Hace
ya algunos años, llegaron a convertirse en habituales ciertas manifestaciones
artísticas –espontáneas y anónimas- realizadas casi siempre en parajes
solitarios y más o menos escondidos.
Una
de las más interesantes muestras de estas peculiares expresiones creativas
puede contemplarse en El Páramo, a la altura del cuarto molino del parque
eólico, casi en la cornisa sobre la cuesta que cae hacia el amplio vallejo de
Monasteruelo.
La
instalación o perfomance consta de dos unidades claramente diferenciadas, separadas
por apenas quince metros, y tituladas:
- La infancia devorada por el tiempo
- La estepa refrigerada
En
la primera, conformada por una vieja cocina con un horno en el que se introduce
una bicicleta infantil, el autor –o autores- ha querido expresar lo efímero del
devenir del ser humano, bajo la metáfora del tiempo como horno insaciable que
todo lo devora, sobre todo a nuestra infancia. La fuerza dramática de la escena
resulta desgarradora incluso para los espíritus más fuertes.
En
la segunda, una nevera Fagor tres
estrellas con congelador superior, dispuesta horizontalmente sobre el terreno,
con sus puertas arrancadas y sus entrañas evisceradas, el autor –o autores- ha
dejado caer la idea del absurdo de la vida moderna, de las ataduras
tecnológicas a las que está sometido el hombre de hoy. ¿Existe acaso algo más
sinsentido que una nevera en el frío páramo, excepción hecha de un microondas
en el desierto?
En
el término de Huérmeces existen otras muestras de esta peculiar manera de
entender el arte, pero ninguna supera en originalidad y belleza plástica a esta
de El Páramo.
Desgraciadamente,
con la reciente proliferación de “puntos limpios” y sus amplios contenedores
metálicos de recogida periódica, cabe suponer que nos encontramos ante el
declive definitivo de estas singulares muestras de arte espontáneo.
En
la actualidad, estas manifestaciones artísticas han pasado a desarrollarse casi
en exclusiva en estos nuevos espacios expositivos, y con el añadido de adquirir
un carácter efímero –el tiempo que transcurre entre vaciado y llenado del
contenedor- y colectivo, con las aportaciones que cada artista considere realizar,
mostrando el conjunto –en ocasiones- un más que interesante resultado.
También
hay que reconocer que estos nuevos espacios de expresión artística, al estar
situados cerca de las poblaciones y fácilmente comunicados por buenos caminos,
ponen al alcance de cualquier persona el acceso a dichas manifestaciones creativas
y, si lo desea, su participación en las mismas.
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