcayo y allí se acabó esta pretendida "invasión carlista de Castilla", no sin antes dar fuego a parte de la población. El carlista farol, el comandante José María Arroyo, colaboró en la expedición al mando de tropas carlistas castellanas, y tras el fracaso de la expedición se retiró a Valderredible, tierra habitual de sus correrías.
  • La desastrosa incursión de Orduña (5 de marzo de 1836): el primer batallón de Tiradores de Castilla, al mando de José María Arroyo, fue aniquilado por la columna mandada por Espartero. El militar farol sobrevivió y evitó caer preso, lo que habría supuesto su fusilamiento inmediato.
  • La "Expedición Gómez" (junio-diciembre de 1836): este legendario periplo por territorio enemigo partió de Amurrio y recorrió -en apenas seis meses- Asturias, Galicia, Extremadura, Andalucía (llegaron a Gibraltar), La Mancha (tomaron Almadén) y Castilla la Vieja, logrando sortear a los ejércitos cristinos que salieron en su búsqueda y regresar a Amurrio casi con el mismo número de soldados con el que partieron. Cuenta  la leyenda que, durante aquellos meses, el zar Nicolás I, nada más levantarse de la cama, consultaba su mapa de España y preguntaba: ¿dónde está Gómez hoy? Y es que toda Europa siguió la increíble expedición del general carlista jienense Miguel Gómez, la más efectiva y espectacular de todas las realizadas durante la primera guerra. Uno de los subalternos que acompañaron a Gómez en su aventura fue el brigadier José María Arroyo, distinguido como comandante del tercer batallón de Navarra, el más "requeté" de todos.  

Desconocemos qué fue de José María Arroyo al finalizar la Primera Guerra Carlista y exilarse en Francia (junto con el pretendiente y toda su corte), tras negarse a acogerse a las medidas de gracia establecidas en el "Convenio de Vergara" (La Traición de Vergara, en la jerga carlista).

En 1840, José María tendría ya unos 52 años, edad más que suficiente como para abandonar la milicia, que no las ideas carlistas. Quizás se acogiera a posteriores medidas de gracia, quizás nunca regresara a su país, puede que muriera de viejo. No he sido capaz de averiguarlo. Lo que es seguro es que ni él ni ninguno de sus seis hermanos acabó por establecerse en Huérmeces, ya que tanto en los padrones de población de 1886 y 1896 como en los sorteos de roturos y montes de 1879 no figura Arroyo alguno.




 

A-2 - El carlista bandolero: "Mariano el de Huérmeces"

Dice la prensa oficial de la época que, en julio de 1838, la caballería isabelina al mando de un tal Nalda, irrumpió en las fiestas patronales del Polientes (provincia de Santander), al saberse que en las mismas se encontraban celebrando varios miembros de la partida carlista denominada de los Arrayas o Remendones; entre los rebeldes "lanceados" se encontraba el conocido como "Mariano el de Huérmeces"

No he sido capaz de encontrar más referencias acerca de este carlista farol. En los libros parroquiales constan varios Marianos, nacidos entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, que pudieran tratarse del bandolero carlista: Mariano Pérez García (1788), Mariano Varona Díaz-Ubierna (1796), Mariano Alonso Espinosa (1801) y Mariano Medina Espinosa (Hces, 1807).

El que tiene más probabilidades de ser "Mariano el de Huérmeces" es el primero de ellos, Mariano Pérez García, nacido el mismo año que José María Arroyo (1788). Tendría su lógica que dos carlistas faroles pertenecieran a la misma quinta, y que uno acabara como militar profesional y otro como miembro de una correosa partida de facciosos bandoleros. Recordemos que Arroyo campaba por la zona de Valderredible, la misma por la que se desarrollaban las correrías de las partidas de Mariano, por lo que sus contactos serían frecuentes.




Conviene aclarar que muchas partidas denominadas "carlistas" no eran sino grupos de bandoleros, echados al monte por diversos motivos, que vivían a base de realizar asaltos, robos y todo tipo de tropelías. En ocasiones, eran los propios bandoleros los que se hacían denominar como "carlistas", para así infundir mayor temor y respeto; en otras, era el gobierno el que atribuía muchos de los asaltos a partidas "carlistas", en un intento por desprestigiar a la causa facciosa.

Ignoro si el farol Mariano fue un carlista convencido o de conveniencia; lo que sí está claro es que operó en tiempos de la primera guerra carlista por tierras del Valderredible cántabro. Y que pagó con su vida por ello.


A3 - Otro carlista bandolero: Ezequiel Arribas

Ezequiel Arribas Díaz de Tudanca (Hces, 1828) fue un curioso personaje cuya peripecia vital ha sido posible reconstruir parcialmente gracias a su reiterada aparición en el Boletín Oficial de la Provincia de Burgos entre los años 1870 y 1873, al inicio de la tercera guerra carlista. A Ezequiel ya se le dedicó el anterior post en este mismo blog:


Su partida facciosa estuvo muy activa en el valle bajo del Úrbel durante el verano y otoño de 1873, ejecutando asaltos, robos y recolectas de fondos en varios pueblos, entre los que constan los siguientes: Las Celadas, Santibáñez Zarzaguda, Huérmeces, Las Quintanillas y Tardajos; también actuó en Villorejo y Palacios de Benaver, en los valles del Hormazuela y Ruyales, respectivamente.


A4 - Un cura farol, carlistón, rico propietario y administrador de fincas: Florentín Díaz-Ubierna

Florentín Díaz-Ubierna Vivanco (Hces, 1815) fue el primero de los siete hijos que trajo al mundo el matrimonio formado (1814) por Melchor Díaz-Ubierna Arce (Hces, 1778) y Fidela Vivanco Díez (Santibáñez Zarzaguda, 1791). Melchor, el padre de Florentín, ejerció de escribano de la jurisdicción de Haza de Siero durante gran parte de la primera mitad del siglo XIX.

Aparte de su condición de cura beneficiado de Huérmeces, Florentín ejercía de administrador de fincas, por lo que se codeaba con buena parte de la rancia y conservadora nobleza provincial de aquellos tiempos, en pleno tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen. A título de ejemplo, sabemos que en 1871 era administrador del Conde de Berberana, tal y como reza el boletín oficial de la provincia de 23 de junio de aquel año. En 1883 aparece en la matrícula de Contribución Industrial en su aludida condición de "administrador de fincas", pagando 4,69 pesetas al año en virtud de la tarifa correspondiente. Residía (y tenía su "oficina") en la calle de la Plaza nº 4.

Por otra parte, Florentín era uno de los curas beneficiados con mayor dotación económica asignada (4500 reales, únicamente superado por su colega de Santibáñez, dotado con 5500 reales), en consonancia con la importancia demográfica y económica de la parroquia de Huérmeces (en 1872 fue ascendida de categoría). Durante un tiempo, Don Florentín también ostentó el cargo de teniente del arciprestazgo de Santibáñez, que extendía su dominio sobre 23 parroquias situadas en los valles de los ríos Úrbel, Ruyales y Hormazuela.

Sabemos que, en el año 1846, poco antes de alcanzar el beneficio en Huérmeces, don Florentín oficia en Lences una doble boda: por un lado sus hermanos faroles Vicenta y Natalio Díaz-Ubierna Vivanco, y por otro, dos hermanos naturales de la villa burebana, José y Salustiana Ubierna García; más información en otra entrada de este mismo blog:  Los tres hijos "faroles" del Cadete de Lences 

El doble apunte nupcial de la parroquia de Lences nos cuenta que, en aquellos tiempos, don Florentín ejercía la doble condición de capellán de Espinosilla de San Bartolomé y cura sirviente en la parroquia de Huérmeces.

Don Florentín fue cura beneficiado de Huérmeces durante nada menos que 47 años (1852-1899), casi toda la segunda mitad del siglo XIX. Por lo tanto, su ministerio en nuestro pueblo coincidió con el desarrollo de la Segunda Guerra Carlista (1872-1876).

Como todo carlista convencido, como Dios manda, las ideas políticas de don Florentín no se extinguirían con el final de la última guerra carlista, sino que le acompañarían hasta el final de sus días. Así encontramos que, en 1889, don Florentín era suscriptor del diario carlista ultramontano "El Siglo Futuro", que se mantuvo en prensa durante más de sesenta años (1875-1936).

Por último, constatar que aparte de su doble condición de cura y administrador de fincas, don Florentín era -por sí mismo- un destacado propietario, ya que a su nombre figuran varias fincas urbanas y rústicas en el Huérmeces de finales del siglo XIX. A título de ejemplo, citemos que, en 1893, era propietario de tres casas en el pueblo, sitas en las calles Solana, de la Plaza y Real. Unos años antes, en 1877, figura como elector por Huérmeces en su doble condición de "propietario y cura párroco". 




Don Florentín falleció en Huérmeces en 1899, a la avanzada edad de 83 años, con el siglo XX a la vuelta de la esquina. Fue un cura muy de su tiempo.


[Natalio Díaz-Ubierna Vivanco (Hces, 1824), uno de los hermanos de don Florentín que contrajo matrimonio con una de las hijas del "Cadete de Lences", tiene una estelar aparición en varios ejemplares del Boletín Oficial de la Provincia de Burgos entre los años 1872 y 1876. Por lo que aparece publicado en la literatura oficial, Natalio, al que la memoria familiar considera como "emigrado a América", da más bien la impresión de que fue un "huido a América". A este singular personaje le dedicaremos un post próximamente aquí, en Hces-blog] 



B - ESCARAMUZAS CARLISTAS EN HUÉRMECES Y COMARCA
 
B1 - Durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840)

No he sido capaz de encontrar suceso bélico alguno acaecido en Huérmeces durante los frenéticos cincuenta días que duró el por algunos denominado levantamiento carlista de Castilla la Vieja (entre el 1 octubre y el 19 noviembre de 1833), inmediatos al fallecimiento del rey Fernando VII (29 de septiembre).

Huérmeces y los pueblos de la comarca del Úrbel se encontraban rodeados de localidades en las que, en aquellos días, existían los denominados Batallones de Voluntarios Realistas (una especie de milicia popular carlista): por el norte, Coculina y Sedano; por el Este, Poza de la Sal; por el oeste, Villadiego; y por el sur, Pedrosa de Río Úrbel y el denominado Batallón del Cid (quizás radicado en Sotopalacios).

Por lo tanto, es casi seguro que se dio cierta actividad bélica en Huérmeces y alrededores, con movimientos frecuentes de tropas por parte de uno y otro bando.

Por otra parte, cabe citar el considerable aumento de mortalidad que se produjo en Huérmeces durante los dos primeros años de guerra (1833 y 1834). Si bien está documentado que en 1834 la causa principal fue la terrible epidemia de cólera que afectó a la ciudad de Burgos y a muchas localidades de su provincia (Huérmeces registró 18 muertos por cólera entre el 18 de agosto y el 15 de septiembre de aquel año; en total fallecieron 41 personas aquel año), nada podemos conjeturar en relación a las causas de la elevadísima mortalidad del año 1833 (en Huérmeces fallecieron 37 personas, cuando la media de la época era de 13 fallecidos al año), aunque suponemos que no serían ajenas a la guerra y sus derivadas. 

Ya avanzada la primera guerra carlista, comienzan a aparecer referencias documentadas relativas a escaramuzas bélicas acaecidas en Huérmeces y su entorno. Por lo encontrado en la Gazeta de Madrid, en el Boletín Oficial de la provincia de Burgos y en diversos periódicos de la época, estos fueron los principales sucesos relacionados con la primera carlistada, acaecidos en Huérmeces o directamente relacionados con nuestro pueblo:


Dos carlistas resultan muertos en Huérmeces  (marzo de 1835)

El día 14 de marzo de 1835, a las once de la noche, una columna cristina al mando del teniente coronel Pedro Pablo Toledano, entró en el pueblo de Huérmezes (sic) y sorprendió a la partida carlista formada por cinco hombres y mandada por un cabecilla denominado "Juanillo el de la Zamba". El pobre Juanillo fue fusilado al día siguiente, suponemos que en Burgos o en cualquier otra plaza militar cercana, ya que no aparece ningún Juan en el libro de difuntos de Huérmeces de aquel mes y año.


Gaceta de Madrid, 19 de marzo de 1835


Pocos días después, el 19 o 20 de marzo, se produce un nuevo combate, esta vez en las cercanías de Huérmezes (sic), y en esta ocasión entre una pequeña partida de caballería carlista y fuerzas de voluntarios cristinos de Burgos, también de caballería. En la lucha, resulta muerto el carlista Nicomedes Nieto, a manos de un alférez del escuadrón cristino. No he encontrado datos biográficos acerca de Nicomedes, ni cuál era su importancia en el escalafón carlista.


Gaceta de Madrid, 25 de marzo de 1835
 

Lo que sí he encontrado es el apunte funerario correspondiente a su enterramiento en Huérmeces, acaecido el 20 de marzo de 1835, y cumplimentado por el cura Patricio Díaz de Ubierna (párroco de Huérmeces entre 1831 y 1844):

"...murió sin sacramento y de muerte violenta, un hombre como de edad de treinta años, que por varias cartas que me fueron manifestadas apareció llamarse Nicomedes Nieto, ignorándose tanto su estado como naturaleza, fue sepultado de caridad en el cementerio de esta parroquia..."



La fuga de un obispo que cambió de mula en Huérmeces

La fuga del Obispo de Palencia, Carlos Laborda, acaecida en abril de 1836, constituyó un esperpéntico suceso cuyo periplo finalizó en las cercanías de Villalta; dicen las crónicas que el obispo en fuga pasó por Las Hormazas y Huérmeces, pueblos en los que pernoctó y cambió de mula, camino de la tierra prometida para el carlismo de entonces: las Provincias Vascongadas. Ya tratamos de este hilarante episodio en otra entrada de este mismo blog: La fuga del Obispo de Palencia 


Huérmeces: parada de postas, guarnición militar y robo de correos

Durante los años 1836 y 1837, Huérmeces aparece en varias ocasiones, tanto en la literatura oficial como en la periodística, siempre haciendo referencia a pequeños sucesos relacionados con el Camino Real, la interceptación del correo y las tropas que debieran combatir el bandidaje carlista. Así, encontramos: 
 
  • 3 de septiembre de 1836: una partida de 25 "facciosos" armados y a caballo, interceptó en las cercanías de Huérmeces el correo procedente de las plazas de Santander y Bilbao, que debía de llegar a Burgos en la mañana de ese día.
  • 14 de septiembre de 1837: la Comandancia General de la provincia cuenta con varios destacamentos en diversas poblaciones situadas en los caminos reales; Huérmeces en el de Reinosa; Sotopalacios en el de Santander y Monasterio [de Rodilla] en el de Vitoria, entre otros.
  • 9 de noviembre de 1837: el correo procedente de Santander y montaña, que salió de Huérmeces en la mañana de ayer, camino de Burgos, no ha llegado a la capital, por lo que se cree que haya sido interceptado.


Indultos, sumisiones, huidas y reincidencias

Una vez finalizada la primera guerra carlista, fueron numerosos los carlistas que se acogieron al indulto ofrecido por el gobierno, en el marco de lo estipulado en el Convenio de  Vergara (1839). A cambio, el antiguo carlista se comprometía a fijar su residencia en el lugar que se le indicara, así como a presentar una fianza bajo el aval de un vecino de reconocido prestigio. En la zona, únicamente hemos encontrado publicado el nombre del "emigrado carlista" Nicolás Bernal, que se había ausentado sin permiso de Villanueva de Puerta, lugar fijado para su residencia; la "ausencia" de Nicolás se conoció en marzo de 1847.

Para los carlistas que no se acogieran al Convenio de Vergara, únicamente quedaba el camino del exilio, la cárcel o el pelotón de fusilamiento.

Muchos años después, en noviembre de 1870, se publicaron en el boletín oficial de la provincia las ausencias injustificadas de varios implicados en la rebelión carlista: Domingo Pozas (Las Hormazas), el presbítero Lucas Pinto Sáez (Brullés) y Lucas Munguía, Cesáreo Villalaín e Hilario Pedrosa (Villatoro). Suponemos que se trata de personas implicadas en alguno de los numerosos alzamientos carlistas locales, acaecidos entre la primera y la segunda guerras carlistas.
 

B2 -Durante la Segunda Guerra Carlista (1872-1876)

Partidas carlistas que operaron en la comarca:

Ya hemos mencionado al carlista farol Ezequiel Arribas, cuya partida estuvo muy activa durante el año 1873, campando por los valles bajos del Úrbel, Hormazuela y Ruyales. 

En las tierras cercanas al Úrbel aparecen mencionadas otras partidas de ámbito geográfico reducido, pero también muy activas en aquel turbulento año. Hemos encontrados cuatro partidas carlistas, aunque seguramente existieron más.

Entre octubre de 1872 y julio de 1873 aparece en la comarca una activa partida encabezada por Pedro Arce, alias "Periquito", natural y vecino de Ubierna, y Juan Fernández, alias "El Estudiante", natural de Rioseras. Esta nutrida partida (hasta una treintena de miembros) realizó asaltos en los pueblos siguientes: Huérmeces (recaudador, 7660 reales); Rioseras (raciones), Ubierna, Rioseras y Quintanaortuño (robo de fondos públicos, quema de libros del registro civil); Sedano (911 reales de fondos públicos y 2 kg de tabaco); Ubierna (25 libras de pan, cántara y media de vino, huevos, cebada para los caballos).

En el valle del Ubierna parecía actuar otra partida carlista ("latro-facciosa", según la terminología oficial de la época), comandada por Ricardo Blanco, que el 3 de octubre de 1873 se hizo con 600 reales en Villanueva Río Ubierna.

En septiembre de 1873, una partida encabezada por Juan Güemes Mata, junto a otros trece facciosos sin identificar, robaron 150 pesetas de los fondos provinciales del Ayuntamiento de La Molina de Ubierna, así como diversas raciones de pan, carne, vino y cebada. En el mismo mes, su partida realizó un asalto en el pueblo de Hurones, obteniendo dineros y raciones. Tal y como sucedió en el caso de Ezequiel Arribas, y por lo que aparece en el boletín oficial de la provincia, pudo ser un revés judicial el que animó a Juan Güemes a echarse al monte. Aunque, en este caso, la sentencia desencadenante de la militancia carlista montaraz fue "por falsedad en documento privado" en lugar de "por injurias". Juan Güemes era vecino de Robledo Temiño.

En el sector occidental de la Bureba actuaba la partida carlista comandada por un tal Félix Puente [Fuente], natural de Belorado, que en septiembre de 1873 realizó incursiones en el Valle de las Navas (Riocerezo), Las Billetas (Villalvilla Sobresierra) y Rublacedo de Abajo.


Sumisión, reconocimiento y adhesión al Rey Alfonso XII y a su Gobierno por parte de las Juntas Carlistas de diversos pueblos
 
Alfonso XII inauguró el Régimen de la Restauración Borbónica el 14 de enero de 1875, cuando aún persistían los carlistas en su segundo intento bélico. Apenas medio año después, firmó el Real Decreto de 29 de junio de 1875, por el que se establecían diversas medidas punitivas para los miembros carlistas persistentes. 





El artículo 3º de dicho Real Decreto establecía que, para aquellas personas pertenecientes a las denominadas Juntas Carlistas, existía la posibilidad de presentar -en un plazo de 15 días- un escrito de sumisión y reconocimiento del Rey y su Gobierno, evitando de esa manera la pena de destierro fuera del país. 

Al menos en la provincia de Burgos, hay que reconocer que tuvo buena acogida el citado artículo 3º ya que el Boletín Oficial de la provincia publicó, entre el 13 de julio y el 10 de agosto de aquel año 1875, multitud de "actas de sumisión, reconocimiento y adhesión al Rey y al Gobierno", presentadas -a título individual- por la mayor parte de los miembros de las diversas Juntas Carlistas (Juntas Católico-Monárquicas) existentes en pueblos de toda la provincia.

El "acta de sumisión" de los miembros de la Junta Católico-monárquica de Huérmeces fue una de las primeras en publicarse en el boletín (BOPBU-20-07-1875).



 

El documento está firmado por cuatro destacados vecinos del pueblo, que se declaran miembros de la Junta Carlista y manifiestan su deseo de someterse, reconocer y adherirse al nuevo Rey y a su gobierno. Había que arrimarse al Sol que más calentaba y, en aquellos momentos, Alfonso calentaba mucho más que Carlos. Los cuatro antiguos carlistas, ahora renegados de su credo, eran:

  • Antonio Díaz-Ubierna Varona (Hces, 1830): casado con Felisa García González (Hces, 1833); tuvieron siete hijos; vivían en la casa nº 4 de la calle de la Plaza; Antonio era el mayor propietario del pueblo (sin contar al Conde de Berberana ni al resto de propietarios no residentes en Huérmeces)
  • Simón Ubierna Ornilla (Hces, 1807): casado con Genara Arribas Díaz-Tudanca (Hces, 1818); tuvieron siete hijos; vivían en la casa nº 5 de la calle de Enmedio; Simón era el segundo mayor propietario del pueblo
  • Pedro Alonso Espinosa (Hces, 1812): casado con [Casilda?] Díaz-Tudanca Valderrama (Hces, 1814); tuvieron ocho hijos; vivían en la casa nº 5 de la calle de la Plaza; Pedro fue alcalde de Huérmeces en 1860
  • Mariano Villalvilla Girón (Ruyales del Páramo): sin datos familiares; vivía en la casa nº 5  de la calle Ondovilla; era el 10º mayor propietario del pueblo

Una vez más, y al igual que sucede con casi todos los movimientos políticos reaccionarios o ultraconservadores, resulta evidente la relación entre carlismo y grandes propietarios. El lema carlista, el tan cacareado trino Dios-Patria-Rey se queda un poco cojo si no añadimos una cuarta pata, no menos importante que cualquiera de las tres anteriores: el dinero.

Para alguno de los municipios cercanos a Huérmeces, el Boletín Oficial fue publicando "Actas de Sumisión" firmadas por algunas personas, en las fechas siguientes:

  • Quintanilla Pedro Abarca [Santiago Fontúrbel, BOPBU-18-07-1875]
  • Ubierna [Gregorio Díez, Esteban Herrera y José del Cerro, BOPBU-27-07-1875]; [Pedro Díez y Braulio Herrera Arce, BOPBU-31-07-1875]; [Eugenio del Cerro Alonso y Luis Rodríguez García, BOPBU-05-08-1875]
  • Las Hormazas [Gervasio González, Marcos Pérez Arnáiz, Ángel Pérez González, Alejandro Bustillo Bravo y Manuel Pérez Pesquera, BOPBU-03-08-1875]
  • Coculina [BOPBU-10-08-1875]
  • Mansilla [BOPBU-03-08-1875]
  • Villanueva Río Ubierna [BOPBU-24-07-1875]
  • Arroyal [BOPBU-22-07-1875]
  • Villarmero [BOPBU-22-07-1875]
  • Sotragero [BOPBU-16-07-1875]

En el resto de las actas de sumisión publicadas en el boletín provincial abundan los municipios burebanos, aunque también aparecen pueblos pertenecientes a los partidos judiciales de Burgos, Villadiego y Miranda de Ebro.


La larga marcha de varias familias de Santibáñez Zarzaguda (agosto de 1875) 

Merece la pena citar el anuncio publicado en el Boletín Oficial el día 8 de agosto de 1875, relativo al escasamente humanitario castigo que sufrieron varias familias residentes en Santibáñez Zarzaguda. Primeramente, fueron hechas presas e internadas en la cárcel de Burgos; más tarde, obligadas a dirigirse, a pie y convenientemente escoltadas, hasta Miranda de Ebro.

El castigo sufrido por las familias encarceladas tenía un carácter colateral, ya que el "crimen" había sido cometido por los cabezas de familia o alguno de sus hijos, que continuaban siendo fieles a la causa carlista, alistados en las numerosas facciones aún activas en el país.




Desde Miranda de Ebro, las familias desterradas habrían de dirigirse hacia el territorio aún ocupado por los carlistas, una buena parte de las Provincias Vascongadas y Navarra. 

La represión alcanzó también al entonces alcalde de la villa, Salvador González Iglesias, acusado de haber desobedecido lo ordenado por el citado Real Decreto de 29 de junio de 1875.

Cuesta siquiera imaginar la penosa imagen que ofrecería un grupo de personas, mayormente mujeres, niños y personas mayores, abandonando el pueblo en que habían vivido siempre, camino del destierro. Imágenes parecidas se repetirían, en otros lares, poco más de sesenta años después aunque, en aquella ocasión, los simpatizantes del carlismo estarían en el lado vencedor. 






"CARLISTA": UN TOPÓNIMO MUY CAVERNÍCOLA

En Huérmeces existe una conocida cueva que recibe por denominación popular Cueva de los Carlistas (o del Carlista), aunque el paraje sobre el que se levantan las peñas que la acogen reciba el menos impactante nombre de Cueva Gatos.






Desconozco completamente el origen del apelativo popular, aunque sospecho que pudiera tener más que ver con la forma que dibuja el contorno de la cueva (una boina, carlista, por supuesto) que con una supuesta relación con alguna carlistada del siglo XIX. Aunque, también pudiera ser que las escaramuzas de marzo de 1835, en las que murieron dos carlistas, estuvieran relacionadas -directa o indirectamente- con el paraje.

La cueva no constituye un lugar apropiado como posible refugio de una partida carlista ya que, aparte de su difícil acceso, incómodo desarrollo y escaso abrigo, se encuentra muy a la vista, tanto desde el viejo Camino Real de Burgos a Reinosa (Camino del Alto la Cruz) como desde varios caminos cercanos e, incluso, desde el propio pueblo.

Otras cuevas denominadas "del carlista" 

En la toponimia española abundan los nombres "Cueva del Carlista" y "Cueva de los Carlistas". En una somera búsqueda han aparecido ocho topónimos cavernícolas carlistas: 

  • Cueva (Sima) del Carlista: Cañón del Río Lobos, Ucero (Soria)
  • Cueva del (Cura) Carlista Santa Cruz: Otxandio, Urkiola (Vizcaya)
  • Torca del Carlista: Carranza (Vizcaya)
  • Cueva del Carlista: Sorogain, Erro (Navarra)
  • Cueva de los Carlistas: Cañón de Valdehornos, Carrascal del Río (Segovia)
  • Cueva de los Carlistas (Hospital dels Carlins): La Mussara, Baix Camp (Tarragona)
  • Cueva de los Carlistas: Salamón, Montaña de Riaño y Mampodre (León)
  • Cueva de los Carlistas: Ramales de la Victoria (Cantabria) 

Como era de esperar, abundan los lugares en los que las guerras carlistas adquirieron relevancia (Navarra, Vizcaya, Cantabria, Tarragona) o en los que se produjeron hechos aislados relacionados con las numerosas expediciones carlistas (León, Soria, Segovia).


ANEXO

Proclama emitida por la Intendencia de la Provincia de Burgos y publicada en el Boletín Oficial de fecha 17 de octubre de 1833





Burgaleses: al presentarme entre vosotros, de orden del Gobierno de Su Majestad para sosteneros contra las instigaciones de algunos alucinados que en la Provincia inmediata del Señorío de Vizcaya han subvertido el sosiego público, aunque momentáneamente, me ha sido muy sensible el saber que aquellos a quienes ha estado confiada la tranquilidad de esta ciudad en los momentos más críticos, abandonando en esta noche pasada sus casas y hogares, han dejado en orfandad y desconsuelo a sus infelices mujeres e hijos, cuyas lágrimas y lamentos llegan a mis odios, traspasan mi corazón. Hombres extraviados ¡Cuál es el motivo de este abandono de vuestras familias!, ¡quien os ha podido sugerir una separación tan imprudente! o ¡cual es la idea que os han hecho formar parte de las tropas de mi mando, que dirigidas solo contra la rebelión venían dispuestas a trataros como hermanos! Los hijos de la Muy Noble y Muy Más Leal Ciudad de Burgos, fiel depositaria de la lealtad castellana, nunca desmentida ¿qué pueden temer de los soldados españoles cuyo distintivo es el de valor y disciplina? Tranquilizaos: volved al seno de vuestras familias, y estad seguros de que los valientes que componen la División de mi mando, no solo no turbarán vuestro reposo, sino que os pondrán a cubierto de las amenazas de los viles instigadores, que os han hecho tomar un partido tan desesperado. Burgaleses: confiad y creedme: el Gobierno de la Reina Católica Doña Isabel II, reconocida ya por las demás Potencias, se apoya no solo en el derecho de su nacimiento y el juramento de los españoles; sino en la cooperación que han ofrecido las naciones vecinas sus aliadas, que no será necesaria. Todos los vecinos de esta ciudad y provincia que hayan abandonado sus casas y en estos tres primeros días se presenten a mí o a las autoridades de sus respectivos domicilios con las armas y caballos que hubiesen llevado, obtendrán un olvido total de su extravío sin que por él se les moleste ni pueda formar causa. El que no se presente y pasado dicho término fuese cogido con las armas en la mano, será tratado como rebele y sujeto como tal a las penas impuestas a este crimen de lesa majestad. Burgos, 15 de octubre de 1833. El Comandante General de las tropas destinadas a esta provincia y coronel de Cazadores a caballo de la Guardia Real, el Conde de Armíldez de ToledoPublíquese en el Boletín oficial. Burgos, 16 de octubre de 1833. Ormaechea.


Sirva esta proclama como mero ejemplo para hacernos una idea de cuál era el ambiente que se respiraba en la capital provincial durante los días inmediatos a la muerte de Fernando VII y al ascenso al trono de su hija, Isabel II.

Burgos, ciudad (al igual que la mayor parte de la provincia) conservadora y de exacerbado sentimiento religioso, presentaba claras tendencias favorables al pretendiente Carlos María Isidro de Borbón, el tío de la reina. Las autoridades locales y provinciales tuvieron que realizar grandes esfuerzos para contener los ánimos "carlistas" de buena parte de la población, tanto civil como militar, por no hablar de la eclesiástica. Solo lo consiguieron parcialmente y así, durante aquellos días de octubre y noviembre de 1833, el ambiente bélico dominó la vida cotidiana de Burgos y su provincia.

Los firmantes de la proclama:

Conde de Armíldez de Toledo, Santiago Wall y Manrique de Lara, (Pontevedra, 1781-Pamplona, 1834): era entonces la máxima autoridad militar de Burgos; mariscal de campo de los reales ejércitos, general de brigada de la Guardia Real; un año después, en 1834, llegó a ser comandante general de Navarra, con cargo de virrey, poco antes de que la epidemia de cólera se lo llevara por delante.

León de Ormaechea y Sagasta: en aquellos días de octubre de 1833 era intendente-corregidor de la ciudad de Burgos, cargo embrionario de lo que luego sería gobernador civil de la provincia. Con anterioridad, había sido presidente de la Junta directiva del Camino de Burgos a Bercedo. En las décadas de 1850 y 1860 aparece destinado en Filipinas, desempañando los cargos de administrador general de aduanas y de rentas estancadas. 


FUENTES

[BOBU: Boletín Oficial de Burgos (1833-1856); BOPBU: Boletín Oficial de la Provincia de Burgos (1857-1874)]

Boletines oficiales y publicaciones periodísticas (sólo los de contenido más representativo o peculiar):
  • BOBU-17-10-1833: Bando de la Intendencia de la Provincia de Burgos
  • Gaceta de Madrid-19-03-1835: parte de guerra en el que se notifica el apresamiento y posterior fusilamiento del carlista "Juanillo el de la Zamba", en Huérmeces
  • Gaceta de Madrid-25-03-1835: parte de guerra en el que se notifica la muerte del carlista Nicomedes Nieto, en Huérmeces
  • BOBU-07-06-1836: subasta pública de la parada de Postas de Huérmeces, dotada con cinco caballos
  • El Español-07-07-1836: correo procedente de Santander interceptado en Huérmeces por 25 hombres armados y a caballo
  • Gaceta de Madrid-07-07-1836: correo procedente de Santander y Bilbao interceptado en Huérmeces por 25 facciosos
  • BOBU-09-09-1836: correo de la carretera de Santander interceptado en Huérmeces por una partida de facciosos
  • BOBU-14-02-1837: destacamento establecido en Huérmeces por el Camino Real de Burgos a Reinosa
  • BOBU-17-11-1837: correo interceptado en Huérmeces
  • El Correo Nacional-08-08-1838: detención, en Polientes, de Mariano el de Huérmeces, miembro de los Arrayas o Remendones, conocida partida de facciosos que operaba en el sur de la provincia de Santander
  • BOBU-23-03-1847: Nicolás Bernal, emigrado carlista, desaparecido de su última residencia, en Villanueva de Puerta
  • BOPBU-01-11-1870: denuncia de ausencias de sus residencias oficiales de varios implicados en la rebelión carlista: Domingo Poza, de Las Hormazas; El presbítero Lucas Pinto Sáez, de Brullés; varios, de Villatoro
  • BOPBU-06-12-1872: el 26 de octubre, la partida de Pedro Arce, de Ubierna, y Juan Fernández, de Rioseras, asaltó al recaudador de Huérmeces
  • BOPBU-29-11-1872: busca y captura de Juan Fernández "El Estudiante" de Rioseras y Pedro Arce, de Ubierna
  • BOPBU-11-06-1873: robo de un caballo en el término de Guzón [Buzón] en Huérmeces, propiedad del cura Domingo García
  • BOPBU-31-07-1873: el 25 de mayo una partida carlista robó 250 pesetas de las arcas municipales de Huérmeces
  • BOPBU-08-08-1873: busca y captura para Juan Fernández y Pedro Arce por robo de fondos públicos y raciones en el pueblo de Ubierna
  • BOPBU-30-08-1873: el pasado 22 de febrero, una numerosa partida carlista, encabezada por un individuo "alto, delgado, moreno, con toda la barba" [Ezequiel Arribas?] roba 6040 reales en Tardajos
  • BOPBU-25-09-1873: el 16 de septiembre una partida carlista, encabezada por Ezequiel Arribas, se llevó 320 reales, pan, vino, escabeche y tabaco del pueblo de Palacios de Benaver 
  • BOPBU-26-09-1873: el 24 de agosto una partida carlista ("Dionisio Escapaz") exigió el pago de 1078 reales (269 pesetas) en Las Quintanillas
  • BOPBU-02-10-1873: partida carlista asaltan la casa del cura en Santa María Tajadura 
  • BOPBU-05-10-1873: partidas carlistas en Villanueva Río Ubierna (cabecilla Ricardo Blanco) y Santibáñez Zarzaguda
  • BOPBU-09-10-1873: partidas carlistas en La Molina de Ubierna (Juan Güemes), Villorejo (Ezequiel Arribas), Riocerezo (Félix Puente) y Rublacedo de Abajo (Félix Puente)
  • BOPBU-24-10-1873: partida carlista (Félix Puente) roba dos yeguas en Villalvilla Sobresierra
  • BOPBU-12-11-1873: Anastasio y Juan Güemes, vecinos de Temiño, asaltan Hurones el 28 de septiembre, robando dinero y raciones
  • Gaceta de Madrid-29-06-1875: Real Decreto de 29 de junio, relativo a la sumisión y represión de los carlistas, sus familias y sus bienes
  • BOPBU-20-07-1875: acta de sumisión, reconocimiento y adhesión al Rey y al Gobierno por la Junta carlista de la villa de Huérmeces
  • BOPBU-08-08-1875: destierro del alcalde y varias familias de Santibáñez Zarzaguda, por desobediencia el primero; el resto, por tener al cabeza de familia o a algún hijo alistados en las facciones carlistas
  • Archivo Diocesano de Burgos: Libro V de Finados de la parroquia de San Juan Bautista de Huérmeces (1826-1851), apunte número 84 

Libros y publicaciones especializadas en temas carlistas:

  • "Ángel Casimiro Villalaín: el héroe olvidado". José Antonio Gallego García. Asociación Editorial Tradicionalista. Madrid (2020)
  • "El levantamiento carlista de Castilla la Vieja". José Antonio Gallego. Actas Editorial. Madrid (2002)
  • "Primera Guerra Carlista: la Expedición Sanz (14 a 24 de septiembre de 1834)". José Antonio Gallego. Aportes nº 30 (1/2015), pp. 159-202.
  • "La Expedición Carlista del General Gómez". Luis Lavaur. Servicio Histórico Militar. Revista de Historia Militar, año XXI, nº 42 (1977)
  • "Historia del tradicionalismo español" (t. VIII) Melchor Ferrer, Domingo Tejera y José F. Acedo. Colecciones Trajano. Editorial Católica Española. Sevilla (1943) [pp. 217-218]

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