sábado, 21 de noviembre de 2020

Carreteras, corzos, coches y buitres


Cualquiera que camine o pedalee por el campo, o que conduzca habitualmente por las carreteras de España, se habrá percatado del considerable aumento de la cabaña corcina. La ausencia de humanos y depredadores, entre otras causas, ha originado esta explosión demográfica.

Corzo en un trigal de San Pantaleón del Páramo

Y una de las consecuencias de esta abundancia de corzos es el aumento de atropellos y accidentes de tráfico con el corzo como protagonista: solo en la provincia de Burgos, unos 1300 accidentes e incidentes al año. Más de la mitad de los accidentes causados por fauna silvestre o asilvestrada están ocasionados por corzos. Más de un tercio, por jabalíes. Y precisamente la provincia de Burgos se encuentra a la cabeza nacional del número de accidentes ocasionados por corzos.

El momento más peligroso suele presentarse a últimas horas de la tarde de un día soleado, cuando los cérvidos cruzan carreteras en busca del agua de arroyos, charcas y manantiales.


Corzo en Valdefrailes (Ruyales del Páramo)

Si atropellas a un corzo y su cuerpo queda tendido en la calzada, tienes la obligación -legal y moral- de señalizar el accidente, avisar a la guardia civil de tráfico y, si la operación no reviste un grave riesgo para tu integridad física, retirar inmediatamente el cuerpo del animal de la calzada, evitando así que otros conductores puedan tener un accidente al intentar esquivarlo. La multa por no hacerlo, 200 euros.

En los últimos tiempos, además, hay que tener en cuenta otra variable a la hora de proceder a esa retirada urgente del cuerpo del animal atropellado.

Aunque parezca un canguro, es un corzo; en Castrillo de Rucios 


Cada día resulta más habitual el encontrarse con una bandada de buitres invadiendo la calzada de una carretera. Los corzos depositados en las cunetas constituyen un reclamo imposible de eludir para las aves carroñeras, aunque arriesguen su pellejo al situarse sobre la misma calzada o en sus inmediaciones. 

El pasado mes de octubre, en una soleada mañana, me encontré con dos bandadas de buitres ocupando parte de la calzada en dos carreteras cercanas, separadas por apenas quince minutos de conducción, ambas discurriendo por las parameras de Masa y Los Altos.

La primera bandada se encontraba en la carretera comarcal CL-629 (antigua nacional de Burgos a Santoña), a la altura de la Cruz del Muerto, cerca de Villalta; la segunda, en la comarcal CL-633 (de Masa a Poza y Cornudilla), a la altura de Los Pilones, término de Montorio.



En ambos casos, los buitres estaban en plena faena de aprovechamiento del cuerpo de sendos corzos, seguramente atropellados durante la noche anterior.




CORZO 1

La fotografía de la primera bandada no es muy buena ya que, con el coche estacionado en el arcén, la prioridad era retirar cuanto antes el cadáver del corzo de la cuneta, alejándolo lo más posible de la calzada.

Primera bandada de buitres, en la calzada y en la cuneta derecha, dirección Villalta (al fondo)

En este punto de la carretera de Santoña -cuyo nombre suena a advertencia: la Cruz del Muerto- los coches (y motos) suelen alcanzar altas velocidades, ya que se encuentra en una recta con ligera pendiente descendente en dirección norte, justo en la cuneta dónde se encontraban el corzo y la bandada.

El corzo de Villalta, o lo que quedaba de él

El cuerpo del corzo se encontraba en una fase avanzada de aprovechamiento por parte de las aves carroñeras: ya sin piel, faltaba gran parte de su carne y vísceras, sobre todo de la mitad delantera.


CORZO 2

La segunda bandada, localizada en las cercanías de Los Pilones, se encontraba ocupado la práctica totalidad de la calzada, aunque en un punto menos peligroso que el anterior, ya que el trazado de la carretera en esa zona no invita precisamente a circular muy rápido.

Una vez aparcado el coche en un camino cercano, me dio tiempo a fotografiar la secuencia del paso de otro vehículo, que circulaba a velocidad muy lenta, ya que la bandada se divisaba desde cierta distancia.







En este caso, también el cuerpo del corzo presentaba un avanzado estado de aprovechamiento carroñero, por lo que no se necesitó de excesivo esfuerzo -físico, al menos- para retirarlo unos metros, alejándolo de la calzada.


El corzo de Los Pilones, ya casi consumido

Todo parece indicar, pues, que no basta con la pronta retirada de la calzada del cuerpo del corzo; hay que evitar el depositarlo en la misma cuneta, apartándolo -si es posible- unos cuantos metros más, alejado de la calzada, para que la consiguiente llegada de las rapaces no interceda sobre la carretera. Ya sé que es fácil decirlo, y no tanto hacerlo. Más aún si el accidente sucede al atardecer, o de noche, y con el estado de excitación nerviosa que suele acompañar en estos casos.


Buitres al lado de la carretera N-627, entre Fuencaliente y Llanillo de Valdelucio



En carreteras de mayor volumen de trafico, como puede ser la N-627 (Burgos-Aguilar), también es cada vez más frecuente la presencia de bandadas de buitres en la calzada o en sus proximidades; presencia casi siempre relacionada con el aprovechamiento de animales atropellados.

En ocasiones, incluso, me he topado con algún buitre también atropellado, supongo que por reciente impacto con un vehículo pesado. Y cabe asegurar que el tamaño del cuerpo de un buitre extendido sobre la calzada no resulta precisamente pequeño, lo que puede ocasionar peligrosas frenadas y volantazos, en un intento por evitar pasar por encima del carroñero muerto.



BANDA SONORA

The Road to Hell (1989) es una canción de Chris Rea (1951), un polifacético músico y artista británico de ascendencia italo-irlandesa. La canción consta de dos partes, la segunda de las cuales alcanzó un notable éxito tanto en las listas británicas como en las internacionales. La letra hace referencia a los desesperos existenciales y al pesimismo por el deterioro medioambiental: cavilaciones que sorprenden al autor mientras soporta los cotidianos atascos de hora punta en las autopistas londinenses.   

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