sábado, 13 de junio de 2020

De Hérmedes a Huérmeces: el error de un tipógrafo (1933)


Puede que el origen de la presente entrada parezca un tanto trivial: el simple error de un tipógrafo (o de un redactor) del Diario de Burgos, cometido hace casi 87 años.

El Diario, en su edición del 30 de agosto de 1933, incluye una reseña deportiva titulada: "Carrera ciclista regional en Palencia", cuyo contenido literal dice así:


La "Unión Ciclista Palentina", veterana sociedad que cultiva exclusivamente este viril deporte, ha organizado con motivo de las ferias y fiestas de Septiembre, una gran prueba ciclista regional, que se celebrará el próximo día 3 sobre un recorrido de 128 kilómetros, en terreno lleno [sic] y salpicado de subidas de alguna consideración.

El recorrido es: salida por la mañana de la Avenida del General Amor, para seguir a Dueñas, Valoria, Esguevillas, Encinas, Huérmeces, Cevico Navero, Baltanás, Torquemada, Magaz, para llegar al punto de partida.

La lista de premios es: un primero de 125 pesetas, siguiendo otro de 100, 75, 50, 40, 30 y 20. A esta lista añadirán una buena relación de objetos de arte, algunos muy valiosos, y que figurarán en la única categoría general establecida.


Si consultas un mapa de la provincia de Palencia, concretamente en su esquina inferior derecha, allí donde confluye con las provincias de Valladolid y Burgos, comprobarás que las localidades de Encinas de Esgueva y Cevico Navero se encuentran situadas a unos 115-130 kilómetros de Huérmeces, lo que convertiría al kilometraje total de la prueba ciclista palentina en una cifra (unos 350 km) más propia de las grandes clásicas profesionales europeas que de una modesta prueba regional.


El error tiene una fácil explicación: en esta comarca del Cerrato palentino, entre las localidades de Encinas de Esgueva y Cevico Navero, existe un pueblo denominado Hérmedes. Y al redactor (o al tipógrafo) del Diario de Burgos, encargado de transcribir el recorrido de la prueba ciclista, le sonó más familiar el cercano Huérmeces que el lejano y desconocido Hérmedes. Y ahí lo dejó escrito, para que un bloggero del siglo XXI lo utilizara de excusa fácil para pergeñar un post casi pospandémico.






Recorramos pues esos 115-130 km que separan Huérmeces de Hérmedes, pero no en bici (está demasiado lejos), ni en coche (aún no está permitido viajar entre localidades dis-fásicas) ... hagámoslo de manera virtual, que es lo que se impone en estos tiempos.

Existen dos rutas principales para acercarse a Hérmedes de Cerrato desde Huérmeces:

-por la autovía A-62 (Burgos-Valladolid): al llegar a Torquemada, tomamos la carretera que, pasando por Hornillos, conduce a Baltanás (la capital del Cerrato); aquí tomaremos la carretera comarcal que lleva a Cevico Navero, y desde este alcanzamos Hérmedes por una carretera local. En total, unos 115 km desde Huérmeces.

-por la autovía A-1 (Burgos-Madrid): hasta Bahabón de Esgueva dónde, a través de varias carreteras locales que siguen el curso E-W del río Esgueva durante unos 40 km, pasando por Santibáñez, Cabañes, Pinillos, Terradillos, Torresandino, Tórtoles y Castrillo, alcanzar el cruce de Encinas-Canillas, de dónde parte un ramal hacia el norte que, en 8 km, alcanza Hérmedes. En total, unos 130 km desde Huérmeces. Una ruta algo más larga pero que, a mi juicio, atraviesa paisajes de mayor interés que la que arranca de la A-62. 

A los ciclistas que recorrieron la ruta aquel lejano 3 de septiembre de 1933 no les pasaría desapercibida la subida que tuvieron que acometer para pasar por Hérmeces, tras dejar atrás el cruce de Encinas: unos 120 metros de desnivel en 5 km de trazado, hasta alcanzar el vértice del Telégrafo, situado en el páramo que se interpone entre el valle del Esgueva y el del arroyo de San Juan.

Poco más que esta cercanía fonética, causante del error tipográfico, tienen en común Huérmeces y Hérmedes. Las diferencias bioclimáticas entre ambos pueblos son bien patentes: Hérmedes, como gran parte del Cerrato palentino, se encuentra en pleno mar de páramos calizos miocénicos (Pontiense), de cuyos bordes y laderas se desgarran cerros testigos, con profusión de valles y vallejos de origen erosivo y sedimentario. No esperemos encontrar aquí farallones ni desfiladeros calizos, excavados en las duras rocas del Cretácico, tal y como sucede en la parte septentrional y oriental del término de Huérmeces. 


Hérmedes de Cerrato. Fotografía: Pinedopaul (Wikipedia)

La disposición del caserío de Hérmedes, emplazado en una empinada ladera sobre el arroyo de San Juan, es completamente opuesta a la de Huérmeces, esencialmente llana. En la parte alta de Hérmedes destaca la silueta de la iglesia, y en la baja lo hace una densa chopera de ribera, con una sombreada área recreativa en su interior. 

Aunque ambas poblaciones se encuentran situadas a una cota similar (890-900 m), las altitudes extremas de su término muestran unas sensibles diferencias. Así, la cota máxima de Hérmedes (Vértice Telégrafo, 926 m) es claramente inferior a la de Huérmeces (San Vicente, 1043 m); y lo mismo sucede con la cota mínima (Molino de Corcos, 820 m; Vegas Negras, 870 m).

Estas diferencias altitudinales, conjugadas con las latitudinales (Hérmedes 41º49' N; Huérmeces 42º31' N), ocasionan que algunos parámetros climáticos también ofrezcan importantes diferencias. La  más clara se refiere a la precipitación anual: unos 450 mm en el caso de Hérmedes, unos 650 mm en el de Huérmeces. Nuestro pueblo se encuentra más expuesto a los temporales de procedencia norte, y al efecto pantalla ofrecido por las más cercanas montañas cantábricas. Las diferencias en cuanto a temperaturas resultan mucho menos patentes, aunque quizás sean algo más frescas (tanto las máximas como las mínimas) en Huérmeces, con claro predominio de vientos de componente norte y nordeste.

La extensión del término de Hérmedes (32 km2) es claramente superior a la de Huérmeces (25 km2), con un contorno cuyo eje mayor sigue una alineación este-oeste, en contra del eje mayor norte-sur del término de Huérmeces; ambos ejes mayores no responden sino a la dirección predominante de sus ríos principales: los arroyos de San Sebastián y San Juan en el caso de Hérmedes, el río Úrbel en el caso de Huérmeces.  


A pesar de su similitud fonética, sus nombres ni siquiera tienen una etimología cercana, ya que el topónimo Hérmedes procede del término latino "eremitae" (eremita, ermitaño), sin relación alguna con el topónimo "Guérmeces" (borbotones, hormiguero o piedras de molino, según diversos autores). Por su parte, "cerrato" viene del término latino "cirratus", lugar ondulado o montuoso, dominado por cerros.


Su origen en el tiempo sí que puede ser casi coetáneo, ya que ambas poblaciones surgieron en los primeros tiempos de la repoblación altomedieval: Huérmeces en las últimas décadas del siglo IX, Hérmedes en las primeras del X.

A partir de su temprana fundación, su devenir histórico difiere claramente, condicionado en parte por la lejanía geográfica: durante los siglos X al XII, Hérmedes estaba englobado en el alfoz de Baltanás, mientras Huérmeces lo estaba en el de Mansilla.

A mediados del siglo XIV, según lo recogido en el Libro Becerro de las Behetrías, Hérmedes (con su anejo -hoy despoblado- de San Sebastián) aparece situado en el tercio meridional de la merindad de Cerrato, mientras que Huérmeces lo hace en el extremo septentrional de la merindad de Castrojeriz. 

Ya en aquellos tiempos bajomedievales, Hérmedes [Hermides] pertenece a la abadía homónima, a cuyo abad (en la catedral de Palencia) tienen que pagar 120 maravedíes en concepto de martiniega (y otros tantos al Rey); además, cada vecino debe pagar anualmente al mencionado abad con una cántara de mosto y 15 dineros. Huérmeces, por su parte, es behetría de Lope Díaz de Rojas.

A mediados del siglo XVIII, según nos cuenta el Catastro de Ensenada, la situación no ha cambiado en demasía, ya que Hérmedes es un señorío de Nicolás Antonio Pérez de Carrasquedo, abad de Hérmedes y dignidad de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Palencia. Huérmeces, por su parte, es lugar de realengo. 

En las respuestas generales a dicho Catastro, destaca el hecho de que Hérmedes declare que no posee molino alguno (quizás el molino de Corcos no existía aún); lo que declara, y con claridad, es la considerable cantidad de colmenares que existían ya por entonces en sus términos (Santa María de las Fuentes, Valdeverano, Valdeladrones, Castrojamiel, Santa Coloma, La Solana, La Cortilla...). Huérmeces, por contra, declara nada menos que ocho molinos harineros y 64 pies de colmenas.

Durante la Guerra de la Independencia, Hérmedes y Huérmeces tienen un punto en común: ambos pueblos sufrieron saqueos durante el repetido paso de tropas francesas por sus términos.

El Diccionario de Miñano (1826) nos cuenta que Hérmedes tiene 99 vecinos (448 hab.), y que su caserío está "situado con exposición al sur, a la falda de un cerro defendido del norte y oeste", recalcando que "disfruta de buenas y muchas aguas, y es muy sano", así como que produce "granos y 200 fanegas de anís y cominos, ... tiene mucho monte ... y un molino".

El Diccionario de Madoz (1850), por su parte, nos cuenta que "consta de 90 casas de dos pisos, de muy mala vista y pocas comodidades, formando calles irregulares, mal empedradas y sucias" por contra, también nos dice que posee "una fuente de abundantes y exquisitas aguas dentro de la población, y varias fuera"; también hace referencia al "despoblado de San Sebastián, Los Pajares, que estaba agregado a la abadía de Husillos"; aunque sus tierras no son de buena calidad, "a excepción de dos valles que hay en dirección de E a O, que son de regular calidad", también posee "una dehesa de pastos para el ganado y abunda la piedra caliza para la fabricación de yeso"; produce "trigo morcajo, cebada, centeno, avena, anís y algún vino"; en los arroyos, "cangrejos y bermejuelas" (pequeños peces de la familia de los ciprínidos); y "un molino harinero". Por último, añade que "en la guerra de la Independencia sufrió un horroroso saqueo que le dejó arruinado".

Curiosamente, en ninguno de los dos diccionarios "clásicos" del siglo XIX se hace referencia a la gran importancia económica que representaban los numerosos colmenares que se encontraban dispersos por todo el término


Vallejo formado por el arroyo de San Juan, en las proximidades de Hérmedes; en la cornisa del páramo, el quejigo centenario denominado Mata Fombellida; en primer plano, colmenar en ruinas. Fotografía: Pinedopaul (Wikipedia) 

Durante gran parte del siglo XX, Hérmedes fue una localidad mucho más poblada que Huérmeces, con un máximo de 720 habitantes en la primera década del siglo, en contra del máximo poblacional registrado en Huérmeces (435 habitantes en 1910). Hoy en día, ambas localidades rondan una población empadronada de unos 80 habitantes.

Curiosamente, el patrono de Hérmedes es, como sucede en Huérmeces, San Juan Bautista. Aunque el pueblo del Cerrato cuenta también con el poderoso patrocinio de Santa Bárbara (4 de diciembre).

Dos son los elementos patrimoniales más importantes de Hérmedes, y por los que merece una pausada visita: el primero, de unos mil y pico años de edad, está situado en la zona alta del casco urbano, al lado del cementerio; el segundo, de unos 400 años de antigüedad, está situado en la cornisa del páramo que limita el vallejo del arroyo de San Juan por el sur.


Ermita de la Virgen de la Era (siglo X), al lado del cementerio. Fotografía de los años cuarenta (BSEAA)

Cabecera de la ermita de la Virgen de la Era, con su espectacular arco de triunfo en herradura

La ermita de la Virgen de la Era es una construcción de origen mozárabe (primer tercio del siglo X, probablemente), muy modificada posteriormente, y en la que destaca un interesante arco toral en herradura. Ha sido completamente rehabilitada muy recientemente (2018). Como curiosidad adicional, mencionar la atípica orientación noroeste de su cabecera, en contra de la tradicional orientación este. Es posible visitar el interior de la ermita, dónde aparte del arco de herradura destaca un capitel mozárabe reutilizado como pila de agua bendita. La fiesta de la Virgen de la Era se celebra el 8 de septiembre.

En Hérmedes se da la poco habitual circunstancia de que la ermita del pueblo posea un mayor valor patrimonial que la iglesia parroquial del lugar. Y eso es lo que sucede con la iglesia parroquial de San Juan Bautista, una construcción muy moderna (mediados del siglo XX) y cuya advocación mantiene el recuerdo de la vieja iglesia que existió en la zona baja del pueblo, de la que no queda rastro alguno. Esta moderna iglesia se sitúa en una amplia y ajardinada plazoleta, contigua a la carretera y muy cerca de la ermita. Su cabecera también está orientada al escasamente canónico noroeste. 


La Mata Fombellida. Fotografía: Imanol (29 de agosto de 2012), descargada desde flickr.com

La Mata Fombellida es un hermoso, sano y equilibrado quejigo (Quercus faginea) de unos 400 años de edad, así denominado por que se encuentra situado casi en la cornisa del páramo, junto al camino que lleva al vecino pueblo de Fombellida (situado a unos 6 km al sur de Hérmedes, ya en la provincia de Valladolid). Hace doce años, la Mata se vio involuntariamente inmersa en la polémica, gracias a la desafortunada decisión de ubicar a su lado una antena de telefonía. Afortunadamente, el error fue enmendado en julio del año pasado, al trasplantar la antena a unos 100 metros al sur del tetracentenario roble. A la vera del quejigo existe un pequeño mirador, con barandilla, bancos y buena sombra. Dicen los conocedores del lugar que merecen la pena las puestas de sol desde el mirador de la Mata...


Hérmedes de Cerrato. Fotografía: Imanol (29 de agosto de 2012), descargada desde flickr.com

También tienen su interés las bodegas de Hérmedes que, a diferencia de lo que sucede en otros pueblos del entorno, no se encuentran concentradas en una ladera a las afueras de la localidad, sino que están excavadas bajo las propias viviendas, formando un kilométrico laberinto de estancias y galerías que recorre parte del término. No son visitables, por razones obvias.

Sobre el muro de piedra de una de las fuentes del pueblo existe un curioso reloj de sol, fechado en 1901.

En el páramo situado al sur de la localidad, encontraremos el denominado Monte de la Dehesa, de unas 75 hectáreas, antiguamente muy aprovechado como fuente de leña para los vecinos del pueblo, y dónde también se practicó el carboneo. Se trata de un relativamente bien conservado monte mixto de encinas y quejigos, con algún ejemplar suelto de sabina (Juniperus thurifera).

Por el extremo occidental de su término pasaba la vía pecuaria denominada Cañada Real Burgalesa, que comunicaba las dehesas extremeñas con la Sierra de la Demanda; desde ese punto partía el llamado Cordel Burgalés, que ascendía al Páramo y llevaba a las majadas y descansaderos ubicados en la zona alta oriental del término, dónde los pastores y rebaños trashumantes pasaban la noche. Toda esta porción del término está salpicada de restos de corrales y majadas, cuyos nombres no pueden resultar más descriptivos: Corrales de Tarragona, Corral de Aragón, Los Majanales, Corral del Tío Zumel, Esperas Largas, Los Apriscos, El Bostal...  

Por último, añadir que Hérmedes se encuentra situado a menos de una hora en coche desde tres importantes poblaciones de Castilla y León (Palencia, 45 km; Aranda de Duero, 45 km; Valladolid, 61 km), lo que le convierte en un más que cómodo destino de fin de semana; y más aún tratándose de un lugar del que parten o por el que pasan una extensa red de caminos rurales y vías pecuarias por los que caminar o andar en bici, con variedad de paisajes y ecosistemas. Sus páramos y valles, como los de todo el Cerrato, constituyen un auténtico paraíso para el ornitólogo o el botánico aficionado. Y sí, lo han adivinado, por estos lares del Cerrato también medran las peonías o cornavarios (Paeonia microcarpa).

Baltanás (capital del Cerrato) y sus bodegas. Una imagen clásica del Cerrato. Fotografía: Diputación Provincial de Palencia

Claro queda que ni Hérmedes ni el Cerrato necesitan de excusa alguna para planear una visita cuando la movilidad vuelva a la normalidad. Pero, para algunos, el inocente error de un tipógrafo (o de un redactor) de los años treinta, nos ha servido para poner en el mapa a un lugar y a una comarca que, aunque nos pille un poco a trasmano, habrá que visitar en un futuro próximo.  

RECORTE DE PRENSA


Diario de Burgos,  miércoles 30 de agosto de 1933

NOTAS:

(1) Durante el siglo XIV, el Cerrato fue una de las merindades del Reino de Castilla, con una extensión aproximada de 2.200 km2. Hoy en día, la comarca natural del Cerrato se extiende por las provincias de Palencia, Valladolid y Burgos, aunque la mayor parte de su territorio se concentra en la primera de ellas. A grandes rasgos, la comarca está delimitada por el río Pisuerga por el oeste, el Arlanza por el norte y el Duero por el sur, con una serie de ríos y arroyos (Esgueva, del Castillo, del Prado, de Valle de Cerrato, de Maderano, de los Madrazo...) que, en un curso predominante este-oeste, drenan las aguas de la comarca hacia el Pisuerga. En el Cerrato palentino existe un grupo de acción local, con sede en Baltanás, que canaliza las ayudas europeas al desarrollo rural, cofinanciadas por el FEADER.


Mapa del Cerrato, descargado de la web de la ADRI Cerrato Palentino

Bartolomé Amor  de la Pisa (1785-1867)
(2) La prueba ciclista de 1933 arranca de una vía urbana situada, por entonces, en un lugar preferente de la capital palentina, y que respondía a la evocadora denominación de Avenida del General Amor. Sin embargo, después de la Guerra Civil, la vía pasó a renombrarse como el fundador de la Falange, relegando al General Amor a una calle de menor rango situada en las cercanías de los Cuatro Cantones. Un cambio lleno de simbologías, sin duda. El General Amor, que ya nunca volvió a recuperar la vía original (en 1999, volvió a renombrarse, pasando entonces de Avenida de José Antonio a Paseo del Salón), hace referencia a la histórica figura de Bartolomé Amor de la Pisa (Revenga de Campos, 1785 - Palencia, 1867), prestigioso militar de meteórica carrera, que destacó sobre todo por su participación en diversas acciones bélicas durante la Guerra de la Independencia. Participó como suboficial en la Batalla de Gamonal (1808), a la entrada de Burgos, contra el invasor francés; al principio de la guerra fue lugarteniente del general Díaz Porlier, para tan pronto como 1810 ya comandar su propia unidad (los Húsares de la Rioja). Finalizada la guerra, fue hecho preso y acabó huyendo; volvió a España durante el Trienio Liberal para tener que exiliarse de nuevo durante el Sexenio Absolutista. Amnistiado, regresó de nuevo a España para luchar por la causa Isabelina durante las Guerras Carlistas, llegando a derrotar al general carlista Cabrera en la batalla de Arcos de la Cantera. Fue gobernador militar de Zamora y Logroño, así como Capitán General de Extremadura y de las Provincias Vascongadas. Llegó a ser nombrado senador del Reino. En su pueblo natal, Revenga de Campos, en la plaza existente al lado de la iglesia de San Lorenzo, se levanta un monumento en su honor.
   
(3) Acerca de la ermita de la Virgen de la Era, existe una modesta y vieja publicación, de la que se han extraído las fotografías que figuran en esta entrada: Una ermita mozárabe en Hérmedes de Cerrato (Palencia). Ángel Escudero Ruiz. Boletín del seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo 9 (1942-1943).

(4) En la red existe amplia y variada información sobre Hérmedes, destacando una completa entrada en la enciclopedia virtual más consultada: Hérmedes de Cerrato en Wikipedia

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