sábado, 31 de marzo de 2018

La iglesia de Huérmeces (II): el retablo mayor


La iglesia neoclásica de Huérmeces (1780-1783), constituye toda una excepción dentro del mayoritario mundo románico-gótico que domina la arquitectura religiosa de La Comarca. Ya tratamos de este aspecto en una entrada anterior: La iglesia de Huérmeces (I)

Y no le queda a la zaga su impresionante retablo mayor (1624-1633), uno de los más importantes del periodo clasicista, tanto por la calidad de su ensamblaje como por su talla escultórica. Pertenece al tipo denominado romanista, con clara separación entre arquitectura y escultura, favorecida por la ausencia de decoración renacentista, predominando las líneas rectas. 




HISTORIA DEL RETABLO


La idea de dotar de un retablo importante a la vieja iglesia tardogótica se plasmó ya en 1567, al concertarse la fabricación de un retablo mayor nada menos que a Rodrigo de la Haya, uno de los artistas que trabajaron en la catedral de Burgos. A la muerte de aquel, continuó con la obra su hermano Martín.

Los resultados obtenidos no debieron de ser los esperados. En 1614, la obra presentaba ya numerosos desperfectos, lo que llevó -tras varios pleitos- a plantearse el encargo de uno nuevo.

El nuevo retablo se ensambló entre 1624 y 1626, sobre todo por parte del maestro cántabro Sebastián González, aunque parece ser que también intervino Pedro de Sedano.  El costo total de la arquitectura ascendió a 9.500 reales de vellón, pagados al maestro y herederos hasta 1637.




De la parte escultórica se encargó el gran maestro, también cántabro, Juan de Sobremazas, que fue capaz de completar la talla en otros dos años (1631-1633), casi al mismo tiempo que trabajaba en el retablo de Villasilos. El conjunto escultórico costó 5.700 reales.

Antes de asentar el retablo fue preciso construir el zócalo de piedra, labor de la que se encargó en 1626 el cantero Bartolomé de la Sierra. El retablo se adaptaba al testero poligonal de la primitiva iglesia tardogótica.

Suponemos que por imperativos presupuestarios, las labores de pintura y dorado no se suscribieron hasta el año 1644, y fueron realizadas por los artistas Pedro Delgado y Juan de Aguilar, costando 10.566 reales.

La totalidad de la obra no estuvo concluida -y pagada- hasta 1648, cuando se procedió a ensamblar el altar sobre el zócalo por medio de los correspondientes andamiajes.

Pero aún surgieron nuevos avatares. En 1663 se encargó una nueva imagen de San Juan Bautista, no sabemos si por que la anterior no fuera del agrado de la parroquia o por que aquella hubiera sufrido algún percance.




Luego siguieron casi ciento veinte años de quietud hasta que, en 1780, fue preciso desmontar todo el retablo, ya que la vieja iglesia tardogótica amenazaba ruina y era preciso levantar una nueva, la actual neoclásica. Durante los cuatro años que duraron las obras (1780-1783) la misa pasó a celebrarse en la hoy denominada "capilla" (entonces "salón de la casa de las troges"), también tardogótica. No sabemos si parte del retablo se ensambló en esta capilla o se apiló desmontado en otra estancia a la espera de que finalizaran las obras.




El retablo mayor no volvió a colocarse sobre el zócalo del nuevo ábside (ahora plano, no poligonal como el anterior) hasta el año 1793, diez años después de finalizadas las obras de la nueva iglesia. Fue entonces cuando se comprobó que faltaban algunas piezas, que debieron fabricarse de nuevo, aunque sin alterar en nada su estado original.

Finalmente, en 1832, Vítores de la Fuente, vecino de Santibáñez, colocó y doró un nuevo tabernáculo, de escaso valor artístico. Desconocemos si el anterior simplemente se deterioró o fue una víctima más del saqueo francés acaecido en noviembre de 1808, y que afectó a la totalidad del pueblo y, en especial, a su iglesia.










Columnas pareadas


ARQUITECTURA Y ESCULTURA DEL RETABLO

Predominan las líneas rectas, con algunas excepciones: la hornacina central, ocupada por el santo patrón, dónde el entablamento se curva en arco de medio punto; en el primer cuerpo aparece un frontón curvo partido, encima del tabernáculo; por último, las cuatro tallas escultóricas exentas de las calles laterales se colocan en unos pequeños arcos de medio punto, entre columnas y entablamentos.

El retablo, de considerables dimensiones, se organiza en tres cuerpos (horizontales), divididos en tres calles (verticales). Los soportes son columnas pareadas que sobresalen con respecto a las calles, salvo en los laterales del último cuerpo, que aparecen solas. Todos los fustes de las columnas son entorchados (estriados en espiral).



Cuerpo 1: capiteles dóricos

Cuerpo 2: capiteles jónicos

Cuerpo 3: capiteles corintios


Siguiendo la ortodoxia clasicista, los capiteles de todas las columnas siguen los tres órdenes: en el primer cuerpo: dórico; en el segundo cuerpo: jónico; y en el tercer cuerpo: corintio.





Los entablamentos son muy similares, con arquitrabes moldurados y frisos de decoración pictórica; en el primer cuerpo se añaden una serie de triglifos; las cornisas están provistas de dentículos y, en el tercer cuerpo, de pequeños modillones.



Primer cuerpo: destacan dos esculturas que siguen el modelo clásico de Gregorio Fernández:

- calle de la Epístola (a la derecha): San Pablo, con su libro en una mano y el mandoble (perdido) en la otra
- calle del Evangelio (a la izquierda): San Pedro, con su libro y sus llaves


San Pablo, en la calle de la Epístola
San Pedro, en la del Evangelio
























En el banco de este cuerpo, encontramos dos relieves que representan:

- calle de la Epístola: la Oración del Huerto; talla de inferior calidad, únicamente destacable por el Cristo (al que le falta una mano)
- calle del Evangelio: Cristo atado a la columna; talla mucho más elaborada y elegante que la anterior, quizás obra del propio maestro Sobremazas. Al personaje de la izquierda le falta una pierna.


Oración en el huerto (detalle)

Cristo atado a la columna

 



Se desconoce dato alguno acerca de las ocho pequeñas esculturas que debieron de alojarse en el interior de los netos de la predela de este primer cuerpo.


El tabernáculo, ocupando la calle central, carece de interés artístico, y sustituyó al original en 1832.




Segundo cuerpo
: presidido, en la calle central, por la gran imagen de San Juan Bautista, titular del templo. Aquí, el maestro (se desconoce su nombre) dota a la imagen de una gran elegancia formal: de pie, como es norma, acompañado por el cordero místico, con el que conforma una clara diagonal inmaterial, que se cruza con la originada por el otro brazo.


 
Dos grandes tableros de escultura en relieve ocupan las calles laterales de este segundo cuerpo:

- calle de la Epístola: la Degollación de San Juan, dramática escena en la que el verdugo entrega la cabeza del mártir a Salomé, presta con su bandeja. Por la escasa calidad de su talla, suponemos que fue obra de alguno de los oficiales del taller.
- calle del Evangelio: el Bautismo de Cristo, sin duda el medio relieve de mayor calidad del conjunto; las figuras de Juan y Cristo, en escorzo, presentan una estética un tanto miguelangelesca, y se supone que fue realizada por el maestro Sobremazas.


Degollamiento de San Juan
Bautismo de Cristo
























Justicia

Prudencia


En el banco de este segundo cuerpo figuran los relieves de dos de las cuatro virtudes cardinales: la Prudencia en la calle de la Epístola, y la Justicia en la calle del Evangelio.





Tercer cuerpo
: en este ático o último cuerpo del retablo, destaca en la calle central la escena del Calvario, como clásica culminación de la obra redentora; la talla del Cristo denota un buen conocimiento anatómico por parte del artista. El crucificado aparece albergado en una hornacina rectangular rematada con frontón triangular, con el Padre Eterno en el tímpano.


En las calles laterales de este último cuerpo, dos esculturas, claramente escenográficas, se alojan en hornacinas de arco de medio punto, como sucedía con las del primer cuerpo:

- calle de la Epístola: San Juan Evangelista
- calle del Evangelio: Virgen María




San Juan (Fotografía: Santiago Abella)
Virgen María (Fotografía: Santiago Abella)
























En el basamento de este cuerpo, las otras dos virtudes que faltaban: la Fortaleza y la Templanza.


Fortaleza

Templanza






Hasta hace pocos años, sobre la cornisa final, a ambos lados del frontón, aparecían sendas imágenes de San Francisco y San Benito. Cuando se acometió la restauración del retablo, allá por el año 2003, se decidió reubicar dichas tallas en la denominada "Capilla", vieja estancia que constituye uno de los escasos restos de la antigua iglesia tardogótica.

Ambas imágenes, cuyos hábitos provistos de amplias bocamangas revelaban un estilo escultórico claramente posterior al del resto de tallas, carecen del mérito artístico suficiente como para merecer coronar el retablo mayor de la iglesia.





Casi cuatrocientos años de vida contemplan al retablo mayor de la iglesia parroquial de Huérmeces. Dos maestros cántabros lo levantaron y lo rellenaron de meritorios conjuntos escultóricos. Maestros burgaleses doraron y estofaron sus estatuas, recompusieron su tabernáculo y añadieron nuevas estatuas en su cornisa. Vecinos del pueblo lo pagaron, limpiaron y cuidaron, y ayudaron a montarlo y desmontarlo varias veces. Y jóvenes restauradores venidos de Burgos lo rehabilitaron no hace mucho.





Mientras tanto, el retablo fue testigo de cómo la vieja iglesia amenazaba ruina, de cómo se levantaba una nueva, de cómo soldados franceses profanaban tumbas, sacristía y capilla, de cómo cambiaban los ritos y lenguas (1) utilizados por los oficiantes, y ... sobre todo, fue testigo del ciclo eterno de vida y muerte: bautizos, primeras comuniones, misas patronales, rosarios, novenas, bodas y funerales.
 





Asistió angustiado a la progresiva reducción de la feligresía, década a década, hasta el punto de que -durante el largo invierno castellano- las misas pasaran a celebrarse en la calefactada "capilla", en compañía de los más afortunados San Lorenzo y La Blanca. Aunque también es cierto que, en los últimos años, no le faltaron acordes musicales ni vocales que le hicieron más llevadera su creciente soledad.



Y también se sorprendió cuando, algún verano, de repente, una boda multitudinaria sacudió los cimientos de la nave central. Y cuando, tras muchos años, volvió a celebrarse alguna que otra primera comunión. Y aún más, cuando asistió encantado a pequeños conciertos estivales de música sacra, clásica o medieval, casi siempre en fechas cercanas al 10 de agosto. Menos le sorprendieron, seguramente, el retorno de misas funerales, de vecinos que fallecieron en el pueblo o mucho más lejos, pero que volvieron a él para disfrutar del descanso eterno.







NOTA: Hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965), la misa se celebraba con el oficiante de espaldas a la feligresía, de cara al retablo, mirando a Oriente, y casi toda la ceremonia (excepto la homilía) se realizaba en latín; era la denominada "misa tridentina" (instaurada por el Concilio de Trento, 1545-1563), también llamada "preconciliar" (anterior al Concilio Vaticano II), "latina" (por la lengua dominante) o "de San Pío V" (por el papa que la instauró). Dado que el entonces papa Pablo VI inaguró la nueva formula litúrgica con una misa celebrada en Roma el 7 de marzo de 1965, suponemos que el primer cura de Huérmeces que ofició misa por el nuevo rito fue Alejandro García (1959-1966), y también el último en oficiarla por el viejo, claro.




OTROS RETABLOS REALIZADOS POR SEBASTIÁN GONZÁLEZ Y JUAN DE SOBREMAZAS:



1. Retablo mayor de la iglesia de San Juan Bautista, en Ubierna





La arquitectura de este retablo
, atribuida a Sebastián González, y ejecutada entre 1630 y 1640, es prácticamente idéntica a la del retablo de Huérmeces.


Tiene dos cuerpos, remate y tres calles, y se adapta al testero poligonal del templo. Es similar al de Huérmeces en su organización, por el tipo de hornacinas y por el mismo frontón curvo partido del entablamento en la caja del titular (también San Juan).


En el nicho central que custodia la figura de Cristo, ha desaparecido el dintel y por encima de las columnas aparecen unas pequeñas ménsulas que elevan el frontón del remate, similar a lo que ocurre en los retablos de Huérmeces y Villasilos.


Calle del Evangelio
Calle de la Epístola























San Pedro
San Pablo

























En lo único que difiere es en la autoría de la obra escultórica, ya que la de este retablo es atribuida a Toribio Fernández; aunque la galería de personajes que aparece es casi idéntica, y en parecida situación; en cuanto a figuras exentas, además de San Juan Bautista, aparecen San Pedro, San Pablo, Cristo en la cruz, la Virgen María, San Juan Evangelista; en cuanto a relieves, escenas de la Degollación de San Juan y el Bautismo de Cristo.

 
2. Retablo mayor de la iglesia de San Pedro, en Quintanilla Sobresierra




Se trata de una obra clasicista, ejecutada en 1633 por el arquitecto ensamblador Sebastián González. Su estructura consta de dos cuerpos de tres calles y remate. Los soportes son columnas jónicas y corintias, de fustes estriados.



San Pedro


Se desconoce el nombre del autor de la obra escultórica de este retablo de Quintanilla Sobresierra. Las esculturas exentas representan a San Pedro Papa, los primeros Cuatro Doctores de la Iglesia (San Ambrosio de Milán, San Jerónimo de Estridón, San Agustín de Hipona y San Gregorio Magno) y la Inmaculada. Los dos relieves narran escenas de la vida de San Pedro.



3. Retablo mayor de la iglesia de San Andrés, en Villasilos

  
Fotografía: Pinterest


Este retablo constituye la obra cumbre tanto del arquitecto ensamblador, Sebastián González, como del maestro escultor, Juan de Sobremazas, los mismos que realizaron el retablo mayor de la iglesia de Huérmeces.





La arquitectura fue realizada entre 1615 y 1618 (unos diez años antes que la de Huérmeces), y supuso una obra de enorme complejidad, constituyendo uno de los mejores ejemplos de romanismo de comienzos del siglo XVII en la comarca burgalesa. 


René Payo conjetura que quizás haya sido el retablo mayor de la catedral de Burgos el que le sirviera de referencia inicial a Sebastián González. Este monumental retablo de Villasilos, que se adapta al testero poligonal del templo, consta de dos cuerpos y un gran remate, articulándose el conjunto en cinco grandes calles. Las calles central y laterales sobresalen sobre las dos calles intermedias. 








En la predela aparecen una serie de pequeñas hornacinas cerradas por pequeñas portezuelas, destinadas a albergar relicarios. Los tres cuerpos están formados por columnas de fustes entorchados y capiteles de los tres órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio.




San Pablo


La obra escultórica -tanto esculturas exentas como paneles de relieve- fue realizada por Juan de Sobremazas entre los años 1633 y 1635, justo después de acabar la obra escultórica del retablo de Huérmeces.

En este de Villasilos, Sobremazas alcanza altos niveles de maestría, tasándose en su día la obra escultórica en la asombrosa cifra de 23.350 reales.



San Pedro de Villasilos, de notable parecido con el de Huérmeces


Destacan, entre las esculturas exentas:

-primer cuerpo: San Pedro y San Pablo (la de aquel es un fiel reflejo del San Pedro del altar de Huérmeces, diferenciándose únicamente en que su mano derecha está menos alzada)
-segundo cuerpo: en posición central, la imagen de San Andrés, patrón de la iglesia; San Jerónimo y San Ambrosio.

-tercer cuerpo: imagen del Calvario de Cristo, entre la Virgen y San Juan Evangelista; San Gregorio y San Agustín; dos representaciones de San Miguel, como vencedor del diablo y como juez; todo el conjunto rematado por la figura de Dios Padre.

Entre los relieves:

-primer cuerpo: la Anunciación y la Adoración de los Pastores
-segundo cuerpo: dos imágenes relativas al Martirio de San Andrés 



Boda en Villasilos (2016); foto: bocabajoimagen.com


Este retablo de Villasilos, primo hermano mayor del de Huérmeces, justifica sobradamente una visita a aquel pueblo, situado a unos 50 km por carretera del nuestro. No solo el retablo, todo el interior de la iglesia es impresionante. Aunque la iglesia esté habitualmente cerrada, no resultará complicado que algún vecino te indique quien puede enseñártela. Además, todos los domingos se celebra misa, variando su horario en meses alternos, entre las 11:30 y las 12:30. 
 

APUNTES BIOGRÁFICOS:

- Sebastián González (m. 1630): ensamblador de posible origen cántabro, aunque resulta difícil de determinar por la abundancia de este apellido entre los maestros montañeses que trabajaron en su tierra y en las provincias limítrofes; en algunas ocasiones aparece asentado en Burgos, en otras en Manzanedillo, en cuyos alrededores desarrolló una gran actividad; se dedicó en exclusiva a obras de arquitectura en retablos, no habiéndose encontrado ningún indicio de su participarción en obras escultóricas; fue un gran profesional, imbuido en los principios clasicistas derivados del romanismo del siglo XVI. Sus obras se caracterizan por su gran complejidad arquitectónica, con abundancia de frontones por encima de los entablamentos, así como de enmarcamientos y sub-enmarcamientos de imágenes. Sus obras más conocidas son los retablos mayores de las iglesias de Villasilos, Huérmeces, Quintanilla Sobresierra y Ubierna. Se sabe también que en 1627 fue contratado para la realización del retablo mayor de la iglesia de La Asunción, en Castrillo de Rucios; dicho retablo se encuentra hoy desaparecido.


- Juan de Sobremazas Rubalcava (1605-1635): escultor cántabro, vecino de Valdecilla (Cudeyo); su primera obra conocida es el retablo mayor de Huérmeces (1631-1633); también realizó la obra escultórica del retablo mayor de Villasilos (1633-1635), falleciendo justo finalizada esta; fue veedor de las obras del Arzobispado de Burgos, acudiendo como tal a vigilar la construcción del retablo mayor de Cicero (Cantabria); en su tierra se le han atribuido alguna de las esculturas del retablo mayor de Miera, así como el retablo de San Miguel en la iglesia de Campuzano (desaparecido). Falleció a la temprana edad de 30 años, dejando por heredero a su pariente Juan de Rubalcava, escultor que fue colaborador suyo; fue enterrado en la misma iglesia de Villasilos, "en las primeras sepulturas que están bajo el asiento del altar mayor ... al lado del Evangelio". Si su vida se hubiese prolongado más, sin duda se habría convertido en el gran maestro escultor de la comarca burgalesa en los años centrales del siglo XVII. Se supone que era hijo del ensamblador y escultor Juan de Sobremazas, natural de la localidad homónima, y que ejerció su actividad en las provincias de Burgos y Palencia durante el tercio final del siglo XVI. Sus esculturas forman parte de los retablos mayores de las iglesias de Villasilos y Huérmeces, así como de los retablos colaterales y del remate del retablo mayor de la iglesia parroquial (San Facundo y San Primitivo) de Las Quintanillas.

- Pedro de Sedano (c. 1570 - c. 1626): maestro ensamblador, de supuesto origen burgalés; estaba avencindado en el barrio de San Juan, en Burgos. Su estilo resulta de difícil encuadramiento, ya que sus dos grandes obras retablísticas documentadas (retablo mayor de Huérmeces y antiguo retablo mayor de la iglesia de San Lesmes, en Burgos) fueron ejecutadas en colaboración con otros maestros, no teniendo ambas obras ningún parecido entre sí. También realizó obras de carpintería para el monasterio de San Juan de Burgos, y colaboró en la ejecución del desaparecido retablo mayor de la iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús de Burgos.




FUENTES:

- "Retablos barrocos de la primera mitad del siglo XVII en Burgos", Alberto C. Ibáñez Pérez, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, Universidad de Valladolid, BSAA (1978) N. 44 (201-212)
- "El retablo en Burgos y su comarca durante los siglos XVII y XVIII", René-Jesús Payo Hernanz, Diputación Provincial de Burgos (1997) [tomo I: páginas 472-475 y 518-521]
- "Retablos barrocos burgaleses. La Bureba, Los Páramos y comarcas próximas", Fernando Sánchez-Moreno del Moral, Diputación Provincial de Burgos (2006) [páginas 376-380, 489-490, 563]
- "Artistas cántabros de la Edad Moderna: su aportación al arte hispánico (diccionario biográfico-artístico)", M. C. González Echegaray, M. A. Aramburu-Zabala Higuera, B. Alonso Ruíz y J. J. Polo Sánchez, Universidad de Cantabria (1991) [página 639] 
- "Villasilos. Villa de realengo cerrada. Bases para la historia de un pueblo castellano." Marcelino Rico Pérez. Junta Administrativa de Villasilos (2015) [páginas 607-617]

    

1 comentario:

  1. Me ha parecido muy interesante este artículo.
    Al mismo puedo aportar que en 1654 el licenciado Juan Díez de Agustín, cura beneficiado en Huérmeces, y Juan Díez de Ubierna, mayordomos, hicieron una nueva imposición de censo para pagar el resto que aún se debía por el dorado del retablo mayor de la iglesia a Pedro Delgado y Juan de Aguilar; por lo que se alargó aún más en el tiempo el pago de la misma.

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