sábado, 24 de agosto de 2019

Romance del río Úrbel, por Tomás Arroyo



Antes de echarte a rodar,
bravo río de mi tierra,
permíteme un saludo
Río Úrbel, ura beltza,
ciego rumor de las rocas,
hilo umbrío, seda negra:
así son tus frías aguas
cuando brotan de las peñas.

¿Quién puso nombre a tu curso,
quién te bautizó en euskera?
¿Quizá fuera el rey Don Sancho,
cabalgando en tus riberas
cuando Castilla era débil
y Navarra fuerte reina?


Quiero acompañar tu viaje,
gran galón de las praderas.
Naces y te haces laguna,
recostado en la ladera.
Cubres tus muslos con berros,
tapando su carne tierna
y de amarillos narcisos
orlas tus blandas caderas.

Con casi trescientos metros,
cual niño a la soga juegas:
pasas bajo el primer puente,
rústico ojo de madera.
Lames las casas de un pueblo,
tu nombre prestado les dejas.
En los molinos cercanos
aprendes a mover ruedas
y entre verdes patatales
cruzas tu primera vega.

Nuevo pueblo viene al frente,
Fuente Úrbel atrás dejas.
Estás en tierras del Tozo,
Santa Cruz es su cabeza.

Aquí hay farmacia o botica,
cura, herrero y campanera.
Aquí hay garantes del orden:
Guardia Civil que acecha.

Pasa pronto, vas sin luces,
déjalos a la izquierda.
Atraviesa por los prados,
no te metas en las tierras.
Viene un molino de harina:
¡a jugar con la molienda!

Descansa un poco y disfruta.
¿Te has fijado, a tu derecha,
en ese ábside precioso
agarrado a la iglesia?
Es un románico puro.
¿Quién lo trajo a La Piedra?

iCalla!, ¿oyes ese seco
tableteo de madera?
Están jugando a los bolos,
pues del pueblo son las fiestas.
iLos tres a vuelo, hasta el río!,
fue una tirada muy buena.

¿Qué es esto? iSantamaría!
El cauce a Úrbel nos lleva:
a lo lejos su Castillo
a caballo de una sierra.


Llegamos a Mercadillo,
paraíso de la hierba,
escenario solitario
de algún día de pesca,
donde, esperando cangrejos,
se ahogaron penas muy ciegas.


Aquí en verano los niños,
bañándose en agua negra,
jugaban a ser mayores
poniendo su sexo a prueba.

 
Allá abajo está Camino.
Esto es la inmensa pradera
que afeitan todos los años
hombres diestros en la siega.
Es un gran puzle de prados,
también hay tierras de siembra.
Cuando te sales de madre,
todo lo inundas y anegas.

 
Aquí, moza presumida,
ostentas tu gran belleza.
Estás sembrado de juncos,
nenúfares y mimbreras.

 
En ambas orillas beben
lirios de flores esbeltas.
Legión de espadañas guardan
los tesoros que albergas:
mejillones y cangrejos,
ranas, truchas y culebras.

 





Ya estamos en San Roque,
pasando por la vadera.
Aquí hubo un puente en tiempos,
tesoro romano en piedra.
que en fatal día rompieron
incultas gentes de selva.

 
Otro día hablaremos de Úrbel,
que espere a la derecha.
Baje e! rio de Recorva
que nos vamos a La Vega,
con el agua de La Lámpara,
sorteando pasarelas.

 
Entremos al Pradejón
con silenciosa cautela:
esta zona es muy propicia
para besos de parejas
o amores de cuerpo entero
cuando el tiempo bueno llega.
iDe cuántos niños las cunas
se encargaron aquí cerca!

Hemos llegado al Pontón.
otras rústicas maderas.

 
Enseguida, por dos veces,
se hará el agua molinera
en los molinos de Úrbel,
manantiales de riqueza,
bancos de crédito a veces
para la gente sin perras.


De la zona del Lenar
aparece agua nueva
que al de arriba y al de abajo
vivifica y alimenta.

 
Este sitio ha sido un mito
y objeto de leyendas.
Para guardarnos, de niños,
nos contaban las abuelas
que hasta vacas con su carro
les tragó esta horrenda ciénaga.


Nos vamos hacia Quintana
después de girar dos ruedas.
A la entrada hay una ermita
que bella lápida ostenta.
A San Justo y San Pastor
en relieve representa.
Dejamos ermita y pueblo,
ambos quietos a la izquierda.

 





Dibujando mil meandros
serpenteas entre hierba.
Las gentes de este lugar,
expresivas en su lengua.
dicen que haces culebrillas
al pasar por Su pradera.








Ahora viene el de Abundio,
molino de gran solera,
largo cauce a sus espaldas
que acumula gran reserva.
Palomar en el desván
que funciona de despensa
y el huerto del paraíso
que perdieron Adán y Eva

al comer frutos prohibidos,
en este caso, ciruelas.

 
Los recuerdos infantiles
a esa casa también llegan.
iCuántas veces aquí el agua,
a ritmo de rueda lenta
y arrullada por palomas
cantó su copla plebeya!

 
¿Sabes? Por estos parajes
tu curso medio comienzas.
Te lanzas contra las rocas
haciendo foces pequeñas.


A la altura de La Nuez
has cortado la primera.
El pueblo apenas se ve,
lo has dejado a la derecha.
Al estrecharse el valle,
pasas pegado a una sierra
que tiene cresta rocosa.
Montorio quedó a la izquierda.

Ahora viene un tramo duro,
Natura te pone a prueba,
Con arrojo de titán
bajas rajando las breñas.
Uno, dos, tres grandes tajos:
rompiste la cordillera
y has dejado libre el paso
hacia una nueva vega.
Seguro que has comprobado
que es un buen tramo de pesca,
sobre todo para truchas
que suben al agua fresca.
¿Viste también un molino?
Ya van muchos en la cuenta.








Por invierno en estas foces
saltabas la carretera,
construyendo en la Vagoya
una líquida barrera.
El coche de línea, entonces,
era objeto de epopeyas.

 
En los reflejos del agua
quedó grabada esta escena:
"Conducido por Faustino,
muy lentamente se acerca.
Tras pacientes maniobras,
la dificultad sortea,
añadiendo un nuevo dato
a sus cien diarias proezas".

 
Pasó el trozo más difícil
de tu heroica carrera.
Huérmeces está a la vista,
el campo aquí es una huerta.
Empiezas tu curso bajo
poco camino te queda.

Un palacio con balcones
y el pueblo dejas a izquierda.
Con piedras de sillería
levantan casas e iglesia.
“parecen de capital”
al juntar tanta belleza.

De aquí los coches emprenden.
por recta, veloz carrera.
Tú, por ser todo muy llano,
giras despacio tus ruedas.
Y llegas a Santibáñez.
en recodo de amplia cuenca,
pueblo airoso que se pone
gran catedral por montera.

 
Aquel esplendor pasado
todavía se conserva
bien grabado en los muros
de sus casas solariegas.
Los campos de cereales
anuncian buena cosecha,
siempre el verano se mide
por millares de fanegas.

 
Hasta aquí, camino y río,
fuisteis dos vías gemelas.
Como el camino va a Burgos,
tiene que subir cuestas.
Tú, que ves terrero llano.
por todo el vale te cuelas.
Terminado aquí el abrazo.
se os abren nuevas metas.

 
¿Quieres saber lo que harías
si tú fueras carretera?
Pasarías por Miñón,
más que pueblo es una venta,
sus dos casas, cual soldados,
escoltan en las cunetas.


Llegarías a Mansilla
que en aquel alto se acuesta
y admirarías otro ábside
parecido al de La Piedra,
Serpenteando hacia arriba,
subirías una cuesta
para bajar a Arroyal,
al final de la ladera.


Por el centro de ancho valle,
se llega a Quintanadueñas.
Por allí, lamiendo el pueblo,
se desliza el río Ubierna,
un primo tuyo que baja
rodando desde otras peñas.
De aquí a Burgos ya no hay nada,
está a un tiro de piedra.


Pero eres curso de agua
que por lo llano hace senda.
Vas camino de Zumel
que más abajo te espera.
A la izquierda hay una ermita,
de La Cuadra, el cartel reza.


Si tú entendieras de libros,
leerías en sus piedras.
Escrito por las paredes
se halla este bello poema:
"Un año por romería,
bailando aquí en estas eras,
se enamoraron dos mozos,
cosa corriente en las fiestas.
De Páramo era el galán,
de Úrbel la moza esbelta".



Son las historias de amores
que a veces Domi nos cuenta,
reviviendo por momentos
sus más dulces experiencias.

El lecho ya es muy llano,
tu destino está muy cerca.
Pero aunque ruedes despacio,
Lodoso enseguida llega.

¿Ya vas contando los pueblos?,
pues son pocos los que quedan.
Todos te esperan gozosos,
a todos algo entregas.
Por allá arriba dos veces
dejaste tu nombre en prenda,
y finalmente en Pedrosa
por tercera vez lo prestas.
Santa María Tajadura
Observa cómo te acercas.


Vas derecho a tu destino,
escoltado a ambas riberas
por Quintanilla y Tardajos
culminas tu gran carrera.



Te vas con el Arlanzón,
en Frandovínez me dejas.
A los cuarenta kilómetros
se esfuma tu verde estela.


Agarrados de la mano.
tu izquierda y su derecha.
como dos adolescentes
vais camino del Pisuerga.


Adiós, hijo de las nieves,
relámpago en la hierba,
que Neptuno desde el mar
te devuelva hasta las peñas.


Texto y fotografías extraídos, con permisos de autor y editor, de la obra:
"A orillas del Úrbel". Tomás Arroyo Crespo. Editorial Dossoles. Burgos (2008).
La obra, de un total de 216 páginas, consta de dos partes: en la primera, se describen la tierra, las gentes y sus formas de vida; en la segunda, se recoge el denominado "Romancero de Úrbel", obra poética del autor, compuesta por 24 romances.

No hay comentarios:

Publicar un comentario