jueves, 6 de julio de 2023

Una estela a la memoria de Eugenio Alonso


Hace hoy ochenta y tres años, en la mañana del sábado 6 de julio de 1940, un rayo acabó con la vida de Eugenio Alonso Fernández, natural de Huérmeces, labrador, casado, de 67 años de edad.

Su hijo, José, que le acompañaba con la yunta de bueyes en el acarreo de yeros, resultó herido, y a duras penas logró llegar al pueblo para dar la terrible noticia.

Su hija, Leonila, que se encontraba en avanzado estado de gestación, perdió el hijo esperado a causa del choque emocional producido por la noticia.

A este suceso, que marcó profundamente a una generación entera de la familia, ya le dediqué uno de los primeros post de este blog: El abuelo Eugenio

Aunque haya pasado mucho tiempo y el número de años transcurridos no forme una cifra redonda, quizás ha llegado el momento de colocar una piedra conmemorativa en el paraje dónde se produjo la fatal descarga eléctrica, chispa o exhalación, que todos estos nombres eran sinónimos de rayo en aquellos tiempos.


EL PARAJE

El lugar en el que aconteció la muerte de Eugenio, sito en un paraje denominado Palillos, se ha ido transmitiendo de generación en generación familiar.




Palillos se encuentra muy cerca del cruce entre los caminos que, desde Huérmeces, se dirigen a La Lastra, Navas, Castrillo de Rucios, Valdevacas y Valdecofrades. Más que un cruce, se trata de una auténtica encrucijada de viales. En las inmediaciones del cruce existió, durante muchos años, en tiempos pre eólicos, un peculiar hito de hojalata, a modo de faro de secano: la vespa del camino Castrillo





En Palillosen una altiplanicie esteparia (1020 m) salpicada de matas de encinase encuentra el arranque del camino que desciende en dirección al vallejo de Navas, paraje de tierras arcillosas, aptas para el cultivo de leguminosas forrajeras.  




En Palillos también se extienden dos estrechos y curvilíneos roturos, casi unidos, en forma de media luna, y que siguen el contorno de las pequeñas vaguadas existentes en esta zona de lastras y afloramientos calizos.






Toda la zona es rica en geodas, aquí denominadas piedras de sal, por la querencia que por ellas sentía el ganado, ávido por lamer su superficie, rica en sales. Son geodas sin ningún valor comercial, al no presentar sus cristales cromatismo ni interés cristalográfico alguno.

Tanto los roturos como las matas de encina apenas han experimentado cambios en su tamaño durante los más de ochenta años trascurridos desde 1940. Quizás alguna mata de encina presente mayor densidad, puede que los dos roturos (de 3,3 y 0,8 hectáreas) se encuentren algo más despedregados, pero en esencia el paisaje natural sigue siendo el mismo.

El cambio más espectacular se manifiesta en los -tantas veces mentados en este blog- complementos paisajísticos: el parque eólico del Sombrío, con sus catorce aerogeneradores, sus modernas pistas de servicio y, a escasos cien metros del lugar, una enorme torre anemométrica con su correspondiente pararrayos.





Quiero pensar que si mi bisabuelo Eugenio levantara la cabeza, pensaría algo así como "a buenas horas, mangas verdes".

En Navas se encontraba la parcela cultivada de yeros por la que Eugenio y José habían madrugado aquel 6 de julio; y es que -para evitar los calores de julio- resultaba conveniente realizar a primera hora del día el acarreo de la entonces popular leguminosa forrajera, muy utilizada en alimentación animal.




Para volver de Navas (980 m de altitud) a Huérmeces, con el carro cargado de yeros, hay que superar un pindio camino de casi un kilómetro de dura ascensión, salvando los 40 metros de desnivel que existen con respecto a la culminación del camino en Palillos (1020 m).



El firme del camino, una vez superadas las arcillosas tierras del vallejo, es duro y pedregoso, y sigue un sinuoso trazado pegado al costado septentrional de Monte las Eras.




Los últimos trescientos metros del camino de ascenso discurren entre matas de encina, hasta alcanzar el paraje de Palillos.


LA PIEDRA

La estela dedicada a Eugenio, como no podía ser de otra forma, tendría que ser una piedra de la zona; una caliza mesozoica, propia de los afloramientos rocosos que aparecen al norte y al nordeste de Huérmeces.




La piedra finalmente seleccionada procede de los altos de Itero, una zona esteparia cuyas lastras fueron salvajemente descuajadas por potente maquinaria subsoladora, allá por el año 2006. Aquellos insensatos trabajos de plantación de pinos, ejecutados en gran parte de la comarca al albur de las subvenciones europeas para la forestación, originaron el afloramiento artificial de grandes cantidades de lajas calizas, entre las que se encuentra la elegida.




Eso sí, a la piedra original se le tuvieron que practicar un par de cortes en sus bordes, para eliminar peso y superficie poco útil. De esta manera se consiguió reducir el peso y tamaño de la piedra en casi una sexta parte.




Los altos de Itero se encuentran a poco más de dos kilómetros al noroeste de Palillos, y las calizas mesozoicas que revisten sus estepas pertenecen al mismo tiempo geológico que las que aparecen en la zona de Palillos-La Lastra-Monte las Eras-Valdevacas.

Se trata de calizas de color crema que, expuestas a la intemperie, adquieren tonalidades grisáceas más o menos oscuras. Se formaron durante la era Mesozoica, período Cretácico Superior, edad Turoniense; esto es, se formaron hace unos 90-94 millones de años.




Se trata de calizas mucho más antiguas que las que afloran en los páramos que discurren al oeste y al sur de Huérmeces; estas jóvenes calizas de páramo se formaron durante el Mioceno (Era Terciaria), hace "solo" 6 millones de años.





Una vez cortada, tenemos una pieza de unas dimensiones aproximadas de 43x68 cm, con un grosor medio de 5,5 cm. Estas dimensiones suponen un peso aproximado de 44 kg, ya que el peso específico de este tipo de caliza alcanza los 2,75 g/cm3 (mucho más alto que los 2,14 g/cm3 de la caliza de Hontoria, por ejemplo). 

Tenemos, pues, una piedra densa, pesada y -esperemos que- resistente.


LA EPIGRAFÍA

Al final, he preferido utilizar el reverso de la piedra (cara que se encontraba en la zona inferior cuando los estratos horizontales fueron arrancados por las labores de subsolado forestal) para la grabación del texto, ya que presentaba una superficie más regular que el anverso, que habría exigido una excesiva labor de pulido.




Una vez acondicionada y pulida la cara elegida para la grabación del texto, únicamente queda la selección de las palabras que van a grabarse. Las reducidas dimensiones de la piedra no permitían ningún alarde epigráfico, por lo que debía reducirse al máximo el número de caracteres.

En las estelas antropomorfas o discoideas modernas, típicas del siglo XIX, el texto solía incluir:

  • el nombre y primer apellido del fallecido en descampado
  • la fecha del suceso (fecha completa o únicamente el año)
  • en ocasiones, también el motivo del fallecimiento, sobre todo si era debido a muerte violenta o por descarga eléctrica (chispa, rayo)
  • todo lo anterior solía estar precedido por la leyenda "AQUI MURIO"

Por lo tanto, el texto elegido sería escueto, dada la limitación de espacio, pero contendría la información mínima necesaria para identificar a la persona, el motivo de su muerte y la fecha del suceso:

AQUI MURIO
ALCANZADO
POR UN RAYO
EUGENIO ALONSO
6-VII-1940

En cuanto a la elección de tipos de letra, no hubo muchas opciones ya que, dada la absoluta inexperiencia de este bloggero en labores de grabado en piedra, se optó por unos tipos rectilíneos, sin serifa, huyendo de curvas y alardes. Quedaron unos tipos raros, pero legibles, que es de lo que se trataba.

Para la grabación de los 48 caracteres se utilizó una mini herramienta eléctrica, usando como útil grabador una piedra abrasiva (en concreto, una piedra afiladora de cadena de motosierra) de 4 mm de diámetro.




Para el pintado de los caracteres grabados, se optó por utilizar un rotulador-marcador de punta cónica y tinta indeleble de color negro.



 
Por último, se procedió a pintar la totalidad de la piedra con un baño hidro-repelente para materiales porosos. Baño que habrá que repetir todos los años, si es que queremos que la piedra (por lo menos la cara epigrafiada) no se vea invadida por musgos y líquenes.

En cuanto a elementos decorativos, ya conocía que en la práctica totalidad de las estelas del siglo XIX solía añadirse una cruz, en relieve o rehundida, de tamaño y situación variables. Solía tratarse de una cruz latina, aunque también se ven cruces de calvario y cruces griegas patadas.

Sin embargo, he preferido no incluir cruz alguna en la estela de Eugenio, para no añadir caracteres religiosos concretos a un elemento conmemorativo que en sí mismo los posee todos. He colocado, en la zona superior de la estela, un pequeño caracol de piedra, fósil cuya presencia resulta muy habitual en las cercanas tierras de Valdelebrín y San José.

El caracol (o la espiral) era un elemento relativamente frecuente en las marcas de cantero o signos lapidarios medievales. Aunque su simbología no está clara, hay quien propone que el caracol podría hacer referencia al lento laboreo del cantero como garantía de trabajo bien hecho.

En el caso del caracol sobre la estela de Eugenio, prefiero pensar que hace referencia al más que lento proceder de este bloggero, que ha tardado casi cuarenta años en concretar una idea que se le pasó por la cabeza cuando su padre le mostró el lugar en el que se había producido el fatal suceso.

 
LA PIEDRA HINCADA Y ANCLADA EN EL PARAJE

Al final, el lugar elegido resultó encontrarse a la vera de una pequeña y aislada mata de encina, cuyo tamaño no permite asegurar que ya existiera hace ochenta años. La mata se encuentra situada al lado izquierdo del camino que se dirige hacia Navas, y se eligió esa ubicación para que la cara epigrafiada de la estela mirara hacia el sur (sureste, más bien), en un intento por protegerla de los fríos embates del cierzo y de los hielos propios de una orientación norte.





Por otra parte, la ubicación de la estela al lado de una mata de pequeño tamaño intenta evitar la interferencia en posibles aprovechamientos de leña, ya que la mata no se convertirá en candidata susceptible de dicho aprovechamiento hasta dentro de muchos años.

También se tuvo la precaución de no acercarse demasiado a la mata (el ahoyado se realizó a metro y medio de la misma) para evitar en lo posible dañar a su sistema radicular. La tierra procedente del hoyo se extendió, niveló y compactó justo al lado de la propia mata, en una zona descarnada por la erosión. La piedra se encuentra anclada a una zapata de hormigón de unos 80 kilos de peso.





Como nota pseudo poética, cabe añadir que en el mismo atardecer del día en el que la estela de Eugenio quedó anclada en el paraje de Palillos, una oveja del rebaño de Huérmeces tuvo a bien parir un cordero justo a su vera. El ciclo de la vida y de la muerte, que nunca se detiene. 





Y como no podía ser de otra manera, tanto el día en el que se eligió el emplazamiento definitivo de la estela (2 de junio), como el día en el que se cavó el hoyo para aquélla (17 de junio), y como el día en el que finalmente se hincó y ancló la piedra (18 de junio), resultaron ser días (tardes) de tormenta. No llovió gran cosa, no granizó, los truenos y relámpagos fueron débiles, pero días de tormenta al fin y al cabo.




Por último, agradecer que tanto para las labores de acarreo de la piedra desde su lecho original como para las de hincado y anclado de la estela, conté con la inestimable ayuda de mano de obra familiar.

   

APUNTES GENEALÓGICOS

Eugenio Alonso Fernández (Huérmeces, 12 febrero 1873 - 6 julio 1940)

ASCENDIENTES

Bisabuelos:

  • Facundo Alonso Arce (Ruyales del Páramo, 1780)
  • Gertrudis Espinosa Fontúrbel (Hces, 1780)
  • Manuel Fernández Tudanca (Hces, 1780)
  • Vicenta Espinosa Fontúrbel (Hces, 1778)
  • Félix Fernández Díez (Hces, 1776)
  • Juliana García Pérez (Las Celadas, 1779)
  • Patricio Crespo Díez (Castrillo de Rucios, 1776)
  • María Cruz Crespo Alonso-Güemes (Hces, 1776)

Abuelos:

  • Mariano Alonso Espinosa (Hces, 1801)
  • María Fernández Espinosa (Hces, 1801)
  • Pedro Fernández García (Hces, 1807)
  • María Crespo Crespo (Hces, 1809)

Padres:

  • Julián Alonso Fernández (Hces, 1837)
  • Gregoria Fernández Crespo (Hces, 1840)





Julián Alonso contrajo matrimonio en Huérmeces con Gregoria Fernández en 1865; Julián ejerció la profesión de carretero, primero en Los Tremellos, dónde nacieron sus dos primeros hijos, y luego en Huérmeces, dónde nacieron los dos úl
timos:

  • María (Los Tremellos, 1866)
  • Ceferino (Los Tremellos, 1869)
  • Eugenio (Hces, 1873)
  • Mariano (Hces, 1878) 

María contrajo matrimonio en Huérmeces, en 1889, con Natalio [Díaz-] Villalvilla Hidalgo (Hces, 1856) y tuvieron once hijos (Emiliano, Francisco, Bernardo, Fidel, Eustasio, Jacinto, Pablo, Casilda, Elisa, Dolores y Victorino), que se establecieron en Cádiz, Tetuán, Madrid y Punta Alta (Argentina). A uno de los hermanos [Díaz-] Villalvilla Alonso ya le dedicamos una entrada: Bernardo Villalvilla: prófugo en España, marino en la Argentina

Ceferino abandonó Huérmeces poco después de cumplir los 22 años de edad, tras librarse de cumplir con la patria, por su baja estatura. Se convirtió en procurador de los tribunales y se estableció en Reinosa, dónde transcurrió toda su carrera profesional. Se casó con Josefa Pérez Hidalgo (+Villadiego, 1936) y tuvieron siete hijos (?, Julián, Beatriz, Emiliano, Agustín, Argentino y José).

Mariano falleció de niño, a los diez años de edad (1889), según consta en el libro de finados.

DESCENDIENTES 

Eugenio contrajo matrimonio en Huérmeces, el 5 de abril de 1894, con Elisa Villalvilla Varona (Hces, 1874-1957), hija de Simón Villalvilla Güemes (Hces, 1839) y Felisa Varona Alonso (Hces, 1839).

Los descendientes de Eugenio y Elisa fueron:

Hijos (6):


Nietos (21):

Victoria, Anunciación, Elisa, Agustín, Carmen, Casilda, Máxima, Secundina, Regina, Constantina, María Begoña, María del Carmen, Jesús, José, Elisa, Caridad, Agustín, Julián, Fernando Eugenio, Alberto y José Enrique.

Bisnietos (37):

Jesús, Casilda, María Isabel, María Luisa, Dolores, Milagros, Aurelio, Miguel Ángel, María Begoña, Pilar, Yolanda, José Ignacio, Tomás, Cristina, Miguel Ángel, Ana María, María Isabel, Alfredo, María Belén, José Luis, María Rosa, Thomas, Michael, César, Iñaki, Raúl, Nacho, Olga, Sergio, Olga, Raúl, María José, Carolina, Mónica Marina, Berta, José Enrique y María José.


Hoy en día, en pleno siglo XXI, cuando ya corretea la quinta generación de descendientes de Eugenio (los "trastataranietos"), y cuando el miedo a las tormentas se encuentra más que olvidado, lo que no conviene olvidar es cuándo y en qué lugar se escribió parte de la historia familiar.




Porque, quizás, si aquel rayo no hubiera acabado con la vida de Eugenio aquel mentado día de hace 83 años, su hija Leonila no habría perdido a su esperado cuarto hijo y ... quizás, sencillamente, alguno de nosotros ni siquiera estaríamos aquí.

Ese es el sentido y el propósito de la estela de Eugenio, de la estela de Palillos.


ANEXOS


OTRA ESTELA EN LA COMARCA

Una estela en Ocejo, entre Quintanilla Pedro Abarca y Ruyales del Páramo


LA PRENSA LOCAL DE AQUELLOS DÍAS DE JULIO

Puede resultar sorprendente que en ninguno de los dos periódicos provinciales (Diario de Burgos y El Castellano) se recogiera la noticia de la muerte por rayo acaecida en Huérmeces. No aparece mención alguna al suceso ni en las ediciones del mismo día 6 de julio (recordemos que el suceso ocurrió de mañana), ni en ninguno de los días posteriores; teniendo en cuenta que el lunes 8 de julio no hubo prensa en Burgos (ya que aún no se había creado la Hoja del Lunes provincial, que llegaría en 1950), se ha tenido la precaución de revisar los ejemplares de los siete días siguientes al suceso.

Como mera curiosidad cuasi sarcástica, cabe añadir que la única aparición de la palabra "rayo" en las ediciones del Diario de aquellos días de julio hace referencia al estreno en el Teatro Principal de Burgos de la obra titulada "El rayo", de Muñoz Seca y López Nieto, interpretada por el Grupo Teatro de Educación y Descanso, de la Central Nacional Sindicalista.


Diario de Burgos: ediciones de los días 9, 10 y 11 de julio de 1940

Aunque la extensión de los periódicos locales en aquellos años era muy reducida (cuatro repletas páginas), siempre había un hueco para las noticias luctuosas, entre las que las muertes por rayo disponían de una clara preferencia. Por eso sorprende aún más la ausencia de la noticia.

A título de ejemplo, poco menos de dos meses antes, el 14 de mayo de 1940, tanto El Diario de Burgos como El Castellano recogían la noticia del fallecimiento de un hombre de 38 años, al ser alcanzado por un rayo en la granja de San Martín de la Bodega, sita en el antiguo camino de Villalón de la capital burgalesa.

Y en otras provincias, la prensa local también se recoge el suceso de Hornillos de Cerrato (Palencia), acaecido el 17 de mayo de 1940, cuando un rayo mató a un joven labrador de 19 años. 

Por lo tanto, no parece que -a pesar de que el país se encontrara en el primer año de la larga posguerra- existiera algo parecido a una "censura" en cuanto a hechos luctuosos. Quizás haya que inclinarse más por la idea de que el escaso espacio disponible en la prensa se dedicara en gran parte a recoger los eventos principales de la guerra mundial, que en aquellas semanas se encontraba en plena fase arrolladora de los ejércitos alemanes. Los alemanes habían llegado a la frontera franco-española el 27 de junio y en el ambiente flotaba la posibilidad de que España entrara en la guerra. Por lo tanto, el resto de noticias importaban menos, y ocupaban escaso o nulo espacio. 

Lo que sí aparece en la prensa local y nacional de aquellos días es la gran profusión de tormentas y tiempo general revuelto durante la primera quincena del mes de julio de 1940, especialmente durante los días 6 y 7.

Así, el Diario de Burgos recoge en su ediciones de los días 6 y 7 de julio la noticia relativa a la gran tormenta sufrida por Madrid en la madrugada del día 6, tras soportar una jornada de calor sofocante. La noticia nos habla de inundaciones en diferentes barrios de la capital, así como del importante aparato eléctrico, uno de cuyos rayos impactó sobre el transformador de Nuevos Ministerios, dejando sin fluido eléctrico a gran parte de la ciudad.

El Diario también recoge, en la edición del 7 de julio, que el mal tiempo había obligado a suspender la verbena prevista la noche anterior en el Paseo del Espolón.

Por su parte, la prensa nacional recoge ampliamente la importante incidencia que el mal tiempo había tenido en el desarrollo de las fiestas de San Fermín de aquel año.    











LAS DOS MUERTES POR RAYO DE MAYO DE 1940


El Castellano, Burgos 14 de mayo de 1940 

Heraldo de Zamora, 17 mayo 1940 [Palencia, no Valencia]


LA ESTACION PLUVIOMÉTRICA DE HUÉRMECES

En aquellos años, Huérmeces disponía de una estación meteorológica, aunque únicamente registraba valores pluviómetricos. La estación se había fundado en el año 1929, y desde el principio estuvo instalada en el huerto rectoral, siendo su observador el párroco Félix López Hidalgo, hasta que abandonó el pueblo en 1957.





Después del párroco, y durante muchos años, el encargado de efectuar las lecturas del pluviómetro y anotar el resto de fenómenos meteorológicos fue el vecino Bienvenido García Martínez (Hces, 1900).


Resumen de observaciones meteorológicas de 1940, relación de estaciones, provincia de Burgos


En la estación de Huérmeces se registraron, aquel mes de julio de 1940, tres días de lluvia, de los cuales fue el día 7 el que mayor cantidad de lluvia aportó, 15 litros por metro cuadrado. En julio se dieron tres días de tormenta, uno de ellos con granizo.


Resumen de observaciones meteorológicas de 1940, Estación Pluviométrica de Huérmeces


En otras estaciones cercanas, se registraron valores pluviométricos similares, todos de carácter tormentoso. Así, en Burgos, se recogieron 26 litros el día 6 de julio; en Villadiego, 14 litros el día 7 de julio; y en Villasilos, 11 litros el día 7 de julio.  

En estaciones más alejadas también se registraron precipitaciones de carácter tormentoso durante esos dos días: Miranda de Ebro (15 litros el día 7); Vitoria (19 litros el día 6); San Sebastián (35 litros el día 6); Pamplona (61 litros el día 6); Santander (27 litros el día 6); Gijón (30 litros el día 6); Segovia (35 litros el día 6); Soria (14 litros el día 6); Valladolid (1 litro el día 7); Madrid (28 litros el día 6); Palencia (3 litros el día 6); León (1 litro el día 6).

Todos los datos indican que, entre los días 6 y 7 de julio de 1940, se registraron fuertes precipitaciones de carácter tormentoso en varias localidades de la provincia de Burgos y en buena parte de la mitad norte de la península.


EL PARAJE DE PALILLOS DESDE EL AIRE (1956-2020)


Vuelo americano, 8 de octubre de 1956


En los poco más de veinte años transcurridos entre el vuelo americano de 1956 y el efectuado por el IRYDA en 1977 escasas son las diferencias paisajísticas apreciadas desde el aire. De todas formas, hay que tener en cuenta la escasa calidad de la foto americana, que no permite apreciar muchos elementos con detalle.


Vuelo IRYDA, noviembre de 1977

También escasas son las diferencias paisajísticas apreciables en los 28 años que trascurren entre el vuelo de 1977 y el de 2005. Acaso, un mayor desarrollo en las matas de encina, fruto de la menor presión humana y ganadera soportada. También se aprecia la completa desaparición del camino que se dirigía hacia la zona media del roturo de Palillos desde la culminación del camino de Castrillo, viniendo desde Huérmeces.


PNOA, 19 de julio de 2005 (poco antes de la irrupción de la "Era Eólica" en la zona)

PNOA, 27 de julio de 2007 (el parque eólico, en plena construcción)

PNOA, 24 de junio de 2009 (el parque eólico, ya en funcionamiento)


La irrupción de la "Era Eólica": como ya se comentó en un antiguo post, Eolic Park, entre 2003 y 2010 se inauguraron en terrenos del término municipal de Huérmeces cuatro parques eólicos:

  • La Lastra (2003): 7 molinos, de los que cuatro se levantan en terrenos de San Pantaleón del Páramo, dos en el término de Quintanilla Pedro Abarca y uno en el término de Ruyales del Páramo
  • Úrbel del Castillo II (2004): 25 molinos, de los que tres se ubican en terrenos de Quintanilla Pedro Abarca y nueve en San Pantaleón del Páramo
  • El Sombrío (2009): 14 molinos, todos en terrenos del término de Huérmeces
  • Páramo Vega (2010): 9 molinos, de los que siete se sitúan en terrenos del término de Huérmeces 

Fue en 2007 cuando comenzaron las obras del parque eólico de El Sombrío, cuyos 14 aerogeneradores entraron en funcionamiento en 2009. Los nuevos viales de servicio del parque, aunque se trazaron -en gran parte- sobre los viejos caminos existentes, supusieron 4,5 km de amplios y compactos viales en este sector de las alturas orientales de Huérmeces, entre La Cuesta el Cuerno, Buen Tudanca, Valdecofrades, Matacubillas y Palillos-Monte las Eras



PNOA, 23 de agosto de 2020

Afortunadamente, en la zona de Palillos no se vio afectada mata de encina alguna ya que, tanto el molino nº 1 como la torre anemométrica se instalaron en terrenos libres de matas, y los viales de servicio siguieron la traza de los ya existentes. No ocurrió lo mismo en otras zonas de este parque eólico. Que se lo pregunten, entre otros damnificados, al amputado corral de Matacubillas.

4 comentarios:

  1. No hay palabras de agradecimiento para Jose Luis, sobre la extensa labor de busqueda de la historia de Huermeces y su gente tan magistralmente expuesta. Es de agradecer que Jose Luisc comparta y nos permita conocer toda esta información. Ha de ser realmente difícil y es obvio que requiere un gran esfuerzo y trabajo que está plasmado de forma exquisita y asequible para todo lector. Muchas gracias Jose Luis

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  2. Muchas gracias por la información

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  3. Una iniciativa muy loable
    Gracias por descubrirnos nuevas historias, José Luis

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