El Liberal (Bilbao), 12 de enero de 1922 |
En días posteriores, la prensa facilitó más detalles acerca del joven tranviario fallecido: se llamaba Benito García Díez, era natural de Huérmeces (Burgos), tenía 30 años de edad, estaba casado con Águeda Mendoza, y era padre de tres niños de corta edad; la pareja estaba domiciliada en el número 6 de la calle Rontegui de Baracaldo.
Diario de Burgos, 14 de enero de 1922 |
BENITO: HIJO DE UNA MODESTA FAMILIA DE JORNALEROS Y PASTORES
Benito García Díez había nacido en Huérmeces en 1890, siendo el primero de los diez hijos que trajo al mundo la pareja formada en 1889 por Pablo García Fernández (1865) y Justa Díez Díez (Robredo Sobresierra, 1871). Pablo y Justa eran modestos jornaleros, que ejercieron de pastores en el Huérmeces de la última década del siglo XIX y las dos primeras del XX.
Los abuelos paternos de Benito, Santiago García González (Espinosilla de San Bartolomé, 1831) y María Fernández Andrés (1839), también trabajaron como pastores en Huérmeces. De igual manera que lo hicieron en otros pueblos los correspondientes bisabuelos: Roque García (Espinosilla de San Bartolomé), Rafaela González (Coculina), Pedro Fernández (Castrillo de Rucios) y Ana Andrés (Barrio Panizares).
Los abuelos maternos de Benito, Esteban Díez Díez (Robredo Sobresierra, 1826) y Benita Díez García (Gredilla la Polera) se establecieron en Robredo, aunque desconocemos su profesión.
La pareja formada por Pablo y Justa se estableció en Huérmeces en 1889, tras contraer matrimonio en el pueblo de la novia (Robredo Sobresierra). Juntos trajeron al mundo a diez hijos García Díez: Benito (1890), Feliciano (1893), Eladio (1895), Emeterio (1897), Andrea Avelina (1898), Fidel (1901), Domingo (1904), Antonio (1907), Mª Santos (1909) y Felicitas (1913). Emeterio, Andrea Avelina y Domingo no sobrevivieron a la infancia.
En el padrón de 1896 aparecen domiciliados en la casa nº 12 de la calle Real, junto con tres hijos de corta edad: Benito (5 años), Feliciano (3) y Eladio (1). También comparte la casa el padre de Justa, Esteban Díez Díez, viudo, de 70 años de edad, natural de Robredo Sobresierra.
En el padrón de 1899, figuran la pareja y cuatro hijos: Benito (8 años), Feliciano (6), Eladio (4) y Andrea Avelina (1). Vivían en la casa nº 13 de la calle Real.
En el padrón de 1909 ya no aparece Benito, probablemente por encontrarse trabajando lejos de Huérmeces, ya que por entonces contaba con una edad de 18 años.
En el padrón de 1914 aparecen Pablo y Justa con varios hijos pequeños, junto con el joven Eladio (14 años). En esta última fecha, la familia reside en una casa del barrio de Mercado.
Justa falleció en Huérmeces en 1916, a los 46 años de edad. Ignoramos cuándo y dónde falleció Pablo, su esposo. Probablemente, al enviudar, Pablo se trasladó a residir con alguno de los hijos que ya lo hacían en Vizcaya.
En el padrón de 1924 ya no aparece ningún miembro de la familia García Díez.
Como casi todos los hijos de familias humildes, una gran parte de los hermanos García Díez continuaría trabajando como pastores o jornaleros durante algún tiempo, para acabar por emigrar a los pujantes núcleos industriales y mineros de la cercana Vizcaya, normalmente tras cumplir -y sobrevivir- con las duras obligaciones militares de la época.
En aquellos años, muchos fueron los jóvenes nacidos en Huérmeces que acabaron por establecerse en la capital vizcaína y municipios circundantes, lugares ávidos de mano de obra para tareas mineras e industriales, así como para servir en las casas de la floreciente burguesía vizcaína de la época.
Un hermano pequeño de Benito, Antonio García Díez (Hces, 1907), contrajo matrimonio en Baracalado en 1932, con Matilde Montejo Arce (1910). Antonio se encontraba domiciliado en Baracaldo desde hacía algún tiempo.
Otro farol coetáneo de Benito acabó trabajando también en los tranvías vizcaínos. Mauricio Ubierna Luis (Hces, 1887), hijo de Pablo y Balbina, se casó en Huérmeces en 1913 con Teodora Arroyo Dorao (Burgos, 1888), hermana del entonces párroco del pueblo, don Eusebio. La pareja se estableció en Baracaldo, dónde Mauricio era trabajador del tranvía.
Desconocemos qué pasó con la joven viuda, Águeda, y sus tres hijos pequeños; no sabemos si volvió a casarse o afrontó sola el crudo futuro que le quedaba por delante. En aquellos años, las ayudas sociales eran mínimas o brillaban por su ausencia. Algunos sindicatos disponían de cajas de solidaridad para casos como el de la familia de Benito, pero no dejaban de ser parches puntuales dentro de un panorama desolador. Ya lo afirma la propia reseña periodística: "su esposa Águeda Mendoza, y tres niños de corta edad, quedan en la mayor miseria."
LA PLAZA DE ARRIQUÍBAR Y SU CURIOSA HISTORIA
Esta céntrica plaza bilbaína, símbolo del Bilbao moderno, debe su nombre a Nicolás de Arriquíbar y Mezcorta (Bilbao, 1714-1779), comerciante y economista que fue miembro fundador de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.
La Alhóndiga Municipal y la Plaza de Arriquíbar, Bilbao. Dibujo a plumilla de F. Fierro |
En los años veinte del pasado siglo, la plaza de Arriquíbar tenía un aspecto muy diferente al actual. Aparte del tendido del tranvía que la circundaba, en el centro de la plaza se levantaba una altísima columna metálica que servía para sostener el tendido telefónico que sobrevolaba todo el centro de Bilbao. Dicha torre fue desmontada en 1928, al inaugurarse la central telefónica de la calle Buenos Aires.
La plaza sufrió la última remodelación de importancia en 2010, al ser reconvertida en puerta de acceso al Azkuna Zentroa (antigua Alhóndiga de Bilbao).
Años antes, la plaza se convirtió en el escenario público de los devaneos de una mujer que acabó siendo conocida como "la loca de Arriquíbar".
Mercedes Lorenzo Souto (Lugo, 1915) trabajaba como secretaria en las oficinas que la compañía Martini y Rossi tenía en la Alameda Urquijo. Parece ser que se enamoró de Andrés Estebarán, regente de una tienda de ultramarinos cercana, aunque el comerciante no correspondió a la atenciones de Mercedes y acabó por casarse con otra mujer.
Tal fue el efecto que sobre Mercedes causó tal desamor que la pobre mujer perdió la cabeza, y dedicó el resto de sus días a sentarse en un banco (siempre el mismo) de la entonces romántica plaza de Arriquíbar, para así tener a la vista la entrada a la tienda de su amor imposible.
A la sombra de los grandes castaños de indias que adornaban el lugar, vestida de manera peculiar y tocada de extravagantes sombreros, Mercedes daba de comer a las palomas, y tejía y tejía, sin importarle que niños y mayores se rieran de ella. Y el tiempo fue pasando.
Dice la leyenda que esta historia fue la que sirvió de inspiración a José Luis Perales cuando, en 1982, escribió la canción "Le llamaban loca", popularizada por el grupo -de raíces bilbaínas- Mocedades. El propio músico conquense ha negado tal origen para su canción, pero la leyenda continuó circulando por ahí, hasta hoy.
Le llamaban loca, Mocedades (1982)
Mercedes Lorenzo Souto falleció el 22 de enero de 1996 en el hospital psiquiátrico Aita Menni de Mondragón. Tenía 80 años de edad.
FUENTES
-Archivo Diocesano de Burgos: libros parroquiales de la iglesia de Huérmeces
-Prensa Histórica: Diario de Burgos, El Castellano (Burgos)
-Hemeroteca Digital Vasca (Euskariana): El Liberal (Bilbao), Arrasate Press (1996)
-Sobre "la loca de Arriquíbar" circulan en la red diferentes versiones, con nombres y apellidos cambiantes; me ha parecido la más coherente la escrita por Jon Mujika para el diario Deia y publicada el 8 de diciembre de 2024:
Arriquibar, una plaza con historia (Jon Mujika, Deia)
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