sábado, 19 de junio de 2021

Oficios municipales de antaño: Huérmeces (1923-1924)



En las cuentas municipales de los años 1923 y 1924 aparecen diversos apuntes que llaman la atención por la naturaleza misma del concepto contable.
Conviene recordar que, en aquellos tiempos, correspondía a las arcas municipales el pago de diversos cometidos que, desempeñados por los propios vecinos, tenían un carácter más o menos profesional, ya que muchos de ellos eran desempeñados a tiempo parcial. Los vecinos eran, sobre todo, labradores y ganaderos, y de esas actividades vivían, aunque estos quehaceres complementarios eran muy bien recibidos.
Entre esos cometidos "pseudo municipalizados" encontramos: alguacil, campanero, relojero, depositario, alimañero, guarda municipal, tallador de quintos, mojonero, etc.

Los cometidos claramente profesionales (médico, maestro, veterinario, castrador, músico, etc.) eran desempeñados tanto por personas que residían en el pueblo durante todo el año (médico, maestro, secretario) como por forasteros que sólo acudían cuando se requerían sus servicios o así se exigía en el contrato correspondiente (veterinario, castrador, boticario, músicos, predicador, etc.)

En aquellos años fueron alcaldes de Huérmeces Sandalio Alonso Alonso (1922-1923) y Eugenio Alonso Fernández (1923-1930). Durante la mayor parte de esos años, ejerció como secretario, Epifanio Ontillera Pérez.


A continuación, se reseñan los contenidos de esos asientos contables que hoy en día nos pueden parecer "peculiares":
 

Julián Arribas Tudanca

-por su cargo de alguacil: 20 pesetas al trimestre

Epifanio Ontillera Pérez

-por su cargo de campanero: 15 pesetas [trimestral o anual]
-por su cargo como administrador del reloj y relojero: 30 pesetas
-por su cargo como secretario del ayuntamiento: 187,50 pesetas

Íñigo García Villanueva

-por su condición de depositario de fondos municipales: 11,25 pesetas
-por dar muerte a dos crías de zorro: 5 pesetas

Felipe Varona Ubierna

-guarda municipal: 102,50 pesetas

Adrián López Daza

-por su condición de médico titular: 62,50 pesetas al trimestre
-por derechos de reconocimiento de los quintos: 10 pesetas

Buenaventura Marcos Fontúrbel [maestro]

-material de oficina y franqueo de expedientes:
-por dar muerte a una raposa y a dos milanos: 18 pesetas

Prudencio Villanueva Varona

-tallador de los quintos: 2,50 pesetas

Emilio Valladolid García [industrial]

-gastos menores: sin especificar
-15 sacos de cemento para el Puente Vega

Miguel Díaz Martínez

-por dar muerte a una raposa: 6 pesetas

Ruperto Pérez Infante [carpintero]

-reparación del Puente Vega

Luzgerico Pérez García [carpintero]

-por trabajos en la Casa Consistorial y en el cuarto el reloj público: 10,90 pesetas

Mateo Valdivielso

-a los dulzaineros, por amenizar la fiesta de Santa Brígida: 85 pesetas

Manuel Abad Terradillos

-por dar hospedaje y mantener a los dulzaineros: 74 pesetas
-por gastos carcelarios: 33,29 pesetas
-por mantener a los músicos que amenizaron las fiestas de San Juan y San Lorenzo: 48 pesetas y 24 pesetas, respectivamente

Sandalio Alonso Alonso

-tres por ciento de la cobranza del repartimiento por utilidades del tercer trimestre: 50, 29 pesetas
-alcalde, primer trimestre de 1923

Reclutas del actual reemplazo

-a cada uno 5 pesetas en concepto de socorro, según costumbre

Benito Varona Ubierna [cartero]

-por repartir la correspondencia oficial: 5 pesetas

Víctor Pérez [veterinario]

-titular de inspección de carnes y de higiene pecuaria: 74 pesetas

Ramón Morilla

-castrador de ganados: 50 pesetas

Teresa Morillo

-por su cometido como boticaria (farmacéutica): 16,50 pesetas

Jacinto Díaz-Ubierna Villalvilla

-mojonero: por sus trabajos de amojonamiento municipal: 7,50 pesetas

Félix Tamayo [músico]

-por amenizar la fiesta de San Juan: 80 pesetas
-por amenizar la fiesta de San Lorenzo: 50 pesetas

Emiliano Serna Serna [predicador]

-por predicar el día de San Lorenzo: 19 pesetas

Eusebio Arroyo Dorao [párroco]

-por funciones religiosas



 

BREVES RESEÑAS DE VECINOS QUE APARECEN DESEMPEÑANDO FUNCIONES "MUNICIPALIZADAS":

Eusebio Arroyo Dorao (Burgos, 1875): cura párroco de Huérmeces durante 24 años (1902-1926); una hermana suya, Consuelo (Burgos, 1890) contrajo matrimonio con Mariano Crespo García (Huérmeces, 1890), sastre del pueblo durante muchos años; tuvieron dos hijos: Mariano y Federico.

Jacinto Díaz-Ubierna Villalvilla (Huérmeces, 1896-1947): labrador, tuvo dos hijos, Julia (Huérmeces, 1921- Madrid, 1947) e Hipólito (Huérmeces, 1923 – Burgos, 1946), dándose la penosa circunstancia de que, en un lapso de tiempo de apenas doce meses, fallecieron tanto Jacinto como sus dos hijos.

Sandalio Alonso Alonso (Huérmeces, 1884-1952): fue alcalde de Huérmeces en tres ocasiones (1922-1923, 1930-1931 y 1938-1941)

Benito Varona Ubierna (Huérmeces, 1866-1934): cartero de Huérmeces durante gran parte del primer tercio del siglo XX (c. 1900-1931)

Eugenio Alonso Fernández (Huérmeces, 1873-1940): cartero de Huérmeces durante diez años (1931-1940); alcalde entre 1923 y 1930.

Felipe Varona Ubierna (Huérmeces, 1860): labrador y pastor en Huérmeces durante muchos años

Buenaventura Marcos Fontúrbel (Montorio, 1881-1942): maestro en Huérmeces durante diez años (1916-1925); aficionado a la caza, su escopeta fue la causante de un luctuoso suceso acaecido en 1916, con el fallecimiento del cura de Quintanilla Pedro Abarca.

Prudencio Villanueva Varona (Huérmeces, 1878): tuvo una parada de sementales durante los años veinte

Adrián López Daza (Toro, 1882): médico en Huérmeces durante cinco años (1919-1924)

Íñigo García Villanueva (Huérmeces, 1872-1949): tuvo parada de sementales durante los años veinte; vivió durante buena parte de su vida en el Palacio de los Fernández Zorrilla, adquirido por su padre, Marcelino, a finales del siglo XIX.

Luzgerico Pérez García (Acedillo, 1896 – Burgos, 1933): carpintero-carretero en Huérmeces desde 1922 a 1933; falleció a la temprana edad de 37 años, dejando viuda y tres hijas de 9, 7 y 2 años de edad; primero tuvo su taller en la hoy conocida como “casa de Mauro Serna”, hasta que lo trasladó a la “casa de Valeriano”; le sucedió como carpintero-carretero en Huérmeces, Benjamín Humada Pérez (Villanueva de Puerta, 1906).

Ruperto Pérez Infante (Acedillo, 1855): padre de Luzgerico, carpintero también. Vivía y tenía su taller en la más tarde conocida como “casa de Benjamín y Librada”, en la plaza.

Epifanio Ontillera Pérez (Las Hormazas, 1883): herrero en Huérmeces durante mucho tiempo (desde 1916 hasta principios de los años 50), también ejerció eventualmente las funciones de secretario, antes de la profesionalización del cargo (pocos años después llegó el primer secretario "de carrera": Nicasio Marcos Díez). Epifanio también ejerció de campanero y relojero.

Manuel Abad Terradillos (Villadiego, 1874) se estableció en Huérmeces en 1911, y su principal ocupación fue la de "caminero"; también pescaba y comercializaba pescado y cangrejos del Úrbel; su mujer, Clara Puente Pérez (Santa Cruz del Tozo, 1877) ejerció de modista en Huérmeces durante muchos años. En aquellos años vivían en la que más tarde sería conocida como "casa del tío Eladio".

Julián Arribas Tudanca (Huérmeces, 1887-1969), vecino conocido con el apelativo de “Castilla”, residió en la solitaria casa cercana al puente Vega y ejerció durante muchos años las funciones de alguacil y sacristán.

Miguel Díaz Martínez (Huérmeces, 1891 – Burgos, 1973): residió durante prácticamente toda su vida en la solitaria casa del barrio La Parte, al lado del viejo puente que daba servicio al Camino Real de Burgos a Reinosa y Santander. A su muerte, tanto la casa como el puente heredaron su nombre.

Emilio Valladolid García (Peñafiel, 1885): tabernero en Huérmeces desde 1922 hasta finales de los años 30; la taberna también era carnicería, abacería, confitería y quincallería; estaba situada en la hoy conocida como "casa de Emilio y Teresa"; a Emilio le sucedió en el negocio su hijo, Ángel Valladolid Ibáñez (Santibáñez Zarzaguda, 1912).


BREVES RESEÑAS DE FORASTEROS QUE DESEMPEÑAN OTROS SERVICIOS "MUNICIPALIZADOS":

Entre los "profesionales" que no poseían la condición de vecinos del pueblo se encontraban los músicos, la boticaria, el veterinario, el castrador y el predicador, por lo que poco o nada hemos podido averiguar sobre ellos, al no aparecer en los padrones municipales correspondientes, fuente principal de información sobre aquellos años. No obstante, en la red hemos podido encontrar algún que otro dato de interés:
Emiliano Serna Serna (Montorio, 1893 - Burgos, 1970), el predicador del día de San Lorenzo de 1923, fue un destacado orador sagrado ya desde sus primeros años de servicio. Ordenado presbítero en 1918, su primer destino como párroco fue Escalada (1918); también ejerció como sirviente en Castrillo de Rucios (1935); en 1941 fue nombrado párroco de Frandovínez. Era asiduo en los sermones de varias parroquias de la capital burgalesa y en muchos pueblos del entorno, entre los que se encontraba su pueblo natal (sermón de las fiestas de la Asunción, 1921). Suponemos que su candidatura como predicador sería propuesta por el entonces párroco de Huérmeces, don Eusebio Arroyo, también afamado orador. Lo curioso es que fuera el ayuntamiento el que tuviera que pagar los servicios del orador sagrado de turno.
Nada hemos podido encontrar en relación a Ramón Morilla, castrador de ganados. Aunque sí que lo hemos hecho con respecto a su inmediato sucesor, Alejandro Hermosilla, natural de Mecerreyes. En octubre de 1925, el Ayuntamiento de Huérmeces firmó un contrato con él, en su calidad de castrador y vecino de Burgos. Hermosilla se compromete a realizar sus funciones en tres épocas al año (febrero-marzo, junio-julio y septiembre-octubre); sus honorarios alcanzan la cifra de 65 pesetas anuales, y deberán ser abonados en septiembre. El contrato tendrá una duración de cinco años.
Algo más de fortuna hemos tenido en la búsqueda de información relativa a Víctor Pérez, veterinario de la zona, y residente en Montorio, sede del partido veterinario correspondiente. En el propio Archivo Municipal de Huérmeces, existe el contrato o "iguala" firmado entre el Ayuntamiento y el citado veterinario con fecha 1 de octubre de 1925, y con una validez de tres años, prorrogables. Sus servicios profesionales se prestarán a los ganados vacuno, caballar, mular y asnal (nada se dice del ovino-caprino). Percibirá por sus servicios la cantidad anual de 1,25 pesetas por cada uno de los dueños de ganado, y el pago se realizará en San Miguel de septiembre. Suponemos que Víctor Pérez ejerció su labor en la zona hasta 1932, año de su posible fallecimiento.
La boticaria, Teresa Morillo Rodríguez (+Santibáñez Zarzaguda, 1937), figura en aquellos años como farmacéutico titular en la plantilla de personal del ayuntamiento de Santibáñez Zarzaguda. Era viuda de Nicolás García González, farmacéutico de Santibáñez hasta su fallecimiento en 1913. También era propietaria de uno de los molinos harineros de Santibáñez.
Nada hemos podido averiguar de Mateo Valdivielso (dulzainero) y Félix Tamayo (músico). Quizás los músicos vinieran desde la capital provincial, Las Merindades o La Demanda. Meras conjeturas. Hemos encontrado a un Félix Tamayo, aunque como párroco titular de Villanueva de Carazo en 1924.

Pocos de estos oficios "pseudo municipales" -o pagados con fondos municipales- han llegado vivos a nuestros días. El toque de campanas y el funcionamiento del reloj se encuentran automatizados; las figuras de tallador de quintos, mojonero, castrador o cobrador de arbitrios han desaparecido al compás de los tiempos; los servicios de secretario, médico, veterinario o cartero son prestados por personas que viven en la capital provincial y únicamente pasan unas horas a la semana en el pueblo. 
Únicamente la figura de alguacil ha resistido el paso del tiempo, aunque con un cometido reconvertido, más acorde con el de "servicios múltiples" que con el clásico.
Los predicadores invitados, si es que continúa existiendo esa figura, no cobran por su pregón; los dulzaineros y músicos ambulantes han sido sustituidos por grupos más o menos profesionales, pero con muchos más watios en juego; la escuela y la botica están en Santibáñez; no quedan tiendas en el pueblo, ni carpinteros ni herreros; curiosamente, un servicio que en aquellos años no se encontraba "municipalizado", el de cantina, sí que lo está en la actualidad.  

 

FUENTES:

-Diario de Burgos (18 noviembre de 1918): ayer, en la capilla del palacio arzobispal, el jesuita Laureano Veres de Acevedo, obispo titular de Nyssa (Capadocia) ordenó como presbíteros a una serie de ordenandos, entre los que se encuentra Emiliano Serna Serna.

-Diario de Burgos (9 de abril de 1924): Félix Tamayo, párroco de Villanueva de Carazo.

-Diario de Burgos (9 de noviembre de 1928): Teresa Morillo Rodríguez (viuda de Nicolás García) figura como miembro de la plantilla del Ayuntamiento de Santibáñez Zarzaguda, con el cargo de farmacéutico titular, y una dotación anual de 2,50 pesetas [250 pesetas].

-Diario de Burgos (6 de febrero de 1937): informa del fallecimiento de Teresa Morillo, boticaria de Santibáñez

-Diario de Burgos (24 de noviembre de 1959): en la sección "Crónicas de la provincia" se informa del fallecimiento, en accidente de tráfico, de Alejandro Hermosilla, "veterano castrador, acreditado y conocido en toda la comarca". El accidente se produjo en las cercanías de Padilla de Abajo, y en el mismo resultó herido Gerardo Hermosilla, hijo del finado. El sepelio se celebró en Mecerreyes, pueblo natal de Alejandro.

-La Semana Veterinaria (25 de junio de 1933): se publican una serie de vacantes en puestos de inspector veterinario, entre las que se encuentra la del partido veterinario de Montorio, que incluye a los pueblos de Montorio, Nidáguila, Masa, Quintanilla Sobresierra, Acedillo y Huérmeces; la vacante de Montorio viene originada por la defunción del anterior titular (suponemos que Víctor Pérez) y está dotada con 2202,20 pesetas al año, y un censo ganadero de 4766 reses y 314 porcinos sacrificados en domicilios particulares.


BANDA SONORA
En este caso, presentamos una banda sonora muda. La tormenta ya había pasado para cuando fuimos capaces de salir del coche y tirar un par de fotos.




Lugar: La Pinza
Fecha: viernes, 18 de junio de 2021
Hora: 19 horas 20 minutos
Duración de la tormenta: unos 10 minutos
Vistas: desde La Pinza hacia el sureste: parques eólicos de Las Mesas (Montorio), Quintanilla Pedro Abarca y San Pantaleón del Páramo; al fondo a la derecha de la segunda foto, la base militar de San Vicente (Huérmeces).

sábado, 5 de junio de 2021

Cuando el alcalde mayor de Huérmeces mandaba (un poco) en el lejano lugar de Villaescusa del Butrón (1787)


A finales del siglo XVIII existía una jurisdicción civil que, dependiente del duque de Medinaceli e incluida en el Partido de Castrojeriz, llevaba por enigmático nombre la Haza de Siero. La cabeza de esta jurisdicción se encontraba situada en Huérmeces, allí donde residía el Alcalde Mayor del Señorío, nombrado directamente por el citado duque.

Desconocemos completamente el origen del nombre "Haza de Siero". Conjeturando un poco, podemos encontrar alguna relación entre Huérmeces y el viejo Castro Siero (cabeza del alfoz homónimo, en tierras de Sedano), para lo que debemos retroceder hasta los primeros tiempos de la repoblación, cuando Huérmeces aparece en el supuestamente antiquísimo documento fundacional del monasterio de San Martín de Escalada (quizás elaborado en los años 866-873), situado muy cerca de Castro Siero (justo dónde siglos después se ubicaría la estación receptora del petróleo loriego).

En dicho documento, el abad de San Martín, Rodanio, recibe de manos de Fernando, señor de Castro Siero, una serie de lugares que debieran repoblarse, entre los que se encuentran Huérmeces (Guermeces-Guermecis) y otros lugares cercanos, como Sutildarache (Sotiello de Faraye) y San Pedro Samuel (Sant Pedro de Sanmuel).




"Haza" (o "Aza") significa "porción de tierra labrantía o de sembradura", por lo que podríamos aventurar que el término "Haza de Siero" hace referencia a diversos terrenos cultivados que guardaron -en su día- alguna relación de pertenencia u origen repoblador con el lejano Castro Siero. Cualquiera de los tres lugares anteriormente citados cumple con este carácter de terreno apto para el cultivo. 

También desconozco el origen temporal de la jurisdicción de Haza de Siero, aunque aparece citada en documentos de finales del siglo XVI, por lo que podríamos afirmar que perduró durante -al menos- dos siglos y medio, hasta la desaparición del Antiguo Régimen durante el primer tercio del siglo XIX.

El caso es que, a finales del siglo XVIII, la Haza de Siero estaba formada por un total de 22 lugares, casi todos ellos situados en el valle del río Úrbel:

Acedillo, Barrio de Arriba (Urbel del Castillo), Barciura (barrio de Avellanosa), Bustillo del Páramo, Las Celadas, Huérmeces, Lodoso, Miñón, Montorio, La Nuez de Abajo, La Nuez de Arriba, Pedrosa de Río Urbel, Quintana del Pino, Quintanilla Pedro Abarca, Las Rebolledas, Ros y Monasteruelo, Ruyales del Páramo, San Pantaleón, San Pedro Samuel, Santa María Tajadura, Los Tremellos y Villaescusa del Butrón.

Aparte de los 16 pueblos situados en el valle del Úrbel, tres se encontraban en la vecina cuenca del Ruyales (Los Tremellos, Avellanosa y San Pedro Samuel), y dos en la también cercana cabecera del Hormazuela (Acedillo y Bustillo), pero todos ellos tenían en común la relativa cercanía geográfica a Huérmeces. 

Todos ... menos uno. En el listado llama poderosamente la atención la presencia de un lugar muy alejado del resto: Villaescusa del Butrón, en Los Altos, cuyas aguas pertenecen ya a la cuenca del Ebro.




Pudiera pensarse que aquella inclusión de Villaescusa en la jurisdicción de Huérmeces se tratara de un simple error, algo relativamente habitual en las prolijas relaciones de lugares pertenecientes a las diferentes cuadrillas y jurisdicciones de aquella época, produciéndose frecuentes duplicidades y litigios. De hecho, Villaescusa aparece también en la relación de "pueblos solos" incluidos en el partido de Burgos.

Sin embargo, si consultamos las respuestas generales del Catastro de Ensenada correspondientes al lugar de Villaescusa del Butrón, encontramos algunos datos interesantes que nos dejan claro que no se trata de un error su inclusión en la jurisdicción de Haza de Siero-Huérmeces:

-Respuesta nº 2 (Jurisdicción: propiedad y derechos):

... dijeron que dicho lugar es de señorío, correspondiente al Excelentísimo Señor Duque de Medinaceli, por quien se hace el nombramiento de alcalde ordinario en la Jurisdicción de la Haza de Sierro, adonde corresponde y dicho alcalde de tres en tres años hace la visita de ministros de justicia y abastos públicos, teniendo la jurisdicción civil y criminal, sin que por esa razón se le pague cosa alguna ... 

-Respuesta nº 26 (Cargos de justicia del común):

... y un tres por ciento impuesto para pagar los gastos del pleito que tuvo con el alcalde del lugar de Huérmeces sobre exonerarse de que viniese dicho alcalde mayor a la formación de inventarios, sobre que se consiguió determinación favorable ... al alcalde mayor de la Haza de Siero por la visita que hace, sesenta reales ...

Parece evidente que Villaescusa, en su condición de señorío del duque de Medinaceli, dependía jurisdiccionalmente, en lo civil y en lo criminal, de la Haza de Siero, cuya cabeza (alcalde mayor) residía en el lejano lugar de Huérmeces dónde, además, se nombraba a su alcalde pedáneo.




También parece ser que dicha lejanía reducía la presencia en Villaescusa de dicho alcalde mayor a una visita cada tres años; visita por la que percibía sesenta reales, a cargo de las arcas del común. Y que dicha visita, en alguno de sus aspectos, generaba conflictos con los lugareños, por lo que andaban pleiteando con el citado alcalde mayor de Huérmeces.

Hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos, los señoríos del Duque de Medinaceli en tierras burgalesas se circunscribían a varios lugares pertenecientes al partido de Aranda de Duero (nueve aldeas en la zona del Esgueva, principalmente) y un puñado de lugares aislados en tierras más septentrionales (Huérmeces, Presillas, Villaveta, Celadilla-Sotobrín, Mahamud, Santa María del Campo, Pradilla de Belorado, Sotopalacios y Villaescusa del Butrón).

A finales del siglo XVIII, Huérmeces era el señorío del duque de Medinaceli más cercano a su también señorío de Villaescusa del Butrón, en tierras del Ebro. Suponemos que, por dicho motivo, se decidió la inclusión de Villaescusa en la jurisdicción de Haza de Siero.

Esta peculiar situación quedó claramente registrada en el Censo de Floridablanca (1787), esa curiosa fotografía de las divisiones administrativas y señoriales del antiguo régimen.

Por las carreteras actuales, 45 km separan a Huérmeces y Villaescusa. Un viaje que, en las postrimerías del siglo XVIII, supondría más de una jornada de desplazamiento. Muy lejos para administrar justicia, muy lejos para supervisar inventarios o abastos públicos, muy lejos para todo.

Con el advenimiento del nuevo régimen y la abolición de señoríos (primer tercio del siglo XIX) todo ese mundo desapareció, incluida la jurisdicción de Haza de Siero, su alcalde mayor de señorío y la necesidad de viajar a tierras lejanas a cambio de cobrar unas "dietas".

Quiero suponer que, casi dos siglos después de la desaparición de aquel viejo orden, aún persista el interés que pueda suscitar el lugar de Villaescusa del Butrón entre ciertos faroles curiosos de hoy en día. También supongo que pueda darse el caso recíproco: páparos interesados en conocer al pueblo que hace tiempo pudo mandar (un poco) sobre el suyo.

Queda más que justificada una excursión a ese lejano lugar, aunque en esta ocasión no resulte recomendable su carácter ciclista: cuarenta y cinco kilómetros (de ida, y otros tantos de vuelta), y por terrenos montañosos, son excesivos para ciclistas ocasionales como el que esto escribe.   

 

VILLAESCUSA DEL BUTRÓN, EN LOS ALTOS

  

EL RECIENTE RENACIMIENTO DE UN PUEBLO QUE ESTUVO AL BORDE DEL SILENCIO

Villaescusa del Butrón no fue nunca un lugar muy poblado, claramente condicionado por su situación geográfica, en unas tierras altas poco aptas para la agricultura cerealista. A finales del siglo XVIII contaba con una población de 181 habitantes (Censo de Floridablanca); quizás fue durante la primera mitad del siglo XIX cuando alcanzó su máxima población (230 habitantes en 1826; 216 habitantes en 1857). En 1887, sin embargo, su población ya había descendido a 157 habitantes.




Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX el municipio de Villaescusa del Butrón comprendía también a la cercana localidad de Huidobro, hecho que hay que tener en cuenta al proporcionar las cifras de población de Villaescusa. Durante aquellas décadas, el reparto de población entre ambas sería 60-65% para Villaescusa, 35-40% para Huidobro.

En 1900, la población de Villaescusa rondaría los 200 habitantes. A partir de 1930, Villaescusa desapareció como municipio, integrándose en el nuevo municipio de Los Altos. En 1946, Villaescusa tenía 137 habitantes; en 1975, únicamente quedaban 9 habitantes. Un despoblamiento demoledor en apenas treinta años, como en muchos pueblos del entorno.




A pesar de este descalabro poblacional, el pueblo nunca quedó completamente deshabitado ya que durante muchos años al menos dos personas pasaban todo el año en Villaescusa. Eso sí, la ruina y la rapiña hicieron mella en su caserío, iglesia incluida. Se derrumbaron tejados y paredes, desaparecieron escudos y piedras bien labradas, la vegetación comenzó a invadir casas y solares ... pero, milagrosamente, Villaescusa no pasó a ser uno más en el triste listado de los "pueblos del silencio".

Años más tarde, a principios del siglo actual, la población contaba con 4 empadronados; a partir de 2005 comenzó un sorprendente incremento poblacional: 2008 (9 hab), 2010 (12), 2014 (18), 2016 (43); a partir de este año los empadronamientos volvieron a disminuir: 2018 (29) y 2020 (22), pero existe un poblamiento consolidado. Son varias las personas que residen durante todo el año en el pueblo y hay un bar abierto también durante todo el año, para alegría de las muchas personas que realizan alguna de las varias rutas excursionistas señalizadas en la zona.




Muchas casas se han rehabilitado, se han levantado algunas nuevas y, admirablemente, se han consolidado las ruinas de muchas, intentando salvar al menos parte de la fachada principal y los portalones de piedra en arco de medio punto, el más evidente símbolo del antiguo esplendor del lugar.


CASAS CON PORTALONES EN ARCO DE MEDIO PUNTO: UN PUEBLO DE ARRIEROS Y LABRADORES HIDALGOS

Villaescusa fue durante tres siglos un lugar con casonas de piedra y puertas en arco de medio punto, algunas blasonadas, orgullo de sus hidalgos moradores. De las cincuenta casas con que contaba el pueblo en sus mejores tiempos, unas treinta disponían de portalón de piedra en arco de medio punto, una densidad no vista en ningún otro lugar del entorno.

Tanto en el Miñano como en el Madoz se recalca que la arriería constituía la actividad más frecuente entre los vecinos del pueblo. En sus reatas de mulas transportaban, sobre todo, pescado fresco procedente de los no muy lejanos puertos del Cantábrico.

Hoy, a pesar de las décadas de descalabro poblacional, es posible admirar aún gran parte de estos arcos en piedra, en forma de casas rehabilitadas o de ruinas consolidadas. Todo un ejemplo.













EL "PALACIO O CASA DE LOS LEONES": LA EXTIRPACIÓN DE UN ESCUDO Y SU REIMPLANTACIÓN EN LA CERCANA TORRE DE VALDENOCEDA

Entre las casonas en ruinas destaca -en la zona alta del caserío- la enorme mole del denominado "Palacio o Casa de los Leones", así llamado por la antigua existencia en su fachada de un gran escudo con dos leones pasantes en sus costados. Hoy en día, allí donde lució aquel escudo, solo encontraremos un feo remiendo a base de ladrillo y mampostería.




El "Palacio de los Leones" fue levantado en el siglo XVII y destaca por la excelente sillería de su fachada, su portalón muy descentrado (a derechas), una elaborada cornisa y dos ventanas adinteladas y decoradas con sendas rosetas hexapétalas. Su escudo extirpado no se encuentra muy lejos: apenas a 18 km por carretera.


Torre de Valdenoceda: escudo de los Villamor-Salinas sobre la entrada nueva (Foto: AQMA-Paco Lorca)


Escudo de los Villamor-Salinas (Foto: Santiago Abella)


El espléndido escudo del "Palacio de los Leones" de Villaescusa del Butrón fue extraído para su reimplantación sobre la entrada "nueva" de la conocida Torre de Valdenoceda, cuando esta fue reconstruida por Enrique de Villamor en los años sesenta (1962-1969) del siglo pasado.

En aquellos años, los propietarios de la torre de Valdenoceda, los Villamor-Salinas, también lo eran del "Palacio de los Leones", de varias fincas rústicas de Villaescusa y de lo que quedaba del antiguo molino de viento. 


He encontrado en la red una posible reproducción moderna del escudo de armas de los Villamor-Salinas.


LA IGLESIA DE SAN TORCUATO

Edificio de claro origen románico (siglo XII) que conserva de aquellos tiempos varios elementos: su única nave, dividida en tres tramos desiguales cubiertos con bóveda de cañón apuntado, con toscos capiteles que coronan los soportes interiores; en el exterior se conserva la cornisa moldurada en nacela y apeada en una serie de canes de somera decoración; y el elemento más destacable, su portada, situada en el muro meridional y conformada por un arco liso de medio punto rodeado por tres arquivoltas, la más exterior de las cuales lleva un arco polilobulado que recuerda al existente en la portada de la iglesia de Gredilla de Sedano y en una ventana de la de Porquera del Butrón.




El ábside románico desapareció en la reforma tardogótica que sufrió el edificio a principios del siglo XVI, por lo que nos ha llegado una cabecera cuadrada y amplia, cubierta con bóveda de crucería y abierta a sendas capillas y a una sacristía posmedieval.




Parece ser que la última misa celebrada en la iglesia aconteció el 28 de agosto de 1975, al oficiarse el primer aniversario de la muerte de un vecino del pueblo. Pocos años después, en abril de 1979, la iglesia sufrió el robo de 15 tallas enmarcadas en la puerta de la sacristía (siglo XVIII); para entonces, el edificio se encontraba ya en un estado de ruina inminente.





Afortunadamente, consiguió entrar en el "Convenio de las goteras" del año 2016, que salvó de la desaparición a la mayor parte del edificio. Las reformas llegaron tarde para la torre, que ya había colapsado parcialmente; no obstante, se han consolidado sus muros a la espera, quizás, de una futura rehabilitación. En la actuación de 2016 se han eliminado los restos del pórtico de mampostería que protegía a la portada.








UN MOLINO DE VIENTO EN LOS ALTOS

En la mayor parte de los pueblos que conforman el municipio de Los Altos nunca existieron molinos hidráulicos, consecuencia lógica de su propia ubicación en altas parameras, por donde solo discurren humildes arroyos de cabecera de caudal discontinuo e insuficiente para mover rodete hidráulico alguno.

Suponemos que, en aquellos tiempos, los vecinos de Los Altos bajarían a moler a los molinos de Ahedo, Tubilleja, Huidobro y Tudanca. Incluso, los molinos de Pesquera, El Almiñé y Río Quintanilla dieron servicio a los granos cosechados por sus vecinos de los páramos.

Nada se dice en el Catastro de Ensenada (pregunta nº 17) acerca de la existencia de molino alguno en el término de Villaescusa. 

En el Diccionario de Miñano (1826), sin embargo, se dice que Villaescusa disponía de un "molino de viento", mientras que en el Madoz (1850) se afirma que dicho pueblo disponía de "un molino harinero", sin especificar si de viento o hidráulico.

Suponemos que Madoz también se refería al molino de viento, aunque hay quien afirma que también existió un humilde molino de agua: ubicado en el sendero que desciende a Pesquera de Ebro, aprovechaba las estacionales aguas del arroyo Turrientes, por lo que solo molía en invierno.

El molino de viento de Villaescusa constituye un caso casi único de la provincia (existe otro en Castrecías): un molino eólico en la comarca que dos siglos y pico después sería la más eólica de todas; parece ser que el molino data de principios del siglo XIX (época napoleónica) y que, además de los granos de Villaescusa, también molía los de varios pueblos de la zona de Sedano y Valdivielso. Sus últimos propietarios conocidos fueron los mencionados Villamor-Salinas, dueños también del "Palacio de los Leones" y de multitud de fincas rústicas de Villaescusa.

Hoy en día, sin brazos ni sombrero, el edificio destaca por su excelente labor de cantería, conformando una construcción cilíndrica de unos cuatro metros y medio de diámetro interior y unas paredes de metro y pico de espesor. El paraje en el que se encuentra se denomina "Las Eras", a unos 200 metros al noreste del caserío.


UNA TIERRA EN PLENO "TERRITORIO MEGALÍTICO"

Haciendo honor a su nombre, el municipio de Los Altos dispone de un buen número de dólmenes, cistas y menhires. En el término de Villaescusa y sus inmediaciones se ubican un buen número de ellos, entre los que destacamos los siguientes: 

Cista de la Nava Alta: situada al lado de la cuneta izquierda de la carretera de Sedano a Pesadas, entre el sondeo petrolífero y la curva anterior a Villaescusa; casi pasa desapercibida, si no fuera por la presencia de un ejemplar de guillomo (Amelanchier ovalis) y apenas el asomo de las dos lajas laterales de la cámara. Es una de las tumbas megalíticas de la zona que no responde al esquema de sepulcro de corredor.

Se trata de una construcción simple, delimitada por dos grandes lajas calizas, que delimitan una superficie rectangular de unos 4 metros cuadrados. Excavada a finales de los años ochenta, en su interior se encontró un osario colectivo formado por restos de unos 24 individuos, entre los que destaca un cráneo trepanado y la preponderancia de restos de varón sobre los de hembra (en una proporción de 10 a 3). También se halló un abundante ajuar a base de cuentas de collar (más de cien), fabricadas sobre lignito; así como numerosas arandelas fabricadas a partir de huesos y corales fosilizados, brechas silíceas, calcitas y otros materiales en colores azulados y verdosos, procedentes tanto de los afloramientos cupríferos de la hoya de Huidobro como de lugares mucho más alejados (alóctonos). Tras la excavación, la cista fue de nuevo cubierta de tierra, dejando asomar únicamente las dos lajas de la misma manera que lo hacían antes de su exploración.




Túmulo del Paso de la Loba: ya en el término de Huidobro, muy cerca del límite con Villaescusa; situado en las inmediaciones de la lobera (a unos 200 m al sur de su foso), fue también excavado en los últimos ochenta, aunque en este caso no se procedió a su posterior cubrición, por lo que está gravemente expuesto a la acción de los elementos meteorológicos. Por los materiales óseos y el ajuar encontrado, cabría pensar en una utilización funeraria prolongada en el tiempo, con elementos de tipología campaniforme y de la Edad del Bronce. Pudiera catalogarse como túmulo postdolménico, no megalítico. En los alrededores hay varios túmulos más, sin excavar.




Túmulo y menhir de la Curva: se encuentra poco después de la cista de la Nava Alta, justo al lado de curva a izquierdas que describe la carretera en dirección a Villaescusa, señalizado por una buena mata de roble quejigo. Apenas levanta sobre el suelo circundante, apreciándose únicamente abundancia de piedra. En las inmediaciones, al lado de un majuelo, una laja partida que tiene todo el aspecto de posible menhir.




Menhir de Villaescusa 1: situado a poco más de un kilómetro al sureste de la cista de la Nava Alta; su localización resulta fácilmente accesible por el buen camino que, a la derecha de la carretera, surge al poco de la cista (en dirección a Villaescusa). La gruesa laja, posiblemente partida, se yergue al lado de un humilde majuelo. Estamos ante un menhir de fondo de valle, situado en la cabecera del arroyo Vallejul.


Menhir de Villaescusa 2: situado a unos 400 metros al este del anterior, continuando por el buen camino en dirección sur hasta una bifurcación que, cambiando bruscamente de sentido, se dirige hacia el noreste. La laja, ladeada, se encuentra hincada en un paraje con unas espléndidas vistas, destacando al norte la presencia de Dobro, recostado sobre la Peña Alta (1268 m). Al contrario que su vecino anterior, este menhir es de tipo culminante, ocupando una posición dominante sobre el entorno.





Menhir "caído" de La Loma: se encuentra situado en el extremo noroccidental de la amplia cadena de lomas que, desde Villalta, conforman El Cerro; justo en el límite entre los terrenos de Villaescusa y Gredilla; su localización es sencilla, cerca del penúltimo aerogenerador del parque eólico, acompañado por una vieja estaca inclinada y una chapa de límite de coto de caza. Desgraciadamente, el menhir se encuentra tumbado, una verdadera lástima para este espléndido ejemplar que mide algo más de tres metros. Quizás mereciera volver a su estado original. Una vez más se constata la presencia de estos megalitos justo en los límites entre dos términos, por lo que es lógico suponer que dichos límites se trazaban aprovechando la existencia de estos ancestrales hitos territoriales.




 
 

EL CORRAL DE LOS LOBOS: UNA LOBERA MERIDIONAL

A mitad del tramo de carretera que comunica Villaescusa y Huidobro, justo detrás del contundente desmonte efectuado en 1988 para facilitar las labores de prospección petrolífera del sondeo denominado "Tejón Profundo", se vislumbra una larguísima y semi arruinada pared descendente: es el muro occidental del "corral de los lobos", la lobera más meridional de este sector de la Cordillera Cantábrica (la lobera de la lora de Valdivia se sitúa un poco más al norte que esta).


Muro occidental, en la zona media de la lobera, donde las paredes aún presentan alturas respetables

Muro oriental, en la zona alta de la lobera, junto al portillo


Esta lobera, en la típica forma de embudo, se encuentra abierta al norte, allí donde los cantiles calizos desaparecen por un trecho, formándose una vaguada que sirve de paso de montaña desde la Hoya de Huidobro: el Callejo de los Lobos. El muro occidental mide unos 200 metros, el oriental algo menos (180 m), y el espacio abierto a la hoya unos 200 metros. El desnivel entre el portillo y el foso alcanza los 20 metros. El foso, de unos 11 metros de diámetro y cerca de 2 metros de profundidad, se encuentra -desde hace tiempo- totalmente colmatado de piedras, en previsión de posibles caídas de ganado y humanos.


Muro occidental, en la zona baja de la lobera, cerca ya del foso

La lobera se encuentra en terrenos de Huidobro, aunque limítrofes con Villaescusa; de hecho, el muro oriental de la lobera prácticamente coincide con el límite entre los dos términos.

A pesar de encontrarse sus muros en muy mal estado, la lobera de Huidobro sigue manteniendo gran parte de sus valores paisajísticos, etnográficos y biológicos. Los derruidos muros han sido colonizados por una llamativa gama de plantas leñosas y herbáceas. A mediados de mayo, abundan las peonías en flor, así como las aromáticas carrasquillas (Spiraea hypericifolia), aulagas (Genista), serbales (Sorbus aucuparia), mostajos (Sorbus aria) y una buena variedad de orquídeas silvestres (Orchis, Ophrys, Aceras...).

Al existir en el cercano Huidobro una cabaña ganadera relativamente importante, que pasta libremente por todos los parajes del término, aquí no se ha producido la invasión de maleza que suele darse en parajes abandonados a su suerte. La hectárea y cuarto que ocupa el terreno de la antigua lobera dispone de buenos pastos de media montaña, gracias a su situación a unos 1100 metros de altitud y a la abundante humedad aportada por la cercana hoya, desde la que ascienden corrientes de aire cargado de humedad, así como densas nieblas matinales. 


El foso -colmatado- en el que convergen los dos muros de la lobera

En alguna publicación se afirma que las piedras de la lobera procedían del antiguo "castillo de Butrón". Nada más lejos de la realidad, ya que aquel se encontraba a unos cuatro kilómetros y pico al sureste, en la alineación de lomas que llega hasta las puertas de Villalta. Tampoco parece que tenga nada que ver con el lugar de "Castrillo", cercano a Villaescusa. Más visos de realidad tiene esa otra información que habla de que parte de la piedra de los muros de la lobera fue reutilizada en el relleno de la cercana carretera de Sedano a Pesadas, abierta en los años treinta y rehabilitada en la segunda mitad de los sesenta del siglo pasado. 


EL "LEGENDARIO" CASTILLO DE BUTRÓN (O DE LOS BUTRONES)

La fortaleza fue supuestamente levantada en la primera mitad del siglo XI, con la misión de dominar el camino entre Valdivielso y Caderechas a través de los páramos que se extienden entre Pesadas y Sedano; su declive vendría ocasionado por el final de las escaramuzas con Navarra, siendo enajenado por la Corona en 1222, al donárselo Fernando III al monasterio de Las Huelgas, en la lejana ciudad de Burgos.

El castillo constituyó la cabeza de una jurisdicción o alfoz altomedieval, la de los Butrones, que comprendería lugares tales como El Cuerno (Villalta), Villaescusa, Pesadas, Huidobro, Cubillo, Porquera, Ahedo, Dobro, Escóbados de Arriba y de Abajo, Bárcena de Bureba y algún que otro despoblado. 




Existe cierta confusión con la ubicación de esta fortaleza. En varias publicaciones se confunde el castillo de Butrón con el lugar de Castriello, que se encontraría muy cerca de Villaescusa, a unos 600 al SW del actual caserío.

El castillo de Butrón, sin embargo, se encontraría mucho más alejado de Villaescusa, a unos 5 km al S-SE del pueblo, cerca de la zona en el que confluían los antiguos términos de Villaescusa, El Cuerno (Villalta), Escobados de Arriba y Quintanaloma. Esto es, en pleno centro de la jurisdicción antes descrita. Casi en el cuadrifinio (350 metros al sur) que delimita a los cuatro términos aludidos.

 

Las lomas del Cerro, entre Huidobro y Villalta, a la altura del Mojón de la Lata, posible localización del legendario castillo del Butrón, cabeza de una jurisdicción altomedieval

Sigpac (2009): supuestos restos del castillo de Butrón, con sus cuatro torres esquineras


En foto aérea se intuye que su planta pudiera alcanzar unas dimensiones de 47x43 metros, enmarcada por cuatro torres circulares de unos 12 metros de diámetro.

De todas formas, que nadie espere encontrar resto alguno en el lugar de la ubicación propuesta para el Castillo de Butrón. Su localización únicamente resulta posible mediante fotografía aérea, ya que sobre el terreno han desaparecido los restos de algún paredón que -según se afirmaba en una publicación de Luciano Huidobro- aún podían percibirse en los años cincuenta del pasado siglo. De todas formas, la zona se ha visto muy alterada por recientes plantaciones de pinos.

Justo encima (a unos 160 metros al NW) de su posible localización se encuentra la plataforma del último sondeo petrolífero que se realizó en la provincia de Burgos, el Lora-1 (1997). En el viejo camino de Poza a Sedano aún persiste la señalización del sondeo, justo en la bifurcación del camino que asciende hacia el parque eólico del Cerro y la cadena de 42 aerogeneradores allí instalada.




LA CERCANA HOYA DE HUIDOBRO, PARAÍSO DE GEÓLOGOS, ECÓLOGOS Y EXCURSIONISTAS

Huidobro formó parte del municipio de Villaescusa del Butrón hasta 1930, cuando ambas localidades fueron absorbidas por el nuevo municipio de Los Altos. Las relaciones entre ambos pueblos siempre fueron estrechas. Los terrenos de Huidobro eran ricos en bosques y pastos, los de Villaescusa, en tierras de labor y pastizales.




En el interior de la hoya podemos admirar: los densos bosques de hayas y robles; las antiguas minas de cobre; los dos pozos petrolíferos (Tejón-1 y Tejón-2), pioneros en España, ya que fueron perforados en el año 1900; la bonita iglesia románica recién retejada; los varios senderos caminables o ciclables ...

Poco más hay que añadir para recomendar la visita a este espléndido lugar, del que abunda información en la red.

 




FUENTES

-Las siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urría. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro. ACCI Ediciones (2018) [páginas 53-55, 142, 148]

-Poblamiento y sociedad en la transición al feudalismo en Castilla: castros y aldeas en la Lora Burgalesa. Iñaki Martín Viso. Studia Historica. Historia Medieval, 13. Universidad de Salamanca (1995) [páginas 10-11]

-Arquitectura fortificada en la provincia de Burgos. Inocencio Cadiñanos Bardeci. Diputación Provincial de Burgos (1987) [página 207]

-Villaescusa de Butrón (Donde ruina y gloria perviven). Juan José Pérez Solana. Diario de Burgos, 8 de octubre de 1978 [página 28]

-El partido judicial de Sedano (1). Luciano Huidobro. Boletín de la Institución Fernán González nº 137 (4º trimestre de 1956) [página 393]

-Burgos castillos y fortalezas. Isaac Rilova Pérez y Francisco Heras Arroyo. Aldecoa y Diputación Provincial de Burgos (2017) [páginas 418-419]

-Dobro de Aspera, Pesadas de Burgos y Villaescusa del Butrón. A la luz de la historia. Alberto Díez de Tubilleja y María Pilar Merlos.Vision Libros (2014) [páginas 206, 223-224, 350, 352]

-El petróleo de la Lora. La esperanza que surgió del páramo. Francisco Javier Ayala Carcedo. Dossoles. Burgos (2006) [páginas 30-46]

-Todo el románico de Burgos. Fundación Santa María la Real. Aguilar de Campoo (2009) [páginas 74-75]

-Los Dólmenes de La Lora. Germán Delibes de Castro y otros. Junta de Castilla y León (1993) [páginas 91-93]

-El túmulo protohistórico del Paso de la Loba (Huidobro, Burgos). Manuel A. Rojo Guerra. Trabajos de Prehistoria, 46 (1989) [páginas 99-116]

-Territorio Megalítico (Los Altos, Sargentes de la Lora, Valle de Sedano y Tubilla del Agua). Germán Delibes, M.A. Moreno Gallo, Rodrigo Villalobos, Angélica Santa Cruz y Javier Basconcillos (2021) 

https://territoriomegalitico.com/