domingo, 17 de enero de 2016

El guardián de la carretera del Escudo



Hace ya más de veinte años que vengo haciendo regularmente el trayecto entre Cantabria y Huérmeces; y el viaje de ida lo realizo casi siempre -si la nieve, la niebla o la excesiva prisa no lo impiden- por la vieja carretera N-623, la Burgos-Santander por El Escudo.

Esta carretera sufrió un duro golpe a principios de los años 90 del siglo pasado, cuando se inauguró la nueva N-627, la Burgos-Santander por Aguilar de Campóo.


Mesón de Masa, en el cruce entre la carretera del Escudo y la Villadiego-Poza

Gasolinera de Quintanilla Sobresierra


Y el golpe ya fue casi definitivo cuando, a principios de siglo, se fueron inaugurando sucesivos tramos de la autovía A-67 (Autovía de La Meseta), sobre todo en el difícil trazado entre Aguilar y Santander, finalizado completamente en 2008.

A pesar de que el trayecto por la carretera del Escudo me lleve unos diez o quince minutos más que si lo hiciera por la de Aguilar, creo que compensa la variedad de paisajes que ofrece aquella vieja carretera: las vistas sobre el Pantano del Ebro, el Puerto de Carrales y su hayedo, el amplio Páramo de Bricia, el espectacular descenso hasta Quintanilla-Escalada, los cañones del Ebro y del Rudrón, las filigranas cársticas de Covanera, el mirador de Tubilla del Agua, la interminable recta del Páramo de Masa…


Tubilla del Agua: una marquesina de autobuses dónde antes se encontraba el surtidor de gasolina

Mesón "La Trucha", en Covanera


Debido al drástico descenso en el volumen de tráfico soportado por la N-623, durante estos últimos veintitantos años han ido cerrando multitud de negocios: bares, restaurantes, hostales, estaciones de servicio y talleres de automóviles. En algunos casos, ha sido la mera jubilación de algunos propietarios, unida a las escasas perspectivas de futuro del negocio, la que ha ocasionado su desaparición.

También las ventas de sobaos y quesadas pasiegas se han resentido. No había madrileño ni burgalés que volviera a casa sin ellos tras pasar unos días en las playas de Cantabria. Y ahora van a la playa por Reinosa, para alegría de sus pantortillas, tortos y rosquillas.

En la parte burgalesa cayeron, por citar algunos, la gasolinera de Quintanilla Sobresierra, el Mesón de Masa, el hostal restaurante La Trucha en Covanera, el surtidor de Tubilla, el Hostal Javier de San Felices, La Venta de Orbaneja … En la vertiente cántabra, Casa Zinc y el hostal Ana Isabel, en plena subida del Escudo, el mesón Las Ventas, un poco más abajo …


Hostal Javier, en San Felices del Rudrón

La vieja Venta de Orbaneja


Pero algunos han aguantado. En el Valle de Luena, antes de las primeras duras rampas de El Escudo por la vertiente cántabra, alguien ha seguido al pie de la carretera durante todos estos años. Y piensa seguir.

Es cierto que ha visto con tristeza cómo casi desaparecía el tráfico de camiones, cómo el de turismos pasaba de nacional a local, de anual a estacional, y cómo el único que se incrementaba era el de motos, aunque únicamente los fines de semana de buen tiempo. Pero no importa, él no piensa cerrar.    

La carretera es muy importante para él. No hay muchos lugares en el Valle de Luena que le ofrezcan lo que le ofrece la carretera. Desde su puesto de guardia, día tras día, nada le pasa desapercibido de todo lo que transita por la vieja N-623. Conoce de sobra los horarios y costumbres de los autobuses de la desaparecida Continental-Auto (hoy Alsa), de los panaderos y repartidores de la zona, de las patrullas de la Guardia Civil de Tráfico, de los coches de conocidos, familiares y amigos … No pierde detalle.


Hostal Restaurante "Ana Isabel" en San Miguel de Luena

Mesón "Las Ventas", en Bustasur


No le amilanan ni los numerosos días de lluvia que soportan estos lares. El se encuentra a resguardo dentro del cobertizo que ya hace años que dejó de servir como puesto de recogida de leche; un familiar levantó una visera suplementaria que le protegiera del sol del mediodía o de la lluvia del Gallego; de esta manera, únicamente los crudos días de ventisca invernal falta a su cita diaria con la carretera. Solo o acompañado de algún familiar o conocido.

Yo ya había reparado en él en aquellos primeros viajes de hace más de veinte años. Entonces no conocía ni su nombre ni su historia, pero en muchas ocasiones estuve tentado de parar y charlar un rato. Pero nunca me atreví. Lo más que hice, con el paso de los años, fue realizar un breve saludo con la mano. Incluso, lo reconozco, me llevaba una pequeña decepción si el cobertizo estaba vacío.  

Hace unas semanas, en Alceda, pregunté por él. Me dijeron su nombre y me contaron su historia. Es todo un personaje en la zona.

Sigo pasando por el lugar puntualmente, y el saludo ya no falta nunca, y sé que a él le agrada el gesto, aunque el trazado de la carretera en ese tramo tampoco esté para despistes ni alardes de cordialidad.

El día en el que Carlos, el fiel guardián de la carretera del Escudo, falte a la puntual cita con la N-623, ya no será lo mismo hacer el trayecto Santander-Burgos por esa vieja ruta. Y puede que entonces, la carretera de Aguilar haya ganado definitivamente la partida.

7 comentarios:

  1. Hola. Soy Javier (Montacedo). Te escribí hace algún tiempo preguntando por el roble de Huérmeces, el cual ya pude visitar este verano. Hago un viaje muy similar al tuyo casi todos los fines de semana, aunque con destino en Ubierna. Leyendo tu artículo he visto reflejadas mis sensaciones de esas docenas de veces que he pasado ya, aunque no tan retrotraídas en el tiempo. Hace unos años el jefe de tráfico de Cantabria decía que "por el escudo sólo viajan los románticos". Y sí, yo soy uno de esos, uno de los que piensa que una Nacional es mucho más que la carretera que lleva de una ciudad a otra.
    Creo que sé a quien te refieres; yo también lo veo con frecuencia. Muy cerca de vez en cuando me encuentro a un señor mayor haciendo dedo para ser acercado al mesón de Luena. Hay otros que aguantan; me llama especialmente la atención el bar de Paradores de Bricia, sencillo pero acogedor refugio rodeado por el inhóspito páramo.

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  2. Gracias por el artículo. La verdad que la N-623 es espectacular recorrerla en cualquier época del año. Y si bien es cierto que se han perdido muchos negocios, todavía hay muchos que aguantan: en Cantabria hay mucho movimiento en Ontaneda o Entramasbestas por nombrar un par de ellos. Y en Burgos, todavía quedan bares/comercios en Cilleruelo o Quintanilla-Escalada. La reducción de tráfico puede ayudar a atraer turismo rural por la mayor tranquilidad y seguridad.
    Un saludo de un castellano apasionado de esa carretera y que siempre que puede hace Burgos - Santander por el Escudo

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  3. Muchas gracias por el comentario.
    Claro que quedan todavía muchos negocios abiertos, afortunadamente. Pero quería hablar especialmente (aparte del pequeño homenaje a Carlos) sobre los que han cerrado y la sensación general de desierto vial que ofrece la N-623, sobre todo en invierno. Y precisamente en eso radica su encanto para los que continuamos transitando por ella. Puedes ir conduciendo tranquilamente, disfrutando del paisaje, parando cuando quieras y dónde quieras... Y si, si quieres te puedes tomar una cerveza o un café, aún quedan unos cuantos sitios.

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    1. Cientos de veces he pasado por el escudo pues continuamente viajo de madrid a cantabria, siempre por la n623, y siempre a la altura de su pueblo me pregunto si estara el chico, y siempre me preguntado su nombre. Tu articulo a quien sabe de quien hablas nos ha llegado, genial, ya siempre ire pendiente de si veo a carlos

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  4. Toda la razón, quizás he exagerado, porque es muy cierto que ha habido muchos cierres en los últimos 20 años. Habrá que seguir pasando siempre que podamos y parar si no es posible. Un saludo!

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  5. La N-623 es una carretera fantástica. Con innumerables rincones para conocer. Empezando en Quintanilla Sobresierra y su fábrica escondida de dinamita, de las más importantes de Europa.
    La leyenda de "La vieja de San Miguel" en Tubilla del Agua. El Pozo Azul en Covanera. La central eléctrica El Porvenir. Las vistas de los cañones del Ebro y el Rudron. Luego el páramo de Bricia, con su "arqueología" de la G.Civil. En el PK 70,5 de la N-623 se inicia la carretera a Incinillas, atravesando el precioso valle de Manzanedo. Luego más adelante, ese paraíso que es el embalse del Ebro con las playas de arena blanca de Arija y el fabuloso Corconte. Que mas se puede pedir !! Saludos desde Argentina.

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  6. Hará unos diez años (quizá menos), circulaba yo en dirección a Santander una gélida tarde de invierno en la que soplaba el viento y había comenzado a nevar, la visibilidad no era muy buena, efectivamente la carretera estaba desierta. Estaba cansado y empezaba a vencerme el sueño, con lo que decidí parar a tomar un café en el mesón. Llegué allí, aparqué el coche y salí corriendo hacia la puerta del local...
    Me quedé de pìedra!, el lugar estaba cerrado, cerrado y abandonado. La verdad, no se cuanto haría que había cerrado definitivamente, pero no era consciente de ello y la impresión que me produjo me dejó un poco triste.
    No hace mucho que ha cerrado el Torreon, en Cabañas de Virtus y hace unos años cerró el bar de Paradores de Bricia. Sin embargo otros siguen aguantando

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