lunes, 30 de noviembre de 2015

Huérmeces y el esperanto



El esperanto es una lengua artificial materializada oficialmente en 1876 por el oftalmólogo polaco Lázaro Zamenhof, con la esperanza de que se convirtiera en la lengua auxiliar internacional, en la lengua franca universal.

Ese año de 1876, Zamenhof, bajo el pseudónimo de Doktoro Esperanto (Médico Esperanzado), publicó la obra La Lingvo Internacia (La Lengua Internacional), en la que se describían las características del nuevo idioma. La segunda palabra del pseudónimo acabó por convertirse en el nombre del nuevo idioma, y a su manual se le acabó por denominar Unua Libro (Primer Libro).

Zamenhof creó el vocabulario esperantista a partir de varios idiomas, aunque adaptando las palabras a las reglas del esperanto (en cuanto a terminaciones y pronunciación). Gran parte del nuevo vocabulario procedía del latín y de las lenguas romances (principalmente francés e italiano), con alguna aportación de lenguas germánicas (alemán e inglés), eslavas (ruso y polaco), antiguo griego y algo de hebreo.

Su gramática se basa en 16 reglas gramaticales sin excepciones, con un alfabeto fonético (a cada letra le corresponde un solo sonido), una estructura muy regular y un carácter aglutinante (construye palabras de forma sistemática, a partir de raíces, prefijos y sufijos).

Por todo ello, el esperanto es, en principio, un idioma de aprendizaje rápido y sencillo; mucho más sencillo que el inglés, sobre todo para los hablantes de lenguas latinas.

El esperanto arrancó con fuerza en aquellas postrimerías del siglo XIX, especialmente en Europa, América del Norte, China y Japón, zonas geográficas con floreciente comercio y muy interesadas en el desarrollo de una lengua franca.

Aunque el movimiento esperantista atrajo a personas de todas las clases sociales e ideologías, su mayor difusión se produjo entre los miembros de la pequeña burguesía y élite cultural: comerciantes y profesionales liberales sobre todo, con puntual participación de clérigos progresistas y alta oficialidad militar.

En España, el esperanto adquirió fuerza en Levante, y se fundaron las primeras asociaciones esperantistas en Murcia (1902), Valencia (1903), Teruel, Manresa, Cardona y Toledo (1904).

En Burgos se creó en 1906 el Centro Esperantista Burgosa, presidido por Manuel Esteban Sáenz, muy activo en la organización de cursos, con la ayuda del tipógrafo José María Polo. El Castellano, diario editado en la capital, también colaboraba con el movimiento esperantista en sus inicios. 




La Sociedad Española para la Propaganda del Esperanto (Hispana Societo por la Propagando de Esperanto) editó en 1906 y 1907 sendos anuarios en los que venían relacionados los nombres de los socios, las asociaciones provinciales, los socios honoríficos, las cuentas y estatutos de la sociedad, los establecimientos comerciales que admitían correspondencia en esperanto, cursos de esperanto, prensa escrita colaboradora, etc.

En el anuario (Jarlibro) de 1906 vienen consignados los nombres de sus entonces 350 miembros (Nomaro de la Anoj); de esos 350 socios, cuatro residían en la provincia de Burgos; de esos cuatro, dos lo hacían en Huérmeces: 

- Socio nº 349: Eusebio Arroyo Dorao, párroco del pueblo entre 1902 y 1926. Nacido en Burgos en 1875. Llegó a Huérmeces con 27 años de edad.


- Socio nº 236: Rogelio Pérez Domingo, médico de Huérmeces desde 1897 hasta, como poco, 1913. Nacido en Ibeas de Juarros en 1873, llegó a Huérmeces con 24 años de edad.






Dado que don Rogelio posee un número de socio más antiguo que don Eusebio, es posible que fuera el médico el que introdujera al cura en la Sociedad Esperantista. Puede que el médico conociera de antemano a Manuel Esteban, el alma máter del movimiento esperantista burgalés.

Quizás don Eusebio, el cura, impartiera algunas clases de esperanto a los niños de la escuela; quizás don Rogelio, el médico, lograra que algún otro vecino con inquietudes mostrara interés por la nueva lengua.

La historia posterior del esperanto es de todos conocida: el poderío comercial, económico y político del mundo anglosajón acabó por imponerse y su lengua, el inglés, también. 


Un texto en esperanto: Prólogo (Antauparolo) del Anuario de 1906


Desconozco si hay alguien que hable esperanto en el Huérmeces de hoy, pero es justo recordar que, a principios del siglo XX, dos vecinos del pueblo, un cura y un médico, además de cuidar de almas y cuerpos, dedicaron parte de su tiempo a pregonar las virtudes de un idioma joven y, por entonces, con todo un futuro por delante.



En 2017 se celebrará en primer centenario de la muerte de Lázaro Zamenhof, Doktoro Esperanto, y a tal efecto el movimiento esperantista realizará multitud de actividades conmemorativas, alguna de ellas bajo el paraguas de la UNESCO.


Se estima que en la actualidad son capaces de hablar y entender correctamente el esperanto un mínimo de unas 200.000 personas en todo el mundo.


MAS INFORMACIÓN:

Federación Española de Esperanto:


Museu d’Esperanto de Subirats (MES):

http://museuesperanto.org/

Un blog en Esperanto y sobre el Esperanto:








2 comentarios:

  1. Rogelio Pérez fue un esperantista muy activo. Contribuyó con varios artículos a la revista Voĉo de kuracistoj que se publicaba en Lwów (ahora en Ucrania, Lviv, Leópolis) sobre la que acabo de escribir un artículo. También tradujo al castellano los resultados de una encuesta sobre el papel de los médicos en los duelos. Sí, un poco extraño desde el punto de vista actual, pero un debate ético interesante para la época. La traducción de Rogelio Pérez se publicó en la revista Siglo médico. He puesto un enlace a esta página tuya en mi artículo. Debo reconocer que nunca había oído hablar de Huérmeces. Es curioso cómo el esperanto llegó a pueblos bastante pequeños. Y, bueno, gracias al esperanto, el nombre de Huérmeces llegó a muchos rincones del mundo. Enhorabuena por tu blog.
    Amike,
    Javier Guerrero

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  2. Muchas gracias por tu interesante comentario. Y sí, los pequeños pueblos son, en ocasiones, una caja de sorpresas. Amike,
    José Luis

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