sábado, 16 de mayo de 2020

Castrillo de Rucios: fiestas del Rosario (1925)


Un camino de cuatro kilómetros y medio separa a Huérmeces y Castrillo de Rucios. Mejor dicho, separaba, ya que desde que -a principios de los noventa- la nueva carretera N-627 (Burgos-Aguilar) cortó dicho camino en su tramo final, hay que dar un pequeño rodeo que supone añadir un kilómetro más al recorrido.


El camino de Castrillo arranca, con fuerte pendiente, en el barrio de Mercado, alcanzando el alto de Cotejón tras 1 km de trazado
En este mapa del año 1928 quedan reflejados los 4500 metros del camino entre Huérmeces y Castrillo, por Monte las Eras. La antigua cañada de merinas hace las veces de raya entre los dos términos; el arroyo de Rucios atraviesa el camino en su descenso final



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A pesar de la pindia cuesta que arranca del barrio de Mercado, puede considerarse que el camino de Castrillo supone un agradable paseo, fuera de los días más calurosos o más fríos del año, claro está. En tiempos pasados, el estado del camino en este primer tramo dejaba mucho que desear, sometido a las periódicas acometidas de la Torca, que lo bordea por su izquierda.

Castrillo de Rucios, al fondo, desde la bajada de Monte las Eras; el amplio valle arcilloso formado por el arroyo de Rucios


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El camino atraviesa en toda su extensión (1 km) el espeso monte de encinas conocido como Monte las Eras. Sombra en verano, abrigo de los vientos en invierno, la travesía del monte constituye uno de los paseos más gratificantes del término. Al llegar al extremo nororiental de Monte las Eras, una fuerte bajada nos adentra en un amplio valle, casi completamente cultivado, y que se extiende hasta las mismas casas de Castrillo.

Castrillo de Rucios, desde Monte las Eras



Este valle de altura (más de 950 m de altitud) es producto de la labor erosiva del arroyo de Rucios, que tiene su cabecera en los parajes de Fuentipedro, Navas, Valdevacas y El Soto.





Durante poco más de 4 km, en una dirección predominante NW-SE, el arroyo de Rucios discurre plácidamente, sin apenas desniveles que salvar. Este plácido discurrir dura hasta que el arroyo alcanza el paraje denominado La Hoz, preludio del largo desfiladero del Rucios que, en sus 2 km de vueltas y revueltas, forma uno de los paisajes más interesantes de La Comarca, antes de desembocar en el Ubierna a la altura de San Martín.

Una de las estampas más bellas de las Billetas: la iglesia de Castrillo, con su ábside mirando hacia el este, se encarama en la loma del Castro, ese afloramiento calizo parcialmente poblado de encinas que, con un poco de imaginación, se asemeja a la figura de un enorme lagarto de pobladas cejas, oteando hacia el norte; el cuerpo, las patas, la cola enroscada y las cejas son recientes, como puede comprobarse en las ortofotos inferiores; el Castro estuvo prácticamente deforestado hasta hace poco




El Castro-Vuelo interministerial (años 70)
El Castro-Sigpac (2009)

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Cuatro tipos de paisaje definen casi totalmente al término de Castrillo: montes de encina, bosquetes de quejigo, pinos de repoblación y tierras cultivables, principalmente arcillosas.

El monte de encina crece sobre terrenos rocosos calizos, propios del Cretácico Superior. En las zonas provistas de mayor profundidad de suelo, en laderas y vallejos, crecen bosquetes de quejigo. Y en terrenos algo más sueltos (Valle Sedón), pinos.


Abandonada explotación de áridos, situada al sur de Castrillo, en una pequeña mancha de arenas y gravas; al fondo, a la izquierda, afloramientos calizos de la zona de Ubierna, horadados por el arroyo de Rucios en forma de desfiladero, que arranca a la izquierda del pinar de Valdeperal


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Los terrenos cultivables son predominantemente arcillosos, por lo que en años de lluvias cicateras los rendimientos no son tan escasos como en otros lares, aunque en años muy lluviosos se vuelvan intratables. Se trata de arcillas rojas, pertenecientes a la denominada "Facies Bureba", dentro del Mioceno Inferior.

Muy cerca del pueblo, a unos 350 metros al sur, existió una explotación de áridos, que no hacía sino aprovechar la pequeña mancha de arenas y gravas de la "Facies Utrillas", las apreciadas arenas albienses, similares a las explotadas en los arenales de Montorio. La mancha arenosa ocupa ambos lados del último kilómetro de la carretera de acceso al pueblo.



Valdevacas, Monte las Eras, Navas y su pinar, vistos desde Castrillo de Rucios


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Como mera curiosidad, a escasos 400 m al NW del pueblo existe un pequeño afloramiento ofítico, en terrenos de arcillas yesíferas del Keuper. De manera dispersa, aparecen ejemplares de ofitas redondeadas, de predominante tono grisáceo, que apenas destacan sobre el entorno. Nos encontramos en plena falla Úrbel-Ubierna, por lo que no nos puede extrañar esta relativa variedad geológica.


Paraje de Las Monjas, en el que aparecen algunas ofitas dispersas, en terrenos del Keuper
Ofita (Las Monjas)


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A pesar de esta cercanía geográfica y paisajística, ambos pueblos pertenecen a subcuencas hidrológicas diferentes (Huérmeces a la del Úrbel, Castrillo a la del Ubierna), lo que quizás esté en el origen de una clara diferenciación histórica entre ambos pueblos.


Archivo Photo-Club, Diput. Prov. de Burgos (1931)

La primera referencia documental de Castrillo data del año 1055 (Castriello qui est in Overnia) y, aunque de Huérmeces existe alguna referencia anterior, puede suponerse que la época de fundación de ambos pueblos no sería muy dispar: los primeros tiempos de la repoblación en la zona (finales del siglo IX o principios del X). Castrillo es de significado obvio (pequeño castro o fortificación) y Rucios se refiere a los asnos, algo que siglos más tarde se concretaría en la importancia económica que el ganado mular adquiriría en la zona.

Cuando estas tierras comenzaron a organizarse en alfoces, Castrillo quedó incluido en el alfoz de Ubierna, mientras que Huérmeces lo hizo en el de Mansilla. Esto originó que también acabaran por pertenecer a merindades diferentes: Castrillo a la merindad de Burgos con Ubierna, Huérmeces a la de Castrojeriz


Archivo Photo-Club, Diputación Provincial de Burgos

En el famoso libro Becerro de las Behetrías (1352), Castrillo (Castriel de Ruçios) pertenece al Hospital del Rey, de Burgos, mientras que Huérmeces (Guermezes) es un lugar de behetría de Lope Díaz de Rojas, como muchos de los pueblos del valle medio del Úrbel.

En lo que coinciden ambos pueblos es en el predominio absoluto de vecinos hidalgos sobre los pecheros. En el "Vecindario de Ensenada" (1759), 13 de los 14 vecinos de Castrillo son hidalgos; e hidalgos son 56 de los 73 vecinos de Huérmeces (Huermezes). En el entorno inmediato, solo Robredo y Villalvilla superan a Castrillo en porcentaje de hidalgos (100%), mientras que Ruyales, Ubierna y Hontomín presentan niveles parecidos a Huérmeces (75%). En el extremo opuesto, Gredilla la Polera, Mata, Montorio, Quintanilla Pedro Abarca y Quintanilla Sobresierra presentaban escasos niveles de "hidalguía" en aquellos tiempos. Pura tontería, pero fastidiaba. Afortunadamente, todo aquello acabó ya hace mucho tiempo.


La pequeña laguna de Valdevacas, en terrenos limítrofes entre Huérmeces y Castrillo, constituye un frecuentado bebedero para ganados y fauna silvestre; suele secarse al final del estío

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Durante casi medio siglo, entre los años 1785 y 1833, Castrillo pertenecía a la Jurisdicción de Río Ubierna, dentro del Partido de Burgos, y Huérmeces era la "capital" de la Jurisdicción de Haza de Siero, dentro del Partido de Castrojeriz.

El haber pertenecido históricamente a entes administrativas distintos ha originado que, ya en tiempos más modernos, Castrillo y Huérmeces se hayan visto definitivamente encuadrados en municipios diferentes.




Durante el periodo 1834-1857, Castrillo conformó municipio independiente; posteriormente, se vio incluido en el municipio de Gredilla la Polera (Gredilla, Robredo, Villalbilla, Mata y Castrillo). Estos cinco pueblos, junto con Quintanarrío (perteneciente entonces al municipio de Quintanilla Sobresierra) componían la mini comarca conocida por el nombre de Las Billetas (o Las Villetas), con clara relevancia de sus tratantes de ganado y de los muchos billetes que manejaban.


Camino del alto de Casares, limítrofe entre los términos de Castrillo y Huérmeces, y resto de la antigua Cañada de Merinas

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Tras la reorganización provincial de Javier de Burgos (1833), y en cuanto a entidades supra municipales, tanto Huérmeces como Castrillo pertenecían al antiguo Partido Judicial de Burgos, mientras que los pueblos vecinos de Quintanilla Sobresierra y Montorio lo hacían a los de Sedano y Villadiego, respectivamente.

Más recientemente, Castrillo fue encuadrado en el municipio de Merindad de Río Ubierna, y Huérmeces conservó su municipio, aunque con el añadido del vecino Quintanilla Pedro Abarca.


Castrillo: acumulación estacional de agua en Las Hazas


En cuanto a la calidad, cantidad y tipología de los terrenos agrícolas, Castrillo pertenece a la comarca agraria del Arlanzón, mientras que Huérmeces lo hace a la de Los Páramos.

Hoy en día, a todos los efectos supra municipales, tanto Castrillo como Huérmeces pertenecen a la comarca y partido judicial de Burgos.

Por último, conviene recordar que varios vecinos de Castrillo utilizaban los servicios de alguno de los muchos molinos con que contaba Huérmeces, aunque se encontraran a similar distancia los dos molinos de Robredo Sobresierra, sobre el Ubierna. 




A pesar de todas las diferencias históricas y administrativas referidas, antaño siempre existió una frecuente relación entre las gentes de Huérmeces y Castrillo. Sus vecinos amojonaron juntos, molieron juntos, trataron sobre compra-ventas de ganado, negociaron sobre arriendos de tierras,  se desplazaron a celebrar las fiestas patronales de cada pueblo, 
quizás también se enemistaron en ocasiones y, por supuesto, también se mezclaron.

Varias son las familias de Huérmeces que cuentan con ancestros nacidos en Castrillo de Rucios. (1) En Huérmeces, estas familias reciben el sobrenombre de "castrillanos", en recuerdo al origen de alguno de sus progenitores. (2) El gen "castrillano" es relativamente frecuente en Huérmeces, de manera que buena parte de los portadores de apellidos como "Díez" o "Crespo" de allí provienen.


Castrillo: parque recreativo y pista deportiva (2010), a la derecha del camino de Huérmeces


Como ejemplo anecdótico de aquellas fluidas relaciones entre ambos pueblos, puede servir la crónica aparecida en el Diario de Burgos de fecha 14 de octubre de 1925, relativa a las fiestas otoñales del Rosario, celebradas en Castrillo en unas fechas en las que todo el verano ya se encontraba bien guardado en trojeros y pajares. Su transcripción íntegra dice así:


Se han celebrado con inusitado esplendor y gran afluencia de forasteros, las solemnes fiestas del Rosario, que este año han sido amenizadas por los afamados dulzaineros de Melgar de Fernamental.

La hermosa iglesia de este pueblo, engalanada con profusión de luces y flores, hase visto llena, cual nunca, de fieles.

En todas las ceremonias del culto ha habido gran número de sacerdotes, constituyendo la nota más simpática y emocionante de ellas la presencia de cuatro sacerdotes, hijos del pueblo: don Gregorio, don Fidel, don Manuel y don Antonio Díez, párrocos de Celadilla Sotobrín, Sandoval de la Reina, Villalonquéjar y Ruyales del Páramo, respectivamente, en la solemne misa del último día en acción de gracias por la abundante cosecha recogida este año.

Los sermones durante los tres días, han estado a cargo del joven y virtuoso presbítero don Gerardo Martínez, cura ecónomo de la parroquia, que estuvo muy inspirado en el desarrollo de los temas, cautivando poderosamente la atención de sus numerosos oyentes.

Solo faltaba para completar, las fiestas de la tarde, pero estas han correspondido con exceso, pues dada la gran afluencia de jóvenes de ambos sexos de los inmediatos pueblos de Santibáñez, Huérmeces, Ubierna, Montorio, Quintanilla Sobresierra y de toda la región de las Villetas, la animación ha sido extraordinaria, sin que hubiera que lamentar ningún desorden, merced al celo de la autoridad de este pueblo que así como sabe recibir con gran generosidad, así también sabe imponerse y hacerse respetar con dignidad.

El corresponsal


En la pequeña crónica destaca, como era habitual en tiempos pasados, el protagonismo casi absoluto de la iglesia en cuanto a ente organizador de gran parte de los actos festivos. Se destaca la presencia en el pueblo de hijos suyos que emprendieron la carrera eclesiástica, que era casi la única manera que tenían las gentes humildes para dedicar a alguno de sus hijos a cometidos no agrarios, más intelectuales que manuales. En este caso, cuatro eran los sacerdotes que, hijos del pueblo, retornaban al mismo en fechas festivas. Sacerdotes que ejercían en lugares no muy alejados de Castrillo (Celadilla-Sotobrín, Ruyales del Páramo, Villalonquéjar y Sandoval de la Reina que, ya en la comarca de Villadiego, era el más distante de los cuatro).

El párroco de Castrillo en aquel 1925 era un joven "farol" de apenas 25 años, Gerardo Martínez González (Huérmeces, 1900), recién ordenado sacerdote, y para el que Castrillo constituía su primer destino como cura (en calidad de ecónomo o sustituto).

A la hora de destacar la presencia de forasteros en las fiestas, anota el cronista que abundan los jóvenes de los cinco pueblos más cercanos (Huérmeces y Quintanilla Sobresierra, a unos 4,5 km de Castrillo; Ubierna y Montorio, a unos 7 km; Santibáñez, a algo más de 9 km) y los cinco pueblos de "la región de las Villetas" (Quintanarrío, Mata, Robredo, Villalbilla y Gredilla), todos ellos situados a menos de 6 km de distancia (los más cercanos son Quintanarrío y Mata, a poco más de 3 km cada uno).

Las fiestas de Castrillo, Ruyales y Santibáñez representaban una de las escasas posibilidades de "socializar" que tenían los jóvenes faroles de entonces, ya que la cercanía entre estos pueblos permitía que el recorrido se hiciera caminando, sin depender de medio de transporte alguno, con todas las pegas paternas que esto supondría. Mozos y mozas acudían pues, caminando monte a través, a las fiestas de agosto (la Asunción) y octubre (el Rosario), y en ellas se gestarían futuros emparejamientos entre castrillanos y faroles. 


Por último, cabe añadir la importancia que tenía, en aquellas fiestas patronales, la presencia de los llamados dulzaineros. En unos tiempos en los que no existían grupos y orquestas que, armados con muchos watios y decibelios, recorrieran en sus minibuses los pueblos en fiestas, la música y el jolgorio solo podía ser aportada por pequeños grupos de dulzaineros y redoblantes. A los dulzaineros, el ayuntamiento de turno les tenía que proporcionar, además del salario, cama y comida. En los pueblos pequeños, normalmente era algún vecino el que alojaba en su casa a los músicos, pagándole más tarde el ayuntamiento los gastos generados. En otros casos, eran las familias de los quintos del año los que tenían que alojar a los músicos.

En la provincia de Burgos existía una gran variedad de dulzaineros, radicados en diversos pueblos (Los Balbases, Covarrubias, Sotillo de la Ribera, Villalmanzo, Pampliega, La Aguilera, Castrojeriz, Tinieblas de la Sierra, Arcos de la Llana, ...). A las fiestas patronales de los pueblos burgaleses acudían también dulzaineros de las provincias limítrofes, en especial las de Valladolid y Palencia (Baltanás, Cevico de la Torre, Peñafiel...).

La imprevista ausencia de los dulzaineros en unas fiestas patronales, usualmente originada por motivos sanitarios (brotes de viruela u otras enfermedades infecto-contagiosas) podía llegar a ocasionar auténticos episodios de desórdenes públicos (apedreamiento de la casa del alcalde o médico de turno, generalmente). Lógicamente, la gente no se conformaba con la componente religiosa de las fiestas (misas, procesiones, sermones y bendiciones de campos y campesinos), y esperaba con ansiedad la parte más lúdica y profana. (3)



NOTAS:

(1) Algunos vecinos de Huérmeces, nacidos en Castrillo de Rucios: 

-Esteban Crespo Crespo (Castrillo, 1887), casado en 1910 con Victoria Díaz-Ubierna Villalvilla (Huérmeces, 1892); labradores; nueve hijos (Máximo, Cristóbal, Andrés, Lucía, Olegario, Emilio, Maximiliano, Jacinta y Rosa). Su casa, situada en el antiguo nº 26 de la calle Real, sigue perteneciendo a sus descendientes. La mayor parte de éstos residen en la actualidad en la ciudad de Madrid; también en Burgos.

-Juana Díez Díez (Castrillo, 1889), casada en 1910 con Manuel Alonso Melgosa (Huérmeces, 1883); labradores; siete hijos (Carmen, Ildefonso, Fidel, Natividad, Emeterio, Emiliano y Ángel). Su casa, situada en el antiguo nº 4 de la calle Real, sigue perteneciendo a sus descendientes. La mayor parte de éstos residen en la actualidad en Vizcaya; también en las provincias de Burgos, Huesca y Palencia.

-Valeriano Díez Díez (Castrillo, 1917), casado en 1943 con Rosario Gutiérrez Varona (Villalibado, 1920); dos hijas (Ana María y María Isabel). Su casa, situada en el antiguo nº 14 de la calle Ondovilla, sigue perteneciendo a sus descendientes. Entre los años 50 y 70 regentaron una de las tres tabernas del pueblo, también locutorio telefónico. Valeriano fue un transportista muy conocido en la comarca. Sus descendientes viven en la actualidad en Burgos y Madrid.

También hubo trasiego de genes en el sentido contrario: faroles que contrajeron matrimonio con naturales de Castrillo, y allí se establecieron. Un ejemplo:

-María Villanueva González (Huérmeces, 1912), casada con Ángel Pérez Díez (Castrillo de Rucios, c. 1910); tuvieron tres hijos: Urbano, Mª Ángeles y Gonzalo. Sus descendientes viven en la actualidad en las provincias de Burgos y Valladolid.

Seguramente hubo más casos, pero la memoria de mis informadores también tiene sus límites. Serán bienvenidas nuevas aportaciones al respecto.

(2) En Huérmeces, para referirse a los vecinos procedentes o descendientes de Castrillo, se usan -indistintamente- los términos castrillano o castrellano.


(3) Dulzaineros y redoblantes en la provincia de Burgos. Alfredo Banco del Val. Revista de Folklore, nº 449 (julio 2019). Fundación Joaquín Díaz. [pp. 44-64]

Los dulzaineros de Melgar de Fernamental no son de los más frecuentes en cuanto a su aparición en la prensa local de la primera mitad del siglo XX. En concreto, además de esta presencia en las fiestas del Rosario de Castrillo, de octubre de 1925, solo se constata su asistencia a las fiestas de Villatoro en septiembre de 1914 (DB-22-09-1914).

La lectura de numerosas reseñas periodísticas en la prensa local de aquellos tiempos sirve para: "...darnos cuenta de la importancia que han tenido estos instrumentos e instrumentistas en la vida cotidiana de los burgaleses, sobre todo en la celebración de sus fiestas patronales, tanto en toques religiosos como en la celebración de sus bailes profanos, así como también en otros acontecimientos sociales como bodas, concursos o incluso inauguraciones. Tuvieron tal importancia en la vida cotidiana que les llevó a tocar por los diferentes puntos geográficos de la provincia y a figurar en las publicaciones de prensa locales siendo anunciados como "afamados", "exitosos", virtuosos", "reconocidos" o "magníficos". 



CASTRILLOS DE BURGOS





OTRAS ENTRADAS, EN ESTE MISMO BLOG, RELATIVAS A CASTRILLO Y LAS BILLETAS:

Sobresierra: Las Billetas

El río Ubierna: de Pozorruyo a Villalonquéjar

Amojonamiento con Castrillo de Rucios


RECORTES DE PRENSA



Diario de Burgos, 14 de octubre de 1925


CASTRILLO: CARTOGRAFÍA Y ORTOFOTOGRAFÍA


Hoja 167-III, MTN25 (2009)

Planimetrías (1911)


Hoja 167 MTN50 (1934)

Hoja 167 Minuta MTN50 (1928)

Hoja 167-III, MTN25 (2009)

Vuelo Interministerial (años setenta)

Sigpac (2009)

Bing Maps (2014)
Sigpac (2017)

Vuelo americano, fotograma 12057 (8 de octubre de 1956): el Castro, completamente deforestado; las eras, visibles
Hoja 167 del MTN50 (1934): en verde, límites del término de Castrillo de Rucios, entonces englobado en el TM de Gredilla



BANDA SONORA


Agapito Marazuela (Valverde del Majano, 1891 - Segovia, 1983) fue un folclorista y músico, principalmente concertista de guitarra y dulzaina. Dedicó gran parte de su vida a la recuperación del folclore musical castellano. Como virtuoso de la dulzaina, elevó este instrumento a las cotas más altas de expresión musical y a la categoría de símbolo de una tierra.

A los catorce años ya se ganaba la vida como dulzainero, y esta fue su profesión durante más de veinte años. En 1920 se trasladó a Madrid, iniciando su actividad como guitarrista, y llegando a dar conciertos incluso en París. En 1932 concluyó su monumental "Cancionero de Castilla la Vieja".


Al terminar la guerra civil fue depurado por el franquismo, pasando varios años en diversas cárceles. Al llegar la democracia, fundó la Cátedra del Folklore y la Escuela de Dulzaina en Segovia. Finalmente, Agapito vio reconocida toda una vida dedicada a la preservación del patrimonio cultural inmaterial castellano. Su famoso "Cancionero" no fue publicado hasta el año 1964, bajo el título (sugerido por el jefe provincial del Movimiento) de "Cancionero Segoviano". En 1981, la entonces Diputación de Madrid volvió a editar la obra, ahora bajo el título de "Cancionero de Castilla". Esta obra magna de Agapito Marazuela recoge unas 330 canciones, recopiladas hace casi 90 años, en numerosos pueblos de las provincias de Valladolid, Ávila y, principalmente, Segovia. El propio Agapito decía al respecto: "...hay danzas y canciones, y tonadillas de boca y dulzaina de Castilla, de ritmo y de estilo variadísimos y de una originalidad perfecta. No lo digo por decir, están ahí, en mi cancionero. Yo mismo las he escuchado en los pueblos y aldeas castellanas, y las he ido transcribiendo. Alguna ya las conocía, porque yo he sido palurdo, auténticamente palurdo, y no me avergüenzo de ello, ni mucho menos." Este cancionero de Marazuela ha servido como base a multitud de trabajos musicales realizados posteriormente, por muchos músicos y grupos.


La Musgaña: Entradilla (1997)
Una de las piezas más conocidas, de las muchas recopiladas y cifradas por Agapito, lleva por título "Entradilla" (también "Entradilla castellana" o "Entradilla segoviana"), y fue descrita por él mismo con las siguientes palabras: "simboliza el valor de la música castellana, tanto por su melodía, como por su ritmo y por su danza". Es la pieza que suena en el famoso mesón segoviano de Cándido, cada vez que un cochinillo asado entra en el comedor. La "Entradilla" iba acompañada de la danza correspondiente, que solía escenificarse en procesiones, bodas, galas o recibimientos.

De entre las numerosas interpretaciones y versiones que de la famosa "Entradilla" han realizado diversos instrumentistas y grupos musicales, elegimos la de "La Musgaña", grupo madrileño de música folk, fundado en 1986 y aún en activo. Está incluida en su álbum "En concierto" (1997). "La Musgaña" basa sus composiciones en la tradición instrumental de Castilla y León, enriqueciéndola con influencias atlánticas y mediterráneas, y con arreglos y ritmos actualizados. 

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