domingo, 11 de diciembre de 2016

El Molino de Bernabé, en Ordejón de Abajo


No puedo negar que siento especial predilección por los pueblos y paisajes de Humada. Y ya en alguna ocasión han aparecido parajes del mismo en este blog (Peña del Castillo en Los Ordejones; Rebolledo Traspeña) y seguramente continuarán apareciendo más en un futuro.

Situado a unos 30 km al NW de Huérmeces, Humada es un municipio de unos 85 km2, formado por nueve pequeños pueblos: Humada, Villamartín, Rebolledo de Traspeña, Fuenteodra, Ordejón de Arriba, Ordejón de Abajo, Congosto, San Martín y Fuencaliente de Puerta.

Este territorio, que forma parte de la potente cabecera del río Odra, contiene alguno de los paisajes más espectaculares de la provincia de Burgos. Aquí se sitúan cuatro de las doce loras (tipo singular de sinclinal colgado) más representativas de la comarca homónima: Peña Amaya, Albacastro, Valdelucio y La Ulaña.


Merecen una visita lugares como: el Portillo del Infierno, entre Ordejón de Arriba y Fuencaliente de Puerta; el enorme castro de La Ulaña y su muralla transversal; la casi inaccesible Peña del Castillo, entre los dos Ordejones; la románica portada de la ermita-cementerio del Rosario, en Humada; las espectaculares cascadas de las fuentes del Odra, en Fuenteodra; la espartana ermita de San Roque, entre Fuenteodra y Villamartín; el Collado de Rebolledo Traspeña; la combe entre Peña Amaya y Albacastro, en Villamartín; el desfiladero de Los Piscárdanos; la iglesia de Congosto y sus voluntarios... y, por supuesto, el Molino de Bernabé, en Ordejón de Abajo.


El molino, cuando Joaquín y Primitiva aún vivían en él

Aunque en ocasiones también se le ha denominado  Molino del Pisón, en la moderna cartografía oficial figuró siempre como Molino de Bernabé, en honor a Bernabé Lucio (o Bernabé García), nacido en Humada, y que ejerció su profesión de molinero entre los años veinte y cincuenta del siglo pasado, justo cuando se estaban elaborando los primeros mapas a escala 1:50.000 (MTN50) del entonces denominado Instituto Geográfico y Catastral.

Sin embargo,  los últimos molineros que trabajaron en El Pisón fueron Joaquín y Primitiva, también naturales del cercano pueblo de Humada. Ellos adquirieron el molino en el año 1953, cuando Bernabé -por su avanzada edad- lo puso en venta, tal y como puede leerse en algún anuncio de la época (el molino estuvo en venta entre mayo de 1951 y marzo de 1953). 


Diario de Burgos, 26 de febrero de 1953
Conocí el molino a finales de los años ochenta, cuando aún se encontraba habitado, aunque hacía tiempo que ya no molía. De todas formas, el cauce y la balsa se encontraban en pleno uso, ya que el agua hacía funcionar un viejo generador de electricidad que alimentaba a la vivienda, a la que nunca llegó el tendido eléctrico.

La balsa del molino, repleta del agua que alimentaba al generador

Joaquín y Primi, tras ejercer de molineros del Pisón durante dos décadas,  vivieron en el molino hasta ya bien entrada la década de los noventa del siglo pasado, cuando, debido a su avanzada edad, ambos tuvieron que trasladarse a vivir a Villadiego. 

Los últimos molineros  del Pisón eran personas muy activas y hacendosas; tanto es así, que pocos años antes de abandonar el molino aún pintaron fachadas, puertas y ventanas del viejo edificio. El llamativo color azul de la carpintería exterior -el azul siempre fue un color muy común en muchos molinos de Burgos y Cantabria- contrastaba tanto con el granate del ladrillo repintado que enmarcaba ventanas como con el blanco rugoso de la fachada. Incluso los dos edificios auxiliares presentaban un buen aspecto.





Las cristalinas aguas del potente manantial que surge entre las rocas pocos metros molino arriba, eran desviadas por el cauce molinar y remansadas en una alargada balsa.

El frescor y verdor del lugar, los altos chopos, los frutales de la huerta, las recortadas peñas de La Ulaña y del Castillo al fondo..., todo contribuía a pintar uno de los rincones más bucólicos de la comarca. Así es como lo recordaba y así es como lo he vuelto a encontrar en la última visita.


El arroyo de Los Ordejones, recién nacido entre las rocas, alimentaba al molino




Aunque hoy, apenas 25 años después de que sus últimos moradores abandonaran el lugar, el molino es una ruina. El tejado del edificio principal ha colapsado en su mayor parte, y con él se ha venido abajo gran parte de interior de la vivienda. Aún puede apreciarse en dónde estaban la cocina, la glorieta, el baño, los dormitorios... Algo mejor resiste la corte en la que moraban, quizás, un par de cerdos y alguna gallina.





El mismo azul de puertas y ventanas se adivina en la pintura del pequeño aparador de la gloria, cuyo atizadero permanece abierto a la espera de tiempos mejores.

El huerto abandonado, la balsa vacía de agua, las zarzas apoderándose poco a poco del lugar...el pisón de Los Ordejones ha seguido el mismo destino que la mayor parte de los molinos harineros de la zona.





Hoy, adosado a una de las paredes del molino, un cartel anunciador de la ruta senderista Los cortados de Peña Ulaña constituye el único signo de actividad humana en el lugar. De aquí parte uno de los accesos más recomendables a la Peña Ulaña y su castro. En época de deshielo, gran parte de la subida inicial se transforma en una sucesión de pequeños saltos de agua.


Al fondo, a la derecha, sobre el tejado arruinado del molino, Ordejón de Abajo, con su imponente iglesia de Santa María



Pocos son los excursionistas que pasan por el lugar y no tiran un par de fotos del molino y su entorno. En internet pueden encontrarse varios ejemplos de buenas fotografías del molino de Bernabé, disparadas casi todas en los últimos quince años. En primavera o en verano, cubierto de nieve o con el suelo tapizado de hojas, a pleno sol o con la niebla levantándose, en pie o ya en ruinas, ... el molino de Bernabé nunca defrauda.

La balsa, cuando el molino aún tenía vida


2 comentarios:

  1. Siempre nos das una información valiosa que no se encuentra en otros lugares. Muchas gracias.

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  2. Gracias a tí, por tu comentario.

    En algunas ocasiones no es fácil acceder a información relativa a lugares arruinados o abandonados. Te acercas varias veces al pueblo más cercano pero o no hay nadie o la gente que encuentras es demasiado joven (!) para contestar a tus preguntas (sobre un molino que dejó de moler hace más de 40 años, por ejemplo). Pero si insistes y preguntas en otro pueblo cercano o en verano, cuando la gente mayor vuelve al lugar, al final siempre das con alguien que por lo menos te puede decir el nombre de los últimos molineros y sus circunstancias.

    Esa es la parte más gratificante de alimentar un blog, la gente mayor que conoces y lo que te cuentan.

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