sábado, 19 de diciembre de 2020

De Huérmeces a Alemania, Canadá y Madagascar


Esta es la pequeña historia de tres personas que nacieron en Huérmeces en los primeros años de la década de los cuarenta del pasado siglo: Jesús (1941), Carlos (1942) y Agustín (1944). 




Llegaron al mundo en la posguerra temprana. Pocos años después de que sus padres regresaran a casa, tras pasar un tiempo en el frente.

Bernardo, el padre de Carlos, había tenido que pagar un alto precio por su participación en la contienda, en forma de lesiones físicas irreversibles.

Narciso, el padre de Jesús, aunque había resultado herido de gravedad en Zaragoza, logró finalmente recuperarse de sus lesiones. 

José, el padre de Agustín, aunque solo participó en el conflicto durante el último año, este resultó ser tiempo más que suficiente como para que la experiencia le afectara profundamente, hasta el punto de que nunca quisiera hablar de la misma, ni siquiera con sus hijos.


Roberto Aréchaga, maestro de Huérmeces (1947-1955) y sus alumnos 

En una fotografía de la escuela de Huérmeces, datada en 1948, encontramos a dos de aquellos chavales: Jesús, el primero por la izquierda en la fila superior; Carlos, el tercero por la izquierda, en la inferior, sentado al lado de don Roberto, el maestro. Agustín no aparece porque era aún muy pequeño (4 años) para asistir a la escuela.

Los tres resultaron ser buenos estudiantes y, quizás por ello, salieron muy pronto de Huérmeces: nada más acabar sus estudios primarios, o incluso antes.

Tras un periplo más o menos largo por destinos intermedios -mientras continuaban sus estudios al tiempo que trabajaban- acabaron por establecerse en lugares situados en tres continentes diferentes: Jesús en Europa, Carlos en América, y Agustín en África. 

Esta es la pequeña historia de tres jóvenes que salieron de Huérmeces con la intención de buscarse un futuro o de desarrollar un proyecto de vida, sin importarles lo lejos que estuviera el lugar donde materializar sus sueños o sus anhelos.



JESÚS

El cuarto de seis hermanos, Jesús pronto tuvo claro que haría todo lo posible por salir de Huérmeces en cuanto acabara sus estudios primarios. Como solía suceder con los chavales que destacaban en la escuela, la primera oportunidad que tuvo para salir del pueblo se la proporcionó alguno de los reclutadores de dos órdenes religiosas de cierta implantación en la zona. Pero Jesús declinó la oferta en ambas ocasiones. No se sentía especialmente atraído por la vocación religiosa.

Al cumplir los catorce años y finalizar sus estudios primarios, Jesús comunicó a sus padres sus deseos de abandonar Huérmeces para estudiar fuera y buscarse la vida lejos del pueblo. Sus padres accedieron a su petición con una condición: que les ayudara en las labores del campo durante un año más. Y ambas partes cumplieron el acuerdo, por lo que Jesús salió de Huérmeces al otoño siguiente, camino de Barcelona, ciudad en la que se encontraban unos familiares (primos por línea materna) que le proporcionaron alojamiento y manutención, además de apoyo y consejo.

Llegó a Barcelona en 1956, con 15 años, dispuesto a cursar estudios de electrónica. En la ciudad catalana permaneció un total de cinco años, estudiando y trabajando en una empresa de electrónica.

Cuando ya llevaba dos años trabajando en la empresa, le surgió la posibilidad de hacerlo para la filial de una compañía alemana establecida en Barcelona. La compañía acabó ofreciéndole también la posibilidad de trabajar en Alemania durante seis meses, a prueba. Previamente, debería estudiar alemán en una escuela de idiomas, durante ocho meses.

De esta manera, tras esos meses de ímprobo esfuerzo, trabajando y estudiando el idioma, Jesús llegó a Alemania en agosto de 1961; y lo hizo a una industriosa ciudad del estado de Hessen, situada en el entorno de Frankfurt.

Durante los seis meses de prueba, Jesús solía visitar la Casa de España en Frankfurt, para encontrarse con otros españoles e intercambiar experiencias. Cuando, tras aquel período de provisionalidad, Jesús decide establecerse en Alemania, aquellos encuentros con españoles se van espaciando poco a poco, ya que comprende que debe esforzarse al máximo para aprender el idioma alemán cuanto antes, al tiempo que adaptarse a las costumbres de su nuevo país.

Al poco de llegar a Alemania, tuvo conocimiento del destino que le había deparado el sorteo de quintos: Sáhara Occidental Español. Tuvo que presentarse en el Consulado Español en Frankfurt, donde le ofrecieron la posibilidad de realizar el servicio militar como reservista en el extranjero; también le puntualizaron que, si regresaba para establecerse en España antes de diez años, tendría que realizarlo íntegramente allí.

No obstante, podría visitar a su familia española una vez al año, previo permiso del Consulado. Así que tuvo cierta prevención a la hora de planificar sus siguientes visitas a España. Durante los primeros años, no realizó muchos viajes a España aunque, una vez casado, aquellos pasaron a ser prácticamente anuales.

En uno de sus primeros viajes, se dejó incluso fotografiar con el uniforme de reserva de su hermano menor, que se encontraba por entonces cumpliendo con el servicio militar. Ya nadie podría decir que no se había vestido de caqui.

Huérmeces (agosto 1964)

También realizada en uno de esos primeros viajes a España, existe una espléndida fotografía en blanco y negro: una instantánea que simboliza toda una época de profundos cambios demográficos, tecnológicos y culturales. En ella, aparece un Jesús ataviado a la europea, apoyando su mano izquierda en el brabán con el que su padre se encontraba arando la finca de La Blanca, un frío y neblinoso día de otoño...


La Blanca (Huérmeces), noviembre de 1962 


A los pocos años de establecerse en Alemania, Jesús conoció a Gisela, una joven alemana con la que, al cabo de cuatro años de noviazgo, acabó por contraer matrimonio en 1967.

Tres años antes, en agosto de 1964, la joven pareja, en compañía del padre de Gisela, realizó un viaje a España, en una especie de presentación familiar. Entraron en España por Cataluña, para saludar a la familia de Barcelona con la que Jesús había compartido cinco años de su vida; continuaron viaje hacia Huérmeces, donde vivían los padres de Jesús y aún algún hermano, y terminaron el periplo en Irún, donde vivían otros dos hermanos.

Muchas fotografías de aquel inolvidable viaje pueblan el álbum familiar: reunidos en la gloria con sus padres, hermanos y sobrinos; trillando y beldando en la era; amontonando morenas en la cercana tierra del Colmenar; a lomos de la burra... 

Jesús trabajó en la misma empresa durante el resto de su vida laboral. Empresa que se dedicaba al diseño y confección de maquinaria industrial para el equilibrado, dirigida sobre todo al sector de la automoción. En el desempeño de su carrera profesional, Jesús registró varias patentes para su empresa y, sobre todo, realizó multitud de viajes: por todos los países industrializados de la Europa Occidental, por muchos de la Oriental (Unión Soviética, Yugoeslavia, DDR,...), y también por varios países de Asia (Corea del Sur) y América (USA, Canadá y Méjico).

Ningún hermano de Jesús se quedó en el pueblo. Sus padres fallecieron a principios de los años ochenta. Las visitas a España se dilataron algo más en el tiempo, pero continuaron realizándose, generalmente en verano, para reencontrarse con hermanos y sobrinos.

Jesús y Gisela tienen dos hijos y tres nietos. En la actualidad, todos los miembros de la familia viven en los alrededores de la ciudad de Frankfurt.

Ya desde pequeños, los hijos de Jesús y Gisela mostraron gran interés por la lengua y la cultura del país de su padre. A ello ayudaron los viajes estivales a España y el contacto con la numerosa familia española que, aunque desperdigada por media España, se reencontraba todos los veranos en Huérmeces.

Los dos hijos hablan y entienden español; el pequeño lo hace perfectamente, ya que estudió bachillerato en dicha lengua.

Por el momento, ninguno de sus nietos habla español, aunque ya han realizado varios viajes al país del que su abuelo salió hace ya casi sesenta años, un lejano día de agosto de 1961. 


CARLOS

El pequeño de dos hermanos, Carlos abandonó Huérmeces a la temprana edad de 13 años, para estudiar primero en Valladolid y, poco más tarde, en Gijón, ciudad en la que residían unos tíos por línea materna.

Escuela Profesional de Revillagigedo (1958)


En la escuela profesional de Revillagigedo recibió su formación en materia de aprendizaje y maestría industrial entre 1956 y 1958, al tiempo que continuaba estudiando. Durante dos años (1960-1962), y a base de grandes esfuerzos, compaginó su trabajo con los estudios de ingeniería técnica mecánica, que no pudo finalizar. Durante todos estos años, Carlos vivió con sus tíos de Gijón.

Aunque podría haber desarrollado su labor profesional en España sin grandes problemas, quizás fue su carácter aventurero el que le impulsó a emigrar a Suiza. Era julio de 1962.

Carlos acababa de cumplir 20 años, por lo que nada más llegar a Suiza tuvo que presentarse en el Consulado para preguntar por la posibilidad de solicitar prórrogas, aplazando así su incorporación al servicio militar. Le fueron concedidas, sin mayores complicaciones, cuantas prórrogas solicitó.  

En el país helvético trabajó como tornero durante cinco años. Al cabo del tiempo, algún compañero le comentó las buenas expectativas profesionales que existían por entonces en Canadá.

En Suiza había conocido a Virginia, una joven española natural de la localidad turolense de Monreal del Campo. Después de tres años de noviazgo, se casaron en Zaragoza en 1967.

Ese mismo año, Carlos y Virginia saltaron el charco para establecerse en el que sería su destino definitivo: la ciudad canadiense de Toronto.

En Toronto, Carlos fue capaz de finalizar sus estudios de ingeniería técnica mecánica en 1993, compaginándolos también con sus quehaceres profesionales; durante su dilatada vida profesional en Toronto, trabajó para dos empresas diferentes, una de ellas la TTC (Toronto Transit Commission, lo que aquí denominamos "Metro").

Durante su estancia en Toronto, mantuvieron frecuente contacto con la colonia española de la ciudad. Durante unos años, fueron socios del Club Español, y conservan la amistad de algunos españoles.


Calle de La Solana, Huérmeces (1972)


A España venían cada tres años, por lo que nunca perdieron del todo el contacto con el país. De uno de aquellos primeros viajes familiares, existe una bonita fotografía, realizada en la casa familiar de Huérmeces, en la que aparecen Carlos y Virginia, su hijo Bernardo, su padre Bernardo, su hermano, Abilio, y su mujer, Carmen. 

Carlos y Virginia tuvieron dos hijos, Bernardo y Mercedes, y tres nietos, Alexander, Adam y Sophia. Virginia falleció en 2010. Carlos y sus descendientes residen en la actualidad en la ciudad de Toronto.

Los hijos conservan el idioma castellano, habiendo realizado uno de ellos estudios de español en la universidad. No sucede lo mismo, por el momento, con los nietos, tal y como suele acontecer con la tercera generación.




AGUSTÍN

Agustín, el segundo de un total de seis hermanos, encaminó muy pronto hacia la vocación religiosa sus buenas dotes como estudiante.

La cercanía del colegio que los padres paúles tenían en Tardajos, había ocasionado que muchos jóvenes de la comarca estudiaran allí. Son muchos los jóvenes naturales de Huérmeces que acabaron profesando como paúles, y muchos los que desempeñaron una loable labor misionera en destinos más o menos alejados de su tierra: Méjico, Venezuela, Chile, Filipinas, Chad, Madagascar y Guinea Ecuatorial, entre otros. No en vano, el nombre oficial de la orden es el de "Congregación de la Misión". Lo mismo puede decirse de sus hermanas vicencianas: las Hijas de la Caridad.

Curiosamente, este no fue el caso de Agustín, ya que él partió muy pronto hacia un colegio que dicha congregación tenía en la localidad jienense de Andújar, muy lejos de su pueblo natal.

Desde antes de la guerra, sor Teófila, una tía de Agustín por línea materna, se encontraba destinada en un colegio de las Hijas de la Caridad en la ciudad de Córdoba, situada a unos 80 km de Andújar. Una vez conocida la vocación religiosa de Agustín, fue ella la que realizó las gestiones oportunas para que su sobrino ingresara en el seminario menor que los paúles tenían allí.

Después de completar sus estudios en Andújar, Agustín continuó su formación en el seminario menor que los padres paúles poseen en la localidad cántabra de Limpias. Por último, finalizó su carrera eclesiástica en el seminario mayor de Hortaleza (Madrid), también de los paúles.

Agustín fue ordenado sacerdote en 1968, con 24 años de edad, y ofició su primera misa en Huérmeces, en julio de 1968, impartiendo en la misma el sacramento de la comunión a su hermano pequeño, José Enrique.


Seminario de Hortaleza, Madrid (c. 1965)

Para entonces, ya tenía más que clara su vocación misionera, así como el destino geográfico en el que ejercería dicha misión: Madagascar, la gran isla del Índico.

Los primeros paúles españoles habían llegado a Madagascar unos años antes, en 1965, respondiendo a un llamamiento de colaboración realizado por sus hermanos franceses. Inicialmente, a los misioneros españoles se les había asignado el territorio de Farafangana, en la costa este de la isla, pero por avatares diversos acabaron destinados en el Androy, en el extremo sur de la isla, una de las regiones más pobres del país.

Después de pasar un tiempo en Francia, estudiando francés y malgache (la lengua nativa de la isla), Agustín partió rumbo a Madagascar a principios de 1969. En aquellos tiempos, el viaje -en barco- duraba unas tres semanas, y partía del puerto francés de Marsella. Agustín tuvo la mala fortuna de que su viaje durara nada menos que tres meses, ya que el Canal de Suez se encontraba entonces cerrado, a causa del conflicto árabe-israelí.

Agustín guarda multitud de anécdotas de aquel largo viaje. Una de las más recordadas es la relacionada con el rito del "bautismo ecuatorial", por el cual debía pasar toda persona que atravesara por primera vez la línea del Ecuador.

En el verano de 1974, Agustín iba a realizar su primer viaje a España, para reencontrarse en Huérmeces con sus padres y hermanos, dispersos ya por varios lugares de la geografía nacional. Se dio la triste circunstancia de que, justo antes de iniciar el viaje, falleciera repentinamente su madre, Mónica, tiñendo de luto lo que iba a ser un anhelado reencuentro familiar.

Durante todos estos años, Agustín ha venido desarrollando su labor misionera en varios lugares del Androy, tanto en el distrito de Beloha como en el de Bekily, destino en el que se encuentra en la actualidad.

Agustín visita España cada cuatro años. Visitas en las que, aparte de reencontrarse con familiares y hermanos de congregación, aprovecha para difundir y buscar financiación para los diversos proyectos de desarrollo por él dirigidos. En los últimos años, dichos proyectos se han centrado, sobre todo, en la construcción de aulas docentes en diversos colegios de la zona.

También durante todo este largo tiempo de estancia misionera en Madagascar, Agustín ha recibido varias visitas de sus familiares: su hermano Julián viajó a la isla a principios de la década de los ochenta del pasado siglo; sus sobrinos, José Enrique y María José, lo hicieron recientemente, en el verano de 2018. En ambas ocasiones, el viaje constituyó una experiencia inolvidable para todos.

En los últimos meses de este pandémico 2020, su labor misionera se encuentra desbordada por la terrible hambruna que azota la región, tras una prolongada sequía que dura ya tres años. La prioridad de la misión consiste ahora en repartir toneladas de arroz entre la población, así como encauzar la ayuda humanitaria que llega a través de varias ONGs que trabajan en la zona.

Quizás el año próximo, y si la pandemia lo permite, aprovechando una posible visita de Agustín a España, podamos dedicar un post a su labor misionera en Madagascar, labor que ya dura 52 años. Toda una vida.



DESTINOS

Jesús y Carlos se establecieron en dos de los lugares que, tanto entonces como ahora, cuentan con las rentas per cápita más elevadas del mundo. Agustín, por el contrario, y guiado por motivaciones muy diferentes, acabó por establecerse en una de las tierras más pobres de ese mismo mundo.
  





APUNTES FAMILIARES


Narciso (Huérmeces, 1910-1982) y Leonila (Huérmeces, 1910 - Barcelona, 1983)

Bernardo (Huérmeces, 1912-1973) y Ludivina (Huérmeces, 1915 - Burgos, 2012)

José (Huérmeces, 1915 - Córdoba, 1974) y Mónica (Ubierna, 1914 - Huérmeces, 1974)

Narciso y Bernardo eran hermanos. Leonila y José, también. 

Ninguno de los seis hijos de Narciso y Leonila se quedó en Huérmeces, como tampoco lo hizo ninguno de los dos de Bernardo y Ludivina, ni tampoco ninguno de los seis de José y Mónica.

Los descendientes de aquellas tres familias de labradores (14 hijos, 25 nietos y 27 bisnietos) residen hoy en día en: Androy, Barcelona, Burgos, Canarias, Cantabria, Córdoba, La Coruña, Guipúzcoa, Hessen, Madrid, Sevilla y Toronto.


Es probable que, para la mayor parte de estos descendientes, tanto para los que viven muy lejos como para los que se encuentran a apenas media hora en coche, Huérmeces represente algo más que el mero lugar de nacimiento de ellos, de sus padres o de sus abuelos.

Para algunos, Huérmeces será siempre el punto de encuentro o reencuentro con familiares y amigos; para otros, la arcadia feliz de la infancia; y para muchos, un farol en la noche de la vida...


AGRADECIMIENTOS

A los tres protagonistas de esta entrada, así como a sus familiares más cercanos, por permitirme acceder a historias, anécdotas y cuestiones que, en ocasiones, eran desconocidas fuera del más estrecho ámbito familiar. 

Supongo que sus experiencias serán muy similares a las de otras muchas personas que tuvieron que abandonar el país en aquellos años de éxodo. También quiero suponer que, por eso mismo, serán muchas las personas que se vean reflejadas en alguna de estas tres pequeñas historias.



sábado, 5 de diciembre de 2020

Santa Bárbara, los rayos y las centellas


En la hoja del calendario correspondiente al día de ayer, 4 de diciembre, un nombre destaca sobre los demás santos del día: Santa Bárbara, virgen y mártir.

No puedo negar que le tengo cierto aprecio a esta santa. Quizás todo se deba a que nací, precisamente, un 4 de diciembre. Y quizás por eso mismo, con el paso del tiempo, acabé por convertirme en un aficionado a observar y fotografiar tormentas. Lo cual, dicho en una familia con luctuosos antecedentes de muerte por rayo, no deja de tener su aquel.

Puede que alguno de nosotros haya escuchado recitar a sus mayores una de las jaculatorias más socorridas en cuanto amenazaba nublo

Santa Bárbara bendita, que en el cielo estás escrita, con papel y agua bendita. En el ara de la Cruz, Pater noster, amén Jesús.

Parece ser que la leyenda predomina sobre la historia en los datos biográficos de Santa Bárbara. También parece que la santa goza de cierto predicamento dentro del mundo de la santería. Quizá por ello, la Iglesia Romana, tras el Concilio Vaticano II, la eliminó del calendario litúrgico, sustituyéndola por otros santos de biografía más reciente y más documentada históricamente. 

La leyenda dice que Bárbara era hija única de un sátrapa llamado Dióscoro, y que nació allá por el siglo III de nuestra era, en la ciudad de Nicomedia (actual Izmit, en Turquía). Huérfana de madre a los siete años, Bárbara se había convertido al cristianismo. Cuando su colérico padre se enteró, la encerró en una torre, sometiéndola a toda clase de castigos y vejaciones. Como no consiguió que Bárbara renegara de su fe cristiana, solicitó permiso el pretor romano para ejecutarla con su propia espada. Al momento de cometer el parricidio, Dióscoro fue fulminado por un rayo. Y lo demás, ya es historia: Santa Bárbara se convirtió en la protectora de las personas y sus bienes frente a las rayos y centellas.

Y también en la patrona de artilleros, ingenieros de armamento, mineros, trabajadores de canteras, fundidores, bomberos, pirotécnicos, arquitectos, albañiles, constructores, electricistas, feriantes y cavadores de tumbas. No es de extrañar que, con tamaño curriculum, se convirtiera en una de las santas más populares de la Cristiandad.



Hasta aquí, la teoría. Ahora, veamos qué sucede en la práctica...


LOS RAYOS EN ESPAÑA

Con anterioridad al despoblamiento rural, en las décadas de los cuarenta y cincuenta del pasado siglo, en España morían por rayo unas 50 personas al año. Los máximos anuales se produjeron en 1953 (133 muertos), 1949 (132 muertos) y 1959 (130 muertos). A partir de los años setenta y ochenta, los muertos por rayo descienden de manera drástica, alcanzándose durante las dos primeras décadas del siglo XXI medias del orden de 1-2 muertes al año.

Ese contundente descenso en el número de muertos obedece principalmente al despoblamiento rural, aunque también ha tenido su importancia el mayor conocimiento, divulgación y predicción de los peligros asociados a las tormentas. En los años anteriores al éxodo, los colectivos más golpeados eran los pastores, labradores y pescadores. Hoy, sin embargo, son los excursionistas, montañeros y deportistas los más afectados. 

En la Península y Baleares se producen anualmente un millón y pico de descargas eléctricas. En los últimos años, los datos oscilan entre un máximo de 1,9 millones (2014) y un mínimo de 750.000 (2012).

Los meses con más actividad eléctrica son septiembre (24% de las descargas anuales), agosto (16%), julio (13%), junio (12%) y octubre (12%). Los meses con menor actividad: enero, febrero y marzo, con un 1% cada uno.

En los últimos años, los días con mayor número de descargas sobre la Península y Baleares fueron el 14 de septiembre de 2009 (105.000 descargas), el 17 de septiembre de 2014 (94.000) y el 31 de julio de 2015 (80.000).

En cuanto a las horas de mayor actividad eléctrica: las 15 h y las 16 h se llevan la palma, con un 7% del total diario cada una; a continuación las 17 h (6,6%) y las 14 h (6,4%); las de menor actividad, entre las 7 h y las 11 h. (hora UTC, por lo que en verano la hora oficial es 2 horas superior a la UTC).

En primavera y verano existe un claro predominio de las tormentas de primera hora de la tarde, causadas por el calentamiento diurno y las convergencias de viento que surgen en el interior de la Península debido al distinto comportamiento térmico de las tierras y los mares a partir del mediodía. Las tormentas de otoño e invierno no muestran, sin embargo, una clara preferencia horaria, ya que responden a situaciones puntuales de depresión o vaguada atlántica.




En cuanto a la distribución geográfica de los rayos, analizada en virtud de la denominada densidad anual de descargas (número de descargas por km2 y año), se observa que las zonas terrestres de la Península y Baleares más bombardeadas por rayos son:

-Maestrazgo turolense y castellonense (en el área definida por las localidades de Mosqueruela, Valdelinares, Iglesuela del Cid, Vilafranca y Vistabella del Maestrat), con unas 6 descargas/km2/año

-Pirineo Central oscense, con unas 3-4 descargas/km2/año

-Pirineo y Prepirineo catalán (coincidiendo aproximadamente con los límites de la provincia de Barcelona), también con unas 3-4 descargas/km2/año.



En Castilla y León, las zonas con mayor densidad (entre 1 y 2 descargas/km2/año) se encuentran en la montaña palentina, la montaña leonesa, las Tierras Altas, Cameros y sierras de Pela y Grado, en Soria.

En la provincia de Burgos,  destacan el norte de las Merindades y la Sierra de la Demanda (1-1,5 descargas/km2/año), así como las comarcas de Ebro-Treviño y la zona oriental de La Bureba (0,75-1 descargas). 

La comarca de Los Páramos y, en general, todo el cuadrante NW de la provincia de Burgos, alcanza densidades del orden de 0,4-0,5 descargas/km2/año. En esta zona, el número de días de tormenta al año oscila entre los 12 y 17, con clara concentración en los meses estivales.


RAYOS MORTALES EN LA PROVINCIA DE BURGOS

Durante la última década del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, las muertes y desgracias ocasionadas por los rayos ("chispas eléctricas", "exhalaciones" o "centellas") constituían un asunto muy tratado en la prensa provincial, bien en el apartado de sucesos, bien en el de noticias locales.

Una parte importante de esas reseñas se referían a muertes de personas alcanzadas por un rayo; el resto, a incendios, daños en edificios, crisis nerviosas, muerte de animales y otras desgracias ocasionadas por las descargas eléctricas.

Una gran parte de las chispas eléctricas reseñadas en el Diario descargaron sobre lugares prominentes (torres de iglesia, postes eléctricos y telegráficos, transformadores), solitarios (ermitas, cabañas, refugios de pastor, casetas de era) y, sobre todo, árboles solitarios o de altura destacada. Aunque, en ocasiones, caían también sobre casas situadas en el mismo casco urbano de los pueblos, casas que no destacaban ni por su altura ni por encontrarse en lugar elevado.

El Páramo (Huérmeces) y su parque eólico, antes de la tormenta

En alguna ocasión, el rayo descargó sobre la torre de la iglesia justo cuando algún vecino se encontraba en el campanario tocando a nublo (Castildelgado, junio de 1915).

En varias reseñas se recogen expresiones relativas al estado que presentaban los cuerpos de los muertos por rayo: "horribles quemaduras", "grandes quemaduras en forma de cinta", "carbonizado", "casi desnudo", "ropas destrozadas", "olor a azufre", "sus ropas prendieron fuego".

Si bien en la última década del siglo XIX y las tres primeras del XX en el Diario aparecían recogidos sobre todo sucesos acaecidos en la provincia de Burgos o en las limítrofes, a partir de los años treinta abundan ya los incidentes acaecidos en cualquiera parte del territorio nacional.

Durante los años de la Guerra Civil y los primeros años de la década de los cuarenta, la frecuencia en la aparición de este tipo de noticias en el Diario desciende considerablemente; durante el conflicto bélico tiene una explicación lógica en la priorización de las noticias relacionadas con el mismo; en los dos o tres años inmediatamente posteriores quizás la tenga también en una cierta aversión (bien a instancia de las autoridades, bien en forma de auto-censura) a la publicación de noticias encuadradas en la sección de "sucesos", en un contexto de penurias materiales y económicas. 

En la hemeroteca del Diario de Burgos, para el periodo de ochenta años (1891-1970), pueden encontrarse un total de 57 reseñas que recogen muertes ocasionadas por rayo en diversos lugares de la geografía provincial.  

Sobra aclarar que no todas las muertes por rayo fueron recogidas en la prensa provincial. En ocasiones, por razones diversas, el trágico suceso no trascendía del ámbito local, quedando consignado únicamente en el registro civil del pueblo, así como en el libro de difuntos de la parroquia correspondiente.

Huérmeces, bajo un nublo del noroeste


Muertes por rayo en la provincia recogidas en el Diario de Burgos durante el periodo 1891-1970 (clasificadas por décadas):

1891-1900

Villaespasa (mayo 1892), Nofuentes (julio 1894), Villafruela (agosto 1895), Cabañas de Esgueva (octubre 1895), Gumiel de Izán (julio 1896), Quintanaloranco (agosto 1899), La Ventilla (agosto 1899), La Parte de Bureba (junio 1900)

1901-1910

Villafría (julio 1901), Quintanapalla (agosto 1901), Viloria (agosto 1901), Villamartín de Sotoscueva (junio 1902), Terrazas (junio 1904), Santurde-Medina de Pomar (junio 1904), Villanueva de la Lastra (junio 1904), Moncalvillo-Palacios de la Sierra (junio 1904), Arauzo de Miel (septiembre 1904), Cubillejo de Lara (junio 1905), Cerezo de Río Tirón (julio 1905), Torres de Abajo (junio 1908), Palacios de la Sierra (agosto 1909)

1911-1920

Fuente Úrbel (junio 1911), Quincoces de Yuso (julio 1911), Barriga-Villalba de Losa (julio 1911), Nofuentes (julio 1913), Modúbar de San Cibrián (agosto 1913), Canicosa de la Sierra (junio 1915), Castildelgado (junio 1915), Villanueva de Gumiel (julio 1916), Porquera del Butrón (mayo 1918), Sasamón (junio 1918)

1921-1930

Riocavado de la Sierra (septiembre 1923), Villagonzalo Arenas (julio 1928), Arija (julio 1930)

1931-1940

Pinilla de los Barruecos (agosto 1933), Granja San Martín-Burgos (mayo 1940), Castrillo de la Vega (agosto 1935)

1941-1950

Burgos, camino de Cayuela (septiembre 1942), Santa María del Mercadillo (abril 1944), Villalvilla Sobresierra (junio 1944), Quintanapalla (junio 1944)

1951-1960

Ruyales del Agua (julio 1951), Hontoria del Pinar (julio 1952), Villayerno Morquillas (agosto 1952), Tartalés de los Montes (mayo 1954), Las Quintanillas (mayo 1954), Las Celadas (septiembre 1954), La Quintana de Rueda-Villarcayo (septiembre 1954), Tordómar (abril 1955), Rábanos (julio 1956), Quintanilla Somuño (julio 1956), Guadilla de Villamar (septiembre 1956), Villamayor de los Montes (junio 1957), Redecilla del Camino (agosto 1957), Salinillas de Bureba (agosto 1957), Madrigalejo del Monte (agosto 1959)

1961-1970

Gumiel del Mercado (mayo 1961), Cernégula (junio 1963), Hontoria del Pinar (agosto 1963)


RAYOS MORTALES EN LA COMARCA

Entre las 59 reseñas anteriores, encontramos unas once que pueden considerarse como acaecidas dentro de los límites de lo que este blog considera La Comarca (la fecha se refiere a la de su publicación en el DB, no a la del suceso):


Dicen en Huérmeces que las tormentas más peligrosas son las que vienen desde Ros...



1. Burgos, La Ventilla (26 de agosto de 1899)

Un labrador resultó muerto durante la tormenta de ayer por la tarde: al salir corriendo de una caseta situada a las afueras del pueblo, con la intención de dirigirse a su casa, fue alcanzado por un rayo que, aparte de acabar con su vida, dejó casi desnuda a la víctima, cuyo cuerpo presentaba horribles quemaduras; la boina que llevaba se encontró a nueve metros de distancia.

2. Villafría (1 de julio de 1901)

Anteanoche, un vecino de Cótar, de 45 años de edad, resultó muerto al ser alcanzado por un rayo el árbol bajo el que había buscado refugio; el desdichado se dirigía a su pueblo a lomos de un pollino, que también resultó muerto.

3. Fuente Úrbel (6 de junio de 1911)

Tres personas resultan sorprendidas por un aguacero tormentoso en el paraje "Redondal", por lo que deciden refugiarse bajo un espino cercano; un rayo impacta sobre el mismo, ocasionando la muerte de una de las tres personas (una mujer madre de cuatro hijos).

4. Villagonzalo Arenas (13 de julio de 1928)

El alcalde del pueblo y su hija resultan sorprendidos por una una tormenta cuando se hallaban en el campo; se refugiaron bajo un sauce; un rayo impacta sobre el mismo y causa la muerte del padre (68 años de edad) y pérdida del conocimiento a la hija (32 años), que sobrevivió al suceso. 

5. Burgos, Granja de San Martín (14 de mayo de 1940)

A última hora de la tarde, un rayo cayó sobre un chopo bajo el que se habían refugiado dos obreros de la granja, sorprendidos por la tormenta mientras se hallaban sembrando garbanzos; uno de ellos resultó muerto (varón de 38 años de edad); resultó herida una mujer de 46 años. 

6. Burgos, camino de Cayuela (13 de septiembre de 1942)

El secretario del Ayuntamiento de Cayuela resultó muerto al ser alcanzado por un rayo cuando se dirigía desde la capital a aquel pueblo.

Villalibado, antes de la tormenta

7. Villalvilla Sobresierra (23 de junio de 1944)

Al mediodía de ayer, cuando dos jóvenes se encontraban trabajando en el campo con una pareja de bueyes, un rayo acabó con la vida de uno de ellos (20 años de edad), y lanzó al otro a varios metros de distancia, aunque resultando ileso. También resultó muerta una de las reses.

8. Villayerno Morquillas (30 de agosto de 1952)
 
Muerte de una mujer recién casada, al ser alcanzada por un rayo cuando se dirigía a la fuente con dos calderos.

9. Las Quintanillas (14 de mayo de 1954)

Un joven labrador (18 años) resultó muerto en la tarde del miércoles al ser alcanzado por un rayo mientras conducía una yunta de bueyes de vuelta al pueblo. La chispa cayó sobre el arado que arrastraba la yunta. Otros muchachos que acompañaban al fallecido resultaron ilesos.

10. Las Celadas (2 de septiembre de 1954)

Una joven de 18 años resultó muerta al penetrar un rayo en la habitación donde dormía.

11. Cernégula (26 de junio de 1963)

Un labrador, de 35 años de edad, resultó muerto al ser alcanzado por un rayo; su mujer, que caminaba tras él, resultó ilesa; la chispa arrojó a su marido las azadas que transportaba.


Nube de desarrollo vertical, vista desde las inmediaciones de Santa Cecilia o Santa Icilia (Montorio)



Entre las muertes por rayo no recogidas en la prensa provincial, destacamos la acaecida en Huérmeces, en la persona de Eugenio Alonso Fernández.

El suceso tuvo lugar en la mañana del día 6 de julio de 1940, cuando Eugenio regresaba al pueblo -en compañía de su hijo José- desde el paraje de Navas, conduciendo una yunta de bueyes que tiraba de un carro cargado de yeros.

La descarga ocurrió en el paraje de Palillos, ya en la zona alta del recorrido, cerca de la confluencia de los caminos de Navas y Castrillo. El rayó acabó con la vida de Eugenio y también mató a los bueyes; su hijo, con las piernas insensibilizadas, fue apenas capaz de llegar al pueblo para dar noticia del suceso. Resultó ilesa la perra que los acompañaba, aunque murió al poco, incapaz de superar la pérdida de su amo.



Hasta hace muy poco tiempo, en las inmediaciones del lugar en el que se produjo la descarga, se podía observar una simple piedra hincada, sin talla ni grabado alguno, que conmemoraba el trágico suceso. Hoy en día, se yergue un altísimo pararrayos, que protege a los catorce aerogeneradores del parque eólico "El Sombrío", que se despliegan a lo largo de los parajes de Cotejón, Monte las Eras y la Cuesta del Cuerno.

Este suceso ya fue objeto de otra entrada en este mismo blog: El abuelo Eugenio


Otra posible fuente de información relativa a las muertes por rayo, sobre todo en cuanto a las acaecidas durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, es la recogida por los hitos de piedra o estelas epigráficas, cuya presencia suele conmemorar la muerte inesperada de una persona en descampado.

La presencia de estos hitos debe considerarse como algo excepcional, ya que la mayoría de aquellas muertes en descampado no eran señalizadas de una manera tan visible y duradera. En muchos casos, el lugar del óbito se señalizaba con una simple cruz de madera (que acababa por desaparecer, más temprano que tarde) o por una simple piedra sin talla ni inscripción alguna, por lo que la memoria del suceso tenía muchas posibilidades de perderse con el paso del tiempo.

Casi todas estas estelas se situaban cerca o al lado de caminos, en lindes de fincas, en lugares bien visibles en todo caso. Los motivos del óbito solían estar relacionados con la precaria salud o avanzada edad de la víctima (infartos, hemorragias cerebrales, apoplejías, anginas de pecho); también con accidentes laborales (caída de la caballería, vuelco del carro, caída de árboles o piedras); extravíos (sobre todo niños y ancianos, y en condiciones de mal tiempo); muertes por mano airada (asesinatos); y agentes meteorológicos de carácter eléctrico.

En cuanto a estelas conmemorativas de muertes por rayo, en La Comarca podemos encontrar únicamente dos ejemplares:

1. Trulla, Quintanilla Sobresierra (23 de mayo de 1898 [1888])

Situada a kilómetro y medio al sur del pueblo, en el viejo camino de Quintanilla a Castrillo de Rucios, esta estela de considerable tamaño (más de metro y medio de altura, incluida la peana), presenta una pequeña basculación hacia la izquierda, aunque su estado general es bueno, en parte gracias al abrazo y protección que le otorga un ya no tan joven ejemplar de majuelo o espino albar.

La estela, realizada en piedra caliza, presenta un remate circular, con una gran cruz bajo la que puede leerse el texto grabado siguiente: "A la memoria de D. Manuel P. García y de D. Jacoba G. Melgosa. Fallecieron el día 23 de mayo de 1898 [o 1888] a consecuencia de una descarga eléctrica atmosférica. Rogad por ellos. E.P.D. Recuerdo de sus hijos."



2. El Corral del Monte, Montorio (fecha ilegible o inexistente)

Esta estela discoidea, realizada en piedra caliza grisácea, se encuentra situada a medio kilómetro al noreste del pueblo, al lado del camino que se dirige a Los Pozos.

De medio metro de diámetro y 9 cm de grosor, con un pie de 40 cm de ancho, su estado de conservación no es muy bueno, hasta el punto de que la inscripción, pintada en negro, resulta ilegible, salvo por la palabra RAYO.

Según la tradición oral, la estela conmemora la muerte de Federico Díez López, fulminado por un rayo hace ya unos cien años.




LECTURAS

-Meteorología popular: acordarse de Santa Bárbara cuando truena. Carmen Gonzalo de Andrés. Revista del Aficionado a la meteorología, nº 9 (marzo de 2003)
-Climatología de descargas eléctricas y de días de tormenta en España. J. A. Núñez Mora, J. Riesco Martín, M. A. Mora García. Agencia Estatal de Meteorología. Madrid (2019)
-Fallecidos por riesgos naturales en España en 2019. Dirección General de Protección Civil y Emergencias (2020)
-Las estelas epigráficas de época postmedieval en la provincia de Burgos. Jacinto Campillo Cueva. Boletín de la Institución Fernán González nº 229 (2004/2)
-Las estelas pluripersonales de Miraveche y Quintanilla-Sobresierra (Burgos). Jacinto Campillo Cueva. Estudios Mirandeses, nº XXVII-A [45-55]
-Nuevas estelas epigráficas de época moderna en el norte de la provincia de Burgos. Jacinto Campillo Cueva. Kobie nº XII [371-386]. Diputación Foral de Bizcaia. Bilbao (2006)


RECORTES DE PRENSA

Diario de Burgos, 26 de agosto de 1899


Diario de Burgos, 1 de julio de 1901

Diario de Burgos, 6 de junio de 1911

Diario de Burgos, 13 de julio de 1928

Diario de Burgos, 14 de mayo de 1940

Diario de Burgos, 13 de septiembre de 1942


Diario de Burgos, 23 de junio de 1944

Diario de Burgos, 30 de agosto de 1952

Diario de Burgos, 14 de mayo de 1954

Diario de Burgos, 26 de junio de 1963

Diario de Burgos, 2 de septiembre de 1954



BANDA SONORA

Poco margen tengo para buscar una canción relacionada con la entrada de hoy, cuando existe una cuyo título mienta a la santa, precisamente.

Entre los mineros de las cuencas asturiana y leonesa se hizo muy popular el himno titulado En el Pozo María Luisa, que no es sino una adaptación de la canción titulada "Santa Bárbara bendita", y que acabó por trascender del ambiente minero, cantándose en todo tipo de manifestaciones de carácter reivindicativo y conmemorativo. 

Y es que el Pozo María Luisa tiene una triste historia: el 14 de julio de 1949, una explosión de grisú acabó con la vida de 17 mineros. María Luisa cerró en 2016, tras 158 años en explotación.

De entre los muchos vídeos que se pueden encontrar en YouTube, he elegido el de Nuberu, (conjunto musical asturiano surgido en los años de la Transición), por un motivo de peso: en la mitología astur, "El Nuberu" es el señor de los rayos, las nubes y las tormentas...

Existen muchas versiones, con pequeños o grandes cambios en la letra. Una de ellas era entonada por los mineros portugueses del Alentejo; otra se canta en la Bretaña francesa, rememorando la huelga de las sardineras de Douarnenez, de 1924; y otra, interpretada por Chicho Sánchez Ferlosio en los años sesenta, decía así:

Santa Bárbara bendita
patrona de los minerus
el Sol sale para todos
yo aquí dentro no lo veo.

Con el pico y con el marro
con el marro y el barrenu
haremos un agujero
por ver las luces del cielo.