El día 2 de julio de 1916 se publicó en la Gaceta de Madrid un Real Decreto por el que se aprobaba la reforma nomenclatural de nada menos que 573 municipios de toda España, que vieron cómo cambiaba obligatoriamente su denominación a partir de aquella fecha.
La reforma había sido propuesta por la Real Sociedad Geográfica, tras "un prolijo y meditado estudio". La necesidad de esta reforma nomenclatural venía originada por la existencia de 1020 municipios con denominación idéntica en dos o más casos, lo que suponía que el 11% del total de municipios españoles arrastraba ese problema (entonces existían 9266 municipios en España).
- respetar el nombre de los municipios que ostentaran una mayor categoría administrativa: principalmente, capitales de provincia o cabeza de partido judicial
- respetar el nombre de los municipios que alcanzaran mayor número de habitantes
- procurar que el calificativo otorgado a los municipios obligados al cambio de nombre no fuera arbitrario sino fruto de la tradición, usos o afectos de cada localidad, teniendo en cuenta los antecedentes históricos y las circunstancias especiales del terreno (especialmente ríos, aunque también montañas, territorios y particularidades geográficas)
- en los ayuntamientos conocidos con dos nombres, se proponía la eliminación de uno de ellos
- En los ayuntamientos que llevaran las palabras "junto a", éstas serán sustituidas por la partícula "de"
En las entonces 49 provincias de España (Canarias era provincia única), la incidencia que tuvo esta reforma nomenclatural resultó muy desigual, siendo mayor en las dos Castillas, Aragón y Extremadura, y muy leve en las Provincias Vascongadas, Cantabria, Galicia, Asturias, Murcia y Andalucía. Lógicamente, la reforma afectó en mayor medida a aquellas provincias con un mayor número de municipios.
En la tabla siguiente se resume la diferente afección de la reforma en cada una de las provincias españolas, consignando el número de municipios que tuvieron que cambiar su denominación.
Las provincias con mayor número de cambios en los nombres de sus municipios fueron las siguientes:
- Salamanca (35)
- Soria (32)
- Teruel (31)
- Guadalajara (29)
- Cuenca (25)
- Zaragoza (24)
- Madrid (22)
- Segovia (22)
- Huesca (21)
- Cáceres (20)
Por contra, las provincias con menor número de cambios en los nombres de sus municipios resultaron ser las siguientes:
- Málaga (0)
- Cádiz (1)
- Córdoba (2)
- Coruña (2)
- Granada (2)
- Lugo (3)
- Oviedo (3)
- Pontevedra (3)
- Vizcaya (3)
- Albacete (4)
- Álava (4)
- Guipúzcoa (4)
- Santander (4)
LA REFORMA NOMENCLATURAL EN LA PROVINCIA DE BURGOS
La provincia de Burgos salió relativamente bien parada del evento, a pesar de ser una de las que mayor número de municipios presentaba. Fueron diecisiete ayuntamientos los que tuvieron que cambiar su nombre (uno por tener dos nombres; tres por contener las palabras "junto a"; trece por coincidir con otros municipios de mayor población): [en negrita el nuevo nombre; entre paréntesis, el antiguo]
- Arraya de Oca (Arraya); existía otro Arraya en Álava
- Buniel (Villarreal de Buniel); constaba de dos nombres y, además, existían muchos Villarreal en España
- Fresneda de la Sierra Tirón (Fresneda de la Sierra); existía otro Fresneda de la Sierra en Cuenca
- Gamonal de Río Pico (Gamonal); existía otro Gamonal en Toledo
- Medinilla de la Dehesa (Medinilla); existía otro Medinilla en Ávila
- Monterrubio de [la] Demanda (Monterrubio de la Sierra); existía otro Monterrubio de la Sierra en Salamanca
- Olmillos de Sasamón (Olmillos junto a Sasamón); "junto a"/"de"
- Páramo del Arroyo (Páramo); existían otros muchos Páramo, el más importante en la provincia de Lugo
- Royuela de Río Franco (Royuela); existía otro Royuela en Teruel
- Santa Cruz del Valle Urbión (Santa Cruz del Valle); existía otro Santa Cruz del Valle en Ávila
- Santovenia de Oca (Santovenia); existían otros Santovenia, el más grande en la provincia de Zamora
- Tórtoles de Esgueva (Tórtoles); existían tres Tórtoles, el más grande en la provincia de Zaragoza
- Valles de Palenzuela (Valles); existía otro (Vallés) en Valencia
- Villalvilla de Villadiego (Villalvilla junto a Villadiego); "junto a"/"de"
- Villalvilla de Burgos (Villalvilla junto a Burgos); "junto a"/"de"
- Villanueva de Teba (Villanueva del Conde); existía otro Villanueva del Conde en Salamanca
- Villavieja de Muñó (Villavieja); existían otros municipios denominados Villavieja, el más grande de los cuales se encontraba en Castellón
Encontramos algunos municipios de otra provincia que tuvieron que modificar su denominación por coincidir con el nombre de un municipio burgalés (que mantuvo el suyo, por disponer de mayor censo):
- Arandilla del Arroyo (Cuenca); Arandilla (Burgos)
- Bocos de Duero (Valladolid); Bocos (Burgos)
- Frías de Albarracín (Teruel); Frías (Burgos)
- Huérmeces del Cerro (Guadalajara); Huérmeces (Burgos)
- Neila de San Miguel (Ávila); Neila (Burgos)
- Santa María del Campo Rus (Cuenca); Santa María del Campo (Burgos)
- Tardajos de Duero (Soria); Tardajos (Burgos)
- Villarmentero de Campos (Palencia); Villarmentero (Burgos)
- Villarmentero de Esgueva (Valladolid); Villarmentero (Burgos)
- Zalduendo de Álava (Álava); Zalduendo (Burgos)
Quizás el caso que más interés tenga para nosotros sea el del ayuntamiento alcarreño de Huérmeces del Cerro, en el partido de Sigüenza. Nuestro Huérmeces conservó su nombre inmaculado por una mera cuestión de tamaño demográfico. En aquellos años, la población del Huérmeces burgalés rondaba los 400 habitantes, mientras que la del Huérmeces alcarreno apenas alcanzaba los 280 habitantes.
LA REFORMA NOMENCLATURAL EN LA PRENSA DE LA ÉPOCA
Ni que decir tiene que en cuanto se conoció el listado de municipios cuyos nombres deberían de modificarse, así como los nuevos nombres propuestos, la prensa de la época (sobre todo la conservadora) se lanzó en tromba a criticar, ridiculizar y combatir a una buena parte del contenido de aquellos listados.
Por ejemplo, en el periódico "El Imparcial", autodefinido como liberal, el escritor y periodista leonés Antonio de Valbuena (Pedrosa del Rey, 1844-1929) publicó entre noviembre y diciembre de 1917 una serie de colaboraciones bajo el título de "La reforma geográfica". Esta serie de tiras fueron escritas, pues, casi un año y medio después de publicado el Real Decreto, tiempo más que suficiente para que reposaran las reacciones más furibundas.
Aparte de reconocer la indudable calidad literaria de casi todo lo escrito por Valbuena (considerado uno de los mejores escritores leoneses de todos los tiempos), se observa una animadversión manifiesta hacia todo lo emanado desde el gobierno de la época, personificado en la figura del presidente del Consejo de Gobierno, el Conde de Romanones, aliadófilo y enemigo de la intransigencia religiosa, por lo que se encontraba situado en las antípodas políticas del escritor leonés.
En la tira publicada el 9 de diciembre de 1917, Valbuena arremete (con cierto fundamento) contra el abuso de los apelativos "del Arroyo", "del Cerro", "de la Sierra" y "del Llano", utilizados como apellido para varios municipios de nombre coincidente. Valvuena se preguntaba si no habría resultado más conveniente utilizar topónimos concretos para estos apelativos, y elaboraba una irónica frase relativa a la tendencia a irse por "los Cerros de Úbeda" por parte de los miembros de la Real Sociedad Geográfica.
Para nuestros intereses faroles, encontramos un párrafo que merece ser transcrito en su totalidad, sin olvidar nunca el carácter irónico de toda esta serie de escritos de Valbuena, relativos a la reforma nomenclatural.
Lo más censurable en la provincia de Guadalajara es que Huérmeces... y parece mentira que un nombre tan raro, tan feo y tan esdrújulo se halle repetido en otro pueblo y necesite, por consiguiente, apellido para distinguirse. Lo más censurable, digo, en esta provincia es que Huérmeces haya de apellidarse del Cerro, que es el segundo Cerro de la serie, y que Paredes, partido de Atienza, se haya de llamar Paredes de Sigüenza, y que Peralejos haya de apellidarse de las Truchas, y no del río en que se crían [Tajo], que era un apellido más geográfico y más durable. Porque el río seguirá corriendo hasta el fin del mundo, salvo algún cataclismo local, mientras que las truchas pueden extinguirse,...
Gracias a Valbuena, el insigne escritor leonés, vamos a ser conscientes -quizás por primera vez- de que el nombre de nuestro pueblo natal es muy raro, muy feo y muy esdrújulo. Bueno, nunca a nadie le vino mal una cierta cura de humildad, y menos aún a un pequeño pueblo castellano con un pasado tan milenario, tan denso y, seguramente, tan agudo.
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Antonio de Valbuena (Madrid Cómico, 1886) |
De todas formas, merece la pena leer las colaboraciones de Valbuena en la prensa de la época. A pesar de su marcado sesgo político (carlistón y tradicionalista hasta la médula), sus escritos nos servirán para llegar a la convicción de que cambian los tiempos, los rostros y las plumas, pero el espíritu cainita de una buena parte del país sigue igual, echado al monte. Las armas y las letras, tal y como reza el título de una obra de otro insigne escritor leonés, Andrés Trapiello.
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Volviendo al apelativo con que fue dotado el Huérmeces alcarreño, pudiera considerarse que habría sido más preciso denominarlo "del Lutuero" o "del Río Salado", haciendo referencia a su emblemático cerro o al no menos sugerente río que atraviesa su término. Sin embargo, los miembros de la Real Sociedad Geográfica prefirieron el apelativo genérico "del Cerro", quizás en un intento por no crear nombres de difícil denominación, y puede que Huérmeces del Lutuero o Huérmeces del Río Salado fueran así considerados.
En caso de que hubiera sido el Huérmeces burgalés el obligado a modificar su nombre, aquí las preferencias habrían resultado claras: Huérmeces de Río Úrbel, con el mismo apelativo que porta su viejo compañero de la histórica Jurisdicción de Haza de Siero, Pedrosa de Río Úrbel. Y es que el río Úrbel constituyó, sin duda, el elemento geográfico más condicionante del devenir histórico de Huérmeces.
Aunque, puestos a elucubrar, y atendiendo a razones históricas, no habría resultado mal nombre el de Huérmeces de la Haza de Siero, en memoria de la vieja jurisdicción de la que Huérmeces fue cabeza durante cuatro siglos, y que extendía sus competencias sobre 21 lugares de los valles de los ríos Úrbel, Ruyales y Hormazuela, además de la alejada villa de Villaescusa del Butrón.
FUENTES
-Gaceta de Madrid del domingo 2 de julio de 1916: páginas 11-16; Real decreto aprobando la reforma propuesta por la Real Sociedad Geográfica, cambiando la denominación a los 573 Ayuntamientos de España y disponiendo que en lo sucesivo se designen con los nombres que figuran en la relación que se publica.
-Relación de artículos titulados "La reforma geográfica", firmados por Antonio de Valbuena y publicados en "El Imparcial":
- El Imparcial, martes 13 de noviembre de 1917: páginas 1 y 2; crítica genérica a los nuevos nombres de municipios otorgados por la Real Sociedad Geográfica
- El Imparcial, domingo 18 de noviembre de 1917: página 3; crítica a los nuevos nombres de municipios de las provincias de Álava, Alicante, Almería, Ávila, Badajoz, Barcelona y Burgos
- El Imparcial, jueves 29 de noviembre de 1917: página 3; crítica a los nuevos nombres de municipios de las provincias de Cáceres, Cádiz y Ciudad Real
- El Imparcial, domingo 9 de diciembre de 1917: página 3; crítica a los nuevos nombres de municipios de las provincias de Cuenca, Granada, Guadalajara, Huelva, Huesca y Jaén
No he sido capaz de encontrar más colaboraciones de Antonio de Valbuena bajo el título de "La reforma geográfica", que continuaran con la crítica hacia los nuevos nombres municipales para el resto de las provincias españolas. Quizás el interés de la columna fue disminuyendo y se optó por descartar la continuación de la serie.
El Imparcial, 9 de diciembre de 1917 |
Los antiguos ejemplares del periódico "El Imparcial" pueden consultarse en: