lunes, 11 de agosto de 2014

El pueblo de las bodas


Con unos índices demográficos -densidad de población, natalidad, envejecimiento- bajo mínimos, falta de relevo generacional y todos los indicadores típicos de una pequeña localidad rural de la Vieja Castilla, Huérmeces, sorprendentemente, posee una altísima tasa de … ¡bodas!

Se celebran unas treinta y tantas al año, lo que se traduce en casi una boda por habitante y año. ¿A que se debe este milagro de la naturaleza?

Fundamentalmente, a la existencia en el pueblo de dos magníficos palacios de tamaño suficiente para la celebración de eventos multitudinarios: el Palacio de los Fernández Zorrilla y el Palacio de los Salamanca.

También cuenta, en algunos casos, la no menos espectacular presencia de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, neoclásica, amplia y luminosa. Y si ésta se queda pequeña, en el pueblo de al lado (Santibáñez) existe una mucho más grande, y gótica. Y para las bodas civiles, un Ayuntamiento con edificio casi recién estrenado, con balcón incluido. Ah, y un estupendo bar, con habitaciones, para los que quieran escapar un rato de las a veces largas ceremonias, no se encuentren en condiciones de coger el coche o pierdan el autobús después del evento. ¿Hay quién de más?
 
El paisaje también acompaña, claro. Ambos palacios, situados a las afueras del pueblo, se encuentran rodeados de campos de cereal, con toda su policromía estacional. Páramos por el oeste, roquedos calizos matizados de encinas por el norte y el este, y al sur, la amplia vega que forma el curso medio del Urbel. 



Y qué decir de las románticas ruinas de la Torre de los Padilla, o del porte de la Ermita de Cuesta Castillo con La Coronilla al fondo, ambas estampas ideales como telón de fondo para una sesión de fotos pre o post ceremonia. Y si la sesión coincide con el paso del asombrado rebaño de ovejas ya ni te digo…

El torreón de los Padilla y la Iglesia de San Juan, dos distinguidos testigos de boda
Tanto se han popularizado estas sesiones de fotos de boda en “ambiente rural” que podríamos estar asistiendo al nacimiento de nuevas categorías de reportajes fotografícos nupciales: NPTs (Novios Pisa Trigos), NAOs (Novios Asombra Ovejas), NARs (Novios Aguanta Ruinas)… No es broma, si buscáis un poco en la red encontraréis numerosos ejemplos de lo anterior. Buscad, buscad… 



Todo empezó hace varias décadas, allá por los años sesenta-setenta del siglo pasado, cuando ambos palacios fueran vendidos por sus propietarios locales -justo antes de que su estado de ruina pudiera resultar casi irreversible- a personas ajenas al pueblo y con suficiente poder adquisitivo para poder afrontar las necesarias reformas.

Hasta entonces, tanto el Palacio de los Fernández-Zorrilla como el de los Salamanca habían sido utilizados como vivienda, escuela, almacén de grano, establo, cochera para carros y aperos diversos, palomar,…

El Palacio de los Arriaga-Salamanca (o si prefieren, de los Alonso de Maluenda) es un bello edificio del siglo XV, adquirido a finales de los años sesenta del XX por una procuradora provincial en las Cortes de Franco, más tarde senadora por designación real, que abrió el mirador-galería orientado al oeste. Más recientemente, se convirtió en la sede de una empresa de restauración de obras de arte.







El Palacio de los Fernández Zorrilla, de finales del siglo XVI o principios del XVII, posee un espléndido escudo de armas en su fachada (“velar se debe la vida, de tal suerte que viva quede en la muerte”) y una capilla anexa, en la que descansan los restos de D. Pedro Fernández Zorrilla, natural de Huérmeces y que fuera Obispo de Mondoñedo (1616-1618), Badajoz (1618-1627) y Pamplona (1627-1637), ciudad esta última en la que parece ser que dejó huella de su -digamos que fuerte- carácter.

Hace unos cuatro años, ambos palacios, primero el de Arriba y luego el de Abajo, se sumaron a la prometedora moda de celebrar bodas y eventos en edificios históricos y con empaque, siempre más chic que hacerlo en un restaurante convencional, y con una diferencia de precios asumible para muchos.

Fotografía premonitoria (1991): las torres del Palacio de los Fernández Zorrilla asoman por la izquierda; el mirador del Palacio de los Salamanca, por la derecha; la Iglesia de San Juan destaca en el centro, vigilada por la Ermita de Cuesta Castillo; y en primer plano, una colorida y espontánea composición floral, digna de una boda imperial. Está claro ¿no?
 
De acuerdo en que el clima castellano puede resultar un poco limitante, y condicionar que las bodas se concentren en los meses de buen tiempo; bueno, de todas formas las bodas suelen concentrarse en primavera y verano y, para esos días en los que se vuelve el norte, existen amplios salones de interior y modernas carpas que han mejorado mucho en prestaciones.

Sorprendidos se quedarían el viejo Obispo Zorrilla y su temperamental carácter si levantaran la cabeza … su pío pueblo, antaño repleto de hidalgos y curas, hoy convertido en un foco de celebración y algarabía.

Y en las alturas … molinos de viento por doquier.




Más información sobre los palacios y sus eventos:

Palacio de los Salamanca o Alonso de Maluenda o Palacio de Huérmeces



Palacio de los Fernández-Zorrilla o Palacio del Arzobispo






Reportajes fotográficos de bodas celebradas en los palacios de Huérmeces y colgadas en abierto en Internet:





Alojamientos en los alrededores:

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